lunes, 24 de octubre de 2016

EN LA MIRA




“NADA DE SOBERANIA”

Improvisación, falta de vocación política y subalternidad en el gobierno argentino son los ingredientes para que Londres no se preocupe




Por Pepe Beru
Se dice que nadie vuelve del ridículo, pero en el caso del discurso de Mauricio Macri ante Naciones Unidas sobre la soberanía de las islas Malvinas y demás islas que conforman el archipiélago del Atlántico sur, este dicho hay que multiplicarlo por diez.  Al parecer el mandatario se creyó que una charla informal con la representante británica en los pasillos  detrás de la tarima de Naciones Unidas, sería un pagaré en blanco para que Macri lo llenara con  un precio que Londres jamás aceptaría pagar.  Aunque cueste creerlo, el presidente de Argentina sufre de candidez aguda.

Sin dudas esto es una muestra más de la crédula personalidad del empresario argentino que, notoriamente, demuestra una calidad humana transparente pero torpemente crédula para los negocios de la alta política. Y si no, ¿Cómo pudo creerse un simple comentario de la ministra británica Theresa May de que, seguramente para no caer antipática,  tendrían una charla ligera sobre la soberanía de aquellas islas.  Incluso esto desató la burla de los Kelpers, quienes prácticamente se retorcieron de la risa al escuchar el discurso de Macri ante la ONU. Pareciera irreal la credulidad del presidente argentino lo que lo vuelve muy vulnerable a posibles embustes orquestados tanto internamente como desde el exterior  y que seguramente se urden actualmente en su rededor.

Se sabe que más allá de que el presidente tiene a cargo la administración general del país y entre los temas que maneja, está la política exterior,  no está exento de un ejército de asesores y colaboradores –los cuales además de  muy bien remunerados- que deben orientarlo en los temas que hacen a las decisiones que el mandatario debe tomar. Si así no fuese, la gobernabilidad sería simplemente imposible.

Y es que cada palabra que un presidente profiere, tiene un peso específico que involucra a todos los habitantes del país que representa. Si como en este caso tomáramos enserio la postura del mandatario argentino, se hace evidente que o lo asesoran mal por una clara incapacidad de su entorno o lo hacen deliberadamente.

Esto demuestra que aún hoy, sigue habiendo un alto grado de improvisación en el gobierno argentino que, no hay que dejar de señalarlo, se haya infiltrado por elementos que responden a los intereses de Londres.  En este sentido Argentina no escapa a la excepción a ser espiado por los centros de poder mundial y mucho menos, cuando tiene el honroso lugar de ser un enemigo histórico a las pretensiones que han venido tratando de instaurar desde la creación del estado argento, aunque ello pretenda ser “desmitificado” por aquellos sectores anglófilos del país.  Y que quede claro que esto no es ninguna bravata patriotera o un pasquín de izquierda; lejos de ello, la historia argentina tiene suficientes antecedentes propios que respaldan su ideario independentista sin la necesidad de las ideologías importadas de Europa que a la altura de la historia han quedado demostradas como falsas y vacías.

¿Pero por qué hacemos toda esta perolata?  Como no hacerla cuando el Reino Unido con su acostumbrado y arraigado idioma de señales, le dice a Buenos Aires que hará ejercicios militares en las aguas australes le guste o no le guste, a lo cual se sumaron las jactancias de los Kelpers quienes claramente henchidos de arrogancia y con la seguridad de que tienen el culo bien protegido, se dan el lujo de tomarle el pelo al gobierno de Macri y a su triste cancillería que tiene respuestas más para un círculo literario que para la lucha política de altura.

Tal como están las cosas se puede ver con meridiana claridad, como el gobierno argentino carece de fuerza política y lo peor aún, de convicción para reivindicar con al menos una pizca de dignidad e inteligencia los derechos irrenunciables del país ante el resurgido “Imperio Británico” tras su separación de la Unión Europea.  Incluso podemos ver con soberana indignación como algunos medios “nacionales”  y algunos periodistas de esos mismos medios, argumentan descaradamente los derechos que tendrían los británicos a maniobrar de semejante forma (http://www.clarin.com/politica/Gobierno-Londres-maniobras-militares-Malvinas_0_1668433286.html )

Algunos casos son tan  claros y evidentes que solo basta que cada uno escuche y saque sus conclusiones (  https://www.youtube.com/watch?v=ekHLVd53WLI ) Las argumentaciones son tan similares a las que los sionistas despliegan sobre el “problema palestino” en sus ampulosas notas, editoriales y vendidos libros, que  deja bien a las claras quienes están de un lado y quienes del otro, explicitando una semejanza inconveniente –y que ningún intelectual argentino se atreve a señalar- entre la causa Malvinas y la de Palestina. 

Pero más allá de estas obviedades, pareciera que la Casa Rosada no se ha dado cuenta que hay una guerra en proceso de escalar a peligrosos niveles y en donde el mundo todo –incluyendo a la Argentina- y en la cual el Reino de Gran Bretaña es parte de una de los bandos para lo cual, ese bando liderado por la OTAN tiene su base estratégica en Mount Pleasant desde donde junto a la 4º flota de los Estados Unidos del Comando sur, controlarían el establecimiento de un teatro de operaciones en el Atlántico sur para desplegar una estrategia propia que no tendrá en consideración a los limites ni menos aún los  intereses argentinos.

Sobre el incremento de las operaciones estadounidenses en la región, no debemos olvidar que el presidente Mauricio Macri recibió con entendible agrado, las señales de Washington enderezadas a participar en varias áreas de la vida política nacional una de ellas, la instalación de bases militares en la Patagonia a cambio de rearmar a las destartaladas Fuerzas Armadas algo que la embajada británica en Buenos Aires y el Foreing Office siguen con meticulosa atención.

Hay desde esta perspectiva una larga historia de abandono de la administración política en Buenos Aires de los altos asuntos referentes a la política exterior vinculada a sus nexos con la política estratégica del país. Es que sin ésta última no puede existir la entidad política que se conoce como un estado soberano. La agenda política de un país no puede solo reducirse a las áreas económico-comerciales como lo han pretendido impertinentemente varios sectores dentro del país que incluso son los que hacen lobbie para influir “con quién sí y con quién no” debería la Argentina tratar. Pero a la casta política que de costumbre ocupa los puestos administrativos del gobierno –y sin distinciones- ven en esta materia algo así como una pesadez o una constante postergación en tomar el toro por las astas y encaminar al país por una dirección determinada.  Cada casta de estos seudo-representantes de la voluntad popular, suele salirse de la tangente para, entre gallos y medias noches,  arreglar las cosas mientras duren sus periodos y como dijo Luis XV “Después de mi, el diluvio”.

Claro que en esto hay una alta responsabilidad de los mismos ciudadanos que bajo aquella característica costumbre por excusarse alegando que “no tienen tiempo” o “son cosas de los políticos”, dichas castas políticas partidocráticas arreglan y sacan fabulosos beneficios personales a costa de espinosos temas como es el de la protección y defensa de la soberanía de sus intereses. Como botón de muestra solo veamos lo que Buenos Aires vino tolerando y ocultando lo referente a lo que Chile realizaba en territorio sanjuanino durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (v. http://www.infobae.com/politica/2016/06/15/una-empresa-chilena-creo-un-megabasurero-de-residuos-mineros-en-suelo-argentino/)   Con este panorama podemos predecir que Londres no tendrá problemas en seguir marcando la agenda de política exterior de La Rosada, aunque en realidad tampoco los tuvo durante los doce años de gobierno de falso nacionalismo K.


Como suelen decir los británicos desde sus gloriosas épocas de la rapiña pirata inaugurada allá por el año 1500 ac y de la boca de alguno de sus más destacados exponentes como fue el Almirante John Hawkins,  todos tienen un precio y en el caso de los gobernantes argentinos, la mayoría de las veces suele ser muy barato.