jueves, 1 de octubre de 2015

NACIONAL

LA DUDOSA GEOPOLITICA DE ARGENTINA

Cómo la inconsecuente política internacional del gobierno de Cristina Fernández hunde más al país en peligrosas aguas 


 

En la pasada semana, Cristina Fernández de Kirchner pudo exponer ante la 70º Asamblea de Naciones Unidas, sus puntos de vista sobre los temas más acuciantes para Argentina y el mundo, usando una retorica osada para un mandatario argentino.

Y las razones para señalar esto último se pueden ver cuando su discurso paso de ser altamente critico de las políticas de los EEUU en el concierto mundial a prácticamente llamar al auxilio a la misma Casa Blanca para que le ayude a resolver temas domésticos que hacen nada más ni nada menos que su seguridad interna.  Entonces muchos, al escuchar a la presidenta argentina se comenzaron a preguntar ¿Qué diablos sucede aquí?

Si comparábamos el discurso que había dado el año pasado, descollaba de ardor y de seguridad semejando una autoridad y potencialidad que sin lugar a dudas, parecían decir “Argentina es independiente, popular y nacional” floreándose como si del ejemplo a copiar en todo el cono sur. Pero en realidad lo único que hizo la presidente, fue impostar una vez más, el discurso que más se ajustaba al momento, nada más. Ni el “Estado Islámico” estaba interesado en atentar contra su persona –porque seguramente no sabe que existe- ni era una novedad que los poderes que manejan la política de los EEUU, son muy diferentes a los constituidos oficialmente en la Casa Blanca.

Con esa posición de mandatario fuerte y que sabe lo que hace, no era esperable en tan solo unos meses y por efecto de un extraño hecho acaecido en pleno de la capital de su país, reclamara casi como si de una súplica se tratara, “Washington ayúdanos, por favor!”.

Cuando por allá en 2003 su marido tomo el gobierno, el matrimonio acepto el juego que le plantearon las administraciones en Washington y Tel Aviv de buscar por todos los medios de que “Irán debería ser acusado de los ataques en Buenos Aires” y para ello, colaboraron muy gustosamente, aceptando como prueba a incorporar a la voluminosa causa de la AMIA, un informe elaborado por las agencias de inteligencia CIA y Mossad, en las que se desarrolla una dinámica en la cual, los iraníes son los responsables de ambos ataques.

Pero en una muestra de la calamitosa y paupérrima cultura política de la clase a la que ambos pertenecen, demostraría que estar del lado del más fuerte no garantiza la impunidad; y es que claramente, al aceptar que se aceptara ensuciar la causa con estas hipótesis dibujadas a gusto de los intereses geopolíticos de dos potencias extranjeras, asomaba las consecuencias que para el país, podían traer jugar en esta forma.

Fue en ese mismo sentido, que aceptaron la designación del fiscal Dr. Alberto Natalio Nisman, que curiosamente de la misma comunidad judía, le encomendaron la tarea de acusar –no de investigar- al culpable de libro: Irán.  Obviamente estos detalles no le importaron al entonces mandatario argentino que seguramente creía, alentado por la lamentable casuística nacional, que nadie se enteraría de la verdad y esto una vez concretado pasaría al olvido. Pero la terrible costumbre de esconder la basura bajo la alfombra sigue siendo una de las malas mañas del colectivo nacional.

Fue precisamente en este intersticio de su discurso, que la presidente se acordó de el “espía Stiusso” y de su corajuda decisión de tomar medidas para sanear a la entonces SIDE que, vale la pena aclarar, sirvieron con mucha efectividad al entonces Kirchner y luego a la señora presidente. Ahora en esta nueva faceta y en el marco de una autoelogiada “restructuración” de la inteligencia nacional mediante la creación de la Agencia Federal de Informaciones (AFI), aquellos  contactos con la CIA y el Mossad que tenía Stiusso pasaban a ser los más sospechado por la muerte del “agente Nisman” y que solicitado por este tema, estaba siendo protegido por los EEUU.

Sin dudarlo expuso la hipótesis que ella y su marido habían raleado hacía una década en beneficio de los engaños elaborados por las agencias de inteligencia extranjeras, creyendo que nadie se acordaba de sus gestiones anteriores. La inconsecuencia era notable y aunque ahora expusiera con amplios fundamentos los pormenores y los intereses que vinculaban a quien ellos mismos habían colocado para desinvestigar –Nisman-, sus palabras no convencían a quienes están al tanto de lo que se había venido jugando con las acusaciones maliciosas y pruebas adulteradas que pretendieron ser blanqueadas por un funcionario infiel como el Dr. Nisman quien además de todos los delitos fiscales y financieros que se le han hallado en su haber, sirvió descaradamente como un enlace con agencias extranjeras para propósitos únicos y exclusivos de sus gobiernos.

La conveniente muerte de éste funcionario, ha llenado de más dudas que certezas sobre quienes  se beneficiaban con su desaparición.  Y como no podía ser de otro modo, periodistas y medios, no han reparado en tratar de desviar la mirada de quienes pudieron ejecutar a este fiscal y hacerlo pasar como un suicidio. Aunque se muestran como sorprendidos o escépticos ante la posibilidad de un asesinato, los antecedentes de cómo y quiénes tienen experiencia en estas tareas sucias, pueden hallarse en una revista de crímenes similares alrededor del mundo.

En la Argentina los medios masivos y muchos periodistas han sido contestes a mantener esa versión, sin querer ver las pruebas que refutan esta hipótesis nacida a la sombra de un notable odio de los poderosos sectores del sionismo nacional e internacional que además de la influencia política, cuentan con el hipnotizante poder económico, ejemplificado por la presidente en los “Holdouts” o más conocidos como “fondos buitres”.

Pero con el inesperado giro de la política de la Casa Blanca con Teherán a finales del 2014, por el cual Barak Obama firmo un memorándum de entendimiento para llegar  un acuerdo sobre el “imaginario” desarrollo de armas nucleares, en un acto reflejo la presidenta trató de justificar el memo que su gobierno firmo con Irán sin advertir que, su posición y la de su país nada tienen que ver con la de los otros y que Argentina no está en posición de jugar en el terreno de lo que aquellos países estaban tratando.

El alegato pseudo revolucionario de la presidente no solo no es creíble –salido de su boca- sino que llega demasiado tarte si con él, pretendía dar pruebas de que  tiene una veta combativa en sus fibras.


La zigzagueante política de los Kirchner en el tema de los atentados en Buenos Aires, que los llevó en su momento de ser obsecuentes colaboradores con  los planes de nada más ni nada menos que con la nefasta administración de George W. Bush y Dock Cheney y sus homologos en Tel Aviv, a presentarse como los representantes de un modelo nacional y popular que, en teoría pretendía mostrar un cierto aire antiimperialista, la postura que Cristina vino a manifestar en su última ponencia ante el foro mundial,  no solo muestra su inconsecuente dialéctica entre lo que pregona y lo que práctica sino que además –y para peor de los argentinos- introduce aún más adentro a su país, en los borrascosos mares de la geopolítica mundial que como se presenta hoy, no es para los cándidos ni los improvisados. 

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