domingo, 20 de junio de 2021

 

“EL INICIO DE UNA NUEVA ERA”

¿Qué significara para el mundo lo resuelto entre EEUUy Rusia en la cumbre de Ginebra?


Por Charles H. Slim

El desarrollo de la última Cumbre entre Vladimir Putin y Joe Biden en Ginebra ha dejado entrever que muchas cosas han cambiado y otras van en vías de hacerlo en el actual escenario internacional. No solo las palabras de los mandatarios revelan en donde se encuentra cada uno de sus países sino más bien, sus gestos y las posturas que cada uno de ellos tuvieron al momento de entrevistarse. También quedo en claro, que la prensa occidental en particular la angloestadounidense no logró sembrar las dudas y las suspicacias contra Rusia y China tal como se lo dejaría entrever el mismo mandatario ruso en una entrevista concedida antes de la cumbre a la cadena estadounidense NBC News.

Biden venía de reunirse con sus colegas de la OTAN en Bruselas y particularmente con los británicos en la cumbre del G-7, con lo cual quedaba claro que era el portador de una visión colectiva que trataría de imponer a su interlocutor ruso.

Pese a que la cumbre transcurrió en un ámbito de cordialidad, no hay que olvidar que la relación bilateral se ve trabada desde que Washington aumento las sanciones comerciales, agravadas por los insultos de Joe Biden contra Vladimir Putin que culminó con el retiro mutuo de sus embajadores. Pese a ello, primó la cordialidad, aunque eso no obstó a que se mantuvieran las discrepancias y hasta en algunos temas puntuales, cierto aire de advertencias rayando en amenazas cruzadas. Antes tenemos que ponderar donde esta parado cada uno para ver como puede evolucionar esta relación.

Entre el final del siglo XX y comienzos del actual se fue montando y ejecutando un extenso plan geopolítico y estratégico diseñado en Washington con la expectativa de consolidar el Nuevo orden fundado por el entonces presidente George H. Bush en 1990 por la vía de la hegemonía global instaurando el caos y la inestabilidad en la periferia de sus adversarios. Sin un rival como la URSS no había límites posibles para las aspiraciones de Washington y fue así como sus Think Tanks bajo la influencia de sionistas como Paul Wolfowitz (quien en 1993 trazó la idea en un paper), Richard Perle, Donald Rumsfeld entre otros comenzaron a trazar los lineamientos de un ambicioso plan global denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (The project for the New American Century -PNAC-).

Con ello, los neoconservadores y sus aliados sionistas (pro-Israel) establecerían cien años de prosperidad (controlando y usufructuando rutas comerciales y los recursos energéticos de los países en la mira) para la economía norteamericana que obviamente, solo los beneficaría a ellos. Pero ese plan no funcinaría sin una crisis político militar de alcance global. Fue por ello que los ataques del 11/S en 2001 fueron tan inexplicablemente convenientes para justificar a posteriori la creación de decenas de agencias de inteligencia, equipos especiales para operar en el exterior, grupos de poder (como el NEPDG National Energy Policy Development Group, de Dick Cheney) y beneficiar a emporios particulares (como Halliburton, EXXON, Hunt, Hillwood, Texaco y muchas otras) con las intervenciones bélicas en Asia central y el Medio Oriente y de las cuales -impulsados a posterior por la administración demócrata de Obama y Biden- se fueron escindiendo otras secuelas como fueron la intervención y destrucción de Libia, la agresión contra Siria y la aparición del bulo “Estado Islámico” en Iraq para consolidar los planes de ese “Medio Oriente Ampliado” pergeniado por el Pentágono y la secta neocon.

En ese interludio temporal, EEUU creía que no tenía oposición para imponerse. De hecho, quedó claro que no la había y como se vió, a la vista impertérrita de Naciones Unidas aplastó sin misericordia tanto a Afganistán en 2001 como a Iraq en 2003 para paso continuado tratar de crear circunstancias similares (con la instigación de Israel) para intervenir militarmente en Irán. Igualmente, no obtuvo los resultados esperados y ello lo arrastro a las actuales consecuencias como es el rotundo fracaso por destruir a Siria (que significa el fracaso de Arabia Saudita) y con ello la perdida de su hegemonía en la región.

Hay hoy día una nueva constelación de actores internacionales, de potencias podemos decir, son las que se disputan el dominio global. El Reino Unido por ejemplo ha comenzado a dar los primeros pasos para recuperar su potencialidad sin depender de los EEUU y eso es algo que en Washington ya acusaron recibo. Esta es la foto que se vió en la cumbre del G-7 y en la cual EEUU no es más que otro de estos actores. Incluso pareciera una curiosa similitud la personalidad y las gesticulaciones del presidente Biden y el estado actual de los EEUU. Pero el 16 de junio en Ginebra el mandatario norteamericano estaría solo y tendría de alguna manera, que intimidar a su par ruso, algo que no se vio en la entrevista que ambos tuvieron.

Pero las expectativas de Biden ya habían sido reveladas anteriormente. Fue el 3 de mayo, antes de que se reuniera la cumbre del G-7, los cancilleres Anthony Blinken del Departamento de Estado norteamericano y su colega británico Dominic Raab aseveraron en rueda de prensa que la cumbre tendría como uno de los objetivos, ponerle límites a Rusia y a China, aunque como lo han comentado algunos especialistas eso no se vio en la cumbre del grupo. Pero más allá esta declaración conjunta y de las bravuconadas previas de Biden contra su par ruso, en Ginebra se lo vió nervioso y poco preparado para encararlo frente a frente, algo muy diferente en el gélido Vladimir Putin quien como lo había anticipado y pese a esas imposturas personales, dejó en evidencia que no dejará de bregar por el buen entendimiento y las buenas relaciones en el marco del respeto al derecho internacional. En este sentido, Putin también dejo en claro su responsabilidad de mantener una estabilidad estratégica con EEUU haciendo especial incapie en lo referente a la medición de fuerzas nucleares y recalcando que son los EEUU quienes en agosto de 2019 abandonaron el Tratado de Misiles de Medio Alcance (INF), quienes mantienen una continua política agresiva, los que movilizan tropas en territorios extranjeros próximos a Rusia y no a la inversa.

También dejo en claro que las acusaciones sobre ciberataques supuestamente ejecutados desde Rusia (que los medios angloestadounidenses acusan de forma continua) contra la infraestructura de servicios, son un infundio aclarando que Washington (el gobierno federal) tiene la información clara y puntual de que la mayoría de estos actos se realizan desde el mismo territorio estadounidense, canadiense e incluso desde la Unión Europea. Estas acusaciones mediáticas tuvieron su inicio con la novelada y ficcionada intervención de la inteligencia rusa que -según los partidarios de Hillary Clinton y una parte del arco mediático- habría hackeado el conteo de votos propiciando el triunfo de Donald Trump, un hecho que nunca pudo ser comprobado al día de hoy.    

Putin no se ahorró palabras en contestar a Biden sobre sus puntos de vista sobre considerar a Rusia como “un enemigo” y las contradictorias intensiones de Washington de seguir “apoyando a los sectores internos que buscan la democracia en Rusia” señalándole con incisiva firmeza esa incoherencia ya que, si Rusia es considerada un enemigo ¿A quiénes apoyará entonces EEUU dentro de un país que considera enemigo? Dejando en evidencia, además de la inconsecuencia discursiva, que Moscu esta al tanto de las actividades subversivas y de desestabilización que se despliegan en su país.  Esto dejo mal parado a Biden y sus colegas que intentaban simular las molestias que ello le ocacionaba.

En todo momento Putin se refirió de Biden como “socio” y ello no era una actuación políticamente correcta o cosa semejante. Vladimir Putin sabe muy bien que Washington necesita de Rusia para tratar de controlar las expectativas de una ampliación de la influencia política y comercial china sobre todo Asia y en especial sobre Eurasia. En este sentido, Washington estaría dispuesto a deponer sus intromisiones sobre el asunto de Taiwan a cambio de que China deje de expandirse algo que creemos es ilusorio. Agregado a esto no hay que olvidar el asunto del SARS-COVID que a estas alturas nadie duda de su origen artificial (tesis antes ridiculizada), es motivo de controversias y acusaciones cruzadas aunque, para dilucidar el asunto cabría determinar quienes han sido los autores o el lugar preciso donde se ingenierizó este virus. Joe Biden concurrió a la cita porque necesita establecer o más bien, negociar nuevas reglas con una Rusia potente y con expectativas de seguir creciendo en su influencia geopolítica tanto regional como global.

Pero al mismo tiempo a Rusia le conviene esta proposición ya que, la estabilidad es un factor importantísimo para el desarrollo y crecimiento sostenido de la Federación aunque no hay que caer en la creencia simplista de que Moscu vaya a obstaculizar las aspiraciones chinas para favorecer a EEUU; claro que no, todo tiene un precio y ello lo sabe muy bien Biden y su gente. Además, queda claro que Putin no es un mandatario de una republiqueta al cual puedan presionarlo para usarlo como mejor les venga en gana.

Vladimir Putin pudo plantarse en paridad con su homologo estadounidense ya que tiene bases suficientes para ello. En los escenarios bélicos convencionales como el creado en Siria, Rusia ha demostrado su indiscutible peso político y militar para erradicar las bandas “yihadistas” reclutadas por el Pentágono y la CIA, algo que los sirios ya saben y en consecuencia reaccionan contra la presencia de las tropas estadounidenses que aún pululan por el norte. También lo ha demostrado en la última crisis palestina poniendo límite a las bestialidades del régimen sionista obligándolo a detener sus acciones contra la población civil de Gaza algo que le costo el poder a Netanyahu.

En lo que hace a las capacidades militares no convencionales la Federación está por encima de las capacidades de los EEUU y ello quedó comprobado con la presentación en marzo de 2019 de nuevos sistemas anti misiles y misiles balísticos de alcance global que horrorizaron a los jerarcas del Pentágono y del Departamento de Defensa ¿Y el por qué de ese horror? Porque saben que funcionan y no tienen defensas contra ellos con lo cual Rusia adquirió con ello una capacidad de negociación que no puede ser ignorada por Washington.

Es por ello que la cumbre de Ginebra es sin dudas el inicio de una nueva era en las relaciones geopoliticas entre EEUU y la Federación rusa que no estarán exentas de tironeos y los intentos de la OTAN por extender sus dominios al este, pero no podrán hacerlo de forma voraz brutal como lo han llevado a cabo en otras latitudes.