miércoles, 6 de octubre de 2021

 

“PAX RUSSICA”

¿Hay en marcha una nueva era en la geopolítica global?,¿Es Rusia la protagonista de ella?


Por Charles H. Slim


El mundo está siendo testigo del final de la hegemonía estadounidense que se denominó como la Pax americana. El retroceso de los EEUU en varios escenarios internacionales parecen demostrarlo. Pero esta retracción en especial del Medio Oriente y Asia no ha sido voluntaria y gran parte de ello es debido al crecimiento de la influencia política y diplomática de Rusia, obviamente sustentada por un poder militar disuasor.

Igualmente, no significa que abandonen sus planes. La Casa Blanca parece haber establecido nuevas proyecciones y enfoques estratégicos para enfrentar el irrefrenable avance de China y Rusia tanto a nivel global como sobre la región. Mientras busca ampliar con AUKUS una política de contención marítima sobre China parece haber decidido regresar a Latino américa para recuperar los espacios perdidos y tratar de frenar los avances de estos actores orientales.

También participan en estos planes sus aliados de la OTAN quienes ya operan en Colombia y en particular Gran Bretaña e Israel, éste último bajo el argumento de que “Irán tiene un pie en Venezuela y Bolivia” o de que el “Hesbollah libanés está en la Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y el Brasil.  Sobre esto último la agitación mediática y de propaganda de los activistas sionistas del cono sur (especialmente del Río de la Plata) es repetitiva usando los ataques terroristas de 1992 y 1994 en Buenos Aires como muletilla para acusar -sin fundamentos ni pruebas- a Irán y a la resistencia islámica chiita de ello.

En lo que hace a las intenciones de Washington por retomar sus plazas en la región, las señales son preocupantes dada las visitas sorpresa de funcionarios norteamericanos a varios países de la región tratando de revincularlos a la política norteamericana insuflando temores sobre el avance (como difunden los anglófilos argentos) “de las autocracias” orientales.

Esto sin dudas forma parte del desastre en Afganistán, pero también es en respuesta al fracaso de EEUU en Siria y el deterioro que está teniendo en Iraq, donde además de la población, son los mismos funcionarios que anteriormente prestaron colaboración durante la ocupación hoy están planteando ante el Parlamento su inmediata salida del país a riesgo de unirse con las organizaciones de la resistencia chiita como las “Hasheed Al Shaa´bi” y otras que están en contra del gobierno.

Y sin dudas que Rusia ha sido el factor preponderante para este fracaso ya que fue su intervención lo que ha propiciado desenmascarar y desmantelar el gran engaño que representó la agresión contra Siria disfrazada por los medios occidentales de guerra civil y la escenificada aparición del “Daesh”, una elaboración de la inteligencia estadounidense e israelí que tras intentarla reeditar malogradamente en Afganistán (ISIS-Khorasán), hoy por hoy EEUU trata de encubrir de forma desesperada.

Sobre esto último, se han estado ventilando los testimonios de muchos prisioneros del “Daesh” quienes han informado incluso por programas de televisión en Siria como colaboraban con los estadounidenses acatando ordenes como las de atacar al ejército sirio en sitios estratégicos como la Base aérea de Tiyas en Palmira y las guarniciones que custodiaban los yacimientos de gas de Shaer y los campos petrolíferos de la región. Hoy por hoy Washington trata de terminar con estas inconvenientes filtraciones tratando de deshacerse de estos testigos y cambiando de lugar a las familias de estos ex Daesh.

Pero Rusia mucho antes de estas confesiones y filtraciones informativas había descubierto el engaño de esta organización cuando puso en evidencia como los estadounidenses protegían los convoyes de camiones con petróleo robado por el “Daesh” que cruzaban las fronteras de Iraq y Siria rumbo a Turquía donde las mafias comandadas por los hijos de Erdogan y sus socios israelíes lo revendían para ser enviado a Europa. Ante estas evidencias la intervención rusa en Siria, en apoyo a un gobierno legítimo dio el sustento legal y moral para que sus fuerzas pisaran firme en el terreno.

En lo político Vladimir Putin obtuvo un logro personal invalorable y geopolíticamente un triunfo estratégico para Rusia que se extiende a todo el Medio Oriente ampliado. Y los efectos de ello fueron inmediatos. El presidente sirio Bashar Al Assad sigue en el poder por un apoyo mayoritario de su población y la nación árabe ha sobrevivido al complot. Arabia Saudita (parte en esto) que había sido el socio árabe estelar de Washington y un dependiente a pie juntilla de su armamento y equipamiento desde el giro en el terreno sirio, ha cambiado sus preferencias por los productos de la industria armamentística rusa llevando a que se produjeran fuertes discusiones y la furia en los círculos de la defensa estadounidense. Igualmente, la Casa Real no suelta del todo la mano a Washington manteniendo al mismo tiempo una discutida relación con Israel.

Con referencia a Israel y su doble papel en la guerra entre Armenia y Azerbaiyán en 2020 (como surtidor de armamento a Bakú su conexión con los separatistas armenios en Nagorno Karabaj con la finalidad de filtrarse en la región), la intercesión y mediación de Moscú influyó en el final de las hostilidades algo que fue crucial para que no hubiera una escalada regional y al mismo tiempo moderar las ambiciones de Turquía.

En este sentido Rusia es el impulsor de una coordinada cooperación en seguridad con China que se suma la ya preexistente cooperación regional común mediante la OTSC que como hoy estamos viendo prevé ampliar sus miembros con la entrada de Irán, algo que está causando rispideces con Azerbaiyán (que mantiene negocios de armamentos con Israel). En cierto sentido permitir el acceso a Tel Aviv a la región, es algo que Teherán tiene razón en reprochar atendiendo al interés israelí por frenar su desarrollo nuclear. Tal vez sea por ello que está estrechando sus relaciones con Armenia.

Turquía, el patito feo de la OTAN y un socio fundamental para el despliegue del embuste yihadista también giro ciento ochenta grados en su posicionamiento respecto a Washington cuando tras el fallido intento en 2015 de amedrentar a Moscú para que abandonara Siria, la CIA en julio de 2016 monto junto a los partidarios kemalistas de las Fuerzas Armadas un intento de asesinato contra el primer ministro Recep Tiyip Erdogan que culminó con un fallido golpe de estado. A partir de entonces Ankara se acercó a Moscú no solo para pedir perdón por aquella estupidez sino también para la adquisición de los modernos sistemas antiaéreos “S-400” relegando a los equipamientos estadounidenses.

Actualmente las conversaciones entre Turquía y Rusia para ampliar las adquisiciones de productos de la defensa parecen fructíferos. Hace una semana tras el encuentro entre Putin y Erdogan en el balneario de Sochi en el Mar Negro, habrían llegado a un acuerdo preliminar para surtir a Turquía de la tecnología aeroespacial rusa para construir motores para aviones de combate, submarinos y buques. Otra área en la que Rusia está proporcionando desarrollo tecnológico es en el área de la energía atómica con la construcción del primer reactor turco y el planeamiento de otros en los próximos años.

Iraq, por donde comenzó todo este -planificado- proceso de desmembramiento del Medio Oriente y el más castigado por trece años de embargo (1991-2003), una brutal invasión (2003) y la subsiguiente ocupación por ocho años ha mutado a extremos tales que el actual archi corrupto régimen colaboracionista (ante las evidencias de la complicidad estadounidense con la aparición del ISIS en 2014) no puede sostener más su presencia en el país. Al mismo tiempo, Washington mantuvo desarmadas a sus FFAA reduciéndolo a un mero estado policial (dedicada a reprimir a la disidencia interna) sin Fuerza Aérea ni el equipamiento acorde para poder prevenir situaciones como son las intrusiones de Drones o aviones israelíes para ejecutar acciones como fueron el asesinato de Qassem Soleimani y Al Mahi Al Muhandis o los ataques contra las bases de la resistencia islámica en la frontera con Siria. La manifiesta intención de Bagdad por adquirir sistemas “S-300” de origen ruso es una evidencia de un hartazgo en (pese a las amenazas de sanciones por Washington) no tolerar más este doble rasero estadounidense.

Como se puede ver, la influencia de Rusia ha crecido de forma notable y avizora (pese a los obstáculos que tendrá) ir más allá de Eurasia y pareciera que va enfilándose a ser la regla para mantener un estado de cosas nuevo que obviamente no será fácil de administrar y mantener.

 

 

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