jueves, 1 de noviembre de 2018



EN LA MIRA




“DE RASEROS DOBLES”

La relativización del valor de la vida según su nacionalidad, posición política o pertenencia a una creencia en particular ha creado el actual sistema internacional de arbitrariedades disfrazado de un falso humanismo.



Por Charles H. Slim
Cuando un periodista saudita como Jamal Khashoggi es asesinado, torturado y posiblemente desmembrado  por agentes de su propio estado, los medios y las redes no tardaron en clamar a los cuatro vientos  por semejante crimen acudiendo a todo tipo de argumentos humanitarios para condenar el hecho. Pero cuando se trata del asesinato de más de 50.000 ciudadanos anónimos yemeníes (en su mayoría mujeres y niños) y mucho más cuando hablamos de los miles de palestinos que vienen siendo carne de prueba de las armas experimentales israelíes, Washington y la Unión Europea callan.

En lo que respecta a las relaciones de Washington y Bruselas con Arabia Saudita no se puede dejar pasar estos vomitivos dobleces que demuestran quienes son los que, además de participar en este tipo de hechos, tratan por todos los medios de dominar al mundo.

Mientras estos dos socios proporcionan el grueso del apoyo militar y político a la monarquía saudita, son países como gran Bretaña, Francia, España y Alemania quienes también proporcionan –cada uno en sus posibilidades- los recursos inmediatos para armar a los sauditas. Para los gobiernos de estos países europeos las violaciones a los derechos humanos que comete la monarquía petrolera pasan inadvertidos para su vara de lo que debe entenderse por aquellos.

Ello demuestra que pese a los instrumentos legales como son los tratados de derechos humanos  que aspiran a tener un alcance universal y que son ejecutables por organismos como son la Corte Penal Internacional (CPI) mediante el Estatuto de Roma  y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) con sede en Estrasburgo con ambición de establecer una jurisdicción internacional sin restricciones políticas que logre la protección total de los derechos humanos, vienen siendo arbitrariamente desconocidos y muchas veces obstaculizados por quienes supuestamente se llenan la boca hablando de violaciones a los derechos humanos.

Las implicancias que han venido teniendo los gobiernos europeos en actos de agresión y las aventuras militares lideradas por EEUU en los últimos 25 años hasta esta parte y en particular en lo visto hace siete años en el norte de África (con la farsa de la Primavera árabe) y el Medio Oriente, dejan en claro que persiste una incoherencia discursiva entre lo que se dice y lo que se hace que a la altura de las circunstancias ya no es posible sostener. 

Tal como lo señala un excelente artículo de Globalresearch[1], en lo que atañe a la Unión Europa, la misma como entidad política carece de toda moral y ética “ni nada” que se le parezca dejando en claro que la llamada Comisión Europea para colmo no representa a nadie salvo claro, los intereses de quienes la ocupan.  La misma conclusión se puede sacar de las políticas exteriores implementadas por Washington que lejos han estado en representar los verdaderos intereses de su país. Es allí donde radica la verdadera razón de toda esta hipocresía que ha desatado la indignación de los pocos europeos y ciudadanos estadounidenses despiertos; negocios y solo eso, dinero que proviene del intercambio de petróleo por armas, un negocio demasiado lucrativo para que la sangre de pobres inocentes desate algún tipo de reclamo.

Tan solo la industria armamentística norteamericana embolsa al año por sus ventas de armas al reino saudita la friolera suma de 110 mil millones de dólares, ganancias que además de retroalimentar el sistema financiero (con esos créditos usurarios donde por cada dólar existente  en un banco estos prestan diez) son demasiado buenas para que un maniático megalómano de los negocios como Donald Trump las deje de lado por sentimientos altruistas. Pero ¿Dónde está la ONU en todo esto; o incluso la OPAC para verificar y condenar el uso indiscriminado de bombas con residuos venenosos como son el Uranio y el fósforo blanco? Por lo pronto solo se han limitado a levantar informes sobre los daños y las muertes que han venido causando los bombardeos sauditas sobre la población civil, pero nada más.

En Siria fue necesario que Rusia tomara parte en la lucha contra las bandas armadas que asolaban al país árabe para que Washington con la complicidad de la UE no vendiera a través de los medios, pescado podrido como lo hizo en 2002 y 2003 con la farsa de las armas de destrucción masiva de Iraq, un capítulo de la infamia que no se borrará jamás de la historia.

Si bien la hipocresía en estos ámbitos administrativos y gubernamentales es vertical, la misma puede advertirse en forma horizontal en una parte importante de la opinión pública europea y anglosajona, constantemente absorta en sus vidas lujosas de ampulosidades personalistas, sexualidad cada vez más retorcida y un consumismo vacío que ya no les llena siquiera sus más exóticos caprichos. Mucho les cuesta darse cuenta de lo duro que es para gente simple como la yemenita cuando sus casas son arrasadas por las bombas más destructivas y costosas del mercado, sus escuelas y hospitales son sistemáticamente reducidas a polvo y escombros, y para peor tener que aprender a convivir con la miseria y la muerte sin esperanza de que la justicia llegue. Hay demasiada apatía en ellos y como muchos pensadores occidentales no dudan en vaticinar, un día los papeles se invertirán y entonces ¿Quiénes clamaran para ese entonces por las injusticias a las que serán sometidos?  Tal vez algunos pocos ciudadanos de a pie vayan dándose cuenta de ello pero jamás conmoverá a los funcionarios y empleados de los gobiernos involucrados en todo esto.

Pero lo que más molesta a las conciencias de los burócratas que ocupan puestos dentro de organismos como la Comisión Europea y por supuesto de la Casa Blanca, es que son sus aviones, sus bombas y los pertrechos que venden a Riad, los que permiten que los sauditas causen masacres masivas contra concentraciones de pobladores inocentes en mercados a cielo abierto, hospitales y escuelas e incluso, destruyan deliberadamente las fuentes de alimentación y agua potable ¿Quién diablos con un poco de sentido común y algo de escrúpulos puede justificar semejantes tácticas? Durante estos tres años los medios corporativos han cooperado para que todo esto no saliera a la luz pero, ya no es posible hacerlo. La catástrofe humanitaria que ha causado todo esto encuadra en una larga lista de crímenes de guerra y de lesa humanidad que aunque Washington no haya adherido a los Tratados como el Estatuto de Roma que aplica la Corte Penal Internacional, en algún momento de la historia les serán aplicables para aplacar tanta injusticia.


[1] GLOBALRESEARCH.Ca. “Khashoggi contra 50.000 niños yemeníes asesinados”. Por Peter Koening. Publicado el 27 de octubre de 2018. https://www.globalresearch.ca/khashoggi-versus-50000-slaughtered-yemeni-children/5658192