lunes, 9 de diciembre de 2019




“TEL AVIV LLAMANDO”
¿Cambiara Buenos Aires su política exterior alineada al eje Washington-Tel Aviv? La posible eliminación de Hesbollah de la lista de organizaciones terroristas creada por el presidente Macri  ¿Es un signo de cambios que fastidian a Israel?

Por Charles H. Slim
Mucho antes de que Macri perdiera las elecciones, el gobierno de Netanyahu ya estaba preocupado por mantener alineada a la Argentina en su agenda geopolítica para la cual necesita en forma imperiosa cortar definitivamente los lazos políticos y sociales que existen en la región con Irán y la organización libanesa el Partido de Dios “Hesbollah”. Ciertamente que Macri y su coalición de partidos que mayoritariamente simpatizan con Israel (y ello significa convalidar sus políticas y no criticar sus crímenes), no era una preocupación pero, tras el revés electivo del día 11 de agosto, esto cambio y los sionistas que se encargan localmente de mantener las sospechas y el odio hacia Irán y los musulmanes en general, apresuraron el paso.

Bajo el argumento jamás comprobado de que “Irán” y “Hesbollah” estuvieron implicados en los atentados de 1992 y 1994 en Buenos Aires, los sectores sionistas argentinos que responden a la DAIA y a la embajada de Israel los cuales al mismo tiempo reportan en última instancia a Tel Aviv, presionan a los diversos sectores de la política y los medios argentinos para despegarse de las causas árabes, en particular la palestina.

Uno de los argumentos que se han utilizado para tratar de presionar al último gobierno de Cristina Fernández y manipular a la opinión pública argentina es la acusación de haber firmado un memorándum de entendimiento con Irán, como si ello hubiera sido parte de un plan de encubrimiento cuando se sabe que éste es un instrumento que se utiliza constantemente para establecer acercamientos y acuerdos entre estados.

La mala fe y el activismo pro-israeli ha sido patente en esto y es en donde se ve la mayor aversión de la militancia sionista local contra CFK y el peronismo en general. En realidad el sionismo siempre aborrecio al peronismo y supo sacar partido de ello dentro de la vida política argentina. 
Con su poderosa influencia financiera que se extiende a los medios y parte de la cultura argentina, siempre ha tratado de retratar a Juan Domingo Perón como un dictador o incluso a referirse al peronismo como  una ideología fascista.

Cuando Carlos S. Menem llega al poder en 1989 la militancia sionista local y la de Israel tuvieron una grata sorpresa al ver como un gobierno peronista estrechaba lazos con el estado de Israel en particular en ciertos campos de interés para Tel Aviv. Cuando el dinero corre y los negocios son buenos poco importan las ideologías, un pragmatismo del cual Israel tampoco escapa.

Desde aquel entonces, la influencia de Tel Aviv dentro de la política exterior argentina fue en aumento. Tras los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y la mutual AMIA en 1994 en Buenos Aires aquella injerencia se incremento a niveles inimaginables (en especial en las áreas de inteligencia) sin que ningún gobierno hasta hoy día haya podido controlar esto. La peculiar situación interna que vivía Israel en aquellos momentos nunca quiso ser pesquisada y varios de los elementos que no tenían explicación fueron continuamente rehuidos de mencionar pese a que explicarían con notable claridad la fuerte pugna política entre los extremistas sionistas y los moderados especialmente, los liderados por Yitzak Rabin. Los atentados además de enlodar las tratativas con la OLP, fueron la excusa perfecta para plantar su agenda geopolítica contra Siria, Líbano e Irán y al mismo tiempo sembrar el temor en la población argentina a la indefensión ante nuevos posibles ataques del “terrorismo internacional”.  

Durante años los “especialistas” que adhieren a posición política israelí y obviamente de Washington, ha clamado que el único responsable por el terrorismo internacional eran los árabes y los fundamentalistas islámicos llamados durante los años noventas como “integristas”. Pero ello en sí, además de una clara muestra de islamofobia, era una falacia. De la forma que se expone el tema, trataban –y aún algunos insisten- de acusar como creadores y responsables de este “fenómeno” a los árabes o a los musulmanes aprovechando las circunstancias de conflictos determinados. 
Pero ciertos eventos contemporáneos han dejado en claro que ello es falso y que incluso, el “terrorismo” no es una ideología ligada a lo islámico –como han tratado de presentarla desde 2001- sino una táctica de guerra usada incluso por EEUU e Israel.

Cuando la antropóloga Sabrina Frederic, quien será la próxima ministra de seguridad de la nación aseveró que el terrorismo es una cuestión impuesta por EEUU y la OTAN, los sionistas locales y sus personeros en Israel no tardaron en contragolpear.  Inmediatamente salio a la  palestra el Director 
Adjunto para América Latina y el Caribe de la cancillería israelí Modi Eprahim a “sugerir” que había que continuar con lo decidido por el gobierno de Mauricio Macri, revelando una clara intromisión en la política exterior argentina. Como es de costumbre y para tratar de convencer a una población aún muy desinformada sobre los problemas de Oriente Medio y en particular lo que se esconde detrás del terrorismo, los medios y algunos de sus más conspicuos voceros reeditan la culpa y el miedo acusando a estos puntos de vista y a quienes lo exponen como “antisemitas”, algo que como ya se sabe es totalmente irreverente y falso.

Pero en el caso puntual de la postura de Frederic y sabiendo que será una funcionaria del nuevo gobierno argentino, estos sectores se limitaron a tratar de dividir el espectro político del peronismo, señalando con la acostumbrada cizaña que estas expresiones son parte de la doctrina de “sectores del Kirchnerismo”  o “marginales”, como una forma de desacreditar este tipo de posturas.

Las inquietudes de Israel y sus partidarios radico en un trascendido en el cual supuestamente Alberto Fernández habría dicho que eliminaría el decreto que había sancionado Macri, a la zaga de Washington y Tel Aviv creó una lista de organizaciones terroristas entre las que se incluyeron a “Hesbollah”. Desde el puento de vista de las constancias de las causas judiciales (en particular de la AMIA) no hay un solo elemento comprobado y cierto que señale aquello; lo único que existe son los “informes de la CIA y el Mossad” que fueron pacíficamente incorporados en el gobierno de Néstor Kirchner sin que aquellos aportaran ninguna referencia que conduzca a pruebas tangibles que verifiquen los mismos.

Por supuesto que este trascendido ofusco al mismo Donald Trump (un sionista efusivo) y a sus serviles sectores del Lobi sionista que operan en conjunto con los neocon desde dentro del Congreso estadounidense. 
Algunos señalan que la imposición de aranceles para la importación de acero y aluminio argentino podría estar influida por estos trascendidos de un gobierno izquierdista que muy poco simpatiza a Trump y al Establishment en Washington, aunque no hay que olvidar que también se halla en la lista de los afectados el admirado Brasil de Bolsonaro aunque –hay que remarcarlo- ha demostrado ser un sionista con aspiraciones para que Israel opere en la región desde su país.

Pero lo cierto es que, las acusaciones contra la república Islámica de Irán y la organización de resistencia libanesa “Hesbollah”, solo tienen meros sustentos mediáticos difundidos por ciertas empresas de medios y periodistas con ascendrada militancia para la embajada de Israel. Tratando de tocar las fibras emotivas del colectivo argentino (buscando sembrarles culpa), no tardaron en sacar a la palestra las declaraciones de algunos familiares de las victimas de estos atentados pero no diciendo nada, de lo que piensan y han declarado públicamente muchos otros familiares sobre esta tesis.

En conclusión, se puede ver que pese a los intentos por presionar  manipulando a la opinión pública con tácticas lacrimógenas y falacias discursivas, estimamos que el presidente entrante Alberto Fernández no será tan necio de caer en estas tretas y menos aún, creer como lo hizo Menem, que obtendrá algún beneficio de alinearse con este tipo de imposiciones que se enmarcan en una guerra absolutamente ajena a los intereses de su país.

sábado, 7 de diciembre de 2019




“EL LIMBO DE LA INJUSTICIA
¿Puede ser considerada democrática una nación que ha violado y viola sistemáticamente los derechos humanos más elementales bajo argumentos probadamente falsos e inexistentes? ¿Por qué no pueden ser procesados con todas las garantías estos casos?

Por Charles H. Slim
Los eventos del 11 de Septiembre de 2001 además de los daños y el sufrimiento causados, le dieron a la administración federal estadounidense un cúmulo de poderes que hundió el sistema constitucional basado en los derechos y garantías individuales, en favor y nombre de una “seguridad nacional” amenazada por una supuesta conjura terrorista islamista. El impacto sorpresivo de aquellos hechos, supo ser bien aprovechada por George W. Bush y sus secuaces quienes, asistidos –entre otros- por la Corporación de medios que se alinearon por la derecha con el relato oficial, lograron en ese momento manipular la rabia y la impotencia de una población atemorizada que buscaba venganza.

El paso del tiempo y lo visto hasta hoy, demuestran esta criminal inconsecuencia y la desvergonzada maquinación que se indujo y aún pretenden justificar bajo el rotulo artificioso de “Lucha contra el terrorismo” que en realidad escondía –y hoy se ve harto revelada- una campaña geoestratégica planificada por un grupúsculo de neoconservadores y sionistas cinco años antes y la cual, además de los fines políticos, generaría una catarata de multimillonarios negocios privados en sociedad con el estado federal. Parte de esa muy bien planificada empresa[1], preveía como parte de su operatividad, colocar un  chivo expiatorio y el montaje de una infraestructura de supresión y silenciamiento de una parte especifica de la población global con un objetivo claro: “Silenciar a la disidencia”.

En este último sentido, la creación otras agencias federales con el consiguiente incremento astronómico del presupuesto federal para seguridad y defensa, obligo a la “comunidad de inteligencia producir información acorde al nuevo enemigo”: El Islam.

Para Washington la “Seguridad nacional” esta por encima del respeto a los derechos humanos y prueba de ello son las incontables arbitrariedades  constatadas en crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos en parte, por sus agencias de inteligencia y los cuales aún siguen impunes. Cuando estos hechos quedaron expuestos al conocimiento de la opinión los abogados de la CIA (principal implicada en muchos de aquellos hechos), trazaron estrategias legales para no quedar implicados en los aberrantes hechos que ejecutaron o encargaron ejecutar.

Las principales tretas fueron, permitir a la prensa difundir algunas historias de Guantánamo y realizar algunas entrevistas en Abu-Graib obviamente controlado.

En su tarea de agencia de inteligencia, la CIA debe supuestamente obtener información que sea útil y conducente a la seguridad de su país pero nada se ha dicho que se avoquen a “crearla y/o producirla” en base a mentiras y falsedades las cuales obtienen con métodos cruentos y deleznables como los usados por los nazis y la vieja KGB de Stalin en la Unión Soviética o las extensamente utilizadas por  sus aliados israelíes contra los palestinos. Eso obviamente es la teoría.

traslado de prisionero de Guantánamo

El cumulo de arbitrariedades se estaba incrementando y las filtraciones conspiraban contra el secretismo de Washington. Las realidades de los campos de concentración de Guantánamo en Cuba, Abu-Graib en Iraq y Bagram en Afganistán solo eran la punta de un iceberg negro de la infraestructura de terror que habían desplegado los militares y las agencias federales estadounidenses y de sus colaboradores extranjeros. Los secuestros y las detenciones sin orden judicial ni indicio alguno[2], fue una de las tácticas que EEUU comenzó a implementar usando como modelo de procedimiento a las “detenciones administrativas” que ya aplicaban y siguen aplicando sus aliados israelíes contra la población palestina.  La ventilación de pruebas gráficas de las torturas, los abusos, violaciones y humillaciones a los prisioneros fue demasiado para la elite en Washington que necesitaba limpiar la imagen del país ante un mundo que observaba horrorizado.

Los documentos de Abu-Graib no solo demostraron que EEUU violaba en secreto todas las convenciones del derecho internacional humanitario sino que también, lo hacía sistemática y planificadamente en todas partes. Y no solo eso, sino que también para tratar de cubrir su participación (y la de aliados como Israel) subcontrataba a sujetos y empresas privadas para que llevaran adelante estos hechos aberrantes. Era demasiado brutal e injustificable para que alguien sintiera simpatía hacia lo que estaba haciendo EEUU.

A partir de allí se fabricó toda una charada mediatica que aparentaría respetar los derechos de los “detenidos” acusados –sin pruebas certeras- o sospechados de terrorismo, estando entre estos últimos todo aquel musulmán que criticara las atrocidades que se estaban cometiendo en Afganistán e Iraq. Para ello, Bush logro hacerse de una legislación invasiva y contraria a los principios constitucionales que tras ser implementada por el FBI[3],  más tarde exportaría a cada uno de los países que invadiría (USA Patriotic Act).

Los representantes demócratas más honestos del Congreso no daban crédito a las arbitrariedades que se estaban cometiendo y de las cuales tomaron conocimiento tras haberse filtrado por canales extraoficiales como el internet y de los testimonios de muchos veteranos que regresaban de Iraq y Afganistán.

A la par de esto y con intenciones contrarias a la transparencia de los actos gubernamentales, los neoconservadores y sus aliados sionistas buscaron todas las vías mediáticas y legislativas posibles para encubrir estos hechos. Parte de este encubrimiento se lleva a cabo dentro de la misma infraestructura gubernamental, especialmente de sus agencias federales de inteligencia quienes siguen demostrando renuencias en publicar los informes sobre estos hechos. Incluso más. Cuando se ha solicitado conocer los antecedentes de algunos funcionarios implicados en actos inhumanos y criminales como los referidos, las demoras y el silencio prevalecen.

Según se ha comprobado por fiscales federales, pese a lo requerimientos de desarchivo cursados a la CIA por parte de abogados independientes y sociedades civiles, en la mayoría de los casos son desoídos quedando los criterios y demás elementos que conforman esos informes cerrada al conocimiento público en general (Como fue el caso la designación de Gina Haspel como Jefe de la CIA). Incluso los jueces militares que abordan el caso del sospechado del ataque al “USS-Cole” en 2000, han corroborado que la CIA les ha proveido informes falsificados que obstruyen las investigaciones[4].

Cuando acceden a publicar alguna pieza informativa que tiene fines judiciales, se ha observado que sus contenidos están adulterados, mutilados o no responden a los requerimientos de transparencia haciendo que poco o nada valga dicha información.

Ello llevo a que se produjeran grandes choques internos entre los sectores que buscaban mantener vigente los principios de la constitución y quienes apoyaban esta verdadera cacería confesional instigada desde ciertos sectores influyentes del Congreso, los medios y las finanzas. Y para cerrar este escenario de terror estatal, los detenidos en el mejor de los casos, luego de recorrer un circuito siniestro de prisiones secretas de la CIA quedaban a disposición de tribunales militares ¿Eso es democracia?

Para tratar de escapar a las recriminaciones y el repudio internacional, Washington comenzó desde finales de 2006 a teatralizar un aparente respeto al derecho de defensa permitiéndoles a los detenidos ser asistidos por abogados.  De esta manera,  los detenidos tendrían el derecho a la defensa y sus abogados podrían investigar y recopilar material a los fines de verificar si existían elementos verídicos que sustentaran la prisión de sus clientes. Fue allí cuando encontraron reparos y presiones para lograr conocer los informes de inteligencia que involucraban supuestas actividades terroristas de aquellos.

Pero la reticente conducta de la CIA a proporcionar los informes que se le requería y aún se les requiere suele escudarse bajo el argumento de verse comprometida la “seguridad nacional”, justificando con ello las negativas o las mutilaciones de documentos que terminan siendo meros papeles manchados con tinta negra.

Si los argumentos para detener a una persona constaban en informes de la CIA, la misma agencia que había mentido descaradamente –entre otras- en sus informes sobre las armas de destrucción que supuestamente tenía Iraq ¿Qué garantías había de que no fabricarían los argumentos convenientes para justificar la detención de un simple sujeto? De no haber existido el activismo civil para la transparencia de los actos de gobierno que impulsan sujetos independientes y entes como la Freedom Of Information Act (FOIA) la suerte de todo lo ocurrido desde 2001 y la de estos desgraciados  sometidos a la detención clandestina en la red global de cárceles  de la CIA nunca habría salido a la luz y Washington habría logrado consolidar su relato victimzante y legitimizante en pro de justificar las aberraciones, que pese a la condena mundial, continua ejecutando en sitios como Siria, Yemen y Afganistán.


[1] Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC en sus siglas en inglés)
[2] Caso del supuesto atacante de USS-Cole Abdel Al Rahim Al Nashiri.
[3] Formas y comunicados del FBI sobre intervenciones y espionaje a ciudadanos https://www.epic.org/privacy/terrorism/usapatriot/foia/field_rpt5.pdf

miércoles, 4 de diciembre de 2019


“CALMA RUIDOSA”
Hacía donde se dirige la Argentina desde el 10 de diciembre de 2019
Por Javier B. Dal
Un viejo amigo solía decirme, que mientras más calmado este un lugar más debes abrir los ojos y mucho más cuando ese lugar es una población inmersa en una crisis.  La suspicacia de mi amigo proviene de su veteranía tras años de haber intervenido en tres guerras y haber recibido varias heridas que le quedaron grabadas a fuego en la carne y también en su mente. Pero más allá de esto, hay situaciones que son análogas y pueden ser miradas con esta particular forma de ver las cosas.

Faltan pocos días para que en Argentina asuma un nuevo gobierno que además de contradicciones, se trae consigo un cajón lleno de incertidumbres.  A pesar de ello, la quietud social –en comparación a situaciones de Chile, Ecuador y Bolivia- es desconcertante.  Pero se sabe que por debajo hay un movimiento incesante que podría  estallar como un volcán.

Argentina es un escenario de estos. Alli todo parece apacible y las reacciones de la población ante una crisis socio económica que no termina nunca, parecen lentas y hasta en cierta manera demasiado tolerantes para las arbitrariedades que soportan. Entonces muchos se preguntan ¿Realmente existe esa crisis en Argentina? Ciertamente que si pero, ha sido desde hace décadas alimentada, mantenida y hoy reconducida por intereses sectoriales que favorecen a quienes manejan en último sentido al país. En un estado de cosas como el que se vive allí, es muy poco factible avance alguno. Es una sociedad de quejosos inactivos y de obsecuentes en la cual quienes han sobresalido han sido son los profesionales de la protesta como son los sindicatos, los piqueteros y sus lideres.

En Argentina la crisis engloba a una serie de otras microcrisis que poco a poco y a lo largo de los años, han disgregado el contrato social que la mantuvo hasta en algún momento, con algún grado de cohesión a la sociedad. Algunas de ellas son: la ausencia de transparencia en el ámbito público que ha propiciado una corrupción galopante tolerada y hasta festejada por la misma población y la falta de vocación por generar un destino común y definido para el país.

Hay una situación de anarquía burocratica y también política que afecta tanto al estado en sus tres estadios (nacional, provincial y municipal) como a la vida política partidaria.  

La ausencia de autoridad y la perdida de credibilidad en las instituciones públicas no solo pone en peligro cierto la existencia misma del país como un ente regional e internacional sino que reafirma la sensación ante el mundo de la falta de seguridad jurídica y con ello, de credibilidad que puede ofrecer el país.

La ilusión de una nueva realidad con un nuevo gobierno ya no engaña a una gran mayoría de los excepticos que no compran la polarización partidaria novelada entre el “Kirchnerismo” y los “macristas”. Solamente los medios y los periodistas serviles al Status Quo de turno, fabrican argumentos utilizando sus emporios y periodistas de lista, para mantener este supuesto antagonismo.  Incluso se esta viendo como muchos de los críticos y defenestradores del pasado kirchnerista con indisimulable obsecuencia y hasta desvergonzada hipocresía, se ponen la camiseta del gobierno entrante ante el temor a las prometidas represalias que se aplicaran a los colaboracionistas del Macrismo.

Pero a pesar del planteo de este “sistema de cosas”, un importante franja de la población ya están cansados del manoseo y no creen nada. Y es allí donde salen corriendo a tratar de que este pensamiento no se extienda.

Los intelectuales que sostienen todo esto suelen decir “dentro del sistema todo, fuera de él nada”, como una forma de condicionar e incluso frenar las protestas populares y los estallidos  violencia política que genera las injusticias de aquel;  pero ¿Qué es precisamente el sistema? Y es aquí los tonos grises se vuelven mucho más difuminados y pierden su distinción. 
Ellos (quienes se sirven del estado) tratan de alegar que el mismo representa la “democracia” y a cuento de ello, justifican entre otras, las arbitrariedades y la galopante corrupción. “El sistema” no es más que la infraestructura de un estado ineficiente y sobrepoblado de cual se valen estas mafias para hacer sus propios negocios. Dentro de él, no hay forma que ellos sean tocables consagrando la impunidad que el contubernio de la administración de justicia ha sabido consolidar. Es allí donde viene ese clamor hipócrita y conveniente que refiera “fuera del sistema nada”.  

El único gran problema del país no es socio económico o el hambre como descaradamente han mediatizado los denominados  “progresistas” y sectores de la desorganizada izquierda del país. La mala distribución y la inequidad  pasa por otro lado y es allí donde nadie quiere hacer algo. La venalidad en los cargos y los favoritismos personales sigue y seguirá siendo parte de la corrupción estructural que se enquista en el estado y que nadie esta ni estará dispuesto a erradicar.

La política partidaria, esa que juega dentro “del sistema”, sigue siendo un negocio redondo para los aventureros y los arribistas que buscan hacerse de cargos con salarios astronómicos en el área de los tres poderes quienes a su vez, llegados a sus cargos alimentan a sus propias huestes de obsecuentes y chupamedias que a su costa aspiran a un empleo en una secretaría, dependencia provincial o municipal a cambio de una lealtad vitalicia. Y ni hablemos de los negocios sucios que se vinculan a delitos que se dicen combatir pero que llenan los bolsillos de intendentes e intendentas de varios municipios. En este escenario ¿Quiénes deberían intervenir y mediar entre tanta trenza?

La administración de justicia es una de las instituciones más mal vistas por la población y ello no es una casualidad. Pese a que los argentinos suelen demostrar una abulia desesperante, el peso de la corrupción de este poder ha llegado a tal nivel y es tan visible que ya no parece ser tolerado por el común. Los repentinos cambios en los procesos de corrupción de los ex funcionarios del anterior gobierno de Cristina Fernández, entre los cuales ella también esta procesada por escandalosos casos de corrupción,  demuestra esa elasticidad y opacidad en la interpretación de la ley cuando se producen los cambios de gobierno. Una muestra de ello, son las manipulaciones que se han visto en las últimas horas en conformación de los tribunales que juzgaran a la ex presidente. En realidad no es una excepcionalidad argentina pero ello, no puede ser una excusa válida para ser tolerada.

Más allá de las supuestas ideologías de estos –supuestos- polos opuestos (Kirchnerismo vs Macrismo), ninguno plantea avances inmediatos para mejorar al país. La asunción de Fernández se ve envuelta en un tumulto de inconsistencias e incoherencias que tras los histéricos alegatos de “Cristina” ante la Cámara de Casación penal, ha dejado en claro que más allá de las apariencias, no habrá un gobierno tan solido y unido como se ha pretendido mostrar. El devenir de los meses revelara si estamos en lo cierto.

sábado, 30 de noviembre de 2019



TEOESTRATEGIA”
Las posibles implicancias de una nueva maniobra estrategica para reconfigurar la región latinoamericana ¿Los Evangelistas al poder?

Por Charles H. Slim

Lo sucedido el 10 de noviembre en Bolivia fue la definición de un extenso y muy bien preparado ensayo de una nueva forma de estrategia política que, como ya lo hemos visto en el Medio Oriente se oculta detrás de ropajes religiosos. Como bien se observa aún no se sabe a ciencia cierta quiénes son los impulsores del derrocamiento de Morales pero si se tiene bien en claro quienes han demostrado su satisfacción por este hecho. Sin dudas que Netanyahu es uno de los más congratulados ya que no hay que olvidar cuando Evo Morales por enero de 2009 en solidaridad con el pueblo palestino expulso a la representación israelí rompiendo relaciones diplomáticas.

Tal como lo manifestó el mismo Donald Trump, lo sucedido en Bolivia causo muy buen impresión a Washington aunque ello no significaría la participación directa y oficial de la CIA en este evento. Ante esto cabría preguntarse ¿Qué significaría esto? Si bien la caída de Evo Morales representa una magnifica noticia para la elite política estadounidense y en particular la neoconservadora y sionista, no habría sido necesario (o incluso inconveniente) un involucramiento directo del Departamento de Estado para que se generaran los motines.

Las razones que explicarían esto, se deben buscar en dos cuestiones puntuales a saber: La primera es la fracasada y escandalosa intervención en Venezuela del ex asesor Elliot Abrams como un intento de la administración de Trump por apoyar la fracasada intentona de Juan Guaido por dar un golpe contra Caracas haciendo repensar al mismo Secretario de Estado Mike Pompeo sobre la utilidad de seguir con esta táctica.

La segunda cuestión, es el pasado boliviano y sus relaciones con las administraciones norteamericanas de comienzos de los años cincuentas en el siglo pasado hasta comienzos del presente siglo. Según las investigaciones, la CIA tras el final de la segunda guerra mundial lejos de destruir las estructuras de las SS y de grupos nazis aliados en el este de Europa (especialmente en Croacia y Ucrania), los absorbio y utilizó en varias partes del globo para sus propósitos durante toda la era de la Guerra Fría.

Durante la jefatura de la CIA cargo de Allen Dulles, entre los elementos nazi-fascistas que se reclutaron para ponerlos al servicio de combatir la influencia comunista proveniente del bloque soviético estuvieron los denominados Ustachis que conformaban grupos ultra católicos de choque provenientes de Croacia quienes fueron autores de muchos asesinatos y atentados terroristas contra sectores comunistas en occidente.

Muchos de los miembros de los Ustachis fueron colocados por Washington en Sudamerica, especialmente en países como Argentina, Bolivia y Brasil donde algunos (como Klaus Barbie) prestaron sus servicios a los gobiernos de estos países. Precisamente en Bolivia la influencia de estos actores viene desde la década de los cincuentas y se ha visto como un factor preponderante para el actual desplazamiento de Evo Morales. Prueba de ello ha sido la visualización de las falanges UJC de Macho Camacho (sindicado en los “Panama Papers”) quien responde a mentores históricos de las Ustachis como Branko Marinkovic y de sectores evangelistas locales con nexos sionistas, estos últimos prestando un encubierto apoyo a la instalación de un nuevo gobierno que entre otras cuestiones, ha reestablecido relaciones con Israel.

Estos sectores con tinte religioso mesiánico que han formado parte –y seguramente activos hoy día- de la estructura operativa de la CIA, no son los únicos que existen y estan interesados en reformatear la región a gusto e interés de los polos de poder mundial.  También están los llamados “cristianos sionistas” o “neosionistas” quienes adhieren a una una interpretación doctrinaria muy peculiar de las Sagradas escrituras y que con su asiento central en los EEUU, enseñan una teología supremacista que maquilla las aspiraciones colonialistas de Israel.

Sabemos que el sionismo es una ideología política creada en el siglo XIX por el periodista y activista Theodor Herzl que a lo largo del tiempo y con algo de oposición dentro de la misma comunidad judía,  se desarrollo y ramifico en variantes de izquierda, derecha y religiosas fundamentalistas. 
Fue la piedra fundacional y el motor ideológico para la implantación por la fuerza del estado de Israel en 1948 y que a fuerza de contactos políticos y económicos, sus partidarios han extendido sus influencias en occidente con mayor preponderancia en países como los EEUU y la Argentina.

Si bien comenzó siendo una ideología nacionalista meramente judía, la misma se ha extendido a reclutar a miles de cristianos en occidente quienes en su mayoría desertores del catolicismo,  se agruparon en las llamadas “Iglesias evangelicas”, en especial las televisivas que fueron formando una teología cirquesca y ampulosa con un trasfondo eminentemente financiero y racista.

Actualmente la administración de Donald Trump se halla respaldada por los mismos sectores evangelistas y pentecostales que habían apoyado con entusiasmo a la administración de George W. Bush que entre otras cuestiones, -a la zaga de Israel y de los Lobies pro-israelies del Congreso- azusaron y bendijeron, bajo los argumentos de una teología ajustada a la ideología sionista, las guerras contra los países árabes islámicos. Algunos de los más destacados de estos personajes que se codean con la elite política estadounidense son los pastores Billy Graham y Luís Palau.

La tóxica mixtura entre mesianismo y política (que el sionismo usa para respaldar su posición) ha conducido a los fundamentalismos que precisamente no son islámicos y que nutren doctrinariamente a ejércitos como las FDI israelíes y a muchos de los generales del Pentágono. Su teología trata de argumentar y fundamentar los actos más despreciables que más una enseñanza religiosa se asemeja a la premisa política “el fin justifica los medios”. Ello ha llevado a despreciar la vida de cualquiera que no responda a los lineamientos políticos y hasta teológicos de Israel haciendo de la causa palestina –de naturaleza política- un enfrentamiento religioso.


Actualmente Tel Aviv ha blanqueado sus estrechas relaciones con la extrema derecha xenófoba de los países Europeos pese a que, en teoría son los cucos en el relato de la propaganda de Israel. Pero las relaciones del estado político israelí con sectores estratégicos del globo –sin importar la naturaleza de los mismos-, no es casual. Casualmente el papel de los oligarcas judíos ucranianos junto a los matones de la ultraderecha y la participación de mercenarios israelíes en el golpe de 2014 en Kiev ha sido destacable en cuanto a la brutalidad desplegada contra las poblaciones del Dombass.

En Latinoamerica y en especial en el Cono sur, desde la década de los ochentas las iglesias neosionistas han ido avanzando con paciencia y sin pausa, en especial de la mano de los llamados “Pentecostales” y las diversas corrientes evangelistas que se nutren de los católicos descontentos por los escándalos de las autoridades de su iglesia. Una de las particularidades de estas, es el movimiento de grandes sumas de dinero que son lavadas bajo la fachada de la contribución de los fieles, facilitan su “misión de captación”. En Chile por ejemplo la influencia de este sector llega a tal grado, que el actual presidente neoliberal Sebastián Piñera tenía como asesores de campaña a cuatro de los más influyentes pastores pentecostales.

Los sionistas israelíes al comienzo no dieron importancia a las predicas de estos sectores e incluso los despreciaban hasta que lo vieron como algo muy conveniente y útil de apoyarles siempre y  cuando su predica respaldaran sin condicionamiento ni observaciones a sus acciones la existencia del estado político de Israel.

En Chile, Brasil y Argentina, la influencia de estas avanzadas del sionismo se han hecho notar en varias acciones proselitistas que ya no esconden el interés de Israel por esta región. En la Argentina las relaciones entre la Organización Sionista Argentina y las iglesias evangélicas son notablemente estrechas aunque no llegan aún a tener la influencia que tienen en otros países. El caso de Brasil es el más claro. La elección del presidente Jair Bolsonaro se debió en gran parte al apoyo de los sectores evangelistas ligados a los “cristianos sionistas”, algo que fue motivo de abierta congratulación por parte de Tel Aviv y de “Bibi” Netanyahu quien lo dejó bien en claro en la visita que realizo Bolsonaro en marzo pasado. Con el arribo de Bolsonaro y su decisión de trasladar la embajada de Brasil a Jerusalen se estrecharon las relaciones entre Israel y Brasil llevando a que detrás de temas comerciales y culturales, aumenten los intercambios de carácter militar y de inteligencia.

Sin lugar a dudas, estamos en presencia del despliegue de una nueva estrategia suave para tratar de persuadir y convencer a las personas de la región sobre una geopolítica particular que bien podríamos denominar como una “teoestrategia”.

En Argentina pese a que la influencia de las iglesias evangelistas,  no llega a los niveles que se ven en sus vecinos, la misma va creciendo día con día y sin lugar a dudas que con el gobierno pro-Israelí de Mauricio Macri ayudo a que los sionistas locales y a sus simpatizantes pudieran operar con mayor amplitud y libertad en el propósito de ampliar sus contactos en la campaña por reclutar entre los evangelistas simpatizantes de Israel y que mejor, que apoyar a esta teología protestante basada en textos fuera de contexto con contenidos políticos e ideológicos.