martes, 22 de diciembre de 2020

 

 

“UNA VACUNA CONTRA LA ESTUPIDEZ”

Hay otro virus que desde hace décadas infecta a la clase gobernante y a los políticos de la oposición argentina que requiere de una pronta cura ¿Es curable la estupidez?

Por Pepe Beru

La aparición de la pandemia del COVID-19 dejo entrever varias situaciones bochornosas que la opinión pública de cada país desconocía de sus gobiernos o poco interés tenía en conocer. En el caso de Argentina estas circunstancias han puesto en evidencia una situación estructural catastrófica caracterizada por la improvisación, la impericia y la corrupción.

Desde que Vladimir Putin anunció publicamente la obtención de la vacuna “SPUTNIK V” se produjo un tembladeral en los intereses farmacéuticos de occidente y por supuesto, en los gobiernos anglosajones. Sin dudas se trató de una sorpresa muy difícil de digerir y –como era de esperar- no tardaron en salir al cruce los anglófilos locales y su los autoprocalamdos “republicanos populares” para lanzar especulaciones y sospechas con notorios tintes geopolíticos. 

A partir de allí los laboratorios británicos, estadounidenses y alemanes (parte de grandes multinacionales farmaceúticas) más influeyentes han estado en una carrera contra reloj para tratar de boicotear el logro ruso y ganar al mismo tiempo, los mercados para –según el slogan de los medios-  “salvar al mundo” del Coronavirus. Péro ¿Qué sucedía en Argentina?

Es difícil responder a esa pregunta, si consideramos que podemos entender por Argentina. Y es que, su gobierno (y en particular la persona del presidente Alberto Fernández) da de forma constante muestras de una contradicción existencial que no soporta contrastaciones con la realidad. Sus discursos van desde el cinismo hasta el relato fantástico que no hacen más que suscitar más incredulidad entre los gobiernos de otros países y la desazón entre la población. Calificarlo como peronista o socialdemócrata importa poco ya que, quedó claro que cambia de camiseta conforme la ocasión.

Si bien Macri y su gobierno destruyeron económicamente al país, las gestiones de su predecesora (de la actual vice Cristina Fernández) dejaron mucho que desear. Y desde que el actual presidente tomo el mando, no ha cumplido una sola de sus promesas electorales ya que (está a la vista) no ha puesto dinero en el bolsillo de los argentinos, no ha bajado los impuestos (por el contrario van en aumento y la creación de otros nuevos que asoman en el horizonte) y –en nombre de una solidaridad inexistente- le ha sacado la movilidad a las jubilaciones sin hacer mención de las contrariedades internas con CFK que en las últimas horas se han hecho publicas.

Ciertamente la pandemia hundió aun más al país y hoy por hoy la situación socio-económica y financiera es de total incertidumbre, pero ello no excusa todo lo anterior. No hay un solo “experto” en economía o en las ciencias sociales que logre adivinar hacia donde va éste país en los próximos tres meses.

La circulación del Coronavirus ha complicado aún más esta situación y ello a la vez, ha sido usado por el gobierno  como una excusa para saltar las responsabilidades propias de la clase política que desde hace décadas se aferra como la lapa al estado con la sola finalidad de obtener beneficios propios.

Y es en este contexto de confusión y caos que salen a la luz las consecuencias de esos procederes.

Cuando Vladimir Putin anunció la obtención de una vacuna, éste gobierno que se jacta de “popular” y “nacional”, hizo como si no sucediera nada, demostrando que no quería agitar el avispero de los intereses corporativos internos que se coligan con las embajadas de Gran Bretaña y EEUU. Esto no es un secreto y la demostración de esta obsecuencia irreverente ha quedado más que testimoniada con el estado de postración en la que se halla el estado argentino. Caracas ya lo dejó en claro cuando Diosdado Cabello, para ser diplomático, tildo de “tibio” al mandatario argentino quien no acuso recibo. Pero cuando Fernández y Cia advirtieron que podían explotar políticamente el acceso a una vacuna que ya se estaba administrando, “los populares y nacionales” no dudaron en declarar su confianza ciega al producto ruso iniciando las gestiones para la provisión de las dosis necesarias para la población argentina.

A pesar de las improvisaciones (por el desconocimiento del idioma y de tratativas en asuntos semejantes) y las sonrisas para las fotos institucionales de los diplomáticos, en el terreno de la realidad la situación de disponibilidad material que separa a la Argentina de Rusia es abismal. Tanto, que incluso se ve difícil que sean los argentinos quienes puedan ir a buscar lo que han comprado.

Aquí es donde comienza a vislumbrarse una vez más, un estado calamitoso de cosas que deja en evidencia hasta donde (entre ellos Alberto Fernández) destruyeron la infraestructura del estado nación. Durante décadas, estos mismos políticos que en otros momentos, especialmente en la era Menem, supieron venderlo todo a empresas privadas extranjeras y entregaron proyectos estratégicos a EEUU (Proyecto Misil Cóndor 2) en pos de una supuesta mejora en la calidad de los servicios y la industria, hoy claman por la estatización y el regreso a un desarrollismo ilusorio.

Entre los sectores estratégicos destruidos por estas políticas erráticas y negligentes están la defensa en general y las Fuerzas Armadas en particular. Más allá del direccionamiento deliberado y externo que tuvo esta degradación (Condicionada por  Londres con los Acuerdos de Madrid), hubo una cuota de infantilidad y amateurismo de los políticos argentinos que no puede perdonarse. Con ello la clase política ha demostrado que carece de visión y coraje para mancharse las manos con empresas a largo plazo demostrando que llegan a sus puestos para mejorarse sus propias existencias y la de sus cercanos a costa de los erarios públicos.

¿Cómo puede haber dinero para invertir en aviones, en el desarrollo aeroespacial o en equipamiento de una Armada a nivel de las demandas actuales, si el dinero se va a negociados y emprendimientos familiares de muchos de estos políticos? Son muchos los casos que revelan esta situación y uno de sus síntomas es la ausencia de material a la altura de las necesidades. Esta degradación en la operatividad ha llegado a tal punto que sus cuadros logísticos son casi inexistentes.

En ningún momento los funcionarios pasatistas han tomado en serio el tema demostrando que no entienden o no les ha interesado entender que la seguridad integral de una nación no pasa por ideologías partidarias. Pero así están las cosas en éste país y hoy por hoy sus habitantes se hallan a merced de esas consecuencias.

Esto viene a cuento de la actual necesidad de contar con una logística moderna y adaptada a las necesidades de contingencias como la que actualmente afecta a todo el mundo. Por estos días se discute cómo hará el gobierno argentino para trasladar el cargamento de vacunas que habría adquirido de la Federación rusa dado que Moscú condiciona su entrega a que sean los argentinos quienes la busquen. Pero aquí es donde se refleja la imperdonable carencia de aviones de transporte logístico adaptados para las presentes necesidades. La Fuerza Aérea es una de las armas que más ha sufrido de estas inconsecuencias políticas y la falta de planeamiento estratégico. 

Según se ha sabido, el transporte de estas vacunas requiere de condiciones especiales para su mantenimiento durante el viaje y su posterior traslado terrestre. A diferencia de los productos británicos y norteamericanos de Pfizer y BioNTech que requieren de una conservación de “ultrafrío” de -70 C°, el producto ruso se halla más asequible a las condiciones de infraestructura técnica de la Argentina. De ese modo, la Sputnik V solo requerie de mantener a la vacuna en un ambiente a una temperatura de -8 grados C°, mucho más razonable a las versiones anglosajonas.  Está en veremos si podrán adaptar con equipo de refrigeración uno de sus aviones comerciales “Boing-737-800”.

Igualmente, ello parece haber complicado a las promesas del presidente Fernández de comenzar la vacunación masiva para finales del mes de diciembre ¿Las razones? No contar con la capacidad logística para la simple tarea de ir a buscar el cargamento a Moscú. Pareciera un sinsentido o incluso una broma, pero esto ya lo vimos con la visita a comienzos del 2016 de Obama cuando el avión presidencial “Force One” debió bajar la cota de vuelo y reducir la velocidad al minimo para que los aviones a hélice “Pucará” pudieran escoltarlo poniendo (además del ridículo al gobierno argentino) en serio riesgo a la seguridad del mandatario estadounidense ante un hipotético pero muy factible ataque desde tierra con un simple misil portátil guiado “MANPAD”.

A pesar de aquel lamentable precedente que era la consecuencia del sistemático  desmantelamiento llevado a cabo durante la gestión de los Kirchner, la administración de Macri no hizo nada por mejorar el área, incluso como vimos, trato de encubrir estas falencias materiales con consecuencias fatales como sucedió con el hundimiento del submarino “ARA San Juan”.  En conclusión, tanto a la izquierda como a la derecha de la clase política, la ineptitud y la estupidez campean por igual, algo de lo cual ya lo están resintiendo sus votantes.

Hoy los mismos que ayudaron a desmantelar los brazos armados del país, tratan de explicar lo inexplicable demostrando la incapacidad o más bien, su cinismo que a su vez tapa la incompetencia funcional para estar a la altura de las circunstancias y resolver problemas tan básicos como es el disponer de transporte aéreo. En este sentido, el responsable de la defensa Agustín Rossi quien en el pasado hizo mucho por esta degradación, hoy demuestra su ineficacia en dar soluciones de fondo que puedan enmendar tantas fallas y carencias estructurales que curiosamente él mismo junto a sus partidarios, llevaron adelante durante la primera década del 2000.

Resultado de aquello, el desguace de escuadrillas enteras, el abandono de bases estratégicas (como el desmontaje del radar de Río Gallegos) y la inmovilidad de sus aviones de transporte militar con posibilidad real de acometer una misión como la que por estas horas requiere el país. Ante esta realidad no hay más que silencio y excusas que no sirven ciertamente para resolver problemas que deben ser atendidos de forma urgente.