domingo, 9 de mayo de 2021

 

“EL DIA DESPUES DE LA

PANDEMIA”

¿Adónde va la Argentina después de la Segunda ola de COVID?

Por Charles H. Slim

Sin dudas que la pandemia de COVID-19 pasará pronto, incluso hay regiones del mundo que ya están saliendo con éxito de esto, pero muchos otros aún siguen en una espiral de agravamiento que no vislumbra un final. En otros prevalece la incertidumbre y la improvisación que parece demostrar que no hay nada cierto sobre cuándo podrán recobrar la normalidad. Como sea, esta crisis pasará y cada uno de estos estados deberán retomar las riendas de sus asuntos estratégicos si no quieren se absorbidos por las políticas de las potencias globales. Y es en este marco que nos debemos preguntar ¿A cuánto se halla la Argentina de salir de esta crisis? y ¿Cuáles son los asuntos estratégicos que deberá atender de forma inmediata si pretende seguir existiendo?

Mientras los países más desarrollados han logrado controlar en alguna medida las retaliaciones y mutaciones de este virus, otros siguen sin saber como podrían afrontar una complicación sanitaria sin que termine por agotar sus calamitosas economías domésticas. Argentina está en este último caso. Pese a tener una pasada historia de excelencia académica en sus universidades públicas como reconocida productora de cerebros que han aportado conocimientos y adelantos en la ciencia y la tecnología contemporánea, la mayoría de sus exponentes han terminado migrando y entregando sus elaboraciones intelectuales a empresas extranjeras o incluso a otros gobiernos ¿Motivos? Mejores expectativas para su desarrollo profesional y de vida, vastos recursos para sus investigaciones y claro, ganancias económicas inesperables en un país como Argentina.

Pese a ello, el país sigue teniendo muy buenos profesionales en área pública que, condicionados por las falencias estructurales y de escasos recursos, hacen lo que pueden para afrontar la presente crisis.

Muchos otros han decidido no desarraigarse manteniéndose en el país pese a que terminarían confinados a una vida opaca, mediocre y carente de horizontes sin más aspiraciones que la de tener un empleo oscuro y rutinario de oficina en alguna que otra dependencia pública a la espera de cumplir los años de aportes que le proveerá un retiro con una magra jubilación. En síntesis, este es el resumen de lo que sucede con quienes podrían aportar valor al país, atrapados por una mentalidad de una occidante mediocridad que desde hace décadas y al amparo de una clase política mezquina y mediocre corroe a las estructuras del estado. Con este tipo de pensamiento conformista -apoyado y alentado por el llamado sector progre- en un país que se ha quedado atascado en el pasado con ideologismos perimidos y nada prácticos, al país solo le espera que algún otro poder de afuera termine por llenar ese vacío de poder que sus gobernantes y sus intelectuales no han logrado fabricar. La pugna por ello ya está en marcha y es patente quienes son los principales contendientes.

La crisis global por esta pandemia ha dejado al desnudo la desarticulación del estado nacional argentino producto de décadas de una creciente corrupción, ineficacia por carencia de una planificación con visión estratégica, ausencia de personal ejecutivo para tales objetivos y de materiales para concretar las tareas que se deben encarar. El estancamiento en el desarrollo y mejoramiento de sus infraestructuras aero portuarias advertida en los últimos tiempos revela una miopía en la visión de los gobernantes sobre adónde debe ir el país, algo que queda patente con la impunidad de flotas pesqueras foráneas que ingresan sin el menor obstáculo en aguas territoriales para zaquear (con millonarias perdidas económicas) los recursos pesqueros de los mares del sur. También lo advertimos por la falta de aviones militares de carga especializados para misiones logisticas (con el espacio y el acondicionamiento optimo) con los cuales -y en el marco de la pandemia- se habría agilizado la urgente búsqueda y transporte de las vacunas provenientes de Rusia y China. Y esto último, producto de una política deliberada generada por revanchismos ideológicos de los sectores setentistas que enmascarados en organismos sociales inspiraron al gobierno Kirchnerista a desarmar estas infraestructuras y redirigir recursos a financiar sus “emprendimientos” bajo el rotulo de los “derechos humanos”. En resumen de cuentas: Un estado descalabrado que vive en la improvisación.

¿Y por qué cree usted que pasa eso? Por el simple motivo de que no hay un estado serio y organizado que dirigido por una clase política con sentido de pertenencia nacional y vocación de servicio este dispuesto a invertir tiempo y recursos para planificar políticas estaduales estratégicas de largo alcance necesarios para ponerlos en desarrollos. Y es que claramente los cuadros burocráticos están más bien ocupados por favoritismos políticos que por capacidad en sus miembros. Pero también hay que remarcar que hay otro factor preponderante involucrado en esto. La visible degradación de la calidad educativa y de sus instituciones que se viene advirtiendo desde una década y media a hoy, especialmente en los niveles elementales, que se han convertido con el paso de los años en fuente de militancia partidaria y de empleo para punteros políticos, sindicalistas de abultadas barrigas y educadores holgazanes que han demostrado estar más preocupados por sus puntajes y salarios que por el contenido de su enseñanza.

Como contrapartida de esto, los niños de las últimas generaciones vienen aprendiendo poco y lo peor, es que, por efecto de las nada novedosas técnicas educativas, pierden el poco interés por aprender algo, que se revela por la creciente deserción en los niveles primario y secundario. Todo ello agravado por la actual situación de pandemia que ha tomado a la presencialidad de la educación (concurrir al colegio) como un riesgo epidemiológico que (si bien es real la circulación del virus) en realidad es solo una excusa conveniente de un gobierno débil y carente de autoridad que trata de establecer (mediante el miedo y la culpa) un control mínimo sobre la población en momentos críticos de la economía y la subsistencia de las familias.

Del otro lado se presenta una casta de supuestos reveladores de la verdad absoluta que compuesta por autodenominados “republicanos demócratas” (ya que quienes no piensan como ellos son calificados de autócratas), solo aglutinan embusteros y arribistas de corte liberal que todos los días despliegan un discurso de pretendida superioridad moral de tinte europeista. A razón de verdad y más allá de sus sesgos, no parecen advertir que incluso sus admirados sistemas europeos y por supuesto el estadounidense, son débiles y permeables ante los monstruos comerciales representados en las Megacorporaciones farmacéuticas que hoy por hoy pulsean entre ellas y con los mismos estados a la vez por el control de acceso a las vacunas para toda la humanidad.

Ello demuestra su ignorancia o más bien, el intento por tapar o al menos disfrazar la cruel realidad internacional con monsergas pasadas de moda y que los mismos “demócratas” anglosajones nunca respetaron. Son los inconsecuentes que (además de haber sido parte del pasado de ésta desaguisada república) atinan a presentar argumentaciones literarias y sofismas muy coloridos pero políticamente muy poco prácticos y de sospechosa tendencia anglosajona que se observan en algunas situaciones de la vida nacional, como son las manipulaciones que desde ciertos medios e informadores de esta calaña, llevan adelante sobre las reales finalidades que Gran Bretaña persigue con la identificación de soldados argentinos muertos en Malvinas. Para estos sectores es la demostración de un altruista y sincero interés británico por los derechos humanos de los familiares. Ciertamente si los británicos estuvieran tan interesados (y conmovidos) en estas identificaciones, deberían también bregar por revelar los miles de mercenarios nepaleses muertos que tras usarlos como carne de cañón -según fuentes confidenciales- yacen de a miles en fosas comunes en ambas islas, escavadas y tapadas por los mismos ingleses.

Es de ese modo como buscan horadar -manipulando los sentimientos de las familias- las bases de una reivindicación que por su carácter eminentemente nacional y que aglutina a todos los argentinos más allá de banderías políticas, podría convertirse en una piedra angular del renacimiento nacional argentino. El solo imaginarse esto les da escalofríos.

Pero este intelectualismo liberaloide dispara sobre lo que ellos creen que son las bases del nacionalismo. Su blanco predilecto es el peronismo pero ello solo es una cortina de humo ya que ¿Qué es el peronismo en la actualidad? Nada en absoluto. No podrías hallar en el actual gobierno un solo “peronista” que respete las bases que conforman el justicialismo que como lo he dicho en varias oportunidades, es una pieza de museo sepultada bajo el polvo de la historia. Incluso el mismo Alberto Fernández miente cuando dice “soy peronista” ya que quienes le conocen saben que es un viejo operador de las “roscas” carente de cualquier compromiso ideológico. En realidad, el objetivo puntual de aquellos liberales pro-sajones y filosionistas es demoler el de por sí atomizado ideario nacional que de reorganizarse -más allá de los estériles partidismos- con un apoyo estratégico de potencias como China y Rusia puede estorbar seriamente las planificaciones geopoliticas que Londres y en particular la administración de Boris Johnson ansía, en el marco por resucitar las glorias del desaparecido imperio británico, extender su influencia de cara a instalarse en el continente todo.

La dirección y destino del estado nación argentino parece estar fuera de las manos de los argentinos particularmente en el actual gobierno, salvo que sus dirigentes (al menos una parte) y una masa critica de sus habitantes no se dejen engañar por estos predicadores del republicanismo y más bien sean ellos mismos quienes hagan valer sus derechos pero también señalen con vehemencia a sus gobernantes las obligaciones constitucionales a las que se deben, logren torcer el curso de los acontecimientos para recuperar el espíritu de un destino común como nación soberana.