sábado, 22 de julio de 2017

EN DEBATE




“EL SINDROME DE BAGDAD”

Han pasado catorce
años desde que EEUU y Gran Bretaña invadieron Iraq y aún perduran las huellas de su presencia siendo ISIS una de ellas.




Por Horace Husseini
Parece que fue ayer y como en una película que pasa en cámara lenta, el humo negro de las ruinas de varias zonas de Bagdad, se elevaban al cielo tiñéndolo de ese gris sucio que taparía por semanas el sol y tan solo sería el preludio de una tragedia por venir que no tendría fin. Las tropas estadounidenses y británicas, como si de una invasión de langostas, entraron a Iraq en marzo de 2003 arrasando todo lo que se encontraron a su paso y como si de una orgia de muerte se tratase, se dijeron a sí mismos “todo vale con los enemigos que no son humanos”.

Más allá de que éste breve prefacio tenga un cierto aire literario, lo cierto es que sirve para contextualizarnos en un fenómeno que se originaría en la ciudad de las “mil y una noches” y que (querido o no por los invasores) dieron el origen a lo que hoy poco a poco, avanza agazapado a todos los rincones del globo. El llamado “terrorismo” islamista que nunca pudo prosperar con Saddam Hussein en el poder, tuvo su auge con la llegada de los estadounidenses y su denominada “Autoridad Provisional”, una entelequia administrativa que bajo la denominación para la “reconstrucción”, en realidad  camuflaba toda la ingeniería represiva y de exterminio dirigida entre otras agencias, por la CIA y sus colegas de la inteligencia militar.

La maquinaria militar estadounidense logro abrirse paso y aplastar cuanta barricada y posiciones defensivas se les interpuso en el camino. Sus tanques estaban bien provistos y el equipo antitanque de los iraquíes no bastaba en muchos casos para lograr frenar las hileras acorazadas que penetraban en las ciudades. Si algo no falto en aquella lucha fue el ánimo de los iraquíes por no caer bajo el yugo invasor y testimonio de ello pueden darlo los mismos norteamericanos que vieron como desde todas partes y con todos los calibres de municiones imaginables, les disparaban soldados, policías, milicianos y simples vecinos bagdadíes.  Desde techos y terrazas lanzaban cocteles molotov, garrafas de gas a modo de bombas sobre los tanques Abrhams y Bradley que pasaban por las calles.

Con esto queda claro que los iraquíes del común, hicieron cuanto pudieron contra aquella invasión y pese a que no lograron detenerles, no se quedarían de brazos cruzados.

Y mientras las tropas invasoras se movían ruidosamente por la superficie, en la oscuridad de sus bases y agazapados a la espera de órdenes, las agencias de inteligencia como la CIA y grupos dirigidos por el Mossad israelí planificaban su propia guerra subterránea en la cual no habría miramientos ni respeto de cualquier legislación internacional ya que para ellos, “todos en Iraq, son enemigos”, sin importar si sus víctimas eran hombres, mujeres, niños o si ellos eran civiles, sunitas, chiitas o cristianos, para aquellos solo eran blancos y nada más.

Pero estos planes no lograrían tener éxito si no era con la colaboración de ex oficiales de inteligencia de Saddam, quienes consideraron mejor negocio, dar la espalda a su país para unirse a los equipos de la CIA y trabajar para los nuevos amos, tal como lo aseguró el ex jefe de la agencia Vincent Cannistraro (The American Prospect. “El resurgir de Fénix”. http://prospect.org/article/phoenix-rising )

A la par de estos siniestros elucubradores, sus colegas militares quienes son en la vida real, una competencia que muchas veces se chocan en los escenarios donde actúan, median y pronosticaban cual sería la reacción de la sociedad iraquí ante su presencia y como tocar los cables correctos para desarticular las lealtades que existían entre la población para con Saddam Hussein y el partido Baas.  Para ello contaban con la colaboración de traidores políticos, milicias pro-iraníes como la organización “Badr”  y criminales locales que paga mediante y las promesas de un sitial en el gobierno que se erigiría, prestarían su ayuda para que los norteamericanos pudieran moverse dentro de las callejuelas suburbanas de Bagdad.

Apenas los tanques norteamericanos rodaron sobre las calles de Bagdad en aquel 9 de abril de 2003, comenzaron a trabajar las células de delincuentes que habían sido entrenados meses antes por estadounidenses y británicos en campamentos secretos en Jordania y que operarían como los primeros “Escuadrones de la muerte” que sembrarían el terror entre la población. Su misión era ir a la caza de los principales jefes y representantes del partido nacional Baas sin importar a cuantos tuvieran que matar para conseguirlo.

Pese a los daños que causaron y la brutalidad puesta en marcha, no lograron concretar sus propósitos.

Para cuando los estadounidenses desembarcaron, ya tenían preparada una política de eliminación y cooptación que debería disolver a las FFAA, la policía y los organismos de inteligencia iraquíes y colocar en su lugar estructuras con funcionarios de partidos opuestos al Baas sin importar que ellos fueran pro-iraníes (Iraqsolidaridad. “Irán gana influencia y poder en Iraq a través de las milicias”.  Por Tom Lasseter. http://www.iraqsolidaridad.org/2004-2005/docs/ocup_20-12-05_3.html ). Lo imprescindible era que fueran eliminados los elementos baasistas o cualquiera que resistiera la presencia extranjera.

Al mismo tiempo y unas semanas después y cuando los norteamericanos recién estaban armando la infraestructura de la Zona Verde, comenzarían las primeras escaramuzas con grupos irregulares de iraquíes que, organizados en la clandestinidad, proclamaban por videos subidos a internet ser la “resistencia armada” contra la ocupación. Pese a que los voceros militares trataron de minimizar estos hechos, los mismos se fueron multiplicando, y ello llevo a crear tensiones irremisibles entre la administración de George W. Bush y el Pentágono (Iraqsolidaridad. “La resistencia iraquí fractura las relaciones de Bush con el ejército norteamericano”. Por Abid Mustafa. http://www.iraqsolidaridad.org/2004-2005/docs/mustafa_30-06-05.html )

Esto hizo inviable que pudieran estar en el terreno sin pagar duras consecuencias. Fue allí que los cerebros de la inteligencia militar y sus colegas de la CIA implementarían el arma secreta (contrainsurgencia), que ya había sido usada en Afganistán en la década de los ochentas y que (deliberadamente) salto al conocimiento público con los ataques en Kenia y Tanzania en 1998; ella era, “Al Qaeda” con un supuesto origen iraquí. Pero incluso eso fracaso. Su organizador Abu Muzab Al Zarqawi, enviado para crear controversia en enfrentamiento entre los grupos de la resistencia, cuando no sirvió más, fue eliminado por los propios norteamericanos.

Lo que Zarqawi y su grupo no lograron, lo hizo el sistema de prisiones administrado por EEUU (entre ellos Abu-Graib) donde se torturo y asesino sistemáticamente a los iraquíes. Allí no solo se detenía y torturaba a hombres y mujeres por sádico placer, sino que, con la participación de médicos y psiquiatras contratados por la CIA como los doctores James Mitchell y  Bruce Jensen (entre otros) se experimentaba con dolorosos métodos de lavado de cerebro, choques eléctricos, privación del sueño, meter comida por el recto, sodomización de hombres y mujeres, ahogamiento submarino  y el chantaje, se manipulaba las mentes de los desgraciados para que, una vez acondicionados,  sirvieran a los propósitos de los norteamericanos. Destruir la psiquis del prisionero era la meta de estas prácticas aberrantes y llevarlo a los extremos de la desesperación.

En estas redes de prisiones se crearon tal vez cientos o miles de “zombies” que, una vez liberados, estarían al servicio de las células de la CIA y aliados que operativos aún hoy en la clandestinidad, siguen colocando bombas en lugares públicos de Bagdad. He aquí lo que los norteamericanos querían decir “ganar la mente y los corazones de los iraquíes”.

Sumado a ello, la desinformación y el constante radiar de una propaganda engañosa por parte de los medios occidentales sobre una supuesta guerra sectaria para tapar la realidad de una resistencia en auge, que no les dio tregua hasta su salida en 2011.

Al día de hoy no se puede conocer el grado de daño que ha causado esta ingeniería siniestra y cuán importante ha sido éste para perpetrar actos tan violentos como irracionales (como los coches bomba en medio de una multitud o inmolaciones en los  mercados). Sin lugar a dudas y a la distancia,  con estas aberrantes manipulaciones al mejor estilo nazi, el factor “ISIS” surge como un ente aglutinante claramente funcional,  un elemento creado y plantado deliberadamente para absorber a estos “muertos vivos” y moverse con relativa simpatía en una sociedad  mansillada y que fue inoculada con los venenos de la desesperación y terror.










martes, 18 de julio de 2017

EN LA MIRA





 “EL OBSTACULO
FRANCISCO”

Para muchos el Papa Francisco ha sido una bocanada de aire fresco para la Iglesia Católica y con variadas muestras de su manejo ha sabido causar temblores en las bases mismas del Vaticano y de varios gobiernos del mundo ¿Se ha convertido en una molestia para los poderes centrales?



Por Charles H. Slim
Tal vez haya pasado desapercibido para el común de la gente, cuáles fueron todos los temas que abordaron el presidente Donald Trump en su entrevista con el Papa Francisco en el Vaticano en mayo último. Para muchos, un encuentro muy esperado y para otros solo una mera formalidad de Washington para tratar de congraciarse con un influyente actor político como lo es sin dudas el pontífice. Pero a pesar de lo importante de aquel evento, muy poco salió a la palestra de lo que realmente se trato. 
Solo salieron a traslucir las excentricidades del mandatario norteamericano que está llegando a ser tan o más cómico que su imitador el actor Alec Baldwin.

Pese a esta minimización, la visita tuvo un fuerte componente político. Francisco no fue precisamente un anfitrión flemático y acomodaticio. Según lo han dejado entrever algunas fuentes, tuvo para con el mandatario norteamericano, duros conceptos en lo que respetaba a sus políticas internacionales y en particular, en el apoyo que su administración le estaba (y le ha ratificado últimamente) propiciando a Arabia Saudita para sus políticas la región del Medio Oriente.

Solo para rememorar algunos pensamientos del Papa con respecto a  las políticas de Trump, a mediados del mes de febrero de 2016 el pontífice no tuvo ningún empacho en señalar que “un hombre que solo piensa en construir muros….y no construir puentes, no puede ser cristiana”. La referencia del Papa se debió a la promesa de Trump de construir un muro con la frontera de México, proyecto por cierto que se halla en marcha.  Aquella expresión le valió la réplica de un Trump enfurecido que por Twitter le respondió que sus comentarios “eran vergonzosos”.

Pero eso no era todo. Casualmente Trump venía de su visita a Medio Oriente en donde entre otros, se había reunido con los gobernantes de La Casa Saud de Riad Arabia Saudita, una nación que no solo no tiene relaciones con el Vaticano sino que se hallan históricamente enfrentados por cuestiones que van desde lo religioso hasta llegar a los actuales acontecimientos políticos que sacuden a la Península arábiga y más precisamente por la inhumana agresión de la cual es blanco Yemen. 

Precisamente en aquel encuentro Trump y sus pares saudíes quedaron plenamente satisfechos en los lineamientos que ambos trazaron para la región teniendo como principal mira, correr a Irán de sus ambiciones en la región (Foreing Affair. https://www.foreignaffairs.com/articles/saudi-arabia/2017-03-16/trump-and-saudi-arabia ) algo de lo cual, el Papa no coincide para nada. Es más, Francisco ha reconocido que más allá de las injurias sobre la república Islámica y toda la presión mediática que hay en torno a ella, hay una nación que no ha agredido a nadie.

Además que esto no le cayó en gracia a Tel Aviv, tampoco agrado a Donald Trump quien entre otras cualidades de su carácter, cuenta con un rasgo de “gangster psicópata” que seguramente lo llevó a ponerse al Papa entre las cejas.

Aunque las elites políticas y militares en Washington desdeñen el peso político del Vaticano, en el fondo saben que una abierta y puntual oposición intelectual a las maniobras que realiza EEUU en el mundo, horada aún más su paupérrima imagen ante el mundo y obstaculiza en gran medida sus objetivos diplomáticos. Los asesores de inteligencia y los militares saben que el Vaticano no tiene bombas o un ejército con cuál amenazar a sus intereses, pero tiene un arma mucho más peligrosa que  es la voz de la persuasión que agita el interior de las almas de sus creyentes sembrando en ellos la duda y creando molestos objetores de conciencia.

No es un factor mínimo o intrascendente. Cuando el Papa habla para miles de almas presentes en la plaza de San Pedro y expone entre otras, las barbaridades que ocurren en el mundo, los latrocinios y las masacres en Siria, Libia, Iraq y Palestina que propician los grandes vendedores de armas y sus traficantes, los cuales a su vez son los que inyectan el dinero  financiero en Wall Street, tanto en Washington como en Tel Aviv sus funcionarios se aflojan sus corbatas.

Aunque Francisco pareciera que no ha podido –pese a sus audaces intentos- cambiar el Status Quo imperante en la ciudadela santa, lo cierto es que ha sido el más revolucionario de los pontífices que han pasado por su puesto. Demasiado osado para el Stablishment romano, hundido en el fango de la más terrenal corrupción que cualquier hombre mundano vive por estos días.

Otro detalle que no puede pasarse por alto es su condición de “jesuita”, un rango que además de especial, encierra una larga tradición en sus conocimientos y estudios sobre todo lo que haga tanto a los temas religiosos como de la política terrenal.  En resumen, el Papa Francisco no es ningún tonto y su particular personalidad confrontativa lo vuelve una molestia para los señores de los negocios y la muerte.

Y no precisamente porque conmueva las almas de aquellos señores. Cuando un personaje como el Papa reúne estas condiciones y muestra una personalidad firme ante los eventos de la realidad, pone en riesgo el curso de los millonarios negocios que se mueven en rededor de todo lo que tiene que ver con los intereses geopolíticos de las potencias en los cuales, se ven inmiscuidos los más retorcidos negocios como son el tráfico de drogas, el secuestro de niños para usarlos como combatientes, prostitución o proveer órganos frescos y el tan denunciado negocio de las armas.

Sin lugar a dudas que las credenciales éticas y morales de Francisco son impecables, pero se halla al frente de una organización que está repleta de pecadores y vicios que la dejan expuesta a las retaliaciones y manipulaciones que pueden conllevar a chantajes tanto económicos como políticos que ponen en riesgo sus propia gestión, que vale la pena recordar, no ha estado exenta de desagradables sorpresas. 

La última de aquellas ha sido sin dudas el escándalo del Consejo para la Doctrina de la Fe que involucra al cardenal australiano George Pell, a Monseñor Capozzi  y otro grupo de sacerdotes del Vaticano agarrados in fraganti en una orgia de sexo gay y drogas que volvió a causar un dolor de cabeza en Francisco quien no termina con las sorpresas desagradables a las que tiene que explicar ante sus feligreses.

Aún no ha trascendido como llegaron los Carabinieri a caer en el momento justo en que se realizaba aquella fiesta negra, pero no caben dudas de que recibieron una ayuda importante. Algunos están sospechando que la policía italiana fue guiada por una fuente anónima que en realidad seria la cobertura de una agencia de inteligencia exterior que, más que buscar hacer cumplir la ley,  quería causar el efecto mediático que se ha logrado y dejar al Vaticano y al Papa en un nuevo escándalo ¿Acaso ha sido con la ayuda de los poderes molestos con el Papa?