martes, 17 de noviembre de 2020

 

“PRESIDENTE VIEJO, ESTRATEGIAS VIEJAS”

Algunas reflexiones sobre lo que traería la administración globalista de Biden & Harris en la Casa Blanca

 

Por Charles H. Slim

Sin dudas que en los EEUU también se ansían los cambios en la representación política en la cual la juventud entusiasta, preparada y con una visión más amplia, tenga el lugar que se merece. Esto queda mucho más claro en un país que se halla en medio de una crisis de representación imposible de disimular y que para muchos podría desembocar en una guerra civil.

La elección de Joe Biden, un mandatario de 77 años de edad, que es parte de una “elite” protagonista de la política de los últimos cincuenta años (aunque se proclame liberal), no da muchas chances para vislumbrar cambios tangibles en la vida política de los estadounidenses y la de su país con el resto del mundo.

Aquí no discutimos de su capacidad mental o si Biden está o no senil. Eso es algo que los médicos de la Casa Blanca determinaran. Pero si podríamos dudar si éste mandatario, por su longevidad podrá sobrevivir a una reelección.  Lo que queremos dejar en claro que la transición que se dará en breve es de una visión egocentrista de un mandatario personalista a uno pragmático que retomará las antiguas ambiciones de convertir a los EEUU en el líder hegemónico global pero, no todo lo que brilla es oro.

El viejito simpático tiene una larga historia de inconsecuencias y complicidades en procesos nada democráticos y descaradamente agresivos contra la soberanía y los derechos humanos de otros pueblos.  Agregado a ello EEUU se maneja con una plaza bancaria fraudulenta que vive a expensas del dinero "fiat" y a costa de sus propios ciudadanos que terminan financiando a esta clase política. A la par de ello no olvidemos que muchos de los recursos y materias primas (petróleo) que hoy son monopolizadas por inversores en Wall Street, han sido robados a otras naciones. Biden ha sido parte de varios de los episodios más cruentos de la historia política de los EEUU y también de los más bochornosos. Para nada representa la moderación o una visión nueva de la política norteamericana; para nada. Las exclamaciones públicas realizadas a posterior de obtener la tan estrecha victoria, demostraron eso.

Y no solamente las exclamaciones y las declaraciones que han hecho Biden y Harris sobre cuales serán sus prioridades en política exterior, las que dejan en evidencia esta agenda. El regreso de personajes de aquella “rancia” crema innata de la elite de Washington demuestra que habrá más de lo viejo y con ello, la repetición de estrategias (nada exentas de violencia, embustes e injusticia) para recuperar la tan ansiada hegemonía global.

Nos referimos a nada menos que Hillary Clinton que gracias a las innegables influencias que la cubren, ha podido saltar varios procesos judiciales por temas tan escabrosos y tétricos como la conveniente muerte del entonces secretario del gobernador Clinton Vince Foster en Arkansas, el asunto de los correos electrónicos, sus inexplicadas aún implicancias en los asuntos sucios de la CIA en Libia entre los cuales se halla las relaciones con grupos como “Al Qaeda” y el por entonces “Estado Islámico de Iraq”  y el asesinato del embajador Steve Stevens en 2012.

La reedición de personajes como estos ahondan aún más el descrédito por la política norteamericana y fomenta el fraccionamiento de su identidad nacional que hoy por hoy poco les importa a los millones de desgraciados que no tienen trabajo, salud o un techo donde cobijarse.

Por su parte, el prontuario de Biden no tiene nada que envidiarle. En 1982 cuando la Argentina retomó de la ocupación británica las islas Malvinas y archipiélago del Atlántico sur, el joven senador demócrata Biden no solo apoyó la postura británica sino que además de desconocer el tratado de asistencia reciproca TIAR que estaba en vigencia y Washington debió cumplir, negó  cualquier derecho de soberanía en cabeza de la Argentina. Pese a que los “liberales” argentos (hoy autodenominados “republicanos”) han pretendido patear esto bajo la alfombra, no han podido más que rumiar alguna que otra excusa baladí que solo convence a su público de culto.

Otro es el asunto “Ucrania” donde la administración Obama y Biden orquestaron las revueltas en la Plaza “Maidan” y que termino con el gobierno de Yanukóvich. Pero Biden tenía una implicación más personal por un asunto que involucro a su hijo Hunter pero que en realidad puso en el centro de atención al mismo Joe Biden quien durante la presidencia de Obama habría aprovechado su posición en la Casa Blanca para establecer contactos y negocios con el corrupto y “títere” gobierno de Poroshenko.Cuando el abogado de Trump, Rudy Giulliani viajó a Ucrania para indagar sobre los negocios de Biden obtuvo material que los demócratas y parte de la inteligencia trataron de desacreditar alegando que las evidencias que el ex alcalde de New York había hallado, habían sido plantadas por la inteligencia rusa, muy conveniente ¿No lo cree usted?

También y como era previsible, Biden y Cia mantendrán y profundizaran su apoyo a Israel lo que se traduce en un rechazo a las reivindicaciones palestinas y el mantenimiento (injusto e ilegal) de Jerusalem como capital de estado judío, la continuidad en las apropiaciones territoriales de Tel Aviv y profundizar los esfuerzos por frenar las investigaciones de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra y lesa humanidad que se han cometido y se cometen en ese proceso. En este sentido ello no despierta ninguna sorpresa ya que era sabido que los demócratas tienen la misma afinidad ideologica y complicidad de los republicanos con el influyente lobbie sionista local. Solo habría que ver si Biden va más allá que Trump y concede mayores favores –si es que ello es posible- a este sector de poder que realiza esfuerzos y gastos siderales por maquillar (ya que hoy díes es imposible ocultar)  las violaciones a los derechos humanos que comete el estado de Israel.

A la par de esto, Washington blanqueara su presencia en Siria (disfrazda por el enviado especial James Jeffrey durante el gobierno de Trump) y tratara de evitar que sean expulsados de Iraq donde el ánimo general no tolerará más tropas norteamericanas en su suelo. No hay que olvidar que aún está pendiente una profunda investigación judicial –ante una instancia internacional- sobre los crímenes que se cometieron a la sombra de la ocupación y la violencia fomentada con embustes como el “Estado Islámico”. Aquí también el papel de la CPI es fundamental para terminar con la obscena impunidad que solo crea frustración.

Sobre este tema, podríamos ser testigos de la búsqueda (obviamente secreta) por cambiar la funcionalidad de ésta instancia judicial tratando de cooptarla (financiera y políticamente) quitándole el sustento que recibe de la Unión Europea y con ello, resolver  o archivar situaciones embarazosas como las que actualmente se plantea ante este foro.

Otro objetivo ineludible será reestablecer la integridad operativa de la OTAN dejando bien en claro que sus aliados europeos son meros integrantes liderados por EEUU. Esto al mismo tiempo hará que Eurasia y en particular la Federación rusa ajusten sus estrategias en previsión de una amplificación de las operaciones aéreas, terrestres y navales occidentales en el hemisferio oriental.

Otro escenario que podría recrudecer se ubica en el Mar Meridional de la China donde EEUU desde hace años ha estado tratando de establecer alianzas estratégicas con los vecinos de la república popular para establecer bases y llevar adelante operaciones de control sobre las aguas y los islotes que se hallan en disputa. En ese sentido Washington se han dado cuenta que sin la estructura de la OTAN y la participación de sus aliados (Francia, Australia etc) se le complica establecer una superioridad marítima en esa región.  Al respecto el Pentágono había venido trabajando sin pausa para establecer nuevas estrategias y la renovación de materiales y sistemas de armamento para los despliegues de su infantería de marina en escenarios como los del indo-pacifico.  

Como podrá deducirse de todos estos antecedentes y los planes en danza, no habrá consultas ni deliberaciones previas, ni pedidos de permiso y mucho menos explicaciones que, en la teoría, hacen a la tan mencionada y sermoneada por Washington “democracia”.