OPINION
“RETIRO, RECESIÓN E
INTRIGA”
Cómo podrá Trump resolver el grave entuerto en el que se halla con la actual situación interna y global
Por Sir Charlattam
Esta época pasara a la historia como una de las más
inestables y volátiles de las relaciones políticas y humanas en el comienzo del
siglo XXI. Ningún país tiene los presidentes y gobiernos por cuestiones del
azar o la magia, no para nada. Si bien es verdad que en apariencia son los
votantes los cuales colocan a quienes les representaran sus intereses en la
administración de sus gobiernos, solo son el factor visible y de poco peso en
el negocio de entronizar un gobierno a
molde de los intereses privados.
El mundo se está rajando o mejor dicho, las
estructuras gubernamentales que sustentan las políticas económico-financieras
de puro saqueo en favor de una pequeña elite plutocrática que se ahoga en
dinero mientras causa la miseria y la sobrevivencia de una amplia franja
poblacional denominada como la “clase media”. La estructura social se ha rajado
y está poniendo a unos contra otros y lo peor de todo, disgregando el tejido
social de los países en vías de desarrollo que han aceptado las recetas mágicas
de los “popes” democráticos occidentales.
Sobre esto último sin dudas se puede discutir mucho
sobre el carácter democrático de dichos actores ya que han convertido a sus
sociedades en sofisticados guetos panópticos donde nadie tiene un mínimo de
intimidad.
Si hay alguien que está colaborando con toda esta
debacle es sin dudas EEUU y ello no significa hablar específicamente de Donald
Trump. Si es cierto que él es la cara visible de la Casa Blanca y es autor de
una infinidad de estupideces que complican más aún la pésima imagen de EEUU en
el exterior, no es el cerebro la política exterior ni del descalabro bursátil
visto hace apenas unos días. Por el contrario su personalidad ha representado
ser la pesadilla más insoportable para el Establishment neoconservador que ha
conseguido algunos puntos a favor (como lograr la frenar la inmigración, promover
la construcción de un murallón en la frontera con México y la declaración de
Jerusalén como capital de Israel entre otras) pero está resintiendo el fracaso
de muchos otros.
Cuando las cosas son del agrado de este sector,
todos aplauden a Trump de pie en la Cámara de representantes del Congreso y los
medios se moderan en sus críticas enmarcadas en la novela del “Russia Gate”, en
especial en Gran Bretaña donde la rusofobia mediática se ha convertido en un
tema de estado para Teresa May. Si por el contrario las cosas salen al revés o
van contra los intereses de algunos de los sectores influyentes que componen
esa elite lo tildan inmediatamente y sin mayores escrúpulos de “populista de
derecha” entre otros anodinos epítetos. Como sea, él será el fusible ante
cualquier desastre que no pueda controlarse.
Hay una severa crisis en la Reserva Federal y
existen discusiones internas por el tema de las tasas ¿cuánto deberán subir?
Incluso algunos expertos financieros que no son del agrado del Establishment
financista de Wall Street, señalan que la economía estadounidense solo gira en torno
a la deuda pública, tan astronómica y exorbitante que no se tiene certeza de su
cifra real. La Reserva Federal necesita aumentar los intereses para evitar un
cataclismo interno mientras continúa imprimiendo billetes en forma
descontrolada. Para algunos los buenos tiempos de la economía estadounidense se
han terminado y es necesario volver a lo básico. Para otros hay una recesión en
puerta y Trump sabe eso y es por ello que el presidente norteamericano ha
tomado algunas de las medidas más molestas para el Establishment.
EEUU se ve impotente en frenar el desarrollo
económico, comercial y financiero de Rusia pero en particular de China, y parte
de ello lo vemos con las desesperadas medidas arancelarias que han estado a
punto de desatar una guerra comercial abierta pero que no está exenta de
escaramuzas político-diplomáticas que podría escalar al campo bélico.
Precisamente sobre ello, Washington y todo el arco político pero en especial
con el sector neocon y sus colegas pro-sionistas, han puesto el grito en el
cielo apenas Vladimir Putin anunció públicamente en marzo del año que se está
yendo el desarrollo de su potencialidad armamentística (con los misiles Sarmat
y Avangard) que deja al arsenal nuclear estratégico estadounidense en la
categoría de chatarra sofisticada, pero chatarra al fin.
Esto puso en evidencia un nuevo estado de cosas que
sin dudas amenaza la supremacía estadounidense y ni bien tomaron conciencia en
Washington de la veracidad de lo que el Kremlin había anunciado, llamaron
inmediatamente a tratar de llegar a un “arreglo” con la intensión de que esto
no dañara la reputación de los EEUU.
A la pérdida de credibilidad en la batalla de la
propaganda mediática hay que agregar el recrudecimiento de las actividades de
inteligencia –en particular las cibernéticas-
está tomando un cariz cada vez más agresivo.
Pero de cara a la opinión pública, la farsa debe
continuar y como procede el manual de la política estadounidense, el doble
rasero debía aplicarse y de ese modo mientras los contactos estadounidenses
claman por un poco de respiro, Rusia hace respetar sus intereses retomando sus
vuelos estratégicos más allá del espacio aéreo de la Federación rusa. La
respuesta de Washington fue imponer más sanciones y retirarse unilateralmente
de varios tratados sobre el control de armas de destrucción masiva ¿Acaso eso
es una casualidad?
La última de las medidas tomadas por Trump, tomo por
sorpresa a los Halcones del Pentágono quienes confiaban en su determinación en
mantener el estado de guerra perpetuo que tan buenos negocios da a la industria
militar. Retirar a los grupo de tareas de fuerzas especiales que entrenaban a
los “rebeldes moderados” y los grupos kurdos del “YPG” en Al Tanf y otros
puntos del norte sirio fue algo que muchos no pudieron digerir. Uno de ellos su
jefe del Pentágono James Mattis quien ya hizo las balizas y está a la espera de
su salida. Apenas se conoció el anuncio sonaron los teléfonos desde Riad y Tel
Aviv preguntando si aquello era cierto.
Ante la ola de críticas y fuertes presiones que esto
causo dentro del círculo de influencias manejadas por lobbies vinculados a
estos aliados, Trump realizó un viaje relámpago a Iraq donde aún hay más de
5000 soldados acantonados. Según informes de aquella visita Trump llego a la
base aérea iraquí de “Al Asad”, que el ejército la marina estadounidense ocupa
desde la invasión de 2003 y desde allí anunció que “no se retirarían de Iraq ya
que desde allí podrían atacar Siria”. Este comentario que no es más que la
confirmación de actos de agresión contra un estado soberano que atenta contra
la ley internacional (Cfr. Cap. VII Carta de la ONU) y que habría sido la
comidilla del escándalo para los medios occidentales, vemos como además de ser
dejado de lado, demuestra con claridad lo que ha venido sucediendo desde hace
años en la región.
Se sabe que los alegatos de Trump no revelan nada
nuevo. Hace años que tropas estadounidenses operan sobre territorio sirio e
incluso no tuvieron problemas cuando apareció el embuste del “Daesh” en junio
de 2014.
Además hoy por hoy se hace insostenible su presencia ya que el actual
gobierno en Bagdad, pese a ser de la misma mafia que colaboro con la ocupación,
se halla fuertemente presionado por los sectores populares que no quieren ver a
los norteamericanos en su territorio. Por otra parte, hay que recordar que
Washington tiene un estricto protocolo de cobertura de la identidad de sus
efectivos en operaciones en Iraq, no solo por seguridad ante los grupos de la
resistencia que aún siguen operativos –como
se alega- sino más bien para evitar individualizaciones que puedan servir
para que la justicia –tanto iraquí como
de cualquier parte- pueda llegarlos a requerir ante la comisión de crímenes
de guerra y otros tantos que se han cometido y se siguen cometiendo en la
región. Como sea, el futuro de Trump es bastante ocre y solo hay que esperar
como se iniciara el nuevo año.