martes, 30 de abril de 2019

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PLAN B EN MARCHA”

El fracaso del 23 de febrero no significaba que los planes dirigidos a derrocar al gobierno de Caracas se habían detenido ¿Cuál puede ser el desenlace?



Pepe Beru
En la madrugada del 30 un comando de militares insurrectos se levantaron en la base militar “La Carlota” quienes a su vez liberaron al político opositor Leopoldo López. Según algunas fuentes en Caracas el operativo estaba bien planificado y debió haber tenido un apoyo logístico de elementos del SEBIN. Para los seguidores de Juan Guaidó se trata de una empresa por la libertad, fuerza y fe; para el gobierno venezolano y la experiencia en este tipo de acciones, se trata de un renovado intento de golpe de estado apoyado desde el exterior.

Casualmente, esta intentona se lleva a cabo horas después que el gobierno de Nicolás Maduro oficializara la salida de Venezuela de la Organización de Estados Americanos (OEA) la cual ha dejado en evidencia una posición parcial y poco legal en lo referente a la situación en la región.

Aunque para muchos lo que ocurre en Venezuela se trata de una situación meramente regional enmarcada en una compulsa política por la democracia y la libertad, ello no es en realidad así. El momento en que se pone en movimiento esta situación insurreccional se da en momentos que EEUU está a punto de perder el control de Idlib en Siria y del frustrado ataque con Drones (de sospechoso origen) a la base aérea rusa en Latakia. Algo indica que estas situaciones que en apariencias son inconexas, son los detonadores puntuales para crear una demolición en cadena y controlada contra el gobierno venezolano.

En realidad las operaciones de sabotaje interno nunca se detuvieron.  Las implicancias externas son inocultables. Como lo fue en el 2002 y los diversos conatos apoyados desde Washington requieren de una financiación que ponga en marcha la larga cadena de complicidades que compren voluntades dentro de los estamentos intermedios de la vida política, militar y de inteligencia. Una de las fuentes ilegales de ello es sin dudas el robo de las cuentas bancarias de Venezuela en el exterior, medida que se riñen contra la legalidad internacional y de la cual, Washington nunca ha dado fundamentos legales para implementarla. Con esto y a la altura de las circunstancias el Departamento de Estado norteamericano y mucho menos el mismo secretario Mike Pompeo no puede alegar sorpresa ni mucho menos desconocer las actividades de sus agencias de inteligencia con Guiadó y sus seguidores.  

A pesar que Guaidó y la propaganda mediática de las empresas informativas alineadas al Departamento de Estado norteamericano presentan la sublevación como “no violenta”, el mismo cuadro de su persona rodeado de militares armados y requiriendo el levantamiento de todos los cuadros militares y de la población no se condice con aquella predica. No hay dudas que detrás esta movida está el asesoramiento del “enviado especial para Venezuela”  Elliott Abrams quien maneja con sus equipos propios desde Colombia, la dirección de las actividades subversivas. Hasta el nombre de la operación (Operación Libertad) que involucra una serie de estadios y objetivos a cumplir, parece indicar la autoría intelectual de Abrams. Las mismas se basan en la intoxicación informativa, magnificando el apoyo con que podría contar la presumida sublevación y el sabotaje de puntos clave del país. El involucramiento de un personaje como Abrams que ha sido acusado de crímenes de guerra e interpelado en los Comité del senado por su actuación en Guatemala, Honduras, El Salvador y posiblemente en Nicaragua, asegura que el derramamiento de sangre puede ser incruento.

Sobre aquello hay muchas discusiones sobre la participación de un tipo como Abrams ya que, como lo cuestionan varios, lo único que traerá será más descredito y falta de confianza en la política exterior norteamericana en la región.

Algunos pronunciamientos externos en apoyo a este alzamiento ilegal surgen esperables. Las exclamaciones del  Secretario General de la OEA Luis Almagro no solamente son escandalosas sino que reafirman las repetidas denuncias del descarado alineamiento a los señalamientos de Washington (DC). Sin dudas que la Casa Blanca no necesita hacer declaraciones explicitas sobre esto ya que es el protagonista detrás del telón. 
El caso del gobierno argentino es emblemático en la obsecuencia hacia la irreverencia política que disfrazada de “democrática” causará muertes y sufrimientos con el fin último, de colocar un gobierno adepto a la política exterior norteamericana.

Con una comunidad mundial de 193 países, solo 20 han reconocido la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente interino”. Si nos atenemos al principio democrático que tanto usan los conspiradores y sus adherentes, algo no está bien con lo que ellos entienden sobre dicho principio.