lunes, 15 de abril de 2024

 

MAS ALLÁ DE PUTIN

¿Por qué la OTAN ha sido el gran responsable de realzar la figura del presidente ruso Vladimir Putin y de perpetuar su producto geopolítico el BRICS+?

 

Por Charles H. Slim

Cuando el presidente ruso Vladimir Vladimirovich Putin advirtió ante una atenta audiencia en la Conferencia de Seguridad celebrada el 10 de febrero de 2007 en Münich sobre un constante y peligroso avance de la OTAN y sus socios hacia el este, al descredito del entonces secretario de la OTAN Jaap de Hoop Scheffer, la mayoría de los medios en occidente no le dieron mayor importancia e incluso se tomaron a la ligera lo que se estaba exponiendo. Siete años después de aquel evento vimos materializarse en el golpe de estado del Maidan en Ucrania una parte de aquellos temores y pese a las pruebas de la injerencia atlantista en aquel evento, ni Naciones Unidas ni los organismos de justicia internacional hicieron nada por frenarlos.

Por aquel entonces el “sistema internacional” claramente influenciado (y ciertamente corrompido) por Washington comenzaba a resentirse producto de una creciente oposición de la opinión pública global a las políticas belicistas e invasivas de Washington y sus aliados atlantistas, que pusieron de manifiesto aberraciones contra los derechos humanos en especial con los casos de Afganistán, Iraq y el asunto de Guantánamo. En esas circunstancias la personificación de George W. Bush como el artífice y responsable de todo aquello fue una manera (inútil y crédula) por tratar de mantener a salvo la imagen de los EEUU y en especial, a ese sistema de cosas que permitió concretar sus atrocidades.

Así como Bush no pudo hacer todo aquello y ser el único responsable del millón y medio de iraquíes asesinados, de otros millones que debieron huir o ser desplazados y de todo el dolor causado, Vladimir Putin en un sentido inverso, fue quien tras intervenir en Siria logró erradicar las bandas terroristas que respondían a agencias de inteligencia occidentales y puso una regla para que no prosperasen.

Así mismo, ha sido quien materializó la idea del multilateralismo. En ese camino, invita a construir una geopolítica multipolar como alternativa a la hegemonía angloestadounidense y que se traduce en el agrupamiento de países del sur global en torno a los BRICS+. Ha sido el producto de la organización inteligente de un estado ruso renovado acompañado por instituciones modernizadas y funcionales administradas por la dirección de un estadista sin parangón.  

Esta alternativa multipolar ha representado para lo que se denomina “sur global”, una esperanza de un proyecto de relaciones internacionales más equitativas y coherentes, separándose de las demenciales y peligrosas políticas angloestadounidenses -y de sus aliados- que durante los últimos 30 años han llevado al caos a vastas regiones del mundo con las consecuencias que hoy presenciamos.

Esta creación que va en un crecimiento paulatino, sin duda sobrevivirá a Putin y más allá de la costosa propaganda demonizadora de los medios occidentales, existe un consenso en ambos hemisferios sobre sus indiscutibles capacidades como estadista-visionario y los logros que ha cosechado en esa función.

Putin no surge del lanzamiento de la Operación Especial sobre Ucrania en febrero de 2022, ni es el único responsable por esta compleja maniobra. Tras de sí hay tres décadas de un marco circunstancial que los medios occidentales -incluidos los argentinos- desenfadadamente adeptos a Washington y Bruselas gustan de tapar. Pero no se puede abordar un tema y un punto de vista, en especial de la geopolítica, sin situarlo en el debido marco referencial.

Si se quiere entender un problema hay que ver la película entera y no fotogramas sueltos como ha sido el artilugio de los medios en la región y que hoy se busca repetir con lo que sucede en Oriente Medio.

La llegada de Putin al poder se dio en medio de una administración incapaz de controlar y menos aún resolver la caótica situación de la Rusia de la pos guerra fría. Como suele recordar el mismo Putin, “Boris Yeltsin hizo lo que pudo” sin inquirirle mayores responsabilidades por su calamitosa gestión.

Ciertamente que Yeltsin no podía hacer más y eso era funcional para Washington y en especial, para los planes que ya había puesto en marcha desde el mismo instante que los alemanes comenzaron a derribar el muro en Berlín. En vista a ello, Putin sabía que los estadounidenses y sus socios europeos no se detendrían en su avance hacia las fronteras de la joven Federación y aunque el joven Putin poco podía hacer para evitarlo, fue algo que siempre tuvo como objetivo muy claro y a mediano plazo para resolver si quería ver florecer a su nación.

Obviamente que el cambio de un Yeltsin con serios problemas de salud por un Putin vigoroso y conocedor de los intersticios del estado representaría a la larga una calamidad para los intereses angloestadounidenses, aunque esta muy claro que el Departamento de Estado y la misma CIA no pudieron preverlo o simplemente lo menospreciaron. Es más, de seguro que subestimaron sus capacidades y como de costumbre, solo se quedaron en el estereotipo sin profundizar en la realidad del propio hombre, su carácter y las circunstancias que lo rodeaban.

Ese mismo prejuicio primó en la Cumbre de Münich y fue por ello que no dieron importancia a las advertencias de aquel Putin creyendo que solo serían palabras sin una sustancia.

La misma subestimación se vio en la preparación e instigación (en la que se comprobó la participación de la señora Victoria Nuland y el embajador estadounidense en Kiev Geoffrey Pyatt) de los hechos del Maidan de febrero de 2014, con la velada pero equivocada expectativa que podían salirse con la suya, imponiendo relatos -como lo hicieron en Libia allá por 2010- completamente manipulados sobre lo que realmente había ocurrido en Kiev.

No olvidemos que en esas circunstancias, aquel Putin en una maniobra política de sagacidad y coraje, tomo la decisión de intervenir para controlar a la península de Crimea cortándole las expectativas a la OTAN de ingresar para apoderarse de su estratégica posición y así concretar lo que realmente estaba en los planes de Washington y Bruselas.

Desde entonces la presión sobre la Federación, a la cual se le agregó la guerra en Ucrania y que lleva a cuestas Putin ha sido incesante y pese a ello, ha logrado reiniciar la economía rusa y sostener a la Federación pese a las sanciones unilaterales de EEUU más allá de lo que cualquier asesor en Washington ha podido prever.

 

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