sábado, 5 de junio de 2021

 

“PROBLEMAS DE POSICIONAMIENTO”

El posicionamiento de Buenos Aires tras las masacres cometidas por Israel contra los civiles palestinos, ha suscitado que los sectores del sionismo argentino y regional comenzaran a imprimir una presión política y mediática para que cambie su posición ¿Quién prevalecerá?

Por Charles H. Slim

Las últimas agresiones israelíes contra el vencindario de Shekh Jarrah en Jerusalén y la población palestina de Gaza que terminaron con el intercambio de fuego entre las FDI y Hamas, han reverberado más allá del Medio Oriente y ha tocado de forma sensible y notable a todo el mundo pero en especial, en aquellos países donde la comunidad judía es más fuerte como son las que se sitúan en EEUU y la Argentina.

En estos dos países la representación de esta comunidad se halla muy bien afincada en sectores influyentes de cada una de estas sociedades pero, es cierto que una es mucho más influyente que la otra al momento de terciar sobre las decisiones políticas del estado en cada uno de estos países. No es lo mismo el estado norteamericano que el argentino y lo mismo en cuanto a la influencia que ejerce cada una de estas comunidades, eso queda claro que, ¿no?

Obviamente se tratan de dos universos muy diferentes ya que tanto la sociedad como el estado norteamericano son altamente complejos, surgidos de fuentes y circunstancias históricas diversas teniendo este, bases institucionales mucho más sólidas y por supuesto una evolución muy diferente si lo comparamos con el estado argentino que tras décadas de paulatina disgregación por la partidocracia y la corrupción político clientelar, actualmente esta en una situación de completo desbande.

En este último caso, la Argentina ha carecido de una visión internacionalista que le llevara a involucrarse de manera inteligente y con olfato geopolítico en los asuntos globales, manteniéndose siempre al margen de los grandes acontecimientos mundiales y es por ello que poco o nada sabe de lo que sucede en regiones conflictivas como el Oriente Medio. Es esa falta de pericia, interés y continuidad en la atención de los temas de este campo que la ha llevado a una perpetua situación de descuido producto de una mentalidad cerrada y aislacionista. Dentro de esta idiosincrasia de la improvisación estaba también la Comunidad judía hasta que, por razones que jamás se han logrado esclarecer, se produjeron los atentados de 1992 y 1994 que seccionó a la misma comunidad entre quienes debían apoyar incondicionalmente al estado de Israel y entre quienes se niegan a que este hinque sus influencias y sus objetivos geopolíticos sobre la política del país. Recién allí y en el marco del gobierno neoliberal de Carlos Menem, al amparo de esas tragedias aquellos sectores de la comunidad que ya  militaban el sionismo, fueron involucrando al país de forma paulatina e inconsciente en las políticas de Israel teniendo como premisa política, acusar a los enemigos del estado de aquellos atentados. Fue así que hasta el día de hoy y sin pruebas en la mano para aseverarlo y solo basándose en “informes de la CIA y el Mossad”, acusan a Irán y a la organización chiita libanesa “Hisb´allah” de esos ataques.

En los EEUU la influencia pro-israelí es conocida por sus Lobbies representados en el Congreso por organizaciones civiles de orientación sionista como AIPAC, AEI, JINSA y muchas otras que son decisivas para las maniobras geopoliticas del estado de Israel en la política exterior de Washington. Tanta es la influencia adquirida por el paso de los años que se suele decir en EEUU que son estas organizaciones las que dan el visto bueno para seleccionar los candidatos a la Casa Blanca e incluso, que ponen y sacan a los presidentes. Esto es algo que ya ha dejado de ser un tabú o un rumor y por el contrario es un tema que se haya a la vista de la opinión pública norteamericana y que ha sido planteado y se sigue planteando por muchos miembros de la propia comunidad judía estadounidense que no apoyan las políticas de Apartheid de un estado que no los representa.

Y es que, pese a que en la relación entre EEUU y el estado de Israel se apoyó en una dinámica de costos y beneficios, como lo señalan muchos hoy, los costos para EEUU no reportan los beneficios esperados. Incluso aquel apoyo basado en la “moralidad” respaldada por las barbaridades del Holocausto y que los sionistas supieron explotar por décadas para que Washington colaborara incondicionalmente con apoyo militar, financiero, político y diplomático necesario para sostener al estado, hace un tiempo para aca se ha ido disgregando ante las evidencias de que Israel no fue ni será la democracia que el marketing mediático y sus lobistas han tratado de vender por décadas. A estas alturas, el argumento israelí del “derecho a la defensa” se desvanece ante las pruebas y en este sentido ¿Acaso los palestinos no tienen el mismo derecho a defenderse, máxime cuando se enfrentan a una potencia militar agresora y ocupante?

La sangre de los palestinos es igualmente roja que la de un judío israelí o la de un chino, por lo que ya no hay márgenes para seguir sosteniendo ese relativismo odioso y claramente racista que ha llevado a semejantes grados de impunidad.

Es por ello y tras las irremontables pruebas que se han venido acumulando sobre la arbitrariedad con la que Israel fomenta usurpaciones como las intentadas llevar a cabo en el barrio árabe “Sheikh Jarrah” de Jerusalén y la refrendada (por occidente) brutalidad de las fuerzas militares israelies sobre la población de Gaza (que causo la masacre de 77 niños) es que La Casa Blanca viene tomando en serio dar un giro de ciento ochenta grados en la relación con Israel pese, a que pueda costarle más de un dolor de cabeza a Biden.

Pero una cosa ha quedado bien clara y es que la idea de los “dos estados” ha quedado sepultada para siempre y ello no significa que Israel haya prevalecido sino, todo lo contrario.

En medio de todo esto surgen otros factores que hacen tambalear el proyecto sionista del “Gran Eretz” y que precisamente surgen de las nuevas generaciones quienes indistintamente de judíos o no, no se creen la mística mesiánica inventada por el sionismo enseñada en los colegios israelíes y propalada por intelectuales a sueldo en todo occidente.   Menos aún, la tan victimizada prédica de la persecución antisemita que ha sido utilizada hasta el hartazgo de forma maniquea dejando de lado a los palestinos, que a diferencia de los judíos sionistas que iniciaron la ocupación por comienzos del siglo XX (de origen europeo) son verdaderamente semitas.

Mucha sangre ha corrido a la sombra de la instigación y hasta incluso el involucramiento (obviamente tapado) de estos sectores recalcitrantes que han llevado al mundo a un lugar mucho menos seguro y previsible. Prueba de ello, fueron la influencia que adquirieron casualmente tras los ataques del 11/S que les permitió generar una atmósfera de miedo, desconfíanza y de odio hacia los musulmanes que propiciaría -muy convenientemente- los argumentos necesarios para que la administración de George W. Bush impulsara las invasiones sobre Afganistán e Iraq, que escondían entre otros objetivos,  planes geopolíticos más amplios y complejos orientados a reformar -entre otros- el mapa del Medio Oriente mediante el plan denominado “Medio Oriente Ampliado” (ideado por la doctrina Rumsfeld/Cebrowski y ejecutado por el Pentágono) que en líneas generales buscaría desintegrar los estados nación árabes para impulsar regionalismos confesionales sectarios que tendría un particular beneficiario ¿Quién se beneficiaría con semejante Status Quo? Claramente, Israel. Fue por ello que (por intermedio del Pentágono y la CIA) se creo al ISIS y toda esa oleada “Yihadista” pero eso ya excede el tema.

Ello es una evidencia más de cual es el método y el camino por el cual el sionismo busca consolidar sus ilegales políticas expansionistas no solo a costa de los bienes, el territorio y la vida de los palestinos sino también, de sus vecinos.

Lo cierto es que tras las últimas brutales y desmedidas respuestas militares israelíes sobre Gaza cometidas en mayo pasado (y que trataron de ser deformadas -de izquierda a derecha- por el periodismo occidental y en particular el argentino), son solo un capítulo más en la antología del horror de un estado influyente, militarista con reveladas ambiciones expansionistas y movido por una vocación colonialista que ya no puede ocultar las consecuencias inhumanas de su proceder. Todo ello ha ido causando controversias dentro de su propia sociedad que vale aclarar, no es monolítica.

Al mismo tiempo todo esto ha desatado consecuencias políticas internas y externas para el estado de Israel que han abierto un amplio debate a nivel internacional que llevan a formular preguntas tales como ¿Ha llegado el momento de que Israel y cada uno de sus responsables políticos y militares respondan ante la justicia internacional por estos crímenes? Y en lo que hace a su existencia, una muy particular que es ¿Puede ser el comienzo de una guerra civil dentro de este estado teocrático disfrazado de occidentalidad? Porque, si usted no lo sabe, el estado de Israel es un estado confesional que da preeminencia a los judíos por sobre los derechos de pobladores árabes cristianos y musulmanes palestinos y en ese plan, ha venido -por todos los medios y astucias- tratando de borrar la historia de estos sectores a lo largo de todo el territorio palestino pero en particular en Jerusalén donde se han borrado muchos rastros históricos de la cultura islámica preexistente a 1948.

En la Argentina tras las declaraciones de su cancillería condenando el uso desproporcionado del estado israelí contra la población civil palestina de la Franja de Gaza y su adhesión a investigar al estado de Israel por la comisión de crímenes de guerra (como sin dudas es el asesinato de civiles y de niños en particular), se desataron las esperables replicas de conspicuos sionistas locales -judíos y no judíos- con presencia en la política, los medios y por supuesto de la representación judía local organizada, en especial desde sus centros políticos DAIA, AMIA y la OSA quienes (representan y tratan de permear los lineamientos geopolíticos de Israel en el estado argentino) no tardaron en condenar la posición del gobierno argentino como una postura “antisemita” que, visto a la luz de lo que realmente significa el término y quienes han sido los que realmente pagan con sangre este conflicto, solo es una chicana impertinente que ya no surte efecto. Sobre esto último no hay que olvidar que otra de las tácticas comunicativas de estos sectores es la de “criminalizar” a quienes denuncian estos crímenes de lesa humanidad e incluso, muchos voluntarios humanitarios que llegan a Palestina para ayudar a los palestinos, son perseguidos y arrestados estando varios de ellos aún detenidos en las prisiones del régimen sionista.

Tampoco olvidemos que son los mismos que tratando de mantener los lineamientos geopolíticos de Tel Aviv, han descalificado de forma permanente y sin argumentos serios a quienes cuestionaron y cuestionan las acusaciones que ligeramente y sin pruebas tangibles desde hace años se vierten por los medios de comunicación contra Irán y el “Hisb´allah” libanes por los atentados contra la embajada y la mutual judía. Entre quienes sufrieron este escarmiento estuvieron el fallecido politólogo Carlos Escudé quien tras investigar y analizar las causas de estos atentados llegó a la conclusión de que nada menos que el sindicalista Luis Delia (ridiculizado y vituperado sin termino por los medios) tenía razón.

Al mismo tiempo, la embajada de Israel tampoco tardo en dar su conclusión tras la posición argentina dejando en claro que se hallaba “decepcionada”, una calificación que fue levantada inmediatamente por los medios y sus simpatizantes sionistas dándole un cariz de gravedad sobre actuada (nada nuevo en estos medios) intentando israelizar -si se puede decir- la cuestión, algo que sin dudas es solo otra forma por tratar de manipular a una opinión pública poco informada y sacar de escena a los atroces crímenes israelíes que a la luz de los últimos acontecimientos no pueden justificarse con nada.

Asimismo, estos mismos sectores son quienes al mismo tiempo se presentan como los grandes preocupados por los derechos humanos en Venezuela y también como escrutadores de la democracia global sin decir nada de las aberraciones israelíes (que no son pocas) y al mismo tiempo sin el menor escrúpulo por ahorrar argumentaciones con las cuales fomentar la intervención exterior de cualquier clase, aunque una coma después, digan todo lo contrario.

Tampoco olvidemos que estos sectores fueron quienes y ejerciendo este poder lobista, impulsaron la censura contra el memorándum de entendimiento firmado con Teherán atacando de forma puntual a quien en esos momentos era el canciller argentino, quien por su condición de judío fue tratado por estos sectores recalcitrantes como un traidor llegando al extremo de la crueldad de (solapadamente) obstruirle el acceso al tratamiento en los EEUU para mitigar el cáncer que más tarde terminaría con su vida.

Son también los que últimamente se presentan como el faro del “republicanismo” pretendiendo ser los cruzados contra la corrupción y la inmoralidad que pierden cualquier seriedad y credibilidad cuando al minuto esbozan sus simpatías por carniceros como Benjamin Netanyahu y una velada admiración política por el imperialismo anglosajón que vale dejarlo bien en claro, muy buenas migas hacen con el sionismo.

Igualmente, y pese a la cancina victimización de los victimarios hay una pregunta que no ha tenido una respuesta y ella es ¿Dónde está la voz palestina en todo esto?, ¿Por qué no hay un tratamiento y un debate amplio en el ámbito académico argentino sobre el tema palestino? Quisiéramos creer que la intelectualidad argentina (indistintamente de posiciones políticas) tiene suficiente convicción y valor en hacer valer su libertad de investigar y difundir, no dejándose presionar por estas omnipresentes influencias.

Pero como de costumbre, en Argentina las representaciones árabes e islámicas no tienen voz, mucho menos la palestina. El insulto gratuito y las deformaciones por parte de periodistas claramente parciales es una tónica que no ha cambiado con el paso de los años ¿Quién tiene la culpa por esta tendencia? Ciertamente gran parte la tiene la misma comunidad árabe e islámica local que además de no coincidir en su representatividad (porque ser árabe no es condición para ser musulmán), -y más allá de las obstrucciones para que puedan tener acceso a los medios masivos- no han tomado el compromiso político por plantear al conocimiento público la situación palestina. Este vacío que dejan es inmediatamente ocupado por quienes se encargan de pintar a Israel como la víctima cuando esta claro lo que viene sucediendo desde 1948 hasta nuestros días.

Para la opinión de algunos de estos sectores sionistas que ocupan espacios en los medios capitalinos, la decisión del gobierno de Alberto Fernández es una “locura” que va contra una comunidad con una “influencia poderosa” en el país e incluso, que intepretando sus propias sentencias, aseguran que molestaran a Israel y por ello (Israel) no donaría las vacunas que estarían prometidas por entregarle al país.

En este contexto, el arco sionista local y su representación política en el país no perdonarán esta afrenta del gobierno argentino por lo que harán pie juntillas con la embajada de Israel y estarán pendientes de los errores y las fallas en su administración que las harán parte de su campaña de escarmiento propagandistico. En lo político el escarmiento a dado inicio con la convocatoria del embajador argentino Sergio Urribarri por el Director General Adjunto para América Latina y el Caribe, Modi Ephraim quien según se dejó trascender, le expresó al representante argentino como “inaceptable” el apoyo a las investigaciones por crímenes de guerra contra Israel. Sin dudas que las admoniciones de Eprhaim fueron más allá de esta simple expresión y pese al recordatorio de los atentados en Buenos Aires, aquellas seguramente fueron acompañadas con la advertencia de posibles y lamentables consecuencias.

El tiempo dirá si el gobierno argentino cederá a las presiones de Tel Aviv y de sus aspirantes a lobistas en el país.