sábado, 2 de abril de 2022

 

“LA PAZ NO CONVIENE A LA OTAN”

¿Por qué el caos perpetuo es conveniente para los anglosajones?

Por Charles H. Slim

Según las fuentes gubernamentales rusas, a 37 días de comenzada la Operación Especial ha logrado cumplir con una primera etapa de los objetivos trazados y sin dudas el primero de todos, fue el conjurar el ataque masivo sobre el Donbass que Kiev tenía planificado (por la Corporación RAND) lanzar el 18 de marzo. Otro importante objetivo cumplido sería sin dudas el abortar la intensión expuesta por el mismo Volodymyr Zelensky en la Conferencia de Münich del 19 de febrero de adquirir armas nucleares para enfrentar a Rusia. Esto a cuento de la propaganda que los medios occidentales vienen difundiendo sobre una supuesta contraofensiva del “ejército ucraniano”. 

Con estas muestras a la vista ¿Qué alternativas negociadas podían hallarse? Sin dudas, Zelensky y sus partidarios se pusieron solos la soga al cuello.

En ese aspecto, la principal amenaza ha sido neutralizada y solo quedaría por erradicar la infraestructura irregular que sostiene a los grupos ultranacionalistas de “Pravdi Sektor”[1] (Sector Derecho) adherentes al “Banderismo”[2] es decir, al nazismo ucraniano que son escandalosamente apoyados por La Casa Blanca y Downing Street.

La provisión de armamento a granel (que incluiría tanques de la era soviética provistos por Washington) le ha otorgado a estos grupos ultranacionalistas una potencialidad de fuego que dejarla prosperar representaría una amenaza que podría extenderse por toda la región, tal como lo hicieron las agrupaciones chechenas “Ichkteria”[3] en la década de los noventas.

La desmilitarización de Ucrania no solo implica la destrucción de sus unidades terrestres, navales y aéreas como sucedió desde las primeras horas del 24 de febrero último. El abastecimiento de combustible refinado y diésel sigue siendo otro objetivo estratégico golpeado por ataques con misiles “Bastion-P” y “Onix” de alta precisión como sucedió con la destrucción de los depósitos de la refinería en Kremenchuk. Pero todavía quedan objetivos similares por anular. Para que ello se concrete de forma satisfactoria se debe eliminar toda la infraestructura que soporte el rearme y en particular, la que estaba siendo montada por los EEUU para adaptarse a las necesidades de la OTAN.

Una imagen horrorifica que fue sacada de una filmación que circulo en Twitter donde se ve a una mujer rusofona embarazada y su marido ucraniano, colgados por milicianos de la banda ultraderechista Azov leales a Zelensky.

Lo que en realidad está funcionando aún como resistencia son los restos de la Guardia Nacional y las estructuras irregulares de grupos como los batallones ultraderechistas “Azov” (que cuelgan a mujeres embarazadas por ser rusofonas)[4] y “Aidar” (este último diezmado tras chocar con los rusos) que han sido entrenados y armados desde hace años por instructores norteamericanos y británicos. Obviamente que tan pronto comenzó el avance ruso, los envíos desde Occidente de armas, municiones y repuestos para sus unidades se aceleraron y todo ese material en manos de los neonazis debe ser erradicado. Incluso las filas de estos cuerpos armados están engrosados con mercenarios ultraderechistas franceses, norteamericanos y posiblemente británicos que odian con fervor a la etnia rusa.

Ese odio y esa infraestructura paramilitar alimentada por EEUU y sus socios, es la que sobrevive aún y usa a la población civil de escudos humanos ante el avance ruso. Sumados a estos, se hallan bandas de criminales liberados de las cárceles y armados por Zelensky quienes siguen pululando por las ciudades y aldeas asaltando y matando no a los invasores (como discurren los medios occidentales) sino a los mismos ucranianos. Incluso se han registrado episodios miserables (pero esperables) en los que estos grupos asesinaban a los civiles que pretendían escapar por carretera de ciudades como Mariupol.

Al mismo tiempo, los puntos de vista del Departamento de Estado y de la vocera presidencial parecen confundir a los medios quienes en base a esas aseveraciones, hacen especulaciones erradas sobre los reales objetivos de la operación rusa. Para darle tintes novelescos y dramáticos con destellos de película de acción hollywoodense se cuentan historias épicas sobre la “brillante resistencia” o de la “organizada y formidable resistencia” ucraniana que ha impedido que Kiev no caiga en manos de los rusos. Pero la realidad es muy diferente a este pasquín para-estadounidense ya que habría que preguntarse ¿Acaso Rusia está interesada en tomar y ocupar Kiev? Y si así fuese ¿Cuál es el apuro en hacerlo?

Los combates arrecian en los suburbios a solo cuarenta minutos del centro de Kiev. Los supuestos retrocesos rusos en estas áreas parecen demostrar más bien una estrategia para mensurar las capacidades de los defensores y reforzar sus posiciones consolidadas en el este.

Pero si aun así no fuera varios indicios que llegan desde dentro de la capital refieren a un aumento de la paranoia de las unidades armadas que patrullan las calles en los toques de queda ya que al parecer los rumores de que grupos especiales rusos ya están operando en silencio bajo sus narices, serian una preocupante certeza.

Más allá de las bravuconadas de Zelensky (quien trasmite desde fuera de Kiev), para los pobladores ucranianos la situación es insostenible. El combustible escasea, no hay vegetales frescos y ya no quedan medicamentos en las ciudades que tienen bolsones de estos grupos nacionalistas. La única resistencia persistente se centra en las principales ciudades como Kiev, Karkiv, Mariupol, Volnovakha y un emplazamiento de artillería en Avdiivka (en Donetsk) muy bien escamoteado en un terreno cubierto de casas. Otros bolsones fuertes están en Chernihiv, Sumy desde donde partió un contraataque en la madrugada del sábado pasado pero sin el éxito esperado.

Por lo pronto y pese al constante aliento de Washington y Londres para que la guerra no se detenga, las tratativas de los últimos días dan señales prometedoras de que es posible un alto al fuego que podría dar un poco de respiro a los civiles ucranianos, tanto del lado occidental como los civiles rusofonos del Donbass.

 

 



[1] Se trata del grupo ultraderechista más influyente de Ucrania que tras el golpe de 2014 fue creciendo en fuerza e influencia política. https://www.eldiario.es/internacional/ultraderecha-ucrania_1_4870632.html

[2] Creado por Stepan Bandera a quien responden las actuales corrientes ultranacionalistas ucranianas. https://es.wikipedia.org/wiki/Step%C3%A1n_Bandera . Su desarrollo como lider ultranacionalista y su discurso es parte de la actual propaganda que Occidente (EEUU, Gran Bretaña y la UE) usan para enfrentar a Rusia. Un artículo de Terry Meyssan hace una interesante semblanza de esta situación y el cual puede accederse en este link  https://www.voltairenet.org/article216072.html

[3] Es la denominación del Estado Islámico Rebelde de Chechenia que peleo contra Rusia y que actualmente dispersado se opone a las autoridades chechenas de Kadirov. https://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_Chechena_de_Ichkeria

[4] VeteransToday.com. Azov de Zelensky cuelga a una mujer embarazada y a su esposo 'por diversión' (¿Twitter mantiene el video?), publicado el 29 de marzo 2022, https://www.veteranstoday.com/2022/03/29/zelenskys-azov-hangs-pregnant-woman-and-husband-for-amusement-twitter-keeping-video-up/

jueves, 31 de marzo de 2022

 

“MALVINAS Y LA OTAN”

La incumbencia que permitió a Gran Bretaña sobreponerse de una advertible derrota. 

 

Por Charles H. Slim 

Hace 40 años la república Argentina llevaba adelante la “Operación Rosario” (en homenaje a la virgen del Rosario) con la finalidad de recuperar de la ocupación británica las Islas Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur. Para la gran mayoría, una gesta patriótica que le sigue haciendo sombra a la corrupta clase partidocrática nacional y para otros el intento desesperado y doloso de una junta militar por perpetrarse en el poder. Sin lugar a dudas y más allá de estas posiciones, la guerra por Malvinas fue uno de los hechos trascendentales en las postrimerías del siglo pasado y una bisagra en la historia contemporánea argentina que marcaría a fuego no solo a la sociedad sino también al destino del país.

El desenlace de la guerra en junio de 1982 conllevó al regreso de elecciones para conformar un gobierno civil en el marco de la tan proclamada democracia, hito que sin dudas fue usufructuado por la clase política que aprovechando este episodio, se consolido en el poder hasta el presente. Aquella conclusión quedó rubricada y condicionada con las gestiones del gobierno de Menem mediante los infames “Tratados de Madrid” firmados entre 1989 y 1990 que son cadenas invisibles que mantienen en estado de coma el reclamo de soberanía y al mismo tiempo condicionan un desarrollo plenamente libre y autónomo.

Pero a pesar de la miseria política que represento este aprovechamiento mezquino y circunstancial (del cual Margaret Thatcher hizo expresa mención) esta gesta trascendió toda las barreras ideológicas y generacionales pese a la fractura existente y los intentos de esa misma clase política por desvirtuarla. Pero más allá de lo militar ¿Por qué se perdió esa guerra?

Durante años y en especial durante el primer período de la democracia encabezada por Raúl Alfonsín y su coordinadora de filibusteros, todo lo vinculado a Malvinas fue férreamente censurado. De la mano de un proceso político de desestructuración y paulatino desarme de las Fuerzas Armadas, se ocultó no solo a sus combatientes (conscriptos y de los cuadros) sino que se desinformo de forma descarada y cobarde sobre las implicancias que la OTAN tuvo en el conflicto. Y la explicación era clara, no había que molestar a quienes -desde Londres y Washington- de alguna manera les habían beneficiado. Esto siempre fue un tabú en los medios nacionales que (como de costumbre) se mueven al compás de lo “políticamente correcto”.

En aquel entonces la Argentina no solamente enfrentaba al Reino Unidos sino también -a excepción de Italia e Irlanda- a toda la CEE, a EEUU en fin, a la OTAN. No solamente cooperarían militarmente tras bambalinas (proveyendo municiones, misiles e inteligencia) sino que darían su apoyo político incondicional mediante la presión diplomática y la aplicación de sanciones económicas sobre las importaciones como forma de generar la presión interna. Pero no solo los miembros de la Comunidad Económica Europea (CEE) se plegaron a Londres sino todo el Commonwealth incluyendo a New Zelanda y Australia miembros de “Five-Eyes Agency”, la agencia de inteligencia electrónica trans hemisférica que durante el conflicto opero contra la Argentina.

Igualmente y pese a estos poderosos factores en favor de los británicos el daño infringido a la Real Flota fue sin dudas superlativo.

Desde la mirada de la clase política y el intelectualismo liberal anglófilo (algunos de ellos con sus culos muy cómodamente sentados en EEUU), la derrota ya era un hecho esperable y la culpa de todo era los militares e incluso acusando al entonces presidente el General Leopoldo Galtieri de ser un borracho improvisado. Todo esto obviamente, al finalizar la guerra y cuando los militares ya no estaban en el poder. Si bien a primera vista (y tras la derrota) estas acusaciones surgieron muy convenientes, estas argumentaciones son falsas dado que ni hubo improvisación ni Galtieri tomaba alcohol.

Como suele suceder con las miradas efectista y superficiales de los medios, atender a las consecuencias sin abordar las causas de ellas ha sido una de las constantes inconsecuencias que ha llevado a estos juicios ligeros en la historia.

Detrás de la recuperación de las islas del atlántico sur hubo toda una ingeniería político-diplomática entretejida y muy bien pensada. También y ello no suele tomarse en cuenta, existía una realidad geopolítica marcada por una bipolaridad hemisférica que se conocía como “guerra fría” y que condicionaba a todos los estados. En aquellos momentos la realidad de una amenaza nuclear pendía sobre el mundo como la espada de Damocles. En ese entonces, las naciones ubicadas geográficamente al occidente del mapa debían alinearse a los EEUU y la OTAN y quienes estaban al oriente quedaban bajo el ejido de la URSS y el Pacto de Varsovia. Argentina se mantuvo obediente a este diagrama y por ello sus FFAA -junto a las de toda la región- hacían la voluntad del Pentágono y del Departamento de Estado.

Si bien la Argentina representaba una de las FFAA más importantes de la región (Sudamérica) no formaba parte de la OTAN obviamente porque a Washington no le interesaba su membrecía aunque ello no significaba que no le sirviera. Para Washington y la OTAN los gobiernos militares latinoamericanos fueron peones en aquel tablero y como tales, sacrificables en el momento que mejor convenga. Es por eso que no habría sido nada extraño que tras el incumplimiento del Tratado de Asistencia Recíproca TIAR (que significó el apoyo de EEUU al Reino Unido) el mismo Secretario de Estado norteamericano Alexander Haig le haya dicho a un desconcertado canciller Nicanor Costa Méndez “nada personal, así son las cosas amigo”.

Si Argentina no ejecutaba un acto de reclamación efectiva (algo más que una simple protesta), el paso del tiempo le daría al Reino Unido una usucapión (adquisición por prescripción) que aunque ilegítima (por haber surgido de la usurpación de 1833) le habría bastado para rechazar cualquier clase de reclamo político y diplomático posterior ante las instancias internacionales incluso alegando que su posesión fue adquirida por el carácter de “terra nullius” de las islas. La acción de recuperar temporalmente la posesión de las islas (durante los 74 días que duró la guerra) ha dejado en claro que la ocupación británica no ha sido pacifica ni tolerada por el estado argentino.

En cuanto a las incumbencias de la OTAN en la guerra, fueron más allá del mentado “apoyo moral” a Londres.  Las mismas se vieron reflejadas en la provisión de la cobertura necesaria para que Gran Bretaña pudiera sostener y proteger el extenso tren logístico que representó mover su Task Force a un teatro insular a más de 8000 millas ¿Motivos para este apoyo incondicional? La previsión de una importancia estratégica preconcebida del Atlántico sur en el siglo venidero. Eso lo podemos ver hoy con el control absoluto de las aguas navegables argentinas por parte de Gran Bretaña y la OTAN con base en las islas en detrimento de la soberanía política y económica argentina.

Quizá sea una verdad irrefutable que el gobierno militar argentino y el mismo General Galtieri hayan pecado de crédulos al esperar que Washington les iba a tender una mano contra Londres, pero hay algo que es cierto y que se mantenido muy callado es como desde los estamentos en Washington se les arengó para que emprendieran esta campaña. Si lo hicieron para que los argentinos (como dice un dicho) “pisaran el palo” y deshacerse de la junta militar que ya no les era útil o porque apoyaban sinceramente una posible solución negociada (a través de la CIA) con Londres sobre una soberanía compartida sobre las islas del Atlántico sur, es algo que quedará en la anécdota pero si una cosa es cierta, hoy, aquellos que sucedieron a quienes palmeaban la espalda del “General majestuoso” (como le decían a Galtieri en Washington) son quienes han gestado las intervenciones, guerras y que como la actual existente entre Rusia y Ucrania, involucran intereses que importan en último sentido a la OTAN.

domingo, 27 de marzo de 2022

 

“BIDEN Y SUS CIRCUNSTANCIAS”

¿Qué tan responsable es Biden y su administración la actual situación de Ucrania? El peligro de querer repetir viejas políticas traería consecuencias aún más severas

 

Por Charles H. Slim 

           

A simple vista el lanzamiento de la Operación Especial rusa sobre Ucrania no podía ser lo mejor que le podía pasar a EEUU. Más allá de que Biden venía vaticinando con fechas tentativas de que Rusia quería invadir a su vecino, el lanzamiento del ataque del 24 de febrero no estaba dentro de aquellas predicciones. Igualmente para Biden esto significaba (y ahora más que nunca) la oportunidad de levantar su pésima imagen dentro de la población de su propio país (50% de los estadounidenses reprueban su gestión).

El mandatario norteamericano fue pillado por sorpresa y no le quedo más opción que ordenar la pronta evacuación de su embajada en Kiev y trasladar todo su personal consular a Lviv. Es falso que la CIA sabía que esto iba a pasar el 24 de febrero. La divulgación de una posible invasión era parte de un bulo, una campaña psicológica que pretendía condicionar a Moscú ante la opinión pública internacional (precisamente para frenarlos) pero no significaba que supieran sobre los planes rusos.

La movida de Vladimir Putin fue sorpresiva e inesperada (incluso para sus propios seguidores), por más que hoy los medios occidentales hablen de algo previsible e inevitable, en Washington no esperaban que ello sucediera. Ante esto, el viejo Biden tratando de borrar su pésima salida de Afganistán y los fracasos en Kazajistán, apuesta a jugar más rudo (y demostrar que tiene liderazgo), poniendo en marcha una batería de sanciones económicas mucho más extensas contra Rusia sin darse cuenta de cuáles serían las consecuencias para propios y ajenos. La prohibición de acceder a las fuentes informativas rusas (RT, Sputnik etc), de importar productos, el petróleo y el gas rusos ha disparado los precios de los combustibles y de los alimentos produciendo el desabastecimiento en la Unión Europea.

Pero la idea es que estas sanciones causen la desesperación en la población rusa y esta a su vez se lance contra su presidente para incluso justificar un magnicidio. Nada nuevo en la estrategia de Washington. A pesar de esto, el gobierno de Putin sigue en pie y lejos de quedarse inmovilizado no ha tardado en adoptar medidas para contrarestar este sabotaje económico-financiero que se vio posibilitado por estar conectado a occidente mediante el SWIFT. Eso ya ha quedado atrás y hoy por hoy Rusia está en plena implementación de un nuevo programa para su economía en la cual ya no tiene lugar el dólar y acerca aún más a la consolidación de un sistema comercial con China.

En ese sentido, Biden y su círculo de neoconservadores buscan condicionar a Xi Jinping para que se aleje de Rusia, algo que Pekín ha demostrado no estar de acuerdo. Y es que saben que la catástrofe económica que está golpeando al comercio mundial no la ha provocado Rusia ni Vladimir Putin (como difunde los Mass Media) sino precisamente, las medidas de terror económico de Joe Biden que también están golpeando a los mismos estadounidenses.

Hay que recordar que Joe Biden es parte de la vieja política (indistintamente de demócratas y republicanos) y como tal, usa los mismos juegos y trucos sucios para salir adelante. Dentro de este esquema, la censura previa, la manipulación informativa y la persecución han sido una política que Biden continúa implementando como lo han hecho sus predecesores. Lamentablemente los “outsiders” como Donald Trump y los denominados “Jóvenes Líderes Globales” (financiados por el Foro Económico Mundial) no han demostrado haber abandonado esas viejas recetas demostrando que no son más que fusibles del Establishment.

En tanto en el terreno ucraniano, las tropas rusas (pese a la censura y la intoxicación informativa de medios occidentales) consolidan posiciones. Ciertamente hay bajas considerables entre la tropa rasa rusa pero la situación de los ucranianos es tan desastrosa que no tienen noción de sus propias bajas. El avance ruso es lento pero firme. Con esto, se ha logrado poner al descubierto varias cosas muy sucias que involucran a Washington y personalmente al mismo Biden. El hallazgo de instalaciones y laboratorios de guerra bacteriológica financiados por EEUU ha sido una desagradable sorpresa para La Casa Blanca y ha puesto en entre dicho –una vez más- a la democracia americana y en una muy embarazosa posición al hijo del presidente Biden quien ya venía siendo expuesto por actos ilícitos como el tráfico de influencias y otros negocios turbios en Ucrania.

El involucramiento de Hunter Biden en los negocios y el manejo de estos fondos para financiar estos programas de peligrosísimos elementos bacteriológicos han dejado de ser una mera “teoría de la conspiración” como supieron achacar los medios corporativos que siguen los lineamientos del poder cuando han querido tapar los negocios oscuros de la familia Biden.

Al parecer, una buena tarea de la inteligencia rusa dio sus frutos. Si bien no hay precisiones de cómo se hallaron estas instalaciones secretas y sus archivos intactos, no habría que descartar que se halla tratado de una colaboración interna a estos programas.  Documentos hallados intactos vinculan al gobierno ucraniano con el Fondo de Inversión Rosemont Seneca, dirigido por Hunter Biden con estos programas militares a cargo del Pentágono ¿Qué propósitos tienen estos laboratorios justamente en las puertas de Rusia?, ¿Qué sabía Naciones Unidas de todo esto?, ¿Acaso entre las armas pestilentes que se estaban desarrollando en estos laboratorios estaba el Sars-CoV (COVID) que Washington quiso culpar de su aparición a un murciélago de un mercado en Wuhan? Y por supuesto ¿Por qué el silencio de los medios occidentales?

La baladí reacción de Biden ante esta exposición ha sido la de advertir a Rusia diciendo “que no se atreva a realizar un ataque químico”, lo que a las claras es un desesperado intento por desviar las miradas de aquellos descubrimientos que a muy pocos puede engañar. Igualmente, en el terreno los grupos “proxies” neonazis a los que apoya y otros de sus agencias de inteligencia podrían generar un incidente tal como lo hicieron sus socios en 2013 en Siria para acusar al gobierno de Al Assad de haber usado gas Sarín que en realidad, fue traído -con la complicidad de Turquía- desde Georgia donde el Departamento de Estado administra y controla laboratorios de guerra Química en las afueras de Tiblisi.

A esta arenga engañosa Rusia le ha dejado en claro que no permitirá que recreen lo que hicieron en Siria (durante la administración de Obama) caso contrario tendrán una respuesta nuclear. Claramente esto para Biden -sabiendo que Putin no blofea- es demasiado pesado de digerir y es por ello que necesita a la UE como apoyo y escudo ante esa posibilidad.

A Biden y a los neoconservadores no les interesa que la guerra se detenga por el contrario, salvo que vean caer a Vladimir Putin. Ello no significa que pretenda involucrar a sus tropas en el campo de batalla. Para suplir esto ha ordenado que se envíen más armas, equipos y apoyo técnico a Ucrania tal como hicieron para abastecer clandestinamente al ISIS en Iraq. Incluso mientras más muertos civiles hallan mejor para los planes de ingresar junto a la OTAN y consolidar su posición geopolítica. Si eso ocurre, todo lo descubierto, los laboratorios, los ensayos prohibidos con soldados ucranianos y sus armas bacteriológicas serán tapados con la complaciente colaboración de los medios occidentales.

Una de las tapaderas que se ven involucradas en estos programas de armas de destrucción masiva (ADM) es la nada extraña presencia de actores como USAID, de la filantrópica Fundación George Soros y los Centros de Control de Enfermedades de los EEUU con lo cual, queda muy claro que no estaban allí para fabricar aspirinas y jarabes para los niños.

Quedará a cargo de Naciones Unidas y los Comités encargados del Control de este tipo de armamento (como órganos de aplicación de la Convención sobre Armas Biológicas) que investiguen esta escandalosa situación y por supuesto, establecer las responsabilidades que tiene EEUU y puntualmente su gobierno en todo el asunto. Aunque todo ello por el momento sea ilusorio, es un consuelo que la población europea haya sido puesta al tanto de lo que EEUU estaba haciendo bajo sus narices. Con esto en vista, Biden no podrá orquestar jugarretas sucias que puedan llegar a comprometer no solo a los europeos sino a todo el mundo.