jueves, 8 de noviembre de 2018


EN DEBATE




CONFUSIÓN
GEOE STR ATE GICA”

En medio del marasmo económico y político que azota a la población de la Argentina, sus gobernantes no saben para donde encarrilar la alta política de un país que pareciera en vías de extinción ¿Hay una planificación para remediar esto?



Por Charles H. Slim
Actualmente en Argentina nadie sabe (incluyendo a su presidente) dónde demonios está parado el país y nos referimos particularmente al punto de vista geoestratégico. Ello no solo surge de la actual y compleja situación socio económica que lo azota sino peor aún, por la deficiente (por no decir carente) planificación de políticas estatales de largo plazo para la reconstrucción de un país que ha caído desde ya hace más de una década, por debajo de los más atrasados del globo.

Ahora bien ¿Quién podría vaticinar con algún grado de certeza el rumbo de éste país en los próximos seis meses? Sinceramente, nadie con un poco de sentido común y conociendo los antecedentes de éste mismo, quien así lo hiciera se arriesgaría a jugarse su reputación ante la costumbrista inconstancia de sus habitantes, tan veleidosos como los políticos que ellos mismos eligen y los representan.  Y es que como bien dice aquel dicho “tienen los gobernantes que se merecen”.

Por aquí se suele escuchar por sus etnocéntricos medios informativos (Radio, Tv y portales digitales), como “la clase media esto”, la “clase media aquello” y en última instancia ante la debacle económica que no pareciera tener fin, se han centrado en formular aseveraciones tales como “la clase media es responsables de esta situación”, haciendo alusión al terrible déficit que aqueja al país y que varios economistas de corte liberal achacan al brutal gasto fiscal que vino siendo desde hace décadas, la panacea para alimentar el ego de gobiernos de corte populista.

Hay en estos análisis algunos fallos histórico-interpretativos que pondremos a consideración. Primero que todo, este servirse de los fondos del estado para beneficio de sujetos privados (personas físicas como jurídicas) es una práctica que viene incluso desde la primera administración peronista allá por mediados del siglo pasado y que nadie (pasando por radicales, militares y socialdemócratas) hasta el presente ha cortado totalmente; salvo si, las actuales políticas del gobierno de Mauricio Macri que ha emprendido un recorte severo sobre las esferas del empleo estatal pero, que ha terminado por comprometer otra vez al país con la toma de deuda al FMI.

Pero el problema no es el sobre empleo estatal que consume recursos de la caja pública o su pésima asignación; el problema en la Argentina es que estos empleos (además de ser en muchos casos injustificados e inoperantes) han sido el instrumento por excelencia  para llenar cupos de favoritismos personales (para amantes, parientes y amigos) y como forma de reclutar partidarios y cautivar votantes para cada gobierno que ha subido al poder. Menem no era un populista y su administración (además de apátrida) apestaba a clientelismo partidario y familiar. A pesar de su “estrecha amistad” con Washington, cuando llegaron capitales de inversión los mismos se evaporaron al poco tiempo de su radicación.

Despiertan carcajadas los comentarios de funcionarios políticos del gobierno anterior cuando hablan de términos como la “industrialización”,  “la modernidad” y “la educación” cuando han sido ellos una parte importante del problema del derroche acusado.

Si un país dedica gran parte de su PBI solamente para pagar sueldos de empleos parasitarios ¿Qué tipo de política de progreso industrial podría llegar a tener?  Saquemos algunas cuentas y entenderán de qué se trata esto. 
Si el estado tenía empleos administrativos tan inútiles como inoperantes por los cuales se gastaban anualmente ciento de millones de pesos tan solo para pagar sueldos de burócratas (44% del PBI en épocas “K”)[1], se estaba dejando de lado el desarrollo industrial de las más variadas ramas. 

Tomemos el ejemplo del Ministerio de Educación que cuenta con unos 31.000 empleados por lo cual insume casi seis mil millones de pesos, gasto en su gran parte para sueldos e insumos sin que ello haya mejorado la calidad de la educación. A la par de esto, no puede registrarse ninguna mejora en el campo científico y tecnológico, no al menos que favorezca al desarrollo de la industria nativa ya que en muchos casos, por falta de financiación los cerebros que se han preparado en las universidades nacionales, terminan fugándose a los centros globales de desarrollo.

En lo referente a la industrialización, Argentina hace décadas que no sabe de qué se trata eso. Desde Menem hasta el presente, el país fue relativamente desmontado y no se fabrica en el país sino piezas y algún que otro producto de firmas extranjeras. De la llamada industria nacional hace mucho que no hay nada, salvo que como lo hacía el gobierno K, se considere a la manufactura de zapatillas y lavarropas como “industria pesada”. Incluso hoy día hablar de industrialización es algo anacrónico ya que el avance de la economía de un país ya no pasa por la producción masiva, la exportación y oferencia de materias primarias o incluso de productos de desarrollo tecnológico convencional (automóviles, aviones y barcos).

En aquel sentido Argentina se haya en un limbo, a medio camino de una industrialización que no tiene (y a la cual pretende llegar) y el desarrollo de la era de la “IA” o “inteligencia artificial”, un campo de desarrollo de las tecnologías de última generación que están abarcando desde el campo privado del entretenimiento hasta el particular campo de la sofisticada industrialización militar (Caso del programa DARPA y otros) y de varios estratos de la vida política y comercial de las naciones.  Mientras Argentina trata de revivir al MERCOSUR, a Brasil poco le importa esto ya que, a pesar de la crisis interna que sufre, tiene resto político, económico y financiero que se comprueba con su participación en el BRICS desde donde puede acceder a este nuevo paradigma del desarrollo. En esta nueva era, la información y las comunicaciones a niveles inimaginables, son la mercancía más preciada de intercambio. Para colmo de males, el sistema educativo argentino no es de los mejores (para no decir el peor de sud América) y sus representantes no están dispuestos a dejar de lado la engorrosa burocracia que lo alimenta y de la cual maman miles de empleados parasitarios.

En ese sentido, su vecino brasuca lo desplaza cómodamente del sitial de calidad de la educación en el Cono sur, tal como lo dejan en evidencia una publicación de hace dos años sobre las pruebas PISA[2].

Es más, Brasil, el estado “tapón” de las aspiraciones industriales y mercantiles regionales argentinas (apoyado por EEUU y Gran Bretaña) se ve convulsionado por su propia crisis interna que se corona para colmo con la designación de un orate como Bolsonaro que claramente juega a favor de la agenda estratégica de Washington-Londres y Tel Aviv.

Por lo pronto no hay perspectivas de una geoestrategia coherente con los intereses nacionales; por el contrario, Buenos Aires ha renunciado a varios aspectos estratégicos de su soberanía en favor de un enemigo histórico y de sus aliados, llevando a que muchos argentinos con seria preocupación se pregunten: ¿Cuánto costara a las próximas generaciones las políticas del gobierno de Mauricio Macri y su troupe de amigos cleptocaratas? ¿Desarrollara el país alguna geoestrategia o consolidara la cooptación a la que se haya actualmente en desarrollo con los intereses anglosajones en el Cono sur?




[1] LA NACION.com. “Gasto público, el gran mal que aqueja a la economía del país”. Publicado el 8 de abril de 2018. https://www.lanacion.com.ar/2123492-gasto-publico-el-gran-mal-que-aqueja-a-la-economia-del-pais
[2] BBC.com. “Pruebas PISA ¿Cuáles son los países que tienen la mejor educación del mundo? ¿Y cómo se ubica América Latina? Publicado el 6 de diciembre de 2016. https://www.bbc.com/mundo/noticias-38211248

lunes, 5 de noviembre de 2018


VETERANOS DE AYER


“DOS DIAS EN BAGDAD”

La crónica ligera y anónima de un aventurero italiano durante el inicio de la invasión a Iraq en 2003


Por Pepe Beru
Corría el mes de marzo de 2003 y el Medio Oriente estaba a punto de estallar en una nueva conflagración encabezada por EEUU y sus aliados, solo que esta vez no se quedarían del otro lado de las fronteras kuwaitíes y sauditas; las órdenes para las tropas norteamericanas eran precisas: invadir a Iraq y derrocar al gobierno de Saddam Hussein. Fue así como dio comienzo a una guerra que para muchos, aun no culmina.

Es un capítulo de la vida política norteamericana que los neoconservadores y sus historiadores a sueldo quisieran borrar con una goma mágica pero, la sangre no solo no puede borrarse sino que es muy difícil de limpiar. Aún no se ha blanqueado el alcance real de las arbitrariedades y los crímenes que los invasores cometieron desde que desembarcaron en el país árabe y mucho menos, su responsabilidad en el sostenimiento de un gobierno colaboracionista como el de Nouri Al Maliki y sus sucesores que realizaron (y continúan realizando) los trabajos sucios que los mismos estadounidenses y sus colegas británicos no querían llevar a cabo.

No hay como los testimonios en primera persona de quienes presenciaron parte de aquella historia de terror. Este es el relato de quien llamaremos Genaro H. un joven traductor de idioma árabe y arqueólogo por afición de origen italiano quien movido por su avidez investigativa, viajo desde Italia a Egipto y de allí a Iraq en momentos que todo estaba muy caliente. 
Preocupado por las reliquias arqueológicas de Babilonia y en especial por los jardines colgantes, Genaro quería ir a estudiar cual era la situación de aquella reserva milenaria que ya había sido en 1991 blanco de los ataques aéreos de los aviones estadounidenses y británicos. Era evidente que, ante la compleja situación en ese momento su presencia en Iraq no estaría exenta del peligro mismo de un ataque inminente de la coalición sino también de una estrecha vigilancia por el temible servicio de inteligencia iraquí.

Sin pensar en nada de eso, Genaro tomo su mochila y su cámara “Nikkon D 1” que había comprado una año antes en Roma y se embarcó en El Cairo para en pocas horas tocar tierra en Aman, Jordania y así llegar definitivamente a Iraq.

Al llegar al aeropuerto “Saddam Hussein” de Bagdad, la presencia militar era indisimulable aunque, sin causar la misma tensión e incomodidad que se podía ver en otros países occidentales o africanos donde matones uniformados (o vestidos de civil) te sacaban de una fila y a tirones y cachiporrazos te llevaban a un cuarto aledaño para interrogar. Más allá de las aburridas y cancinas versiones de los medios occidentales sobre la supuesta torpeza de los árabes en estos temas y de la brutalidad con la que se conducían, con lo que respectaba a los iraquíes ello no concordaba.

Aquel joven recuerda diciendo: a pesar de la amenaza inminente de los estadounidenses y sus aliados, la gente en Iraq sigue su vida y las fuerzas militares que merodean en las calles y carreteras se muestran alertas pero gentiles; para un momento después agregar No hay esa psicosis que ves en los carabinieri de mi país o policías de otros países europeos que ya señalan a alguien como sospechoso por su forma de vestir; aquí es muy diferente.

Genaro pretendía obtener el permiso del gobierno para llegar a Babilonia y tomar fotos y apuntes sobre el estado de las ruinas del zigurat de “Ur”, los jardines colgantes y las asombrosas obras sobre relieve que representan las hazañas del Gran Nabucodonosor II entre otras edificaciones del lugar. Para ello debía ir al centro de Bagdad y tramitar su visado ante las autoridades locales las cuales a su vez notificarían al Ministerio de interior que se encargaba de los asuntos de  seguridad interior. Como su propósito en la visita no escondía nada raro ni era parte de algún equipo al servicio de agencias de inteligencia que estaba colando agentes europeos o árabes de países aliados para sabotear instalaciones, no tuvo temor de que se le indagara e incluso acompañara en su periplo.

Terminado con los trámites y agotado por el trajín, tras preguntar a un taxista “dónde podría darse un baño y descansar” aquel se ofreció a llevarlo a un pequeño hotel no muy lejos del palacio presidencial y allí se alquiló un modesto cuarto en el segundo piso de aquel adusto pero sólido edificio para descansar y salir en la mañana hacia la provincia de Babilonia. Disimuladamente pero a la vista, quedaron afuera dos agentes de la mutkhabarat cerciorándose que ingresara al edificio.

Pero no pasarían dieciséis horas tan solo de que había llegado a Bagdad, para que de repente en medio de la noche cuando se hallaba sumido en un profundo sueño y casi sin esperarlo, comenzó a escuchar entre dormido el incesante ulular de sirenas acompañadas de tableteo de potentes disparos antiaéreos que retumbaban por toda la ciudad.  Apenas comenzó a tratar de entender lo que estaba sucediendo, cuando repentinamente... una brutal explosión a unas calles de donde se encontraba arrojó a Genaro de su cama de aquel pequeño hotelucho del barrio de Karrada en Bagdad donde se había alojado apenas tres horas antes. Aturdido por el golpe y el polvillo por aquella explosión que además de dejarle ese ensordecedor zumbido en los oídos, había  cortado la energía eléctrica, lo dejo unos segundos eternos en un limbo consciente y hasta embriagador; Genaro se quedó tendido unos segundos inmóvil en el piso preguntándose ¿Qué, acaso estoy teniendo un sueño? Rápidamente se dio cuenta que algo sucedía y tan pronto se quiso asomar por la ventana de su segundo piso otra brutal explosión a pocas calles lo lanzó hacia atrás…el infierno se había hecho real. Genaro no sabía que los misiles crucero estadounidenses estaban lloviendo sobre Bagdad.

Tan pronto como pudo y dejando la mitad de su ropa, y con su cámara tan solo corrió hacia la calle con la vana intensión de escapar de ese lugar. Al ver que ello era peor de lo que imaginaba volvió adentro para refugiarse en el sótano del hotel junto a la familia que lo alquilaba. Los estampidos de las bombas eran infernales y hacían que todo temblara. El dueño con una asombrosa calma lo trataba de distraer diciéndole que pronto terminaría todo. La madrugada fue fatal y de ello nunca se olvida. Al salir el sol los bombardeos cesaron (solo por unas horas)  y Genaro tomo su mochila a medio llenar para salir cuanto antes de allí. Y fue así que logró que un parroquiano que salía con su camioneta cargada de bártulos, lo llevara entreverado entre bolsas, alfombras y cajas, hasta la frontera jordana. Por el camino y semitapado entre las alfombras, tomo crudas postales de los daños causados por los bombardeos retratando entre algunos de ellos, mezquitas y cuadras enteras barridas por los estadounidenses. Cuerpos de personas y pedazos de otros regados en los escombros que obstruían las calles, hacía imposible sostener el lente; el paisaje era dantesco y él era testigo privilegiado de ello. Las calles pese al caos, eran transitables y bajo su cámara para taparse y recostar su cabeza. Sin darse cuenta, se había dormido en el trayecto y por fortuna al no haber nadie en la valla de seguridad iraquí logro cruzar inadvertido en las narices de la policía fronteriza jordana. Fue su anónimo salvador quien lo despertó para que pudiera bajar y cuando lo hizo, pudo ver allá a lo lejos detrás del horizonte en el lado iraquí, las fumarolas de humo negro que testimoniaban la brutalidad de la guerra.  Y se dijo para sí “Adiós Iraq, tal vez algún día vuelva”.