“A CUALQUIER COSTO”
Los revelados y
fallidos ataques de Falsa Bandera orquestados en el Golfo Pérsico mostraron la
desesperación de sus verdaderos instigadores por desatar una guerra contra Irán
¿Cuánto más están dispuestos a comprometer estos actores para conseguir sus
objetivos? ¿Qué medidas tomara Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad para
detener estas agresiones?
Por Charles H. Slim
Todas las cuestiones tienen una causa o un propósito,
solo hay que indagar a profundidad para determinar qué interés se esconde
detrás. La cuestión del programa nuclear de Irán sin lugar a dudas se ha
convertido en el ariete de la campaña para la reelección del presidente Donald
Trump. Que nadie se engañe y considere que la fecha para el acto electivo está
muy lejos para que Trump se ponga en carrera. Si bien las elecciones serán el 3
de noviembre de 2020, el cúmulo de asuntos que importan al electorado
estadounidense y en particular a un selecto sector del Establishment
norteamericano, meritan una exhaustiva campaña.
En este sentido también hay que remarcar que el
principal interesado en que Irán no progrese en el campo de la energía nuclear
es Israel usando a los EEUU como el frontón y cobertura para sus operaciones. Y
esto no implica que sus intenciones solo se recorten al aspecto meramente
militar con la producción de Uranio enriquecido o el desarrollo de misiles de
alcance medio que llegan a Israel sino incluso, los sionistas desearían hundir
al país en una situación similar a la que ayudaron a crear en Iraq con la
invasión del 2003.
Al parecer y al igual que sus predecesores –en particular los republicanos- Donald Trump usará la política exterior
como uno de los principales puntos a resaltar en la agenda de logros que su
gobierno ha gestionado desde su asunción, haciendo valer ante una aceptable
popularidad dentro de una franja importante de los habitantes de su país. A
contrario de esto, Trump debe lidiar con la hostilidad de altos funcionarios
demócratas del congreso que como Nancy Pelosi, vienen buscando que Donald Trump sea inhabilitado mediante un
juicio político para continuar con la presidencia.
Créase o no, más allá de sus
estridencias y odiosas contradicciones, el presidente norteamericano Donald
Trump ha mantenido la fidelidad de ese “voto blanco medio” (por no decir
mediocre) que sometido a la desocupación estructural del país, desde su llegada
ha visto recuperar el empleo y también ver con muy buenos ojos como –entre otras cuestiones- su presidente
lucha a brazo partido contra la odiosa inmigración latinoamericana.
Pero Trump también tiene otra cara, y ella es la del
despistado, la cual claro está, es una actuación de un sujeto eminentemente
mañoso y con muchos recursos para la actuación. Su aparente torpeza o más bien,
esas supuestas desinteligencias con sus asesores de política exterior, en
especial con John Bolton son una muestra de su carácter estridente y teatral
que exterioriza con sus gestuales morisquetas faciales. Por más que muchos en
EEUU o más bien, dentro del “Establishment” político norteamericano (en particular los demócratas
seguidores de los Clinton) han tildado de “idiota” o incluso de mentalmente
incapaz a su presidente, claramente están lejos de tener un ápice de razón.
Entre quienes lo consideran nocivo para la política
exterior como Tomas Wrigth del “Brookings Institutions” y el profesor G. J. Ikenberry de la Universidad de
Pricenton, Trump “él está socavando el orden internacional” que había sido
erigido por la política intervencionista de sus predecesores; pero lo más
imperdonable, es la falta de reciprocidad con los aliados de EEUU desconociendo
tratados y compromisos asumidos para su cumplimiento.
Es cierto que Trump no podría gestar ciertas cosas
(¿y qué presidente ha sido capaz de hacerlo?), pero hay muchas otras en las que
participa en forma directa. Una de aquellas es la profunda cooperación con el
estado de Israel al cual le ha extendido un cheque en blanco para que, además
de tomar todas las medidas administrativas y militares sobre Jerusalén, literalmente haga lo que quiera con la población
palestina. Ello ha permitido que Tel Aviv lleve adelante una política de
“judeización” de la población incitando a que colonos y extremistas de la
derecha sionista lleven adelante todo tipo de atentados contra propiedades
palestinas y profanaciones en los templos musulmanes de la ciudad. Lo mismo con
los territorios ocupados de los “Altos del Golán” sirios en donde hace unos
días Benjamín Netanyahu mediante una pomposa y vistosa ceremonia, inauguró un
nuevo asentamiento para colonos judíos sin dejar de agradecer el valioso papel
de Donald Trump en esta empresa.
Al mismo tiempo que ha reforzado a Israel, ha ido
buscando la forma de horadar la confianza y la estabilidad en el Golfo, en
particular en torno a Irán. Las sanciones comerciales y económicas que Trump
implemento apenas llego al gobierno no han logrado sofocar al gobierno iraní y
sin dudas ello fue motivo –junto a los
esfuerzos de Tel Aviv- para ampliar el espectro de medios para alcanzar el
mismo objetivo. Por supuesto que ya hace tiempo que la infraestructura
destinada a crear incidentes, rencillas y controversias entre los gobiernos de la
región, viene fabricando un hecho criminal tras otro buscando que Teherán caiga
en la trampa de la provocación. Los recursos con los que cuenta EEUU e Israel
para ello son amplios. Obviamente que Trump no está al corriente de los
pormenores de estas actividades negras y lo único que debe hacer es firmar las
órdenes ejecutivas necesarias para ello. Por supuesto que cabría preguntarse
¿Dónde está la aplicación igualitaria de la ley internacional en todo esto? A
la vista de lo que se viene viendo ello esta es una pregunta que carece de
sentido.
Si hay una línea realista que complica los planes de
provocar un Armagedón en la región esa es la marcada por Rusia y en particular
por la gestión de Vladimir Putin quien como ex agente del KGV, sabe cuándo se
está enfrentando a un embuste tejido por agencias de inteligencia. No hay que
olvidar cuando Londres pretendió endilgarle a Rusia el atentado con un agente
químico al doble agente Skripal ¿En qué quedo todo aquello?
Incluso ha quedado harto evidente la sucia
intensionalidad de atacar a un petrolero japonés y hacerlo pasar como una
acción iraní. En Washington no están para nada felices con las relaciones
bilaterales entabladas por el comercio petrolero que se estaban concretando
entre Tokio y Teherán; entonces los
expertos en el juego sucio se dijeron ¿Por qué no rompemos la confianza entre
ambos con un ataque falso?
Como bien lo señalan algunos investigadores y
académicos, Washington está echando mano a las mismas tácticas y mentiras que
utilizo hace 16 años cuando se inventó una excusa para agredir e invadir a Iraq
mientras los medios masivos y los gobiernos del mundo asentían con vergonzante
pasividad lo que termino siendo una de las catástrofes militares y humanitarias
más graves de lo que va del siglo.
Para EEUU y su aliado Israel, todo vale. Sin dudas
que los últimos y fracasados intentos de comprometer a Irán con ataques de
Falsa Bandera contra buques petroleros de terceros países, ha llevado a
intentar nuevas y más arriesgadas argucias. La última que se conoce es el
derribo el día 19 de junio de un “Drone RQ-4 Global” de inteligencia militar
estadounidense que merodeaba el espacio aéreo de las aguas territoriales adyacentes
a Irán, lo que ha llevado a que el mismo Trump expresara “Irán ha ido muy
lejos” alegando que dicha acción había sido irrazonable. Pero la incursión
estadounidense pudo haber perdido mucho más que un costoso aparato robot como
lo es un Drone ya que, como lo informó el Jefe de la División Aeroespacial de
la Guardia Revolucionaria Amirali Hajizadeh, dejaron pasar a un avión de
espionaje “Boing-P-38 Poseidón” que llevaba 38 hombres de tripulación que
acompañaba al Drone derribado.
Igualmente, Trump ordeno una represalia que debió suspender diez minutos antes de su
ejecución por motivaciones que claramente no son las que los medios han
publicado. Algunos especulan que las tensiones políticas entre facciones dentro
de la misma administración llevo a una serie de discusiones internas que
hicieron vacilar a Trump. Otros han señalado que los satélites norteamericanos
pudieron haber advertido movimientos iraníes para una contra represalia iraní
que habría causado además de bajas y pérdidas materiales, el corte del flujo
del petróleo desatando un descalabro en el precio del petróleo y ello, no es
algo que beneficie a las ambiciones re electivas de Trump. La pregunta que hay que hacerse es ¿Hasta
dónde Naciones Unidas (Consejo de Seguridad) y las instancias internacionales
toleraran estas maniobras agresivas contra la soberanía de Irán?