viernes, 1 de febrero de 2019





VETERANOS DE AYER



“AQUELLA GUERRA”

En un nuevo aniversario de la guerra contra Iraq en 1991, reedita el estado de desgano de los partícipes argentinos en la Operación Tormenta del Desierto ¿Qué harán al respecto?



Por Pepe Beru
Ya se cumplen 28 años del estallido de la guerra contra Iraq ocurrida en enero de 1991 y aún pareciera que no ha pasado el tiempo para muchos de sus veteranos. Aunque la mayor parte de los países que apoyaron aquella aventura bélica impulsada por la Casa Blanca han dado reconocimiento a sus efectivos, hay otros casos que no rindieron los mismos honores. Este es el caso de los argentinos quienes tras haber sido parte de las operaciones militares de la Coalición Aliada liderada por los EEUU, aún no han sido reconocidos como veteranos de dichas operaciones.

Se trata de un mal precedente dentro del derecho nacional ya que refleja la parcialidad con que se ha interpretado el reconocimiento de los derechos y garantías de un sector de la población argentina.  Sin dudas lo es para el plexo de derechos que siempre tuvieron y siguen teniendo latentes cada uno de los miembros que participaron en el fragor de las operaciones bélicas que dieron inicio en las primeras horas del 17 de enero y que se extendieron oficialmente hasta el 28 de febrero de 1991.  En ese momento pasaron a ser elementos al servicio de una planificación que excedía las competencias de su propio gobierno y de los intereses de su propia nación. Cuando salieron de sus aguas jurisdiccionales pasaron a ser parte de una fuerza internacional que tenía una planificación, estructura y comando ajeno a sus mandos naturales y lo más importante, a las previsiones e hipótesis que durante años habían estado ensayando e incluso puesto en marcha durante la guerra de las Malvinas en 1982.

Fue por ello que para quienes habían estado en la guerra de Malvinas, todo este despliegue no era más que una rutina ya que el procedimiento para el alistamiento y zarpada era prácticamente el mismo. Pese a ello, hay que señalar que la naturaleza del conflicto y la entidad del mismo no se equiparaban. Pero lo importante para los intereses de cada hombre en aquellas dotaciones, era saber que desde el momento en que salían del puerto Naval de puerto Belgrano, adquirían derechos que se irían repotenciando a medida que avanzara la crisis hasta alcanzar un máximo nivel.

Era por ello que en esas circunstancias tan particulares que se representaron en dicho conflicto, cada hombre a bordo de esos buques seguía manteniendo su individualidad en lo que respecta a los derechos que nacerían de esa traumática experiencia. Así como militares en actividad cumplían con órdenes, obligaciones y directivas operativas de diverso nivel, nacieron a la par los correspondientes derechos por el fiel cumplimento de sus servicios en el marco de un conflicto bélico de características propias.

Para tratar de tapar ese cumulo de derechos, el gobierno siguiendo la retórica de Washington, se escudó detrás de un supuesto mandato de Naciones Unidas que en la realidad jamás existió.  Lo que si existió fue un ultimátum del Consejo de Seguridad, órgano de Naciones Unidas, pero nunca se expidió una orden ejecutiva como la referida orientada a conformar una “fuerza multinacional” bajo la bandera la organización. El detalle no es irrisorio ya que la corroboración de su inexistencia, fortalece aún más los derechos que como combatientes les son asequibles a cada hombre embarcado.

Sin dudas, de que los funcionarios y el área letrada del Ministerio de Defensa, de Relaciones Exteriores y claro, de la Armada, estuvieron al tanto del detalle, pero creyeron que el paso del tiempo lo borraría y jamás sería conocido por sus protagonistas.

Claro que nada de eso se  les dio a conocer a todos aquellos participes de la operación militar ni mucho menos. El entonces gobierno argentino, implementando una política distorsiva y obsecuente hacia los EEUU, participo en la primera operación de intervención militar a gran escala de finales del siglo XX sin haber previsto los pormenores que deberían atenderse a la situación de sus hombres para el regreso o incluso, su no regreso. Los riesgos no solo fueron de carácter físico y material para los efectivos que fueron remitidos a dicha zona de operaciones sino también, fue un alto riesgo de carácter jurídico y político al que se expusieron por una clara falta de planificación, amateurismo y falta de conocimiento de cuál era la situación en la realidad.

Si alguien le hubiera preguntado al  entonces ministro de relaciones exteriores sobre ¿Qué hacer si uno de los buques era hundido o morían marinos en las operaciones de la Tormenta del Desierto”  o,  a cualquiera de sus funcionarios subalternos o incluso más, a cualquier burócrata que archivaba papeles en los estantes del ministerio, ninguno hubiera sabido responder esa pregunta. Mucho menos, lo hubieran explicado los representantes de la Armada. Y como afortunadamente eso no ocurrió, nadie se lo preguntó ni se lo han planteado para posibles intervenciones futuras.

Pero quienes fueron comisionados para embarcar en aquella misión inédita en lo que iba del siglo XX, la oportunidad no solo era única sino también interesante desde el punto de vista geográfico y paisajístico aunque es cierto decirlo, desde el inicio de las operaciones no hubo un solo momento de distracción para a lo menos relajar el ánimo. El peligro latente provenía de varias direcciones y no había seguridad alguna sobre la invulnerabilidad del cerco tendido en rededor de Iraq. Los hechos así lo demostraron cuando se pusieron en marcha las operaciones, aunque nadie de los presentes en aquel momento estaba autorizado –por constituir un secreto militar- a discurrir sobre ese tipo de incidentes.

A pesar de que cada uno de ellos mantenían una clara dependencia institucional de sus respectivos mandos que se circunscribía a su particular situación del estado militar, cada uno de ellos albergaban como ciudadanos y habitantes de la nación, una amplia gama de derechos civiles que la Constitución nacional ya reconocía antes de que se reformara en 1994. 
Como tales mantenían cada uno de ellos su derecho ineludible a reclamar ante las autoridades sus correspondientes derechos y el respeto a las garantías más elementales (Cfr. art. 14 y 18 CN). Como parte de las operaciones militares que se desarrollaron en aquel entonces, adquirieron una calidad especial que no es ni más ni menos que la de “combatiente”,  es decir, “aquel sujeto que, siendo miembro de una Fuerza Armada ha participado directa o indirectamente en el ataque a un adversario”. A partir de allí, la ley internacional reconoce esta calidad a quienes cumpliendo ciertos requisitos, tras el final de la contienda los hace pasibles de ser reconocidos como “veteranos”.  

Igualmente y pese a no ser entendible desde la distancia, en aquellos momentos el ánimo por hacer reclamos en el ámbito castrense nunca fue lo fuerte de los militares argentinos (salvo el caso del Ejército) y mucho menos de los miembros de la Armada. Una mezcla de ignorancia, falta de asesoramiento por parte de los mismos abogados de su institución, conceptos erróneos con la ineludible misión de manipular  los miedos de sus subalternos desde los altos mandos castrenses que respondían consecuentemente a los gobiernos de turno que poco o nada querían saber de esos asuntos, hicieron de ello un candado más que inviolable para los reclamantes.

Ello ha cambiado actualmente y queda más evidente que no habrá ningún tipo de pronunciamiento que reconozca a estas acciones si los actores de aquella guerra no abren la boca.

martes, 29 de enero de 2019



EN LA MIRA




“INESTABILIDAD REGIONAL”

¿Se impondrá la legalidad internacional a las maniobras desestabilizadoras que se orquestan en rededor de Venezuela?


Por Javier B. Dal
Según está previsto en el artículo 3º inc. b, c, e y concordantes de la Carta orgánica de la OEA y los artículos 1º, 2º , 33, 34 y concordantes de Naciones Unidas, ningún país puede entrometerse en los asuntos internos de otro y mucho menos fomentar la inestabilidad con miras a llevar adelante una intervención. Incluso cabe recordar, que ambas cartas reconocen a los pueblos agredidos el derecho a la resistencia, por si alguien sigue creyendo las sandeces sobre el terrorismo. Más allá de que la letra de la ley ha sido continuamente saltada por quienes se arrogan la supremacía en las libertades y el respeto a las instancias internacionales, ellos han aprendido que el uso desnudo de la fuerza no es recomendable sin pagar un costoso precio político.

Así como lo fue ayer en el  siglo XX, ha sido EEUU quien ha estado a la cabeza de las intervenciones sobre las soberanías de otras naciones, no solo desconociendo la letra de la ley internacional sino aún pero, fabricando los pretextos y las pruebas acomodadas a la ocasión que el fin lo requiriera. La única novedad en lo que va del siglo, ha sido la participación de otros polos de poder, otros actores menores –pero no por ello menos dañinos- casualmente occidentales, secundando al gran país del norte en la creación de complots para generar situaciones de caos con miras a justificar la emergencia y con ella, usar a los derechos humanos como el plafon para ingresar sin permiso y con violencia sobre otros países. Sin dudas que fue la administración Bush-Cheney el ejemplo cabal de esto y que puede verse en una somera caricatura en la película “Vice” que hoy se estrena por estos lares.

Ello para desmontar las continuas operaciones de propaganda que desde los medios corporativos del Cono sur pero en especial de Argentina, muestran estereotipos de malvados y dictadores como si se trataran personajes hollywoodenses que calzan a la perfección con mandatarios que se contraponen temporalmente a los intereses del norte. Hoy le toca a la Venezuela de Maduro a la cual se ha llegado a amenazar con intervenir militarmente si no deja el poder. Así de democráticas han sido las amenazas de los laderos de Washington, quienes lejos están de poder sus propios problemas, buscan jugar a los aventureros internacionales. Y ¿Cuáles son los reales objetivos de EEUU? Simple, el mineral llamado “Coltán” de altísima importancia para las corporaciones tecnológicas estadounidenses y las reservas más grandes de “Petróleo” del mundo.

Tras años de operaciones para tratar de socavar la integridad de la revolución mediante infiltración de asesinos para coordinar acciones con las “guarimbas”, saboteadores para intentar asesinar con Drones al presidente e incluso un fallido intento de ataque con una fuerza de mercenarios preparados en Colombia, Washington y sus aliados han apostado por ir degradando en forma paulatina la situación económica venezolana como lo han hecho con anteriores objetivos. Tratar de crear el descontento popular para generar el caldo de cultivo insurreccional es una especialidad del Departamento de Estado y la CIA. El listado en estos procederes es largo y las consecuencias contemporáneas observadas son nefastas.  Una de ellas se llevó a cabo en momentos que se desarrollaba la invasión a Iraq cuando la ciudad de Basora al sur, no rendía sus plazas y los ingleses apabullados por la tenaz resistencia de los defensores locales cortaron el agua, la luz y bombardearon almacenes donde había alimentos para debilitar a la población y se levantara contra sus propios compatriotas. Así de sucias son las tácticas que implementaron y seguirán implementando alrededor del globo.

Lo bueno es que la actual juventud pese a las adversidades de su prematura edad y la incertidumbre de un mundo cada vez más intercomunicado y complejo, no es tan fácil de manipular. Es entonces que aquellas editoriales de periodistas y medios que se jactan de ser independientes e inteligentes solo son para el consumo de aquellos intelectuales que sientan cómodamente sus traseros en cubiles pagados por los dineros de los sectores políticos del Establishment local ligado a los capitalistas en Wall Street.

No hay nada de conspiranoico o cosa similar. Es la más pura verdad que ya no puede taparse con nada. No olviden que cuando el público norteamericano comenzó a inquirir a sus gobernantes tras el 9/11 y sus posteriores decisiones que cambiarían radicalmente el mundo, los políticos como Rumsfeld, Rise y hasta el mismo George W. Bush llamaban conspiranoicos a quienes les cuestionaban las grietas que había en sus discursos oficiales y que más tarde quedaban expuestas a la luz de todos. Tampoco olviden el papel de los popes de los medios informativos quienes como la CNN, la ABC y todo el Conglomerado Corporativo anglosajón se esforzaban por mantener el “Status Quo” informativo a la medida del poder.

De ese modo callar un ataque artero en horas de la noche a fábricas de leche en Somalia, los asesinatos preventivos de la CIA usando sus Drones “Predator” contra algún villorrio inhóspito de Pakistán o simplemente maquillar las verdaderas intenciones detrás de las campañas bélicas contra Afganistán e Iraq, fabricaron realidades que se acomodaban al elato oficial que desde Washington había comenzado a irradiarse a todo el mundo con el fin de convertirse en la única verdad y la justificación de sus acciones.

Lo mismo ha venido sucediendo con el caso Venezuela, queriendo insuflar en la opinión pública de los países del Cono sur, una visión oscura y maléfica del presidente Nicolás Maduro y de la Revolución Bolivariana. 
Vemos por estas horas como uno de los ideólogos más renombrados del gabinete de Trump, impulsa medidas para reforzar las actividades subversivas que clandestinamente se llevan a cabo  en torno al país caribeño. Al parecer el mismo Donald Trump ha decidido ir por la vía de reforzar las actividades del “SouthCom”, dejando a su asesor en seguridad nacional, que arbitre los medios que mejor crea para desestabilizar a la región.  La revelada intensión de John Bolton por enviar otros 5000 marines a Colombia ha puesto en un brete a Colombia, país que sigue siendo la plataforma militar continental más importante para Washington en la región. En realidad esto tampoco es nuevo pero, tras la súbita muerte en marzo de 2013 de Chávez Washington y sus aliados han apretado el acelerador con la intensión de crear fisuras dentro del movimiento y las Fuerzas Armadas, algo que no han logrado pese a las fuertes inversiones que han realizado para tales fines.

La receta y los condimentos son los mismos, solo varía el lugar donde se prepara el estofado. Financiación que surge de los activos que EEUU ilegalmente confisca y con imposición de sanciones a la nación que va a agredir; operaciones de intoxicación informativa y guerra psicológica; despliegue militar en países fronterizos; infiltración de células para crear atentados contra funcionarios gubernamentales y operaciones negras con el fin de aterrorizar a la población y volcarla contra su gobierno etc,etc. Sin dudas que los militares y en particular la inteligencia venezolana a aprendido de las experiencias externas y es por ello que ha sido eficaz al momento de conjurar operaciones secretas que de haber tenido éxito hoy los medios hablarían de cambios democráticos, protestas populares o incluso como algunos insignes medios argentinos han clamado sobre “masacres cometidas por las fuerzas militarizadas del régimen”, que más bien se ajustan a las bestialidades que se llevan a cabo en Palestina contra las poblaciones civiles árabes pero que por conveniencias financieras y políticas no es de interés  traer al ruedo.

Sobre esto mismo, hay que señalar que la llegada masiva de militares israelíes al Brasil pone un ingrediente más a todo esto aunque no hay que olvidar, que Tel Aviv ha sido un continuo aliado de Washington en contra de la revolución bolivariana. Una de esas participaciones tuvo lugar en el fallido intento de golpe de estado, orquestado por la CIA y el Mossad en abril de 2002, cooperación que ha seguido vigente y comprobada por diversos personajes públicos como el ex alcalde de Caracas Antonio Ledezma quien era el enlace con Tel Aviv para desplegar las células en Caracas con reveladas tácticas de comunicación callejera.

También vemos como este proceder reproduce recetas pasadas con la imposición de “gobiernos en el exilio” formados por comisiones ad hoc compuestas por sujetos salidos de sectores de la oposición –incluidos criminales- seleccionados por el Departamento de Estado y sus agencias federales, siendo la misma táctica que se empleó a impulso de la ex secretario de estado Hillary Clinton en contra del gobierno de Libia y contra Siria. Así es el papel de éste desconocido llamado Juan Guaidos quien ha sido seleccionado por Washington para encabezar una especie de “gobierno paralelo” a Caracas que en caso de imponerse al legitimo gobierno de Maduro, daría a los británicos el salvo conducto de no interponerse en su ansiada expectativa de colocar una  base naval en Guayana. Como se puede intuir, no hay nada legal en todo esto y es por ello que nada bueno puede salir de los planes de la Casa Blanca.

domingo, 27 de enero de 2019


EN DEBATE



RECICLANDO ENEMIGOS

Pese a que el ISIS ha sido sacado de las primeras planas informativas de occidente aquella franquicia, pese al silencio mediático occidental sigue con sus operaciones solo que en otros lugares ¿Cómo llegaron allí y a quiénes sirven realmente?



Por Charles H. Slim
Los iraquíes no se olvidaran jamás la ocupación estadounidense pero tampoco, el espantajo que infiltraron tres años después que se retiraron de su suelo. Nos referimos al “Daesh” o el mal llamado “Estado Islámico”, una creación de las cloacas de la comunidad de inteligencia anglosajona con la innegable colaboración de los emiratos petroleros del Golfo. Fue en junio de 2014 cuando de la nada y como si  se tratara de una peste, aparecieron miles de yihadistas sunitas de una agrupación que muchos creían totalmente desarticulada.  El entonces “Islamic State of Iraq” a secas que se presentó en 2006 a poco de la muerte del líder de otro embuste prefabricado denominado “Al Qaeda- Iraq”  Abu Musab Al Zarqawi para cuando los norteamericanos salieron del país, solo era una banda de forajidos que se contaban con los dedos de una mano. Incluso muchos de ellos eran convenientemente asesinados al caer en prisión, especialmente sus jefes. 
Pero eso cambiaría tan solo un año y medio después. Armados con poderosas armas de origen estadounidense, israelíes y francesas, estos supuestos combatientes islámicos embarcados en cientos de flamantes camionetas Toyota, cruzaron la frontera desde Siria y tomaron en un parpadeo todo el norte y el centro de Iraq. La sorpresa fue total y el desastre fue imposible de conjurar lo que llevo como consecuencia al colapso político del régimen del títere Nouri Al Maliki, aunque no su reemplazo por algo mejor.

Así lo recuerda el ingeniero Tariq Ibrahim T. musulmán sunita cuando a mediados del mes de junio de ese 2014 viajando en su automóvil con su esposa chiita Fátima antes de llegar a la localidad de Al Ramadi, se encontraron con un portentoso retén militar que estaba deteniendo vehículos al azar al que por su conocimiento militar tras haber sido parte del ejército de Saddam Hussein, pudo identificar a las Fuerzas Especiales de Antiterrorismo (ISOF), ampliamente detestadas por las poblaciones del centro norte del país por sus atrocidades y las arbitrariedades que  habían causado con la cooperación de los estadounidenses tras la invasión. 
Inmediatamente noto que esos militares presentaban características muy peculiares para ser tales. Bajo esas boinas rojas habían mascaras negras que cubrían por completo los rostros pero también contaban con guantes que no dejaban ver la tonalidad de su piel. Rápidamente Tariq supuso para sí que podían ser miembros de la resistencia iraquí que habían vuelto a las operaciones masivas ya que las cosas estaban muy mal en Al Ambar y el gobierno había causado varias masacres contra la población regional. Pero había algo que no les cerraba en las formas de moverse e incluso de pararse de esos tipos.

Como fuera, ya no había vuelta atrás y lo peor que podía pasarles –recuerda- era que los arrestaran por algún cargo inventado al azar y ser llevados a los cuarteles de la inteligencia para las sesiones de “interrogatorio intensivo” supervisadas por asesores norteamericanos como solían hacer las milicias gubernamentales.

Escapar no era una opción. Pudo ver como algunos de los vehículos orillados eran desalojados de sus ocupantes para algunos de ellos, ser llevados por detrás de una elevación que bordea la carretera, sin saber a dónde estaban siendo conducidos. Todo estaba muy bien organizado y no había forma de evadir ese paso, recuerda Tariq. A cada lado de la carretera habían tres camionetas “Toyota Hi-Lux” –que se harían famosas por su uso masivo- artilladas color arena que con chapas gubernamentales evidenciaban haber sido sacadas hacía no mucho de las fábricas.  Pero ¿Quiénes eran? Al llegar al control dos hombres delgados con sus uniformes oficiales del ISOF, uno de ellos con su fusil AK-47 apuntando al piso, le hacen señales de detenerse. Una vez detenido el automóvil  aquel delgado soldado completamente enmascarado –incluso sus ojos con anteojos negros- con amabilidad y entusiasmo le ordenó apagar el automóvil y paso continuado le pregunto “A dónde iban” y que le permitieran sus identificaciones. 
Mientras esperaba pudo ver a Fátima su mujer, claramente agitada pero controlada advirtiendo con la misma sagacidad de aquel veterano, como se desplegaban esos enmascarados. En un determinado momento ambos escucharon un trueno seco, típico de un disparo de arma corta que había provenido detrás de esos montículos que bordeaban la carretera. Cuando volvió aquel hombre, le pregunto si conocía a funcionarios “Safavidas”  -algo que le llamó la atención- a lo que él respondió que no. Fue así que le devolvió sus identificaciones y saludándoles con un amistoso “la paz sea contigo hermano”, les dejó seguir su camino.

El término Safavida refiere despectivamente a los chiitas, sacado de la pugna interna por la sucesión surgida tras la muerte del profeta Mahoma y que fue usada por los ingenieros de este embuste para tratar de sembrar la discordia sectaria entre los iraquíes. Fue una experiencia inolvidable y mucho más cuando se enteraron que muchos de esos tipos en realidad eran mercenarios disfrazados de soldados iraquíes que ejecutaban a quienes comprobaran ser chiitas y funcionarios del gobierno.

Todo lo que vino después solo los iraquíes saben lo que ocurrió. Aquella horda de tipos armados hasta los dientes no era más que una estructura de mercenarios transnacionales que habían sido rejuntados de las cárceles iraquíes –en especial de Abu Graib- y muchos otros reclutados en varios países del mundo árabe-islámico, adiestrados durante varios meses en territorios libios, jordanos y del norte de Siria. El inflado mediáticamente “Califato” no solo fue embuste deliberadamente insertado en Iraq sino que además fue un plan bien trazado por la CIA quien junto al clan kurdo Barzani (aliado de Tel Aviv y con estrechos nexos con el Mossad) y la colaboración de los grupos Baasistas liderados por el vicepresidente iraquí Izzat Ibrahim Al Duri quien tras la invasión de 2003 se mantuvo en la clandestinidad por más de diez años, llevaron adelante este proyecto con promesas que los estadounidenses jamás cumplirían.

Pese a que los grupos de la resistencia iraquíes (en especial el Ejército Nakshaiabandi y el Ejército Islámico de Iraq) colaboraron con éstos planes creyendo que marcharían sobre Bagdad y derrocarían al gobierno títere de Maliki, poco tiempo después al ver que el “Daesh” tenía sus propios planes, comenzaron las refriegas internas y los militantes de aquella franquicia fueron reforzados con abundante armamento, misiles antitanque TOW y mejores sistemas de comunicaciones.

En todo momento los aviones estadounidenses y británicos evadieron los objetivos del “Daesh” y  centraron sus ataques contra blancos iraquíes de las milicias revolucionarias que se habían conformado tras las manifestaciones populares en Al Ambar en 2011 y que se potenciaron tras las masacres sobre pobladores sunitas de la provincia cometidas por las fuerzas sectarias enviadas por Bagdad en 2013. Fue en este contexto que la CIA y otros aliados manipularon la situación para crear las condiciones para que ingresara el “Daesh” como el salvador de Iraq.

Pese a que las movilizaciones internas fueron abrumadoras y se organizó una extendida red de informaciones que eran trasmitidas por señales de TV, radio y Streaming en internet (Iraqi Spring Media Center entre otras), las mismas eran bloqueadas al exterior o adulteradas en su contenido por la NSA y sus colaboradores locales.  Mientras el mundo era distraído por los embustes mediáticos de la “Primavera árabe” en el norte de África, en Iraq las masacres, las torturas y las detenciones arbitrarias contra la población musulmana sunita seguían sin pausa, mientras en silencio se armaban los grupos que constituirían ese revitalizado “Islamic State of Iraq and Sham”.
Fue en este panorama desolador como se pudo filtrar la franquicia del Daesh. Los iraquíes estaban tan desesperados por sacudirse la tiranía colaboracionista de Bagdad que aceptaron firmar un pacto con el diablo y como tal, los terminó engañando. En el interín Tel Aviv trato de usar el mismo embuste mediante la difusión de falsos videos del “ISIS” en Palestina tratando de asociarlos al movimiento de la resistencia  “Hamas”. El embuste era tan obvio –e increíble- que trataron de borrar los rastros de esos videos en el internet.  

Con el correr de los meses, cada plaza del “Daesh” fue cayendo y tras ser paulatinamente expulsados del norte iraquí y luego de ser desalojados de la mayor parte del territorio sirio, los lugareños y los informes de inteligencia sirios, iraquíes e iraníes confirmaban el apoyo de EEUU y de Gran Bretaña a este grupo lo que Washington nunca se dio por aludido. Algo similar puede verse hoy día en Afganistán, donde han sido trasladados todos los activos del “Daesh”.

El Talibán ha estado combatiendo con mucho éxito a estos mercenarios e incluso ha logrado capturar a muchos de ellos entre los cuales hallaron sujetos occidentales y en especial europeos.  El éxito en ello ha sido producto del cuidado que han tomado al individualizar a estos impostores del Islam ya que fue así es como la CIA y sus colegas, habían estado infiltrando las redes de la resistencia en Iraq.  Tal como lo señalaron varias fuentes en el terreno, todos estos milicianos que alcanzan la cifra estimativa de 7000 fueron transportados por aviones y helicópteros estadounidenses los cuales además le proporcionan, sitios relativamente seguros, armamentos, pertrechos e información de inteligencia. Incluso cuando el Talibán está a punto de eliminarlos, aparece la caballería estadounidense y sus colaboradores de Kabul que salvan a los “Daesh”. Tal como lo hicieron en Iraq en vísperas de la caída de Mosul y en el avance irrefrenable de los sirios en Palmira, los “Daesh” fueron rescatados por helicópteros de la Armada estadounidense.

Hace bastante, en especial desde que Rusia tomo intervención en Siria, que se sabe del embuste del “Califato” y del mismo “Daesh” como parte de la resistencia árabe islámica. El problema es que Washington y sus diversos organismos de inteligencia están reasignando estos activos a diversas partes del globo, en particular en Afganistán y sin dudas no es para llevar la democracia o ese tipo de alegorías literarias. Rusia también sabe de esto y no permitirá que EEUU con la colaboración de aliados regionales (el gobierno de Kabul y Pakistán) trate de infiltrar el Caúcaso con esta franquicia para que genere lo que el Departamento de Estado, la CIA y el Pentágono quieren que cause, el Caos.