sábado, 18 de junio de 2022

 

“REESTABLECER

 LA MULTILATERALIDAD”

Ha debido pasar mucha sangre por debajo del puente y tener que ocurrir la actual situación en Ucrania para que los gobiernos del mundo caigan en cuentas de que no hay posibilidad de sobrevivir sino es con la cooperación regional alejada de la intriga y la desconfianza que siembra el occidente anglosajón

 

Por Dany Smith

Las promesas de los autoproclamados salvadores occidentales de la libertad y democracia (EEUU a la cabeza) ya no son creíbles y los gobiernos del mundo ya han entrado en razón que no hay camino para la paz y la prosperidad sino en la cooperación regional mutua. El virus colonialista británico que mutó tras la segunda guerra mundial en ese imperialismo estadounidense, que desplegó la intriga y la guerra entre los pueblos, ha causado demasiadas calamidades para vastas regiones del planeta, entre ellas Asia.

Tal vez este recapacitar se haya producido en parte, por la actual guerra en Ucrania, pero no se confunda, no porque vean a Rusia como una potencia agresora dirigida por un “Zar” con ambiciones expansionistas sino, por ser dicha guerra el producto final de la injerencia occidental interesada, intoxicante y perniciosa que a la postre (como lo muestra la experiencia de las últimas tres décadas) termina trayendo caos e inestabilidad para los pueblos.  Ante esto, los gobernantes de países asiáticos se han cuestionado ¿Por qué debemos seguir la agenda de occidente cuando nosotros estamos en nuestra casa? Y sino, pregunten a los políticos afganos con Yamil Karsai a la cabeza quienes, embelesados por el falso brillo de la modernidad de los invasores y hastiados de robar bajo el amparo de la ocupación la mayoría de ellos debió huir para conservar sus cabezas dejando a su pueblo abandonado a su suerte con esa misma pregunta ¿Qué beneficios dejó para nosotros la ocupación?

La pregunta es tan simple que su respuesta parece obvia. La misma es la que hoy se estarían formulando varios gobiernos y políticos latinoamericanos aunque, (especialmente los “liberales”) lo hacen de forma cautelosa y superficial demostrando mantener esa latente ambigüedad disfrazada de prudencia para no molestar a sus guías del norte.

La frustrada Cumbre las Américas llevada a cabo en Los Ángeles del 6 de junio pasado ayudo sin dudas a replantear el papel de los EEUU en la región y el creciente cuestionamiento que existe entre los países de continente a las continuas interferencias que Washington (incluida la OTAN en Colombia) lleva adelante señalando quienes sí y quienes no son dignos de relacionarse con sus estados.

Principales puntos en los que la región ha demostrado hastío es la política exterior de Washington, empecinada en demonizar no solo a los gobiernos (de Venezuela, Nicaragua, Cuba) que no siguen sus lineamientos sino también, a Irán (compartiendo la agenda con Israel), a Rusia y cortar los nexos existentes de China con la región. Precisamente, la crisis económico y comercial de alcance global ha venido tendiendo puentes entre los países para resolver el grave problema de falta de transporte, carencia y altos costos de combustible y por supuesto la escases de granos producto en parte, del minado de los puertos por parte de los ucranianos (sugerido por la OTAN).

En ese plan China y Rusia han ampliado la cooperación bilateral en varias áreas que se ha potenciado tras la aplicación de las sanciones de occidente por la invasión a Ucrania. Hace unos días se conoció que ambos países inauguraron un importante puente carretero de un kilómetro de extensión sobre el río Amur que une a dos importantes localidades en el extremo oriente de ambos países. La obra ya había sido terminada hace dos años pero su apertura fue demorada por la pandemia.

Esta obra viene a agregarse a la necesidad de generar más y nuevas rutas para hacer más fluido y continuo el comercio entre ambas naciones lo que a su vez propenderá a una cooperación regional más allá de ambos estados creando un incentivo para que sus vecinos repliquen estas políticas. Estas señales de una renovación o “reseteo” en las relaciones regionales de Asia ya las hemos venido viendo con los auspiciosos acercamientos entre Teherán y Riad separados por décadas de intrigas y conflictos elaborados desde occidente (especialmente vinculado con el sectarismo religioso) con la complacencia de Israel.

Lo mismo con la visita del 18 de marzo pasado del presidente sirio Bashar Al Assad a Emiratos Árabes Unidos (EAU) donde tras ser recibido con honores se entrevistó con el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohamed Bin Zayed Al Nahyan donde se buscó reestablecer la cooperación entre ambas naciones árabes truncadas desde 2011 con el comienzo de la planificada agitación (eufemísticamente denominada por los Mass Media como “Primavera Árabe”) y la intervención foránea en Siria. Este encuentro molestó a Tel Aviv dado que bajo el amparo del “Acuerdo Abrahámico” los israelíes intentan establecer una agenda en el Golfo sin obstáculos.

Otra región que demuestra esta evolución la vemos en Asia central con el acercamiento entre Teherán y Nueva Deli, distanciados durante años por la influencia que EEUU y Gran Bretaña (en interés de Israel) ejercían sobre los gobiernos indios en referencia a buscar desbaratar el Desarrollo del Programa de Nuclear iraní. Dentro de esta dinámica de desarrollo de lazos de cooperación entra Venezuela que ha sido pionera -por intermedio de Hugo César Chávez- en tender estos puentes transcontinentales cuando nadie se atrevía tan solo a pensarlo.

También a estos acercamientos se agrega el actual gobierno Talibán de Afganistán, algo que durante la ocupación angloestadounidense (OTAN) hubiera sido imposible. Hoy sin esa presencia, las perspectivas son prometedoras dado que Afganistán es el nodo estratégico para las rutas de la seda entre el este y el oeste. Sin dudas la seguridad es el tema para consolidarlas ya que, aún operan grupos de “ISIS-K” que -tras la huida de los estadounidenses- tratan con notable empeño de desestabilizar al país. El mejoramiento de las rutas y el desarrollo de nuevas plazas comerciales beneficiarán a todas las partes siendo el más interesado sin dudas Afganistán. 

La necesidad tiene cara de hereje y EEUU ha contribuido con sus sanciones a que aquella sea desesperante a tal grado que los mismos norteamericanos están padeciendo por las medidas draconianas tomadas por la Casa Blanca.

La intención de dañar a Rusia y todo lo ruso, ha sido contraproducente y prueba de ello es que además de las reverberaciones comerciales y económicas que han causado esas consecuencias, solo un minúsculo grupo de países apoyaron a EEUU y muchos de ellos, incluyendo a sus aliados de la OTAN como Francia y Alemania ya están muy arrepentidos. Y es que, ha sido demasiado para sus economías. Aún los países europeos siguen sujetos a la deuda del Plan Marshall y bajo esa excusa Washington (y con la connivencia de los gobernantes y políticos europeos) le han exprimido el jugo a cada uno de ellos.

Algo similar planea Washington para Ucrania, si es que sobrevive a la aventura de su monstruo rusofobo (que entre otras medidas, ha ordenado la quema de 100 millones de libros de lengua rusa) ya que todos los generosos préstamos y subsidios en armas “generosamente” cedidos por Joe Biden habrá que pagarlos; o ¿Acaso cree usted que todo esto le saldrá gratis al pueblo ucraniano? Los burócratas estadounidenses (sin importar que presidente haya) le dirá a Zelensky o al títere de turno “te hemos ayudado y hora tu nos debes”. Y a esas alturas ¿Cuáles habrán sido las ventajosas relaciones que ese régimen podría haber generado?

miércoles, 15 de junio de 2022

 

“HORIZONTE NUCLEAR”

Los planteos de viejos temores de la Guerra fría referidos a un conflicto nuclear y que podrían reaparecer en el teatro de Ucrania ¿Son creíbles o solo buscan manipular a la opinión pública?

 

Por Charles H. Slim

Durante los años que duro la guerra fría, la amenaza de una destrucción mutua y masiva de alcance global estuvo en danza.  La solución a la supremacía de cualquiera de aquellas dos superpotencias se definiría mediante un ataque nuclear aplastante que sería respondido por otro y destructivo contraataque nuclear que daría como resultado un holocausto total. 

La caída del Muro de Berlín en 1989 presumía que desaceleraría la carrera armamentística e incluso, la implosión de la URSS en 1991 daba por seguro el fin de una amenaza nuclear. Incluso más, cuando el PAC VAC (Pacto de Varsovia) se disolvió era esperable que su contra parte occidental, la OTAN hiciera lo mismo, pero no fue así. Es más, la organización atlántica no solo no detuvo su carrera armamentística sino que, incumpliendo con su promesa[1] continuo su expansión hacia el este.

En Washington nunca hubo intensión de posponer las ambiciones políticas de fagocitar a quien había sido su rival ya que ello implicaría una ventaja estratégica insuperable para lograr su objetivo más ambicioso y previsto para el siglo XXI, cercar a China.

Nunca sabremos a ciencia cierta si los cerebros del Departamento de Estado y la CIA previeron la recuperación que tuvo Rusia y mucho menos que sería de la mano de un ex agente del Servicio secreto o la KGB. Sin dudas que el ascenso de Vladimir Putin no estuvo ni siquiera en la imaginación de los burócratas en Washington. Seguramente ya hayan elaborado documentación que parche esos huecos en sus archivos y completen el puzle que explique estos desatinos fabricando la historia a la medida de los intereses de los EEUU. Amigos, no se asombren de eso. El escritor lituano Daniel Estulin solía decir en un programa que tuvo en RT.com[2] “bien venidos al mundo de humo y espejos” y es a eso a lo que se refiere aquello.

Pero la actual realidad en Ucrania es la consecución de un largo entramado de sucesos y acciones empujados por los neocon desde Washington y sus colegas de la OTAN quienes tras fomentar el golpe de estado en Maidan en febrero de 2014, inspiraron y sostuvieron el ascenso al poder de un régimen ultranacionalista que tiene como base a la doctrina nazi representada por Stepan Bandera ¿El por qué de esta alianza de las “democracias” anglosajonas con los nazis eslavos? Por el simple motivo de que son los encarnizados y patológicos enemigos de los rusos y como tales, los idiotas útiles perfectos para ejecutar los planes de la OTAN.

Desde entonces, Kiev con el apoyo de Washington y Reino Unido pretendió doblegar a las poblaciones del Donbass quienes al no reconocer la legitimidad de ese nuevo orden de cosas, fueron blanco de constantes y despiadadas acciones militares que les obligó durante ocho años a tener que vivir bajo los sótanos de sus casas, algo que el régimen de Petro Poroshenko festejaba públicamente. Desde entonces, todas las gestiones diplomáticas impulsadas por Rusia y los acuerdos logrados han naufragado por el constante sabotaje de Washington demostrando al mismo tiempo, la subalternidad política de la UE.

Bajo estas circunstancias, en los últimos meses del 2021, Washington y Bruselas dieron más ínfulas al cómico Volodymyr Zelensky para que adoptara contra Rusia una posición más desafiante asegurándole que ellos (la OTAN) le asistirían para dar el golpe definitivo que aplastaría a las dos repúblicas independentistas de Lugansk y Donetsk, un plan que estaba previsto para comienzos de año pero fue desbaratado por la “Operación Especial Z”.

La OTAN buscaba la guerra confiado en que Rusia no se atrevería a utilizar su sistema estratégico nuclear pero, con la evolución de la situación y la demostrada funcionalidad del mismo eso sería un error muy grave. El ingreso de Finlandia y Suecia a la organización atlántica potencia aún más los riesgos de disparar esa escalada.

La caída de la URSS en 1991 supuso el fin de la carrera armamentística y la innecesaria posesión de arsenales nucleares. Fue así que mientras Moscú desconectaba el complejo de silos disperso en lo que abarcaba el bloque soviético, la OTAN lejos estuvo de eliminar o reducir sus existencias. Con ello queda claro que Washington nunca busco la estabilidad ni pondero potenciales riesgos.

Consciente de esto, Vladimir Putin desde su ascenso a la presidencia en 1999 puso manos a la obra para reconstruir el complejo nuclear. Pese a que en Washington sospechaban esto, no dieron crédito a que Rusia pudiera recuperarse de la calamitosa situación socio-económica en la que se habían hundido con Boris Yeltsin. Confiados de ello, tras la salida de Bill Clinton de la Casa Blanca los recursos se centraron en la aventura neoconservadora para allanar el camino para poner en marcha el “Proyecto del Nuevo Siglo Americano”[3], un plan de intervenciones militares sobre siete estados árabes-islámicos para el cual hacía falta un shock colectivo al estilo de Pearl Harbor como justificativo ante la opinión pública que convenientemente se materializaría el 11 de septiembre 2001.

Todo esto cambió cuando a comienzos de 2019, Vladimir Putin anuncia públicamente que Rusia logró desarrollar nuevos sistemas de misiles hipersónicos intercontinentales[4] con alcance ilimitado y capaces de saltar los costosos escudos anti misiles de la OTAN. Una vez más, las agencias de inteligencia no previeron esto y en Washington esto cayó como un baldazo de agua helada. Recién allí y en medio del pánico por el anuncio de Putin, los asesores estadounidenses desempolvaron sus archivos de la “guerra fría” en la Agencia Nuclear de Defensa referidos al “invierno nuclear” y trabajos de autores que escribían en la revista Science como Richard P. Turco, Owen Brian Toon, Thomas P. Ackerman, el difunto James B. Pollack y el difunto Carl Sagan quienes formaban parte del grupo TTAPS.

Pero recientemente tras los claros fracasos de las fuerzas leales a Zelensky y el inocultable fracaso por alinear al mundo contra Rusia (en parte por el descredito de la ONU)[5], los asesores del Pentágono y productores de información de inteligencia tratan de revalidar aquellas investigaciones y ponerlas sobre el actual tablero en Ucrania y los nocivos efectos medio ambientales[6] con intenciones de fomentar una presión psicológica y política direccionada a culpar a Rusia de cualquier detonación que bien podría ser fabricada mediante una “falsa bandera”.

Los trabajos de estos autores reflejan una visión apocalíptica (y ciertamente realista) y que hoy Washington mediante actualizados informes de la Corporación RAND y el Departamento de Defensa trata de usar como un comodín para contener a Moscú ante una probable escalada. 



[1] Según las fuentes de la época, Washington había prometido a Mihail Gorbachev no extender la OTAN hacia el este y que incluso el entonces Ministro de Relaciones Exteriores alemán Hans-Dietrich Gensche le habría sugerido a su par británico Douglas Hurd garantizar por escrito la promesa.

[2] Daniel Estulin en su programa “Desde la Sombra”, https://actualidad.rt.com/actualidad/view/85300-RT-Estulin-desde-la-sombra

[3] Las siglas en ingles PNCA fue fundado por un grupo de neoconservadores y sionistas estadounidenses, tuvo como objetivos operativos crear las condiciones para justificar la invasión de Iraq y de otros países del Oriente Medio para apropiarse de sus recursos petroliferos https://www.nodo50.org/csca/agenda2003/con_iraq/move-on_12-05-03.html

[5] Naciones Unidas ha perdido gran parte de su capital político tras las escandalosas actuaciones en desatender las ilegales intervenciones de EEUU y Gran Bretaña en Iraq en 2003 y las consecuencias humanitarias que ello conllevo, en Libia mediante la OTAN en 2010 y su nula eficacia por limitar las injerencias de estos mismos actores occidentales en Siria. Quienes argumentan sobre las llamadas “amenazas globales” han los causantes de las calamidades humanitarias más brutales de lo que val del siglo.

[6] Michael MacCracken, Nuclear War: preliminary Estimates of the climatic effects of a nuclear exchange, October 1983, desclasificado últimamente por los archivos gubernamentales a pedido de investigadores particulares mediante peticiones FOIA.

lunes, 13 de junio de 2022

 

“INTRIGANDO EN EZEIZA”

¿Quién ordenó la demora del avión venezolano en el aeropuerto de Ezeiza y cuáles fueron los argumentos para ello?

 

Por Pepe Beru

Dentro de la novela islamófoba escrita desde Washington, alimentada por la elite política en Tel Aviv y levantada por los sectores sionistas argentinos se agrega un nuevo capítulo en su campaña por sembrar el miedo y la desconfianza a todo lo relacionado con la república Islámica de Irán y el mundo islámico.

La llegada a Ezeiza el 6 de junio de un avión venezolano de la empresa EMTRASUR que sorpresivamente fue retenido por la Policía Aeroportuaria Argentina el 11 de junio encendió las alarmas de la seguridad argentina pero ¿Por qué? El avión había sido vendido por la empresa iraní “Mahan Air”, señalada por EEUU de servir -entre otras cuestiones- de apoyo logístico a la resistencia islámica “Hezbola”, algo que al parecer suscito esta medida estrambótica y claramente sobreactuada. La pregunta que no se ha respondido aún sería ¿Por qué?

Las primeras líneas de los medios filosionistas locales que no dudan en seguir la artificiosa propaganda islamófoba, pusieron a la presencia “de iraníes” a bordo del avión como las principales causales para demorar el avión, dejando en evidencia el sesgo recurrentemente racista y en especial islamófobo de estas Breaking News.

El tono de la difusión de la noticia hacía presuponer una amenaza o algo tétrico abordo. Desde hace años que la prensa argentina subalterna a las posiciones geopolíticas “correctas” (es decir, del lado del poder) difunde una notable animadversión hacía todo lo iraní. Incluso ya hemos visto como exponentes de su clase política estrechamente relacionados con Tel Aviv y Washington han tratado -intentando involucrar a todos los musulmanes- de vincular maliciosamente a Irán con los ataques del 11 de septiembre de 2001 (como parte de una larga política de desinformación producida en Washington)[1].

Para estos exponentes del sionismo local, la excusa principal en la que se apoyan estas versiones, son las anodinas y nunca probadas acusaciones contra Teherán por la ejecución de los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994 ambos ocurridos en Buenos Aires y obviamente (como era de esperar), endilgarle la muerte del fiscal federal Alberto Natalio Nisman en 2015.

En los últimos años y desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia la influencia sionista dentro de la política exterior argentina ha venido creciendo reflejándose en personajes de la política local que incluso han tratado de sembrar la ponzoña anti iraní incluso en los países vecinos[2].

Pese a que a estos sectores fundan la acusación sobre los atentados en un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo cierto es que en el mismo no costarían pruebas tangibles y certeras que apoyen esa acusación siendo la única pieza sobre la que se apoyaron los jueces, unos dudosos y muy convenientes informes de la CIA y sus colegas israelíes introducidos en la voluminosa causa justamente durante la gestión de Néstor Kirchner.

Pero más allá de la psicosis deliberada que los medios crearon, el avión retenido en el aeropuerto de Ezeiza no era lo que algunos medios capitalinos presumían. Igualmente para estos una tripulación de ciudadanos venezolanos e iraníes era motivo suficiente para hacer los aspavientos que se hicieron. Fue por eso que no sorprende que a pocas horas de este evento dos organismos de la comunidad judía local como son la DAIA y la AMIA comenzaran a presionar al gobierno argentino para informase de todos los pormenores de la situación. Si nos atenemos al principio de reciprocidad cuando un avión militar de EEUU en 2011 fue demorado en aeroparque, las embajadas de Irán y del Líbano podrían haber podido solicitar una pretensión semejante ya que, en esos momentos Washington arrasaba (mediante los vuelos de la CIA secuestraba y torturaba a personas) sobre los derechos humanos con su llamada “luchar contra el terrorismo” que utilizando la farsa prefabricada del Estado Islámico[3] no fue sino, una sangrienta represión contra el mundo islámico.

Así mismo y como se puede intuir existe una indebida preferencia por atender a unos y desoír a otros. Es sabido que uno de estos organismos es estrictamente político y desde hace tiempo lleva adelante la agenda política del estado de Israel en el país algo que, ha creado conflictos dentro de la misma comunidad judía entre quienes militan activamente por la geopolítica del estado y quienes pretenden mantenerse al margen. Igualmente, el problema pasa por una falta de autoridad política del estado argentino que actúa como una veleta de acuerdo a cómo y dónde soplen los vientos de la geopolítica.

Por lo que citan las fuentes, el avión provenía de un largo viaje desde México donde partió sin inconvenientes y mucho menos, sin estos estigmatizantes señalamientos que en Argentina se han vuelto una costumbre. Llego a Ezeiza el 6 de junio y partió al día siguiente para seguir su ruta. Tras pretender reabastecer combustible en Uruguay este no le permitió aterrizar obligándolo a regresar a Buenos Aires. Fue allí curiosamente donde se activaron las medidas “administrativas” sentenciadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros de EEUU (OFAC). Fuentes confidenciales afirman que la red de alcahuetes uruguayos que el Mossad tiene en su nómina informó rápidamente a su estación en Buenos Aires.

En este marco las autoridades argentinas subordinadas a esta oficina retuvieron los pasaportes de los tripulantes iraníes por sospechar que tal vez (y por ser iraníes) supuestamente fueran miembros de la Guardia Revolucionaria “Al Quds” una agrupación militar que Washington considera terrorista. Es la misma agrupación que comandaba el general Qassem Soleiman quien fue asesinado a la salida del Aeropuerto de Bagdad en 2020 mediante un cruento atentado ejecutado por la CIA y el Mossad israelí.

Si Argentina aplicara la ley de acuerdo a los estándares internacionales, acudiendo a las mismas suspicacias y demostrando algo de soberanía política tendría que demorar vuelos de “AL” o charters privados en los que viajan ciudadanos israelíes ¿Bajo qué argumento? El de comprobar que en ellos viajen agentes del estado israelí involucrados en la comisión de todo tipo de crímenes de lesa humanidad contra la población palestina[4]. 

Como se puede ver, las implicancias que tiene esta maniobra van más allá de cualquier supuesto fundamento legal y solamente esconden objetivos geopolíticos ajenos a Buenos Aires.

Pero ¿Qué competencia tiene esta oficina dentro de la soberanía de otros países? Como se puede ver la orden no emano de Interpol o de algún organismo judicial internacional (que tampoco son fiables) sino de otro estado que teniendo un declarado conflicto con Irán, aplica sanciones violando las soberanías de otros países. Ante esto cabría preguntarse ¿Quién tiene la culpa de esto, EEUU, Irán o Venezuela? La respuesta no está en ninguno de estos países. Quien tiene la culpa es el gobierno argentino ya que está permitiendo que otro país aplique medidas sancionatorias de carácter unilateral vinculadas a sus propios intereses dentro de su jurisdicción salvo, que el país sea un aliado en ese conflicto.

 



[1] Country Reports on Terrorism 2015, Chapter 3, State sponsors on Terrorism Overview, producido por el Departamento de Estado norteamericano y un fallo judicial de la ciudad de New York de 2016 que condeno a la República Islámica de Irán a pagar una indemnización a las víctimas del 11/S.

[2] Unidad Popular: “Carrió trabaja para el Mossad. Decir que somos un partido iraní es una afirmación grotesca, grosera, un disparate”, https://www.lr21.com.uy/politica/1221207-unidad-popular-carrio-trabaja-para-mosad-eduardo-rubio

[3] IntelBrief: Turquía (gracias a la OTAN y EE. UU.) ha sido durante mucho tiempo una importante base de apoyo para el Estado Islámico, https://www.veteranstoday.com/2022/06/09/intelbrief-turkey-thanks-nato-us-has-long-been-an-important-support-base-for-islamic-state/

[4] Amnesty.org, El apartheid israelí contra la población palestina: Cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad, https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/el-apartheid-israeli-contra-la-poblacion-palestina-cruel-sistema-de-dominacion-y-crimen-de-lesa-humanidad/