sábado, 17 de octubre de 2020

 

“PAPEL ESTRATEGICO”

Cuál puede ser papel estratégico de un país como Argentina con más de treinta años de una degradación socio-económico política y completamente indefenso

 

Por Charly H. Slim

Cuando se vino abajo el Muro de Berlín en 1989, no solo marco el comienzo del fin para la Unión Soviética sino también, la crisis existencial para EEUU como el autodenominado “líder del mundo libre” y su brazo armado trasnacional como es la OTAN. En ese momento comenzaron a fabricarse tesis e hipótesis conflictivas que justificaran la existencia y operatividad de esas voraces infraestructuras militares que en apariencias habían quedado sin rivales.

Allí comenzó una nueva era caracterizada por la interconexión comercial y cultural que se conocería como la “Globalización neoliberal” y por medio de la cual (y en teoría), se beneficiarían los países subdesarrollados al amparo de los centros financieros mundiales ¿Qué papel jugó Argentina y cómo ha evolucionado desde aquel entonces hasta el presente?

La respuesta es tan descorazonadora que sería mejor no decirla. Aquella ola neoliberal que vino propulsada por la imposición brutal –con intervenciones militares y embargos económicos- del “Nuevo Orden Mundial” declamado en 1991 por el presidente George H. Bush, para Argentina solo fue una época pasajera que lejos de crear un estado pequeño y eficiente solo lo corrompió más. Pero en aquel entonces el país terminaba la década de los ochenta con una hiperinflación tras un ineficiente gobierno radical que obligo al presidente Raúl Alfonsin a adelantar las elecciones. Sumado a eso, la conflictividad política tras años de disputas para desmantelar las Fuerzas Armadas como parte de una política de revancha y “desmalvinización” (mediante la vituperación de sus veteranos) impulsada por los sectores de la izquierda del partido radical –representada por la Coordinadora- (muy satisfactoria para Londres) y que fue continuamente fogoneado desde los medios capitalinos, terminaron por debilitar aún más a un país que había salido de una traumática guerra con la OTAN.

El trauma colectivo vino muy bien a la clase política, en especial a los miembros de los dos partidos mayoritarios (Radicales y Justicialistas) quienes aprovecharon la convulsión existente para estratificar su propio sector a los fines de conquistar el poder dejando de lado los objetivos estratégicos del estado, ignorando la realidad y evolución internacional imperante y entregando los destinos del país a la deriva.

Bajo la excusa de la democracia se consolido un sistema ineficiente y corrupto que no hizo más que, horizontalizar –si así podemos decirlo- los negociados y las prebendas que tradicionalmente se hacían dentro del estado.  Los controles estatales desaparecieron y la libertad se confundió con libertinaje. Fue sin dudas, el comienzo del fin para ese pretendido desarrollo bajo ese liberalismo anglosajón importado de la Gran Bretaña de Thatcher y los EEUU de Ronald Reagan que proponía al mercado como el artífice de las economías exitosas.

Así los argentinos para comienzos de 1989 entregaron sus esperanzas en un gobierno “peronista-neoliberal” (una mutación políticamente extraña) liderado por Carlos Menem, un caudillo norteño que bajo el argumento de llevar al país al “primer mundo” (alejando al país del Tercermundismo) y demostrando un gran amateurismo, arrastro al país a los peligrosos juegos geopolíticos que los estadounidenses y sus socios (entre ellos Israel) juegan desde hace mucho tiempo. Y sino lo cree así ¿Acaso se analizó las causas de la crisis entre Iraq y Kuwait que culminó en la guerra de 1991?

No creemos que se haya analizado nada. Menem solo trato de colocar al país en una geopolítica de la cual no sabía nada y por ende sin prever las consecuencias. Y de haber existido algún informe de la Secretaría correspondiente, sobre la situación geopolítica del Golfo Pérsico en aquel entonces, solo debe haber estado fundado en fuentes informativas anglosajonas. En conclusión, no hubo una decisión basada en criterios propios y su segumiento en lo que Washington determino como política a seguir, solo se trato de un mero alineamiento automático.  

Similar situación devino tras los atentados terroristas en Buenos Aires entre 1992 y 1994 que con servicios de inteligencia sin dirección ni objetivos estratégicos y una estructura gubernamental filtrada por la corrupción, permitió que sus verdaderos autores aún sigan impunes pese a tratar desde ciertos sectores interesados –de forma infundada y maliciosa- de culpar a sectores árabes islámicos, creando un odioso antecedente de islamofobia en el hemisferio.

Todo ello ha puesto en evidencia la ausencia del estado inteligente y el total desinterés por construir uno, que fue entregado por el gobierno de Menem a esas potencias extranjeras para que piensen por el. Sumado a ello, el paulatino abandono de la exigencia y la degradación de la educación pública y su cooptación partidaria (mediante una pléyade de sindicatos) ha terminado por distorsionar  la preparación de los futuros ciudadanos quienes a su vez, se ven asediados por el veneno de las drogas (un gran negocio especialmente en la provincia de Buenos Aires) que hace tiempo y por la misma corrupción política, penetró en las escuelas primarias ¿Y qué ha hecho el estado sobre esto?

Bajo esas directrices, no podía desarrollarse potencialidad alguna y no solo el pueblo no podrá prosperar por una economía condicionada por las continuas crisis financieras (con prestamos impagables) y un sistema impositivo inviable, sino que sus gobiernos solo serán un mero marco decorativo en la Casa Rosada y simples administradores de los intereses externos que realmente manejan al país ¿Qué futuro podía tener un país bajo esta situación?

La respuesta se puede ver hoy treinta años después y ella es contundente. Un país devastado por la corrupción política y el ingente gasto público, la inflación desmedida (con un Banco Central que actualmente imprime 100 mil pesos por segundo) y comprometido financieramente con el FMI y el Banco Mundial no puede más que ser una lamentable marioneta de las decisiones de otros. Ello a su vez ha tenido una profunda repercusión sobre el desarrollo de una buena parte de la ciudadanía que hoy por hoy, sumida en el sopor de la abulia y el conformismo (modelado por el punterismo político), solo aspira a vivir a costa del subsidio (IFE) pagado por un estado clientelar.

Las protestas callejeras que se han estado viendo en los últimos meses contra el gobierno de “Frente de Todos”, no es el renacimiento de alguna corriente “republicana popular” como algunos señalan (casualmente liberales anglofilos), son más bien una reacción espasmódica,  la demostración de una situación económica asfixiante que ya no parece distinguir entre clases.

En política exterior, Argentina sigue en la contingencia y la ambivalencia diplomática claramente guionada desde Washington y otros estados aliados a su geopolítica. El caso de Venezuela es ilustrativo de ello y su posicionamiento cíclico condicionado por el gobierno que circunstancialmente ocupa la administración general de la nación, demuestra acabadamente la ausencia de una geopolítica propia y consecuente con sus intereses.

Actualmente el gobierno de Alberto Fernández, con muchas ambivalencias y contradicciones, parece  inclinarse por una presumida sociedad geopolítica con China, mediante un alineamiento similar pero matizado al realizado por Menem con EEUU allá por 1990 ¿Será el reequipamiento militar con material chino parte de esto?

Igualmente es importante señalar que –tal como sucedió con EEUU- no hay sociedad posible ya que Argentina (mucho peor que en 1990) no tiene capacidad ni el poder (por la pérdida del monopolio de la fuerza) de proponer sus propios puntos de vista a la potencia asiática que dicho sea de paso, depreda impunemente los mares australes sin la minina queja de la Casa Rosada. Y es que ¿Cómo podría un país débil obligar a las flotas pesqueras chinas para que no pesquen en sus aguas australes?

Al mismo tiempo, la base china de inteligencia electrónica que opera en “Baja del Agrio” en la provincia del Neuquén, sigue siendo una incognita para el estado argentino ya que no tiene la potestad de que se le informe de las tareas que se llevan a cabo dentro de sus instalaciones y si se le informase algo, corroborar la información que se entrega sería algo bastante complejo para el gobierno argentino.

A la sombra de estas circunstancias  si no hay cambios sustanciales en la mentalidad de la clase política argentina, el único papel que puede jugar el país (y tal como lo viene realizando desde 1990)  es la de un mero expectador y un servil de los intereses foráneos que dicho sea de paso y en este caso, el gobierno de Fernández parece confundir “simpatía” con intereses estratégicos al no advertir que los intereses chinos (en lo referente a lo exterior) coinciden en varios aspectos con Gran Bretaña y sin lugar a dudas es con quien negocia su presencia marítima en el Atlántico sur.

 

miércoles, 14 de octubre de 2020

 

“EL PODER DE LA PERSUACIÓN”

El conflicto de Nagorno Karabaj  puede ser la oportunidad para que la Federación rusa haga valer su peso propio dentro del Grupo de Minsk

 

Por Dany Smith

Cuando por finales de septiembre estallaron los combates entre armenios y azeríes en sur del Cáucaso, muchos analistas especularon que sería muy difícil detener los enfrentamientos y sentar a las partes en una mesa de conversaciones. Ambos y cada uno por merito propio han demostrado que más allá de las causas territoriales y políticas que fundan sus reclamos, existe una aversión viceral que los enceguece hasta el punto de no querer entender razones. Tal como en una pelea de perros, ambos se trenzarían en una lucha encarnizada y no se soltarían hasta desangrarse.

Obviamente hay interesados en que esto se produzca y trabajan en ello para que este conflicto se perpetúe en el tiempo.

Como vimos, desde occidente solo se hicieron exclamaciones meramente retoricas y sin sentido. Tanto Washington como París (como miembro del Grupo de Minsk) no estaban ni están a la altura de poder ofrecer soluciones inteligentes para concluir con un conflicto tan complejo. Al mismo tiempo, los oportunistas de siempre que como los buitres, merodeaban los campos para hacerse de los restos esparcidos en el campo de batalla, se lanzaron sobre su presa. Uno de ellos, el primer ministro turco Recep Tiyip Erdogan quien anteponiendo las ambiciones geopolíticas de una Turquía expansionista (predecesora del Imperio Otomano), no ha medido las consecuencias de apoyar a uno de los contendientes como lo es Azerbaiyán.

Para despejar algunas conjeturas sobre las razones de este apoyo, digamos que, la faz cultural y religiosa –por ser ambos musulmanes- no es la principal razón que mueve a los turcos sunitas a dar su apoyo a los chiitas azeries. Su apuesta se centra en la importancia energética que revitse Azerbaiyán.

Tampoco lo han hecho los israelíes quienes antes de que esto se desatara enviaron al menos dos portentosos aviones de transporte “Iluyin-Il76” cargados de armamento  con destino a Bakú. Claramente –a las estrechas relaciones secretas entre Israel y Azerbaiyán-  hay en esta muy lucrativa operación comercial, un trasfondo geopolítico que importa a Netanyahu y su gabinete,  que al parecer también ha sido refrendado por el ministro de defensa Beny Gantz.

Ciertamente que gracias al gobierno de Bakú, el Mossad israelí puede operar libremente sobre Irán y es por ello que no puede dejar de retribuirle con su apoyo bélico. Pero los israelíes no solo están apoyando a los aseríes. Es muy probable que el Mossad también se halle operando tanto dentro de Armenia como en el corazón de la república separatista de Artsaj con el fin, sea cual fuere el desenlace, no perder una ventaja estratégica dentro de la región. 

Igualmente no seamos crédulos y digamos que son varias las agencias de inteligencia foráneas que operan en la zona y cada una de ellas, bregando por establecer lazos y alianzas estratégicas que respondan a los intereses de sus respectivos países. Igualmente es advertible que los objetivos de Tel Aviv están más allá de su tan clamado “derecho de defensa”, argumentado recurrentemente para justificar sus acciones violentas que amplian la inseguridad. Sus objetivos incluso van más allá de buscar un acceso estratégico sobre Irán teniendo como una de sus prioridades más importantes, el arsenal nuclear de Pakistán.

Vladimir Putin esta conciente de estas intensiones y no permitirá estos despliegues maliciosos.

Rusia es uno de lo principales interesados en detener las hostilidades y mucho más, en frenar la injerencia turca la cual entre otras cuestiones, ha insertado en la zona unos 4000 mercenarios traídos desde Siria, los mismos que reciben el apoyo y entrenamiento en la base de las fuerzas especiales estadounidenses en “Al Tanf”, al sudeste de Siria. Aunque hoy Erdogan estaría maniobrando por su cuenta y distanciado de Washington, no olvidemos que en 2014 fue uno de los socios principales en el despliegue del “Estado Islámico”  impulsado la CIA durante la administración de Obama.

La intervención diplomática de Rusia ha dado un giro esperanzador para esta situación aunque ello no ha obstado a que ambas partes sigan cayendo en las provocaciones mutuas que tratan de reactivar la dinámica de una guerra abierta. Y es que la intransigencia es notable pese a que el 10 de octubre a instancias del canciller ruso Serguei Lavrov se acordó un alto al fuego. Los armenios no pretenden devolver los altos de Nagorno Karabaj y los azeríes –tras treinta años de infructuosas tratativas- no creen que puedan recuperar esos territorios con negociaciones.

Hay mucho en riesgo y Vladimir Putin lo sabe muy bien. La estabilidad regional está en juego y junto a ella, la prosperidad para que puedan desarrollarse nuevos emprendimientos comerciales vinculados a la explotación del gas y el petróleo. En ese sentido, el Kremlin no permitirá que se importen juegos sucios que intenten recrear escenarios de un caos perpetuo pero controlado (como ya lo vemos en el Oriente Medio y el Norte de África) que –bajo el argumento de la seguridad mutua- busca la injerencia  de la OTAN en la región con la finalidad de contener a Rusia y a China.

Tan solo hace unas semanas, la intervención de Moscú logro frenar revueltas callejeras en Bielorusia que estaban siendo apoyadas desde occidente explicitando las amenazas que acechan a la estabilidad regional.

Es una situación muy compleja ya que, Rusia y EEUU son miembros del “Grupo de Minsk” (de la OSCE) y es dudoso que puedan hallarse coincidencias que no se vean interferidas por sus desacuerdos geopolíticos. En último sentido, la actual postura de la Casa Blanca, por la aparente postura “Jacksoniana de Trump”, poco le interesaría entrometerse en el conflicto.

Pero existen motivos para dudar de esa apatía. Los movimientos que ha estado haciendo EEUU en estas últimas semanas, revelan la puesta en marcha de planes para establecer alianzas estratégicas con países árabes del norte africano y euroasiáticos con fines hostiles hacia las iniciativas geopolíticas rusas y chinas en esas regiones.

En lo referente al conflicto en el Cáucaso sur, Rusia es el único actor regional con autoridad reconocida que puede sentar a las partes a una mesa de negociaciones y persuadirles a llegar a un acuerdo a los fines de mantener una estabilidad razonable. Ello quedo comprobado tras el llamado de Putin a un alto al fuego aun si solo durara unas horas, marco la diferencia en comparación con las gestiones de sus colegas occidentales. 

 

domingo, 11 de octubre de 2020

 

 

“¿GUERRA CIVIL EN CIERNES?”

La sorda lucha por el poder entre “Jacksonianos” y los “liberales internacionalistas” en Washington se está reproduciendo peligrosamente en una sociedad convulsionada

Por Charles H. Slim

La inestabilidad social y política ha dejado de ser una cosa de los países tercermundistas o subdesarrollados para hoy verse muy claro que también son problemas que se manifiestan en los centros del poder global. Los EEUU hace tiempo que ha dejado de ser el modelo a seguir y ello se debe en parte a su muy discutible transparencia política y electoral. Sin dudas promocionar la democracia cuando la brutalidad policíaca es una regla común y el zaqueo a otras naciones punta de fusil es parte de su política exterior, es algo filosóficamente muy discutible de sostener.

Los representantes electos, han convertido a la política (y en particular a la alta política) en un negocio para beneficio propio y a la nación como el vehículo para concretarlo. Bajo estas circunstancias queda claro que el interés general importa poco siendo la frase más común para aquellos profesionales de la representación política “al diablo los intereses de la nación”. Era de esperar que la confianza fuera mermando de forma paulatina.

Fue aquella desconfianza popular la que colocó a un “Outsider” como Donald Trump (a quien muchos consideran como un Jacksoniano) en la Casa Blanca desatando una acusada molestia en el mundo de la política estadounidense. A partir de allí, las presiones desde medios alineados a la “familia política” que se ubica en el liberalismo expansionista (Jeffersonianos) de Washington hizo de Trump el blanco de todo tipo de golpes bajos y mofas sin obtener por cierto, algún efecto en el ánimo del mandatario.

A la par de esas operaciones de medios, la oposición política demócrata no ha perdido el tiempo y sin ningún escrúpulo ha buscado todas las formas por desbancarle. Pero el pueblo estadounidense no confía en esta oposición y no ve en estas maniobras otra finalidad más que la de bucar oportunidades para obtener réditos  en pro de sus propios intereses.  

Asimismo, detrás de estas maniobras políticas públicas existen movimientos telúricos dentro de la Comunidad de inteligencia que demuestran fracturas y desacuerdos de algunos sectores, interesados (con el apoyo de algunos militares del Pentágono) por derrocar al actual presidente.

La crisis socio política atraviesa todos los niveles y estamentos de la vida norteamericana y las agencias federales de inteligencia son parte de ella. Sumado a ello, la agitación social que ya se venía gestando por décadas de desigualdades, que detonó por los abusos policiales que sacudieron las calles (caso George Floyd), el incremento de la desocupación (que afecta puestos de empleo en centros de comercio y la industria) y un confinamiento sanitario que se ha vuelto insoportable para buena parte de la población, complica seriamante la existencia de Trump.

En lo referente a la administración sanitaria de la pandemia, es un problema que sigue latente ya que no ha sido resuelto por los gobernadores de cada uno de los estados de la Unión y la misma administración federal liderada por un presidente que reiteradas veces y cuando lo conviene menoesprecia el peligro y la importancia de cuidarse en la pandemia. Precisamente, muchos sospechan que Trump podría usar la excusa del COVID para anular o al menos suspender las elecciones de noviembre, lo que agrega más encono de aquellos que quieren desplazarle.

La última oportunidad que se ha presentado a la oposición es el contagio de COVID 19 que sufrió Trump para lo cual recibió un tratamiento farmacológico que habría alterado su –ya de por sí- estado mental, sugiriendo así al publico norteamericano ¿Es capaz el presidente Trump de seguir liderando los destinos de la Unión? Una de sus principales rivales políticas como lo es la presidente de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, no ha tenido ningún problema en señalar que el presidente esta desconectado de la realidad y para ello ha sugerido que debe evaluarse su condición mental.

Cuando se informó que Trump de 74 años de edad se había infectado, sus rivales políticos sin dudas especularon que podía llegar a sufrir las consecuencias letales por ser un sujeto de riesgo. Pero, lejos de esas esperanzas Donald Trump en pocos días –al contrario de las especificaciones médicas- y tras recibir aquel tratamiento farmacológico,  inmediatamente comenzó a realizar por Twitter comentarios contradictorios y muy ácidos que provocaron especulaciones sobre su estabilidad psicológica.

Nancy Pelosi no desaprovecho la oportunidad y puso este comportamiento en el centro de la discusión pública, llamando a crear una Comisión de revisión para evaluar la viabilidad para que el presidente pueda seguir en su puesto y para el caso de no estar en condiciones, ser destituido ¿Quién lo reemplazaría? Obviamente el santurrón de Mike Pence quien recordemos, cuenta con la base de apoyo de los conservadores y los lobistas pro-israelies de Congreso.

Y mientras las intrigas en la Casa Blanca no tienen fin, en el interior las cosas se recalientan a niveles impensados. Se sabe que en varios estados la situación de la pandemia de COVID 19 ha puesto en jaque sus distritos y ha obligado en alguno de ellos a un estricto confinamiento bajo una vigilancia marcial que encendió la ira de los constitucionalistas más extremistas quienes, apoyados por los comentarios de Trump, reprochan a sus gobernadores ¿Por qué no podemos circular libremente si ello es una garantía constitucional?

Ha sido por estos comentarios y por algunas relaciones que la oposición  acusa a Trump de simpatizar con las milicias supremacistas del sur.

De este modo, las expresiones de ciudadanos que se oponen a estas políticas gubernamentales han pasado a ser calificadas por la justicia como parte de una “retorica antigubernamental” lo que pone en evidencia dos situaciones preocupantes para las libertades civiles: El gobierno vigila a sus ciudadanos y para ello invade su intimidad, demostrando que la democracia en casa es un adorno fuera de moda.

De este modo, las críticas de ciudadanos comunes se han mezclado con las discusiones entre miembros de grupos extremistas para llevar adelante acciones más decididas contra el gobierno.

Uno de estos casos se ven en Michigan, donde la oposición al confinamiento ha tomado formatos extremos. En este estado y en varios otros estados del sur existen organizaciones para-militares (Movimiento Boogaloo) vinculadas a la ideología supremacista y patriótica que se opone a las políticas del gobierno federal y en particular al manejo que hace de los destinos de la Unión. Una de ellas la “Wolverine Watchmen” que habría estado detrás de un intento de golpe institucional contra la gobernación de Michigan que fue desbaratado por las autoridades federales.

Aparentemente, este grupo de insurgentes había planeado el secuestro y posterior asesinato de la gobernadora Gretchen Whitmer con la finalidad de desatar una escalada de violencia que desembocaría en una guerra civil. Para algunos mal pensados, esto huele muy sospechoso ya que la sola publicación de esto ya victimiza a una gobernadora que se sabe,  no tolera al presidente Trump.

Aunque ello causa sorpresa a los ojos externos, para los estadounidenses estos grupos insurgentes ultraderechistas son una realidad que viene creciendo desde comienzos de los años noventas y que en los últimos años han incrementado sus operaciones bajo el principal argumento de la desconfianza hacia el poder central acusado de desvirtuar los principios de la Constitución.

Aunque la sustentación financiera de estas milicias proviene de sus miembros, hay sospechas de que estarían recibiendo apoyo encubierto de sectores de la inteligencia (como activos), algo que siembra la consternación entre los burócratas de Washington.

Si más rodeos, se trata de terrorismo interno (aunque ello molesta al Departamento de Estado) y claramente el término, no tiene ninguna vinculación con el extremismo islámico como lo han ligado de continuo y de forma deliberada –para justificar intervenciones sobre otras naciones-  los Medios masivos en los EEUU y del occidente europeo. Estas milicias han demostrado que no tienen escrúpulos en usar la táctica del terror para lograr sus fines políticos aún si deben matar a sus propios conciudadanos. La voladura del edificio del FBI en Oklahoma en 1995 es la prueba de ello. Lo que sucedió en Michigan puede ser la muestra de algo que abarque a todo EEUU.

Sin lugar a dudas, el FBI logro desbaratar una operación terrorista domestica pero ello no significa que haya conjurado el descontento y la militancia que apoyan esas ideas entre las que se cuentan la secesión. Más de un centenar de estas milicias entre las que revisten veteranos de Afganistán e Iraq, esperan en la sombra para intentarlo cuando las condiciones sean propicias. Con éste problema sin resolver  y considerando como se ha manipulado desde el 2001 el término terrorismo, muchos deberían preguntarse ¿Quién debiera intervenir en los EEUU para combatir este terrorismo con finalidad secesionista?