martes, 4 de agosto de 2020


“UNA NECESIDAD ESTRATEGICA”
Por qué la inversión en el desarrollo de la defensa es una cuestión ineludible e irrenunciable para un estado serio

Por Pepe Beru
El Nuevo milenio no solo ha traido nuevas circunstancias y realidades geopolíticas y estratégicas sino también, novedades en lo que hace a las formas y los medios tecnológicos para contar con una defensa eficaz y moderna. La historia de los conflictos armados del siglo XX ha dejado una amplia y extensa enseñanaza para los estrategas militares y también para la industria armamentística, de lo que puede suceder si no se tienen las herramientas adecuadas para conjurar una amenaza externa o cuando creyeron que las tenían, ver como muchos de sus productos terminaron siendo anacrónicos para las nuevas amenazas contemporáneas.

No caben dudas de que el área de la defensa es una de las más importantes de un estado nación y ello puede advertirse en cuanto a los riesgos y los peligros ciertos que pueden amenazar su estabilidad política, económica y humana. La realidad de ello se podido advertir con los ejemplos históricos y contemporáneos  más claros como fueron las situaciones orquestadas contra Iraq (entre 1991 a 2003), Yugoslavia (1999), Afganistán (2001), Libia (2011) y el actual paradigma de Siria. No es posible asegurar que un estado será soberano y seguro si está desarmado o defectuosamente armado, aquellos casos citados casos son un claro ejemplo de las consecuencias de ello.

Los casos anteriormente citados –y salvando las diferencias propias de cada caso- tienen un punto en común y ese es la deficiente protección aérea con la que contaban para poder proteger su soberanía, por medio de la cual, EEUU y sus aliados de la OTAN pudieron penetrar con amplia impunidad en los espacios aéreos de esos países que, en algunos de estos casos  estaban pobremente defendidos. En algunos casos las fuerzas armadas y en particular sus aviaciones estaban surtidas de armamento y aparatos de origen soviético y en algunos casos puntuales, bastante obsoletos. Sobre la base de esa diferencia tecnológica, los agresores pudieron hacer sus despliegues militares con una notable impunidad y concretar sus objetivos sobre el terreno.

Batería SZU-23
Cuando EEUU formó la Coalición contra Iraq en 1990 sabía que el sistema de protección antiaérea iraquí estaba básicamente compuesto por Sistemas de rastreo y control de tiro SAM (Misiles Tierra-Aire) y AAA (Artillería Antiaérea) compuesta por una variedad de baterías “SZU-23” de origen soviético con adaptaciones iraquíes por lo cual, sus vuelos nunca bajaron de cierto limite para no quedar expuestos al fuego. La posibilidad de obtener sistemas más modernos era claramente imposible para Bagdad y pese a ello, pudo defender con una magra eficacia sus ciudades.

Caso muy diferente se da actualmente con Siria que, más allá de que hasta 2011 a igual que Iraq contaba con equipamiento y armamento de origen soviético, su gobierno tuvo la acertada visión de renovarlo (y obviamente en medio de una circunstancia geopolítica muy diferente) y para ello, haber obtenido la pronta asistencia material –entre otras- de la Federación rusa.
Y claramente que fue una medida de gobierno acertada y estratégicamente inteligente ya que desde que los productos rusos llegaron a Siria, los planes de EEUU y sus aliados –en especial Israel- han fracasado de forma rotunda.

No hay que olvidar que Israel ha estado tratando de aprovechar las circunstancias para –entre otras-  apoyar a las bandas armadas (Proxies) prestandoles –entre otras asistencias- apoyo aéreo con intrusiones furtivas que con un alto grado de impunidad por la vetusta defensa antiaérea siria. Fue así que desde que llegaron y se instalaron en Siria los nuevos sistemas S-300, S-400 y los S-125 “Pechora” la aviación israelí ha visto dificultada sus agresiones aéreas debiendo realizar ataques desde gran altura desde los cielos libaneses.

Como se puede advertir, el estado sirio puso una raya a los aviones israelíes y también a los ataques con misiles que son interceptados con alta precisión por los mismos sistemas rusos.

S-400 Instalado en Siria
El pilar para mantener la operatividad de esta red de defensa es el llamado sistema de guerra “Ciberelectrónica” GLONASS también de origen ruso que además de darle precisión a las baterías antiaéreas y prevenir de ataques en progreso, ha demostrado ser una sofisticada y eficaz barrera electrónica contra ataques de misiles crucero de origen estadounidense BGM-109 “TOMAHAWK” lanzados desde sus fragatas en el Mediterraneo. La aparición de este novedoso sistema ha roto la sesera de los militares norteamericanos quienes se han visto frustrados tras los últimos ataques misilisticos. Para ello, Washington y sus aliados han echado  mano a la argumentación de índole ambiental tratando de establecer la idea de que las ondas electromgneticas son un peligro para los vuelos civiles. Los principales denunciantes son de empresas aéreas (en especial emiraties) que apoyados por algunos investigadores europeos alegan que el uso de este sistema, causa la alteración electromagnética del espacio circundante perturbando las rutas de aviones y barcos de uso civil. Si bien ello puede ser posible por la naturaleza del sistema, no hay que olvidar que en 2018 aviones israelíes usaron un avión de transporte para ocultarse y lanzar un ataque sobre Siria.

La actualización de las defensas aéreas sirias implicaron también la puesta en servicio de nuevos sistemas  de misiles de alcance intermedio “BUK” y Pantsir” con los cuales se lograron interceptar los ataques misilisticos realizados a larga distancia por EEUU en 2017 y 2018. La multimillonaria inversión de Damasco en modernizar su parque misilistico claramente está harto justificado dado que, de haber permanecido con los viejos sistemas SAM (S-75) y los S-200 “Angara”, el indudable que habría terminado igual que Iraq y Libia.

El relegamiento de la materia de la defensa ha sido motivos de varias catástrofes históricas e incluso, la perdida de derechos (políticos, económicos, energéticos) y la libertad de pueblos enteros. Se trata de una política importante y estratégica para el desarrollo de un país, prescindir de la defensa por excusas anodinas o irrazonables es tan peligroso e irresponsable como abrirle las puertas al enemigo. Hay en muchos casos un alto grado de ignorancia y hasta candidez en el abordaje de esta materia, pero también existe un trasfondo mafioso que corrompe las instituciones, situación  que no puede ser controlada en estados con poca solidez institucional.

La inversión y gasto en defensa no tiene razón de ser para quienes sostienen políticas de neutralidad y pacifismo. En realidad estas posturas de ciertos políticos son irreales y nada practicas en el mundo actual y son más bien la declaración de deseos de ciertos sectores partidarios sin peso electoral y de funcionarios nada responsables. Las retoricas de una neutralidad bien intensionada y que nadie puede amenazarte si no te metes, hace tiempo que pasaron al olvido. Pregonar que un estado no tiene vocación beligerante o que la negociación política soluciona todas las controversias que comprometen sus intereses estratégicos, parece ser el discurso de gobiernos anodinos que no quieren asumir responsabilidades.

A4Q de la Naval argentina
Aquello ha demostrado ser una falacia discursiva que se ha escuchado durante mucho tiempo en Argentina y sobre la base de la cual se fue desmembrando –con fuertes incumbencias partidarias- su área de la defensa. A tal punto han llegado en esta inconsecuencia que hoy puede verse como en medio de la actual situación de la pandemia del COVID-19, sin recursos logísticos y operativos de sus FFAA el actual gobierno no puede cubrir con sus efectivos una parte del Amba.

Actual ejército argentino
Un punto particular sobre la maltrecha situación de la defensa argentina, vemos que al día de hoy carece de aviación militar y de sistemas de defensa antiaérea moderna que proteja los extensos cielos del país (incluyendo los que se extienden sobre sus extenso litoral marítimo). El atraso que muestra en esta área es más que preocupante y no se resolverá con las ridículas medidas, como las últimamente adoptadas por el actual ministro de defensa Agustín Rossi (el mismo que durante el gobierno de CFK, paradójicamente ayudo al desguace de las FFAA) que viendo que su gobierno no pudo movilizar sino un pobre ejército con apenas camiones de transporte y unas cuentas cocinas de campo,  sin personal ni equipamiento, ha llamado a reclutamiento de jóvenes con el incentivo de un sueldo de 25.000 pesos mensuales y cobertura médica como si con ello, se pudiera solucionar un problema tan grave para la subsistencia del país. Si a eso se le pretende llamar una medida estratégica o de fondo, ciertamente que Argentina esta perdida.

A la vista de esto y considerando la situación del archipiélago del atlántico sur ocupado por el Reino Unido de Gran Bretaña y la OTAN, la irresponsabilidad política y el amateurismo es notable.

Cuando la posibilidad de reestructurar su Fuerza Aérea con equipamiento de la industria armementistica rusa estuvo al alcance del gobierno de CFK (con la posibilidad de acceder a aviones MIG-29, SUKHOI-30 o incluso los formidables SUKHOI-35), le falto el coraje político para llevarlo adelante demostrando la subordinación geopolítica en la que se hallaban.

Pero en otro nivel, vemos como el desarrollo de las actuales amenazas trasnacionales que están íntimamente vinculadas a las operaciones de organizaciones irregulares vinculadas y apoyadas desde cubierto por ciertos estados y otras organizaciones trasnacionales, han llevado la inestabilidad y el caos controlado a varias zonas del mundo persiguiendo multiples objetivos. Solo las políticas proactivas de negociaciones diplomáticas y de prevención defensiva han conjurado algunas de estas amenazas.

La organización de FFAA convencionales con el formato del siglo pasado es claramente anacrónica y solo puede servir para hacer vistosos desfiles pero nada más. La dinámica de los conflictos de los últimos treinta años hasta esta parte demuestran –con ejemplos destacados- como ya no se distinguen a los combatientes de los civiles y con ello, no se respetan las convenciones y protocolos internacionales que prohíben someter a las poblaciones a las prédicas de la guerra.

La disolución de las FFAA de un estado como efecto de acciones externas como lo es una intervención política o armada (bajo las más desopilantes excusas) como las vistas en estas dos últimas dos décadas,  es causa de la atomización y disgregación de la fuerza nacional sumiendo a una nación en la anarquía y el caos bajo el control de grupos irregulares que no tiene más lealtad que la de sus propios objetivos los cuales en muchos casos, son fomentados por la fuerza interventora.

Sin dudas que la inversión en el desarrollo de una defensa solida e inteligente combinada con el despliegue de un ejército bien equipado y adaptado a las nuevas tácticas de guerra, podrán asegurar los intereses de una nación.