sábado, 14 de diciembre de 2019



“ESTRATEGIA MEJORADA”
La llamada “guerra contra el terrorismo” no es más que una excusa para disfrazar tácticas y planes estratégicos subversivos desplegados globalmente por  las potencias ¿Quién podrá controlar esto?

Por Dany Smith
 Cuando varios autos bomba estallaban en medio de multitudes y comercios del centro de Kabul, el Comando de las fuerzas ISAF lideradas por EEUU por intermedio de sus voceros y de los “Mass Media” no dudaron en acusar al “Taliban” y a sus aliados de “Al Qaeda”. Tan pronto como el “Taliban” desmentía estas acciones, se presentaban ante los afganos una nueva fuerza que supuestamente venía a rivalizar la interpretación del Islam y su supuesta resistencia a los invasores de la OTAN. Era nada menos que el “Estado Islámico” subsidiaria afgana, algo que enseguida despertó sospechas no solo en los “Taliban” sino también en los mismos habitantes afganos.

Tal como se comprobó en Iraq, la operatividad de contratistas privados para trabajos sucios, el “ISIS” o también llamado “Estado Islámico” demostró ser una creación, un monigote de las agencias de inteligencia occidentales (incluido Israel) con la cooperación financiera y de recursos humanos de algunas monarquías del Golfo, para contrarestar a la resistencia iraquí tras la invasión de 2003 y luego para subvertir la estabilidad de Libia, Siria y Yemen con los resultados que ya conocemos. Hoy a la distancia pueden verse los objetivos que se buscaron en esa región y la funcionalidad que actualmente tiene este engendro con el despliegue de la táctica de los “lobos solitarios” en sus ataques esporádicos en Europa.

Fue por ello, que la repentina aparición de la agrupación “Estado Islámico” reclamando un Califato en la provincia de “Khorasan” en Afganistán y al mismo tiempo atacando al Talibán, despertó sospechas entre los mismos afganos de que estaban lidiando con los mismos enemigos de la OTAN pero mediante el desarrollo de una de sus tácticas engañosas que se hartaron de usar en Iraq y Siria.  Estas sospechas fueron concluyentes tras las últimas victorias obtenidas  por el Taliban sobre esta franquicia descubriendo al capturar varios combatientes, su origen caucásico –no árabes ni musulmanes- muy bien aprovisionados con equipos y armas occidentales.

Como se puede ver este tipo de lucha sucia no se limita al Medio Oriente o Afganistán.Hay una lucha cruenta y subterránea que involucra a todas las potencias mundiales tratando de eliminarse mutuamente, para cortar las influencias que cada una de ellas trata de ganar en toda Eurasia. Nada nuevo en la estrategia de las guerras contemporáneas.  Durante toda la “guerra fría” (en el siglo XX) entre el bloque del mundo libre liderado por EEUU y el bloque de la Unión Soviética nunca hubo un enfrentamiento directo y oficial entre ambas fuerzas convencionales, dado que ello hubiera devenido inevitablemente en una catástrofe global. Esto es algo que los mismos académicos militares enseñan de continuo.

Pero eso no significaba la paz ni mucho menos, el no enfrentamiento. 
Además de valerse de terceros países para dirimir conflictos de dominio y control de regiones ambicionados por estos bloques, ambos desarrollaron sus propios programas de creación y apoyo de estructuras subversivas tendientes a conseguir los objetivos que no podían lograrse en una pelea abierta. Se trata de lo que hoy se conoce como “guerras proxies” que no son más que luchas que llevan a cabo grupos de mercenarios que, reclutados por subsidiarias de las agencias de inteligencia, responden a la estrategia de una potencia que desde las sombras los controla.

La subversión como táctica es tan vieja como la misma guerra pero los cambios que se han ido dando en su instrumentación, revelan un interés preponderante de los estados involucrados en que aquella se vuelva más sofisticada y difícil de detectar. Cuando Israel por la década de los sesentas no podía controlar la militacia nacionalista de la OLP liderada por el carisma de Yasser Arafat, el (policía secreta) “Shin Bet” y el “Mossad”israelí  idearon fomentar la religiosidad y la  militancia entre los musulmanes palestinos creyendo que los jóvenes abandonarían la idea de liberar Palestina por una vida espiritual. Ello no solo fue un error sino que, tras haber ayudado a que esa militancia floreciera, cuando pretendieron manipularla incentivando el activismo religioso que dio nacimiento a la organización “Jihad Islámica” (dándole armas, explosivos y fondos) para que rivalizara contra los laicos de la OLP, aquellos pusieron como primera y sagrada meta, combatir a Israel hasta el fin.

Los niveles de “subversión” pueden graduarse, dependiendo del país o región objeto de estas tácticas. En la década de los sesenta y setenta America Latina la subversión fue a dos bandas, estando involucrados tanto la URSS como los EEUU tratando de controlar al continente. Cuba y más tarde Nicaragua serían los representantes de la estrategia de la URSS en el fomento de algunos focos insurrecionales marxistas, mientras que Washington utilizaría las instituciones establecidas de los países para sentar, mediante gobiernos militares, su política de “seguridad nacional” ante una amenaza intercontinental comunista.  Dentro de ese escenario, guerrillas marxistas atacaban gobiernos militares colocados por Washington y la CIA y agencias aliadas como el “Mossad” israelí, proveían de personal de asesoramiento y armas a grupos de tareas que asesinaban y hacían desaparecer sospechosos de simpatizar con los rebeldes.

Actualmente el desarrollo de esta estrategia ha quedo al descubierto. 
Obviamente ello incomoda a Washington y hay que tratar de explicar lo inexplicable. Para los intelectuales angloestadounidenses, Rusia uso la “subversión” para quedarse con Crimea, sustentar la autonomía del Donbass en el este de Ucrania y controlar Georgia. Pero hay un detalle que los académicos estadounidenses no reparan, y es que en estas acciones Rusia tiene involucrado intereses históricos propios que le ligan a estos países.
Por el contrario, las acciones subversivas de EEUU y sus aliados de la OTAN no solo están fomentadas fuera de sus fronteras y van contra intereses ajenos sino que se han sustentado incluso, en el uso indiscriminado del terrorismo. El programa GLADIO de asesinos y grupos secretos para ejecutar “tareas especiales” dentro los países de la OTAN y del “Ejército musulmán”-facilitado por la cooperación de los Hermanos musulmanes-  para operaciones en el Mundo islámico (especialmente en Iraq) es algo muy difícil de explicar.

En realidad nunca se dejo de utilizar esta táctica y mucho peor, se ha ido acrecentando su uso desde 2001, para lo cual hay que preguntarse  ¿Cuáles han sido sus objetivos más prominentes en los últimos veinte años? Claramente –a los objetivos geopolíticos-, la obtención de fabulosas ganancias dinerarias para la industria armamentística y las Corporaciones tentaculares ligadas a la explotación del petróleo y el gas.

lunes, 9 de diciembre de 2019




“TEL AVIV LLAMANDO”
¿Cambiara Buenos Aires su política exterior alineada al eje Washington-Tel Aviv? La posible eliminación de Hesbollah de la lista de organizaciones terroristas creada por el presidente Macri  ¿Es un signo de cambios que fastidian a Israel?

Por Charles H. Slim
Mucho antes de que Macri perdiera las elecciones, el gobierno de Netanyahu ya estaba preocupado por mantener alineada a la Argentina en su agenda geopolítica para la cual necesita en forma imperiosa cortar definitivamente los lazos políticos y sociales que existen en la región con Irán y la organización libanesa el Partido de Dios “Hesbollah”. Ciertamente que Macri y su coalición de partidos que mayoritariamente simpatizan con Israel (y ello significa convalidar sus políticas y no criticar sus crímenes), no era una preocupación pero, tras el revés electivo del día 11 de agosto, esto cambio y los sionistas que se encargan localmente de mantener las sospechas y el odio hacia Irán y los musulmanes en general, apresuraron el paso.

Bajo el argumento jamás comprobado de que “Irán” y “Hesbollah” estuvieron implicados en los atentados de 1992 y 1994 en Buenos Aires, los sectores sionistas argentinos que responden a la DAIA y a la embajada de Israel los cuales al mismo tiempo reportan en última instancia a Tel Aviv, presionan a los diversos sectores de la política y los medios argentinos para despegarse de las causas árabes, en particular la palestina.

Uno de los argumentos que se han utilizado para tratar de presionar al último gobierno de Cristina Fernández y manipular a la opinión pública argentina es la acusación de haber firmado un memorándum de entendimiento con Irán, como si ello hubiera sido parte de un plan de encubrimiento cuando se sabe que éste es un instrumento que se utiliza constantemente para establecer acercamientos y acuerdos entre estados.

La mala fe y el activismo pro-israeli ha sido patente en esto y es en donde se ve la mayor aversión de la militancia sionista local contra CFK y el peronismo en general. En realidad el sionismo siempre aborrecio al peronismo y supo sacar partido de ello dentro de la vida política argentina. 
Con su poderosa influencia financiera que se extiende a los medios y parte de la cultura argentina, siempre ha tratado de retratar a Juan Domingo Perón como un dictador o incluso a referirse al peronismo como  una ideología fascista.

Cuando Carlos S. Menem llega al poder en 1989 la militancia sionista local y la de Israel tuvieron una grata sorpresa al ver como un gobierno peronista estrechaba lazos con el estado de Israel en particular en ciertos campos de interés para Tel Aviv. Cuando el dinero corre y los negocios son buenos poco importan las ideologías, un pragmatismo del cual Israel tampoco escapa.

Desde aquel entonces, la influencia de Tel Aviv dentro de la política exterior argentina fue en aumento. Tras los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y la mutual AMIA en 1994 en Buenos Aires aquella injerencia se incremento a niveles inimaginables (en especial en las áreas de inteligencia) sin que ningún gobierno hasta hoy día haya podido controlar esto. La peculiar situación interna que vivía Israel en aquellos momentos nunca quiso ser pesquisada y varios de los elementos que no tenían explicación fueron continuamente rehuidos de mencionar pese a que explicarían con notable claridad la fuerte pugna política entre los extremistas sionistas y los moderados especialmente, los liderados por Yitzak Rabin. Los atentados además de enlodar las tratativas con la OLP, fueron la excusa perfecta para plantar su agenda geopolítica contra Siria, Líbano e Irán y al mismo tiempo sembrar el temor en la población argentina a la indefensión ante nuevos posibles ataques del “terrorismo internacional”.  

Durante años los “especialistas” que adhieren a posición política israelí y obviamente de Washington, ha clamado que el único responsable por el terrorismo internacional eran los árabes y los fundamentalistas islámicos llamados durante los años noventas como “integristas”. Pero ello en sí, además de una clara muestra de islamofobia, era una falacia. De la forma que se expone el tema, trataban –y aún algunos insisten- de acusar como creadores y responsables de este “fenómeno” a los árabes o a los musulmanes aprovechando las circunstancias de conflictos determinados. 
Pero ciertos eventos contemporáneos han dejado en claro que ello es falso y que incluso, el “terrorismo” no es una ideología ligada a lo islámico –como han tratado de presentarla desde 2001- sino una táctica de guerra usada incluso por EEUU e Israel.

Cuando la antropóloga Sabrina Frederic, quien será la próxima ministra de seguridad de la nación aseveró que el terrorismo es una cuestión impuesta por EEUU y la OTAN, los sionistas locales y sus personeros en Israel no tardaron en contragolpear.  Inmediatamente salio a la  palestra el Director 
Adjunto para América Latina y el Caribe de la cancillería israelí Modi Eprahim a “sugerir” que había que continuar con lo decidido por el gobierno de Mauricio Macri, revelando una clara intromisión en la política exterior argentina. Como es de costumbre y para tratar de convencer a una población aún muy desinformada sobre los problemas de Oriente Medio y en particular lo que se esconde detrás del terrorismo, los medios y algunos de sus más conspicuos voceros reeditan la culpa y el miedo acusando a estos puntos de vista y a quienes lo exponen como “antisemitas”, algo que como ya se sabe es totalmente irreverente y falso.

Pero en el caso puntual de la postura de Frederic y sabiendo que será una funcionaria del nuevo gobierno argentino, estos sectores se limitaron a tratar de dividir el espectro político del peronismo, señalando con la acostumbrada cizaña que estas expresiones son parte de la doctrina de “sectores del Kirchnerismo”  o “marginales”, como una forma de desacreditar este tipo de posturas.

Las inquietudes de Israel y sus partidarios radico en un trascendido en el cual supuestamente Alberto Fernández habría dicho que eliminaría el decreto que había sancionado Macri, a la zaga de Washington y Tel Aviv creó una lista de organizaciones terroristas entre las que se incluyeron a “Hesbollah”. Desde el puento de vista de las constancias de las causas judiciales (en particular de la AMIA) no hay un solo elemento comprobado y cierto que señale aquello; lo único que existe son los “informes de la CIA y el Mossad” que fueron pacíficamente incorporados en el gobierno de Néstor Kirchner sin que aquellos aportaran ninguna referencia que conduzca a pruebas tangibles que verifiquen los mismos.

Por supuesto que este trascendido ofusco al mismo Donald Trump (un sionista efusivo) y a sus serviles sectores del Lobi sionista que operan en conjunto con los neocon desde dentro del Congreso estadounidense. 
Algunos señalan que la imposición de aranceles para la importación de acero y aluminio argentino podría estar influida por estos trascendidos de un gobierno izquierdista que muy poco simpatiza a Trump y al Establishment en Washington, aunque no hay que olvidar que también se halla en la lista de los afectados el admirado Brasil de Bolsonaro aunque –hay que remarcarlo- ha demostrado ser un sionista con aspiraciones para que Israel opere en la región desde su país.

Pero lo cierto es que, las acusaciones contra la república Islámica de Irán y la organización de resistencia libanesa “Hesbollah”, solo tienen meros sustentos mediáticos difundidos por ciertas empresas de medios y periodistas con ascendrada militancia para la embajada de Israel. Tratando de tocar las fibras emotivas del colectivo argentino (buscando sembrarles culpa), no tardaron en sacar a la palestra las declaraciones de algunos familiares de las victimas de estos atentados pero no diciendo nada, de lo que piensan y han declarado públicamente muchos otros familiares sobre esta tesis.

En conclusión, se puede ver que pese a los intentos por presionar  manipulando a la opinión pública con tácticas lacrimógenas y falacias discursivas, estimamos que el presidente entrante Alberto Fernández no será tan necio de caer en estas tretas y menos aún, creer como lo hizo Menem, que obtendrá algún beneficio de alinearse con este tipo de imposiciones que se enmarcan en una guerra absolutamente ajena a los intereses de su país.