sábado, 23 de febrero de 2019



EN LA MIRA




“PONER EN CAJA”

Moscú ha dejado en claro que no se toleraran más aventuras hegemonistas que pongan en peligro los intereses geoestrategicos de la Federación rusa y que claramente van contra la ley internacional ¿Es una advertencia con sustancia?



Por Charles H. Slim
Pese a que el Kremlin se ha manejado con una notable tolerancia a las múltiples provocaciones que viene llevando adelante EEUU y la OTAN, pareciera que ello ha llegado a un límite del cual el mismo Vladimir Putin se ha encargado de marcar en su presentación en el inicio del año gubernamental con su discurso sobre el estado de la nación, dejando en claro a su homólogo estadounidense y a sus aliados de la Alianza atlántica, que la soberanía de Rusia no está ni estará nunca en discusión.

Estas palabras no son casuales y se dan en momentos de alta tensión político-económico y militar que se centra en rededor de Venezuela. 
Entonces usted se preguntara ¿Qué diablos tiene que ver lo ocurre en Venezuela con los que ha dicho el mandatario ruso? Pues aunque los medios no lo digan, todo. Y es que estamos ante una nueva operación diseñada por Washington para establecer una nueva geopolítica del caos en el Caribe. Lo que se ha estado vendiendo por los medios adictos a La Casa Blanca no es más que una repetición adaptada a la versión latina de lo que fue la “Primavera árabe”, un embuste  planificado quince años antes (durante la administración Clinton) por el Departamento de Estado norteamericano y ejecutado recién por la administración de Obama en 2010.

En aquella oportunidad Rusia no se movió por el simple hecho de que no estaba preparada para contraponerse a la voracidad de la OTAN y de EEUU que mantenían desplegadas fuerzas con múltiples bases en la región. Fue así como sin ningún tipo de oposición y con una renovada complicidad de Naciones Unidas, los miembros estelares de la alianza (Francia y Gran Bretaña) intervinieron y destruyeron a Libia.

Eso cambio en forma paulatina a medida que fue modernizando y ampliando las capacidades defensivas de sus Fuerzas armadas lo que fue dándole el respaldo político y diplomático en situaciones críticas como fueron los intentos de la OTAN por penetrar a través de Ucrania, hacerse de Crimea y la creación de una guerra asimétrica (implementando la táctica del terrorismo) para destruir a la república árabe siria, situaciones conjuradas gracias a la capacidad de respuesta –tanto política como militar- a las amenazas y golpes que Washington y sus aliados lanzaron contra las poblaciones de estos lugares.   En este sentido Vladimir Putin ha dejado en claro que continuaran con el desarrollo de una política geoestratégica acorde a las necesidades de la Federación rusa y a los desafíos globales que atentan contra los intereses estratégicos.

La relación entre Rusia y Venezuela se estrechó con Hugo César Chávez y de esta nació un profundo compromiso geoestratégico del cual Moscú no abandonara tan fácilmente.  Ello es coherente con los últimos movimientos en la región donde al montaje cinematográfico que Washington anuncia como “ayuda humanitaria”, se esconde el velado intento de urdir una revuelta interior en Venezuela obligando a que reaccionen las Fuerzas armadas bolivarianas dando pie a justificar una intervención militar estadounidense con apoyo colombiano. Es la misma táctica usada en Iraq en 2003; hambrear a la población para tratar de quebrar su moral y que se lancen contra su propio gobierno, demasiada obvia para que pase desapercibida. Aquí está sucediendo lo mismo, solo que cambian los personajes y el escenario. El “títere” de esta tragedia se llama Juan Guaidó, un político arribista que tratara capitalizar la situación mediante un discurso que además de oportunista, está plagado de contrariedades y falsedades. 
Con una legitimidad forzada, Guaidó trata de presentarse como actuando dentro de los parámetros de la constitución de su país pero, la simple lectura de los artículos 223 y 233 de la Carta magna no condicen con esas pretensiones.

Sin dudas, el único respaldo que tiene para ello, está en el aval de la Casa Blanca y sus extensiones en Bogotá, Colombia. Cuando Guaidó argumento sobre las causas de la miseria de Venezuela, no pudo articular palabra alguna cuando se le hizo referencia al boicot y al bloqueo financiero (desde 2011) que viene sufriendo su país y es que ello es imposible de justificar a la luz de millones de venezolanos que conocen de sus efectos. Durante años Washington ha venido trabando embargo sobre el comercio venezolano, saboteando desde Colombia su infraestructura fronteriza e incluso, utilizando a grupos irregulares robándose cargamentos de alimentos y medicamentos para que no lleguen jamás al resto del país. He allí el origen de la miseria de la población y no en otro lado.

Por lo pronto pareciera que Putin está decidido a que esta repetida maniobra sucia que busca usurpar el poder en Caracas, no prospere y para ello envió un mensaje alto y claro a los principales responsables en la capital estadounidense. Ante esto no tardaron los medios occidentales y sus editoriales en tratar esta postura como un signo de debilidad en momentos que la imagen de Putin se ve a la baja por una complicada situación económica y medidas sociales impopulares. Tal como acostumbran dichas plateas de los medios alineados a Washington y la UE, echan mano a reduccionismos engañosos y poco aplicables a la realidad de la situación socio-política de la Federación rusa como una forma de desviar el foco del asunto principal.  Igualmente, ello no afecta al ánimo ni a la opinión pública de la región que se halla expectante a una muy posible provocación de las fuerzas estadounidenses que rodean a Venezuela.

Por el contrario quienes pondrán atención a estas advertencias son los mismos personeros en Washington quienes saben “contar muy bien” y no desconocen la capacidad que actualmente tiene Rusia para responder a una provocación (tanto convencional como escalar) que comprometa sus intereses soberanos. Es por ello, que Putin puede darse la libertad de mostrar la realidad de los hechos y dejar en evidencia que lo que hoy están buscando los estadounidenses en el Caribe, es solo un montaje para satisfacer su propio interés y no para el bien de los venezolanos (o como dijo John Bolton “para devolverles la libertad”) y sino, pregúntenle a los iraquíes, libios, afganos y pakistaníes lo que significa “la democracia y la libertad de los estadounidenses”.

Sin dudas que todo este libreto ha sido puesto a rodar por la recalcitrante base neoconservadora que tras el ingreso de uno de sus más notables exponentes como Abrhams Eliot, ha venido siendo parte esencial de las bases políticas de la administración Trump y ello no puede más, que conducir a los EEUU a nuevas aventuras siniestras que hundirán aún más a la imagen exterior del país.

jueves, 21 de febrero de 2019



EN DEBATE



“LOS FRUTOS ENVENENADOS”

Los últimos comentarios de Trump han despejado todas las dudas en referencia del origen de ISIS y sus propósitos




Por Pepe Beru
Allá por 2013 cuando el fenómeno del extremismo Takfir y Wahabí llegado desde la Libia intervenida por la OTAN campeaba los territorios árabes de Siria, nadie por algún momento se percataba lo que muy pronto se produciría, aprovechando todo este contexto de caos y descontrol que estas bandas mercenarias causaban en la región. Solo basto que pasaran unos meses para que una marea negra de camionetas artilladas tripuladas por hombres enmascarados y muy bien pertrechados, ondeando banderas negras con la inscripción de la “Shahada” (juramento de lealtad y fidelidad a Dios), cruzaran raudos hacia Iraq, desatando una de las tragedias humanas más terribles de lo que iba del siglo.

Los que dijeron que el “Estado Islámico” solo era una agrupación armada más de la “revolución anti Assad”, se equivocaron lastimosamente y otros deliberadamente. No solo porque no eran parte de la llamada “oposición moderada” continuamente argumentada por Washington sino porque incluso, sus componentes no eran sirios, ni árabes y en una gran parte ni siquiera musulmanes.  

Estábamos ante un gigantesco y muy costoso montaje, con muertes, destrucción y bestialidades reales, pero un escenario preparado con antelación por los mismos que a bombos y platillos habían venido consagrándose como los “luchadores contra el terror”. Los mismos que habían causado el problema varios años antes, luego se presentaban como la solución. El engaño al más alto nivel se puso en marcha y para ello, los medios y en particular el conglomerado mediático anglosajón, (una vez más) fue de capital importancia para fomentar la atmosfera del “terror” y desconfianza con alcance global y todo ello claro, haciendo incapie en la culpa de los musulmanes.

Para ello se manipulo la situación política, social y psicológica de la población no solo de toda la región –en especial de los iraquíes- sino la de miles de lumpen, psicópatas y aventureros que pululaban por el globo. La aparición de una organización que planteaba a los iraquíes la posibilidad de cobrarse revancha ante tantos años de humillaciones y sojuzgamiento por parte de un gobierno “títere” al servicio de la ocupación y por otro la de darle sentido a las vidas de otros miles de idealistas y descontentos que no sabían qué hacer con sus vida de origen occidental en especial provenientes de Europa y los EEUU, dio el cupo suficiente para engrosar las filas de una verdadera trampa que estaba destinada a la aniquilación.

A la vista en la distancia no quedan dudas de que aquel “Califato” proclamado por un tipo disfrazado de “califa” quien en realidad era un agente, posiblemente israelí llamado según algunas fuentes Shimon Elliot,  fue un embuste con múltiples propósitos y uno de ellos era, destruir definitivamente la cohesión dentro del Islam y del eje de la resistencia islámica. Mediante proclamas falsas y tergiversadas alegorías del Corán, aquel impostor terciaba en infundir un particular odio hacia los cristianos haciendo recordar con un lenguaje enmascarado las enseñanzas de exegetas y textos judíos como el “Zohar”  y el “Talmud”.  Fue sin dudas, una táctica mejorada que potenciaba la brutalidad que ya ejecutaba Al Qaeda en la década de los noventas, una franquicia creada por la CIA y sus aliados sauditas en épocas de la guerra de Afganistán.  Tanto ésta como aquella organización necesitaban de componentes operativos, de “idiotas útiles” y “carne de cañón” que dieran operatividad a una estructura que en realidad no había sido creada por árabes ni musulmanes. ¿A quiénes beneficiaba esto? La respuesta está en las portadas de los diarios y de las fuentes independientes que reflejan lo que hoy pasa en la región y en particular con los palestinos.

A base de un estudio detallado de las instituciones del islam y en particular de la “Jihad”, los manipuladores de esta argucia insuflaron una falsa fe que solo tenía como base el fanatismo enfermizo y nihislta de psicópatas provenientes de occidente que era alimentado con potentes narcóticos que como el “Captagón”[1] (Fenetilina), se proveían en grandes bolsas como si se trata de caramelos. Dicha droga usada por las tropas estadounidenses en Iraq (conocida allí como “Abu Hind”), causa que pierdan la inhibición total y no tengan la menor duda de encarar una situación crítica. He allí como han reproducido con tanta continuidad e indiscriminada selectividad los ataques suicidas con camiones cargados con toneladas de explosivos.

Sobre esto, no hay que olvidar como y quiénes permitieron el ingreso del “Daesh” a Iraq. Hubo un pacto secreto entre varias agencias de inteligencia –con la CIA a la cabeza- y organizaciones armadas,  estas últimas tanto iraquíes, turcas, kurdas e israelíes siendo los únicos ausentes, los “persas”[2]. Como siempre, solo los cabecillas estaban al tanto de todo esto menos sus subordinados y la población. Entre aquellos que ignoraban la perpetración de estos planes eran sin dudas el gobierno de Nouri Al Maliki el cual para Washington había caducado en su utilidad y solo debía darle un empujón para sacarlo del Palacio de Bagdad.

Todo fue un gran embuste en el cual participaron activamente los británicos, no solo con su inexorable contribución militar sino también en la articulación de esto,  retroalimentando la propaganda mediática del “Daesh” desde adentro de sus filas mediante aquel falso rehén llamado John Cantile, tan autentico en su papel como lo era el mismo Abu Bakr Al Bagdadi. Incluso hace muy poco se descubrió que Cantile, lejos de haber sufrido algún rasguño por las brutales acciones en el llamado “Califato”, se lo pudo ver en muy buen estado.

Tras arrasar Mosul y destruir completamente las localidades del centro norte de Iraq, los sobrevivientes del “Daesh” tras ser capturados por las vengativas fuerzas del régimen de Bagdad fueron encarcelados para ser sometidos a exhaustas sesiones de torturas sin considerar la condición de los detenidos sean ellos hombres o mujeres. Muchos otros están siendo ejecutados extrajudicialmente por  las autoridades iraquíes, quienes aprovechan para advertir al resto ante posibles planes insurreccionales. Los prisioneros de origen occidental en especial los británicos, alemanes, franceses y holandeses no han sido eliminados por una obvia razón, su origen. Como no es algo fácil de resolver para los “títeres” de Bagdad, parecieran estar dispuestos a cumplir con la sugerencia de Trump y extraditarlos a sus respectivos países siempre y cuando ellos se comprometan a procesarlos.

Para desgracia de los personeros de Bagdad, a los políticos europeos poco les importa sus sugerencias. Incluso éstos parecieran estar más dispuestos a abandonar a su suerte a dichos ciudadanos, que tener que lidiar con ellos en sus países, arriesgándose a que pudieran ser factores de desestabilización interna y de propagación de su tóxica ideología que cabe remarcarlo, no tiene nada que ver con el Islam.

En este sentido las últimas alegorías de Trump adjudicándose el triunfo sobre ISIS y todo el discurso falaz referido a la lucha contra el terror, dejan nuevamente en evidencia su contradictoriedad y la de sus predecesores al llamar sus aliados europeos a que “retiren a sus mercenarios de ISIS” del suelo sirio, dejando en claro que dicha organización lejos está de tener algo que ver con la resistencia árabe-islámica.


[1] Es la unión entre la ANFETAMINA y la TEOFILINA
[2] Publicación del periódico turco Ozgur Gundem que reveló la cumbre secreta realizada el 27 de mayo de 2014 en Amman, Jordania donde se reunieron los principales implicados en lo que comenzaría un mes más tarde.

domingo, 17 de febrero de 2019



VETERANOS DE AYER




“CUESTIÓN ESTRATEGICA”

28 años después de la campaña Tormenta del Desierto sigue demostrando la importancia central de una buena planificación logística para el éxito de las operaciones militares



Por Charles H. Slim
Cuando la administra- ción de George H. Bush decidió que la situación entre Iraq y Kuwait pasaba por una cuestión estricta- mente militar, inmedia- tamente llamo a sus asesores para que le dieran un informe pormenorizado sobre cuáles eran las opciones para lanzar una operación rápida y devastadora que obligara a los iraquíes a volverse a sus posiciones de origen.

Solo nos referiremos a los aspectos militares del desarrollo de las operaciones Escudo y Tormenta del Desierto sin considerar en esta ocasión las razones y motivos de fondo que movieron a Washington para esta intervención. La intención es esclarecer términos y precisiones sobre lo que significó dicha campaña bélica y como pudo llevarse a cabo.

Ante todo, cuando Bush y Collin Powell viajaron a Riad para supervisar la inmediata llegada de la 82° Brigada Aerotransportada a la base de Dahran que se desplegó para proteger al reino de una posible arremetida iraquí, se preguntaron ¿y ahora qué? Hay que partir de la idea que en ese mismo instante Bush y sus generales ya preveían una acción militar pero el problema que representaba la empresa era, una cuestión estrictamente logística y se resumía en la siguiente cuestión ¿Cómo hacer para traer todo lo necesario a un escenario tan inhóspito y alejado de los principales puntos de abastecimiento?

El tema de la logística siempre ha sido relegado a aspectos secundarios de una campaña bélica pero ello ha sido una injusticia histórica. Se trata de una materia tan antigua como la guerra misma solo que no goza del glamour de la adrenalina de las acciones directas de un frente de batalla.  Su importancia es tan capital, que cada país y organización militar cuenta con un área específica que atiende esta materia. En este sentido la OTAN define a la Logística “la ordenación y empleo de los recursos económicos  de las naciones, para el apoyo de operaciones militares”. Su entidad y complejidad variara conforme a los desafíos que la empresa bélica deba desarrollar.

Sin lugar a dudas que los generales con Schwarzcopf a la cabeza se preguntaron ¿y cómo lo haremos? Y es que cuando tomaron un mapa de la región del Golfo Pérsico no pudieron obviar el gran dilema para cualquier operación bélica que fuese factible y sostenible en el tiempo. A pesar de que EEUU estaba comenzando a beneficiarse de su hegemonía como la única superpotencia en pie tras la caída del Muro de Berlín un año antes, una decisión semejante no podía ejecutarse sin prever como llevarla a cabo.

No solo era un problema la posición geográfica y política, era un dilema para el trazado de rutas de abastecimiento y cobertura de las líneas del frente que en esta ocasión abarcarían la tierra, el aire y el mar. En conclusión, las Fuerzas armadas estadounidenses por sí solas no podían con la empresa e incluso no les bastaría con el apoyo de sus aliados europeos ya que, además de geopolíticamente compleja era una aventura muy riesgosa.

En las maratónicas reuniones de trabajo en el Pentágono se discutía cómo hacer que los aviones, los tanques y las tropas una vez allí, estuvieran asistidas en forma ininterrumpida y no detener las operaciones por contratiempos como podía ser la falta de combustible, municiones, repuestos o los sofisticados sistemas de armas que necesariamente debían llegar embalados con meticulosos protocolos de seguridad.  La vía aérea para ello era insuficiente, costosa y muy riesgosa. La vía terrestre a través de Turquía era limitada y contaba con los mismos riesgos que la otra alternativa. Solo quedaba la marítima y fue así que consultaron al entonces General William Gus Pagonis, una autoridad en el campo logístico  quien luego reflejaría sus experiencias en la guerra del Golfo en el libro US Leadership in Wartime: Clashes,Controversy, and Compromise  del 2009 donde detalla la importancia que tuvo el diseño de una logística por vía marítima y los costes que insumiría para el éxito de la campaña.
Zona de operaciones del grupo canadiense

Estaba más que claro que sin resolver la cuestión logística, no se podía hablar de poner en marcha ninguna operación. Había que garantizar los medios y no solo que llegaran a tiempo sino también la seguridad de la ruta por donde llegarían. La situación que se le presentaba a Pagonis y sus ayudantes era según sus propias palabras “una pesadilla”. No solo por lo extenso del tramo que había que recorrer sino también por los potenciales peligros que existían en las aguas del Golfo. Era necesario anular la capacidad naval iraquí mediante la implementación de cerrojos a sus puertos y establecer zonas marítimas seguras para el tránsito de los convoyes de suministros que se dirigían al frente. Pero eso no era todo. 
Hacía poco que la guerra entre Iraq e Irán había culminado pero como recuerdo quedaban flotando una buena cantidad de minas magnéticas desperdigadas por sus aguas. A ello, la extensa costa iraní podía representar un complejo problema si Teherán entraba en la lucha a favor de Bagdad.

Fue así que nació la idea de formar una “Coalición internacional” de armadas para –bajo la pantalla del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas- establecer una ruta naval protegida por grupos de tareas de varios países que se encargaran de garantizar la circulación de los buques de transporte que entraban por el estrecho de Ormuz hasta los puertos sauditas y más tarde en las costas de Kuwait.

La medida no era caprichosa. Desde el punto de vista estratégico la protección de las líneas de abastecimiento eran tan o más importantes que ganar una batalla. Sabían que una vez abiertas las hostilidades la ruta de abastecimiento se convertiría en un blanco legítimo de las fuerzas iraquíes. EEUU no podía distraer a su flota en tareas secundarias de servicio como las que debían prestar los buques que operaban en la retaguardia los cuales al mismo tiempo les cuidaban las espaldas.  Pero además el despliegue de estos buques tuvo otro propósito muy poco comentado en los hechos de esta guerra y ese fue, en medio de un sofisticado despliegue de tecnología bélica, el de garantizar un flujo de inteligencia electrónica en tiempo real que cubriera todo el espacio acuático del Golfo. Fue por ello que a todos los buques participantes de la Coalición se les instalaron un software y antenas para coordinar la situación de cada buque en las operaciones dentro de sus respectivos sectores  y también para replicar las señales de interferencia de las comunicaciones que se lanzaban sobre Kuwait e Iraq.

Fue por ello que pese a la relativa independencia operacional de los grupos de tareas asignados dentro del teatro, siempre estuvieron en última instancia bajo la atenta vigilancia y coordinación central del USCENTCOM. En ese sentido, tras cumplirse la fecha límite del ultimátum para la retirada de las fuerzas iraquíes, cualquier grupo de tareas que a último momento hubiera pretendido abandonar las operaciones, le hubiera sido imposible hacerlo. Y es que había mucho en juego para tolerar comportamientos veleidosos o poco profesionales.

La titánica tarea de proveer los medios con los cuales las líneas del frente pudieran operar con la fluidez necesaria, quedo reflejada en las cifras que algunos investigadores han expuesto en publicaciones especializadas. La comida y el agua mineral para más de 670.000 hombres, 150.000 vehículos terrestres de todo tipo, 40.000 conteiners, 2000 helicópteros de toda clase y 2000 vehículos blindados llegaron por la ruta marítima durante un lapso de seis meses y todo ello, porque hubo una muy buena planificación que logro cumplir con el objetivo central de que en ningún momento las tropas de la coalición carecieran de los medios necesarios para el combate.