sábado, 1 de abril de 2017

VETERANOS DE AYER






“GEORGIAS, EL COMIENZO”

Una parte importante de la historia de la recuperación del archipiélago del Atlántico sur que no puede obviarse




Por Javier B. Dal

Que mejor forma de contar una historia que comenzando desde el inicio. Cuando se trata de la llamada “guerra de las Malvinas” suele comenzarse a contar desde el 2 de abril cuando la Argentina dio un paso trascendental para cortar las aspiraciones británicas por legitimar su posesión forzada sobre el archipiélago del Atlántico sur. Por supuesto que no nos vamos a remontar a 1833 ni tampoco vamos a hacer un prologo de diez años antes sobre cómo había progresado en algunos aspectos la relación entre los isleños y Buenos Aires. Solo nos remontaremos al lugar y el momento en donde todo comenzó y que, como era de esperar fue adulterado por varias maliciosas narraciones históricas.

En momentos previos a las acciones argentinas, el buque oceanográfico “HMS Endurance” se hallaba navegando en las aguas del sur y no precisamente para realizar estudios de los pingüinos o la fauna marina insular. El “Endurance” era un barco espía que además de armado, estaba desde hacía bastante tiempo realizando operaciones de interceptación de comunicaciones civiles y militares del continente, algo que al parecer no estaban al tanto los argentinos; al menos eso creían en Londres.

Para comienzos de 1982 las actividades de inteligencia y contrainteligencia británica se había redoblado asombrosamente y ello por un motivo puntual: Se cumplirían 150 años desde que invadieron las islas y si Argentina no realizaba un acto efectivo de reivindicación, Londres (por efecto de la doctrina Stoppel) vería tácitamente reconocido su derecho sobre las islas Malvinas, Georgias y Sandwiches del sur, lo que a la luz de la historia hubiera sido una calamidad para los intereses argentinos. Era por ello que los argentinos debían realizar un acto material efectivo que interrumpiera ese término.

A parecer, el desembarco de un grupo de obreros de la empresa “Davidoff” en Georgias, fue la ocasión para realizar aquel acto material mediante el izamiento de la bandera en Grytviken y Leith.

Sobre esto, los británicos y varios intelectuales anglófilos argentinos han tratado de remozar la historia dando una peculiar y amañada explicación de la presencia del “HMS Endurance” en las aguas argentinas de ese momento y por supuesto, evadiendo cualquier referencia a esta doctrina de los actos propios que refiere el “Stoppel”. Más allá de la supuesta “Operación Alfa” que habría planeado la Armada Argentina para instalar en Georgias una base de avanzada, el buque inglés Endurance seguía de cerca los movimientos de los obreros argentinos que iban a aquella isla para desmontar las fabricas balleneras.

Para mayor detalle y en realidad, las actividades de Davidoff y sus tratativas con la Armada  venían siendo monitoreadas por informantes del MI-6 que operaban en Buenos Aires. Pero aunque cueste creerlo, la contrainteligencia argentina trabajo muy bien esto y logró despistar en gran parte los planes que habían para Georgias y Sandwiches.

Pese a que Buenos Aires encargo a ésta empresa que desmontara las fabricas balleneras en Georgias y para ello notificó a Londres de estas actividades, los británicos, sospechando que estaban tramando algo,  trataron de imponer una burocracia tal, que prácticamente era como una especie de rogatoria para que el buque que transportaría a los obreros llegara a su destino rindiendo pleitesías a la corona.

Más allá de las excusas que presentaría el Foreing Office ante el gobierno de Buenos Aires, los argentinos presentaron la petición correspondiente por los canales diplomáticos ante la embajada en Buenos Aires por lo que, Londres no podía alegar sorpresa alguna.

En este sentido para los cerebros del Foreing Office se hacía necesario encontrar una excusa de suficiente peso como para dejar en claro que había una violación a los intereses de ultramar de la corona; y si no se hallaba, había que fabricarla.

La excusa británica fue que el buque argentino “ARA Bahía Buen Suceso”, era de la Armada, no había respetado la ruta de paso por Grytviken y cuando una patrulla de marinos reales vieron al buque con la bandera argentina se hallaba desembarcando personal militar y carga en el puerto Leith y para peor llevaba la bandera argentina enarbolada en su mástil, informaron rápidamente al gobernador de Malvinas Rex Hunt y este dio cuenta directamente a Londres donde, por decisión del Foreing Office se le ordenó al “HMS Endurance” que casualmente se hallaba en la región, para que interviniera en la situación.

Para los británicos, Buenos Aires había violado los códigos diplomáticos y por ello, por canales discretos, el día 14 de marzo “10 Downstreet” ordenó por intermedio del ministerio de Defensa que el “HMS Endurance” partiera de Puerto Stanley (Puerto Argentino) con una fuerza de 22 marines reales y equipo para un asalto liviano.  El 16 de marzo zarpó con esta fuerza armada rumbo a Georgias con la expectativa de desalojar a obreros pero nada más.

Igualmente, el “HMS Endurance” no estaba solo. Según filtraciones de inteligencia de esa época un submarino nuclear de la real armada venía siguiendo con cuidado al buque para que en caso de contingencias, prestar apoyo con un equipo del “S.B.S.” que se hallaba a bordo.  Aquel submarino era nada menos que el “HMS Conqueror”.

Los británicos esperaban un grupo de revoltosos y ebrios argentinos que se habían revelado a las normativas diplomáticas y tan solo llegarían a la isla y los desalojarían de unas cuantas patadas en el trasero y nada más.

Los obreros enarbolaron la bandera argentina en Georgias y eso debía cambiar inmediatamente. Pero a medida que se acercaba el “Endurace”, los argentinos desplegaron varios buques de la Armada, uno de ellos el “ARA Bahía Paraíso” con el cual al verlo anclado en Puerto Leith y advertidos de que los británicos habían hecho contacto visual, pusieron en marcha sus máquinas y como en un juego de escondidas, se persiguieron y escondían entre las irregularidades de las costas de la isla hasta que perdieron definitivamente el contacto.

A medida que hacían su avance, los británicos sabían que las cosas eran más pesadas de lo esperado y echaron mano a sus cartas bajo la manga. De esa manera, el comando naval británico remite desde la isla Ascensión a un grupo del S.A.S. en dos helicópteros para que traten de ingresar por el lado ciego de la isla y tomen por sorpresa a los argentinos.

El plan que sería apoyado por el “HMS Antrim” (y que sería seriamente dañado durante la guerra) resulto ser un fracaso en el cual se perdieron dos helicópteros de la Real Armada Británica y todo el equipo que transportaban. Los elementos del S.A.S. debieron ser evacuados al borde del congelamiento y bajo el riesgo de que el submarino “ARA Santa Fe”  que patrullaba en esas aguas pudiera sorprender a la tripulación del Antrim.

Al mismo tiempo el “ARA Bahía Paraíso” se retira de puerto Leith dejando a los quince buzos tácticos comandados por el Capitán Astiz asignados para proteger a los obreros. En Buenos Aires para el 26 de marzo, se habían cortado las negociaciones entre la Casa Rosada y la embajada británica.
Para finales de marzo los marinos británicos y argentinos se veían las caras en las aguas de Georgias y ninguno estaba dispuesto a ceder nada.  

Para mediados de abril, la Armada Argentina había desplegado infantes de marina mediante helicópteros “Puma” que no pudieron ser interceptados por los “Royal Marine” lo que hubiera sido una tragedia. Si hubo un ataque sorpresa por parte de comandos británicos que agazapados en las rocas de Caleta Cap. Vago y en el momento que un “Puma” desembarcaba a sus infantes de marina, abrieron fuego matando a dos soldados conscriptos e hiriendo a tres más. Pese a que el aparato fue alcanzado por fuego de fusiles automáticos, los pilotos del ejército argentino Tte. 
Primero Eduardo López Leguizamon y el Tte. Primero Juan Carlos Villagara logran estabilizar el aparato y dejarlo suavemente en tierra, algo que lograron en parte ya que aquel se volcó de costado para abandonarlo y unirse a la lucha.

El combate no fue fácil y los intentos británicos por tomar las posiciones argentinas encontraron fuerte resistencia y una imaginativa estrategia por parte de la marina argentina, que en momentos que los helicópteros “Linx” británicos atacaban a las posiciones argentinas, el “ARA Guerrico” se interpuso entre el fuego enemigo y sus camaradas de tierra para absorber los ataques de todo tipo de calibres evidenciado más de doscientas perforaciones. Su participación fue decisiva para someter a los Royal Marines y rendirlos.

Los británicos regresarían para el 23 de abril con poderosos refuerzos desde Ascensión y mediante la llamada “Operación Paraquet”, tomaron por asalto a Georgias sin llevárselas de arriba.

El capitán argentino Luis Lago a cargo de la guarnición de Georgias al principio ofreció una feroz  resistencia y con el apoyo del fuego naval de la “ARA Guerrico” (que al comienzo de todo esto se hallaba en dique seco en Puerto Belgrano) y de sus hombres desplegados entre Grytviken y puerto Leith donde se hallaba un grupo de comando de quince buzos tácticos de la Armada liderados por el Capitán Alfredo Astiz, sometidos a un incesante fuego de helicópteros y de naves británicas, combatieron ferozmente contra varios intentos de allanarle el camino a los comandos S.A.S. y a los S.B.S. que se aprestaban a colarse por los costados de la isla. 

Finalmente y tras rechazar el pedido de Astiz para replegar a sus hombres al interior de la isla para una guerra de guerrillas, el 25 de abril el Capitán Lago sin querer comprometer la vida de sus subordinados acepta rendirse.






miércoles, 29 de marzo de 2017








EN DEBATE




“FINAL DEL GRAN EMBUSTE?”

Las promesas de Trump para combatir y derrotar al terrorismo yihadista, ¿alcanzara al ISIS y Al Qaeda?



Por Charles H. Slim
Lejos de los noticieros y de los grandes conglomerados mediáticos occidentales, la
Cumbre que se debía realizar en Washington este 22 de marzo pasado en la cual el presidente Donald Trump debía realizar el anuncio sobre cómo se combatiría al “Yihadismo” encontró fuertes resistencias internas ya que, éste denominado “fenómeno terrorista” tiene una raíz en la cual Washington, Riad y Londres tienen directa implicancia. Para Trump era muy difícil que hubiera podido tirar al traste con esta oscura y secreta alianza que viene desde 1962, cuando se creó la denominada “Liga Islámica Mundial”, una organización para-militar que con el paso de las décadas y alimentada por las continuas operaciones que EEUU ha impulsado en el Medio Oriente, parece haberse sobredimensionado a niveles inmanejables.

Ante este brevísimo prolegómeno, queda claro que muchos podrán preguntarse ¿Podrá Trump cumplir con su promesa de derrotar a éste yihadismo que se presenta con las máscaras de “Al Qaeda” y el “ISIS” que son funcionales a los planes del estado profundo?  La respuesta es clara. No. Y ello por el simple hecho de que ese terrorismo ha sido una de las armas secretas que Arabia Saudita le hubo provisto a los arsenales de Washington y por medio de la cual –entre otras- ayudo a la OTAN a expulsar a los soviéticos de Afganistán en 1989, a  formar grupos insurgentes en Bosnia Herzegovina, a preparar y apoyar a las milicias “Wahabi” chechenas en 1994 y más cerca en el tiempo, crear esas “Primaveras árabes” que no fueron más que un calco de la llamada “Rebelión árabe” orquestada por el Imperio Británico en 1916, insuflando en las tribus de la península arábiga el ideario independentista e insurreccional contra el imperio Otomano.

Ante todo hay que señalar que tanto Riad como Londres se hallan muy disconformes con esta posibilidad ya que si Trump logra vencer las reticencias que existen dentro de su propio entorno en el Pentágono y especialmente en la Comunidad de inteligencia, la perpetuidad del terrorismo desgastante que horada a Iraq y busca devorarse a Siria puede terminar abruptamente y causar un efecto indeseable que se materializaría con la migración de todos esos elementos a sus propias tierras.

De este modo, intelectuales e investigadores de la talla de Therry Meyssan se han hecho esta pregunta y que sin rodeos ha puesto de manifiesto cual es el trasfondo del llamado “terrorismo islámico” develando que además de ser una estructura preconcebida por organismos estatales sauditas como occidentales, tiene más de cincuenta años de existencia. A tal grado de desarrollo ha llegado esta organización que Meyssan identifica como la “Liga Islámica Mundial”  como el “primer ejército privado del mundo, superando incluso a la empresa “Academi/BlackWater” (http://www.voltairenet.org/article195670.html)  

Todavía podemos recordar como la Casa Blanca bajo el liderazgo de Barak Obama allá por el 2010 le daba un cheque en blanco a la Hermandad Musulmana para que se lograse derrocar al gobierno egipcio de Hosni Mubarak y tras una clara manipulación de la situación creada, en 2012 se encumbrara en el poder a Mohamed Morsi quien tras dejar de ser útil a los planes de Washington fue removido por el golpe militar a cargo del general Abdelfatah Al Sissi quien a su vez, era bien visto en el Pentágono. Este sería uno de los tantos episodios en los que la Casa Blanca dejaría en evidencia el llamado doble rasero de sus políticas que fue continuamente reprochado por los egipcios que apoyaron a Morsi.

Para ese entonces, la Hermandad Musulmana solo era una organización política que con oficinas en Londres y en apariencias representaba los intereses de los egipcios que “luchaban por la democracia”. Incluso el descarado gobierno de Cameron lo justificaba como un “aliado contra otros grupos extremistas”. Cuando comenzaron a salir a la luz los lazos entre esta organización y los actos de violencia que los llevaba a vincularse con los grupos armados que estaban despedazando a Libia y a su vez, los conectaba con las agencias de inteligencia británicas, francesas, qataríes y algunos observadores de la CIA, Washington comenzó a tomar distancia, al menos en público encargándose de esta faceta algunos conspicuos medios digitales (Foreing Affairs. https://www.foreignaffairs.com/articles/2017-03-24/o-brotherhood-what-art-thou?cid=int-lea&pgtype=hpg ).

Cuando estas relaciones fructificaron con la creación de una confederación de grupos armados en Libia –armados, reclutados y apoyados por occidente- que solo terminaron por despedazar al país y retrotraerlo a las épocas previas del colonialismo del siglo XIX, pusieron en marcha su próximo objetivo, Siria, a la cual pese a la avanzada de agitadores que ya estaban operando dentro y que se encargaron de crear los actos de violencia que provocaran confusión mediática, advirtieron que la realidad era muy diferente a la Libia.

Al final Siria fue ese pantano que Obama deseó para Rusia cuando supo que Vladimir Putin había ordenado la intervención en ayuda del legítimo gobierno de Damasco. A partir de ese momento, los planes de Washington comenzaron a complicarse y fue casualmente en esos momentos que se darían las primeras señales de la aparición de un “Daesh” recargado, que se revelaría masivamente ante el público en junio del 2014 con su incursión sobre Iraq.

Con el correr de los meses y mucho más aún con el primer año de presencia del “Daesh” como fuerza preponderante en control del norte de Ira, quedo en claro para muchos que algo no estaba muy claro en ese asunto. Peor aún para los norteamericanos y sus colegas turcos, quienes tras la intervención aérea de los rusos fueron recurrentemente atrapados  in fraganti en algunos casos colaborando, en otros haciendo la vista a otra parte y lo más inexplicable, en otros casos comprobando que los bombardeos de los aviones estadounidenses eran realizados  en cualquier otro lugar menos donde estaban los puestos de los mercenarios.

Al día de hoy los mismos iraquíes han abandonado sus reticencias y no dudan en denunciar abiertamente que los norteamericanos son quienes –secundando a Tel Aviv- están detrás del “Daesh” y que es una herramienta en beneficio de Israel. Pero a su vez, los militares iraquíes no cuentan –y hay extensos fundamentos para ello- con la confianza de la población sunita del norte quienes habían sido intensamente reprimidos desde que los invasores angloestadounidenses entraron al país. Mucho menos tras las incontables masacres que se realizaron mucho antes de que los medios se sensibilizaran con lo que ocurre actualmente en Mosul.

En lo que respecta a Iraq, la situación que se puede ver sobre el terreno actualmente, deja en evidencia que la herramienta del terrorismo táctico empleado por EEUU se ha salido de control y ha inflamado los ánimos de todos los actores en la región dejando a sus propios hombres, bajo la mira de los mismos “Daesh” como de los grupos chiitas que detestan tanto a los americanos como a sus “empleados wahabí”. Incluso la actual situación en Mosul está llevando a refriegas entre los diversos grupos armados del gobierno colaboracionista de Bagdad que están causando un desastre en la ofensiva.

Estas son y muchas otras serían las consecuencias si Trump se anima a terminar con el uso de este “terrorismo” ingenierizado en los laboratorios de sus centrales de inteligencia. Sin dudas, sería resistido por ese bajo fondo que maneja todo lo que hace a la política exterior norteamericana.


Es por ello, que no solamente significaría abandonar al terrorismo como táctica de guerra sucia endilgándoselo rastreramente al Islam (como se vino haciendo desde hace 16 años hasta la fecha), sino también conllevaría a un enfrentamiento directo con las oscuras políticas de Londres para mantener la estrategia del caos controlado –que viene compartiendo con Washington- en el Medio Oriente y especialmente un fastidio para Riad y Ankara, ejecutores principales de estas tácticas contra los enemigos de Washington.

domingo, 26 de marzo de 2017

EN LA MIRA



“TRIUNFO NO TAN TRIUNFAL”

A 35 años de la recuperación de las islas del Atlántico sur por parte de Argentina, siguen las controversias sobre lo que significo para Londres aquel episodio



Por Charles H. Slim
La guerra de Malvinas de 1982 dejó un claro saldo de muerte y destrucción que es inherente a toda guerra pero, a pesar de que Gran Bretaña pudo prevalecer gracias al apoyo inestimable de la OTAN y de Washington, no fue una victoria que pudo saborear como lo esperaban sus propios políticos y militares. Los argentinos le dieron batalla y si hubieran pasado otras 24 horas de presión como la imprimida por las fuerzas argentinas antes de la capitulación la realidad hubiera sido otra.

Fuera de toda previsión, los comandantes británicos que fueron sorpresivamente comisionados a embarcarse rumbo a las aguas insulares del atlántico sur, no esperaban más que un acto de presencia o a lo sumo un despliegue de fuerzas para que los “argies” se vieran impresionados y como monos, salieran huyendo al continente. Nada de eso paso y para peor, muchas cosas salieron mal antes del desenlace.

Pero como reza el dicho “la historia la escriben los vencedores”, la guerra de Malvinas es una de las últimas guerras del siglo pasado que no puede cerrarse con dicho adagio. 
Demasiadas cosas sin explicar y mucha información ocultada de lo que ocurrió realmente en esa guerra ha desatado la curiosidad de muchos de los que se han interesado en buscar las reales causas de aquella conflagración y de los verdaderos alcances que tuvo para el Reino Unido.

Ante todo, no hay que olvidar que el Reino Unido es una potencia ocupante y miembro de la OTAN en plena época de la guerra fría. A pesar de ello, Argentina había suscripto con los EEUU un tratado de asistencia reciproca que causal e irónicamente obligaba a una asistencia continental cuando un país del continente americano sufriera una agresión militar de otra potencia externa. El TIAR fue sin dudas, el embuste jurídico político más evidente para la Casa Rosada en ese momento y pese a que no parece haberse considerado por los cerebros en Relaciones exteriores que Washington no dejaría de lado su histórica alianza con Londres, los argentinos estuvieron seguros de que a pesar de todo, el derecho les asistía.

Para ir directamente a los hechos de la guerra, todavía no hay precisiones sobre cuáles fueron y de que intensidad fueron las batallas que se desataron cuando los comandos argentinos llegaron a las islas. Todos conocen la historia oficial de los buzos tácticos argentinos llevando con las manos en alto a los marines británicos pero, al parecer hubieron replicas mucho más duras y con severas pérdidas para los británicos que jamás sacaron a la luz, pese a que oficiales argentinos fueron protagonistas y testigos en esos hechos. Tal vez y como se los sugirió Washington, “había que realizar una acción sin bajas” y si las había, ocultarlas.

Para esa época, el arma de contrainteligencia y desinformación era una especialidad que manejaban al dedillo los británicos y no cabían dudas de que usarían todos sus recursos no solo contra los argentinos sino también, para tapar sus propias desgracias y desaciertos.  En ese sentido, la versión que refiere a que el gobierno argentino había tomado esta decisión por la orden de un “general alcoholizado” ya no puede convencer a nadie o, aquella que reza que fue el producto de las “necesidades internas para perpetuar a la junta en el poder”, a la vista del tiempo transcurrido, queda claro que estos cuentos son un insulto a la inteligencia.

Buenos Aires cayó en una celada que Londres venía preparando junto a sus aliados de la OTAN en Bruselas, Bélgica con al menos un año de antelación. Para el Foreing Office y obviamente el circulo político en Westminster nada de lo que estaba por ocurrir sería una sorpresa y para asegurarse que esas tratativas queden sepultadas en el más estricto secreto, las mismas no podrán ser desclasificadas hasta el 2072 cuando ya no quede un solo testigo de lo que ocurrió. Incluso habría sido posible que la misma Margaret Thatcher no hubiera estado al tanto de estos planes.

Washington hizo su parte y por medio de tratativas secretas del Secretario de Estado Alexander Haig convenció al gobierno de Buenos Aires de que la movida, ayudaría a que Londres aceptara sentarse a negociar en una cumbre que se desarrollaría bajo sus auspicios en New York. Esto fue un embuste que tenía el propósito de que además que los argentinos creyeran en ese cuento, al verse traicionados –como lo fueron- Washington alegaría que lo que había hecho el gobierno de Galtieri había sido una locura.

Eso en lo político. Pero en los campos de batalla de ambas islas, también hubieron extrañas situaciones y curiosidades que ambos bandos  expresaron en forma escueta y dispersa. Del lado británico, los soldados y paracaidistas llegaron a denunciar el fusilamiento arbitrario de soldados que creyendo que eran argentinos,  pudieron corroborar que eran “mercenarios” de origen estadounidenses algo que no debería extrañar a nadie ya que, el que fueran mercenarios no significaba que pertenecían a las tropas regulares estadounidenses. Incluso esto quedo ratificado cuando los oficiales británicos se cercioraron de su origen y lo consultaron con el alto mando, rápidamente los apartaron de los prisioneros argentinos y los ejecutaron de un disparo en la nuca.

Sin rastros de esos mercenarios y enterrados en fosas comunes, las cosas seguirían bien entre Washington y Londres; después de todo ¿Quién preguntaría por un puñado de mercenarios estadounidenses en el fin del mundo?

A la par de ello, los británicos fueron conociendo del carácter y voluntad de los soldados argentinos a quienes les apodaban “argies” y sin dudas al ver lo que podían hacer, dejaron de lado sus preconceptos que tan erradamente les habían metido los políticos y las misma “Maggie” en Londres antes de zarpar.  Precisamente uno de los comentarios que realizó Thatcher tras hablar al pueblo británico fue que, “cuando los argentinos vean sus barcos hundirse, volverán a sus casas”, dando por sentado que Argentina era algo así como una banda de bandoleros que habían tomado por asalto una casa. Tal como lo dijo un sargento del 3º Batallón de paracaidistas que estuvo en Monte London, tras ver la dureza de sus oponentes exclamó  “paseo por la campiña… mi trasero!”, en clara alusión a lo que los soldados argentinos les hicieron pasar hasta que pudieron tomar esa cima.

Desde el mar hasta las operaciones en tierra, los ingleses fueron protagonistas de situaciones que debían quedar ocultas al conocimiento del público. Duros reveces en operaciones especiales como fue la fracasada “Operación Mikado” hasta las contingencias por falta de equipamiento y preparación que sufrieron secciones como la Guardia Galesa, son solo algunas de las dificultades que Londres barrió bajo la alfombra.  Recuerdan el incidente del “HMS Brillant” en el cual, el capitán John Francis Coward atacados de pánico por el supuesto acecho de los submarinos argentinos, terminó asesinando a dos ballenas y con ello, revelando su posición a la aviación de la Fuerza Aérea Argentina. O el “HMS Argonaut” (F56) que tras ser atacada por los aviones navales argentinos, recibió serias averías que lo inutilizo en sus operaciones de apoyo en San Carlos. Qué decir de la Fragata “HMS Antrim” que tras operar en la Bahía de San Carlos y pese a que lanzaron sus misiles de última generación “Sea Cat” además de ver cómo eran evadidos por los asombrosos pilotos argentinos, fue alcanzada por una bomba de 1000kg lanzada por un A-4Q argentino que tras atravesar todos los niveles del buque lo dejó fuera de combate.

Como se podrá ver, no hemos mencionado a las bajas infringidas y que son muy conocidas por la historia oficial de ambos países. Un último punto que también fue motivo de especulaciones y de muchas controversias fue, si realmente todos los combatientes enviados por Gran Bretaña eran mayoritariamente británicos. Todos conocen que entre la tropa inglesa, se desplegaron batallones y secciones de mercenarios nepaleses “Gurkas” pero lo que nunca se dijo fue, cuál fue el número de sus efectivos y menos aún, el número de bajas que recibieron. Tampoco se ha dicho, quienes eran los tripulantes de varios de los buques logísticos que fueron severamente dañados o hundidos en aquellas jornadas.

Algunas fuentes han revelado que Londres envío miles de “Gurkas” a Malvinas y unos miles más de ellos quedaron enterrados en fosas comunes tras fracasados intentos de tomar posiciones argentinas inexpugnables. Recién ablandadas las posiciones argentinas por falta de municiones, entraban en acción los “paras” británicos quienes recibieron igualmente lo suyo.  En lo referente a las tripulaciones de varios buques despachados al TOAS, fuentes de inteligencia de esa época revelaron que muchos de los heridos sacados de unidades navales averiadas eran “chinos” (o tal vez nepaleses?) 


Por lo pronto como lo hemos señalado, esto quedara en la nebulosa hasta que Londres desclasifique sus archivos que tienen como fecha de clausura hasta el 2072.