domingo, 18 de abril de 2021

 

“UNA PINZA DE TRES PUNTAS”

¿Por qué Tel Aviv realizó los recientes ataques informáticos contra el programa nuclear iraní?


Por Dany Smith

El último incidente en las instalaciones nucleares iraníes de Natanz, podría no ser uno más. Las crecientes tensiones en Eurasia que vinculan a los movimientos militares de Ucrania (con veladas injerencias de Washington y la OTAN) sobre la línea de contacto con el Dombass y las provocaciones de EEUU a China en el asunto de Taiwan podrían estar guiando los movimientos conspirativos de los enemigos de Irán como el momento oportuno para iniciar alguna acción relámpago. Sin dudas, cuando hay planificaciones para lanzar una agresión lo que prima es saber cuando será el momento oportuno.

Si el engaño y la sorpresa son elementos importantes para lanzar una operación militar, tomar la iniciativa y ganar el “momentum” es central para derrotar a un enemigo. Eso lo saben y muy bien lo han explotado los israelíes en todo lo que tiene de existencia el estado de Israel. En los últimos diez años los ataques terroristas y los sabotajes contra la infraestructura cintifica iraní han venido siendo combinados con sofisticados ataques cibernéticos utilizando potentes virus informáticos. Estos se han convertido una de las vías de sabotaje más utilizadas por las ciberunidades de guerra del estado de Israel.

El avance en la tecnología informática ha llegado a tales extremos que si un estado como Israel pretende anular todo el sistema eléctrico de una ciudad o de un país vecino o del otro lado del hemisferio, podría conseguirlo con un “click” desde una consola montada en algún recinto secreto (Base de Ciberguerra) bajo las arenas del desierto Bersheva. Los alcances de ésta sofisticadas tácticas de terror y extorsión contra la soberanía de otros estados parecen estar lejos de ser (o tal vez no querer) controladas por Naciones Unidas. Durante la administración de Donald Trump la cooperación estratégica en el campo de la Ciberguerra y el Ciberespionaje entre EEUU e Israel, prospero a niveles que se mantienen bajo estricto secreto, aunque es sabido que parte importante de las tareas que llevan adelante, se hallan el espionaje de las redes globales del internet y los ataques informáticos como el visto.

Distraer la vista de la opinión pública es una de las estratagemas más vistas en los conflictos modernos y eso lo hemos visto en varios escenarios con la inocultable (y desvergonzada) colaboración de los grandes medios. Lanzar la piedra en una dirección contraria a donde realmente se pretende golpear es un viejo truco que sigue funcionando, pero no como en tiempos pasados ¿Recuerdan la última guerra entre Armenia y Azerbaiyán? Hasta el día de hoy nadie sabe explicar o probar quién de ambos fue el que comenzó la contienda siendo una de las posibilidades que un tercer actor agazapado en las sombras hubiera creado el incidente que encendió la mecha. Es sabido que Tel Aviv desde hace años intenta posicionar células con bases permanentes en el Cáucaso (como en el Kurdistán iraquí) para operar solapadamente contra Irán.  Igualmente, muy convenientemente esto les sirvió a ciertos intereses (que se relacionaban con ambos bandos) para capitalizar negocios futuros vinculados con la explotación de gas con el vencedor. Fue por ello que el gobierno armenio y los armenios en general consideraron el apoyo de Israel a Azerbaiyán como una traición.

El ataque cibernético del 11 de abril último contra las instalaciones nucleares de Natanz se inscriben en una larga lucha intestina de Israel y de EEUU por tratar de desestabilizar los progresos tecnológicos de Irán algo que además de violatorio de la Carta de Naciones Unidas es claramente contrario a la ley internacional.  Pero éste episodio que no es otra cosa que un ataque terrorista altamente sofisticado, pero terrorista al fin, pudo haber tenido consecuencias mucho más destructivas que las informadas por Teherán. Según denunció el canciller iraní Mohammad Javad Zarif este hecho que catalogo como “crimen de guerra” y “terrorismo nuclear” pudo haber causado la liberación de material radiactivo que podría haber tenido severas consecuencias humanas y ambientales. Ciertamente el razonamiento es atendible dado que si se hubiera producido un colapso que terminara en una fuga radiactiva o aún peor, una explosión nuclear ¿Quién podría luego advertir la diferencia entre un accidente o un sabotaje?

Sin dudas esto a puesto en la mesa una situación que los medios occidentales obvian de clarificar ¿Quién pondrá límites claros a estas constantes agresiones?

Es un hecho que las células del Mossad que durante años pudieron infiltrarse y crear bases locales en países como Iraq y Jordania de un tiempo a esta parte se encuentran bajo un constante ataque que ya acusa varios reveces, incluso bajas y la perdida de sus algunas bases secretas que les posibilitaba operar contra Siria e Irán. Pero también se están produciendo ataques directos contra objetivos navales israelíes que desde la firma de los acuerdos con los Emiratos Árabes Unidos incursionan en aguas de la península arábiga como respuesta a los sabotajes que las unidades especiales israelíes “Sayeret” han llevado a cabo contra tanqueros iraníes. Uno de estos hechos sucedió en el Golfo de Omán en febrero pasado cuando el buque portacontenedores israelí “MV HELIOS RAY” que se hallaba próximo a Dubai registró varias explosiones algo de lo cual Tel Aviv inmediatamente acuso a Irán, algo que Teherán negó. Igualmente, y pese a las explosiones registradas en el casco, no produjeron bajas en la tripulación ni deshabilitaron al buque por lo cual es una posibilidad de que se haya tratado de un falso ataque montado por los mismos que se presentan como victimas ¿los motivos? Plantar fundamentos de cara a la opinión publica para buscar la intervención internacional contra Irán.

El ataque informático contra las instalaciones nucleares de Natanz se inscribirían en este círculo vicioso que como puede verse, se están saliendo de los límites. En realidad, hace tiempo que Tel Aviv no respeta ningún límite y prueba de ello son los constantes ataques misilisticos que realiza desde el espacio aéreo libanés contra Damasco, los asesinatos montados por el Mossad contra científicos y personalidades iraníes y sus brutales acciones que de constante emprende contra la población palestina en Gaza ¿Por qué habría de preocuparle matar más personas usando el sabotaje informático altamente sofisticado?

A pesar del silencio que suele mantener Tel Aviv cuando se lo acusa públicamente de acciones como esta, en este caso hay fuertes indicios que lo ocurrido tiene origen en un ataque informático algo de lo cual los medios israelíes y occidentales se jactan presentándolo como una hazaña. Hay precedentes de acciones similares que intentaron frenar el desarrollo nuclear de Irán. En 2010 se produjo un ataque mediante el gusano informático denominado “STUXNET” infectando más de 30.000 ordenadores en todo Irán con el claro objetivo de fundir la red informática y eléctrica de las instalaciones de Busheir en la costa occidental del Golfo Pérsico. El especialista informático e investigador alemán Ralph Langner había declarado que este virus es un arma de un solo tiro aunque, para lograr su propósito destructivo debe ser insertado mediante un USB infectado siendo necesario, que alguien lo haya conectado desde dentro del complejo. Es muy posible que el ejecutor de esta infiltración haya estado dentro de las comitivas de inspección de Naciones Unidas o incluso facilitado por algún elemento corrupto o chantajeable, algo que no debe sorprender a nadie.

Hay una peculiaridad en este gusano y es que según han señalado algunos expertos, ataca con curiosa precisión a circuitos y programas de la marca alemana SIEMENS que convenientemente controlan oleoductos, centrales eléctricas y otro tipo de instalaciones ¿Acaso esta empresa alemana cooperó con los fabricantes y usuarios de este virus informático?

Si bien en este caso se sindicó a los EEUU como el principal responsable (dado que la Administración Bush-Cheney dedicó esfuerzos para sabotear a Irán), se sabe que Israel (además de instigar mediante sus lobbies en el Congreso) participa en todas las operaciones que puedan causar daño a los avances científicos y tecnológicos de Irán y cualquier otro país de la región que puedan entorpecer su agenda geopolítica. Al mismo tiempo desestabilizar a Irán representaría una ventaja estratégica invalorable para EEUU que vería la oportunidad para establecer un nuevo punto para hacer pie y obtener acceso a China y Rusia.

A la par de estas agresiones, la difusión de una continua propaganda anti Irán, la intoxicación informativa y de demonización mediática que deforma la realidad de forma maniquea pintando a “Occidente e Israel” como los buenos y a los “iraníes y Oriente” como una amenaza para la paz del mundo, es el montaje escenográfico acostumbrado para tapar los daños y relativizar las bajas humanas que producen.

Esto no es nada nuevo a la ya conocida propaganda islamófoba preexistente y que tiene sus antecedentes en la década de los ochentas con la guerra con Iraq. Cuando por acciones terroristas como las que acostumbra montar Israel y sus aliados, se asesinan seres humanos en los países árabes o islámicos no pareciera haber la misma valoración en la humanidad de quienes mueren ni mucho menos, conmueven a los organismos internacionales que bregan -o al menos así se presentan- por el respeto a los derechos humanos. En realidad, no se trata de eso sino más bien, el reflejo de funcionarios infieles que (con sus parcialidades compradas) corrompen con estos comportamientos el espíritu loable que persiguen dichos organismos.

Por cierto, que este último episodio en Natanz puede ser el preludio de otro movimiento de pinzas mucho más amplio y peligroso que, aprovechando las escaladas que propician Washington con la OTAN en Eurasia y el lejano oriente puede llevar a que la región se incendie poniendo en serio riesgo no solo la paz en la región sino, la subsistencia del propio estado de Israel.

 

domingo, 11 de abril de 2021

 

“EL ESTADO DEL NO ESTADO”

¿A dónde va la Argentina con el actual estado político?

Por Charles H. Slim

Perdonaran ustedes el juego de palabras del título de este artículo, pero es lo más descriptivo que hay para explicar lo que sucede en la Argentina. Ante todo, esto no es un ataque unidireccional y parcilizadamente político contra el actual gobierno del presidente Alberto Fernández y Cia, no ciertamente no lo es. Aquí hay un vacío de poder en el estado que viene gestándose desde hace casi cuarenta años a la fecha y ninguno de quienes han gobernado (incluyendo a muchos de los actuales funcionarios) se han ocupado del tema, volviéndose en el más estricto sentido de la palabra, administradores de despojos en medio de un Chao regnat.

Sin dudas ya podemos advertir cual es la génesis del problema existencial del estado nación argentino contemporáneo.

La Argentina es un país con un terreno envidiosamente extenso y rico en diversidad de materias primas que se puede extraer de él. Pese a ello, un pobre desarrollo tecnológico y la ausencia (o más bien, desaprovechamiento) de inversiones hace que no los aproveche. Con todos los climas y un extenso litoral marítimo que se proyecta hacia la Antártida, lo posicionan con un privilegiado sitial estratégico en el Cono sur.  Compuesta por provincias que por su tamaño -y desarrollo burocrático de sus gobiernos- muy bien podrían ser países independientes y pese a ello son deficitarios, es una primera muestra de que hay una falla estructural en la administración y asignación de sus recursos.

Otros ven en este déficit la posibilidad de un creciente regionalismo que fracturaría al estado nación en varias entidades. Esto ha reavivado viejos fantasmas de secesión territorial de algunas de estas provincias por considerarse discriminadas en el trato y en las políticas de reparto de los recursos que recibe del estado federal.

Su cabeza administrativa general se ubica en la ciudad Autónoma de Buenos Aires dentro de la provincia más importante del mismo nombre. Desde el nacimiento de la república, esta ciudad fue estratégica para controlar al interior y ello por el solo hecho de tener el puerto por donde ingresaban las rentas y mercaderías del exterior. Pese a que pasaron 200 años de aquellas épocas se sigue diciendo que “Dios atiende en Buenos Aires” como una forma de graficar la aún subsistente centralidad administrativa y política a la que al día de hoy se ven sometidos los argentinos dejando en evidencia al mismo tiempo, la realidad de un federalismo bastante destartalado.

Desde hace cuarenta años el país viene siendo sometido a todo tipo de experimentos políticos y alineamientos estériles que han desembocado en la actual anomia y abulia social que no ofrece horizontes de una perspectiva con previsibilidades de una mejora a mediano plazo. Aquí la destrucción del estado no ha pasado por una guerra devastadora, una revolución sangrienta o la persistente y blanda interferencia subversiva de operaciones lanzadas desde Washington o de Londres (o al menos no aún).

Incluso no se hizo necesaria una guerra perpetua (como se orquestan en Oriente Medio) para debilitar al estado nación argentino. No para nada. Más allá de los condicionamientos que trajeron la derrota de la guerra de Malvinas en 1982 (plasmados en los Acuerdos de Madrid I y II), el actual estado de cosas en este país se lo deben a sus propios funcionarios y la clase política que vive de las roscas, las dádivas y los negociados a costa del erario y los puestos públicos que ocupan transitoriamente. Son los argentinos quienes tienen que cuestionar ¿Quién los ha puesto allí? Pues han sido los mismos argentinos que hoy resienten las políticas de sus gobernantes por lo que deberían reevaluar un instante su parte como ciudadanos y bregar por un cambio sustancial.

Hoy el estado argentino podría describirse como deforme, es decir, no es ni pequeño ni grande o elefanteaseo como llegó a serlo en la década de los ochentas; no diremos inexistente (porque minimamente existe) pero esta al borde de ser uno fallido. En lo referente a su calidad institucional para atender y proteger los intereses externos podemos asegurar que aquella es paupérrima y prueba de ello es la imperdonable debilidad en el área de la de defensa que tiene un trasfondo netamente político.

Simplemente no reviste la entidad, relevancia y eficacia mínima requerida para ser tal, algo de lo cual ha dejado de ser una percepción meramente local para ser confirmado de manera brutal por otros gobiernos y funcionarios extranjeros. Algunas muestras de esto último son los escándalos por la inoperancia del Mercosur por inquinas interminables (en especial con Brasil y Ururguay), la nada clara política exterior, las dificultades de Argentina para adquirir y transportar cargamentos de vacunas (por carencias materiales estratégicas) o la falta de estrategias ante la reiterada política británica de ignorar los reclamos por Malvinas, son un reflejo de esa impotencia del estado argentino que en el último caso citado, se han traspolado a un empoderamiento de las minúsculas e irrelevantes autoridades coloniales “Kelper”.

Al día de hoy y acorde con la actual realidad global, las diferencias ideológicas entre izquierdas y derechas son inexistentes y solo son patomimas utilizadas por los dirigentes políticos como meras alegorías sin sentido que unos y otros usan para tratar -a los ojos de la opinión publica- de desacreditarse mutuamente. Muestras de estas patéticas formas de pensar las vemos cuando algunos periodistas, intelectuales e influyentes informadores de medios insignes, para tratar de fundar sus criticas usan arquetipos línguisticos de la guerra fría tratando de presentar a los “EEUU y la UE” como los buenos y a “Rusia, China y países islámicos como Irán” -con una acostumbrada aversión al Islam- como los malos, una irreverencia maniquea que actualmente se traspoló al origen de las vacunas contra el COVID-19 que de acuerdo a quienes sean sus fabricantes, afirman (sin pruebas acabadas y con una notoria malicia) de que son “veneno” o “no sirven para nada”. Ello además de la sintonía ideológica con los intereses anglófilos (entreverados por el sionismo), demuestra el atraso y el anacronismo que estanca el pensamiento político argentino, sustentado en estos falsos contendores (simulando enfrentamientos) que ya han quedado en evidencia, ser caras de la misma moneda. Tanto unos como otros, terminan negociando con Washington.

Pero sabemos que muchos de los políticos más experimentados y con años dentro del escenario de la cosa pública son conscientes de esta falacia y solo se mueven al son de la correntada política del momento. Miren si no al ex mandatario y gobernador de la provincia de Buenos Aires Eduardo Duhalde quien en los noventas fue el vice del corrupto gobierno de Carlos Menem, hoy pareciera posicionarse como un líder de la decencia, un peronista “moderado” contra los peronistas seudo-izquierdistas de Cristina Fernández de Kirchner. Pero todo eso es un gran montaje escénico y parte de los medios ayudan a mantener esa ilusión. En cierto sentido, los políticos argentinos y sus lideres sociales se comportan como los neoconservadores estadounidenses quienes poco les importa ser demócratas o republicanos siempre que cualquiera de estas opciones los coloque en el centro del poder.

Pero esta analogía es exageradamente extravagante ya que más bien podriamos catalogar a estas elites argentas como simplemente oportunistas y parasitarias ya que carecen de objetivos estratégicos previamente planificados sin más aspiraciones ni objetivos, que la conquista del poder para satisfacer necesidades y ambiciones propias e inmediatas. En este sentido el asistencialismo (que tuvo su origen en la caja PAN del gobierno de Alfonsín) se convirtió en una política de estado que hoy lleva a que, tras años de dádivas y victimismo social, se hayan formado ejércitos de piqueteros y desocupados transgeneracionales quienes sin rodeos y organizados por cuadros de dirigentes sociales (altamente profesionalizados) presionan en las calles por el aumento de sus subsidios.

A contracara de esto, hay una gran parte de la población que vive de su trabajo (que no cobran del estado y pagan sus impuestos) se ve en la desazón y la desesperanza producto de una crisis económica inédita y de la presión impositiva insoportable enmarcada en la calamidad de una pandemia de la cual ningún -vale dejarlo en claro- “experto” (incluyendo la OMS) ha sabido prevenir o explicar como se ha ido propagando, pero mucho menos, junto a los estados quiere investigar de dónde surgió realmente.

En última instancia esta situación del estado de no estado la vemos en la continua desinteligencia y las contradicciones que se han visto entre el estado federal y las jurisdicciones provinciales y de estas a su vez con sus correspondientes municipios cuando tratan de articular políticas de seguridad (reflejadas en el enfrentamiento entre el Ministro de Seguridad bonaerense y su homologa federal) y sanitarias dentro del territorio nacional. A la sazón de ello, el oficialismo para tratar de tapar su falta de autoridad apela a la perorata del federalismo y el progresismo como una forma de tapar su impericia y falta de carácter para hacer cumplir sus mandatos.

Puertas adentro del mismo partido de gobierno, los tironeos entre los “moderados” del presidente Alberto Fernández y los “extremos” de  La Campora subordinados a la vicepresidente Cristina Fernández, causan más fisuras a la ya precaria convivencia entre peronistas y kirchneristas.

En medio de esto y fuera del tratamiento mediático, va creciendo la pugna entre un sector retrogrado del peronismo denominado “K” (representado por La Campora) que presuntamente trata de establecer nexos con Oriente (Rusia y China) y otro que se autoproclama “democrático y liberal” que, pese a la máscara de un supuesto republicanismo se apoyan o más bien anhelan hacerlo, en una ambiciosa planificación global que no casualmente encabeza el actual mandatario en La Casa Blanca y que tiene su correlato en Gran Bretaña con el BREXIT y que se ha potenciado con la ambiciosa agenda últimamente anunciada por Boris Johnson enfocada a trabajar por retomar su sitial de potencia global, obviamente secundando a EEUU. Ante esta realidad imperante ¿Qué hace o hará el estado argentino?, ¿Podrá hacer algo?

 

martes, 6 de abril de 2021

 

“COMPLICACIONES DEMOCRATICAS”

Biden hizo gala de ser la renovación para la política exterior estadounidense pero ¿Dónde están en la práctica las políticas que lo demuestren?


Por Charles H. Slim

Para los pobladores sirios del noreste en "Hasaka" y de toda la zona fronteriza con Iraq, el cambio de presidente en la Casa Blanca no ha significado nada. Tal como lo había hecho Donald Trump e incluso sus predecesores, Joe Biden sigue jugando con la vida y los bienes de los sirios e iraquíes con el continuo despliegue y accionar ilegal de sus tropas en la región. Sumado a esto, la aplicación impiadosa de sanciones comerciales contra Damasco solo está causando aflicción y miseria en la población como una forma de crear la presión interior que termine por estallar contra su gobierno. En este contexto y vistas las acostumbradas tácticas sucias de persuasión -del cual participan el Stablishment financiero de Wall Street- ¿Dónde está la tan proclamada democracia, las tan esgrimidas Resoluciones de Naciones Unidas y el respeto por la libertad y los derechos humanos?

Pese a estas execrables prácticas que hacen sufrir y matan a civiles sirios, el pueblo árabe no ha doblado la rodilla y sigue firme sosteniendo a su gobierno. A cualquier sirio que camina por las calles de Damasco le queda claro quiénes son los responsables de la desgracia que se ven inmersos. Causa irritación el cinismo de Washington cuando se pavonean con discursos sobre el respeto a los derechos humanos y por debajo, solapados por la oscuridad, actúan con total indiscriminación y sin contemplaciones con los civiles.

No es necesario tener que fundar estas nuevas incongruencias ya que vimos como en febrero pasado los aviones norteamericanos lanzaron un ataque sobre las milicias populares iraquíes que combaten a los terroristas que son entrenados por aliados de Washington. Evidentemente los comandantes estadounidenses no actuaron por su cuenta. El presidente Joe Biden había firmado una orden ejecutiva unas horas antes que autorizaba la acción ¿Qué sucedió con los cambios de una nueva era?  Desde la Casa Blanca y el Departamento de Estado recurrentemente justifican estas agresiones contra la soberanía de Siria e Iraq con lavadas excusas que ciertamente ya no engañan a nadie y es que no es posible decirle al público que sus tropas están combatiendo al terrorismo ya que, ello es una inconsecuencia terminológica que se refiere a una herramienta de guerra y no a una entidad.

El Estado Islámico (ISIS) fue la excusa perfecta, una entidad seudo-islamica que vino dar los fundamentos políticos y operativos para instaurar ante la opinión pública el bulo rotulado como “lucha contra el terrorismo” que dio a su vez, nacimiento a un fabuloso negocio de inversiones de empresas y corporaciones privadas vinculadas a la Seguridad y Defensa. Fue así como esta farsa armada por las agencias de inteligencia occidentales y sus pares regionales (árabes, israelí y turca) pudieron apoderarse de las zonas productivas de gas y petróleo para robarlo y tráficarlo por camiones cisterna que pasaban con total impunidad a suelo turco y de allí a puertos en el Mediterráneo como son Iskenderun, Ceyhan y Dortyol. Cuando -por la intervención de la Fuerza Aeroespacial rusa- se descubrió este escándalo el Departamento de Estado trato de tirar sus implicancias por la ventana y habló de que con ello los “terroristas” financiaban sus operaciones; pero eso no se lo trago nadie.

Vehículos blindados en Hasaka

Pero no solo la financiación con la venta de petróleo robado es importante para la operatividad de estas bandas de mercenarios. Alimentar a sus combatientes es uno de los problemas a resolver en toda campaña bélica y que aquí no iba a dejar de serlo. Es por eso que hace una semana se reportaron movimientos de camiones repletos de granos escoltados por vehículos acorazados estadounidenses que cruzaban al Kurdistán iraquí por el puesto fronterizo de “Semalka”.

Hace tiempo que se reportaban movimientos similares. Incluso de acciones arbitrarias de las tropas estadounidenses en la región que profundiza el ya pre existente odio de los pobladores a su presencia.

Sin dudas una cara más de la escandalosa e ilegal injerencia de Washington en Siria y el resto de la región. A la comprobada protección a los remanentes del “Daesh” que aún controlan -por acuerdos entre norteamericanos, turcos y kurdos- algunos pozos petroleros en el noroeste de la región, se ha venido comprobando el zaqueo por parte de las tropas estadounidenses y de sus bandas proxies de silos y depósitos de granos de cereales de los pobladores para ser transportados a sitios desconocidos. Con ello, los intrusos que solo encuentran límites ante la presencia de tropas rusas, contribuyen con la crisis y la carestía que la guerra provoca y que lleva a que la escasez de productos básicos sea otro factor de sufrimiento para la población civil siria.

Dos semanas atrás fuentes locales en la aldea siria “Al Talou” reportaban que una docena de camiones militares con chapa identificatoria estadounidense, estaban vaciando los silos de los campos pese a la oposición de sus propietarios. Se creyó que ese cargamento iba a ser llevado a sus posiciones en “Hasaka”. El 26 de marzo pasado se reporto desde la localidad “Al-Malikiyah”, que había pasado un convoy de unos 18 camiones cargados con granos con rumbo a la frontera con Iraq. Más tarde se confirmó que ese convoy atravezó la frontera con rumbo a la región autonómica del Kurdistán iraquí.

Estos hechos que no son más que acciones vandalicas y criminales llevadas adelante por unidades militares estadounidenses que con el apoyo de grupos kurdos como el Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) -una denominación meramente decorativa-, han sido acusadas entre otras cuestiones de asesinar a pobladores que no se someten a sus ordenes e incluso de secuestrar a muchos otros de los cuales al día de hoy en algunos casos no se sabe su paradero. Los allanamientos sorpresivos de estas milicias contra los hogares de familias árabes no distan en nada en las que realizaban los mismos estadounidenses en Iraq en tiempos de la ocupación o las que llevaba adelante el “Daesh” o “Jabbat Al Nusrah” cuando asaltaban las aldeas para  llevarse a sus moradores para asesinarlos o usarlos como conejillos en sus siniestras escenificaciones videograbadas colgadas en “YouTube” de aparentes ataques químicos para posteriormente acusar al gobierno de Damasco. 

Sobre esto no se sabe tampoco si Naciones Unidas tomara alguna intervención dado que es más que claro que hay una situación de agresión constante y violación flagrante de la soberanía de un estado y de los derechos humanos de sus habitantes.

Tampoco se ha conocido reacción alguna del presidente Joe Biden quien ha sido presentado por el arco mediático occidental como el “moderado” y restaurador de las libertades, aunque cierto hay que dejar en claro, ello es solo una pantomima más a la que Washington tiene acostumbrado al mundo. La geopolítica norteamericana para Oriente Medio no se verá alterada -no mientras exista el interés sionista-, no a lo menos en lo que refiere a Siria, por lo que habrá que seguir esperando más violencia e inestabilidad que Washington usará para justificar su estancia.

Es sabido que las autoridades kurdas -además de aliadas de Tel Aviv- colaboran (en un amplio espectro del término) con los estadounidenses y ello mantiene tensas las relaciones con las milicias populares iraquíes quienes además de luchar contra los remanentes del Daesh que siguen operando gracias a la cooperación que reciben desde sectores que no son controlados por Bagdad y Damasco, buscan expulsar a las tropas estadounidenses. Precisamente en días pasados se dieron varios episodios contra las tropas estadounidenses que dan testimonio de la voluntad de la resistencia iraquí que (como sucedió durante la ocupación) esta siendo combatida por las autoridades colaboracionistas de Bagdad.

El regreso de los ataques con IED (Dispositivos Explosivos Improvisados) en las carreteras iraquíes que se suman a los ataques con morteros y cohetes contra bases y puestos militares estadounidenses, es una reacción a las continuas agresiones occidentales y de sus aliados israelíes, pero también el preludio de malas cosas por venir. Los oficiales veteranos sin dudas no olvidan como en los días de ocupación la resistencia les convirtió su estancia en un infierno que terminó causando además de la muerte de muchos de sus camaradas, muchísimos lisiados físicos y mentales que luego pasaron al olvido de un estado que se considera democrático pero que en lo que hace a su comportamiento, no es más que un totalitarismo imperialista con disfraz liberal.

 

 

 

jueves, 1 de abril de 2021

“EL TREN DE LOS INCONSECUENTES”

A 39 años de la recuperación de las Islas Malvinas y archipiélago del Atlántico sur la Argentina se ve inmersa en el caos político interno y a la incertidumbre geopolítica como estado nación ¿Habrá salvación para la Patria integral?

 

Por Charles H. Slim

Hace treinta y nueve años la Argentina llevaba adelante uno los itos políticos e históricos que cambiarían para siempre su posición en la región y el mundo. La recuperación de las islas Malvinas, Georgias y Sandwiches del Sur en aquel 2 de abril de 1982 dio paso al enfrentamiento bélico con el Reino Unido que -más allá del resultado militar- sentó un precedente geopolítico y jurídico que no puede obviarse. Más allá de que la recuperación de las islas del Atlántico sur y con ello el control sobre los espacios marítimos circundantes fue temporal y terminó en una derrota en junio de 1982, el sentimiento de pertenencia y las ansias de volver nunca se perdieron.

Pese a este sentimiento colectivo que mora en el subconciente del pueblo argentino, su dirigencia política -especialmente la capitalina- totalmente alejada de la realidad del ciudadano común, ha demostrado no saber (o quizás no querer) receptarlo y mucho menos tener la vocación, la inteligencia ni el valor para desarrollar una agenda estratégica a largo plazo que atienda y analice los desafíos que representa la empresa, ya no para recuperar el archipielago, sino para limitar los movimientos del usurpador que desde hace décadas se beneficia de sus recursos y que va en franca expansión sobre el resto del territorio continental. Esto último no es algo que debiera asombrar ya que no hay recursos militares para limitar esas intensiones. Si bien los posibles planes del gobierno argentino por modernizar las FFAA con equipamiento ruso y chino sería una señal en este sentido, es tan solo un pequeño paso en un largo camino que llevará décadas de una política sostenida.

Pero la historia política del país evidencia interrupciones cíclicas en el desarrollo de sus políticas estratégicas (cuando supo tenerlas) no solo por golpes civico-militares sino por meros cambios partidocraticos en los ocupantes de la Casa Rosada.

El problema que se presenta en la actualidad esta signado por la situación interior del país caracterizada por una total anomia social, el desgobierno, la corrupción estructural y el caos ideológico. En este sentido el nuevo milenio halla a la Argentina en un total abandono de sus intereses estratégicos y entrega completa a las actividades británicas en todo el atlántico sur, quienes a su vez amplían peligrosamente sus actividades con la pronta remisión (no solo de submarinos) de parte de su arsenal nuclear estratégico a una instalación secreta en Malvinas. Con esto en vista la amenaza para la Argentina y la región se profundiza de forma critica y peligrosa poniendo a la región en el mapa (como mero observador) de una hipotética tercera guerra mundial.

Mientras en Buenos Aires los sectores admiradores y hasta obsecuentes de las políticas anglosajonas y siguiendo a la nueva tendencia en la Casa Blanca dan inicio a un falso y flemático debate sobre “democracia o autocracia” (puesto a rodar por el senil presidente Joe Biden), el país se va por un caño ya que tal como lo revelan las encuestas y relevamientos sobre la situación económico-social, los sueldos -para quienes tienen la fortuna de tenerlo- no llegan a cubrir las necesidades básicas de una canasta de alimentos digna para una familia tipo que a su vez se ve asfixiada por la impiadosa subida de los impuestos, el aumento escalonado del precio en los combustibles y el desempleo endemico. Ciertamente que no hay en la Argentina un “Churcill”, “Thatcher” o “Reagans” (proceseres para estos sectores) que puedan implantar ese liberalismo salvaje que tantos acompañaron con el Menemismo de los noventas y al cual hoy (disfrazados de “republicanos”), critican al gobierno como si no hubieran estado.

Para complicar el cuadro, la aparición del COVID 19 acentuó la actual situación de precariedad y dejo a la vista la desarticulación del estado que (sumido por décadas en la circunstancialidad, eñ asistencialismo y la demagogia política) no había podido prevenir lo que estaba por ocurrir y mucho menos, tenía los recursos materiales y humanos para afrontarlas. En el medio, los mismos medios y periodistas jugando a los espantadores oficiales ventilando cifras de infectados y muertos conforme convenga a quienes digitan los orquestadores de esta “pandemia”. Tal vez lo peor de todo ello sea que ninguno de sus organismos de inteligencia o de sus prestigiosos académicos tenía la más mínima idea de lo que realmente había ocurrido y es que, en realidad, desde hace años que no existe algo así por estos lugares. Pensar en la Argentina siempre ha sido un mal negocio y en las últimas épocas se vuelto muy riesgoso.

De este modo mientras quienes acusan al gobierno de Alberto Fernández de inoperante y falto de visión, no reconocen que la oposición (a la cual solapadamente miman) no ha demostrado ser mejor dado que en su mayoría son los mismos que formaron parte del anterior gobierno de Mauricio Macri quienes entre otras cuestiones capitales, malgastó los fondos requeridos al FMI, entregó las reservas de oro del Banco Nación a Londres, facilito los negocios de empresas privadas amigas del entorno presidencial y desguarneció aún más las aguas del Atlántico sur y el sistema integral de la defensa ¿Qué clase de patriotismo podría encontrarse en este tipo de gente?

Mientras unos tratan de jugar a la revolución con medianías, voluntarismo y practicas anacrónicas, los otros (auto rotulados como “republicanos”) entregan los intereses de la nación al enemigo estratégico bajo la literaria denominación de “apertura al mundo” que obviamente -ese mundo- se limita a EEUU, Gran Bretaña y la UE y que algunos de ellos se animan a catalogarlo como “el mundo civilizado” no reparando que esa adorada civilidad que se cubre con la consabida palabra “democracia” en todo lo que va del nuevo milenio ha sido autora y generadora de brutales intervencionismos políticos y militares que -al amparo de engaños y mentiras-  han causado destrucción, miseria y millares de muertes alrededor del mundo ¿Acaso estos pueden ser considerados mejores que el actual gobierno?

Son estos mismos que se empalagan hablando de Paris y del europeísmo teniendo siempre como centro una supuesta superioridad anglosajona, denostando a su propia tierra, sus bondades y el sacrificio de sangre que sus hijos ofrendaron para luchar en aquel invierno de 1982 contra los agresores de aquellos lares que (vale la pena recordar) han hecho “grandes” sus economías a costa de la agresión colonialista e imperialista secundado a EEUU. Ciertamente que no hay explicación filosófica y moral -por más sofisticada que ella fuese- que valga para argumentar tanta bajeza intelectual.

En este mismo sentido, varios de estos exponentes que forman parte de los comedidos medios alineados a las políticas de Washington y a Gran Bretaña, avaladores de todas las “políticas civilizadoras” de La Casa Blanca, no han ahorrado entusiasmo al comentar la bravuconada del presidente Biden que en público calificó a su homologo ruso como “asesino” sin decir nada de los 8000 millones de dólares del presupuesto anual que La Casa Blanca destina para ordenar y ejecutar asesinatos selectivos contra quienes ellos consideran como indeseables; muy democrático ciertamente. Tampoco parecen recordar que Biden como senador del Partido Demócrata en una entrevista de 1982 ante la cadena CBS, apoyó de manera explicita a Gran Bretaña olvidándose que EEUU tenía un compromiso hemisférico con el TIAR que violo de forma flagrante y vergonzosa con su asistencia a la Fuerza de Tareas de la Royal Navy. El sesgo de estos personajes es tan obvio que no hace falta análisis alguno.

Precisamente en lo referente a la política exterior, Argentina por intermedio del gobierno actual pareciera estar sosteniendo y consolidando una posición ideológica dirigida a despegarse de la influencia que los gobiernos anteriores y en particular el del presidente Macri había involucrado de forma íntima con países como EEUU e Israel quienes a su vez trataron en ese entonces, aprovechando el acceso que les permitieron funcionarios clave como Patricia Bullrich, Arribas, Magdalani y Oscar Aguad sumado a la magra situación institucional, de cooptar el área de seguridad, inteligencia y Fuerzas Armadas para que sean una extensión más de sus políticas en la región. Obviamente que entre esas políticas no se cuenta el interés por apoyar a la Argentina en sus reclamos sobre el Atlántico sur.

Quienes apoyan estas injerencias son aquellos que con mucho ahínco y esmero no paran de señalar públicamente como un mal camino para la nación, establecer relaciones con Rusia, China, Irán y por supuesto Venezuela aprovechando cualquier argucia para desatar y fundar sus acostumbradas y ponzoñosas editoriales. En este último sentido, queda claro que quienes bregan por amigarse incondicionalmente con Gran Bretaña, EEUU y sus aliados no refieren a sus pueblos sino a los intereses (políticos-económicos y estratégicos) de los gobiernos anglosajones que son parte en la ocupación del Atlántico sur.

Por el contrario y desde una pragmática novedosa, los acercamientos a Rusia, China e Irán no solo representan un giro audaz en las relaciones del estado argentino sino que demuestra (o al menos así pareciera) una vocación de establecerse como un actor geopolítico con un peso gravitante a modo de ir ganando con el tiempo la suficiente fuerza e influencia como para poder lidiar con la situación de facto que mantiene Gran Bretaña en el sur argentino.

 

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