jueves, 15 de diciembre de 2022

 

“POR QUÉ RUSIA NO ES EL AGRESOR”

Ante la repetitiva y torcida versión atlantista sobre lo que ocurre en Ucrania, no es cansino volver a encuadrar en su justo termino la historia y las circunstancias que precedieron el inicio de este conflicto

Por Charles H. Slim

Como se suele decir, “la primera impresión es la que cuenta” y ello ha sido muy bien aprovechado desde el final de la segunda gran guerra por las ingeniosas editoriales y la propaganda de los medios angloestadounidenses al momento de comentar y relatar hechos cruciales de la historia.

Siempre listos y dispuestos, estos medios han jugado el rol de certificadores de la verdad oficial de los gobiernos en Washington, algo que en los últimos tiempos ha entrado en crisis y ello, por haber sido pilladas en sus manipulaciones e intoxicaciones informativas llevándolas a perder la credibilidad de los lectores.  

Despejando todo el humo generado por esa propaganda anglosajona destinada a desfigurar la realidad de los hechos, se podrá ver que gran parte de la historia que se ha contado en torno al asunto Rusia, sus gobiernos y su evolución política han estado deliberadamente alteradas por dicha continua y costosa propaganda rusófoba inspirada en gran parte por una rancia animadversión (que existe desde el siglo XIX) de origen británico.

En lo que hoy vemos en Ucrania hay una larga cadena de consecuencias originadas en factores causales que llevan directa e indirectamente a las injerencias de EEUU y sus socios de la OTAN posibilitadas en gran parte, por adeptos sectores políticos ucranianos quienes hoy con un cómico de capirote como Volodymyr Zelensky a la cabeza de un régimen nacionalista integrista, llenan sus bóvedas privadas con el dinero de impuestos de los estadounidenses y europeos.

Haciendo un poco de historia, veremos que anteriormente este maniqueísmo rusofobo ya estaba presente. Cuando se habla de la crisis de los misiles de 1962 se suele olvidar que aquella reacción de la URSS fue impulsada por la colocación por la OTAN en 1959 de misiles nucleares “Júpiter”, (PGM 17) “Thor” y “(SM 62) Snark” de alcance intermedio en territorio turco que estarían a pocos minutos de Moscú. Por tres años el Kremlin trató infructuosamente de negociar por las vías del teléfono rojo el desalojo de esa amenaza. Obviamente eso nunca fue publicado. Cuando Nikita Kruschev mostro su resolución a empardar a Washington recién allí los estadounidenses atendieron el teléfono. Pese a ello, la historia occidental cuenta muy sesgadamente toda aquella circunstancialidad que la compone.

La década de los noventas bajo el gobierno de Boris Yeltsin la Federación estaba sumida en el caos, un caos que la OTAN explotaba (mediante el MI6) apoyando de todas las formas a los independentistas e islamistas chechenos (Ichkeria).

Cuando Obama junto a sus socios británicos y franceses pusieron a rodar la farsa de las “primaveras árabes” echando mano (como estrategia) de la demonización de ciertos gobiernos árabes y la manipulación de los medios, tuvo un éxito parcial hasta que sus planes colapsaron definitivamente en Siria gracias al apoyo de Rusia. Desde ese momento Vladimir Putin y Rusia pasaron a ser la bestia negra para occidente y sus medios se esmeraron en reflejarlo.

Lo mismo ha tratado de hacerse con la actual situación en Ucrania. Como primer señalamiento hay que dejar en claro que la guerra no empezó el 22 de febrero del 2022 sino tras el golpe de estado de febrero de 2014 y que llego al punto cúlmine ante una planeada ofensiva de Kiev para marzo del 2022. Pero las operaciones contra Rusia vienen desde hace más de ocho años. Aquellas vinieron acompañadas del fomento y empleo masivo (y como parte de una guerra híbrida) de vectores agresivos e ilegales como son la producción y tráfico de drogas sintéticas (sales y Mefedrona) coordinado por el SBU y la CIA con destino a Rusia. La mecánica buscada era -además de envenenar a la juventud rusa- proveer de financiamiento como lo hicieron en los ochentas con la conocida como “Irán-Contras” ¿Recuerda quiénes eran los involucrados?  

Pero incluso, la instigación y los preparativos para ello se fueron gestando mucho antes del golpe. En la Conferencia de Seguridad celebrada en Münich en 2007, Vladimir Putin denunció las maniobras y las injerencias de la OTAN en torno a las fronteras de la Federación. Putin no se había equivocado y en agosto de 2008 Georgia que estaba conducida por un viejo socio de la CIA (con ansias de ingresar a la OTAN), trató de anexarse Osetia del sur. Eso paro en seco los planes de Bruselas y solo rodo la cabeza de Mijeíl Saakashvili a quien Washington dejo solo.

Pero desde que Barack Obama llega en 2009 a La Casa Blanca puso en la tarea de reactivar las operaciones al Secretario de Estado John Kerry y éste a su vez a su agente operativa de campo, Victoria Nuland (esposa del sionista Robert Kagan) quien con total desparpajo y acompañada de elementos de la embajada repartían por las calles de Kiev bolsas de pan a los transeúntes. Incluso, un artículo publicado en el Washington post por el recalcitrante Carl Gershman presidente de la neocon National Endowment for Democracy (NED) de septiembre de 2013, alentaba a provocar a Rusia con esta agitación.

A partir de ese entonces, las provocaciones, las operaciones negras (como el derribo del Vuelo 17 de Malasia Airlines) y los bombardeos sobre la población rusofona del este no tuvieron pausa y las tratativas de Moscú materializadas en los acuerdos de Minsk fueron completamente ignorados ¿Cómo pueden interpretarse estas acciones?

De haberse hecho algo similar en Washington o en cualquier país del hemisferio o en México, los medios habrían hablado de una “conspiración criminal”, de la “amenaza terrorista” y otros rimbombantes titulares y por supuesto, clamado por urgentes sanciones desde Naciones Unidas.

La misión de Nuland y Cia fue la de supervisar el derrocamiento del gobierno pro-ruso de Viktor Yarnucovich y reemplazarlo por uno pro anglosajón y hacerse con el control de la península de Crimea, este último objetivo fracasado.

Pero Washington a través de la CIA tiene una extensa y profusa historia de generar golpes de estado, revoluciones de color y asesinatos que los insignes medios de la democracia como The Washington Post y The New York Times siempre han evadido contemplar. Y es curioso esto último máxime cuando son “objeto” de culto por parte de los anglófilos lameculistas de la intelectualidad argentina y de ciertos periodistas capitalinos que viven divagando sobre la democracia y las libertades y quienes pese a proclamarse como “liberales republicanos” se les escapan esas aberraciones. 

Al interpelarles sobre las crasas inconsistencias de la admirada “democracia” angloestadounidense y en particular con el escandaloso contubernio con el nazismo y la ultraderecha eslava en Ucrania, no hallaran en sus bocas -y si es que se animan a contestar- más que las mismas palabras y rumiaciones que generan las editoriales del norte; así de nulos y serviles son por aquí.

Los hechos de febrero de 2014 en la plaza de Maidan no fue un alzamiento popular como lo relataron artificiosamente los insignes medios angloestadounidenses y que repiten simplonamente los medios argentinos, sino el despliegue de grupos de milicianos ultraderechistas de “Pradvy Sektor” apoyadas por células de mercenarios (quienes no trabajan gratis) reclutados de varias partes del mundo dirigidos por la CIA y por supuesto todo ello, financiado por insondables fondos negros. Al poco tiempo y tras haber derrocado al gobierno de Viktor Yarnucovich los comprometedores contubernios no pudieron ocultarse y simplemente estaban a la vista. Aunque The Washington Post, New York Times, la CNN y todas sus repetidoras, pasaron por alto esas evidencias y todas las que se han venido acumulando con el paso de los años, verdaderas causales de lo que hoy sacude a toda Europa, dejan por demás en claro que no ha sido Rusia quien dio inicio a esta guerra. 

 

 

martes, 13 de diciembre de 2022

 

“HOW MUCH DOES IT COST TO EXPAND DEMOCRACY?”

How the latest events committed on Russian soil can be ascribed to democratic hands

 

By Danny Smith

We have seen over the years how violence is condemned or justified or rather reflected in a positive way, according to the news media that treat it. The attacks on two Russian military bases on the territory of the Russian Federation undoubtedly imply military actions through terror tactics, but that, today, is not what matters in this case. The implications that this entails reveal two important points: The extension and escalation of war actions and the cost of carrying them out.

Without a doubt, things are getting very ugly and several of the pro-Washington partners are the ones warning of this. Fear begins to run through their heads and they are quite right to feel it. If they blindly continue to follow Washington's directives, the lives of Europeans will simply go down the toilet. This has already begun to show consequences. Apparently there are several European officials and several of the members of governments that are part of the EU who secretly ruminate (as if that were possible) that this cannot continue. The attempted coup in Germany confirms these rumors and the worst thing for Washington and NATO is that it would not be the only case.

Here in Argentina, all this is silenced with the obsequious religiosity that is customary given that the country's largest media and its businessmen respond fervently to the Anglo-American political line. Clarified this, let's continue with the important thing.

The three attacks on Russian airfields in Ryazan and Saratov are undoubtedly relevant events (especially propaganda) and beyond the objectives pursued by their perpetrators, this leads us to ask: Who, How and How much does an operation like this cost? To understand and accept the answers to these questions, get rid of the preconceptions and nonsense of the film industry, which, as you must know, is part of the Anglo-American propaganda machine.

As we have said before, democracy is a word that has been bastardized by those who have claimed to be its faithful defenders and have denigrated it to the point of making it bland and meaningless. For the Anglo-Saxons who love the language of images, democracy is a political elite of very well-suited subjects with pearly smiles, but when the cameras turn off, there are only true self-employed people hunting for opportunities and business.

Although Volodymyr Zelensky tweeted that the attacks were planned by his commanders, in reality he was as surprised as the Russian commanders of the bases that received the bombings. Putin's fears were justified and the threat to the sovereignty of the Russian Federation is a confirmed fact. With this it becomes clear that NATO has long since crossed all the red lines that have existed and will be and without a doubt, with the consent of The White House (Joe Biden and his neocon partners) is willing to go for more.

For these operations, Ukrainian secret agents or commandos were not infiltrated under the direction of the CIA and MI6. No. It's pretty clear that they weren't going to risk getting caught halfway. Nor is it feasible that (as these agencies style) they have recruited Russian citizens or local underworld elements for money to carry out these actions; That takes time and although the collaboration of some local informer is not ruled out, a CIA network is not set up that quickly.

The answer seems to revolve around the use of Drones by expert hands.

This tactic had already been seen before in Iraq since 2015 and then it became widely used in Syria. And who do you think used it? ISIS jihadist mercenaries. Don't ask where they got the drones and the equipment to direct them from the ground, but it is sung for those who know how to use their brains. In these scenarios we saw very curious things that the western media tried to cover up with arguments so far-fetched that they already insulted the intelligence of a kindergarten child.

In 2016, as coalition Iraqi militias and Iranian forces pushed north toward Mosul, they were systematically harassed by "mysterious drones" that dropped bombs on unsuspecting people moving on the ground. These Drones carried up to ten bombs on their wings and dropped them on troops on foot or in their vehicles. The attacks were filmed by those same drones and then posted on the internet as “Islamic State” propaganda, something that revitalized that “fight against terrorism” montage.

It was clear that the suppliers of those UAVs and their bombs did not come from the “Al Sham” desert or from the “Daesh.Co” arms industry, the latter simply because it never existed. So where did they come from? The components and elements for these actions came from the West, which would not have arrived without the authorization of the true orchestrators of all this, who very surely were rubbing their hands in their offices in Washington and Tel Aviv.

When the Russian Khmeimim airbase in Tartus was attacked in April 2018, the Western media treated the issue as a Syrian “rebel attack” but despite an attempt to stage the event around an act carried out by simple Arab fighters , the Russian “Panzir-C” anti-aircraft defenses were able to shoot down several of these UAVs and there they discovered that in addition to having been manufactured with homemade elements acquired in different European markets, they were equipped with electronic implements and explosives that were made far away from there. For example (and coincidentally), the 400-gram shells of explosives were manufactured in the Ukraine and there was no way (except through intermediaries) that the jihadists had them under their belt.

But that was just a detail. Who provided the electronics and the support to guide these drones? It was very clear that from the West and even, the executors of the attack on Jmeimim could have been Anglo-Saxon expert hands from a computer in a room or simply a van miles away assisted by satellite information provided by the NATO nano-satellite network.

Undoubtedly, the attacks last week against the Russian airfields correspond to the same source and the same authors, but revealing a greater sophistication (and with it greater cost) in the use of the tactic, which also reveals having achieved penetrate the countermeasures of the radio electronics of the Russian forces, which has undoubtedly been taken into account by Moscow.

It is very clear that the US and NATO do not want the war to stop and these attacks deep in Russia bear witness to this. The issue is, what does the UN do?