sábado, 15 de septiembre de 2018

EN DEBATE



LA HORA DE LA VERDAD”

Cómo impactara la verdad que se había venido ocultando sobre los atentados en Buenos Aires y sus estrechas  vinculaciones con la muerte del fiscal a cargo de las investigaciones


Por Javier B. Dal
A la par de la crisis que sacude a la Argentina, se está viendo con mucho beneplácito para quienes buscamos el camino de la claridad y la transparencia, cómo empiezan a caerse algunas máscaras que cubrieron durante décadas los crímenes y engaños más siniestros ejecutados dentro de la democracia moderna del país. En este caso nos referimos a los dos atentados que sacudieron Buenos Aires en 1992 y 1994, episodios inéditos en lo que hace a la historia de la violencia política nacional y del terrorismo internacional.

La inmediata reacción tanto del gobierno como de los medios informativos fue, endilgarle las culpas al “terrorismo islámico” o como se lo denominaba también “integrismo islámico”.

Aquello generó la inmediata pregunta ¿Por qué el terrorismo “islámico” golpeo con semejante saña Buenos Aires? Aunque las hipótesis para esta son muchas y en apariencia razonables, el problema para identificar los propósitos de ello no están en las respuestas sino en la misma pregunta; es decir, es necesario reformular la pregunta diciendo ¿Por qué se golpeó con semejante saña Buenos Aires? Como se podrá ver, sacamos el deliberado rótulo “terrorismo islámico” que fue usado para direccionar unívoca y maliciosamente las culpas de esos hechos a un actor usado como “cabeza de turco”.

Antes contextualicemos la época. En ese entonces los medios de información seguían en cabeza de pocas manos que a su vez respondían a los diarios más influyentes y de mayor difusión del país. Instalar una versión acorde a los intereses de influyentes sectores era muy fácil y el periodismo independiente era ciencia ficción. A ello, no hay que dejar de lado el temor que causaba discurrir sobre estos temas en los que se mezclaban conflictos políticos y religiosos, condicionando en forma clara a la mayoría de la opinión pública. Disentir de la versión oficial, era un boleto al escarnio aún para voces autorizadas.

Pero el paso del tiempo fue cambiando esto y desde el 11 de septiembre del 2001 gracias a las perseverantes investigaciones de cientos o tal vez miles de investigadores anónimos y de valientes exponentes, se dejo en evidencia como los gobiernos, con amplios recursos del estado pueden fabricar eventos nefastos a costa de la vida de sus propios conciudadanos para usarlos como excusas en sus agendas geopolíticas. Desde allí el mundo conoció el término “falsa bandera” y las “Black Ops.” que no son más que engaños al más alto nivel urdidos por las agencias de inteligencia como la CIA que con la cooperación del conglomerado de medios, imponen una realidad sobre la base de un hecho prefabricado. Ello se vio en aquel 11/S, en los supuestos autores de origen árabe, “Al Qaeda” y la conveniente eliminación de Osama Bin Ladem en Pakistán en 2011, las armas de destrucción masiva de Iraq y los engaños que  estamos viendo en Siria con la feroz propaganda mediática contra el gobierno de Bashar Al Assad y los ataques químicos elaborados por grupos apoyados por dicha agencia y sus aliados británicos del MI-6, entre otros.

En lo ocurrido contra la embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994 se advirtió desde el comienzo mucho de esa torcida lógica en la cual se entrecruzaron intereses mafiosos, económicos y políticos del liderazgo de la comunidad local. En el primer caso, cuando los investigadores argentinos comenzaron a pesquisar el sector se toparon con varias incoherencias y algunas curiosidades que no tenían explicación, pero que fueron forzosamente tomadas por ciertas en base a los informes del “Shin Bet” (Inteligencia interior israelí) que concluían –entre otras cosas- que el ataque había sido perpetrado por una camioneta bomba la que había sido detonada ante el edificio acusando de ello a “integristas islámicos”. Aunque jamás se corroboró esto y se desmintieron las supuestas reivindicaciones de facciones árabes palestinas, la justicia argentina lo tomo como un hecho probado y los medios dieron rienda suelta a las versiones arabofobas e islamofobas que se extenderían por años sin que ello desatara un ánimo de rectificación ante la falsedad de esas acusaciones.
Según el entonces gobierno de Carlos Saúl Menem, permitió el ingreso de militares israelíes para que se hicieran cargo del rescate y remoción de escombros bajo el argumento de la “experiencia” en este tipo de situaciones. Lo cierto fue que su misión fue más orientada a tapar las evidencias que otra cosa.

El 18 de julio de 1994 otra portentosa explosión que puedo sentirse a kilómetros de distancia, voló el edificio de la AMIA ubicada en el centro de la capital. Una vez más, desde el primer momento y antes de que el polvo terminara de caer al suelo, testigos y voluntarios que trataron de auxiliar a personas atrapadas bajo los escombros, detectaron varias inconsistencias que no se condecirían con la posterior tesis expuesta por el gobierno y amplificada por los medios como una verdad irrefutable.

Nuevamente y contra las experticias de ingenieros y expertos en explosivos, Tel Aviv por intermedio de sus voceros locales vuelve a señalar el uso de una camioneta cargada con explosivos “Traffic Blanca” que además de no haberse probado su existencia, nunca fue vista por nadie en esa mañana. En esta oportunidad las autoridades israelíes comienzan a señalar insistentemente a Siria y como ello no pudo cuajar pasaron a acusar “Hizb`allah” (Partido de Dios) como el autor material y a Irán como su instigador.

El mensaje era claro: “Había sido el Hizb`allah libanes”, aunque no hubiera una sola prueba de ello.

Pero algunos investigadores locales lograron rebatir estos argumentos presentando pormenorizados análisis de cuales en realidad fueron las causas probables de esas explosiones. Uno de ellos –y tal vez el más determinante- es la falacia de la “camioneta bomba” cargada con “Amonal”, largamente discutida en estos hechos. Obviamente, por el poder e influencia de los sectores locales que responden a Tel Aviv, hicieron que esas investigaciones fueran poco conocidas e incluso, no tratadas como parte de las pruebas de la realidad sobre lo ocurrido. Incluso dichos esfuerzos llegaron a emplear a funcionarios dentro de la justicia que fueron más representativos de esos sectores que de los intentos de la justicia por bregar por el esclarecer la verdad. Pero ¿Por qué?

Tras largos años de encubrimientos, complicidades y manoseo a las víctimas de estas tragedias, en especial a las de la AMIA quienes han sido constantes luchadores por el esclarecimiento de la verdad –sin arreglos ni condiciones- periodistas como Juan Salinas han logrado ir más allá y determinar mediante sus sagaces investigaciones, determinar quiénes realmente orquestaron estos ataques y cuáles podrían ser sus objetivos.  Para ello ha publicado su nuevo libro titulado “InfAmia” en el cual expone como el Mossad, la CIA y una SIDE completamente abyecta al servicio del mejor postor, fabricaron estas tragedias  a medida de una agenda extraña a los intereses argentinos, pero curiosamente convenientes a los de Israel. Agregado a ello, discurre sobre las supuestas investigaciones de la Unidad Especial UFI-AMIA conducida por el fiscal Alberto Natalio Nisman quien tras jugar un doble juego con las agencias de inteligencia extranjeras como la CIA y el Mossad, tras verse cercado por las nuevas facetas geopolíticas moriría en circunstancias extrañas a comienzos del 2015.


Más allá del contenido de esta publicación que saldrá en breve, hay una cosa que es cierta y ello es que todo parece indicar que es el momento de la verdad y dejar en evidencia a los verdaderos perpetradores de estos crímenes.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

OPINION



"GEOPOLITICS
OF
TREACHERY"

How British oil prospecting evolves in Argentine waters in the midst of a nation in crisis




By Sir Charlattam
For a nation to be aware of what its expectations of progress may be, in addition to the structural potential for it, it must have a collective memory of its origins (where they come from) and what it has cost its ancestors to set themselves up as such. The nation's consciousness implies a cluster of past experiences that make its history and that forge the character of a people that will give it identity in the midst of a community of nations. Nothing of another planet but, in the case of Argentina, we must reconsider this reflection.

Undoubtedly there is a serious problem in the collective aspect of this South American country and when I refer to it, I am talking about the common work of its inhabitants to face high goals of their nation. Now, you might ask: Is the Argentine people split from the nation to which they belong? For the answer seems to be obvious and anyone who looks from the outside says unequivocally that Argentines look more like tenants of a horizontal property than owners of a house.

Beyond their own tragedies - which are neither worse nor less than other peoples - they have always been marked by candor or rather, the comfort of those who do not want to compromise. With this peculiar way of accusing others of their shortcomings, in all periods they have shown a terrifying childlikeness to solve the problems they had created, provoking scenes as comical as chameleon. Like the recurrent patient of a psychologist, they go up and down with their moods, ignoring everything, but wanting everything at once.

Since the end of the 1982 war, the Argentines have fallen into a state of drowsiness and guilt insufflated to a large extent by the upstart political class that took power in 1983 but that the British have taken advantage of very well. Undoubtedly that guilty nature is part of the Argentinian idiosyncrasy but, there is no doubt that London through its acolytes in Buenos Aires has played a central role in maintaining that guilty sleep over the collective. Equally, the British should not be given as much credit as such, but there is much more responsibility in the Argentine traitor sectors that for money, ideology or simple aversion to their own nation have served such purposes.
british explorations map

Precisely since the inauguration of Raul Ricardo Alfonsin as president of Argentina, the process of the nation's deconstruction came gradually in order to get the role he knew to have by the middle of the second half of the twentieth century, which threatened to displace the state "cap" of Brazil, sponsored by Washington and London in order to serve as a fence to the possible expansion of Argentine industrial policy. The great brains of Argentine geopolitics knew this but their political class ignored them in their warnings.

That first civil government after years of military administrations believed to be like the "crusaders" of the truth and the champions of a democracy that -it is worth making it clear- was allowed by Washington, place from where a decade before, allowed and supported the establishment of military juntas. In this sense, the romantic and even tearful looks of Argentine political life clash head-on with the harsh reality of what objectively is "politics" and much more when we refer to geopolitics.

Did the arrival of Alfonsin to power, reduce the British aspirations on Argentina's strategic natural riches? Not ´at all. Moreover, without a doubt it can be said without fear of mistakes that the government and its leftist ideological organization, such as the "Coordinadora", gave a more than magnificent hand to the Foreign Office's plans to demoralize the cadres of the Forces. Armed and it´s later scrapping. It is certain that Alfonsin himself did not want that but without a doubt I help a lot to those purposes.

London greatly cared that the Armed Forces did not reorganize themselves, much less that the political class continued to adhere to the idea of ​​regaining sovereignty over the South Atlantic islands. It was necessary to continue to keep the Argentine population angry with its military and, in turn, remove from their minds the idea of ​​ sovereignty over the Falkland (Malvinas) Islands maliciously associating "Military Juntas and the 1982 war". In this sense, the role of the British embassy in Buenos Aires was and continues to be fundamental in order to promote its disinformation and propaganda operations that keep the Argentines at odds. And there is much at stake to be tolerated talking about sovereignty. The oil and gas resources in the South Atlantic are as coarse as billionaires in potential profits.
Kelper sample cabinet in Uruguay

Here also participates the so-called "national press" or media that have the purpose of "shaping opinion" at the pleasure of the interests no longer of the current government but of the markets that are the ones who sustain these governments. It is these same markets that move alongside those who undertake high-level activities.

Far from complying with these intimations, the British have deepened their activities while increasing their military and intelligence presence in the region, now supported by the Argentine government aligned with the geopolitics of Washington and Tel Aviv. According to British estimates, there are about 517 million barrels of oil in that area to extract what represents a source of billionaire energy wealth and that would give the Argentine national state a surplus for almost a century.

But the problem lies in what we said at the beginning of this article and that the British have managed to manipulate and feed over these decades. Insuflate guilt and doubts in the collective not so much in the inhabitants of the interior of the country but rather, in the inhabitants of “Rio de la Plata” where the decisions are made. It was as well as by means of this toxic combination of partisanship and companies of means that managed to maintain the disinterestedness by the subjects of the national geopolitics. They have kept them quiet by making them feel guilty and to be perpetuated in internal fights over valences that their low-ranking rulers should resolve.

They have tried through sectors within the same Argentine society, to create discontent, rejection and disdain for some islands and the maritime space that surround them claiming that they have no value whatsoever. Beyond the existence of laws such as the national law 26,659 of Exploration and Exploitation of Hydrocarbons that detail the details of these circumstances and there are a few politicians with a national conscience who have invoked it, the material resources to enforce what is in the paper is minimum and before this, it is clear that if the Argentines do not begin to change their way of seeing their country as a collective and their own, they will continue to see their enemy pass through their noses filling their pockets with their wealth.





domingo, 9 de septiembre de 2018

EN DEBATE


“DESDE ADENTRO”

Un artículo del New York Times pondría sobre la mesa la supuesta existencia de una resistencia política dentro de la misma administración del presidente Trump ¿Realidad o una mera operación de prensa?



Por Charles H. Slim
Hace unos días atrás el influyente periódico “The New York Times” publicó una escandalosa historia de un funcionario “anónimo” trabajando dentro de la Casa Blanca que revelo estar operando para la desestabilización del presidente Donald Trump y su agenda gubernamental.  Según surgen de las declaraciones de este “insurgente” existe una resistencia dentro del seno mismo del gobierno estadounidense que hará todo lo posible para lanzar de la Casa Blanca a quien califico como “amoral” y “traidor”.

Sin dudas que la primicia causó estupor entre el público norteamericano que viene siendo testigo de la larga telenovela del “Russia-gate” y las supuestas conexiones de Trump con el Kremlin. La afrenta es sin lugar a dudas muy grave para la investidura presidencial y ello pone de manifiesto el grado de fisuras y de intrigas que existen dentro de los círculos políticos de los EEUU.

Desde hace tiempo que se sabe de las irreconciliables diferencias que siguen habiendo en cuestiones raciales y de derechos civiles dentro de la autoproclamada “gran democracia”, aunque se haga mucho por disimularlo, agravado por una política racista de las últimas dos décadas dedicadas y deliberadamente dirigidas a la impulsión de la “arabofobia” y la “islamofobia” que sea  expandido como reguero en toda la UE y que los actuales cerebros del Departamento de Estado y sus aliados lobistas tratan de anclar en el Cono sur con tétricas historias sobre supuestas células del “ISIS” y “Hesbolla” operando en la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay.

En este mismo tema no hay que olvidar que Trump ha sido un consecuente adepto a este racismo con sus odiosas políticas restrictivas contra los musulmanes y sus vecinos mejicanos que quieren migrar a los EEUU. Un típico W.A.S.P. podría decirse a simple vista.

Si bien Donald Trump ha tocado las fibras más sensibles de lo que se conoce como el Deep State frenándoles muchos negocios vinculados a las trasnacionales que se alimentan de la economía de guerra, precisamente creándolas en otras regiones, el presidente norteamericano no es mejor sujeto que sus predecesores. El dinero sigue yéndose a las mismas áreas de siempre. 
Al igual que Obama, sigue incrementando el gasto militar a niveles exorbitantes aunque –según él- para la defensa de América, además continúa permitiendo el juego sucio en Siria mediante el apoyo a grupos terroristas calificados por Washington como “rebeldes moderados”, trama vías para una intervención militar a Venezuela y pretende aislar a Irán con los planes elaborados en Tel Aviv. Sus políticas económicas y financieras claramente han estado apuntando a mejorar la situación interior de su país desgajando los contubernios que existían entre las grandes trasnacionales, la banca y la clase política establecida concentradas en las guerras sin fin.

Pero en lo externo, (aunque volátil) Trump sigue siendo una herramienta fiel a los intereses sionistas con su incondicional compromiso con los intereses del estado de Israel cada vez más acorralado por sus políticas inhumanas y de continuas apropiaciones territoriales en Palestina. Muestra de ello fue la arbitraria e ilegal proclamación de Jerusalén como capital del estado judío cuando ello –además de falso- viola un expreso mandato de Naciones Unidas sobre su internacionalidad. En este punto no hay discrepancias ni las habrá con estos sectores que se le oponen ya que en ambos lados, están los mismos lobbies pro-israelies a la zaga de quien salga victorioso (sean demócratas, republicanos o independientes).

Pero volviendo a la publicación de éste supuesto  alto funcionario impostando la jugada de un “insurgente”, debemos decir que ello no puede sino demostrarnos que hay una gran turbulencia en los sótanos del poder estadounidense y no porque les preocupe la humanidad, la paz o la libertad sino porque hay mucha furia en la forma en que Trump ha encarado temas cruciales como Corea del norte, Siria e Irán y los recortes en los lazos con la OTAN no llenan sus expectativas.  Tampoco podemos ignorar que el diario que le hace el espacio para esta catarsis insurreccional es una clara demostración de cuál es el papel de los medios hegemónicos dentro de la política doméstica y externa de la unión. En este sentido ¿Alguien puede creer que un funcionario de la Casa Blanca puede ir a un periódico como el citado y decir suelto de cuerpo “el presidente es un amoral y estoy trabajo para desbancarlo”?  Eso en EEUU se llama conspiración y tengo entendido es un delito. Si alguien se cree esos cuentos de la libertad de prensa y las películas hollywoodenses como “Los archivos del Pentágono”, no puede menos que considéraselo un cándido que cree en los cuentos de hadas.

Lo cierto es que Trump sin dudas está rodeado de enemigos y no debería de extrañarse por ello. Desde el primer momento de su asunción, fue objeto de pequeños sabotajes que ya preanunciaban que el enemigo estaba en casa. 
Recordemos que desde antes de acceder al gobierno provocada escozor entre sus rivales al ventilarles en la cara muy molestos asuntos a los cuales no podían rebatir. Su prédica de una nueva política con alguien de afuera (outsider) llego a los oídos de sus interlocutores y de un amplio espectro de la ciudadanía estadounidense causando dos efectos al unísono como fueron, la desconfianza hacia el sistema bipartidista dominado por republicanos y demócratas (los cuales tienen los mismos objetivos) y la idea de que drenaría el pantano en el que esta clase política conservadora y corrupta convirtió a los EEUU.

Como maquinar algún mal contra el presidente puede ser demasiado riesgoso a la altura de las circunstancias (con un público altamente informado y la diversidad de medios alternativos –pese a los intentos de censurarlos- ), estos sectores que responden a los intereses neocon y sus multifacéticos aliados sionistas, han optado por charadas más histriónicas y más elaboradas echando mano a estrategias mediáticas poco esperadas emulando a las proclamas revolucionarias de células subversivas marxistas de viejas épocas (de la década de los setentas) o a las que realizaba la resistencia iraquí por  la cadena qatarí “Al Jazeera” en épocas de la ocupación.


Igualmente hay que dejar en claro algo, Trump es solo un fusible dentro del sistema de poder estadounidense, una figura decorativa que cumple con una función meramente representativa. Aunque estridente y muy payasesco, sirve a los cerebros que manejan todos los asuntos por detrás. Cuando él se marche sea por las cuestiones o las vías que lo haga, el poder detrás de las cortinas de la Casa Blanca seguirá con la misma agenda que siempre ha tenido desde finales de la II guerra mundial y que se ha venido perfeccionando desde entonces, destinada a cumplir objetivos que poco tienen que ver con los intereses propios.