jueves, 28 de febrero de 2019


 

EN LA MIRA 



“INDIA Y PAKISTÁN”

Con tres guerras en su haber las dos naciones nacidas del dominio británico no parecen haber logrado limar sus asperezas por el tema de la Cachemira que apenas hace unos días ha pasado a ser el centro de atención de los analistas políticos y militares ¿Habrá una cuarta guerra?



Por Dany Smith
Mientras los medios informativos mantenían la atención centrada en los grandes conflictos geoestratégicos y políticos que conmueven al globo, han dejado pasar uno que además de antiguo (por la peligrosidad del mismo), tiene la potencialidad de obrar como un detonador de una crisis mucho mayor que a su vez, se interconecta con la pulseada global a la que nos referimos.

Los últimos acontecimientos que se habían venido registrando en la región de Cachemira ubicada entre China, La India y Pakistán, ha ido preocupando a dichos gobiernos e inflamando los ánimos de sus pobladores, especialmente por las arbitrariedades cometidas por las fuerzas armadas indias que tras varias operaciones de represión habían causado varios heridos y muertos entre los pobladores musulmanes.

Desde hace años que la región se halla en un estado virtual de guerra por la disputa territorial que existe entre Pakistán y la India. En los hechos tenemos a Cachemira como una región poblada mayormente por musulmanes que en una parte del territorio es administrada por la India, en otro por la república Popular China y otra región por Pakistán. Dicha presencia ha sido rechazada desde siempre por los musulmanes y ello a su vez ha dado lugar a constantes focos de tensión entre Nueva Deli que pretende controlar toda la región y Pakistán un país musulmán que ante las arbitrariedades de su vecino, ha ido en auxilio de sus hermanos oprimidos por una administración extraña.

La historia de este conflicto es larga y cruenta. Fue sin lugar a dudas la presencia británica hasta finales de la segunda guerra mundial lo que ayudo a crear estas fracturas étnico-religiosas que le facilitaban el dominio del subcontinente indio. Tanto en la India como en Pakistán, los académicos conocen muy bien las consecuencias de las políticas maquiabelicas del imperio británico y sus directas implicancias en la actual situación en Cachemira. Tres guerras hay en el haber de esta historia y no es nada fácil entender tratar de articular posiciones políticas que den una solución duradera. Los factores que distorsionan estas posibilidades no solo pasan por cuestiones culturales, religiosas y de nacionalismos exacerbados; hay en medio, la siempre omnipresente actuación de intereses externos que ven en el noroeste del subcontinente indio, un emplazamiento estratégico para controlar ciertos aspectos de la geopolítica regional.

El punto crucial de la disputa pasa por la llamada “línea de control” que separa a las partes. Según algunas estadísticas más de 150 millones de musulmanes se hallan bajo la jurisdicción de la India y Cachemira sería una provincia más de mayoría musulmana, algo que Islamabad no tolera ni acepta. Ello ha llevado que los servicios de inteligencia pakistaníes –aliados centrales de la CIA- infiltren armas, explosivos y guerrilleros al territorio de Cachemira causando episodios de violencia contra las autoridades indias lo que retroalimenta las inquinas entre ambas partes.  

Es en este sentido que si bien las administraciones en Nueva Deli se ven obligadas a mantener buenas relaciones con Washington y con varios de sus aliados –entre ellos Israel- sabe muy bien que sus agencias de inteligencia y militares trabajan estrechamente con Pakistán por lo cual, los auspicios venidos de EEUU por tratar de hallar soluciones al diferendo han sido tomados con bastante escepticismo. Las implicancias siniestras entre el ISI pakistaní y la CIA son tan variadas como graves. Ambas agencias se han encargado de llevar adelante una campaña de asesinatos “selectivos” y desapariciones en la provincia de Beluchistán (con 8 millones de habitantes en su mayoría pobres) donde según la CIA, operan organizaciones como “Al Qaeda”. Cuando académicos paquistaníes como la Dra. en neurociencia Afia Siddiqui comenzaron a denunciar estas atrocidades, fueron desaparecidos o misteriosamente asesinados. La Dra. Saddiqui desapareció de su casa de Karachi para más tarde ser descubierta por casualidad en una de las cárceles especiales de la CIA en Bagram, a las afueras de Kabul y tras salir a la luz pública su ubicación, fue trasladada inmediatamente a EEUU donde se halla recluida.
antes y después de la dra. Sudduqui 

A todo ello, tras el sorprendente y curioso ataque –tres meses después de los ataques en EEUU- del 13 de diciembre de 2001 al parlamento indio, la situación entre ambas partes se tensó aún más. Un dato a tener en cuenta sobre todo esto es que jamás se identificó la procedencia de los atacantes más allá de las alegorías de su pertenencia al “terrorismo islamista” apoyado por Pakistán (y las supuestas advertencias de EEUU), situación que se reiteraría en 2008 con aquel ataque en Bombay donde se descubrieron varias pistas que orientaban a una conexión con la CIA.

Las tensiones ya venían advirtiéndose una semana antes de que se produjeran los roces militares entre ambas naciones. A nadie en Islamabad y Nueva Deli le quedaban dudas de que era cuestión de horas para que alguien reaccionara por una mala movida.

Y fue así. Tras un ataque aéreo indio llevado a cabo el martes sobre un presunto campamento de una organización armada islámica llamada “Jaysh Al Mahoma” (Ejército de Mahoma), desató la furia de los habitantes de la región que inmediatamente,  fue respaldada por el gobierno de Islamabad mediante el envío de una incursión de sus cazas, que tras un combate aéreo culminó con el derribo de dos aparatos indios. Como se ha venido viendo, la situación parece ir en una escalada paulatina lo que puede llevar a una crisis regional por una cuestión puntual: Ambas partes son potencias nucleares.

Tanto la India como Pakistán son países con importantes fuerzas armadas y con estratégicos aliados alrededor del globo e incluso en algunos casos compartiendo los mismos intereses de potencias en pugna como es el caso de EEUU y China.  Aunque si es cierto que la India mantiene una muy buena relación con EEUU no tanto con China,  al mismo tiempo ha venido consolidando una creciente influencia de Rusia con la cual mantiene acuerdos bilaterales de carácter político, económico y de defensa.

Es precisamente en el área de la defensa donde la india ha dado varios pasos importantes en la determinación de establecer un programa propio con la asistencia cercana de materiales militares de la Federación rusa. En este sentido las últimas noticias que llegan de Nueva Deli informan que el gobierno acordó durante la última visita de Vladimir Putin, comprar a Moscú los sistemas de defensa aérea “S-400”, algo que desató una inmediata y sorda reacción de disgusto en Washington.  Pese a ello, el gobierno de Narendra Modi hizo oídos sordos a las quejas estadounidenses demostrando que hay una nueva era en las relaciones entre la India y los EEUU.

No hacía mucho que Nueva Deli había firmado tratados bilaterales de carácter estratégico con Washington en particular en lo referente a las comunicaciones militares y de inteligencia regionales que se denomina COMCASA con claros objetivos de contener a la república Popular China.

Otro de los interesados en colaborar con la India es Israel, que ve desde hace tiempo y con mucha preocupación el desarrollo nuclear de Pakistán, objetivo preponderante después de Irán. Es en este sentido que Tel Aviv siempre ha tratado de mantener el estado de discordia entre ambos países con lo cual, no es de dudarlo, sus injerencias dentro de los asuntos que hacen a la proliferación de células terroristas y sus conexiones con el tráfico para abastecer de armas, financiamiento e información táctica, son innegables.

En el caso de Pakistán, su situación geopolítica lo ha tenido como un actor tan importante como influyente para los intereses tanto de Washington como de China y Rusia, estos últimos viendo con recelo la presencia de la OTAN en Afganistán como un agente amenazante a la estabilidad regional. Washington ha venido teniendo a Islamabad como un aliado en un tema particular como es la “lucha contra el terrorismo” y como un punto estratégico para operar sobre Afganistán y contra Irán sumando innegablemente, a los israelíes. Sin lugar a dudas que un conflicto con la India daría muchos réditos a los intereses de estos actores secundarios quienes como ya lo han hecho en otras regiones, harán valer el dicho que reza “a río revuelto ganancia de pescadores”.

miércoles, 27 de febrero de 2019


VETERANOS DE AYER




“UN FINAL SIN FIN”

A 28 años del final de la guerra del Golfo Pérsico se puede asegurar que además de ser la más calamitosa de finales del siglo XX fue el puntapié ideológico de las actuales crisis políticas y humanitarias en el Medio Oriente



Por Charles H. Slim

Los misiles y las bombas no paraban de caer sobre Bagdad y la población refugiada en  los sótanos de sus casas y los bunkers públicos de la capital, aguardaba atemorizada que pasaran las ensordecedoras sirenas y los intermitentes golpeteos de los cañones automáticos que defendían la ciudad de los atacantes. Con cada impacto el suelo y las paredes de aquellos lugares se sacudían con una violencia que anteriormente los bagdadíes no habían visto. Pese a que muchos de ellos habían vivido hasta apenas unos años antes la guerra con su vecino Irán, la violencia de los bombardeos de la coalición no era de la envergadura de lo que estaban ahora experimentando. “El suelo temblaba como un terremoto” recuerda Badra, una mujer del barrio “Al Sadr” que en aquel entonces solo tenía trece años de edad.

Ciertamente los pobladores no se equivocaron y aunque no había los veloces medios de comunicación como el internet, ellos pudieron constatar en carne propia, la barbarie de las acciones de la Coalición. En aquellos momentos el aparato de censura militar estadounidense que operaba en el Golfo Pérsico y la censura civil operada sobre los medios informativos a través de la CIA y la NSA ordenada desde la administración Bush, mostro solamente lo que a Washington convenía mostrar es decir, nada.

Ante las evidencias pese a los intentos de pisarlos y esconderlos bajo la alfombra, las terribles consecuencias de las acciones de la Coalición  se hicieron de conocimiento público aunque Washington, a través de su por entonces vocero mediático estrella (CNN),  se encargaría de minimizar alegando que dichas denuncias eran “invenciones” o “parte de la propaganda de Saddam”. Pero la realidad no podía taparse con el dedo, como así parecía verse con las posturas de la Casa Blanca y de sus obsecuentes aliados quienes de constante, salían a la palestra esgrimiendo la autorización del Consejo de Seguridad y un mandato de Naciones Unidas que jamás existió.  La lógica y el sentido común valen tanto para occidentales como para los árabes por lo cual, una vida humana es una vida y como tal, preciada, sea de etnia blanca o cobriza (árabe).
Fueron sin dudas estos relativismos los que nutrieron a los partidarios de la guerra y la intervención agresiva ya que por pedio de estas torcidas valoraciones, trataron de justificar o más bien degradar ante la opinión pública la vida de un ser humano por el solo hecho de no ser occidental.

Si toneladas de bombas y misiles con cabeza con Uranio empobrecido arrojadas sobre una ciudad –según los representantes de la administración norteamericana- no causaban efectos devastadores ¿Para qué eran arrojadas? Ello demostró el total desprecio no solo por los iraquíes en particular y los árabes en general sino también, por la condición humana toda. Tan obscena fue aquella demostración que ONGs que poco de neutral tiene en el origen de su existencia y contribuciones, se vieron obligadas a denunciar la violación de todas las convenciones y tratados internacionales.  Pese a las excusas de haber llevado una guerra “quirúrgica” facilitada por la moderna tecnología disponible en aquel conflicto, los resultados reales de todo ello evidenciaron una completa desidia por la vida de los civiles iraquíes.

El efecto de solo un misil crucero “TomaHawk” que caía en un vecindario de Bagdad, representaba la violentísima demolición de una parte importante de sus edificaciones y la contaminación radiactiva del suelo y las fuentes de agua cercanas. Entonces, si con un solo misil se causaba semejante devastación calcule ¿Cuánto daño se provocó con 6000 bombas al día? 
Según documentos de la época, la Coalición aliada lanzaba tanto desde las bases sauditas como desde los portaaviones en el golfo unas 2500 misiones diarias de bombardeo lo que deja en claro el grado de saturación y devastación causado con la campaña meramente aérea.  En resumen, una catástrofe humanitaria sectorizada que con el paso de las semanas se iría incrementando con mayores bombardeos que además tenían como blanco además de emplazamientos civiles, las infraestructuras de servicios públicos como ser el agua potable, la energía eléctrica y las comunicaciones telefónicas.
La ruta de muerte. Masacre injustificada

Con claridad se puede advertir que en aquella campaña militar, no hubo nada de moral y peor aún, no hubo un mínimo respeto a los principios y estándares legales del derecho internacional humanitario. Si como bien prescribe el protocolo de la Cruz Roja sobre el respeto a los civiles quedo claro que en Washington (y menos aún en el Pentágono) nadie lo leyó. El bombardeo al refugio en el barrio de “Al Amiriya” donde se hallaban cientos de civiles en su mayoría mujeres y niños, además de no haber sido un error (Colateral Damage), fue el prolegómeno de una terrorífica realidad que los iraquíes vivirían  unos años después.

El caso de la masacre de “Al Amiriya”, solo fue uno de los miles de casos anónimos que resultaron de aquella intervención bajo la máscara de Naciones Unidas y la muestra del cinismo de los funcionarios norteamericanos de aquel entonces que como el entonces portavoz de la Casa Blanca Martin Fitzwater, para tratar de excusarse sobre aquel terrorífico hecho dijo “Saddam Hussein no comparte nuestra santidad por la vida humana”. Hospitales, estaciones de bomberos, puentes y las instalaciones de servicios públicos fueron los blancos a continuación de los objetivos militares. Los mismos aviones estadounidenses registraron con aberrante impunidad y con sonrisas burlonas, como misiles guiados por láser impactaban sobre uno de los puentes de Bagdad en momentos que desprevenidos peatones lo cruzaban.  La bestialidad de los hechos y de la comprobada irresponsabilidad de la actuación de los militares de la Coalición internacional se extendía tanto a los gobiernos participes como al entonces secretario de la ONU Javier Pérez de Cuéllar  quien nunca hizo frente a los reclamos para que se realizaran investigaciones por las consecuencias de lo causado.

En el mismo sentido, la elite política estadounidense que valiéndose de un bipartidismo claramente engañoso y nada polarizado, apoyo de izquierda a derecha la intervención bélica a base de engaños planificados varias décadas antes.

En lo estrictamente militar, el infame bombardeo a espaldas de tropas iraquíes cuando se retiraban en la noche del 27 de febrero de 1991 por la ruta Kuwait-Basora dejo muy en claro el sesgo claramente antisemita y racista de los autores de esta masacre que ha quedado documentada en testimoniales fotos que aún dan la vuelta al globo.

Para ese entonces, las cifras de bajas causadas por los bombardeos de la Coalición internacional entre la población civil causaba pavor entre los asesores de imagen de la administración Bush y fue por ello que 
Washington imprimió una fuerte presión para evitar que dicha información cruzara el océano y se difundiera con la crudeza que los números acusaban.  La estrategia de ocultamiento fue complementada con la artimaña de poner el foco de los eventos en cabeza del gobierno iraquí y en particular en la figura de su líder Saddam Hussein quien no hay que olvidar, había sido aliado de las políticas exteriores de Washington hasta unos meses antes de todo esto.

En todo momento se mantuvo al ciudadano de a pie, a las víctimas anónimas de todo esto, marginados de dar su testimonio con la intensión de que sus historias nunca fueran contadas y si iban a serlo, lo fueran por periodistas al servicio de los medios del mismo país que los agredió con historias acomodadas y matizadas a las intenciones políticas de los mismos que habían causado todo este desastre.

Según un informe de “Greenpeace” más de 210.000 civiles iraquíes murieron por efecto de los bombardeos indiscriminados causando además, el deterioro ambiental por el venenoso efecto de la radiación de las ojivas utilizadas por las bombas de la Coalición. Fue por el uso de estos elementos químicos y radiactivos que desde ese entonces y hasta la actualidad en varias zonas de Iraq y particular en la ciudad de Faluya, se han registrado miles de casos de malformaciones en niños recién nacidos, cánceres de todo tipo y la infertilidad de hombres y mujeres producto tanto de los bombardeos de la primera guerra del golfo como de las acciones que seguirían durante los trece años de embargo y por supuesto, tras la invasión de 2003.

lunes, 25 de febrero de 2019


EN DEBATE




EL GEOESTRATEGICO CONTROL DE LA INFORMACIÓN”

El fracaso del intento de golpe de estado del 23 de febrero predice el agravamiento de la situación en la región o resquebrajamiento de las pretensiones de Guaidó y su gente


Por Charles H. Slim
El conocimiento es poder, dicen algunos y sin dudas que no se equivocan. Es por ello que los gobiernos con ansias de ganar el control amplias zonas del globo invierten amplios recursos de sus economías para fortalecer una relativa nueva arma de sus fuerzas armada como es la “Ciberguerra”. Y no es una casualidad que ello sea así ya que el internet se ha convertido en la ruta por la cual trafican con pasmosa velocidad, las noticias más inconvenientes para los intereses de los gobiernos que clandestinamente se ven implicados en operaciones y asuntos que, puestos a la luz del día, pueden llegar a mancillar su imagen ante la opinión  pública. En fin, es una cuestión estrictamente política que viola todas las libertades y principios que a lo largo de dos siglos se habían venido reconociendo a costa de mucho sufrimiento.

Desde ridiculizar a una publicación o a su autor pasando por cerrar un periódico con medidas legales o el uso de la fuerza hasta llegar a eliminar físicamente a periodistas por su labor, ha venido siendo la práctica para silenciar esas verdades que son tan molestas para los moralistas de la política que viven del sermón y las lecciones para los demás. Desde hace un tiempo hasta esta parte, asesinar o desaparecer a un molesto periodista se ha vuelto muy riesgoso y prueba de ello es el caso Khashoggi. Es por ello que han puesto más énfasis en tratar de persuadir con discursos que otra cosa. 
Pero sus monsergas no podrían prosperar sin el aparato que amplifique sus narrativas y ese mismo no es otro que la mega estructura corporativa de medios que se encarga de difundir por todos los canales abiertos, día y noche la versión que se ajusta al lineamiento buscado por el poder.

Falsear hechos y acontecimientos no es  nada nuevo. Incluso la historia de la humanidad está escrita sobre la base de una montaña de falsedades y exageraciones que solo buscan ensalzar las acciones de los vencedores con la  intensión de perpetuar un ideario dentro del colectivo de una comunidad determinada y aplastar al oponente para que jamás se reponga. Se hace sobreabundante mencionarlos ya que hoy ya no quedan dudas de quienes son los principales estafadores sobre esto.

La historia contemporánea también nos dan muestra de grandes embustes mediáticos que iban a la par de operaciones político-militares como forma de cubrir o enmascarar las verdaderas situaciones que se estaban desarrollando en el terreno. Irreverencias tales como justificar masacres de civiles captadas involuntariamente en vivo por los camarógrafos de cadenas de TV, intentando justificarlas con falsas alegorías o justificaciones, han quedado plasmadas en la psique colectiva de toda una generación en el comienzo del nuevo milenio. Ejemplo de ello se vio en la llamada “liberación de Mosul” en 2017.

En momentos que las fuerzas regulares del régimen colaboracionista de Bagdad avanzaban en torno a la urbe de Mosul, los grupos de operaciones especiales estadounidenses con cobertura aérea, se abrían paso a fuego limpio sin consideraciones de ninguna especie. Nada nuevo para los iraquíes que soportaron el mismo escarnio durante trece años de sanciones y luego otros ocho años de brutal ocupación por parte de estos mismos liberadores. Igualmente, el relato norteamericano de mostrarse como “libertadores” –pese a las cruentas pruebas de lo contrario- debía sostenerse hasta el final, aún si las imágenes mostraban todo lo contrario. Un ejemplo de ello se vio en un reporte en vivo de una enviada de la CNN a cubrir las operaciones junto a un grupo de tareas iraquí cuando en un momento determinado, los soldados llamaban por los altavoces que los ocupantes de una casa salieran con las manos en alto y se rindieran.

De repente comenzó una balacera desde varias direcciones y el pánico invadió a la reportera obligándola a refugiarse detrás de un vehículo blindado mientras el camarógrafo seguía cubriendo lo que sucedía alrededor. Fue en ese momento que tras cesar el fuego, un hombre de avanzada edad con un pañuelo blanco en la mano y sin armas a la vista, sale de una casa mientras un soldado iraquí sin justificación lo acribilla sin darse cuenta que había sido captado en vivo por la cámara de la CNN ¿Acaso alguien se acuerda o, ha reclamado por el asesinato de aquel pobre desgraciado? Y ese solo fue un caso más de todos los miles que se sucedieron en aquellas circunstancias.

Por estas horas el embuste y la manipulación informativa se haya en pleno desarrollo en torno a Venezuela. Durante una semana se había venido llevando a cabo un bombardeo informativo sobre las supuestas intenciones populares por sacar al gobierno de Nicolás Maduro, los medios regionales alineados con la Casa Blanca usando un lenguaje cuidadosamente artificioso a base de términos clave como ser “régimen”, “dictador”, “represión” entre otros, promovieron todo tipo de trascendidos y eventos con una sola intensión y ella era, derrocar al legitimo gobierno de Caracas.  Pero como en el pasado estos sectores cometieron errores que –afortunadamente en este caso-  fueron inmediatamente capitalizados por el gobierno de Caracas y tras darse a conocimiento masivo de tales, dejaron en el ridículo al mismo Juan Guaidó y su gente desatando un estado de incertidumbre que diezmó las tan promocionadas coberturas de una “ayuda humanitaria” organizada por la USAID, un mascara más de la CIA.

Cuando se hizo correr el rumor de que por la frontera brasilera se había logrado pasar con el convoy de ayuda, muchas versiones comenzaron a surgir desmintiéndolo. Incluso, se llegó a decir que había habido enfrentamientos armados entre la GNB y los activistas que conducían el convoy. También se dijo que habían “fisuras en los cuadros militares chavistas”, sugiriendo que se estaban produciendo deserciones en masa en los puestos fronterizos con Colombia. Una vieja táctica de la guerra psicológica que al final no funcionó. En realidad hubo un solo episodio con los tres oficiales que tras robarse unos carros blindados cruzaron al lado colombiano atropellando a varios periodistas y guardias policiales.

Como no se estaba produciendo el efecto buscado por Washington –y sin dudas a instancias de sus operadores-, los conspiradores que observaban todo por televisión desde un bunker en territorio colombiano, orquestaron la última intentona por crear la provocación que diera pie a una declaración oficial de la Casa Blanca o del asesor de seguridad nacional John Bolton, claramente junto al senador Marco Rubio, instigadores centrales de lo ocurrido. Fue allí donde los medios regionales y particular los argentinos mostraban imágenes de camiones ardiendo argumentando aparatosamente que habían sido incendiados por “los chavistas” o por las fuerzas “del régimen de Maduro”. Para su desgracia, unas horas más tarde, salen a la luz nuevas tomas de esas imágenes revelando que quienes habían incendiado esa caravana con cargamento supuestamente inofensivo  eran los “guarimberos”, pandilleros venezolanos quienes seguramente fueron alquilados por la CIA y la inteligencia colombiana. En esas fotos se comprueba que los camiones nunca pasaron al territorio venezolano y fueron incinerados en el mismo puente antes de llegar incluso a la valla de seguridad venezolana.  Ante las evidencias devino el bochorno y con él, la caída de la moral de los golpistas que –como se pudo ver con el presidente chileno Piñera-  ya no podían esconder su desilusión ante el fracaso. De este modo y ante la clara victoria de la posición de Caracas Costa Rica expulsó inmediatamente a la embajadora del pretendido gobierno paralelo de Guaidó y al mismo tiempo se hacía efectiva la expulsión de los diplomáticos colombianos de los departamentos fronterizos. El gobierno colombiano sin acusar el bochorno, alego que la salida de sus diplomáticos ha sido por una cuestión de mantener la integridad de sus funcionarios.

Otra señal de que todo este montaje había fracasado es el despliegue del ejército brasilero en la frontera de la región de Pacaraima, para distender la situación y despejar a los grupos de agitadores que desde su territorio habían estado atacando a las fuerzas del GNB de Venezuela.  Por supuesto que estos hechos no fueron publicados por los medios argentinos los cuales –en sintonía con el gobierno nacional- siguen una clara línea editorial obsecuente con las intenciones políticas de Washington y del grupo de Lima.

Sin dudas que alguien en el Departamento de Estado ha menospreciado al gobierno de Maduro y a sus recursos para contra restar la embestida mediática. Esto ya causado unas cuantas corridas y llamados telefónicos entre Washington y Bogotá.

El día 23 de febrero sería para este sector para estadounidense el “fin del régimen” –vaticinaban- , el comienzo de una nueva era con un gobierno títere y genuflexo a Washington,  pero ello no ocurrió y al parecer el operativo “intervención humanitaria” diseñado por el Departamento de Estado norteamericano fracaso rotundamente y es posible que de ahora en más veamos el despliegue de nuevas artimañas sucias como podrían ser, el comienzo de escaramuzas armadas con grupos proxis, compuestos por elementos latinos y asesores impostando ser tales,  tal como se hizo en el Medio Oriente.