NACIONAL
“ENTRE TANTO”
Una desusada visita del embajador británico a la Casa Rosada ha llamado la atención y se sospecha que Londres pretende acelerar una solución rápida para la cuestión Malvinas, obviamente a su entero favor.
Por
Charles H. Slim
Justamente en
momentos que los medios se veían saturados con el relanzamiento de Cristina
Fernández en la cancha Arsenal y los inmediatos operativos de la justicia sobre
puntos estratégicos de la caja de financiación del campo “Popular” , bajo la
más absoluta discreción y sin levantar el polvo el embajador británico Mark
Kent se reunía con el encargado de los Asuntos Estratégicos de la Casa Rosada
en momentos previos al tratamiento por el Comité de descolonización de Naciones
Unidas de la situación de las islas Malvinas, Sandwiches y Georgias del sur.
La
visita de Kent no fue casual ni menos aún desinteresada. Aprovechando el
revuelo pre electoral que existe en el país y las continuas controversias entre
el gobierno y una multi fracturada oposición peronista, el Foreing Office ha
dado el primer paso para tratar de engatusar a un gobierno políticamente
agradable aunque nada confiable. Londres está muy interesado en tratar de
cerrar la cuestión Malvinas aprovechando la coyuntura político-económica del
gobierno argentino, la más propicia que pudo haber habido desde que Menem
estuvo en el poder allá por la década de los noventas.
Según
algunas fuentes, los argumentos esgrimidos por Kent estaban dirigidos a
minimizar los hechos del pasado y tratar de hacerle creer a Buenos Aires de que
quienes tienen la última palabra en el asunto de la soberanía, son los Kelpers,
un argumento tan falas como políticamente irreal.
Actualmente,
el gobierno Kelper ha estado quejándose de que Buenos Aires no ha cumplido con
las promesas de levantar las restricciones de vuelos desde el continente que
especialmente, fastidian sus negocios. El
ánimo hostil de los isleños fue demostrado a las últimas delegaciones de
argentinos que fueron a visitar el cementerio de caídos que para colmo, se vio
enturbiado con el accionar político deleznable de personajes que han puesto en
duda la identidad de los soldados allí yacentes.
A
todo esto, los isleños siguen trabajando en su lobbie en Londres buscando
presionar al gobierno para que obligue a la Argentina a cumplir con los compromisos
llegados en la Declaración Conjunta firmada en 2016. Según había trascendido, el representante
Kelper Mike Summers plantearía esto ante Naciones Unidas.
Londres
mantiene una base naval y aérea de vital importancia no solo para Gran Bretaña
sino también para la OTAN, por lo cual de verse en la necesidad de reforzar
dicha posición, contara con el abierto apoyo de esa organización. Igualmente,
ellos especulan con la necesidad política de obtener de los Kelpers una
autodeterminación política que les permita cambiar el estatus de las islas y
volverlas algo así como, socios extra-OTAN.
Desde
hace décadas que la población implantada de las islas, está gestionando sus
propios recursos para lograr la autonomía política y que se basará –sin
lugar a dudas- en la conformación de una pequeña armada, bien pertrechada y
por supuesto alineada a la Real Armada británica. Las prospecciones petroleras
en San Carlos y el cobro del canon de pesca en aguas argentinas representan
algunos de los fondos con los cuales se sustentaría una fuerza que con el
rótulo “defensiva”, que estaría constituida por mercenarios profesionales muy
posiblemente de alguna empresa de seguridad privada (Contratista)
norteamericana.
Entre
tanto, Londres seguirá siendo la cara visible de las negociaciones y solo
buscara ganar tiempo para que los Kelpers logren organizar coherentemente algún
plan concreto.
Las
gestiones de Kent se ven además, inmersas en una crisis política dentro de su
propio país, el cual se está viendo sacudido por una variedad de problemas que
han jaqueado al débil gobierno de Theresa May quien se halla en el centro de la
tormenta por el Brexit, los extraños ataques terroristas adjudicados al “ISIS”,
los ataques xenófonos e islamofobos que ha generado entre otras víctimas a las
siete calcinadas en la “Torre Grenfell”, agitando aún más el ya convulsionado
estado social de Gran Bretaña.
Queda
claro que Londres ya no tiene el margen de maniobra como lo supo tener en todo
el siglo XX y su temor más evidente radica en el control de la información el
cual, ya no tiene. Convencer a su
población de que Gran Bretaña es un reino de benevolencias y que las maldades
son foráneas ya no convencen ni a los pequeños los kínder Garden. El trabajo de los medios alternativos y de las
redes sociales en abrir los ojos a los simples ciudadanos ha causado un
terremoto en los círculos del poder británico que no para sacudir a sus
estamentos.
En
este marco es que Londres pretende arreglar –para su provecho- la
cuestión en Malvinas dado que la misma encierra un problema mucho más
importante que la inexistente amenaza militar argentina o de organizaciones
irregulares que puedan reivindicar dicha soberanía. No. Hay en el espectro
geoestratégico y político una seria preocupación por los vientos de guerra que
se están levantando por las caprichosas políticas de Donald Trump y que van en
curso de colisión con Rusia y China.
Hay
en estos momentos una escalada diplomática que en cualquier momento puede pasar
al ámbito militar, especialmente, con un posible chispazo en Siria, donde EEUU y
sus aliados (en especial Israel) están haciendo todo lo posible por provocar un
enfrentamiento que culmine con una intervención directa, y en caso de que ello
pase, habrá una extensión del conflicto a todo el globo.
Y es
en ese marco, que Gran Bretaña como miembro de la OTAN, tiene la
responsabilidad de mantener el control del cuadrante de las aguas del Atlántico
sur y la Antártida.
Desde
el final de la guerra en 1982, las Islas Malvinas pasaron a ser parte de los
puntos estratégicos más importantes de la OTAN en el hemisferio sur.
Precisamente y en ese plan, Argentina no debe rearmar (en el sentido
verdaderamente operativo) sus Fuerzas Armadas o de hacerlo, volverse
dependientes de EEUU o países como Francia y Alemania como forma de garantizar
el control de su fuerza.
Por
lo que se ha venido viendo, el gobierno argentino sigue estos lineamientos al
pie de la letra y aunque se ha visto que las FFAA han recibido el material que
necesitaban para restablecer su operatividad, el mismo es relativamente viejo y
pertenece precisamente a estos países (aliados de Londres) sin que se haya
podido concretar, el acceso a material y tecnología que realmente pueda marcar
una diferencia cualitativa al momento de ejercer una real defensa de la
soberanía tanto en lo político como en lo militar.
A
esto, hay que señalar los preparativos que habría en curso para desmontar el
radar aéreo de Comodoro Rivadavia, que ejerce un control y vigilancia del
espacio aéreo austral, para ser trasladado a nada menos que a la provincia de
Córdoba sin que se hayan conocido razones técnicas y estratégicas para
semejante medida. Lo que no quedan dudas
es que con esto, los cielos del sur y del atlántico sur estarán a merced y
total control de la base aérea de Port Stanley desde donde se manejaran los
itinerarios y vuelos de todo el sur sin consultar a Buenos Aires.