domingo, 27 de diciembre de 2020

 

“DESAFIOS GEOESTRATEGICOS”

Cuáles son los ejemplos que Argentina debería tener en cuenta para comenzar a delinear una geoestrategia propia que le permita desarrollar una geopolítica coherente ¿Hay probabilidades que pudiera lograr estas aspiraciones?

Por Charles H. Slim

El concepto de la “seguridad global” que se apoya en la existencia de las llamadas “amenazas globales” depende de las conveniencias de quien lo invoque. Para los gobiernos anglosajones y sus aliados de la OTAN se trata de una prerrogativa que se orienta contra aquellos países y regiones que no se alinean a sus políticas. Para ello criminalizar a los oponentes e imponer sanciones de carácter unilateral ha sido durante los últimos 28 años una táctica discursiva  que para justificar acciones hostiles, utiliza la Carta de Naciones Unidas como elemento legitimante y a su vez, de tapadera de sus verdaderas intensiones.

Las consecuencias de las supuestas empresas por la “democracia”, “la libertad” y la “defensa de los derechos humanos”, vistas a la distancia (casos de experiencias tales como Iraq, Libia, Yemen y los intentos desestabilizadores que se siguen sobre Siria y el Líbano), son claramente lapidarios y no permiten arribar a otra conclusión que la de un gran engaño. Quienes invocaron y aún siguen invocando este concepto son precisamente los creadores y principales responsables de las amenazas que sacuden a todo el mundo.

Hoy día el concepto ha dejado de ser exclusivamente occidental y puede ser legítimamente invocado por potencias orientales como cualquier otro país, que sin importar a que hemisferio pertenezca, pretendan hacer valer la defensa de su soberanía política con todo lo que ella implica. Curiosamente fue la política de intervencionismo militar norteamericano y de la cual participan los británicos, la que generó varias –algunas de ellas colaterales-  de las amenazas trasnacionales más peligrosas y latentes de la actualidad. Así “Al Qaeda” (La Base) creada allá por la CIA en 1979, “Osama Bin Ladem” reclutado por la CIA a mediados de la década de los ochenta, “ISIS” (Estado Islámico) ensamblado en 2013 y las diferentes subsidiarias que (con la cooperación de las monarquías del Golfo y Turquía) operan desde 2010 en todo el mundo árabe-islámico, son el producto de la ingeniería de las agencias de inteligencia anglosajones e israelíes destinadas a disgregar los estados de la región.

La creación de estos monstruos que se constituyeron en parte de las amenazas contemporáneas, son elementos sin los cuales, Washington y sus aliados no habrían logrado extenderse alrededor del globo como lo han hecho. Son el componente de las llamadas “guerras hibridas” y de operaciones de manipulación informativa, ensayadas tras experiencias en el Líbano y la sangrienta ocupación de Iraq. Precisamente, ello responde a una larga planificación devenida del estudio de filosofías y estrategias sin ningún valor democrático, direccionadas a la conquista  y el dominio absoluto de los recursos de los países objetivo (Leo Strauss; Rumsfeld/Cebrowski). Los teatros donde EEUU y la OTAN  aplican estas ingenierías subversivas son el Oriente Medio, el centro de Asia (Afganistán), el Mar Negro y el Mar de la China, cada uno de ellos adaptado a las circunstancias geopolíticas que le rodean.

En el Medio Oriente, la penetración comenzó con la forzada guerra contra Iraq de 1991 (dado que Bush no quiso aceptar ninguna negociación) y la consolidó George W. Bush (hijo) con la invasión de 2003 y los ocho años de brutal ocupación. Al retirarse parcialmente en 2011 como no podía controlar el caos que devino de esa aventura y la imparable corrupción de los mafiosos del partido “Dawa” que la Administración provisional de Paul Bremer había colocado en 2004, hizo que los cerebros del Departamento de Estado de Obama pusieran a rodar el embuste del “Estado Islámico”  que además de mantener el caos interno, crearía un “tapón sunita” entre Siria e Irán.

Menos suerte tuvieron con sus operaciones de colores contra los países que limitan con Rusia, especialmente contra Ucrania. Cuando por comienzos del 2014 el mismo Secretario de Estado John Kerry trataba de presionar diplomáticamente a Kiev para que se alejara de la influencia de Moscú, en febrero de ese año estalló la llamada “revolución de Maidan” en la cual quedaron en evidencia –a instancias de la Subsecretaria de Estado Victoria Nuland y el embajador de EEUU en Ucrania- la participación de elementos y mercenarios encubiertos de la OTAN. Pese a que lograron derrumbar al gobierno de Yarnucovich y colocar a un títere en Kiev, Bruselas no pudo apoderarse de la estratégica Península de Crimea ya que Vladimir Putin ordenó la inmediata intervención que frustró la adquisición de la fruta del postre. Desde entonces Washington viene imponiendo sanciones comerciales tratando de debilitar la administración de Sebastopol mientras que la flota estadounidense y sus aliados de la OTAN merodean el Mar Negro tratando de medir las fuerzas navales de la Federación rusa.

Tampoco hubo suerte en fabricar crímenes mediáticos, como fueron los casos de envenenamiento de Skripal y Navalny, usando agentes químicos para endilgarselos sin pruebas al FSB ruso y ello se debió a que Rusia ha invertido con paciencia en el desarrollo de medios informativos alternativos que contrapesen los bulos y las operaciones de intoxicación informativa de la Corporación de medios anglosajones.

En el caso del extremo Oriente, tanto EEUU como la OTAN no han logrado amedrentar a Corea del Norte que tras estudiar las consecuencias de la intervención contra Iraq por haberse sometido a los chantajes de EEUU, ha optado por redoblar la apuesta y demostrar que antes que abandonar su sistema político y la soberanía de sus desarrollos,  peleara hasta el último hombre. Tampoco ha podido controlar los espacios marítimos chinos pese a que desde hace años vienen articulando alianzas y colaboraciones con gobiernos de países vecinos a la China continental. También aquí, el éxito chino radica (además de la cooperación y de políticas más activas con sus vecinos) en la inversión sostenida en desarrollo técnico-científico en la defensa que se plasma en un estado potente con una armada disuasoria a la altura de las amenazas provenientes de occidente.

Pero hay otro escenario geopolítico de particular trascendencia que requiere de este concepto y que deberá tener preponderancia para las próximas décadas y ese es el Atlántico sur y el acceso a la Antártida. En este escenario Argentina debería cambiar su geoestrategia de no intervención y mero espectador que la ha llevado a perder el control paulatino de toda esa zona. Pero antes deberá establecer una visión estratégica, reconstruirse internamente y avanzar  con un objetivo planificado y tomar real conciencia de la posición geopolítica que pretende ocupar, pero ¿Eso es posible?

Desde el final de la guerra de Malvinas en 1982 el país pasó a una faz pasiva que daría nacimiento a una nueva etapa política que no estaría excenta de crisis política y económica que termino dejando al país totalmente inmovilizado, abandonando –además de sus instituciones- las prioridades estratégicas que tiene como estado. Así, los avances en el campo nuclear, de los misiles y de la industria militar se perdieron por erróneas concepciones de como proyectarse dentro del concierto internacional. Sumado a ello, la entrega de soberanía estratégica mediante los Tratados de Madrid de 1990 dio entre otros el control del despliegue militar a Londres. Con ello, la degradación irremisible de sus materiales para mantener una política de defensa medianamente sustentable, debilitó aún más al país. Sobre esto último cabe recordar que la mayor parte del material militar que componía a las FFAA (en especial la Armada) era de origen británico y estadounidense algo que condicionó y sigue condicionando aún más la reconstrucción de una defensa efectiva y propia.

De esta forma, la clase política que mayoritariamente había cerrado la boca durante  los regímenes militares (como lo hizo el mismo Raúl Alfonsín y el Partido Radical), prestó su apoyo inconsciente a esta disgregación que comenzó contra las instituciones de las Fuerzas Armadas y se perpetuó en las décadas siguientes pero que hoy, en nombre de un “progresismo” que no significa nada políticamente sustancial, se extiende a todos los ámbitos de la vida nacional. Es en este sentido que aquel peronismo primigenio nacido del Teniente Gral Juan Domingo Perón quien fundo el “soberanismo” que dio contenido nacionalista y desarrollista a un país que por comienzos del siglo XX  era agro exportador y con una población mayormente pobre, analfabeta y pusilánime controlada por unas cuantas familias patricias con magnificas y directas relaciones con Londres, hoy ya no queda rastros.

El abandono de ese soberanismo (tras la derrota de 1982) además del libre movimiento y control sobre sus aguas, le ha valido (además del control efectivo del mar) perder billonarias sumas de dinero en cuotas de pesca y el acceso a su legítimo derecho de exploración y explotación de los mares del sur. Esto es algo que ningún gobierno desde 1983 hasta el presente ha querido reconocer y mucho menos han planteado de alguna forma planificada rectificar. Bajo argumentos ciertamente baladí y hasta infantiles, los gobiernos pasatistas de la Casa Rosada han optado por invertir recursos y tiempo en los conflictos partidarios intestinos, la queja y el asistencialismo,  abandonando las altas responsabilidades que un estado nación tiene con sus intereses estratégicos.

Han creído que con cerrar los ojos, desaparecerá la ocupación de facto del archipiélago del sur, el dominio de las aguas antárticas o que, sumiéndose a las políticas de Washington o con vehementes quejas ante los foros internacionales, sensibilizaran a los británicos. Pareciera que olvidan los precedentes y la historia contemporánea e incluso,  no conocer como funciona la política exterior de los anglosajones. Durante años y especialmente con el gobierno de Carlos Menem, la inteligencia militar estadounidense tenía su oficina en el Edificio Libertador (sede del Ministerio de Defensa) y al mismo tiempo, el MI-6 británico (con su base en la embajada) recopilaba información de las altas esferas de gobierno gracias a sus fuentes a sueldo que mantenía entre la misma comunidad política (indistintamente de radicales o peronistas) y de varios periodistas porteños.   

Aquel alineamiento automático de Menem no significó que Washington y mucho menos Londres, detuvieran sus actividades intrusivas. Incluso más. Como se ha sabido desde la base británica-OTAN de “Mount Pleasant” en Malvinas se llevan adelante constantes operaciones de espionaje electrónico sobre las comunicaciones sobre todo el territorio argentino sin que Buenos Aires haya podido hacer algo por impedirlo.

Este solo es uno de los ejemplos de las amenazas globales con las que Argentina convive desde hace 38 años y que se le recordó que penden sobre su cabeza con el hundimiento del submarino “ARA San Juan” y la desaparición de sus 44 tripulantes. Actualmente la OTAN ya ocupa una base física en el continente, puntualmente en Colombia desde donde junto a los EEUU opera para desestabilizar a Venezuela.

El espionaje electrónico es una realidad incluso dentro de los miembros de la OTAN (impulsados por Washington), un asunto gravísimo que ha sucitado escándalos diplomáticos que debieron quedar en la nada para no afectar la imagen de la organización atlántica ante la opinión pública. Ello deja de manifiesto que ningún reparo tendrá EEUU y el Reino Unido en interceptar y escudriñar las comunicaciones de Argentina y todo Sudamerica si ello le reporta un interés estratégico.  Son acciones que vulneran la confidencialidad de los actos del estado y persiguen ilegalmente, estar un paso delante de sus planificaciones de gobierno pero también, controlar que es lo que piensan sus habitantes ¿Qué clase de contramedidas cuenta la Argentina para protegerse de esto? Lamentablemente ninguna.

El problema argentino es mucho más profundo y va mucho más allá de estas acciones ya que, al igual que el Líbano, es un país manejado por sus enemigos externos y son estos quienes lo mantendrán de constante dividido mediante crisis sociales (destruyendo la clase media), políticas (faccionamiento y las grietas), financieras (carencia de moneda, fugas de capital, corridas cambiarias, presupuestos insostenibles)  y económicas (perdida del poder adquisitivo y la inflación) que los mantenga dependientes. Es por eso que se suele hablar de la “libanización” o “balcanización” de la nación Argentina. Preguntarnos hoy día si el país puede delinear políticas para defenderse de estas acciones es casi una inconsecuencia.

Si a ello le sumamos un estado de total indefensión podríamos asegurar que desde esas diminutas islas del Atlántico sur Londres monitorea como un “panóptico” a toda la sociedad argentina ¿Hasta cuándo los políticos argentinos harán como si no pasara nada? Lamentablemente ellos no harán nada para cambiar el Status Quo, ese que fue parido por la firma de los Tratados del 15 de febrero de 1990 por los cuales Carlos Menem y Felipe Domingo Cavallo, entregaron a Londres el control de las administraciones de servicios, la banca (que incluye la reserva de oro) y la defensa. Sobre esto último, los argentinos deberán tomar conciencia que están viviendo en un país administrado por funcionarios argentinos (estado) pero prácticamente rentado a Gran Bretaña y hasta tanto ello no cambie, no habrá estabilidad ni mucho menos, gobiernos verdaderamente soberanos.

El desafío de Argentina será en desarrollarse pero con una mentalidad nueva y sana para cohesionar una nación, basada en el esfuerzo sostenido, la disciplina y constancia tendiente al interés general algo de para lo cual, deberá reflejarse en una nueva casta dirigencial ajena a la actual y su podrida estructura, ligada a los negociados, la impunidad y la corrupción.  Siendo más realistas y en vista de la “generosa” donación rusa de vacunas SPUTNIK, creemos que el actual gobierno argentino se guarda bajo la manga el inicio de una alianza estratégica con Rusia que podría constar en el establecimiento de una de sus bases navales en la Patagonia. El futuro de cara a la década que se inicia, de no comenzar a construir un nuevo paradigma sea de una u otra forma, parece poco promisorio.

 

 

martes, 22 de diciembre de 2020

 

 

“UNA VACUNA CONTRA LA ESTUPIDEZ”

Hay otro virus que desde hace décadas infecta a la clase gobernante y a los políticos de la oposición argentina que requiere de una pronta cura ¿Es curable la estupidez?

Por Pepe Beru

La aparición de la pandemia del COVID-19 dejo entrever varias situaciones bochornosas que la opinión pública de cada país desconocía de sus gobiernos o poco interés tenía en conocer. En el caso de Argentina estas circunstancias han puesto en evidencia una situación estructural catastrófica caracterizada por la improvisación, la impericia y la corrupción.

Desde que Vladimir Putin anunció publicamente la obtención de la vacuna “SPUTNIK V” se produjo un tembladeral en los intereses farmacéuticos de occidente y por supuesto, en los gobiernos anglosajones. Sin dudas se trató de una sorpresa muy difícil de digerir y –como era de esperar- no tardaron en salir al cruce los anglófilos locales y su los autoprocalamdos “republicanos populares” para lanzar especulaciones y sospechas con notorios tintes geopolíticos. 

A partir de allí los laboratorios británicos, estadounidenses y alemanes (parte de grandes multinacionales farmaceúticas) más influeyentes han estado en una carrera contra reloj para tratar de boicotear el logro ruso y ganar al mismo tiempo, los mercados para –según el slogan de los medios-  “salvar al mundo” del Coronavirus. Péro ¿Qué sucedía en Argentina?

Es difícil responder a esa pregunta, si consideramos que podemos entender por Argentina. Y es que, su gobierno (y en particular la persona del presidente Alberto Fernández) da de forma constante muestras de una contradicción existencial que no soporta contrastaciones con la realidad. Sus discursos van desde el cinismo hasta el relato fantástico que no hacen más que suscitar más incredulidad entre los gobiernos de otros países y la desazón entre la población. Calificarlo como peronista o socialdemócrata importa poco ya que, quedó claro que cambia de camiseta conforme la ocasión.

Si bien Macri y su gobierno destruyeron económicamente al país, las gestiones de su predecesora (de la actual vice Cristina Fernández) dejaron mucho que desear. Y desde que el actual presidente tomo el mando, no ha cumplido una sola de sus promesas electorales ya que (está a la vista) no ha puesto dinero en el bolsillo de los argentinos, no ha bajado los impuestos (por el contrario van en aumento y la creación de otros nuevos que asoman en el horizonte) y –en nombre de una solidaridad inexistente- le ha sacado la movilidad a las jubilaciones sin hacer mención de las contrariedades internas con CFK que en las últimas horas se han hecho publicas.

Ciertamente la pandemia hundió aun más al país y hoy por hoy la situación socio-económica y financiera es de total incertidumbre, pero ello no excusa todo lo anterior. No hay un solo “experto” en economía o en las ciencias sociales que logre adivinar hacia donde va éste país en los próximos tres meses.

La circulación del Coronavirus ha complicado aún más esta situación y ello a la vez, ha sido usado por el gobierno  como una excusa para saltar las responsabilidades propias de la clase política que desde hace décadas se aferra como la lapa al estado con la sola finalidad de obtener beneficios propios.

Y es en este contexto de confusión y caos que salen a la luz las consecuencias de esos procederes.

Cuando Vladimir Putin anunció la obtención de una vacuna, éste gobierno que se jacta de “popular” y “nacional”, hizo como si no sucediera nada, demostrando que no quería agitar el avispero de los intereses corporativos internos que se coligan con las embajadas de Gran Bretaña y EEUU. Esto no es un secreto y la demostración de esta obsecuencia irreverente ha quedado más que testimoniada con el estado de postración en la que se halla el estado argentino. Caracas ya lo dejó en claro cuando Diosdado Cabello, para ser diplomático, tildo de “tibio” al mandatario argentino quien no acuso recibo. Pero cuando Fernández y Cia advirtieron que podían explotar políticamente el acceso a una vacuna que ya se estaba administrando, “los populares y nacionales” no dudaron en declarar su confianza ciega al producto ruso iniciando las gestiones para la provisión de las dosis necesarias para la población argentina.

A pesar de las improvisaciones (por el desconocimiento del idioma y de tratativas en asuntos semejantes) y las sonrisas para las fotos institucionales de los diplomáticos, en el terreno de la realidad la situación de disponibilidad material que separa a la Argentina de Rusia es abismal. Tanto, que incluso se ve difícil que sean los argentinos quienes puedan ir a buscar lo que han comprado.

Aquí es donde comienza a vislumbrarse una vez más, un estado calamitoso de cosas que deja en evidencia hasta donde (entre ellos Alberto Fernández) destruyeron la infraestructura del estado nación. Durante décadas, estos mismos políticos que en otros momentos, especialmente en la era Menem, supieron venderlo todo a empresas privadas extranjeras y entregaron proyectos estratégicos a EEUU (Proyecto Misil Cóndor 2) en pos de una supuesta mejora en la calidad de los servicios y la industria, hoy claman por la estatización y el regreso a un desarrollismo ilusorio.

Entre los sectores estratégicos destruidos por estas políticas erráticas y negligentes están la defensa en general y las Fuerzas Armadas en particular. Más allá del direccionamiento deliberado y externo que tuvo esta degradación (Condicionada por  Londres con los Acuerdos de Madrid), hubo una cuota de infantilidad y amateurismo de los políticos argentinos que no puede perdonarse. Con ello la clase política ha demostrado que carece de visión y coraje para mancharse las manos con empresas a largo plazo demostrando que llegan a sus puestos para mejorarse sus propias existencias y la de sus cercanos a costa de los erarios públicos.

¿Cómo puede haber dinero para invertir en aviones, en el desarrollo aeroespacial o en equipamiento de una Armada a nivel de las demandas actuales, si el dinero se va a negociados y emprendimientos familiares de muchos de estos políticos? Son muchos los casos que revelan esta situación y uno de sus síntomas es la ausencia de material a la altura de las necesidades. Esta degradación en la operatividad ha llegado a tal punto que sus cuadros logísticos son casi inexistentes.

En ningún momento los funcionarios pasatistas han tomado en serio el tema demostrando que no entienden o no les ha interesado entender que la seguridad integral de una nación no pasa por ideologías partidarias. Pero así están las cosas en éste país y hoy por hoy sus habitantes se hallan a merced de esas consecuencias.

Esto viene a cuento de la actual necesidad de contar con una logística moderna y adaptada a las necesidades de contingencias como la que actualmente afecta a todo el mundo. Por estos días se discute cómo hará el gobierno argentino para trasladar el cargamento de vacunas que habría adquirido de la Federación rusa dado que Moscú condiciona su entrega a que sean los argentinos quienes la busquen. Pero aquí es donde se refleja la imperdonable carencia de aviones de transporte logístico adaptados para las presentes necesidades. La Fuerza Aérea es una de las armas que más ha sufrido de estas inconsecuencias políticas y la falta de planeamiento estratégico. 

Según se ha sabido, el transporte de estas vacunas requiere de condiciones especiales para su mantenimiento durante el viaje y su posterior traslado terrestre. A diferencia de los productos británicos y norteamericanos de Pfizer y BioNTech que requieren de una conservación de “ultrafrío” de -70 C°, el producto ruso se halla más asequible a las condiciones de infraestructura técnica de la Argentina. De ese modo, la Sputnik V solo requerie de mantener a la vacuna en un ambiente a una temperatura de -8 grados C°, mucho más razonable a las versiones anglosajonas.  Está en veremos si podrán adaptar con equipo de refrigeración uno de sus aviones comerciales “Boing-737-800”.

Igualmente, ello parece haber complicado a las promesas del presidente Fernández de comenzar la vacunación masiva para finales del mes de diciembre ¿Las razones? No contar con la capacidad logística para la simple tarea de ir a buscar el cargamento a Moscú. Pareciera un sinsentido o incluso una broma, pero esto ya lo vimos con la visita a comienzos del 2016 de Obama cuando el avión presidencial “Force One” debió bajar la cota de vuelo y reducir la velocidad al minimo para que los aviones a hélice “Pucará” pudieran escoltarlo poniendo (además del ridículo al gobierno argentino) en serio riesgo a la seguridad del mandatario estadounidense ante un hipotético pero muy factible ataque desde tierra con un simple misil portátil guiado “MANPAD”.

A pesar de aquel lamentable precedente que era la consecuencia del sistemático  desmantelamiento llevado a cabo durante la gestión de los Kirchner, la administración de Macri no hizo nada por mejorar el área, incluso como vimos, trato de encubrir estas falencias materiales con consecuencias fatales como sucedió con el hundimiento del submarino “ARA San Juan”.  En conclusión, tanto a la izquierda como a la derecha de la clase política, la ineptitud y la estupidez campean por igual, algo de lo cual ya lo están resintiendo sus votantes.

Hoy los mismos que ayudaron a desmantelar los brazos armados del país, tratan de explicar lo inexplicable demostrando la incapacidad o más bien, su cinismo que a su vez tapa la incompetencia funcional para estar a la altura de las circunstancias y resolver problemas tan básicos como es el disponer de transporte aéreo. En este sentido, el responsable de la defensa Agustín Rossi quien en el pasado hizo mucho por esta degradación, hoy demuestra su ineficacia en dar soluciones de fondo que puedan enmendar tantas fallas y carencias estructurales que curiosamente él mismo junto a sus partidarios, llevaron adelante durante la primera década del 2000.

Resultado de aquello, el desguace de escuadrillas enteras, el abandono de bases estratégicas (como el desmontaje del radar de Río Gallegos) y la inmovilidad de sus aviones de transporte militar con posibilidad real de acometer una misión como la que por estas horas requiere el país. Ante esta realidad no hay más que silencio y excusas que no sirven ciertamente para resolver problemas que deben ser atendidos de forma urgente.  

viernes, 18 de diciembre de 2020

 

 

“HACIA UNA GEOPOLITICA JUDICIAL”

Cómo vencer la sordera y la arbitrariedda judicial internacional ante los crímenes de lesa humanidad ejecutados por las potencias occidentales y sus aliados

 

Por Charles H. Slim

Historias de horror como las del joven iraquí Ahmed Ibrahim P. se han vuelto demasiado comunes para el interés de los medios occidentales y hace ya mucho que no les interesa difundirlas. Fue allá por 2005 cuando apenas tenía doce años y vivía en la localidad de Baquba al noreste de Bagdad,  aviones estadounidenses bombardearon su casa matando a toda su familia sin que hasta el día de hoy nadie respondiera por ello. Casos similares se multiplicaron por miles antes de la invasión y durante la estancia de los invasores anglosajones. Y es que ni el gobierno colocado por la ocupación permitió criticar las acciones de los estadounidenses y mucho menos permitieron a las víctimas el acceso a una administración de justicia minimamente imparcial dado que, la misma no existía y podemos asegurar que al día de hoy aún no existe.

Lo mismo lo hemos visto en Afganistán donde los casos de matanzas por ataques aéreos de la OTAN y Drones de la CIA han pasado a la mera anécdota de la historia y las estadísticas sin interesarle a la administración colocada y controlada por la Alianza Atlántica darle respuestas a sus habitantes y en particular a las víctimas de aquellas acciones criminales. Ante esto ¿Quién puede juzgar las responsabilidades de los ocupantes?

Pakistán es otro ejemplo de estas arbitrariedades criminales, donde los Drones de la CIA (con la cooperación de otras agencias y gobiernos europeos)  han solido incursionar sobre aldeas perdidas en zonas inhóspitas del país causando masacres inexplicables entre los pobladores que solo han sido puestas en las páginas de los medios occidentales cuando no han podido ocultarlas al público.  

Lo mismo en Yemen, donde los Drones de la CIA y de sus aliados sauditas han causado masacres de características similares sin que las organizaciones como Naciones Unidas hayan puesto un límite objetivo a estas agresiones. La gran pregunta que sigue sin responderse es ¿Qué instancia judicial sería competente para investigar y procesar estos crímenes de lesa humanidad? Esta claro que la respuesta es muy difícil de contestar y el motivo para ello esta dado por las implicancias políticas que ella conllevaría. Tanto el Tribunal Internacional de Justicia (La Haya) como la Corte Penal Internacional se hayan de algún modo sujetos a los hilos políticos y financieros de EEUU y de la UE dejando evidente, que poca imparcialidad puede esperarse al momento de tramitar casos tan gravosos que involucran a sus gobiernos.

Este dilema ya se venía planteando con la situación de ocupación en Palestina en la cual, los palestinos son sometidos por parte de los israelíes (militares, policía y colonos) a todo tipo de abusos y arbitrariedades que Tel Aviv trata de maquillar ante la comunidad internacional con procesos judiciales fraudulentos y ciertamente ilegítimos sustanciados en tribunales militares israelíes de ocupación ¿Acaso estos son los jueces naturales de los palestinos?, ¿Qué tipo de validez pueden tener este tipo de organismos extraños a la idiosincrasia  no árabes ni islámicos- donde el juez es parte y verdugo? 

Tenemos dos elementos en común en todos estos crímenes y ellos son los autores y el origen de las víctimas. En el caso de los últimos mayoritariamente son musulmanes ¿Casualidad? Nosotros creemos que para nada.

Estos crímenes han sido sistemáticamente ocultados bajo el tapete de los medios masivos occidentales y en algunos casos, cuando no han podido eludirlos, los han justificado anteponiendo de forma artificiosa y deliberada  argumentos tales como el “daño colateral”, “la culpa es de los extremistas”  y de hechos que se dan en el marco de la “lucha contra el terrorismo”, éste último y  que como se ha dicho hasta el cansancio, ha sido un embuste con trasfondos políticos y financieros (de miles de millones de dólares) creado por las agencias de inteligencia estadounidenses en conjunto con sus aliados más cercanos (leáse Gran Bretaña e Israel).

La aparición de la Corte Penal Internacional  en 1998 que funciona en el marco del Estatuto de Roma el cual contempla la persecución de delitos gravísimos contra la humanidad, ha mitigado en algunas regiones del mundo la comisión  de estos brutales crímenes contra las poblaciones. Pero casualmente EEUU y otros países que mantienen un oscuro record de violaciones a los derechos humanos (masificados por el poderío militar con el que cuentan) no han adherido a esta instancia judicial. Muy conveniente ¿No lo cree usted así? Sumado a esto, Washington y Tel Aviv usan de forma solapada sus influencias político-diplomáticas para presionar a la sede judicial para que se abstenga de investigar sus asuntos lo que a la vista de cualquiera son veladas amenazas de consecuencias si continuan con esos propósitos.  A pesar de ello se están haciendo esfuerzos para que dicho tribunal atienda estos crímenes de guerra y lesa humanidad. 

Durante los últimos cuatro años se le ha estado endilgando todas las culpas de muchas de estas acciones a la administración de Trump aunque cierto es, que ello no es tan así. Sin dudas que su gestión ha sido muy discutida pero no por la producción de hechos abominables como los aquí comentados, no para nada. Las críticas que se le plantean en esta área pasan más bien por su reticencia a continuarlas con la masividad con las que durante las gestiones de Bush y Obama se llevaron adelante. Al contrario, Trump redujo este tipo de operaciones pero no por algún prurito humanitario, la misericordia  o por el respeto a la ley internacional. Solo lo hizo por una cuestión de reducción de gastos presupuestarios.

Pese a que CNN y todo el emporeo de medios occidentales no dicen nada, las muertes se siguen produciendo sin que halla replicas judiciales.

Pero el 25 de noviembre, el Tribunal Administrativo Federal de Alemania dictaminó en un caso presentado por un sobreviviente de estos ataques que, a pesar de la conclusión de un tribunal anterior de que la Base Aérea Ramstein del ejército estadounidense en el suroeste de Alemania había jugado un “papel central”, no era suficiente para procesar a los norteamericanos. Como puede verse, Alemania quedó vínculado a la responsabilidad por dicha acción (que se multiplica por miles de acciones similares) aunque no es necesario señalar, que Washington pondrá su mano para que la sangre no llegue al río.

Y así fue. Este ciudadano yemení que vió morir a toda su familia por un ataque de Drones, luchó de forma incansable por obtener algo de atención de la justicia teniendo en cuenta que tendría todos los camnios cerrados para llegar a la verdad. Pese a ello presentó una demanda en el Tribunal Administrativo Superior de Münster, Alemania, y en marzo de 2019 recibió un pequeño reconocimiento cuando el tribunal determinó que el programa de aviones no tripulados de EE.UU en Yemen era ilegal. Fue así que sin más rodeos se puso en campaña por reclamar ante la justicia estadounidense por estas responsabilidades ¿Qué cree que sucedió?

Sin dudas sabía que habría oposición y hasta el desprecio de una buena parte de los mismos norteamericanos que no quieren reconocer las bestialidades que ha cometido y sigue cometiendo su país en el exterior. Peor aun, la Justicia Federal de EEUU pone más trabas al acceso a una pretendida justicia negando la legitimación de cualquier víctima a reclamar por estos asesinatos con Drones de la CIA.

Ante esto parece más que claro que se hace necesario establecer una geopolítica judicial ajena a la influencia occidental que pueda contrapesar a esta situación arbitraria y que le permita (especialmente) a las víctimas musulmanas tener representaciones fieles para que puedan presentar sus casos de forma eficaz. Para ello se requiere un compromiso de los gobiernos islámicos para que trabajen en conjunto para elaborar y establecer los parámetros de éste nuevo paradigma.

jueves, 10 de diciembre de 2020

 

“BLOODY RECIPROCITY”

When international law is not respected and impunity is the rule for some, the Talion law prevails

 

By Charles H. Slim

Some fifty years ago, Europe had become the scene of violent street crimes and others not so public that they remained a mystery to public opinion and even to local authorities. It was a clandestine struggle that took place in a particular geopolitical context. Thus sticky bombs in a car or in an apartment, executions with silenced pistols, or point-blank killings on a street in broad daylight became a common way of settling issues between Tel Aviv and the PLO.

For years, the Mossad had been able to carry out this type of action, relying on the state structure provided by Israel and the complicities that it wove with the governments of Western countries (especially the European ones), which it kept subject to blame for the Holocaust. In this way, Tel Aviv and its followers argued that the PLO was an organization that committed terrorist acts against Israeli interests and for that, Israel would use the same methods that, incidentally, were not unknown to it.

It was thus that Israel carried out many covert actions that were technically terrorist attacks that were never prosecuted in court in part, due to the support of its local “Sayan” networks and the political impunity that it enjoys for its connections with the estate public and politicians of the states where he attacked without ruling out bribery and extortion as other recruitment methods.

His covert actions in Iraq were memorable for their vileness and brutality. The unsuccessful attempts to assassinate Saddam Hussein long before the 1991 Gulf War was a part of history Tel Aviv would like to forget, losing several men among its failures. But this did not prevent him from conspiring continuously and with the support of Zionist organizations in the US Congress to instigate military intervention. It is even known that Mossad advisers after the invasion of Iraq in 2003 participated in the torture sessions of men and women in the “Black Rooms” installed in the concentration camps run by the Americans.

In the same vein, when the murders and disappearances of Iraqi scientists began to gain prominence, especially those dedicated to the area of ​​nuclear development, many did not hesitate to point their finger at Israel. And they were certainly not wrong. With the collaboration of the Americans (particularly with the Counterinsurgency programs of General David Petreaus and the then Director of Intelligence and Special Operations General Michael T. Flynn) and taking advantage of the state of chaos, precisely established by the invaders, the assassin teams Mossad members were able to penetrate Baghdad without difficulty and do their dirty work unimpeded.

Tel Aviv and in particular the Zionist circle headed by Benjamin Netanyahu believed that they could do the same in Iran and succeed. For this, they have deployed for years a huge battery of measures and actions with the intention of discrediting it in the face of global public opinion and then progressively destabilizing it internally in an attempt to recreate a situation similar to that of its Arab neighbor.

Since Ayatollah Rulloha Khomeini and his Islamic revolution came to power in 1979, Israel was exposed in what it had really done when it “selflessly” aided the puppet regime of Sha Reza Palevi. Prisons where torture and harassment against dissidents were practiced, supervised by Mossad, were some of the marks that were exposed. Since that time, Tehran has been a direct opponent of Israeli expansionist policies that target Palestinian Arabs (regardless of whether they are Christian or Muslim).

The same with Syria, which has been an unconditional of the Palestinian cause, which is why Tel Aviv, with the cooperation of the Jewish-American Lobbies and other private organizations operating in the hemisphere, has done everything possible to destabilize its internal politics.

When the attacks occurred in Buenos Aires in 1992 and 1994, Tel Aviv and Argentine Zionist circles (without the slightest proof of this) did not take long to direct their accusations against the PLO and indirectly against Syria and later when those arguments lost credibility and They were not supported by concrete evidence, they directed their complaints against Iran and the Lebanese “Party of God” Hesbollah. Despite all the staged stories (from obsequent media and journalists) and a justice conditioned by undeniable external pressures, during these years around Iran's participation in these acts, there is not an single evidence that supports it.

Currently upset by the help it gives Syria in the fight against CIA assets (Daesh and Kurdish mercenaries) and its own mercenaries disguised as “rebels” operating in Quneitra and Golan Highs, Tel Aviv had been conspiring and attacking the republic Syrian Arab in various ways such as air strikes, with missiles, infiltrations and terrorist attacks, provision of weapons, explosives and financial aid to Arab mercenaries provided by Saudi Arabia who operate under the label of "Al Qaeda", "Al Nusra ”And other subsidiaries.

Last November 27, Israel once again carried out one of its typical clandestine operations without expecting any retaliation. The assassination of Fakhrizadeh was a new provocation that Tehran would not leave unanswered and just as it did with the US after the assassination of Qassem Soleimani in early January, it sent a strong and clear response. Let us remember that when the CIA (with the complicity of Mossad) assassinated the Iranian general and eight other people who accompanied him when leaving the Baghdad airport, some time later a successful Taliban coup in Afghanistan ended the life of Michael D'Andrea alias “Dark Prince”, a prolific assassin who became the chief of operations for the CIA in that area and who would have had part in the execution of the terrorist attack in Baghdad. The fact left the heads of the Agency with their mouths open, or at least that led the press to believe. At that time the entire CIA was shaken and the US State Department had to publicly moderate its threats.

According to some sources, the assassination operation of the Iranian scientist had not been authorized and it would have been only a whim of the Netanyahu-Cohen duo who would have ordered this operation on their own. Likewise, this could well be just a rumor to try to excuse the state of Israel from its responsibilities before another of its terrorist acts.

On December 3, in the middle of an avenue southeast of Tel Aviv, Fahmi Hinavi, one of the Mossad's superior operations officers, who was mobilizing in his private car, was riddled with a precise burst of machine gun that hit him square in the trunk and upper body. The attackers quickly exited the highway and were lost in the dead of night. The Israeli media did not draw quick conclusions, although several unofficial sources suggested that this had been one of several attacks against other Israeli agents in Tel Aviv, carried out in a coordinated way by an Iranian command that after the coup, vanished into thin air.

Fahmi Hinavi's case could not be covered up because of the public thoroughfare where he was killed. Even and according to some versions they would have spoken of the participation of a car that approached Hinavi's at a time when he was stopped at the traffic light and it was there that he became a static target for his executors. This senior intelligence officer would have been one of the mentors and planners of the assassination of the Iranian scientist, with which his death is surrounded by a particular circumstance. The data is not minor and this has aroused terror among the Zionists and their settlers who, accustomed to going unpunished for their crimes, are now scared of their own shadow. After this, Prime Minister Benjamin Netanyahu and his Mossad chief Yossi Cohen have made no statements beyond the usual nonsensical arguments.

Tehran neither confirms nor denies and certainly has no interest in confirming its participation, but it is true that it is a coup of satisfaction for its government after the aggression of November 27 last. Also, it could very well have been an adjustment of the same agency seeking to erase its traces