miércoles, 12 de agosto de 2020

 

“RUSIA SALVA AL MUNDO”

El anuncio realizado por Vladimir Putin sobre la obtención de una vacuna para combatir el COVID-19 ha vuelto a sorprender y fastidiar a los grandes intereses globales

Por Charles H. Slim

Durante toda la “Guerra fría”,  desdeñar y menosperciar a Oriente fue una constante en el tratamiento, desarrollo y consideraciones de las relaciones internacionales del occidente anglosajón (EEUU y Gran Bretaña). Como era costumbre, las regiones satélites –Sudamérica y Argentina en particular- fueron condescendientes a estas políticas odiosas y durante décadas –salvo por el interregno del primer gobierno peronista- se mantuvieron a pie juntillas a los lineamientos que provenían de sus centros de poder.

Fue recién a comienzos del siglo cuando en América Latina se comenzaron a tender algunos puentes estratégicos con Eurasia siendo sin dudas, el presidente venezolano Hugo César Chavez el pionero de esta política de integración multilateral con Oriente.

Fue precisamente mediante el impulso de esta multilaterialidad (opuesta al unilateralismo estadounidense), que Chavez estableció fuertes lazos estratégicos con la Federación rusa que le sobreviven hasta hoy día.

No hay que olvidar, que esta empresa venezolana, surgida de la “Revolución Bolivariana” fue uno de los puntos que aún sigue irritando a Washington y a sus aliados, algo que le valió la continua y solapada agresión mediante descaradas operaciones negras de desestabilización política y bloqueo económico que mantienen actualmente a Venezuela en un verdadero estado de asedio pero que es invisibilizado por los medios y periodistas subalternos a la Corporación mediática anglosajona que controla todo el espectro en el hemisferio occidental.

La potencialidad no solo se mide con los músculos y el desarrollo estratégico de un país hace tiempo que ha dejado de pasar por la industria pesada y el comercio convencional. En el nuevo paradigma que ya vive el mundo desde hace veinte años hasta esta parte, el conocimiento (y sus formas de impartirlo) y la producción de contenidos por vías digitales es lo fundamental para el desarrollo y el avance no solo en la población de una nación determinada sino, en su proyección hacia otras naciones del mundo.

La aparición del virus COVID-19 –más allá de su origen real- que ha cambiado de forma radical la vida de toda la humanidad, ha sido una bisagra histórica en este desarrollo del conocimiento, visualizando con crudeza las debilidades y las fortalezas de gobiernos y de sus políticas públicas tendientes a estrategias de progreso comunitario. En este camino ha estado Rusia que logró levantarse tras derrumbe de la estructura soviética de la URSS. Y fue gracias a la paciente e inteligente gestión de Vladimir Putin que el estado fue saneándose y reconstruyendo sus áreas estratégicas que occidente pretendía hacerse mediante la inversión de empresas y corporaciones privadas.

Sin dudas, una de esas áreas estratégicas es la del desarrollo científico heredera de un extensa casta de grandes científicos que vienen del siglo XVIII como Mijail Lomonósov hasta los científicos de la era contemporánea como Pavel Cherenkov e Ilia Frank de la “Academia Soviética de Ciencias” en los años de la “guerra fría”. Pero claro, a los obsecuentes y rusofobos que campean en los medios argentinos y que velan por la sonrisa de Washington y Londres poco importa esta historia.

Recordemos que a comienzos de 2018, Vladimir Putin realizo un anuncio que dejo boquiabierto a los estrategas del Pentágono cuando presento al conocimiento público nuevos misiles de alcance ilimitado que revelaba el desarrollo de una potencialidad tecnológica inimaginable que dicho sea de paso, sirvió para que la OTAN desacelerara sus actividades en las fronteras de la Federación y fuera más cauta en sus movimientos en torno a Crimea.

En los primeros día de agosto el ministro de salud ruso Mijail Murashko llamo al Kremlin y pidió hablar con Vladimir Putin para darle una noticia formidable, “tenemos una vacuna para el Coronavirus”, algo que sorprendió con exultante sorpresa a un característico inmutable Putin. No caben dudas de que esto representa un éxito del sistema académico para la investigación de campo y al mismo tiempo es un fuerte incentivo para que continue en ascenso. Era sin dudas una magnifica noticia y la confirmación de que las políticas gubernamentales para impulsar y sustentar el desarrollo tecno-científico propio eran un éxito.

El 11 de agosto el mismo Vladimir Putin anuncio en una reunión interactiva con los miembros de su gobierno, el desarrollo de esta vacuna de manofactura nacional y que la misma había sido inoculada a una de sus hijas agregando también, que estaría disponible para quienes voluntariamente quisieran administrarsela. También describió su efectividad diciendo que “funcionaba relativamente bien” reiterando que “había pasado todas las pruebas necesarias”.  Este anuncio fue ampliado por el ministro de salud quien informo públicamente que el desarrollo de esta vacuna será producida en dos plataformas: Por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya y la Compañía Binnofarm. Por su parte, la sociedad de inversión rusa Sistema detalló que Binnofarm podrá desarrollar 1,5 millones de dosis para fin de año. 

El anuncio se da en medio de una atmosfera de competencia feroz entre laboratorios estatales y privados de EEUU, China e Israel que –cada uno por su lado- pugnan por lograr hallar una vacuna propia que logre acaparar el mercado que se extiende a todo el mundo. Tampoco podemos obviar las circunstancias geopolíticas a las que la Federación rusa se ve sometida, enmarcadas por las sanciones que Washington y sus aliados europeos vienen aplicando desde 2014, producto de haber perdido la oportunidad de penetrar en Ucrania y como frutilla del postre, a la península de Crimea. De este modo, no era de extrañar que por aquellos motivos y sin dudas por una mezcla de remarcable envidia política y resentimiento, salieran inmediatamente algunas voces a desacreditar o tratar de restar importancia al anuncio ruso. De ser cierta la efectividad de esta vacuna, Rusia dejará en la lona, o como dicen los anglosajones “mordiendo el polvo” a sus competidores occidentales e incluso a sus vecinos chinos.

El nombre con el que Rusia patento a su vacuna es muy sugerente y representativa de su situación histórico-politica. Denominada como “Sputink-V” (como el primer satélite artificial lanzado al espacio), la Federación rusa por orden de su mandatario, ha patentado la vacuna que podría llegar a ser la solución para un problema que valga el recordatorio, no tiene nada de natural.   

 

 

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