viernes, 11 de agosto de 2017




NACIONAL





“MAPUCHES UK”

Cómo hará frente el gobierno argentino a las reveladas actividades irregulares de agencias externas que se mueven por detrás de la fachada de supuestos grupos mapuches separatistas




Por Charles H. Slim
El extraño episodio acaecido en la provincia de Chubut, Argentina, parece estar llena de ribetes y trasfondos muy curiosos para que la presunta  “desaparición” del artesano Santiago Maldonado haya sido tan ligeramente acusada a las fuerzas de seguridad de la gendarmería argentina. La misma versión que han declarado los diversos testimonios que dijeron ver al joven ser arrestado por presuntos elementos de la gendarmería, es demasiado lineal y hasta casi preparada para argumentar la presunta perpetración de este hecho por parte del gobierno.

El gobierno argentino ha sido jaqueado y su ministra de seguridad Patricia Bullrich solo ha rumiado sobre lo que pudo haber ocurrido. Lo único que se animó a mencionar fue el accionar de las agrupaciones R.A.M. que vienen desde hace años, ejecutando acciones violentas contra puestos, comisarias y bienes en la Patagonia. Durante años, el estado argentino mantuvo total hermetismo sobre las implicancias de estos grupos y de su verdadero origen que, dicho sea de paso, muy poco tienen de pueblos originarios.

En el último tiempo, los grupos de la R.A.M. han venido estando muy activos en zonas compradas por magnates extranjeros como el Maitén, Epuyén, La Cholila en muchos otros, poniendo injustamente en el ojo de la tormenta a toda la comunidad Mapuche. 
Pero esto último, muestra mayor complejidad y una para nada casual elección del momento de instalar una acusación tan grave contra el estado argentino. La situación económico-social es fatal y las manipulaciones mediáticas en medio de la compulsa electoral solo amplían la llamada grieta entre la población.

Esto también lleva a sospechar, el estruendo que ha causado mediáticamente este supuesta desaparición forzada que llegó a que el Comité Contra la Desaparición Forzada de Naciones Unida sacara un comunicado instando al gobierno argentino a que tome una “acción urgente”.   Pero, ¿Por qué tanto escándalo en este caso en particular cuando hay tantos casos diarios de personas del común que desaparecen sin dejar rastros? ¿Naciones Unidas se preocupa por la realidad aborigen argentina? Sin dudas esto tiene un olor muy raro.

Más allá de los resortes de ONGs nacionales que se apresuraron a presionar al gobierno nacional y provincial, se advierte una notable rapidez del foro internacional de Naciones Unidas por atender y circunscribir –sin más afirmaciones que las presentadas por testigos no identificados-  este episodio, como una “desaparición forzada” ¿Tal vez haya habido una gestión de la representación británica para que ello se magnifique de esta manera?, Pero por qué somos tan mal pensados, dirá usted.

La llamada organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) curiosamente no tiene sus oficinas en alguna reserva de Chubut, del Neuquén o Río Negro o quizás aún en Capital Federal; no, su centro de operaciones políticas y de comunicación se basan en la ciudad británica de Bristol desde donde diagraman y difunden sus plataformas políticas por internet en el sitio http://www.mapuche-nation.org/english/about.htm donde se identifican sus líderes y propuestas políticas para la Patagonia tanto argentina como chilena.

Desde hace dos décadas que este supuesto movimiento revolucionario de origen “Mapuche” de corte separatista, viene operando progresivamente en la región con la colaboración de elementos británicos y de otras nacionalidades con centro de operaciones en la embajada británica en Buenos Aires.

En Chile desde hace años y sin distinción de los gobiernos de turno los mapuches vienen siendo indiscriminada y duramente reprimidos por el gobierno de Santiago, acusándolos de apoyar el accionar de estos grupos financiados desde Europa que surgieron de este proyecto que está sustentado por un plan esbozado por  la inteligencia británica exterior MI-6 a pedido del Foreing Office en un claro programa de desestabilización de los estados nacionales del cono sur.

La fórmula empelada para crear estas discordias segregacionistas ya ha sido empleada muchas veces y en muchos lugares, siendo los últimos ejemplos de creación de “entes étnico políticos” que se arrogan supuestas reivindicaciones  sectarias son sin dudas los casos de Iraq y Siria.

En el caso de Argentina, el objetivo está mucho más centrado y claro no solo por la situación conflictiva preexistente por la guerra de Malvinas en 1982 sino también, por el hecho evidente de que la Patagonia argentina tiene una superficie física enorme que alcanza nada menos que un millón cien mil kilómetros cuadrados, en su mayor parte despoblada pero que a su vez, mantienen sobre y bajo su suelo, incalculables riquezas minerales como hidrocarburos (carbón, gas y petróleo) y lo más importante, el recurso más codiciado por las potencias externas como es el control del acceso al agua potable de los glaciares.

Además, el territorio es un espacio geoestratégico de vital importancia para la OTAN no solo por motivo de las instalaciones de comunicaciones que hay en las islas Malvinas sino también, por la presencia de la base china en la zona de la Bajada del Agrio en la provincia del Neuquén.

Con este panorama no ha de extrañar lo que desde hace varios años, se ha denunciado sobre la incursión de supuestos mochileros inofensivos por todo el territorio austral con la particularidad de que todos ellos, hombres y mujeres, suelen ser soldados de las FDI israelíes entre los cuales –por supuesto- participan agentes de la inteligencia militar y del Mossad.

Sin lugar a dudas que la ministra Bullrich está muy lejos de poder enfrentar esta situación ya que como una conspicua colaboradora de agencias externas, sus intereses se ven claramente conflictuados. Ello se pudo ver con su histérica y  desprolija exposición ante los medios que la llevó a cometer varias torpezas dialécticas que alimentaron a los argumentos de los oportunistas de siempre y quienes también –como el caso de Verbitsky- sirven desde hace tiempo a intereses foráneos (http://www.movcondor.com.ar/documentos/verbitsky.htm )

También hay considerar que toda ésta la alaraca en rededor de esta supuesta desaparición, viene a montarse en momentos inmediatamente previos a la elecciones; sin dudas eso es algo más a considerar. A ello surge muy conveniente como la organización internacional ha salido a la palestra de las circunstancias y sacado provecho a este hecho, asegurando que Maldonado “fue secuestrado” por la gendarmería argentina (Mapuche Nation.org. http://www.mapuche-nation.org/espanol/html/noticias/ntcs-603.html )


Ni el gobierno de Mauricio Macri ni estos grupos que se autodenominan defensores de los derechos humanos (siempre y cuando sean de su ideario) tienen la intensión de echar luz sobre esto, incluso podríamos decir que no están en posición de hacerlo. Si se escarbara se podrían ventilar cosas muy incomodas que revelarían, además de la inoperatividad de la inteligencia argentina (AFI),  la repugnante complicidad de la clase política y funcionarios corruptos que son responsables pasivos de estas actividades contrarias a la ley y a la Constitución nacional.

martes, 8 de agosto de 2017

EN DEBATE




“EL VALLE DE LOS ESPEJOS ROTOS”


Cuáles serán las consecuencias de la orden ejecutiva firmada por Trump ordenando el retiro de la CIA en los asuntos internos de Siria? La realidad que se evidencia en la región es tan confusa como distorsionada, tal como la imagen en un espejo roto.






Por Dany Smith
Cuando se hizo oficial que la CIA terminaba con su cooperación secreta con las bandas armadas en Siria, muchos cayeron de bruces al no poder dar crédito a lo que estaban oyendo; y es que era simplemente irreal dar a conocer a la opinión pública que la agencia norteamericana había sido la artífice de lo que durante cinco años los medios corporativos anglosajones trataron de vender como “revolución popular” o “manifestaciones espontáneas” de la población siria contra el gobierno de Al Assad.  Atrás quedan miles de muertos por bombas, secuestros y asesinatos en los que la CIA tuvo que ver y de los cuales algún día debería responder.

Apenas había sido derrocado Mohammar Al Gadafi en Libia, los franceses y sus colegas qataríes –sin esperar a que los norteamericanos dieran su visto bueno- se apresuraron a dar su propio golpe en Siria, pero fracasaron estrepitosamente y por ello Nicolás Zarcozi pago su precio (Red Voltaire.org. “En Siria, Sarcozy repite los errores de Chirac”. http://www.voltairenet.org/article169935.html ).

La lenta y progresiva operación de agitación de baja intensidad que comenzaron a desarrollar pequeños grupos de infiltrados en movilizaciones populares organizadas en centros urbanos como Daraa y Latakia, fueron los primeros pasos para ir escalando en grado de violencia que debía ser endilgada al “régimen de Bashar”. Todo estuvo bien planeado para que así pareciera. Provocar al gobierno asesinando a sus funcionarios para que la policía secreta del partido Baas, caracterizada por su impiedad, reaccionara en forma desaforada, fue una de esas tácticas. Para ello, los medios occidentales y especialmente los anglosajones jugarían un papel crucial. Los muertos y los heridos debían ser endilgados al gobierno, sin importar que ello fuera o no cierto.

Mientras matones y criminales soltados de cárceles sauditas y elementos de la cofradía de los “Saidris” se encargaban de asesinatos de policías y el saqueo de comisarías y colocar bombas en lugares públicos, la CIA ya estaba en contacto con oficiales del ejército sirio que por unos dólares estaban listos para pasar a la clandestinidad y formar parte de los planes para derrocar al gobierno nacionalista por uno adepto a Washington.

Desde mediados del 2012, la CIA desde sus campamentos en Jordania ya preparaba todo el programa que se llamó “Ejército Libre Sirio” (ELS), el cual intentaría crear una atmosfera insurreccional dentro de las fuerzas armadas y lograr la caída del gobierno en a lo menos un par de meses. Pero a su vez y al mismo tiempo, también preparaba grupos armados seudo-yihadistas en el sur de Turquía desde donde y con el apoyo del MIT  (Inteligencia turca), darían cobertura a grupos como “Jabbat Al Nusra” y al mismo “Estado Islámico”, éste último reagrupado y reforzado en campamentos secretos en el oeste de Iraq.

Cabe recordar que por aquel entonces, Washington negaba cualquier injerencia en el tema sirio y bombardeaba mediáticamente con las supuestas violaciones a los derechos humanos por parte del “régimen” e incluso llegaría a justificar las actividades de estos grupos irregulares de los cuales no hacía discriminación entre “moderados” y “no moderados” como pretenden seguir argumentando algunas editoriales del neocon y socios sionistas (Foreing Affairs. https://www.foreignaffairs.com/articles/syria/2017-08-02/end-cia-program-syria?cid=int-lea&pgtype=hpg )

Y allí no terminaban las incumbencias de la agencia. También ha sido ya algo que paso a ser un secreto a voces, ver como la CIA, el MI-6 y el Mossad israelí ponían todas sus fichas para ganarse a los kurdos sirios usando obviamente, a los kurdos iraquíes quienes a su vez y en la intimidad desprecian a sus vecinos. Sobornos mediante y la entrega de incontables cargamentos de armas, compraron momentáneamente a las milicias kurdas del YPG y a su vez  se formaron las SDF que sin lugar a dudas –cuando a los norteamericanos no les sirvan más- también terminaran siendo abandonadas una vez que Raqqa sea controlada por el gobierno sirio.

Un dato a tener en cuenta es que, cuando Turquía comenzó nuevamente a masacrar a los kurdos turcos, las YPG abandonaron la alianza con los norteamericanos y volvieron a luchar del lado de las fuerzas árabes sirias.

EEUU estuvo jugando todo el tiempo a dos bandas. Por un lado y clandestinamente armo y alimento a grupos indistintamente de esa maniquea calificación entre “moderados y no moderados”, mientras que por el otro, decía ayudar a sus “socios” iraquíes asolados por ese monstruo llamado “ISIS” que había sido rearmado y puesto en operaciones por la misma CIA. Es por ello que en este último caso cuando los políticos en Washington hablan de “socios”, los iraquíes poco menos que escupen al suelo.

Incluso sobre esto último, se espera que en las próximas “elecciones” que se desarrollen en Iraq, pese mucho la ira y el descontento de los iraquíes que sin dudas entre sunitas, chiitas y cristianos, saben que aquello del “Daesh” ha sido una jugarreta de los estadounidenses y sus socios israelíes.

De esta manera, ese juego sucio que tan descaradamente se desplegó para intentar derrocar al legítimo gobierno sirio, ya es historia. Y aunque ello importaba poco a los funcionarios de las administraciones anteriores, para la actual las cosas se estaban poniendo muy oscuras por lo cual la Casa Blanca y más precisamente el presidente Donald Trump,  decidió que si no se podían morigerar estos escándalos, no pagaría por todos aquellos.

Pero las cosas se complicaron demasiado, tanto que era mucho más importante dejar por escrito y reconocer ante la opinión pública que la CIA sí había venido siendo parte de todo lo que allí ocurría, que pagar un precio más alto por una fracasada planificación nacida de los “Think Tank” neocon y sus colegas sionistas que alineados tras la doctrina “Wolfowitz” trataron de establecer el caos controlado en Siria.

Sin dudas que con esto, todos aquellos que colaboraron y trabajaron efectivamente para la desestabilización en Siria e Iraq, han quedado abandonados y muchos otros eliminados (asesinados) para evitar que se revelen mayores datos sobre el alcance de las operaciones de la CIA. En síntesis, ello causo un descalabro en las redes que durante años, operaron en la región y que en estas circunstancias desde el 2011 se habían avocado a Siria. En medio del desastre creado, muchos de estos alcahuetes eliminados de la nómina de pago, serán un muerto más entre todos los existentes.

Está claro que con esto Trump fastidió a muchos sectores, especialmente a los que se agrupan en la llamada “comunidad de inteligencia”, en la cual la CIA es un miembro más, y  que en EEUU, es uno de los tentáculos que sostienen el poder político y hasta financiero del Stablishment estadounidense.