domingo, 10 de noviembre de 2019




“INTRIGA EN LA CASA BLANCA”
Mientras los demócratas aceleran las tratativas para llevar al banquillo de un Impeachment al presidente Trump, éste se haya en intensas pulseadas por averiguar quiénes han sido los traidores que le han dado el beso de Judas por unas cuantas monedas de Plata


Por Charles H. Slim
El reloj del Salón Oval de la Casa Blanca sigue corriendo y con cada una de sus pasadas acerca la hora de salida de su indeseable ocupante. Desde la presentación de la denuncia del ex asesor adjunto de Seguridad Nacional Charles Kupperman los rumores y los corrillos por los pasillos de los principales edificios públicos en Washington son interminables ¿Será llamado también el temible John Bolton quien fue despedido unos meses antes; y de acatar al llamado, qué es lo que dirá ante el Comité ante el Congreso?  No hay que olvidar que Bolton fue echado de su puesto como si fuera un aficionado por una controversia sobre puntos de vista que no fueron compartidos en aquel momento por el primer mandatario.

Sus estridencias y sus metidas de pata en algunos asuntos sensibles y que debieron haber sido atendidos por expertos como Bolton, lo han puesto en a mira del bajo fondo del poder estadounidense que observa desde las sombras como se prepara el Impeachment que puede llegar a desalojarle del cargo junto a toda su familia. Por lo pronto y a pesar de haber sido citado, el ex asesor de Seguridad Nacional no concurrio a la requisitoria demócrata.

Esto ha causado fisuras en la lealtad de algunos de sus funcionarios  que han debilitado a su administración. Las filtraciones telefónicas del caso ucraniano y los sabotajes administrativos que ha venido sufriendo su gestión le ha llevado a volverse más paraoico aunque, con mucha razón para ello. 
Ello ha incrementado las inquietudes en el presidente haciendo que gaste gran parte de su tiempo en preguntarse ¿Quiénes me son leales y quiénes no lo son? Las sospechas de Trump apuntan a ciertos de sus funcionarios más cercanos y por supuesto, de sectores republicanos que a último momento le han dado la espalda. Uno de los funcionarios clave es el Jefe de Gabinete de la Casa Blanca Mick Mulvaney quien es al mismo tiempo el Jefe de la Oficina de Administración y Presupuesto que sabe al detalle todos los movimientos sobre las asignaciones y ayudas a otros países. Pese a que fue citado para comparecer ante la Cámara Baja no se presento y ello ha reforzado las suspicacias de los demócratas que presionan por llevar adelante otras citaciones clave para ir conformando el plexo probatorio.

También se corren fuertes rumores de que algunos de los republicanos cercanos Trump, habrían sido quienes filtraron en un comienzo el asunto de Ucrania aprovechando su cercanía con el mandatario. Algunos quizá lo hayan hecho sin querer cuando se lo han comentado a sus pares en algún momento de relax y descanso o quizás también, han jugado como soplones al servicio de los neoconservadores quienes son los que mueven los hilos tras bambalinas. 

Y es que como ha sucedido siempre, cuando un líder comienza a perder su poder o esta a punto de caer en desgracia, los traidores y  oportunistas hacen cola para obtener su momento de gloria. Aquí en la Argentina eso es una tradición nacional.

Pero en lo referente a los EEUU y en particular a lo que sucede con el presidente Donald Trump, su situación nunca fue fácil. Fue desde su nominación para aspirar al cargo tratado como un alienigena, un extraño, un indeseable para el sistema político norteamericano y una carga muy difícil de soportar para la elite neoconservadora y sionista que controlan el Establishment político financiero de la Unión. Se puede asegurar que su mandato ha puesto de cabeza a la agenda norteamericana y en lo particular a lo que hace a su política exterior.


Pese a que su visión de un empresario le dio un valor agregado a la administración federal recortando gastos en algunos sectores ociosos para destinarlos a otros de mayor necesidad, sus políticas no lograron reducir las perdidas en el sector financiero que está llevando al país a una posible recesión. Uno de esos sectores afectados han sido las oprobiosas subvenciones para sostener las ruinosas guerras en Afganistán y Siria a las cuales hay que sumar las operaciones especiales de la CIA y sus diversas agencias homónimas en el exterior.

Estas medidas truncaron la agenda de dominación global y en particular la de rediseño del Medio Oriente para (entre otros objetivos) deshacer los estados nación árabes con gobiernos laicos. Sus movimientos de repliegue en Siria que beneficiaron sin dudas a Rusia, han causado fastidio entre aquellos recalcitrantes sectores y por supuesto –pese a las generosas concesiones- al régimen de Tel Aviv que aspiraba a una desintegración del país árabe. Sumado a ello, las decisiones de Trump cortaron los negocios negros de las agencias de inteligencia federales y las prolíficas ganancias de la industria armamentística (Raytheon y Lockeed Martin). Esto devino en una sumatoria de consecuencias imperdonables que debían ser cobradas en algún momento. Si esto es así ¿Por qué Trump sigue con vida? Pues la respuesta es clara, actualmente matar a un presidente estadounidense  no es algo tan fácil desde que los mismos norteamericanos se han venido cuestionando las implicancias del asesinato de John F. Kenedy y han desconfiado de la farsa de intento de asesinato de Ronald Reagan.    

Fue por ello que el mismo Zbigniew Brzezinski un par de años antes de morir había advertido que los individuos, los ciudadanos de a pie que componen a la opinión pública se habían vuelto demasiado inteligentes para que se tragaran los relatos y trascendidos que su gobierno les quiere vender.  En este sentido si algo violento le ocurriera a Trump todos mirarían al sistema y a las instituciones estadounidenses plagadas de sectores oscurantistas que parecieran llevar adelante una agenda paralela y ajena a la política estadual de la Unión.

Es por ello que los demócratas encabezados por Hillary Clinton y Nancy Pelosi y los más férreos sectores del neocon que se aglutinan y alinean por la derecha con el Establishment prefieren echar mano de las herramientas institucionales como son la justicia o el Impeachment de destitución por juicio político para deshacerse de un personaje tan molesto como Trump. 
Incluso estos especulan que a un tipo como Donald Trump le dolerá más el escarnio y la exposición mediática humillante que le ridiculice en vivo y en directo de costa a costa que una bala en la cabeza.

El hastío por Trump ya se advierte en muchas otras señales como ser lo que se esta viendo en la recaudación para la campaña presencial, que en el caso del mandatario –dentro de lugares como el mismo Departamento de Estado- ha sido notablemente más baja que la de sus oponentes demócratas. Esto fue señalado por el ex embajador en Polonia, Daniel Fried al decir “que ello no debería sorprender a nadie que los diplomáticos sean reacios a apoyar una administración que ha hecho tanto daño a la institucionalidad estadounidenses”.  

El asunto de Ucrania ha brindado la oportunidad para lograr aquel fin. Las acusaciones sobre la retención de la ayuda de 400 millones de dólares para comprar armamento al gobierno colaboracionista de Kiev hasta tanto informara sobre los movimientos y negocios de su rival Joe Biden es uno de los cargos más graves que Donald Trump enfrentara en el juicio político.  Pero los demócratas se han encontrado con una fuerte reticencia para testificar en los funcionarios de la administración ligados al área de presupuesto, ya que son vitales para armar un caso solido.

En ello se acusa al mismo Trump de estar bloqueando la posibilidad de que esos funcionarios que conocen bien como es el mecanismo de la asignación de ayudas al exterior presten sus declaraciones ante el grupo de investigación. Los nombres clave se hallan conformados por el Director interino de la Oficina de Administración y Presupuesto Russel Vought y el Jefe de Seguridad Nacional de la OMB Michael Duffey encargados de las áreas sensibles para saber como funciona la mecánica de asignaciones presupuestarias.

Pero a pesar de que los demócratas los han citado repetidamente a los fines de  recopilar toda la evidencia posible y armar el caso de juicio político contra Donald Trump, aquellos nunca se han presentado.  La misma reticencia se ha advertido en los funcionarios subordinados quienes han ignorado olímpicamente las citaciones que se les cursaron. Según algunas fuentes el mismo Russel Vought alego por medio de un Twit que “ellos no se prestaran a un proceso falso”, dejando en claro que su presidente se hallaría frente a un “Lawfare”.

Precisamente ya todo esta preparado para dar la patada inicial del Impeachment quedando en última instancia la decisión de su inicio o no a los senadores Mitch Mc Connell y Chuck Schumer quienes,  podrían negociar a puertas cerradas una salida honrosa para Trump tratando de recrear aquel arreglo al que arribaron los senadores Ted Kennedy (D) y Phil Gramm  (R) ante la inminencia del juicio político al presidente Bill Clinton en 1999.  En aquella oportunidad el obsecuente presidente argentino Carlos Menem había opinado –sin que nadie se lo hubiera pedido- que la intensión de enjuiciar a Clinton “era un error”. Igualmente nadie en Washington escucho su opinión.

En realidad esta posibilidad es muy remota ya que, a diferencia de Clinton, Donald Trump no pertenece a la elite sustentada por los neoconservadores  y para peor, se ha ganado la aversión de estos y la enemistad de un amplio sector del mundo de la política en Washington.  Al mismo tiempo el presidente norteamericano ha estado telefoneando sin pausa a los senadores republicanos e incluso invitándoles a cenar con algunos de ellos para saber de primera mano quiénes han chivatado en su contra y cómo puede evolucionar el procedimiento.

sábado, 9 de noviembre de 2019



“CREAR LA VERDAD”
Qué hacer cuando la realidad es tan inconveniente que no puede explicarse por si misma. Desde hace 18 años el mundo viene siendo testigo de las más descaradas politicas de desinformación que buscan crear una verdad acorde a las ideologías que ocupan el poder estatal

Por Dany Smith
Desde el punto de vista religioso suele decirse que no existe la verdad absoluta si ella no proviene de Dios. Para el griego Platón la verdad absoluta era necesaria e intemporal por lo cual está fuera del alcance de los mortales. En el derecho se enseña que no existen derechos absolutos dado que los mismos se ejercitan en el marco de la convivencia social en la cual, deberá haber una articulación entre los derechos de cada individuo que forma parte de esa sociedad revelando con ello una relatividad en el ejercicio de los mismos. 

Incluso en un proceso penal para dilucidar la comisión de un delito se habla de la necesidad –mediante una reconstrucción histórica- de llegar a la verdad material la cual no precisamente será absoluta. Con ello podríamos decir que la verdad  en ésta realidad no existe como un valor absoluto verificable.

Pero ¿Qué es la verdad? Desde un punto de vista pragmático es la coincidencia entre lo que se afirma de una situación que se advierte en la realidad material. Pero cuando esa situación o hecho se trasmite por terceros a quienes no lo han visto ¿Seguirá siendo verdad? Es ahí donde surge el dilema de la autenticidad de la verdad.

En la política  esto no tiene aplicación. Por el contrario, la verdad es la primera en ser deformada o suprimida ante la inconveniente realidad de hechos injustificables. En la guerra suele decirse que la verdad es “la primera baja”. La “verdad” es un activo central en la propaganda de los gobiernos que pretenden sostener sus ideologías y de los estados que buscan justificar sus políticas. Ciertamente en estas categorías no se discriminan por países con sistemas “democráticos” o no democráticos. Los estados como tales, llevan adelante políticas que pueden beneficiar a muchos de sus habitantes como así también perjudicar a muchos otros. Para ello necesitan argumentar sobre las mismas apoyándose en lo veridicto de sus posiciones a los fines de convencer a su propia población de los beneficios que aquellas políticas traerá a costa del sufrimiento de otros.

En Argentina por ejemplo la era de la posverdad es casi una religión. Con cada gobierno se instala un relato nuevo, una verdad y con ello, una nueva historia con verdades sagradas y héroes míticos que llegan a contradecir lo que inmediatamente antes de que ellos llegaran los medios de comunicación santificaban como veridicto. La llegada de Alberto Fernández  a la presidencia gracias al apoyo de la líder de la fuerza política (Kirchnerismo) que un tiempo antes critico con tanto ahínco y ardor,  además de la volubilidad  de su persona demuestra y preludia el intento de reinstalar o imponer una nueva verdad revelada que parece tener visos religiosos con el intento de santificar a Eva Perón”.

Crear la verdad a conveniencia de una ideología o estado es un arte con larga historia. La “verdad” para intelectuales como Walter Lippman solo estaba reservada a los altos funcionarios y burócratas del estado, asequible solamente a la elite del poder que dicho sea de paso, desprecia a los ciudadanos de a pie quienes no tienen el tiempo y la capacidad para entender y mucho menos discernir de los altos asuntos del estado. Aquí la verdad es la que fabrican los poderosos y es divulgada por sus intelectuales. De allí la necesidad del estado por aplastar las individualidades en favor de un colectivismo masificador, al cual es fácil de manipular.
Es así que para imponer una verdad propia y conveniente se necesita de mentiras y falsedades tal como lo hace la posverdad.

Los últimos 18 años a esta parte ha quedado demostrado que quienes se autodenominaban como “democráticos”, representantes de la verdad, resptuosos de la libertad y preocupados por los derechos humanos eran y siguen siendo tan viles y criminales como cualquier régimen autocratico y represivo de la historia. Y ello ha podido ser corroborado con sobradas pruebas, gracias a la masiva apertura informativa que permitió el internet y el desarrollo de fuentes alternativas de información que tan pronto como pudieron, los estados más preocupados por tapar su basura pusieron a rodar costosos programas de contrainteligencia e intoxicación informativa mediante las redes sociales en internet monitoreadas desde salas de “Ciberguerra” ubicadas en locaciones secretas.
Bush y Noriega en 1976

Cuando EEUU invadio Panamá en 1989, los medios estadounidenses justificaron la medida alegando que Manuel Noriega era poco menos que un dictador  y un criminal ligado al narcotráfico, pero omitieron mencionar que su ascenso al poder había estado ligado a su pasado con la CIA y su amistad con nada menos que el mismo y por ese entonces  jefe de la agencia George H. Bush.

Lo que hoy tanto  indigna a los políticos y empresarios de medios anglosajones y que desde hace poco se conoce como Fake News es una práctica extendida en los EEUU durante todo el siglo XX y parte de lo que va de éste siglo. La manipulación de noticias e incluso la fabricación de trascendidos y hechos totalmente inexistentes para justificar determinados fines, fue para Washington una constante en las políticas de intoxicación y ocultamiento de información cuando necesita justificar ciertos procederes y tapar las consecuencias de sus acciones.

Los ejemplos abundan. Pero sin dudas que la II guerra mundial fue uno de los escenarios más prolíficos para el ejercicio de tácticas de engaño y propaganda destinada a demonizar al enemigo y al mismo tiempo intimidar a los elementos disidentes de la sociedad occidental. Los principales medios para concretar estas políticas fueron el cine, la radio y por supuesto la prensa gráfica, necesarios para vehiculizar  esa “verdad producida” que el Establishment necesitaba masificar entre la población. Esto sucedia tanto en la Alemania Nazi como en los EEUU con Franklin D. Roosevelt, éste último pese a la propaganda que los auto proclamaba “libertadores del mundo” en muchos de sus estados los ciudadanos negros, por esta diferencia de color de piel no podían viajar en el mismo autobús o ir a colegios de blancos.

Más contemporáneamente, el ejemplo de como orquestar una campaña de propaganda que indignara a la población norteamericana para que apoyara el envío de tropas a una guerra que ya había sido planificada con antelación, fue el relato televisado de la supuesta enfermera kuwaití que alego ante cámaras haber visto como tras la invasión de 1990 los soldados iraquíes tiraban al suelo las incubadoras de los bebes. El testimonio era desgarrador y los hechos relatados sonaban indignante pero, era una gran mentira. La charada fue montada y costeada por el Departamento de Defensa norteamericano contratando –pagando con dineros públicos- a la empresa de Relaciones Públicas “Hill&Knowton” que realizó todo el montaje de un melodrama.

Un año antes en 1989, las manifestaciones en la Plaza china de “Tian an men” fueron descritas por los medios occidentales como una masacre indiscriminada cuando ello no fue ciertamente así dado que los calificados como “pacificos estudiantes” asesinaron a varios soldados e incluso los quemaron vivos.

La escenificación y la pronta dilucidación sobre los aparentes responsables de los ataques del 11 de septiembre de 2001, fue otra intentona por imponer una temprana verdad oficial que victimizara a los EEUU y justificara la venganza sin importar los medios para ello.

Los falsos informes de la CIA y el MI-6 sobre las armas químicas iraquíes y la supuesta conexión de Bagdad con “Al Qaeda” fue otro descarado embuste para justificar otra invasión que iba contra el derecho internacional. 

Desde el presidente Goerge W. Bush hasta la prensa estadounidense (que era levantada sin críticas en Argentina) avalaron esto aunque cabe aclarar, que hubo voces disdentes que denunciaron esta mentira a costa de su propia vida (Caso de John Kelly).

Ello sirvió para generar aversión y el odio hacia lo “árabe-islámico” entre la opinión pública norteamericana para que más tarde no se sorprendieran por las bestialidades que se causarían contra Iraq y los iraquíes. Demonizar al adversario hasta deshumanizarlo es el objetivo central en esta política sucia. Siniestro pero efectivo. Escenificado y representados los enemigos como malvados e inhumanos, debe trasmitirse por todos los medios (Cine y la prensa) esa imagen a la mayor audiencia posible.  

Dentro de este esquema de humo y espejos se inserta la llamada Lucha contra el terrorismo que en su misma terminología revela una contradicción irremediable ya que el terrorismo es una táctica de guerra y no una causa ideológica. El último episodio de este gran embuste fue la noticia de la cinematográfica eliminación de Abu Bakr Al Bagdadi que más allá de los pormenores de este advertido engaño, el mismo es parte del puzzle de mentiras que forman la verdad que Washington y sus aliados buscan colar desde 2001 en la opinión pública global.

miércoles, 6 de noviembre de 2019



EFECTO REVOLUCIÓN”
El asalto a la embajada de EEUU en Teherán, causas y consecuencias de una geopolítica occidental intervencionista ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Por Charles H. Slim



Desde hace 40 años que en occidente se ha creado una visión tergiversada y tendenciosa sobre la república Islámica de Irán. Argentina no ha escapado a este relato mediático caracterizado por su oscurantismo y malicia direccionada sobre la congregación musulmana chiita. Quien no ha escuchado noticias, trascendidos e incluso coloridos documentales estadounidenses y europeos que describen las maldades y abyecciones del “régimen de los Ayatolas” que entre otras cuestiones, “somete y oprime a la mujeres”  ¿Por qué y de dónde proviene esta visión? 

El 11 de febrero de 1979 se establece un nuevo gobierno en Teherán que terminara con el corrupto régimen del Sha Reza Pahlevi y la interesada y dañina influencia occidental pero en especial con la toxica injerencia anglo estadounidense. Como es sabido Washington no tiene aliados –salvo Gran Bretaña e Israel-, solo tiene socios de oportunidad conforme a los intereses del momento. Hasta aquella fecha, EEUU se beneficiaba con la producción petrolera persa y al mismo tiempo usaba al régimen del Sha Reza Pahlevi como un tabique de contención contra la influencia del comunismo soviético interesado tanto en el petróleo iraní como del estrategico Golfo Pérsico.

Para los historiadores y la elite política anglosajona y en particular la estadounidense influenciada por el lobbie-pro Israel, Irán paso de la noche a la mañana de ser un “pilar estratégico” (como lo señalo Henry Kissinger) en un “estado malvado”, un reduccionismo infantil pero muy efectivo como parte de la propaganda mediática durante los años ochentas.

Pero durante muchos años estos sectores se abstuvieron de atender a los precedentes y las causas que había detrás de ésta repentina reacción popular iraní. Y es que ni lo iraníes se habían vuelto locos ni menos aún, eran responsables por querer cambiar un sistema de cosas corrupto y represivo, que desde el derrocamiento (ejecutado por la CIA y el MI-6) de Mohammad Mossadegh en 1953 –para controlar la producción petrolera- era sostenido y tolerado desde Washington.

Los procesos revolucionarios no comienzan una mañana y culminan en la tarde (como prentenden hacer creer los relatos estadounidenses). Son una sucesión de episodios que se van acumulando en el tiempo y que en un momento determinado termina por estallar. La corrupción del régimen monárquico del Sha y su familia fue tan descarada e inicua, que entre algunos de sus caprichos reales estaba el pedir la comida para ser traída en avión de restaurantes en París mientras su población se sumía en la miseria.

Era un escándalo ver como mientras los campos petroleros más productivos de “Ahwaz”, “Marun” entre muchos otros, el producto de su extracción que daba ganacias netas terminaban en los bolsillos de las compañías extranjeras.

En aquellos momentos no hubo en occidente una sola voz que criticara esta realidad. Por el contrario, tanto los medios más influeyentes como los funcionarios más conservadores que ocuparon en aquel entonces los sitiales como el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y la CIA, alentaron el despliegue de todas las medidas a la mano para que ese sistema de cosas se mantuviera en el tiempo. Había que mostrar al mundo una imagen positiva de esa Persia mágica y opulenta, para que se asemejara a lo  que Jimmy Carter dijo en 1977 “una isla de estabilidad en una de las zonas más problemáticas del mundo”.

A pesar de este comentario, Carter ignoraba la siniestra realidad que se movía bajo el subsuelo dado que de haberlo advertido, jamás habría dicho semejante falacia. La CIA y sus colegas del Mossad israelí hacían de las suyas al servicio del riquísimo régimen del Sha formando a las temibles “Savak” preparándolas en toda clase de técnicas para la tortura y eliminación de disidentes. La cárcel de Ebrat fue uno de los centros de detensión más conocido donde los agentes de la “Savak” asistidos por asesores de la CIA y el Mossad, cometieron todo tipo de crímenes contra los prisioneros. Los cuerpos de seguridad o policía secreta fueron la cara visible de aquellos maestros y un instrumento vital de control para mantener a los EEUU en Irán. 
Restos de aparatos estadounidenses en el desierto de Irán

Igualmente, las protestas civiles fueron creciendo y para finales de 1978 la situación en las calles se había vuelto incontrolable.  Muchos policías y militares dejaron de responder a la monarquía y fue allí que los pisos francos de la CIA y el Mossad fueron evacuados de inmediato. Ante esto, los duros –entre ellos Brzezinki- en Washington recomendaron medidas extremas y fue por ello que convalidaron las masacres que cometían las fuerzas policiales y militares sobre la población. Y es que era un secreto a voces los tironeos entre aquellos sitiales del poder profundo y el presidente Carter. Para el ala dura de los republicanos y conservadores, Carter era literalmente un idiota y daban poco crédito a su carácter para manejar con firmeza los asuntos de política exterior entre ellos lo que sucedía en Irán.

La toma de la embajada en Teherán el 4 de noviembre de 1979 fue el punto disruptivo entre Washington y la revolución islámica liderada por Khomeini, dando por terminadas las relaciones bilaterales. Durante más de un año, 66 diplomáticos y funcionarios norteamericanos estuvieron retenidos por los revolucionarios desatando un punto de no retorno entre Washington y Teherán. Esto fue explotado por Tel Aviv asesorando en tácticas para penetrar en el terreno. Al mismo tiempo los neoconservadores y sus aliados sionistas del Congreso nortamericano presionaron por acciones directas y contundentes.

Carter sometido a esta presión interna y mal asesorado autoriza en secreto al Pentágono el diseño de una operación de rescate viable..  En abril de 1980 con la cooperación de Egipto, Turquía, Omán e Israel se lanza la operación “Garra de Águila” que tras imprevistos de último momento fracasó estrepitosamente dejando una amarga lección sobre las arenas del desierto de Taba. Algunos señalaron que los asesores militares israelíes tuvieron (contra las reticencias del jefe de la CIA Stansfield Turner) una importante influencia en el diseño de la operación, proponiendo una charada similar al rescate de los rehenes de “Entebbe” realizado en 1976
Justamente en esos momentos, el Departamento de Estado a cargo de Warren Christopher a travez de la CIA se hallaba en secretas tratativas con Bagdad, vinculadas a establecer una colaboración en la implementación de tácticas de presión sobre Irán que se revelarían en septiembre de 1980 cuando Saddam Hussein ordena recuperar el canal “Shat Al Arab”.

En enero de 1981 se llegaría a un acuerdo que haría regresar a los rehenes a EEUU terminando con la crisis política pero dando comienzo a una larga contienda subterránea que aprovechada por Israel llegaría hasta la actualidad.  Ello solo fue el preludio de nuevos problemas y componendas por venir vinculados a este episodio y que  Tel Aviv capitalizó para socavar la estabilidad de la república Islámica. Washington y en particular sus sectores más reaccionarios neocon y sionistas, impulsarían todo tipo de propuestas sancionatorias para escarmentar a Teherán que aún siguen vigentes.

domingo, 3 de noviembre de 2019



“The Good Hombre”
Argentina and the eternal return to stupidity. How a simple Trump call made many Argentines believe they are safe from chaos

By Charles H. Slim
It is not the best moment of Donald Trump and he knows it. So much has fallen into its popularity and appreciation for the political class in Washington that it is practically an outcast about to be evicted from the White House. And it is not an exaggeration. Nancy Pelosi and Hillary Clitnon have set in motion the constitutional impeachment process that will end the megalomaniac dreams of the eccentric businessman.

All this to give context to the telephone call made on Friday, November 1, by the US president to the next Argentinian president Alberto Fernández while some of his advisors wonder who is that? And it is that for the Argentines who ideologically go where the wind takes them, this is something magnificent for their luck. The demonstrations of this hurried uproar were not long in the hands of the same media and journalists who for four years sheltered the outgoing government. But as always, Argentines and especially their politicians prove to be two steps behind international political reality given that once again they have believed -and especially the adept media- that this has been an auspicious signal for their country.

The background of this tare comes from afar. To not extend beyond contemporary history remember what has happened 40 years to this part. When Argentina in the Seventies (70´s) claimed before sovereignty over the islands of the South Atlantic as part of the countries not aligned to the United Nations forum, Washington played an auspicious intermediary between Buenos Aires and London, which was actually an imposition in favor of his British cousins.

When Argentina in April 1982 carried out the "Operation Rosario" that regains control of the Falkland Islands, Georgias and South Sandwich Islands occupied by the United Kingdom for 133 years, in addition to not activating the Inter American Teatry of Reciprocal Assistance IATR and play In an apparent intermediary in good faith, he provided valuable intelligence and logistics assistance to the British Royal Navy, which was vital for them to overcome the beating that the Argentines were giving him.

In 1990 when the crisis broke out in the Persian Gulf, the pseudo-Peronist government of Carlos Menem embarked -without having been summoned- in a war intervention that did not give any benefit to his country. Worse, Carlos Menem and his cabinet believed that they were participating in a peace mission requested by the United Nations, something of which never existed. By the time his government realized it, it was late and their ships were already entering what a month later would become the most important War Operations Theater of the end of the century. At that time, George H. Bush gave Menem high praise for something that the Argentine president himself and most Argentine politicians believed, as a blank check for his country.

Today, Argentina is in an economic crisis that does not yield despite the election of the new president and his political force, a front of heterogeneous forces that already shows internal fissures. For many this will represent a setback to times of anachronistic ideological confrontations since the "Fernández" have as part of their political assets, strips of resentful sectors and with the search to deepen the wounds of old times that for the worse, only pursue economic benefits for them.

On this, one should not lose sight of the low esteem for this political orientation in Argentina that exists on Wall Street and the toughest sectors of American politics. And just as Macri and his people were wrong to believe that Donald Trump would support his government in exchange for an unconditional obsequency, the "Fernandez" should not believe that a simple phone call will be a safe conduit to success. Not at all!

The reasons for this are several. First of all, it is the same internal situation in the United States that conditions this. There is a situation in their domestic economy that despite the implementation of an ultramontane commercial protectionism has not yet been resolved by the White House.

Second powerful reason is that Donald Trump is not the United States or who leads to the political financial establishment that dominates the nation's political threads. Moreover, Trump himself knows that today his words have the same value as a toilet paper in a public restroom. I could assure you that he is a devalued president with one foot inside and one outside the White House in the face of the possibility of the Democracy-driven Empeachment in Congress.

The third reason to keep in mind is that Trump at the time had also expressed the same approval when Mauricio Macri was elected president promising, among other things, economic aid for Argentina to leave his quagmire. And what the hell happened? Just nothing, if there was any management of Washington or Donald Trump himself before the IMF to grant loans that Macri took is something that nobody remembers.

Argentines have a severe problem with their memory and it is not precisely because of the lack of it. The problem is that it is selective and even modify it at ease and convenience of the moment they face. They forget very quickly their previous loyalties so as not to blush, to become the most official government of the day. The Argentines and especially the inhabitants of the province of Buenos Aires seem not to recognize themselves in their identity, in the knowledge where they want to go and abandon their wills to ideologically inconsistent leaders who end up disappointing them.

That moves to their political castes that today cannot be distinguished ideologically by the simple fact that they have no ideology. It can be said that it is a country governed by a single party, that of “Opportunism” something that other countries warn and it is then that when they should discuss issues of state with Buenos Aires, they whisper in their ear the hymn of opportunity.

At that time Macri was for Donald Trump "The Good Man" and all possible praise was for his Argentine pair, but nothing more. There was even a common story between the two linked to private businesses that at some point crossed them. For now, Washington will maintain its movements in the region and within Argentina since it does not see in the government of the "Fernández", any real danger of opposition would cause it to reconsider any retraction. But we must comply with this colloquial procedure. Today things have changed and the flattery are for the new president-elect who, beyond not being liked by the American establishment and his supporters in Argentina, will be with those who must interact from now on. Things of politics; "These are matters of interest, not friendship."