sábado, 29 de enero de 2022

 

“LA SOMBRA DE LA DUDA”

Cuando una mentira no puede sostenerse en el tiempo

 

Por Dany Smith

Alguien me dijo una vez “cuando hay dudas no hay duda de que eso no saldrá bien”. Esto es lo que para mi se les ha pasado en las últimas 48 horas por las afiebradas cabezas de los urdidores norteamericanos y sus socios británicos de la crisis con Rusia. Si alguien no observa esta situación o no la interpreta de esta forma es porque está mirando para otro lado.

Ante todo dejemos en claro quiénes son estos instigadores enfermos de rusofobia. Se trata de los neoconservadores más duros de la elite política norteamericana, encarnada y encabezada actualmente por personajes como Victoria Nuland, esposa de Robert Kagan, ex asesor personal de la administración de George W. Bush, la actual subsecretaria Wendy Sherman y toda la red de funcionarios demócratas que responden al liderazgo de Hillary Clinton (orquestadora de la novela “Russia-Gate”) quien se ya ha dejado entrever su intención de volver en 2024 por el cargo de presidente.

Estos son solo unos cuantos, los más referenciales o conocidos para la opinión pública de lo que representa el poder neoconservador en los EEUU. Estos no son la vieja derecha aislacionista que se militaba a comienzos del siglo XX; por el contrario, son una facción ultra conservadora que propugna la extensión del poder estadounidense a todo el globo y para ello no importan los medios ni las consecuencias (11/S y las invasiones a Iraq y Afganistán).

Dentro de esta concepción, el caos como estrategia global es funcional a sus planes y la guerra es un factor de ganancias a mediano y largo plazo.

He ahí el peligro que patentizan para la estabilidad y la paz mundial. Son una concepción política que solo atienden y representan a una facción extremista dentro de la política.

Tampoco representan a la vieja derecha religiosa ultramontana o puritana del cristianismo europeo. Por el contrario, son ardorosos adherentes al sionismo (no al judaísmo) como parte de una estrategia política y de simbiosis geopolítica con el estado de Israel. Uno de los más emblemáticos especímenes de esta rama fue Paul Wolfowitz, quien ya en 1990 planificaba e instigaba como hacerse con el control de las reservas de petróleo en el Golfo Pérsico y extender la injerencia de los EEUU sobre lo que pronto serían las ruinas de la URSS y que unos años más tarde en 1997 junto a otros socios del mismo talante materializarían mediante un proyecto (“Proyecto para el Nuevo Siglo Americano” -PNAC-). 

Sus actuales continuadores son quienes instigaron y dieron apoyo al golpe de estado de 2014 en Kiev y sin lugar a dudas son quienes han generado la actual crisis con Rusia bajo los más desopilantes argumentos. El principal sin dudas es la de hablar de “una invasión rusa a Ucrania”. Entre finales del 2021 y desde comienzos del año la administración de Joe Biden claramente influenciada por este sector y por Bruselas (sede de la OTAN) ha intentado penetrar en Ucrania con la finalidad de instalar bases militares y sistemas de misiles ofensivos. Cuando son descubiertos en el proceso, comenzaron las excusas y la difusión (con la inevitable colaboración de la Corporación de Medios) de todo tipo de mentiras y desinformación para distraer a la opinión pública.

Similar a lo que fabricaron para desencadenar las intervenciones sobre Afganistán en 2001 e Iraq en 2003, estos mismos exponentes vuelven sobre las mismas tácticas de la mentira, el engaño y la exageración para buscar una nueva intervención de los EEUU solo que esta vez sobre Eurasia con el objetivo primordial de hacerse con Ucrania. Pese a que sus planes se fueron desenvolviendo de forma silenciosa y al amparo de la clandestinidad, sus movimientos fueron advertidos por Moscú y fue allí cuando sin dudarlo y apelando al razonamiento del sentido común, el presidente Vladimir Putin -una vez más y fríamente- ordenó el despliegue inmediato de sus tropas sobre sus fronteras con Ucrania en previsión de los intensos y provocativos movimientos de sus “socios” occidentales.

El presidente ucraniano se halla entre la espada y la pared y echarse atrás fregaría los planes de Washington y eso es muy peligroso

Entre tanto el presidente ucraniano Volodymir Zelensky bajo la creencia de que Washington y la OTAN iban a resolver sus problemas sobre la región del Donbass, dejo hacer y se sentó a ver como evolucionaba la situación.

Como le sucedió a Sadam Hussein en 1990 cuando tenía disputas con su vecino Kuwait, las voces del Departamento de Estado y de emisarios de la CIA le hicieron creer al presidente ucraniano Volodymir Zelensky que lo ayudarían con sus problemas. Para ello debía acompañar la jugada que Washington había desplegado en la región y como tributo a ello, su país sería aceptado en la Unión Europea y la OTAN. Como vimos, al principio Zelensky se lo creyó, pero al parecer en las últimas horas -a diferencia de Hussein- parece haberse dado cuenta de que las cosas no son como las cuenta Washington y que de seguir por ese camino arriesga a nada menos que la integridad de su país.

Y es que las señales de que la retórica norteamericana no buscan la distención, ya no pueden ocultarse. Las falacias del relato estadounidense son tan evidentes, que muchos ucranianos comenzaron a dudar de la veracidad del discurso angloestadounidense.

Durante la última semana, la campaña de demonización por los medios occidentales se volvió histérica y sumado a ello, los intentos por amedrentar a Moscú con más sanciones comerciales y posibles consecuencias sobre el gasoducto “Nord Stream 2” no bastaron para que Vladimir Putin retroceda. Esto último es un punto que preocupa mucho más a Alemania dado que depende del gas ruso para el invierno.  Aunque también es cierto señalar que a EEUU le importa y mucho la desconexión de este gasoducto y de esa manera, vender su gas licuado a toda la Unión Europea.

A esta catarata de provocaciones se agregan las invenciones británicas que según acusan sus “servicios de inteligencia”, Rusia tiene un plan encubierto ¿Dónde están las evidencias de eso? Pues espérelas sentado ya que son tan inexistentes y fantasiosas como las hazañas de “James Bond”. Es más, toda esta batería de fábulas y discursos extorsivos parecen haber caído en saco roto y solo han logrado reafirmar la postura rusa que como bien lo sentención Vladimir Putin se resume en la frase “ni un centímetro al este”.

La determinación de Moscú es clara, legítima y está avalada por la ley internacional y por la situación fáctica del terreno, y eso lo saben muy bien los jerarcas en Kiev. Pero quienes más cuenta se han dado de lo que implicaría provocar a Rusia son los mismos generales ucranianos quienes parecen haberse dado cuenta que la OTAN solo se encarga de azuzar el conflicto, pero sin intensiones de intervenir directamente si se llega a desatar. Como en una riña de gallos, Washington los arrojaría para pelearse con el gallo ruso mientras aquellos desde Washington miran. Zelensky parece haber entendido esto y (claramente atacado de pánico) ya no quiere jugar este juego, algo que ha despertado la furia del Secretario de Estado Anthony Blinken y de todo el arco neoconservador que le sustenta en Washington.

Es quizá en este momento y ante la advertida falta de voluntad del presidente ucraniano de proseguir con la charada es que Ucrania corre el riesgo de ser metido de cabeza en un conflicto con Rusia. Este es el momento más peligroso para su país, pero al mismo tiempo y para la tranquilidad de Zelensky y los ucranianos, Rusia está en guardia y atenta a lo que sus “socios” pudieran planear.

 

miércoles, 26 de enero de 2022

 

“LA HORA DEL DESARROLLO”

Mientras la suerte de la Argentina pende de un acuerdo con el FMI y de profundos cambios estructurales en su forma de gastar la puerta para el desarrollo se halla de espalda de los argentinos


Por Javier B. Dal

Desde hace 39 años hasta esta parte que la Argentina solo es noticia por sus tras pies económicos y financieros que sus políticos y algunos psicópatas del mundo económico local pretenden dar como ejemplo del ingenio argento.

Durante todo este tiempo y remozado mediante debates y discusiones estériles, la población, los ciudadanos de pie que se levantan temprano para ganarse el mango e incluso los serviles empleados públicos de las categorías más bajas, han visto como año a año su capacidad adquisitiva se degrada, se degradan las instituciones (como ser el poder judicial), el estado se vuelve más burocrático y cínico en su administración sin que esto pareciera tener un final.

Para peor, quienes debieran explicar todo esto solo aprovechan sus apariciones en los medios (empresas al servicio del poder de turno) para hacer gala de sus conocimientos de finanzas y macro economía, como si los ciudadanos que están en sus casas pudieran entender o les interesase saber lo que sus amigos en Wall Street o en Londres piensan del país. En resumen, lo que tenemos como resultado es una interminable discusión entre charlatanes.

Argentina es un sinsentido con mucho potencial. Con una superficie de 3.750.000 kilómetros cuadrados apenas tiene 44 millones de habitantes que en su gran mayoría se arrinconan en la provincia de Buenos Aires dejando un gran espacio territorial sin más desarrollo que lo que cada provincia produce. Su capital en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (desde donde se maneja al país), con 203 kilómetros cuadrados debe ser la jurisdicción con más abogados y economistas por metro cuadrado, pero pese a ello la justicia no mejora y la economía siguen sumida en un cataclismo.  Algo que tienen en común es que una gran parte de ellos siempre están mirando hacia el norte (con sus viajes a Miami y New York) y más allá del océano (a Europa e Israel) embelesados por su forma de vida creyendo que allí estaría la solución a problemas que han sido creados dentro del país por los mismos argentinos.

¿Qué es lo que ha fallado y sigue fallando en la mentalidad argenta? A diferencia de otras latitudes, el territorio argentino no tiene los dilemas que poseen la mayoría de otros estados con grandes extensiones de tierra donde hay diversidad étnica, religiosa y cultural que suele chocar con las administraciones en sus capitales políticas. A pesar de ello, estos ejemplos no detienen sus planificaciones de desarrollo interno con proyección de impulsarlo en un futuro hacia afuera por el simple motivo de que saben a dónde van y cuentan con una planificación para ello.

Claramente hay en la conducción política una falta de decisión para generar una hoja de ruta para un progreso sostenido en el tiempo.

Y mientras los políticos y la elite argenta miran hacia esos lugares e incluso donde llevan sus capitales, la Patagonia solo es vista de reojo como una plaza meramente turística pero nada más.

Con un territorio patagónico inmenso con capacidades de desarrollo propio inimaginables podemos intuir que hay en la clase representante una falta de visión de futuro imposible de entender. Tal vez los argentinos debieran recordar que ese territorio lo lograron conquistar (entre 1878 a 1885) gracias a visionarios como Julio Argentino Roca quien -a diferencia de los políticos contemporáneos- no tuvo problemas en ponerse en polvorosa y marchar con sus tropas a conquistar esas latitudes. Después de aquello, el joven estado argentino (nacido en 1853) detuvo su política de desarrollo y bajo una burguesía agro ganadera exportadora embelesada por los buenos negocios con Gran Bretaña se contentó con su mera tenencia.

Cuantas veces hemos dicho que las clases gobernantes en vez de realizar políticas de estado, se avocan más bien a políticas partidarias poniendo a la infraestructura del estado como una cartelera de su partido. Con ello, se van los recursos y el material que podría ser invertido en el desarrollo de estas potencialidades siendo una de ellas la Patagonia.

Si bien hay una creciente conflictividad con grupos que se autodenominan “Mapuches” (Araucanos originarios de Chile), la intensidad y el alcance de estos no puede compararse con las diversidades y complejidades que por ejemplo deben enfrentar países como China (con 56 grupos étnicos) o Rusia (con 193 grupos étnicos) que mantienen amplios espacios territoriales con una multiplicidad de realidades culturales y religiosos que muchas veces chocan con las políticas estatales pero que no detienen el progreso de la nación. En Argentina eso no pasa ¿Qué falla entonces?

La respuesta a esto pareciera ser, una total falta de aptitud política y desinterés estratégico que (además de desmontar áreas estratégicas del estado nacional como las líneas férreas y la defensa) llevó entre otras cuestiones a una total desindustrialización que se consolidaría tras la derrota de la guerra de 1982 y que perpetuada por el gobierno radical de Raúl Ricardo Alfonsín,  fue rubricada en los humillantes Tratados de Madrid I y II de 1990 firmados con Gran Bretaña por la administración peronista de Carlos Menem.

Con esto, el dinero proveniente de las plazas anglosajonas se fue inyectando a las cuentas de políticos y representantes corruptos del sistema quienes fueron y siguen siendo los encargados de mantener este Status Quo que solo aspira a una república provisora de servicios y materias primas. Para ello, solo basta una elite de políticos serviles que (con medios adeptos al poder global) no vean más allá de sus narices y que (con la cooperación de los medios) mantengan a la población sumida en la contingencia cotidiana.

En esto no hay distinciones ideológicas ya que el hoy por hoy llamado “peronismo” y la oposición (de liberales anglófilos, advenedizos y falsos libertarios) son contestes en no salirse del marco que limita al progreso del país.

A esto hay que agregar, la vieja costumbre de esperar que “otros” (empresas extranjeras o incluso gobiernos) vengan a invertir y que ellos lo hagan. Para cualquier estadista o un estado con representantes serios que tiene una planificación estratégica con visión de progreso para sus habitantes eso es un cuchillo de doble filo y que a pesar de que en Argentina ya se han cortado varias veces, no parecen entenderlo. Pero el incentivo que mueve a esta forma de pensar es la industria de la tercerización en la que los políticos han convertido en un fabuloso negocio para que cualquiera sin importar que es lo que pretenda, se instale en el país bajo el argumento de la inversión y el desarrollo. De esta forma, emprendimientos mineros han logrado hacerse con enormes extensiones de territorio (que abarcan a más de una provincia) que además de explotarlos sin control del estado y de causar severos daños en el medio ambiente, se rigen por sus propias leyes desconociendo a las del anfitrión (un estado dentro de otro estado).

La Patagonia es un espacio vacío vital que debe desarrollarse y que el gobierno federal debiera tener como política estratégica para un futuro inmediato. Todo está para hacerse allí (acueductos, centrales eléctricas, carreteras, vías férreas, nuevas ciudades, aeropuertos etc) , hay un ejército de desocupados tan solo en la provincia de Buenos Aires posible de movilizar, si los recursos se administran de forma concienzuda y honesta puede llevarse adelante una gran obra de infraestructura tendiente a colonizarla y a resolver los problemas que aún subyacen para las poblaciones existentes.

El momento no podría ser más oportuno, aunque es cierto que el gobierno federal debería tener un activo político y la decisión que en realidad carece. Ante todo debería deshacerse de los condicionamientos externos de los que sufre no tanto por imposición sino por acostumbramiento. Pero para que ello pudiese llevarse adelante la pregunta sería ¿Habrá en manos del gobierno alguna planificación o al menos bosquejos de un emprendimiento semejante?

 

domingo, 23 de enero de 2022

 

“NI UN CENTIMETRO AL ESTE”

A la luz de la mala fe evidenciada por los infundios de Washington y sus aliados de la OTAN las señales de Moscú son claras

Por Charles H. Slim

La mejor palabra que describe al canciller ruso Sergüei Lavrov es sin dudas “integridad” ya que solo basta verlo pasar por la puerta para darte cuenta que es un tipo que no vas a poder pasarlo con infantilidades. Esto lo decimos tras la presentación del informe estadounidense que se titula “Realidad vs ficción” y en el cual, como bien lo sintetizo el mismo Lavrov “está plagado de mentiras”.

Igualmente a él no le molesta (más allá de lo engorroso de este informe) tener que desbancar una a una estas chapucerías y ponerlas al conocimiento público.

Y así fue con su acostumbrada parsimonia y ese tono grave en la voz, dijo ante los medios que lo que los norteamericanos habían presentado no tenía pies no cabeza. No había más nada que agregar, la leve sonrisa en su monolítico rostro lo decía todo. Pero ¿Qué dice ese informe norteamericano?

Tal como lo fue desgajando punto por punto, a la vista de quienes hemos venido siguiendo las políticas de Washington en Eurasia, son un rosario de mentiras, falacias e invenciones que solo viene a ratificar como se ha comportado EEUU en el uso del tan conocido “doble rasero” en su política exterior.

La principal mentira que esbozan en este libelo habla de que “Rusia invadió Crimea en 2014” cuando en realidad ello es falso. Quienes crearon la desestabilización en Ucrania en aquel año y fomento el golpe de estado de febrero fue la embajada de EEUU. Tras aquel sangriento episodio en el que se emplearon elementos “proxies” (mercenarios de varias nacionalidades) que se unieron a los ultranacionalistas ucranianos, establecieron un gobierno que comenzó a perseguir a los ciudadanos ruso parlantes quienes ante esto, decidieron organizarse y resistir a este gobierno que no consideraban legítimo. Fue así como Crimea regresó a la Rusia histórica y en el este de Ucrania nacieron las repúblicas de Donetsk y Lugansk en el Donbass.

A partir de ese entonces, Washington y la OTAN han venido maniobrando de forma discontinua y por diferentes medios (la mayoría de ellos sucios y clandestinos) para apoyar a Kiev para recuperar la región del Donbass. Una de las tácticas que pretendieron implementar fue la de infiltrar células de asesinos y terroristas dentro esta región para -mediante sus ya conocidas tácticas- crear el caos y el terror entre los pobladores. Pero para desgracia de sus planificadores en Bruselas estos grupos fueron paulatinamente eliminados y varios de sus componentes capturados.

Para el Pentágono eso fracaso por la intervención del GRU ruso y de su agencia de inteligencia pero ello no puede ser corroborado y solo queda en la mera especulación.

De cara a la opinión pública, los medios anglosajones han estado implementando una constante campaña de intoxicación informativa que tiene como principal objetivo la demonización de Rusia y de su gobierno. En esta campaña se adhieren los anglófilos argentinos y en particular los medios y editoriales capitalinas acostumbradamente rusofobas que son la mímica de lo que dicen en Washington y Londres.

Parte fundamental de esta campaña son sin dudas la novela del “Russia-Gate” tejida por los demócratas (liderados por Hillary Clinton) durante la administración de Donald Trump, las falsas acusaciones de espionaje y ataques cibernéticos contra la infraestructura de los EEUU, las falsas acusaciones de Londres en el caso del envenenamiento del doble agente Skripal y en última instancia, las supuestas intenciones rusas de invadir Ucrania.

Un detalle que sobresale en este documento es la terminología con la que la OTAN se autodenomina para justificar su constante avance. La pretensión de considerarse (hoy) como una “organización defensiva”, es una falacia que no se condice con sus antecedentes más contemporáneos. Solo para dar sustancia a este argumento recordemos que la organización atlántica (además de asistir a Gran Bretaña en la guerra de 1982), intervino de forma ilegal en acciones ofensivas de la ex Yugoslavia en 1999, intervino en la invasión a Afganistán en 2001, en la de Iraq de 2003 y la de Libia de 2011. A la vista de esto cualquiera puede preguntar ¿Qué clase de defensa es esa?

Una excusa similar se trata de emplear cuando se le cuestiona sus intenciones en Ucrania con su constante aprovisionamiento de sistemas de armas ofensivas y de tropas para instrucción ¿Qué clase de garantías de no agresión pueden ver los rusos en semejantes movimientos?

Tampoco ha sorprendido al viejo Lavrov la poca memoria de los estadounidenses. Esto a cuento de que según cita dicho informe, “occidente (léase EEUU, Gran Bretaña y la UE) nunca hizo una promesa de no extender la OTAN”. Al parecer los burócratas en Washington parecen sufrir de amnesia o más bien, simulan sufrirla. En realidad, esto no es algo nuevo en la historia política de los EEUU. En 1982 cuando Gran Bretaña cruzo el océano atlántico para arrojar a los argentinos que habían recuperado las islas Malvinas y todo el archipiélago del sur, Washington desconoció la vigencia del Tratado de Asistencia Recíproca TIAR permitiendo que los británicos (asistidos por la OTAN) agredieran a uno de sus contratantes hemisféricos.

Más cerca en el tiempo, el abandono en 2018 del Tratado de no proliferación nuclear iraní firmado en 2015 entre Washington y Teherán, demostró no solo la desprolijidad de Washington sino tal vez lo peor, lo nada confiable que es como estado para establecer un acuerdo y en el ausente respeto por la legalidad internacional.

Una vez más y como si pudieran seguir con estos juegos de niños, el Departamento de Estado y en particular su Secretario, Anthony Blinken pretende hacerse el desentendido de lo que su mismo departamento en 1990 acordó con Moscú. A pesar de que este informe señala de que ellos no prometieron nada, el 9 de febrero de 1990 el por entonces Secretario de Estado James Baker dejó expresado en documentos que tienen ambas partes “Garantías férreas: la jurisdicción de la OTAN y sus fuerzas militares no se moverán ni un centímetro hacia el este”.

Pero a pesar de las palabras de Baker, durante toda esa década y aprovechando que Rusia estaba tambaleando tras la desintegración de la URSS, Washington no tuvo reparos en comisionar a la CIA para que con sus colegas del MI6 y con el seguro apoyo del MIT turco (parte de la OTAN) y la Mukhabarat saudita, comenzaran a alimentar al fundamentalismo islámico que campeaba en las ex repúblicas soviéticas a finde de que fueran elementos de desestabilización permanente. El caso de Chechenia fue sin dudas paradigmático de como occidente uso a los chechenos y sembró la semilla de la inseguridad como táctica para que la OTAN, mientras Rusia se ocupaba de los separatistas, avanzaba paso a paso.

Para Sergüei Lavrov, para el presidente Vladimir Putin y una parte importante de la población rusa, los estadounidenses y la OTAN, el mensaje es claro y el mismo se resume en que no deben avanzar un solo centímetro más hacia el este.