sábado, 13 de junio de 2020


“CRIMEN NORMALIZADO”
¿A quién realmente sirve la OTAN?

Por Charles H. Slim & Dalibor Hrvoje
Desde la caída Unión Soviética en 1990, al contrario del novelado relato mediático occidental, el mundo entro en un desequilibrio evidente que beneficio a EEUU y a la OTAN que a la distancia hoy pueden verse las consecuencias que ello ha dejado para los derechos humanos y la seguridad del mundo.

Durante la “guerra fría” la organización atlántica se presentaba como la defensora del mundo libre contra la presunta amenaza del expansionismo comunista soviético y desde ese lugar, se arrogaba la representación de valores como la “libertad”, “los derechos humanos”  y la “democracia”.

Más allá de que su contraparte, el “Pacto de Varsovia” se disolvió y el ejército Rojo simplemente se desintegro, la OTAN –por el contrario- lejos estuvo por desmontar su tentacular estructura militar y de inteligencia y desde ese mismo momento comenzó a gestionar estrategias de una expansión sin freno hacia el este y más tarde hacia el sur. Los hechos hablan por si mismos y más allá de las argumentaciones de la misma organización[1], las consecuencias de sus acciones hoy son palpables para quien quiera verlas.

Fue así entonces, que había que hacer algo para sostener el negocio. Un gigantesco complejo de bases e instalaciones militares diseminadas alrededor del globo con sus respectivos edificios, equipamientos, vehículos, tropas y personal administrativo quedaría cesante y sin objetivos. Con esto podrán entender la desesperación y la incertidumbre que desato entre miles empleados que ya no tendrían propósito de seguir trabajando y por ende, serían despedidos.

Sumado a ello, el negocio de la industria armamentística perdería sus incentivos y la OTAN las justificaciones de su propia existencia por lo cual era necesario encontrar un nuevo enemigo para continuar e incrementar sus operaciones. La crisis del Golfo en 1990 y su manipulación[2] que llevo a su posterior desenlace bélico contra Iraq de 1991 sería la situación a medida para mantener momentáneamente su estructura y a su vez sería la comprobación de un particular desprecio por la vida de los civiles[3] y el puntapié para fabricar la nueva amenaza global para el próximo milenio (a partir del 11/S).

Sin dudas, quién más interesado en valerse de la OTAN era EEUU, como su brazo armado en Europa mirando al Oriente.

El mantenimiento de la OTAN representaba una respuesta clara a las aspiraciones hegemonistas de EEUU y sus principales aliados europeos (Gran Bretaña y Francia). Como herramienta militar, la organización ha sido fundamental para desplegar los nuevos objetivos geopolíticos y estratégicos que ya no se vinculaban con las ideologías (Capitalismo vs Comunismo)[4] sino, con los negocios privados y el dinero.

En Washington para comienzos de los noventas los sectores neoconservadores y sus socios externos (la ultraderecha israelí) ya trazaban los lineamientos de la agenda intervencionista para la década que estaba por venir[5] con el fin de ganar espacios geográficos altamente estratégicos y hacerse de los recursos energéticos de países petroleros y gasíferos con importancia estratégica.

No podemos dejar de señalar la criminalidad que ya representaba la preparación de estos planes para cometer estas acciones, pero que obviamente, se elaboraban y circulaban dentro de los círculos cerrados de estos sectores oscurantistas, hallándose obviamente ocultos a la vista de la opinión pública y maquilladas por la Corporación de medios anglosajona - actor importante en el despliegue de toda esta historia-, que ocultarían el desarrollo de estos planes y que recién se conocerían con su cruenta ejecución.

Al mismo tiempo, el papel de los organismos internacionales como la ONU fue lamentable. Apoyándose una vez más en la discursiva claramente guionada desde Washington y utilizando repetidamente el ambiguo y nada preciso concepto de la “Comunidad internacional”, permitió el uso de la fuerza con resultados catastróficos para la población civil. Y para peor, ello no terminaría allí. Ese fracaso por establecer políticas consensuadas y neutrales de negociación fueron constatadas con las condenables invasiones impulsadas por EEUU a Afganistán en 2001 y a Iraq en 2003[6], dos hitos cruciales de comienzos de siglo en lo que represento la abierta violación de la legislación internacional y la tergiversación de los fines de la Carta orgánica de Naciones Unidas que terminaron por hundir la credibilidad del organismo.

Y hablamos de EEUU no solamente por ser el gestor de éstas crisis en búsqueda del liderazgo global sino también, como el principal aportante en el sostenimiento de la OTAN y quien mejores beneficios ha sacado y sacaría de los despliegues que llevaría adelante.

Las tácticas para concretar sus planes han ido variando a lo largo de los años en cuanto a su amplitud y profundidad, pero siempre han estado apoyadas sobre acciones ilegales aprovechando circunstancias contingentes del país o la región que pretenden absorber. Así por ejemplo, cuando en 1991 estalla la crisis interna en Yugoslavia y mucho antes de su intervención directa en 1999, la OTAN ya estaba trabajando secretamente –mediante sus servicios de inteligencia- para intentar llevarla hacia occidente y para el caso de su fracaso,  fomentar la desintegración territorial mediante la agitación pro-separatista de los eslovenos y al mismo tiempo el apoyo de los nacionalismos de los otros pueblos que componían a esa nación.

Aquello conllevo el movimiento de agentes y células de las agencias de inteligencia aliadas –como el MI-6[7] británico y el Mutkhabarat saudí- e incluso seguramente de recursos especiales –como las células GLADIO[8]- para (entre otras cuestiones) fomentar las discordias entre las comunidades (con asesinatos, violaciones y destrucción de templos e iglesias de cada comunidad) y al mismo tiempo reclutar  combatientes dentro de la población en la Bosnia-Herzegovina.

Desde la diplomacia la excusa de Bruselas para involucrarse mediante el uso de la fuerza fue la de una “intervención humanitaria”[9], que en la realidad se demostró todo lo contrario. Su participación no solo no tuvo nada de humanitario sino que, sus bombardeos causaron  muertes, sufrimiento y miseria como sus colegas estadounidenses lo habían hecho en Iraq en 1991.  Ello le proporcionó el acceso a sitios estratégicos como Kosovo sin considerar las consecuencias humanitarias.

Sin dudas que el dinero fue (y sigue siendo) el motor central de estas aventuras siniestras. Los despliegues de fuerzas, la agresión y derrocamiento de gobiernos y la instalación de bases (militares y de operaciones clandestinas) en países del este tenían –y siguen teniendo- un costo[10]. Los bombardeos de la OTAN sobre Serbia en 1999 volvieron a demostrar –como los estadounidenses y británicos seguían haciéndolo en Iraq- el desprecio por la vida de los civiles[11] y el derecho internacional humanitario.

Los objetivos reales que perseguía la organización era la de hacerse con el control de los recursos estratégicos de los Balcanes[12] y la de establecer un punto de acceso a la incipiente Federación rusa desde los países Bálticos[13].

Su participación en la intervención directa y destrucción de Libia en 2011, fue otro capítulo demostrativo de la manipulación y de la vergonzosa connivencia entre Washington y Naciones Unidas[14] que termino en un desastre humanitario que aún permanece hasta nuestros días[15].

Sin dudas que aquello alentó a Washington –y valiéndose de la OTAN- a intentarlo en otros escenarios pero, con tácticas más solapadas. Con el objetivo netamente estadounidense de asentarse a las puertas de Rusia, se pusieron a rodar los planes. Y fue así que a instancias de injerencias de la embajada de EEUU en Ucrania[16], desde 2013 se impulsó una revolución de color que culminó en un violento golpe de estado en febrero de 2014 colocando a un gobierno títere que permitiera el ingreso de la organización dentro de su territorio. Ello llevo al levantamiento de una parte de la población ucraniana que decidió rechazar el nuevo Status Quo. Tras esto, se pudo comprobar el ingreso de  mercenarios y agentes encubiertos con intensión de aterrorizar y crear el caos en la región del Dombass algo que hasta el momento no pudo lograrse gracias a la ayuda de Rusia.  

Por último, la llegada de Trump a la Casa Blanca, ha puesto en crisis la relación entre Washington y la organización, creando la incertidumbre y desazón entre sus aliados un asunto que molesta y mucho al “Deep State” que desde las sombras maneja el poder detrás del gobierno.


[1] NATO.INT.doc. “La ampliación de la OTAN y Rusia: mitos y realidades”, https://www.nato.int/docu/review/2014/Russia-Ukraine-Nato-crisis/Nato-enlargement-Russia/ES/index.htm
[2] Para muchos queda claro que Washington manipulo a Saddam Hussein para que diera un paso en falso y luego negar cualquier conversación para llegar a un acuerdo diplomático.
[3] Los bombardeos indiscriminados de la Coalición de los EEUU sobre Bagdad y otras ciudades de Iraq dejaron miles de muertos y daños incalculables a la infraestructura civil. Fue la primera vez que se pudo comprobar el uso de agentes químicos como el Fósforo, el Napalm y el Uranio Empobrecido.
[4] Dentro del marco del supuesto final de las ideologías propuesto en 1989 por Francis Fukuyama
[5] Paul Wolfowitz sería uno de ellos quienes ya esbozaban las primeras ideas que luego se compilarían en el Proyect for the New American Century (PNAC) de 1997.
[6] El caso de la invasión a Iraq fue lamentable. Se comprobó que los informes sobre la supuesta adquisición de Uranio por parte de Iraq y  la posesión de armas químicas habían sido mentiras de la CIA y del MI-6 que George Bush utilizo como pruebas para lanzar la agresión.
[7] Esto es contrario al folklore que la agencia británica por medio de agentes como el Alex Younger ha tratado de instalar refiriendo que su intervención fue para “prevenir el genocidio” o cosas por el estilo.
[8] Un ejército secreto que podía llevar adelante acciones insurgentes y terroristas en otros países.
[9] ICRC.ORG. La "intervención humanitaria de la OTAN" en Kosovo y la prohibición de recurrir a la fuerza”, https://www.icrc.org/es/doc/resources/documents/misc/5tdnwn.htm
[10] Durante la década de los setentas el Departamento de Estado
[11] Según algunas fuentes los aviones de la OTAN arrojaron sobre centros urbanos serbios 9160 Toneladas de explosivos entre los cuales había Uranio Empobrecido.
[12] Tal como lo explica la escritora y socióloga alemana Jutta Ditfurth en su obra Krieg atom armut publicado en 2011.
[13] Esto fue lo que señalo el escritor alemán Elmar Altvater cuando se refiriere a la estrategia de las guerras regionales como forma de intervención.
[14] A instancias del Departamento de Estado norteamericano Naciones Unidas sanciona la Res. 1973/11
[15] Desde las masacres contra las poblaciones pasando por el asesinato de Gadafi, millones de libios se han convertido en refugiados a merced de las mafias que los cruzan a Europa.
[16] Tal como quedo en evidencia con la grabación de la charla entre Victoria Nuland y el embajador de EEUU en Kiev Geoffrey Pyatt.

lunes, 8 de junio de 2020


“PESADILLA AMERICANA”
Cuándo ha dejado de ser EEUU un sueño de progreso y libertad. O si lo sigue siendo ¿Para quiénes?


Por Charles H. Slim
Qué puede explicar la explosión de ira y descontrol en una sociedad “democrática” como la estadounidense? Desde que se masificó la difusión del asesinato de George Floyd, un ciudadano de color, uno más en el largo historial de la brutalidad norteamericana, las protestas y los choques callejeros no se han detenido pero tampoco las brutalidades policiales contra los transeúntes de todos los estados de la Unión.


Así como en estas últimas décadas los sectores de la banca en “Wall Street”, la política (demócratas y republicanos; liberales y neocon) y la corporación (mediatica y del complejo militar-industrial[1]) han ganado billones de dólares con sus negocios a la par de las agresivas políticas externas promovidas por Washington (D.C.), al mismo tiempo millones de estadounidenses iban entrando en el círculo de los desposeídos y olvidados para un sistema siniestro que ya los despreciaba como ciudadanos con iguales derechos. De este modo los derechos y garantías en esta pretendida democracia, se convirtieron en privilegios asequibles solo para aquellos que puedan pagarlos.

Pero sin dudas de que son los mismos estadounidenses parte del problema ya que con su mero asentimiento a lo largo de los años, han tolerado en su gran mayoría –como esclavos voluntarios- todo tipo de aberraciones contra la humanidad de propios y extraños, sin detenerse a recapacitar si ellos algún día no terminarían siendo victimas de ese monstruoso sistema. Desde 2001 bajo la conveniente excusa del terrorismo, el estado federal ha restringido derechos y garantías que terminaron con el moribundo espíritu de ese “sueño americano”.

La explicita brutalidad comprobada sobre el ciudadano George Floyd causó olas de protestas pacificas en todo EEUU y también focos de enfrentamientos entre manifestantes y policías que llevó a que en varios estados se decretara el toque de queda y la intervención de la Guardia Nacional e incluso el ejército. Cientos de ciudadanos fueron arrestados por protestar y muchos otros fueron seriamente heridos por resistirse; sin dudas un gran ejemplo de lo que es la democracia estadounidense. Cuando la Guardia Nacional y la policía militar fueron desplegadas el lunes 1° de junio pasado en las calles de Washington (D.C.) y apalearon a los manifestantes que se encontraban “Lafayatte Square”, muchos por fin entendieron de qué se trata todo esto.   

¿Donald Trump es el culpable de esto? No claro que no. Aunque su administración sea tan delirante como contradictoria, no deja de ser tan segregacionista e inhumana como la de cualquiera de las antecesoras (incluyendo a la de Barak Obama[2]). Así vemos que no es el único culpable. Incluso más. Tal como lo señala un articulo publicado en uno de los think tanks neoconservadores más influyentes, Donald Trump es “el hombre fuerte más débil del mundo”[3], que –tratando de reducir las responsabilidades a su persona- sintetiza el grado de fragilidad no solo del presidente norteamericano, sino de todo el sistema al que representa.

La tendenciosidad es clara y ve en la personalidad de Trump, el chivo expiatorio perfecto para limpiar la imagen de una nación en decadencia. No solo sus comentarios son controvertidos y desubicados, su gestión  plagada de controvertidas políticas, son un parte aguas en la opinión pública estadounidense. En este sentido, las causticas medidas inmigratorias implementadas que resaltan ese carácter racista y elitista, típicas de los WAPS[4] y de los sectores conservadores, que se conjugan con su estridente personalidad que es el fiel reflejo del estadounidense contemporáneo.

Estamos hablando del mismo sistema –que sirve al Establishment político corrupto-  que hace tan solo setenta años atrás, mantenía segregados a los ciudadanos negros e hispanos por el solo hecho de su color y origen; el mismo que por el mero odio de oir las verdades molestas, eliminó a hombres brillantes como John F. Kenedy (asesinado en 1960), a su hermano Robert F. Kenedy (asesinado en 1963), a Malcom X (asesinado en 1965) y a Martin Luther King (asesinado en 1968) mientras al mismo tiempo encumbraba en los altos puestos del gobierno a tipos detestables y de una criminalidad asombrosa que llevarían al país a la actual situación ¿Acaso un gobierno puede tener buenos servidores públicos con criminales en el poder? 

Quienes tan solo se atrevieron a discutir estas desigualdades sociales, fueron asesinados. La brutalidad policiaca norteamericana es un reflejo del poder contemporáneo. Solo para citar un ejemplo de la impunidad con la que se acostumbra a vivir en EEUU recordemos el caso del activista de color Medgar Evers[5] asesinado por el “Ku Klux Klan” y que recién obtuvo “justicia” –si puede considerársela tal-  treinta años después.

Así como el doble rasero es una típica táctica de la política exterior estadounidense, ella también se aplica y refleja en su vida interior. Mientras que durante años la Casa Blanca y el Departamento de Estado han sermoneado al mundo sobre el respeto a los derechos humanos contra los abusos de otros gobiernos sobre la integridad de sus ciudadanos, EEUU violaba en forma flagrante los derechos humanos de miles de iraquíes y afganos. Una catedra de magistral hipocresía. En esos momentos el relativismo sobre el valor de la vida humana se apoyaba sobre bases ficticias y reduccionistas del “bueno” y el “malo” que como quedó bien claro, perseguían fines políticos y económicos que benficiaban a la elite (avances geopolíticos y control de los recursos petrolíferos mundiales).

Al mismo tiempo esos mismos estamentos gubernamentales tampoco reconocían ni se hallaban dispuestos a respetar esos principios a sus propios ciudadanos ¿De qué estamos hablando entonces?

Al día de hoy EEUU no reconoce los principios y las legislaciones internacionales que prevén el respeto a los derechos humanos. En 2018 la administración Trump comenzó su desvinculación de los organismos que como el Consejo de Derechos Humanos de la Naciones Unidas que busca su respeto en todo el mundo. La medida más clara de su oposición, ha sido la reducción en la contribución económica general para Naciones Unidas. Y es que adherir a estos principios, simplemente EEUU no podría operar como lo hace alrededor del mundo. Su gran movilizador de la economía interior de los últimos treinta años como ha sido el intervencionismo saqueador, se vería seriamente limitado y obviamente reprochado a nivel internacional. Es por ello que Washington nunca adhirió al Estatuto de Roma y por supuesto ha negado la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI), llegando incluso a proferir amenazas a los miembros de dicho organismo.

Los casos como Floyd siempre han sido parte de la realidad social estadounidense, pero la sociedad estallo en un momento clave de la historia global. Una sociedad comprimida entre la amenaza de un virus en el cual su propio gobierno tiene muchas implicancias sospechadas[6], el desempleo y la desigualdad crónica que venía en crecimiento sostenido desde la década anterior, no podía terminar en otra cosa. Para quienes ven en estas manifestaciones la mano de la oposición a la administración Trump apoyan la represión y el estado de excepción alegando que estas manifestaciones son una expresión “terrorista”.


[1] Las guerras en Afganistán, Iraq y la aparición del “ISIS” fueron fuentes de fabulosos contratos de defensa con empresas como Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon y General Dynamics. Van seguidos de Honeywell, Halliburton, BAE System y miles de compañías y subcontratas de defensa más pequeñas. Algunas, como Lockeheed Martin en Bethesda (Maryland) y Raytheon en Waltham (Massachussets) obtienen cerca del 100% de los negocios de defensa.
[2] Pese a que el 9 de octubre de 2009 se le galardono con el Nobel de la Paz, su administración prosiguió con las torturas, incrementó los asesinatos con Drones y el desarrollo de programas de inteligencia como el “ISIS”. También propicio con las intensas gestiones de la Secretario de Estado Hillary Clinton y sus socios franceses y británicos las intervenciones en Libia y Siria.
[3] Foreign Policy.com. “The World’s Weakest Strongman”, BY STEPHEN M. WALT | JUNE 6, 2020, 5:05 PM, https://foreignpolicy.com/2020/06/06/trump-violence-george-floyd-protests-coronavirus-pandemic/
[4] White Anglo Saxon and Protestan, Blanco Anglosajón Protestante
[5] Medgar Evers fue el primer secretario de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color en el Estado de Mississippi asesinado el 12 de junio de 1963.
[6] Pensamiento Estrategico y Politico.com. “Escalada Sucia”, Publicado el 17 de febrero de 2020, https://pensamientoestraegico.blogspot.com/2020_02_16_archive.html