viernes, 16 de diciembre de 2016


EN DEBATE



ALEPO EL FRACASO DE WASHINGTON”

Tras el exitoso acuerdo llegado entre Moscú y Ankara para desalojar pacíficamente a los grupos que ocupaban el este de Alepo, Washington entra en Shock




Por Charles H. Slim
Tras varios años de ocupación de la ciudad comercial más importante de Siria, el ejército árabe sirio y sus aliados con el apoyo táctico de las fuerzas aeroespaciales rusas han logrado prácticamente limpiar la totalidad de la ciudad de Alepo salvando con ello a miles de ciudadanos que se hallaban atrapados como rehenes de los grupos armados que venían siendo respaldados por Arabia Saudita, Qatar, Turquía quienes a su vez se hallan dirigidos por los lineamientos políticos y apoyos militares de Washington. La gestión Obama lo ha hecho todo por tratar de revertir esa situación; inclusive dio estrictas ordenes a su secretario de estado John Kerry para que aplace cualquier tipo de acuerdo con su homologo ruso y de esa manera se ganara tiempo para oxigenar a los grupos mercenarios acorralados en el este de aquella ciudad.

Para la prensa alineada a la propaganda estadounidense los mercenarios son “rebeldes” y sus acciones están enmarcadas en una “rebelión contra el régimen” algo que a la altura de las circunstancias surgen tan increíble como insultante para la tragedia que viven los mismos sirios, víctimas de una componenda financiada y dirigida desde el exterior y ejecutada por miles de manos alquiladas y extensas columnas editoriales pagadas con los dineros que aportan estos mecenas de la muerte.

Estos especialistas del engaño hicieron hasta lo imposible por tratar de ensuciar la realidad en Alepo, tratando de endilgar la calamitosa situación y las muertes de civiles al “régimen de Assad”. Este punto de vista tan molesto para Washington no solo surgen de medios rusos o independientes, sino también de investigadores norteamericanos como Michel Chossudovsky y Stephen Lendman quienes mediante medulosos artículos, argumentan sobre lo que la Casa Blanca ha venido ocultando bajo el tapete ( globalresearch.ca. http://www.globalresearch.ca/fake-news-on-aleppo-liberation-western-media-lies-and-fabrications-the-words-terrorists-or-al-qaeda-are-not-mentioned/5562356 ) Incluso, el mismo Ban Ki Moon ha participado desvergonzadamente de estas maniobras lo que deja a las claras que tarde o temprano, deberá haber un profundo cambio en Naciones Unidas o su definitiva desarticulación.   

Ante esto Washington jugó sus últimas cartas y ya sin la posibilidad de prestar asistencia  a los reductos de mercenarios cercados en el sudoeste de Alepo, tras despejar una amplia zona del este para que el “Daesh”  moviera libremente refuerzos desde Mosul para atacar Palmira, busco en el campo diplomático generar una treta usando el Consejo de Seguridad que finalmente no funcionó (v. Red Voltaire.org. http://www.voltairenet.org/article194546.html )

Incluso y como última alternativa, impulso a que los gobiernos árabes implicados en esta conspiración, fueran a prácticamente rogarle a Vladimir Putin que detuviera su intervención militar y declinara su apoyo político al presidente Bashar Al Assad, esgrimiendo falsamente su preocupación por los sufrimientos que soportaba la población civil a manos de las fuerzas de su gobierno. Pero el Kremlin está al tanto de lo que ocurren en Siria y era evidente que lo que querían decir estos emisarios encubiertos de la Casa Blanca y de Bruselas era simplemente “por favor, salvemos a los terroristas” entre los cuales se hallan los de la banda Nour Al Din Al Zenki que además de haber sido los autores de la decapitación de un  niño palestino de 12 años, es una de las agrupaciones que recibe el apoyo directo de la CIA.

Simplemente para el 14 de diciembre, todo se acabo para las bandas de “Al Qaeda” y el “Jabbat Al Nusrah” y sus grupos afines. Rusia les emplazó a la siguiente opción: rendirse y evacuar sus fuerzas fuera de la ciudad o prepararse para ser eliminados. Finalmente las negociaciones conjuntas entre Moscú y Ankara hicieron entrar en razón a los mercenarios quienes optaron por salir de la ciudad para dirigirse a Idlib bajo salvo conducto de no ser atacados.

La importancia de Alepo es preponderante. Es un nudo comunicacional para acceder a todo el centro norte del país y es por ello que su pérdida causara un fracaso estratégico no solo para los peones que combaten en el terreno sino también, para los planificadores que son quienes desde Washington han venido digitándolo todo. Tan importante es dicho enclave que había que hacer algo urgente por distraer a las fuerzas que se concentraban en ese lugar; y en este sentido ¿acaso es una casualidad que súbitamente apareciera  una fuerza de combate de 4000 mercenarios del “Daesh” lanzando una contraofensiva sobre Palmira? No solo es increíble que ello sea una casualidad sino que incluso ello es una misión suicida demostrando la desesperación de los “cerebros” que comandan las operaciones desde sus bunkers muy bien equipados en zonas aledañas.

Como verán, todo esto no es gratis. Los seudo-jihadistas que tanto defiende la Casa Blanca no están allí por “el paraíso o la gloria de Allah”; estos tipos son nada menos que mercenarios empleados y entrenados bajo la supervisión de la CIA y militares estadounidenses que nada tienen de “santos” en lo que refiere a la traducción de la palabra “Jihadista” (guerreros santos).  Como muchos investigadores y expertos, todo este embuste que se lo disfraza de “islamistas” busca como efecto colateral, crear una  odiosa oposición a la verdadera resistencia árabe-islámica que encabeza Hesbollah,  verdadero dolor de cabeza y un rival real para las ambiciones de Israel en el Medio Oriente.

Este es uno de los motivos por los cuales e impunemente se ha derramado a litros la sangre árabe siria, iraquí y también la yemení;  pero a pesar de todos los tabiques que han solido utilizar para ocultarse estos instigadores del terror a gran escala, hay señales de que las cosas parecen ir cambiando en forma dramática, tanto que tan solo imaginarlo hace diez años atrás eso era prácticamente una utopía.  Todo el desastre  que ha creado Obama, Clinton, Nulan  y otros funcionarios como McCain  podrían encontrar muy pronto un camino hacia el banquillo de la justicia que  como la espada de Damocles, podría caerles encima como al parecer le estaría por suceder a George W. Bush, Cheney, Condolleza Rice, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz,  Collin Powell entre otros criminales de lesa humanidad por su conocida actuación en la orquestación de la agresión y ocupación contra Iraq   ( GLOBALRESEARCH.ca.  http://www.globalresearch.ca/breaking-george-w-bush-on-trial-saleh-v-bush-in-california-court-on-charges-of-crimes-of-aggression-against-iraq/5560800 )

No creemos que esto sea un mero deseo o el antecedente de un caso extraordinario, para nada. El caso de Iraq reporta a más de un millón y medio de personas que murieron por efectos directos e indirectos de lo impulsado por EEUU y aunque muy convenientemente la ley estadounidense hace responsable a sus mandantes –sin tocar al esado-, el número atroz y las actuales circunstancias que rodean a lo que fue alguna vez un país soberano, hacen cuando menos que ello sea tratado ante una instancia  de jurisdicción internacional e imparcial.


Tal como lo documentan investigaciones independientes, los números de la muerte en la ciudad de Alepo son tan horrorosos como los acometidos contra los iraquíes durante una década de violencia iniciada y alimentada por los ocupantes.  Y qué casualidad, son los mismos actores quienes se rasgan las vestiduras hablando de “derechos humanos”, la “libertad” y la “paz” pero que, en vez de congratularse de la derrota de los terroristas que azotaban a la población civil de Alepo, se ven más bien consternados ante esta nueva realidad ( Globalresearch.ca. http://www.globalresearch.ca/syrian-government-retakes-eastern-aleppo-remaining-islamist-militia-evacuated/5562450 )

martes, 13 de diciembre de 2016

EN LA MIRA          


“LA NUEVA GUERRA FRIA”

Cómo el colapso político interno de EEUU le ha llevado al Stablishment  a reeditar como estrategia una nueva versión de lo que se conoció en épocas de la llamada bipolaridad




Por Charles H. Slim

Para aquellos que aun siguen creyendo en el paradigma político estadounidense y las supuestas novedades en los cambios cosméticos que se dan con sus amañadas elecciones que han colocado a Trump en la Casa Blanca, solo echen un vistazo a lo que está ocurriendo tanto dentro como fuerza de la casa del “Tío Sam”, demostrando que a pesar de las promesas de campaña, “América” no dejará de jugar como lo ha hecho desde aquellas jornadas de la pos guerra a mitad del siglo XX, en donde Washington y Moscú se repartieron el globo para controlar y explotar no solo al mundo sino también a aquel  gran negocio que se movió detrás de la llamada  “guerra fría”.

Amigos, para los que dirigieron y hoy continúan dirigiendo todo aquel asunto que se movilizó con el marco de una abundante y muy diversa propaganda, solo fueron cuestiones de negocios y nada más. La ideología militante del “Comunismo revolucionario” o del llamado “mundo libre” solo era para las masas de crédulos y el marketing que lo acompañaba era pasto para los empresarios de la oportunidad que aprovecharon toda esa parafarnalia,   para ampliar sus negocios plegándose a las políticas que movilizaba –y movilizan- sus altos y únicos  intereses a los cuales ellos son leales: Hacer dinero.

La era Reagan trajo el catapultaje de la carrera armamentística de la alta tecnología que buscaba llevar la guerra al espacio y desde allí regir sobre todo el mundo.  Fue el mismo “Rony” quien tras haber tenido varias entrevistas con los doctores Eduard Teller, G. A. Keyworth  y otros especialistas en misiles balísticos, habría sugerido a sus generales y especialistas en el área de la Defensa, el impuso y desarrollo del ambicioso programa bautizado como “Guerra de las Galaxias” que no era –como pretendieron vender desde Hollywood- un sistema defensivo contra una amenaza extraterrestre sino el desarrollo de un complejo sistema de armas orbitales (de tercera generación) que costaría tan solo en etapa de investigaciones, miles de millones de dólares a los contribuyentes. 

Los ochentas fueron el sumun de esta paranoia que fue constantemente alimentada por la maquinaria propagandística que radiaba del complejo corporativo mediático estadounidense y de su más útil colaborador , la industria del cine, para tratar de fijar la historia a gusto de los intereses que movilizaba Washington.  Pero también el mismo gobierno estadounidense tenía –y sigue teniendo- un esquema de elaboración y despliegue de la propaganda  como una herramienta estratégica para tratar de imponer sus visiones. Tal como lo reveló alguna vez el ex agente de la CIA Philip Agree, la agencia tenía –y sigue teniendo- tres clases de propaganda: La Blanca, la Gris y la Negra.

La Blanca es aquella que es realizada abiertamente y declaradamente originada en agencias gubernamentales estadounidenses (USAID). La Gris es atribuida a organizaciones “ONGs”  o personalidades individuales sin relacionarlos con agencias gubernamentales norteamericanas. Y la Negra es aquella que solo las agencias de inteligencia como la CIA, están autorizadas a realizar. En esta última clase se pueden agrupar todo tipo de operaciones agresivas que incluyen sabotajes, asesinatos, golpes de estado y provocaciones para iniciar guerras.

Para contrarestar la influencia o las simpatías de las masas juveniles con el “Marxismo militante” de comienzos de los años sesentas y setentas, EEUU utilizó estas tres clases de propaganda e incluso las alterno para tratar de potenciar su efecto sobre  la opinión pública.  En el mundo de aquellos años, los movimientos nacionalistas de liberación encontraban muy buena acogida en el ejemplo del Comunismo soviético que se presentaba como el adversario político y militar del imperialismo norteamericano y de sus alicaídos socios neocoloniales. De ese modo Corea, Vietnam y Cuba pasaron a ser íconos de la lucha por la liberación nacional y revolucionaria. En esas épocas poco y nada se podía conocer de lo que realmente pensaban los soviéticos. Todo era pasado por el filtro de la arbitraria interpretación occidental que con claros prejuicios “macartistas”, maldecía mucho antes de que se los tradujera.

Explotar el miedo a lo desconocido había sido -y sigue siendo-  la clave para que las agencias como la CIA, manipularan de constante, la realidad de lo que ocurría tras la llamada “Cortina de Hierro”. De esa manera y engañosamente asimilaron que “todo lo comunista era ruso” y “todo lo que se viera o proviniera del oriente, era potencialmente comunista”.  La literatura fue también blanco de estas políticas manipuladoras en las que pintar una realidad subrealista  y notablemente adulterada como la que se leía en Un yanqui en la corte del rey Arturo o el recordado Dr. Zhivago llevaron a que su autor más tarde se arrepintiera cuando pudo leerlas.  

Pero llegado a 1989 la URSS se tambaleaba como un moribundo y toda aquella estructura de propaganda y contra propaganda –centralizada en el Muro de Berlín- dejaría de facturar con su definitiva caída en 1991. 

Había cambiado el enemigo para los planes estratégicos de Washington y ese mismo año tras haber destrozado Kuwait y parte de Iraq, George H. Bush anunciaba el 11 de septiembre de ese año que había nacido “un nuevo orden mundial” y con él un nuevo enemigo, “los nacionalismos” y “el terrorismo islámico” . 
 De este modo, sin la URSS y con una guerra separatista en todo su anterior territorio, Rusia bregaba por salir de la más absoluta miseria económica, política y social en la que había caído tras escuchar  los cantos de sirena del borrachín Boris Yeltsin quien a su vez, le había abierto la puerta a los intereses financieros externos que, con las vanas promesas de rescate, prácticamente se adueñaron de Rusia.

Toda la década de los noventas fue invertida para ensayar y mejorar las armas que Washington y sus aliados de la OTAN pondrían en  marcha en los nuevos escenarios bélicos que se desatarían a comienzos del nuevo siglo. Actualmente y tras una lenta y progresiva recuperación, Rusia ha ido retomando su lugar en el concierto de la geopolítica internacional que sin estridencias y con modestia fue reconstruyendo un poder similar al que alguna vez tuvo aquella URSS, algo que apenas diez años atrás Washington no consideraba posible.

Aparentemente la propaganda anti soviética había desaparecido por un simple motivo, no existe la URSS como tal. En el mismo sentido la misma propaganda anti comunista no tenía razón de ser ya que esa ideología como estructura organizada  y agresiva solo tiene un solitario exponente en Corea del Norte y no en Rusia. Entonces si la era soviética no existe y el comunismo es un modelo que ha quedado olvidado en los polvorientos anaqueles de las bibliotecas, los cerebros en Washington  y Londres se han preguntado  ¿De qué podemos acusar a Vladimir Putin y a la Federación Rusa para frenar su influencia?

Y es que la mala influencia a la que se refieren estos, se ve materializada en el llamado multipolarismo de la política internacional, concepción que se opone al unilateralismo norteamericano y  que hay que recordar, fue inicialmente promovida por el mandatario venezolano Hugo César Chávez Frías  una bandera que Vladimir Putin (amigo de Chávez) más tarde izó sobre el Kremlin y que hoy forma parte de su geopolítica regional e internacional.

Las preocupaciones de estos rancios sectores, especialmente compuestos por los denominados neocon, el “Tea Party” y los sionistas que se agrupan en los Lobbies del Congreso (quienes tienen muy aceitadas relaciones con la CIA) les ha llevado a resucitar los viejos miedos y a agitar los viejos fantasmas para de alguna manera detener la influencia geopolítica que Rusia y su mandatario han venido teniendo desde al menos cinco años hasta la fecha. Sin rodeos lo que han venido instigando son sentimientos “rusofobos” con clara intensión de establecer aquellas viejas paranoias macartistas del siglo pasado. Los motivos centrales para esta aversión se hallan en los asuntos de Crimea, Ucrania y por supuesto, Siria, pero también por el increíble –e intolerable- avance de la influencia mediática de medios rusos como RT y SPUTNIK que además de ser considerados por el Departamento de Estado norteamericano como parte de la “propaganda rusa”, han desplazado a los dinosaurios conservadores como The Washington post y The New York Times conocidos por operar a favor de las políticas de estado mediante la difusión de noticias falsas. Incluso ante la desesperación por tratar de frenar las filtraciones de tantas noticias inconvenientes, EEUU y las OTAN han puesto en marcha nuevos mecanismos para tratar de cercar la libertad de expresión (v. RED VOLTAIRE.org. http://www.voltairenet.org/article194331.html )

No hay que olvidar que durante la campaña electoral, Trump no dudó en acusar a la CIA de ser una agencia que se había “equivocado muchas veces”, como parte de las causas que habían hundido al país en lejanas guerras interminables, con lo cual no hay que dudarlo, se ganó una mala relación con estos peligroso sectores de estado profundo norteamericano.

Tras la victoria de Donald Trump al que la elite considera como un Outsider de la  política partidocrática  norteamericana y peligroso exponente del populismo llano, se ha ido viendo como estos mismos sectores que apostaban para que Hillary Clinton se hiciera con la Casa Blanca, comenzaran a blandir todo tipo de argumentos –muchos de ellos descabellados- dirigidos a comprometer a varios funcionarios  del electo presidente y a su propia persona, con supuestas influencias financieras y políticas supuestamente apoyadas desde Moscú  por medio de las cuales Trump logró ganar las elecciones.  ¿Y de dónde salieron esos argumentos? Pues de un informe de la CIA en el que acusaba a Rusia de haber manipulado las elecciones mediante el uso de hackers, una versión que además de inverosímil fue rechazada por el mismo director de la Dirección de la Inteligencia Nacional de EEUU diciendo que estos informes “no representaban pruebas evidentes”, conclusión a la que se plegó el FBI.  




domingo, 11 de diciembre de 2016

VETERANOS DE AYER



“ZAFARRANCHO DE COMBATE”

Vivencias en primera persona de un veterano argentino de la guerra del Golfo Pérsico en 1991




Por Dany Smith
Fue sin lugar a dudas una sorpresa inesperada y muy agradable, cuando hace unos meses tocan a mi departamento en Kensington para entregarme una encomienda postal que venía de muy lejos y con ella una carta (algo raro en estos días de internet). En un aceptable inglés, éste camarada hacía llegar sus experiencias y también sus inquietudes ante la dura lucha que siguen por el tan merecido reconocimiento que su gobierno les adeudan. Eran unas doce copias de páginas de un diario de un veterano argentino que participo en las operaciones del “Escudo del Desierto” y de la “Tormenta del Desierto” que tras haber leído nuestros artículos quería compartir algunas de sus experiencias en aquellas jornadas dándolas a conocer por nuestro medio.

A continuación les dejo la traslación de aquella carta de un miembro del destructor argentino “ARA Alte Brown” que llamaremos “J.K.A” para que compartan sus vivencias en primera persona y que se resumen al mes de diciembre de 1990.

“A pesar de los veinticinco años que han pasado, quienes estuvimos involucrados en la guerra del Golfo Pérsico allá por 1991, no  podemos olvidar todo lo que ello conllevo, abandonar nuestros hogares, nuestras familias para zarpar sin órdenes precisas  y aquellas fatídicas jornadas navegando en forma constante durante meses en los navíos de guerra “ARA Alte. Brown” y la “ARA Spiro” de la agrupación T.88 que llevó el pabellón argentino para que flameara en aquellas extrañas aguas del Oriente Medio.

Ponerme a describir las actividades que cotidianamente se realizaban en las embarcaciones puede llegar a dormir al lector, pero no puedo dejar de recordar que en todo momento hasta que llegamos a dicho escenario, todos y cada uno en sus tareas teníamos que prepararnos para algo que, aunque rogábamos que no pasara, intuíamos que podría desencadenarse de un momento a otro sin que estuviéramos al tanto de la realidad de lo que ocurría a ciencia cierta en aquella zona.

En realidad nunca esperamos que las cosas llegaran a donde terminaron llegando; creíamos que las presiones que los americanos y toda la fuerza que habían reunido, incluyéndonos a nosotros, haría desistir a Iraq de abandonar aquel pequeño emirato petrolero que incluso, no sabíamos donde quedaba. Igualmente no tomaríamos conciencia en la que nos metimos hasta que no cruzamos el estrecho de Ormuz. 

Acostumbrados a navegar en las aguas australes o a lo sumo en los cálidos mares del Brasil, no se podía dejar pasar esas grandes diferencias que cuando uno no las conoce solo dice, es algo similar a pero que en realidad cuando las comparas no se parece a nada conocido, y me refiero al calor. Nunca experimentamos un calor como el que vivimos ahí, era simplemente sofocante.

El mes de diciembre de 1990 fue realmente particular. Fue la previa para lo que se desataría el 16 de enero y una pequeña muestra de lo que se desplegaría en medio de una situación de alta confusión y muy poca información que entre otras consecuencias, desataría una crisis de nervios colectiva  que pondría a prueba el carácter de cada uno de los que estábamos en esos barcos y cómo afectaría ello el desempeño en las tareas operativas.

A comienzos de ese mes entrabamos al golfo y nuestra primera impresión fue asombro no solo por el paisaje de esas aguas turquesa repletas de tiburones sino, por el tránsito marítimo incesante y las instalaciones portuarias árabes abarrotadas de embarcaciones que parecían ciudades flotantes. Sin saberlo, estábamos entrando a lo que más tarde sería el escenario de la guerra más cruenta de finales del siglo XX.

Solo como una pequeña muestra de lo que nos esperaba, se ordena que se pusieran a calibrar los cañones “Oto Melara” de 127 mm (si mi memoria no me falla) de las cubiertas y ejercicios de práctica de tiro para todo el mundo con las ametralladoras de 20mm. Si bien los primeros anduvieron espectacularmente, si hubiéramos dependido de las segundas habríamos estado en problemas. 

Apenas entramos la radio informa nuestro primer destino, Emiratos Árabes Unidos. Era una visión espectacular pero por sobre todo era un alivio ya que muchos estábamos ansiosos de tocar tierra aunque más no fuera, para sentir suelo firme. Si no mal no recuerdo, llegamos en los primeros días de diciembre en momentos que se ventilaban noticias sobre una sublevación militar en pleno Buenos Aires, algo que se conoció masivamente por estos lugares como un reguero de pólvora.

Asimismo seguimos con nuestra rutina y a quien no le tocara guardia en esos momentos podía bajar para aunque más no fuese, a fumarse unos puchos y dar una vuelta por las dársenas del puerto de Sarjah. Una de las cosas que me acuerdo y que disipo los nervios que crecían a cada hora era la llegada del correo que traía el Sea Spray era sin dudas el momento que más esperábamos muchos. El resto del tiempo y quien podía aprovechaba la estancia y hacia “pacotilla”.

Otra cosa que me llamó la atención fue saber que había familias argentinas viviendo en Dubai y en el resto de la región  de las cuales recibimos su atención y un inestimable apoyo moral. Solo se conoce esa extraña sensación cuando uno está muy lejos de su terruño y se potencia aun más cuando la incertidumbre flotaba en el aire. Pronto sabríamos o al menos tendríamos una idea de cuál sería nuestro rol en todo el espectáculo que se estaba montando.

El día 11 de ese diciembre las actividades comenzaron temprano.  Los yanquis y australianos  habían llegado con una fuerza de ataque liderada por el portaaviones “USS-Midway” y de solo verlo te daba cosa. Todo el mundo a sus puestos y a partir de ese momento, los nervios de los oficiales que ya estaban crispados, rompieron el techo de lo tolerable y volcaban su “cagazo” en una reunión con el jefe del “D-10” con los subalternos. Igualmente nosotros sabiendo muy bien cómo hacer nuestro trabajo, no tuvimos ningún problema al interactuar con los norteamericanos que además de buques enormes, portaban esos helicópteros que daba la impresión que pesaban diez toneladas.

Desde ese día todo fue ajuste y preparativos. El 13 se rompe la rutina y la actividad comenzó con todo. Nosotros con nuestros modestos recursos veíamos como desde el portaaviones “Midway” salían los F-4 Phantom y sobrevolaban sobre nosotros como parte de esos ejercicios para aceitar la coordinación entre todos los que participábamos. Impresionante era ver a esos gigantescos helicópteros “CH-53” y otros del tipo “Bell” como se suspendían sobre nuestras cubiertas para traslado de personal o dejarnos material informativo. Comunicaciones, maniobras navales y aéreas con nuestro helicóptero y acciones combinadas tuvo a mal traer a nuestros jefes; la tensión fue tal que podías verles llevar el culo entre las manos para no cagarse encima. 
Fue si dudas una prueba de los yanquis para ver que tan capaces éramos.

Con el final del día, vino la calma y el ajetreo por fin termino. Quien pudo irse al catre lo hizo y quienes tuvimos que seguir arreglando algunas cosas no pudimos hacerlo hasta más tarde. A la altura del puerto de Fuyeirah nos cruzamos con el buque de servicio “USS-Walter S. Diehl” para reabastecimiento de combustible.

La rutina siguió y el 21 llegamos a Abu Dabi, donde seguimos trabando en los ajustes operativos y un día después llegan los yanquis y se estacionan junto a nosotros con el “USS-Midway”; simplemente impresionante. Las fiestas ya estaban ahí nomás y para cuando llego el 24, cayó piedra y nos honraron con su visita “Cohan, Romero y Oses” quienes se vinieron a sacar unas fotos con nosotros y a franelear con nuestros jefes mientras nos tuvimos que bancar a los “gallegos” que habían atracado con un destructor atracado cerca de nosotros, donde desde temprano sonó música, luces y mucho alcohol.

Para el 27 llegan los técnicos con los repuestos de la base Espora  para los helicópteros “Alouette”  que llevábamos en los hangares y a verificar al que se había accidentado. Con los repuestos llegaron cartas y encomiendas con algunos videos para ver a nuestras familias. Para todo esto, el ánimo era excelente. Los quince días interminables que vendrían de aquel enero de 1991, marcaría el ascenso de las tensiones y el nerviosismo que no discriminaba entre norteamericanos, australianos, canadienses o italianos”.