viernes, 7 de junio de 2019




STALINISM USA

Las nuevas disposiciones del Departamento de Estado para los ciudadanos latinos (incluyendo a los argentinos) que quieran ingresar a los EEUU reflejan nuevos niveles de paranoia en los estamentos gubernamentales norteamericanos conllevando a una abierta violación de la libertad e intimidad de los individuos


Por Charles H. Slim
Suele decirse que si odias profundamente a alguien terminaras convirtiéndote en él o en lo que representa. Eso podría decirse sin lugar a dudas de lo que desde hace 17 años viene progresando en los EEUU.  Hablamos de las sigilosas políticas de vigilancia y control gubernamental que desde la sanción de la “Patriot Act” (Ley Patriota)  durante la administración de George W. Bush han venido invadiendo en forma progresiva y cada vez más agresiva, la intimidad de cada ciudadano estadounidense y con aspiraciones a extenderlo sobre todos los ciudadanos del globo.

Aquellos no explicados ataques del 11 de septiembre de 2001 fueron el punto de partida para establecer un sistema policiaco total que, aunque disfrazado tras elegantes trajes y corbatas, no le tenía –y aún no tiene- nada que envidiar a la temible NKVD (CHEKA)[1] de las épocas de Stalin.

Como no se podía esperar otra cosa, los medios y los analistas argentinos, se han mantenido a raya en estas cuestiones y han sido y siguen siendo muy parcos al momento de tener que posicionarse sobre estas aberraciones a la libertad que dicho sea de paso, afecta desde hace tiempo a todos sus conciudadanos. Es que, meterse en los asuntos internos de países como Venezuela es muy diferente que hacerlo con el “Tío Sam”. Y es que, más allá de las nuevas y corrosivas medidas que últimamente ha dispuesto el Departamento de Estado norteamericano para que ciudadanos de la región puedan ingresar a los EEUU, el espionaje y recopilación de información de las comunicaciones sobre Argentina ha sido continuo y sin ningún tipo de restricción, sin que se haya escuchado alguna reclamación seria de cualquiera de los gobiernos que han pasado por la Casa Rosada.

Estas medidas ya tienen sus precedentes y forman parte de una compleja política que viene extendiéndose en el tiempo y hoy por hoy pretende instalarse tanto en el hemisferio continental como dentro de la misma Unión.

Bajo la excusa de la “lucha contra el terrorismo” orientada en su inicio directa y arbitrariamente sobre la comunidad islámica mundial y norteamericana en particular, además de crear docenas de agencias federales de inteligencia (con lo cual se incrementó los gastos presupuestarios a niveles inconmensurables), la administración republicaba de George W. Bush volcó ingentes recursos para que el Departamento de Justicia y el FBI llevaran adelante actividades de seguimiento, interferencias y escuchas de las comunicaciones de sujetos particulares, infiltraran cuantas mezquitas, colegios e instituciones por el solo hecho de demostrar pertenecer  o mostrar “señas” de adherir al Islam. Ello era suficiente como para que grupos de tareas (de varios países) bajo la dirección de la CIA, llevaran adelante sin orden judicial alguna intervenciones telefónicas y hasta el secuestro de individuos para trasladarlos a prisiones secretas donde serían “interrogados” bajo métodos mejorados (torturas).

Aún perviven como símbolo de esta época oscurantista, monumentos al oprobio y la inhumanidad como son los campos de concentración de Abu- Graib en Iraq, Bagram en Afganistán y Guantánamo en Cuba, sitios donde se llevaron adelante infinidad de sesiones de torturas y ejecuciones contra prisioneros musulmanes.

Fueron años de locura y persecución que estaban inspirados por los experimentados y versados colegas israelíes quienes desde hacía décadas venían ensayando programas y sistemas de inteligencia, contrainteligencia y control sobre la población árabe de los territorios ocupados.

Esto llevo a que muchos ciudadanos estadounidenses clamaran ¿Pero qué demonios está sucediendo en América? El supuesto guardián de la libertad y la democracia en occidente durante la “Guerra fría” se había convertido en un verdugo oscuro y tenebroso que, emulando a las peores épocas de la Rusia “Stalinista”, pretendía controlar todos los aspectos de la vida de cada habitante de la Unión.

La administración neoconservadora de Bush-Cheney abrió la puerta a políticas que ya habían sido ejecutadas y ampliamente ensayadas en los territorios ocupados por Tel Aviv. Los mismos israelíes y en particular sus especialistas en inteligencia se han jactado muchas veces de sus talentos para estos asuntos. Fueron ellos quienes influenciaron en gran medida para que EEUU se convirtiera en un gran sistema “panóptico”, un gran hermano que lo tenga todo controlado.

En aquel entonces todo lo vinculado a lo árabe y mucho más a lo islámico, tomo un cariz de sospecha e hizo de la sociedad occidental en general pero en la estadounidense en particular (plagada del intelectualismo sionista), un “gran hermano” donde los vecinos se espiaban entre sí e incluso entre parientes, formulando denuncias anónimas al gobierno federal reportando “conductas sospechosas” que podían ser representadas por el uso de barbas largas, ropas orientales o la simple manifestación de profesar el islam.

También fueron perseguidos y censurados, aquellos ciudadanos que sin ser árabes o musulmanes, se atrevían a criticar o a poner en dudas las versiones informativas provistas por el gobierno y mucho más, sobre sus políticas exteriores tendientes a meter al país en guerra que más tarde lamentaría.

Aunque esto hubiese sonado por entonces como una exageración digna de una mentalidad paranoica, la realidad a la que asistimos actualmente (y la cual está repleta de ejemplos gráficos), le dan la razón a estas conclusiones y quedan más que evidentes con las últimas medidas que la administración Trump ha puesto en vigencia para otorgar visados a los ciudadanos provenientes de los países de centro y Sudamérica. Según las nuevas disposiciones por una Orden Ejecutiva del año 2017 del mismo Donald Trump y puestas en vigencia por el Departamento de Estado, antes de que alguien proveniente de países del continente  pretenda ingresar a los EEUU deberá llenar una planilla con nuevos campos de datos que incluyen, informar por el requirente “su correo electrónico”, el número de teléfono que ha venido usando en los últimos cinco años, la suscripción a  “redes sociales” identificando cuáles son  aquellas que utiliza y sus identidades en las mismas y cuál es el uso que hace de ellas.

Ciertamente se puede intuir que se trata de nada menos que el intento oficial por parte de Washington por establecer un “control ideológico” directo determinando a discreción y conveniencia, según lo que opine el requirente en las redes sociales (Facebook, Twitter, Telegram etc), si es merecedor o no, de entrar a los EEUU.

Pese a lo evidentemente indebido de semejante medida, que no es más que una nueva invasión a la privacidad de los ciudadanos de otros estados, los medios informativos argentinos –como de costumbre- tratan de reducir todo a meros requerimientos “administrativos” haciendo centro en los detalles de los formularios y los requisitos que deben completar a requerimiento de la embajada norteamericana en Buenos Aires. Y es que, como ya lo hemos dicho en repetidas oportunidades, la idiosincrasia de su populación, en particular la capitalina (que termina reflejándose en sus gobernantes), destaca en su abulia y conformismo al poder de turno.

Este tipo de solicitudes no solo representa una extensión de las actividades clandestinas de recopilación de información que desde hace 17 años hasta esta parte las agencias de inteligencia de los EEUU y sus colegas británicos e israelíes  han venido llevando a cabo en toda la región (incluyendo por supuesto a la Argentina), sino que se encubre una clara y peligrosa política de “policía del pensamiento” que busca individualizar con precisión a potenciales disidentes y críticos de las políticas de EEUU alrededor del mundo. 

Esto se agrega a las ya ventiladas actividades clandestinas de las agencias de inteligencia norteamericanas y sus aliados, quienes han sido denunciados de intervenir (directamente o presionando a las empresas que proveen de dicho servicio) en los buscadores del internet para recopilar ilegalmente las preferencias, búsquedas y navegaciones de los usuarios de todo el globo. La prueba de que todos estamos siendo monitoreados por programas de infiltración en el ciberespacio, es la probada colaboración de la red social Facebook, estableciendo supuestas ventajas para favorecer la seguridad que no son más que ardides que sirven para redirigir información sensible a nada menos que la CIA.

Aún resuenan los estampidos tras las denuncias de Eduard Snowden (ex agente de la NSA) quien, tras abandonar rápidamente los EEUU, dejo expuestas las amplias e ilimitadas actividades de espionaje que dicha agencia y muchas otras, llevaban adelante sin el menor conocimiento de las agencias gubernamentales de varios países del mundo, la interceptación de las redes de internet, comunicaciones civiles y militares, incluyendo a los de gobiernos “aliados”. Entre sus últimas revelaciones están aquellas referidas al traslado a la frontera con México de los sistemas de interceptación de comunicaciones en tiempo real implementados en Iraq y Afganistán que sin lugar a dudas traerá mucha cola.

Más allá de que la excusa que repetidamente aduce el gobierno norteamericano ronda en la llamada “seguridad nacional” y el prevenir el ingreso de terroristas extranjeros, a simple vista, la nueva disposición firmada por el mismo Donald Trump se trata de una medida claramente ilegitima, invasiva y arbitraria que se aduna a la larga y odiosa legislación que se vino sancionando desde la era Bush-Cheney.




[1] Policia secreta denominada Comisariado del Pueblo para los Asuntos Internos Всероссийская Чрезвычайная

martes, 4 de junio de 2019




LA ESTAFA DEL SIGLO”

Los anuncios que la Administración Trump y los medios occidentales amplifican engañosamente como un Acuerdo definitivo para la “problemática palestino-israelí” esconderían en realidad graves desventajas para los derechos personales y colectivos de los árabes palestinos ¿Podrán los palestinos discernir el peligro que ello conlleva para el futuro de sus legítimas expectativas políticas?



Por Charles H. Slim
Los acuerdos son el encuentro de dos o más voluntades coincidentes referidos a un objeto en concreto que las partes contratantes mediante negociaciones en situación de paridad pretenden lograr. Algo así es lo que Washington trata de presentar ante el mundo sobre el tema palestino y su situación de brutal ocupación por Israel. Según la Casa Blanca existe la posibilidad de establecer el “Tratado del siglo” para resolver el asunto entre Israel y los palestinos aunque, ya se han filtrado algunos pareceres que reflejan escepticismo a su aceptabilidad.

Desde la Argentina, el tema no tiene la trascendencia mediática que merece y ello no sorprende. Esto es parte de una conducta que durante años se ha traducido en su política estadual de diversos gobiernos marcada por la cómoda e interesada equidistancia sobre este conflicto (JTA 1985d)[1]. Pero en los noventas, Buenos Aires con su alineamiento automático a EEUU fue al mismo tiempo girando moderadamente hacía una posición más pro-israelí que era (y sigue siendo) una conditio sine quanon en la política exterior norteamericana.

Tras un impas con la llegada de gobiernos populistas, esto se moderó (no desapareció) hasta la llegada del actual gobierno de Macri quien ha dejado en evidencia su explicito alineamiento hacía las políticas de Tel Aviv. 
Igualmente esto no termina allí. La influencia sionista que existe en los emprendimientos de comunicaciones y el entretenimiento del país es notable y cualquier posibilidad de promover un debate profundo sobre los puntos de vista de este antiguo conflicto que haga pensar a los argentinos sobre la naturaleza real de lo que sucede en el Medio Oriente y en particular en Palestina, será rápidamente interceptada para que no llegue a nada. Hay una mezcla de prurito hacia los árabes y musulmanes sembrado durante años por la industria del cine y los medios estadounidenses (muy consumido durante años por estos lares), muy bien explotado por sectores islamofobos y un miedo perenne de parte de la ciudadanía argentina (en particular de Capital federal) a caer bajo la cancina y falaz acusación de antisemitismo.

La iniciativa aunque presentada a bombo y platillo como una oportunidad histórica para la paz y la prosperidad en el Medio Oriente, solo es el intento por consolidar una nueva estafa que trata de beneficiar –solamente- a los intereses israelíes. Antecedentes de esto sobran y los acuerdos de Oslo[2] son quizá la muestra más palpable de la falta de respeto y violación expresa a lo acordado por parte de Tel Aviv con los palestinos, algo que Yasser Arafat sabía de antemano y maniobro con sagacidad hasta su muerte.

El problema es que hoy dentro de las facciones palestinas no hay líderes con la capacidad y el carisma de aquel viejo zorro quien supo darles muchos dolores de cabeza a los sionistas. Se dice que los racistas sionistas odiaban más la inteligencia y astucia de Arafat que los ataques que sus hombres de la OLP perpetraban contra sus objetivos. Ese vacío no ha podido ser llenado por los viejos dirigentes de la OLP y mucho menos por el líder FATA Mahmud Abbas quien no goza precisamente de la popularidad entre su población. Ello a su vez ha reforzado la posición de la resistencia armada sostenida por “Hamas” (en árabe “Entusiasmo”) que desde 2007 y más allá de ser un actor funcional a las políticas represivas del estado judío, es la única vía de contrapeso militar para canalizar el principio universal del “derecho a la resistencia” ante un agresor claramente brutal. Sin la presencia de “Hamas”[3] en Gaza hubiera representado la aniquilación de la población local y la ocupación inmediata por parte de Israel.

Igualmente dentro de la juventud palestina y de los países árabes circundantes la conciencia de lo que significa el sentir y el ser palestino no se ha perdido. El emerger mediático de casos como el de la adolescente palestina Ahed Tamimi ha trascendido al mero hecho de haber golpeado a un soldado israelí y actualmente lleva adelante junto a organizaciones simpatizantes de la causa palestina viajes al exterior para concientizar a la gente del mundo sobre el sufrimiento al que están siendo sometidos remarcando siempre que, “los palestinos no son víctimas que dan lástima sino luchadores por la libertad” .
inmoral y cobarde

Otra manifestación del activismo por continuar con la lucha política por un estado propio, surgió a comienzos del 2018 cuando comenzaron las manifestaciones populares de la llamada “Marcha del regreso” donde miles de palestinos autocongregados en los campamentos situados en el borde alambrado –no limite- de Gaza, demostraron y siguen demostrando que no habrá rendición a las condiciones unilaterales de un estado ocupante. Estas demostraciones no han pasado sin que los palestinos debieran pagar horribles consecuencias a manos de impiadosos e inhumanos tiradores israelíes quienes no han ponderado a la hora de disparar, si sus blancos eran mujeres, enfermeras, periodistas o niños.

Igualmente y pese a la brutalidad de las tácticas sionistas para tratar de aterrorizar y disuadir a las masas árabes de abandonar sus reclamos, la fuerza de voluntad de cada palestino ha prevalecido. Esta renovada conciencia de lucha política no solo se vive en Palestina sino que se ha extendido a todos los rincones del mundo preocupando en demasía a la militancia sionista que opera dentro de países como Argentina y que reporta a Tel Aviv.

A la brutalidad explicita de las fuerzas militares y de inteligencia israelíes hay que sumar las políticas de usurpaciones y desplazamientos que (involucrando fabulosos negocios inmobiliarios)[4] Tel Aviv viene llevando a cabo con la ayuda de “colonos”  y militantes ultraderechistas que son traídos desde varias partes del mundo, incluidos desde Argentina, para que ocupen los asentamientos y granjas en donde anteriormente habían aldeas con olivares o barrios árabes palestinos.

Sin eufemismos, estos “colonos”, son parte de la maquinaria bélica demográfica que con el apoyo gubernamental israelí y por supuesto de organizaciones sionistas internacionales (quienes proporcionan el apoyo político, financiero y económico), tienen el permiso de asaltar, expulsar y de ser necesario asesinar a los palestinos que se les interpongan.

Para peor, ha quedado en claro que Washington y más precisamente la administración Trump, es abiertamente sionista y para que no queden dudas de esta lealtad, le otorgó a comienzos del 2018 en forma ilegal e ilegítima a Jerusalén como la capital de Israel[5]. Igualmente y pese a los esfuerzos del régimen de Netanyahu por obtener el asentimiento de otros países para que radiquen sus embajadas en Jerusalén, ha tenido muy poco éxito.

A partir de allí, las bandas de colonos y matones sionistas han multiplicado sus ataques contra propiedades árabes en Jerusalén e incluso a la vista de la policía israelí han usurpado viviendas expulsando con el uso de la fuerza a familias enteras. Estas arbitrariedades son tan explicitas que causan fuertes debates y enfrentamientos entre los mismos sectores de la política israelí que sabe que el mundo los está observando.

Naciones Unidas como de costumbre ha sido un mero espectador demostrando su magra efectividad que garantiza la impunidad. Tel Aviv desde hace tiempo que ha venido incrementando la política de la presión psicológica y económica para obligar a los palestinos a volverse dependientes de sus fuentes laborales e incluso de su dinero. Incluso y está muy bien documentado, Israel corta los servicios básicos (agua potable, acceso al agua potable, medicamentos, comida, etc) para que los palestinos deban solicitarlos y pagárselos a las autoridades ocupantes. La situación en Gaza es paradigmática en si misma sobre los efectos de estas siniestras políticas de sojuzgamiento que conjugan la fuerza bestial, la presión psicológica y económica que causa miseria y muerte entre la población[6]
gozando con el dolor de los palestinos 

Las políticas y acciones israelíes encuadran en todas las previsiones sobre lo que es la agresión y el concepto del terrorismo de estado, las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad y ciertamente los sionistas lo saben muy bien. Y aunque hay una supuesta oposición de sectores judíos en el extranjero, solo sería un distanciamiento momentáneo, una actuación distractiva, por efecto del masivo conocimiento y publicidad que actualmente y gracias a las redes sociales tienen las aberraciones del estado de Israel. 

La propuesta que desde Washington denominan como “El Acuerdo del Siglo” que pretende cristalizarse en la conferencia de Manama, Bahrein,  programada para el día 25 de junio próximo solo se trata de un chantaje para que por una bolsa de dinero ofrecida a miles de familias palestinas empobrecidas por las políticas israelíes, el colectivo palestino renuncie por escrito a sus derechos soberanos. Ello además conllevaría a que la Autoridad Palestina y cualquier sujeto palestino victimas por las incontables acciones de Israel, renuncie a llevar ante la justicia (especialmente ante la Corte Penal Internacional) cualquiera de los innumerables crímenes que se han cometido en los últimos 75 años hasta el presente, representando semejante pretensión una abierta violación al derecho internacional.  Esto ha sido advertido por Rusia y China quienes ya han anunciado que no asistirán a la dicha conferencia.

Con esto, queda en evidencia que Israel ha ido pacientemente preparando el terreno para que los palestinos, por efecto de las políticas restrictivas y segregacionistas que los ha sumido en la miseria más oprobiosa y aprovechando las necesidades que ello conlleva, los sionistas esperan que los palestinos se avengan a firmar cualquier clase de acuerdo que les dé al menos un respiro. Que Jared Kushner, el yerno de Trump y un militante sionista con total influencia sobre la administración presidencial, haya sido quien propuso este acuerdo como una solución definitiva para el tema no lo hace el autor de dicho plan. Sin dudas que detrás de la ingenierización de este pretenso acuerdo que busca cristalizarse en esta Conferencia están los sectores neoconservadores y el Lobbie sionista que sostiene la política exterior norteamericana.




[1] JTA. 1985d. “Argentine jews concerned over anti-semitism and weakening of
Argentine-Israeli relations.” May 17.
[2] EL MUNDO. “Acuerdos de Oslo: Una paz utópica entre palestinos e israelíes, 25 años después”. Publicado el 13 de septiembre 2018. https://www.elmundo.es/internacional/2018/09/13/5b9944ed268e3e56778b467c.html
[3] HISPAN TV. “Resistencia palestina destruye dos vehículos blindados de Israel”. Publicado el 5 de mayo de 2019. https://www.hispantv.com/noticias/palestina/427757/hamas-vehiculos-israel-gaza
[4] AMNISTÍA INTERNACIONAL.org. “Israel/TPO: Las empresas de turismo contribuyen a la expansión de los asentamientos y se benefician de crímenes de guerra”. Publicado el 30 de enero 2019, https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/israeltpo-las-empresas-de-turismo-contribuyen-a-la-expansion-de-los-asentamientos-y-se-benefician/
[5] EL PAÍS. “14 de Mayo de 2018: Un día histórico”, Por David Harris. Publicado el 14 de mayo de 2018. https://elpais.com/elpais/2018/05/11/opinion/1526058297_825807.html
[6]HISPAN TV. “ONU advierte: Israel priva a los palestinos de agua limpia en Gaza”. Publicado el 18 de marzo de 2019. https://www.hispantv.com/noticias/palestina/413865/onu-israel-suministro-agua-gaza