domingo, 17 de octubre de 2021

 

“AL BORDE DEL ABISMO”

¿Por qué el ex presidente Mauricio Macri evade el llamado a indagatoria por su responsabilidad en el espionaje a los familiares de los tripulantes del submarino ARA San Juan?, ¿Acaso sus explicaciones podrían complicar a otros involucrados?

 

Por Javier B. Dal

El ineludible escándalo por el espionaje a los familiares de la tripulación del submarino “ARA San Juan” parece que podría llegar a tomar un novedoso rumbo judicial si se sostiene la acusación contra el entonces presidente Mauricio Macri.

Cuando el 15 de noviembre de 2017 se produjo el hundimiento del submarino que operaba dentro de las aguas jurisdiccionales argentinas, los principales responsables de la Armada y el Ministerio de Defensa comenzaron a montar una gran cortina de humo detrás de lo que había ocurrido y para ello, desacreditaron las primeras versiones que dieron cuenta de un ataque por parte de unidades navales extranjeras -que como de costumbre desde 1982- vienen operando con total impunidad en el Mar argentino.

Aquellas versiones no eran rumores sin fundamentos. La difusión temprana de informes sobre la constante intrusión de submarinos británicos y de navíos de superficie que habían sido reportados meses antes, era algo que el gobierno argentino celosamente escondió hasta este suceso.

El gobierno de Macri se vio jaqueado por el incidente y con recursos limitados (por la desarticulación de la flota) para poder establecer un plan de encubrimiento inmediato sobre lo sucedido, llevó a poner a rodar una inmediata campaña de desinformación en la cual (y como siempre) medios y periodistas obsecuentes prestaron su calurosa conformidad. La circunstancialidad que rodeo el hecho ponía en evidencia y comprometía a varios actores en la zona. Fue por ello que recibió de forma inmediata e interesada la cooperación del “US SouthCom” y de la “Royal Navy” británica con base en las islas Malvinas quienes sin pensarlo, movilizaron equipos y grupos de tareas de forma inmediata. Bajo la cantinela amplificada por los medios anglófilos capitalinos sobre la “solidaridad del mar”, una “Task Force” de la real infantería de marina embarcada en un C-130 fue alistada en tiempo record y voló desde “Mount Pleasant” en Malvinas a la Base Comandante Espora en la localidad de Bahía Blanca al sur de la provincia de Buenos Aires. 

Supuestamente preocupados por la suerte de los marinos argentinos, los británicos se pondrían al servicio de la búsqueda y rescate del submarino. Cuando algo así sucede todo tipo de ayuda y máxime cuando es extendida por expertos, no es lógico ignorarla o entorpecerla. Si se había tratado de un siniestro del mar, era obvio (y máxime por las carencias navales argentinas) que toda cooperación ofrecida era útil para dicho propósito. Pero para algunos, eso no era la regla. Eso fue lo que sucedió con la remisión de la ayuda rusa que llegada a los puertos australes fue (por una ineludible mano del Foreign Office) reiteradamente obstruida por las autoridades locales ¿Por qué de esto? Posiblemente por el riesgo de que fuera hallado el submarino y algún cadáver de los tripulantes, que recuperados del mar, aún en un estado de conservación por las bajas temperaturas tras una puntillosa autopsia con un detallado informe, pudiera haber revelado alguna pista inconveniente sobre lo ocurrido.

Ciertamente que las carencias de la Armada ya eran conocidas y las responsabilidades de los funcionarios por esa situación mucho más. Pero había varios indicios que apuntaban a un hecho muy distinto a una avería en el casco por problemas en las soldaduras, o en las baterías o en el esnórquel del navío. Y he allí que si se lograba acceder a los restos del submarino, ojos expertos e incluso una inspección cercana a los restos del casco podrían evidenciar las reales causas del hundimiento.

Varios familiares pudieron tener contacto con algunos de los tripulantes unas horas antes de todo esto y por lo que manifestaron, existía una agitada movilización naval en el Atlántico sur que incluso tenía al submarino argentino como blanco de un seguimiento conjunto entre la Armada chilena y británica. Un familiar llegó a mostrar ante los medios (y que solo algunos publicaron) los últimos Whatsup de uno de los tripulantes en los que se alegaba estas circunstancias ¿Qué finalidad tenía esa persecución?, ¿Acaso el gobierno argentino requirió las explicaciones del caso a Santiago de Chile?, ¿Fue el hundimiento consecuencia de aquello?

Los hallazgos de rastros de actividades no autorizadas de espionaje por parte de la interventora de la AFI Cristina Camaño sobre los familiares de los 44 tripulantes del “ARA San Juan” puso en el centro del asunto no solo a los anteriores responsables del área de inteligencia sino a quien era el Comandante en Jefe de ese entonces, es decir, el presidente Mauricio Macri quien en una reunión con los familiares habría demostrado contar con detalles de conversaciones de varios de aquellos que demostraban la intrusión en sus vidas privadas.

Sin dudas, un escándalo más de todos los que se acumulan en un estado con sus instituciones corroídas por la corrupción política y la obsecuencia ideológica a otros estados. Ciertamente que ello no asombra ni tampoco exculpa al actual gobierno de jugar de similar forma. Incluso podríamos sospechar sobre este “casual” hallazgo no por su existencia sino más bien, por darlo a conocer en un momento muy particular del país. La señora interventora no ha dado ninguna hipotesis -o quizás se abstenga de hacerla conocer- de cuáles eran los objetivos de este espionaje y mucho menos ha detallado como se recopilo la información. Estos antecedentes en los que se suman a documentos (en papel y de audio) clasificados de la Armada Argentina dejaban muy mal parado al gobierno nacional a un punto tal que, de haberse hecho oficial, se habría visto obligado a reaccionar tanto en lo diplomático como en lo político y militar acorde con el hecho cometido.

Por supuesto que lo último es un imposible atendiendo al estado de indefensión de la nación y mucho más, a la incapacidad política de un gobierno que fue parte importante en este proceso de desmantelamiento.

Sin lugar a dudas, el gobierno de Mauricio Macri fue una tragicomedia en la cual y apelando a la más absoluta obsecuencia para con Washington y Londres, pretendió (como suelen decir muchos en la actual oposición) insertar a la Argentina en el mundo. Pero no lo fue más que sus predecesores y los que hoy ocupan la Casa Rosada. Igualmente y desde el punto de vista estético, la administración Macri fue una ilusión óptica que intento establecer como un presunto realismo político, una apariencia meramente decorativa al mejor estilo de la chapucería menemista solo que esta vez, con un abierto desenfado anglófilo (y desmalvinizador) con el aditamento de un ingreso descarado sionismo militante en las sensibles áreas de la defensa y la seguridad.

A Macri no le interesa lo sucedido con “ARA San Juan” ni mucho menos el destino de cada uno de los 44 tripulantes, pero mucho menos a los actuales regentes del estado argentino. Todos están en la misma sintonía y todos obedecen a los mismos lineamientos insertados por Menem en 1990 con los infames tratados de Madrid I y II. Ninguno de ellos sacara los pies del plato por el simple motivo de carecer del poder y la decisión para imponer una posición propia del estado argentino. Incluso más. Aquel fue informado inmediatamente de lo sucedido e incluso se le habría proporcionado material de inteligencia de fuentes navales rusas que señalaban con claridad las causas y los autores del hundimiento. También se ignoraron las grabaciones acústicas de los micrófonos bajo el océano Atlántico que registraron dos estampidos símiles a explosiones submarinas. Entonces ¿Por qué Macri y el entonces ministro de defensa Oscar Aguad se abstuvieron de abordar esas pistas y simularon sorpresa ante el hecho consumado?


Es más. Cuando la Federación Rusa expreso por intermedio de Vladimir Putin su intención de poner a disposición del país un equipo de búsqueda para llegar a la zona las presiones de Londres y Washington sobre Buenos Aires fueron tendientes a que se retrasara una respuesta argentina. Pero ante la desesperación de los mismos familiares, ellos mismos, ante las dudas de un gobierno muy condicionado, se lo solicitaron directamente a Putin y el mandatario no solo les respondió sino que envió al equipo de salvamento marítimo “Yantar” que más tarde arribaría al Atlántico sur.

Esto sin dudas despertó el desagrado y la alarma en un gobierno que no era más que el reflejo de los intereses del Foreign Office británico y por ello, puso el ojo sobre estos familiares que estaban dispuestos a todo por encontrar a sus familiares. Si no hubiera sido por su persistente exigencia es muy posible que Buenos Aires habría bloqueado la asistencia rusa, entonces ante ello en reuniones a puertas cerradas entre Macri, los almirantes y algún asesor de inteligencia naval de la embajada británica se habrían cuestionado ¿Qué tan influyentes estaban siendo los pedidos de los familiares para que Moscú remitiera ayuda?

Es por ello que no hay dudas de que la administración de Macri ordeno chupar las comunicaciones de teléfonos y ordenadores de los familiares. Esto no era algo nuevo para el mandatario quien ya tiene antecedentes de operar de esta forma (incluso con sus aliados) e incluso manifestando en algún momento de forma desparpajada su predilección por la CIA y el Mossad israelí, agencias que elegían a los funcionarios de seguridad durante su gestión de alcalde de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  Incluso más. Para llevar adelante esas tareas y por las estrechas conexiones que venía manteniendo con aquellas agencias de inteligencia, ahondadas por las gestiones con Tel Aviv de su ministra de seguridad Patricia Bullrich, estas intrusiones fueron muy fáciles de realizar mediante la tecnología del Software Pegasus provista por sus aliados israelíes quienes hacen sus propias recopilaciones de datos sin que Buenos Aires sepa de ello.

La convocatoria de Macri a declarar ante la justicia por esto, viene siendo evadida de forma escandalosa e incluso cuestionando por los medios al juez que ha impulsado estas investigaciones, situación que lamentablemente no asombra en la realidad político-institucional de los últimos treinta años.

 

 

 

 

sábado, 16 de octubre de 2021

 

 

“EL MEMORANDO”

¿Por qué se cayó la causa judicial que intentaba incriminar a la vicepresidente y otros funcionarios argentinos en un supuesto encubrimiento de los atentados en Buenos Aires?

Por Charles H. Slim

Solo en un país sin estado o con uno muy débil, sus actos administrativos y de gobierno pueden ser discutidos por entidades políticas al servicio de terceros estados. En Argentina esto es una realidad desde hace ya tiempo y no hay medida de gobierno que a los ojos de ciertos actores, no les convenga, logren torcerla hasta incluso paralizarla.

El caso del memorándum con la república Islámica de Irán es emblemático en ello. Se sabe que desde 1983 hasta el presente el poder del estado argentino como tal se ha ido deteriorando a niveles inconcebibles y ello ha ido beneficiando a otros actores para estatales y de otros estados para bregar por sus propios intereses, enmascarados detrás de tragedias como los atentados de 1992 y 1994 adunándole convenientemente otros hechos posteriores como fue la muerte del fiscal federal Nisman quien, aprovechando su funcionalidad dentro del Ministerio público y siguiendo las sugerencias de terceros interesados, planteo aquella iniciativa como “un plan de encubrimiento e impunidad”.

Desde que se produjeron esos ataques, jamás se ha logrado acreditar las acusaciones que las entidades políticas judías locales (extensión de la embajada de Israel en Buenos Aires) vienen lanzando desde diversos medios y en boca de insignes militantes pro-israelíes. Su inconsecuencia discursiva ha quedado muy bien demostrada con el paso de los años cuando desde aquel primer episodio contra la embajada de Israel en 1992 estos mismos sectores y desde ciertos medios se desgañitaron acusando a supuestos nazis locales, a la OLP y a la “Jihad Islámica” estas últimas de origen árabe-palestino. Convenía en esos momentos acusar a los palestinos -en medio de tensiones entre Rabin y los ultraderechistas israelíes- hasta que repentinamente y en vistas de que sus acusaciones no tenían factibilidad, cambiaron el guion y apuntaron sus dedos hacia otro chivo expiatorio.

Lo mismo ocurriría con el ataque a la AMIA en julio de 1994 y en donde nuevamente, mediante el planteo de otra supuesta camioneta bomba -nunca identificada y de la cual no se halló una sola pieza- se volvieron a lanzar los dardos sobre los palestinos hasta que (tras la intervención de la CIA y el Mossad) el relato fue modificado agregando un nuevo elemento, la pista sirio-libanesa y a partir de ella, surgió (de aquella elaboración hipotética) un conductor de origen libanés supuestamente comisionado por el “Hesbollah” libanés quien a su vez recibió la orden de Teherán.  

La Argentina como país, ya era una entelequia débil y condicionada por su acostumbrada crisis económico-financiera y su administración de justicia no iba a escapar de esta circunstancialidad que limitaba sus capacidades para encarar la complejidad de una situación como la que se presentaba y de otras que se presentarían más tarde (como la voladura de la localidad de Río Tercero, Córdoba).

Ello no significaba que careciera de recursos humanos para obtener resultados en las pesquisas pero, siempre condicionados por la acostumbrada ( e inconstitucional) mano política, factor omnipresente para acomodar las situaciones a conveniencia del partido gobernante. Esto dejaba expuesto un estado débil y permeable a cualquier influencia tanto interna como externa. A partir de allí veríamos como desde la DAIA y organizaciones sionistas locales e internacionales, bajo la cancina alegación de antisemitismo para rechazar líneas investigativas que no agradaban a sus posiciones, presionaron a los gobiernos argentinos para que se siguieran las pistas que geopolíticamente convenía a Israel. Cualquier otra prueba que inclusive demostrara lo contrario -como lo hicieron sobre las formas de explosión o pesquisar las declaraciones del embajador israelí Itzhak Aviran- , simplemente se ralearía en los expedientes y se ridiculizaría ante los medios.

La firma del memorándum del gobierno de Cristina Fernández con la república Islámica de Irán y la conformación de una Comisión de la Verdad que buscaba la colaboración para que Teherán tuviera la oportunidad de exponer su posición en estas acusaciones, fue una patada en la ingle para Tel Aviv y algo intolerable para los recalcitrantes sionistas locales quienes del vamos (más allá de que hacen centro de sus acusaciones en los iraníes) son islamófobos que detestan todo lo que se relacione con el Islam.

Se trato de un típico acto público de gobierno que un presidente comunica a otro gobierno iniciativas o temas a tratar en conjunto.

A la cabeza de voltear esta iniciativa se puso al entonces fiscal Alberto Nisman quien pese a sus ínfulas y el marketing mediático que lo secundaba, estaba jugando a dos puntas estando más al servicio de los intereses políticos del estado de Israel y del Departamento de Estado norteamericano que la búsqueda de la verdad material de aquellos atentados. Las revelaciones sobre sus cuentas bancarias (con las cuales mantenía su costoso estilo de vida) y estrechas relaciones con los servicios de inteligencia interesados en involucrar a Irán y a Hesbollah, dejaron acabadamente demostrada su falta de neutralidad funcional y tendenciosidad inaceptable para investigar.

Tratar de sostener una denuncia en base a indicios salidos de informes de agencias de inteligencia, podrá haber sido impactante para los aficionados argentinos e incluso intimidante pero, a la postre se demostró que en la mayor parte de las veces estos informes son falsos y solo buscan sustentar objetivos de los gobiernos a los que sirven. Las inconsecuencias de la CIA en el 11/S y los informes armados para justificar las invasiones a Afganistán en 2001 e Iraq en 2003 así lo han confirmado.

Incluso más, la denuncia de 288 páginas con la cual pretendía nexar un supuesto complot mediante la firma de este memorándum más allá de la potencialidad de sus acusaciones (sin contar las inconsecuencias como fue la farsa de Hadi Soleimpanpour ante la justicia británica) no tiene la sustancialidad probatoria suficiente como para acreditar su hipotesis y fue por ello -pese a las presiones- que estaba destinada a caerse. Su muerte sigue siendo materia de discusión y controversias incluso dentro de la misma comunidad judía local que se halla tironeada entre la lealtad al estado de Israel o la verdad sea cual sea.

El intento de fabricar un caso con doble efecto (uno interno contra CFK y otro externo contra la república Islámica de Irán) fue incluso discutido y rechazado por partidarios pro-Israel como el fallecido politologo Carlos Escude y muchos miembros de esta comunidad desatando contra todos ellos los acostumbrados insultos y desvalorizaciones personales atinentes a sindicarlos como “malos judíos”, “antisemitas” o simplemente “traidores”.

Igualmente estos no se amilanaron y plantearon hasta el último momento las inconsecuencias en el líbelo de Nisman que para algunos fue un “guión miserable y criminal” alejado del objetivo de buscar la tan errática justicia en un país tan corrupto. El desenlace de la causa judicial montada desde los sectores sionistas (entre los que se hallan el PRO y parte de la oposición), calificada por algunos como una verdadera “megapatraña”, con estas finalidades espurias no podía ser otro y fue por ello que tras el sobreseimiento de los sindicados encabezados por Cristina Elisabet Fernández, como algunos han dicho “se ha hecho un poco de justicia” en una Argentina institucionalmente desarticulada.

sábado, 9 de octubre de 2021

 

“REINICIO TRANSHUMANISTA”

¿Ha sido la dispersión del SARS-COV2 un paso para una vacunación masiva que de inicio al proyecto transhumanista?

 

Por Pepe Beru

La pandemia del SARS-COV 2 parece estar retrocediendo, pero las consecuencias sobre la economía, las relaciones políticas y la vida de cada habitante del mundo aún son imprevisibles. Las preguntas de cómo y cuál es el verdadero origen de esto quedan pendientes de investigar (si es que realmente alguien interesado en ello) pero lo que ha logrado esto, suscita nuevas preguntas tales como ¿Puede recuperarse el ser humano del miedo implantado por la dispersión de esta peste?, ¿Y a quiénes beneficia esto?

La peste del COVID sin dudas ha sido la que más rápido se ha extendido. Pero no por su poder de contagio sino más bien por el masivo efecto difusor de los grandes medios de información que, como ya sabíamos, tienen sus cables interconectados con los grandes polos del poder global. En esta ocasión su participación en la difusión del terror pandémico ha sido fundamental para mantener en vilo por casi dos años a la mayor parte de los habitantes de este mundo. Todos estos, renunciaron voluntariamente a sus libertades a un gobierno virtual de médicos e infectólogos quienes desde entonces se convirtieron en los “guías” de los políticos de todos los gobiernos.

El confinamiento fue el primer objetivo. Logrado ello, se digitalizó la vida cotidiana de cada persona llegando a tal punto que no habría más contacto que el realizado por la plataforma “Zoom”. Cada aspecto de la vida del hombre se volvió virtual y ello fue capitalizado por pocos sectores de la economía tales como “Microsoft”, “Alphabet” y las Corporaciones de la defensa quienes (por intermedio de los bancos) hoy detentan la mayor parte del dinero existente.

Pero hay otros objetivos más allá del dinero. El control de la vida y la muerte por una idea como el transhumanismo, es para las elites (de las que Joe Biden es parte) en occidente la piedra angular del nuevo paradigma.

La vacunación masiva (que no garantiza el recontagio) ha sido sin dudas el negocio del siglo para los laboratorios y para la poderosa industria farmacéutica (con estrechos vínculos financieros con Occidente) pero también y por detrás de estos monstruos hay otros intereses tan o más siniestros que sacaran magníficos beneficios de esto. Es por ello que cualquier otro tratamiento o método contra esta infección es censurado. La Fundación Gates solo es la cara más conocida en todo esto, pero no la única. No es ciencia ficción ni una elucubración trasnochada. La propaganda en los medios que ronda en torno a las “vacunas” estadounidenses se centran en el llamado sistema “ARN mensajero” que no precisamente representa una vacuna. La inoculación de un “elemento” que vendría a contrarestar esta cosa se volvió el objetivo de la persuasión para una gran masa de atemorizados habitantes.

Si consideramos estos elementos podríamos decir sin equivocarnos que “alguien ha creado este problema para luego vendernos la solución”. Un viejo truco mercantilista que se ha vuelto un vicio y una maniobra harto usada por ciertos gobiernos para plantar situaciones que a la postre justificaran ciertos procederes como soluciones. La aparición de esta “pandemia” presume algo así y las evidencias de ello parecen denotarlo.

Cuando comenzó todo esto, la misma OMS no se ponía de acuerdo en cuanto a las medidas a adoptar. Las especulaciones catastrofistas símiles a las de la Edad Media, hicieron tabla rasa con la razón y los prudentes fueron silenciados ante los sabelotodo del cosmos de la virología.  Entraron en escena los “especialistas” británicos y estadounidenses (glorificados por los anglófilos argentinos) que pese hacerse los sorprendidos ante los medios, varios de ellos estaban al tanto del origen de esta peste.

Precisamente y más allá de que el conglomerado de medios (y mucho menos los subalternos argentinos) no difunden estas inconsecuencias puertas adentro de EEUU, las investigaciones sobre todo esto ya arrojan nombres y el involucramiento de ONG´s de “investigación de salud” subvencionadas por el gobierno federal y más precisamente por organismos militares como DARPA, involucrado en desarrollos de armas sofisticadas de última generación que incluyen desarrollos bacteriológicos.

No es cualquier cosa esto. Un área de la defensa como DARPA que tiene entre muchos otros proyectos el desarrollo de nanotecnología robótica y nanomateriales microscópicos con finalidades destructivas (que pueden pasar por la aguja de una jeringa) pone a muchos a pensar. Es una realidad blanqueada a medias ya que esta tecnología ya se esta implementando en ciertos usos en apariencias inofensivos y de carácter recreativo (Chip sexual).

Estos desarrollos no solo buscan inhabilitar o matar al enemigo, sino más bien convertirlo, someterle psicológicamente y hacerlo si es posible, dependiente del agresor. No hay mejor arma que la que no se ve ¿no lo cree?

Son precisamente estas relaciones que hacen sospechar (y con mucha razón) la conveniencia y razón de la aparición de un “virus” tan extraño. Por supuesto olvídense de las exclamaciones de Biden anunciando que había encargado a la CIA que investigue sobre el origen de esto. Además de que la agencia no está destinada a eso (sino todo lo contrario) quien es parte del asunto no puede hacer eso, salvo para taparlo aún más.

La vacunación se ha convertido en el “tema” de los medios y el “objetivo” de los gobiernos. Al fallar el uso de la fuerza pública para obligar a la población a cumplir con sus medievales medidas, la persuasión por los medios (insuflando el temor, la sospecha y la culpa) ha sido la vía por la cual se trata de amedrentar al ser humano para aceptar algo que en un estado consciente y sin temor jamás aceptaría. Precisamente el aislamiento ha creado en muchos un nuevo hábito que ha influido en todas sus esferas de la vida. Desde el trabajo hasta las relaciones sociales y afectivas se han virtualizado por el mero temor a ese virus. Como en esas películas de horror, creen que encerrándose en sus casas los zombies o los vampiros no pasaran. Delirante.

Ahora el discurso se ha ido modificando y en este no cualquier “vacuna” sirve. Solo las “Pfizer”; “Astra Zeneca” y “Moderna” son las que agradan a Washington, las mismas que utilizan el ARN mensajero que actúa de forma diferente a las vacunas convencionales ¿Por qué de esta exclusividad? Habrá que esperar a ver cuáles serán las consecuencias de todo esto.

 

 

miércoles, 6 de octubre de 2021

 

“PAX RUSSICA”

¿Hay en marcha una nueva era en la geopolítica global?,¿Es Rusia la protagonista de ella?


Por Charles H. Slim


El mundo está siendo testigo del final de la hegemonía estadounidense que se denominó como la Pax americana. El retroceso de los EEUU en varios escenarios internacionales parecen demostrarlo. Pero esta retracción en especial del Medio Oriente y Asia no ha sido voluntaria y gran parte de ello es debido al crecimiento de la influencia política y diplomática de Rusia, obviamente sustentada por un poder militar disuasor.

Igualmente, no significa que abandonen sus planes. La Casa Blanca parece haber establecido nuevas proyecciones y enfoques estratégicos para enfrentar el irrefrenable avance de China y Rusia tanto a nivel global como sobre la región. Mientras busca ampliar con AUKUS una política de contención marítima sobre China parece haber decidido regresar a Latino américa para recuperar los espacios perdidos y tratar de frenar los avances de estos actores orientales.

También participan en estos planes sus aliados de la OTAN quienes ya operan en Colombia y en particular Gran Bretaña e Israel, éste último bajo el argumento de que “Irán tiene un pie en Venezuela y Bolivia” o de que el “Hesbollah libanés está en la Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y el Brasil.  Sobre esto último la agitación mediática y de propaganda de los activistas sionistas del cono sur (especialmente del Río de la Plata) es repetitiva usando los ataques terroristas de 1992 y 1994 en Buenos Aires como muletilla para acusar -sin fundamentos ni pruebas- a Irán y a la resistencia islámica chiita de ello.

En lo que hace a las intenciones de Washington por retomar sus plazas en la región, las señales son preocupantes dada las visitas sorpresa de funcionarios norteamericanos a varios países de la región tratando de revincularlos a la política norteamericana insuflando temores sobre el avance (como difunden los anglófilos argentos) “de las autocracias” orientales.

Esto sin dudas forma parte del desastre en Afganistán, pero también es en respuesta al fracaso de EEUU en Siria y el deterioro que está teniendo en Iraq, donde además de la población, son los mismos funcionarios que anteriormente prestaron colaboración durante la ocupación hoy están planteando ante el Parlamento su inmediata salida del país a riesgo de unirse con las organizaciones de la resistencia chiita como las “Hasheed Al Shaa´bi” y otras que están en contra del gobierno.

Y sin dudas que Rusia ha sido el factor preponderante para este fracaso ya que fue su intervención lo que ha propiciado desenmascarar y desmantelar el gran engaño que representó la agresión contra Siria disfrazada por los medios occidentales de guerra civil y la escenificada aparición del “Daesh”, una elaboración de la inteligencia estadounidense e israelí que tras intentarla reeditar malogradamente en Afganistán (ISIS-Khorasán), hoy por hoy EEUU trata de encubrir de forma desesperada.

Sobre esto último, se han estado ventilando los testimonios de muchos prisioneros del “Daesh” quienes han informado incluso por programas de televisión en Siria como colaboraban con los estadounidenses acatando ordenes como las de atacar al ejército sirio en sitios estratégicos como la Base aérea de Tiyas en Palmira y las guarniciones que custodiaban los yacimientos de gas de Shaer y los campos petrolíferos de la región. Hoy por hoy Washington trata de terminar con estas inconvenientes filtraciones tratando de deshacerse de estos testigos y cambiando de lugar a las familias de estos ex Daesh.

Pero Rusia mucho antes de estas confesiones y filtraciones informativas había descubierto el engaño de esta organización cuando puso en evidencia como los estadounidenses protegían los convoyes de camiones con petróleo robado por el “Daesh” que cruzaban las fronteras de Iraq y Siria rumbo a Turquía donde las mafias comandadas por los hijos de Erdogan y sus socios israelíes lo revendían para ser enviado a Europa. Ante estas evidencias la intervención rusa en Siria, en apoyo a un gobierno legítimo dio el sustento legal y moral para que sus fuerzas pisaran firme en el terreno.

En lo político Vladimir Putin obtuvo un logro personal invalorable y geopolíticamente un triunfo estratégico para Rusia que se extiende a todo el Medio Oriente ampliado. Y los efectos de ello fueron inmediatos. El presidente sirio Bashar Al Assad sigue en el poder por un apoyo mayoritario de su población y la nación árabe ha sobrevivido al complot. Arabia Saudita (parte en esto) que había sido el socio árabe estelar de Washington y un dependiente a pie juntilla de su armamento y equipamiento desde el giro en el terreno sirio, ha cambiado sus preferencias por los productos de la industria armamentística rusa llevando a que se produjeran fuertes discusiones y la furia en los círculos de la defensa estadounidense. Igualmente, la Casa Real no suelta del todo la mano a Washington manteniendo al mismo tiempo una discutida relación con Israel.

Con referencia a Israel y su doble papel en la guerra entre Armenia y Azerbaiyán en 2020 (como surtidor de armamento a Bakú su conexión con los separatistas armenios en Nagorno Karabaj con la finalidad de filtrarse en la región), la intercesión y mediación de Moscú influyó en el final de las hostilidades algo que fue crucial para que no hubiera una escalada regional y al mismo tiempo moderar las ambiciones de Turquía.

En este sentido Rusia es el impulsor de una coordinada cooperación en seguridad con China que se suma la ya preexistente cooperación regional común mediante la OTSC que como hoy estamos viendo prevé ampliar sus miembros con la entrada de Irán, algo que está causando rispideces con Azerbaiyán (que mantiene negocios de armamentos con Israel). En cierto sentido permitir el acceso a Tel Aviv a la región, es algo que Teherán tiene razón en reprochar atendiendo al interés israelí por frenar su desarrollo nuclear. Tal vez sea por ello que está estrechando sus relaciones con Armenia.

Turquía, el patito feo de la OTAN y un socio fundamental para el despliegue del embuste yihadista también giro ciento ochenta grados en su posicionamiento respecto a Washington cuando tras el fallido intento en 2015 de amedrentar a Moscú para que abandonara Siria, la CIA en julio de 2016 monto junto a los partidarios kemalistas de las Fuerzas Armadas un intento de asesinato contra el primer ministro Recep Tiyip Erdogan que culminó con un fallido golpe de estado. A partir de entonces Ankara se acercó a Moscú no solo para pedir perdón por aquella estupidez sino también para la adquisición de los modernos sistemas antiaéreos “S-400” relegando a los equipamientos estadounidenses.

Actualmente las conversaciones entre Turquía y Rusia para ampliar las adquisiciones de productos de la defensa parecen fructíferos. Hace una semana tras el encuentro entre Putin y Erdogan en el balneario de Sochi en el Mar Negro, habrían llegado a un acuerdo preliminar para surtir a Turquía de la tecnología aeroespacial rusa para construir motores para aviones de combate, submarinos y buques. Otra área en la que Rusia está proporcionando desarrollo tecnológico es en el área de la energía atómica con la construcción del primer reactor turco y el planeamiento de otros en los próximos años.

Iraq, por donde comenzó todo este -planificado- proceso de desmembramiento del Medio Oriente y el más castigado por trece años de embargo (1991-2003), una brutal invasión (2003) y la subsiguiente ocupación por ocho años ha mutado a extremos tales que el actual archi corrupto régimen colaboracionista (ante las evidencias de la complicidad estadounidense con la aparición del ISIS en 2014) no puede sostener más su presencia en el país. Al mismo tiempo, Washington mantuvo desarmadas a sus FFAA reduciéndolo a un mero estado policial (dedicada a reprimir a la disidencia interna) sin Fuerza Aérea ni el equipamiento acorde para poder prevenir situaciones como son las intrusiones de Drones o aviones israelíes para ejecutar acciones como fueron el asesinato de Qassem Soleimani y Al Mahi Al Muhandis o los ataques contra las bases de la resistencia islámica en la frontera con Siria. La manifiesta intención de Bagdad por adquirir sistemas “S-300” de origen ruso es una evidencia de un hartazgo en (pese a las amenazas de sanciones por Washington) no tolerar más este doble rasero estadounidense.

Como se puede ver, la influencia de Rusia ha crecido de forma notable y avizora (pese a los obstáculos que tendrá) ir más allá de Eurasia y pareciera que va enfilándose a ser la regla para mantener un estado de cosas nuevo que obviamente no será fácil de administrar y mantener.