sábado, 2 de diciembre de 2017

EN DEBATE



LA HORA DE LAS RESPUESTAS

Tras el fracaso inexplicable por hallar al submarino ARA San Juan, muchos sospechan de las reales causas de ello y de que el mismo gobierno encubre la situación





Por Charles H. Slim

La tragedia del submarino argentino ya entra en horas decisivas y ello ha desatado varios interrogantes. Algunos de ellos los expondremos a continuación. Ante todo hay que señalar que el 15 de septiembre el Congreso argentino autorizo la entrada de tropas extranjeras al país, compuestas por unidades militares estadounidenses que venían a llevar adelante maniobras militares que se denominaron “Cormorán” que llevaron adelante maniobras combinadas en territorio patagónico. Igualmente Argentina no aprobó la participación de sus fuerzas en esta operación por lo cual las mismas se desarrollaron sin su presencia.

Más allá de las posturas en pro y en contra de estos ejercicios lo cierto fue que desde el mes de septiembre había una notable presencia naval de las fuerzas estadounidenses, más de lo que acostumbradamente puede verse con la 4º Flota que desde hace décadas se pasea por las aguas territoriales argentinas. No es una casualidad que la Armada estadounidense se halle operando en el Atlántico sur. La presencia de la base británica en Port Stanley que forma parte de la cadena de bases estratégicas de la OTAN en la región, es la razón sin la cual no habría el movimiento que existe dentro del mar argentino.

Por principio de cuentas, la desaparición del submarino argentino no puede normalizarse con versiones que aún no han sido comprobadas. Si bien es cierto de que existen varios factores (tanto internos como externos)  que pudieron concurrir  a este hecho, hay una conclusión que no puede ser negada y ella es que se trata de “un mensaje”.

El hecho es parte de años de abandono por parte del estado argentino de sus deberes soberanos en lo que hace a la custodia de sus derechos e intereses sobre los espacios acuáticos, mares adyacentes y su zona económica exclusiva donde gracias al sistemático desmantelamiento de la Armada, flotas de otros países –entre ellas la británica- pasan y operan sin problemas, al amparo del completo desconocimiento de Buenos Aires.

Los desastres por esta falta de presupuesto se extienden en una larga lista negra que solo para citar algunos números, en lo que hace a la Fuerza Aérea Argentina durante los diez años de gobierno del FPV cien aviones de la Fuerza Aérea se perdieron por la falta de repuestos, combustible y vetustez. Como siempre, estos hechos han sido arrojados  al cajón más oscuro de los archivos del estado con la intensión de que alguna vez, eso sea olvidado.

Ha sido por ello que el país ha caído a un estado de completa inoperatividad de las FFAA, que ha redundado entre otras cosas, en la imposibilidad de montar una búsqueda medianamente eficaz. Con este dato duro de la realidad, queda claro que sin lograr concretar este tipo de actividades, el cumplimiento de tareas de mayor riesgo y en las cuales hubieran posibilidades de un enfrentamiento abierto con unidades navales de otra potencia, sería algo ilusorio.

Con este luctuoso hecho que si bien aún no se conocen las causas puntuales que han propiciado y desencadenado esta desaparición, revela la sensible vulnerabilidad a la que se halla la república Argentina cuando no puede garantizar la seguridad de sus propios servidores públicos. Sin dudas que el factor de la corrupción político estructural es central en el hecho y que sumado al continuo plan de desarme de las Fuerzas Armadas, hoy llegamos a la situación en la que Buenos Aires deberá decidir si manejara sus asuntos de la Defensa atendiendo a cuestionamientos ideológicos-partidarios o lo asume de una buena vez como parte de una política de alto nivel con objetivos a la altura de los actuales desafíos. 

Nuevamente la administración de justicia pasa a jugar un rol central en garantizar a los familiares y a la opinión pública de esta res publika saber qué ha sido lo que realmente ha ocurrido con el submarino “ARA San Juan” y sea cual fuere las injerencias propias y/o externas, hacerlas públicas para dar un nuevo comienzo en la catastrófica situación de indefensión que padece la república.   

La publicación de las anomalías hidroacusticas que explicaron desde el gobierno, parecieran ser pistas trascendentes para poder explicar que es lo que pudo ocurrirle al submarino argentino. Para la Armada si bien las anomalías revelan “una explosión”, se ha encargado de desvirtuar que las mismas hayan provenido de un posible ataque externo. Según el informe de esta pista tecnológica que recogió una estación de escucha submarina H10S1 en el hemisferio sur, reveló dos señales que se produjeron en una secuencia temporal bastante llamativa.  La primera de estas anomalías se produjo a las 14:55 llego a los 100 decibeles  seguida por otra de unos 60 decibeles y una tercera abarcando hasta las 15:07 del 15 de noviembre que revelarían dos explosiones que revelarían algo más que incidentes surgidos dentro de la nave.

Según esta tesis, las dos señales detectadas por el centro de escucha en Viena, Austria, habrían sido nada menos que dos torpedos disparados por un submarino clase “Astute” con base en Malvinas que tras haber detectado la presencia del “ARA San Juan” dentro de las aguas de la zona de exclusión, al no tener respuestas del submarino argentino recibieron la orden de abrir fuego hundiéndolo sin más.

Según el análisis de esta información y considerando que la misma se compone de tres elementos como son dos explosiones y una tercera que se describe como sub explosiones, parecieran indicar la secuencia de un ataque con dos vectores que hicieron blanco y ya el submarino totalmente fuera de servicio, colapso completamente, explotando sus diversos compartimientos que no habían sido afectados por el torpedo principal. Esta hipótesis habría sido informada por la inteligencia rusa a Buenos Aires mucho antes de que Londres ofreciera su desinteresada ayuda.

Reconstruir la historia y retrotraernos hasta el momento de la zarpada desde Ushuaia, es imprescindible para determinar cuáles fueron los factores contemporáneos y presentes en ese lugar que pudieron desencadenar esta misteriosa desaparición. Los medios existen y las pistas pueden ser complementadas con información proveída por  agencias de inteligencia que manejan información satelital y de empresas privadas que monitorean constantemente el tráfico marítimo (https://www.marinetraffic.com/es/p/ais-historical-data )

Desde lo político esta horrorosa situación se asemeja más a un mensaje mafioso a Buenos Aires, que al producto de un infortunio por la enorme cadena de irregularidades que rodeaban a su mantenimiento técnico y presupuestario (Geopolítica.ru. “El hundimiento del submarino ARA San Juan y la decapitación del poder militar argentino”. https://www.geopolitica.ru/es/article/el-hundimiento-del-submarino-ara-san-juan-y-la-decapitacion-del-poder-militar-argentino ). Incluso y viendo el estado de degradación existente dentro del país, pudo haberse tratado de un sabotaje muy bien elaborado.

De ser veraz esta posición y de ratificarse el origen de las fuentes, el submarino no aparecerá jamás ya que ello significaría incriminar a los autores del hundimiento.

Las investigaciones ni siquiera han comenzado por el simple motivo de que no se han hallado los restos del navío ni se han recuperado los cuerpos de sus tripulantes. Las conclusiones aún son debidas y no podrán haber tales hasta tanto se haga lo primero.   

jueves, 30 de noviembre de 2017

EN LA MIRA



“FALSEANDO LA VERDAD EN YEMEN”

Pese a los cambios dentro del poder real saudita, la agresión sobre el Yemen continua y no hay visos de apaciguarla. A la par de esto, los medios neoconservadores y la prensa anglosajona trata de maquillar la tragedia saliéndose por la tangente.




Por Javier B. Dal
Desde el inicio del 2015, el pequeño y pobre país en la cabecera de la península arábiga llamado Yemen, se ve sacudido por la continua campaña de agresión militar encabezado por Arabia Saudita que una y otra vez, ha tratado por los medios más mortíferos existentes, doblegar a la población local para que bajen los brazos y se dejen ocupar a los fines de restablecer un gobierno adicto a los lineamientos de la Casa real Al Saud que como se viene viendo desde mediados del 2010, están emparejados con los intereses geopolíticos de Tel Aviv y Washington.

El origen de esto viene desde la misma época en que los británicos deciden retirarse tras la independencia del Yemen allá a mediados de la década de los sesentas y que continuo cuando el país en las épocas de la guerra fría estuvo dividido en un Yemen del norte gobernado por  un partido republicano nacionalista con capital en Sanaa y el Yemen del sur que en 1967 nació de una revolución marxista con su capital en la ciudad portuaria de Adén.

Tras la reunificación de ambos en mayo de 1990, la estabilidad del nuevo gobierno con su capital en Sanaa se vio constantemente sacudida por incidentes tribales y en especial como los pobladores del norte de mayoría Houtie, quienes son musulmanes de la rama chiita que durante siglos convivieron en paz con los sunitas y cristianos coptos de la zona,  por lo cual –y valga la aclaración- el problema en Yemen nada tiene que ver con la fábula de la “guerra sectaria” que muchos autores en occidente han venido tratando de vender como la causa por antonomasia en las disputas dentro de la región.

Fue de ese modo que en enero de 2015 cuando los rebeldes Houtie, que no toleran la injerencia permanente de los regímenes del Golfo sobre los destinos del país y que tenían en el presidente Abdu Rabu Mansour Hadi un descarado colaborador de Riad y de Tel Aviv, tomaron la iniciativa de darle un corte a esa situación mediante un alzamiento armado que termino con el arresto de éste viejo político yemenita. Al poco tiempo de ello, Mansour Hadi logra escapar y se refugia en Riad, donde tras su llegada al aeropuerto es recibido por el jefe de inteligencia saudita Jaled Al Jamidán. 

Como era de esperar y a la vista del interés que reviste dicho personaje, salieron a su rescate los grandes medios que continuamente han venido describiéndolo como el único que puede gobernar el país  y por ello, ha venido siendo ensalzado por editoriales neoconservadoras y los medios corporativos los cuales a su vez tratan de explicar con retorcidos argumentos, las consecuencias de lo que sus gobiernos han creado (Foreign Affair. “Pesadilla humanitaria de Yemen”. https://www.foreignaffairs.com/articles/yemen/2017-10-16/yemens-humanitarian-nightmare?cid=int-lea&pgtype=hpg ; CNN. “Depuesto presidente de Yemen huye de su arresto domiciliario y planea retirar su renuncia”. http://edition.cnn.com/2015/02/21/world/yemen-unrest/index.html )

Actualmente y pese a que la resistencia nacional yemenita ha sido exitosa en detener el avance saudita e incluso frustrando el intento de implantar una lucha intestina dentro del territorio, insertando fuerzas especiales estadounidenses, células de la CIA dirigiendo matones privados alquilados a empresas de seguridad privada como “Constellis”  (https://constellis.com/ ) y de mercenarios árabes traídos de escenarios como Siria e Iraq para tratar de impostar la aparición de grupos sunitas locales afiliados al “ISIS” en la supuesta misión de “combatir a los apostatas Houtie” acusándolos de apostatas, no han triunfado.   

Pero como éstas tácticas de la guerra sucia no han dado los frutos que se esperaban, los sauditas con el apoyo de Washington no han tenido clemencia y están desquitando sus frustraciones sobre la población civil causando una crisis humanitaria tan abominable que  a la vista de Naciones Unidas y en especial del Consejo de Seguridad, es un escándalo que se ha hecho muy difícil de seguir sosteniendo ya que no pueden detenerse las preguntas n lo referente a por qué aún no se haya condenado con la misma energía con la que en 1990 y 1991, se condeno y  sanciono  a Iraq hasta llevarlo al caos que persiste hasta el presente.

Aunque se hicieron intentos de realizar investigaciones Ad Hoc  por parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre las masacres colectivas que la aviación saudita, armada con aviones provistos por EEUU y armamento israelí, las mismas no llegaron a ninguna parte por el simple motivo que los países sindicados entorpecieron todos los intentos, tratando de encubrir con ello las acciones de sus protegidos sauditas. De esta manera, evitando que se constituyan grupos de observadores e investigadores de Naciones Unidas, tratan de mantener en el silencio las injerencias de Tel Aviv y varios de sus socios árabes regionales.

Al mismo tiempo ello ha sido el disparador  de una tragedia humanitaria que eleva a decena de miles a los hombres, mujeres y niños, sometidos a la hambruna, el cólera por falta de agua potable y la  carestía de medicamentos por un embargo unilateral impuesto por Riad y apoyado desde el mar por la flota estadounidense y británica. Esto  demuestra una vez más, quienes son los que dirigen al organismo internacional y quienes financian a las ONG que se presentan como actores desinteresados y al servicio de los derechos humanos.