sábado, 30 de noviembre de 2019



TEOESTRATEGIA”
Las posibles implicancias de una nueva maniobra estrategica para reconfigurar la región latinoamericana ¿Los Evangelistas al poder?

Por Charles H. Slim

Lo sucedido el 10 de noviembre en Bolivia fue la definición de un extenso y muy bien preparado ensayo de una nueva forma de estrategia política que, como ya lo hemos visto en el Medio Oriente se oculta detrás de ropajes religiosos. Como bien se observa aún no se sabe a ciencia cierta quiénes son los impulsores del derrocamiento de Morales pero si se tiene bien en claro quienes han demostrado su satisfacción por este hecho. Sin dudas que Netanyahu es uno de los más congratulados ya que no hay que olvidar cuando Evo Morales por enero de 2009 en solidaridad con el pueblo palestino expulso a la representación israelí rompiendo relaciones diplomáticas.

Tal como lo manifestó el mismo Donald Trump, lo sucedido en Bolivia causo muy buen impresión a Washington aunque ello no significaría la participación directa y oficial de la CIA en este evento. Ante esto cabría preguntarse ¿Qué significaría esto? Si bien la caída de Evo Morales representa una magnifica noticia para la elite política estadounidense y en particular la neoconservadora y sionista, no habría sido necesario (o incluso inconveniente) un involucramiento directo del Departamento de Estado para que se generaran los motines.

Las razones que explicarían esto, se deben buscar en dos cuestiones puntuales a saber: La primera es la fracasada y escandalosa intervención en Venezuela del ex asesor Elliot Abrams como un intento de la administración de Trump por apoyar la fracasada intentona de Juan Guaido por dar un golpe contra Caracas haciendo repensar al mismo Secretario de Estado Mike Pompeo sobre la utilidad de seguir con esta táctica.

La segunda cuestión, es el pasado boliviano y sus relaciones con las administraciones norteamericanas de comienzos de los años cincuentas en el siglo pasado hasta comienzos del presente siglo. Según las investigaciones, la CIA tras el final de la segunda guerra mundial lejos de destruir las estructuras de las SS y de grupos nazis aliados en el este de Europa (especialmente en Croacia y Ucrania), los absorbio y utilizó en varias partes del globo para sus propósitos durante toda la era de la Guerra Fría.

Durante la jefatura de la CIA cargo de Allen Dulles, entre los elementos nazi-fascistas que se reclutaron para ponerlos al servicio de combatir la influencia comunista proveniente del bloque soviético estuvieron los denominados Ustachis que conformaban grupos ultra católicos de choque provenientes de Croacia quienes fueron autores de muchos asesinatos y atentados terroristas contra sectores comunistas en occidente.

Muchos de los miembros de los Ustachis fueron colocados por Washington en Sudamerica, especialmente en países como Argentina, Bolivia y Brasil donde algunos (como Klaus Barbie) prestaron sus servicios a los gobiernos de estos países. Precisamente en Bolivia la influencia de estos actores viene desde la década de los cincuentas y se ha visto como un factor preponderante para el actual desplazamiento de Evo Morales. Prueba de ello ha sido la visualización de las falanges UJC de Macho Camacho (sindicado en los “Panama Papers”) quien responde a mentores históricos de las Ustachis como Branko Marinkovic y de sectores evangelistas locales con nexos sionistas, estos últimos prestando un encubierto apoyo a la instalación de un nuevo gobierno que entre otras cuestiones, ha reestablecido relaciones con Israel.

Estos sectores con tinte religioso mesiánico que han formado parte –y seguramente activos hoy día- de la estructura operativa de la CIA, no son los únicos que existen y estan interesados en reformatear la región a gusto e interés de los polos de poder mundial.  También están los llamados “cristianos sionistas” o “neosionistas” quienes adhieren a una una interpretación doctrinaria muy peculiar de las Sagradas escrituras y que con su asiento central en los EEUU, enseñan una teología supremacista que maquilla las aspiraciones colonialistas de Israel.

Sabemos que el sionismo es una ideología política creada en el siglo XIX por el periodista y activista Theodor Herzl que a lo largo del tiempo y con algo de oposición dentro de la misma comunidad judía,  se desarrollo y ramifico en variantes de izquierda, derecha y religiosas fundamentalistas. 
Fue la piedra fundacional y el motor ideológico para la implantación por la fuerza del estado de Israel en 1948 y que a fuerza de contactos políticos y económicos, sus partidarios han extendido sus influencias en occidente con mayor preponderancia en países como los EEUU y la Argentina.

Si bien comenzó siendo una ideología nacionalista meramente judía, la misma se ha extendido a reclutar a miles de cristianos en occidente quienes en su mayoría desertores del catolicismo,  se agruparon en las llamadas “Iglesias evangelicas”, en especial las televisivas que fueron formando una teología cirquesca y ampulosa con un trasfondo eminentemente financiero y racista.

Actualmente la administración de Donald Trump se halla respaldada por los mismos sectores evangelistas y pentecostales que habían apoyado con entusiasmo a la administración de George W. Bush que entre otras cuestiones, -a la zaga de Israel y de los Lobies pro-israelies del Congreso- azusaron y bendijeron, bajo los argumentos de una teología ajustada a la ideología sionista, las guerras contra los países árabes islámicos. Algunos de los más destacados de estos personajes que se codean con la elite política estadounidense son los pastores Billy Graham y Luís Palau.

La tóxica mixtura entre mesianismo y política (que el sionismo usa para respaldar su posición) ha conducido a los fundamentalismos que precisamente no son islámicos y que nutren doctrinariamente a ejércitos como las FDI israelíes y a muchos de los generales del Pentágono. Su teología trata de argumentar y fundamentar los actos más despreciables que más una enseñanza religiosa se asemeja a la premisa política “el fin justifica los medios”. Ello ha llevado a despreciar la vida de cualquiera que no responda a los lineamientos políticos y hasta teológicos de Israel haciendo de la causa palestina –de naturaleza política- un enfrentamiento religioso.


Actualmente Tel Aviv ha blanqueado sus estrechas relaciones con la extrema derecha xenófoba de los países Europeos pese a que, en teoría son los cucos en el relato de la propaganda de Israel. Pero las relaciones del estado político israelí con sectores estratégicos del globo –sin importar la naturaleza de los mismos-, no es casual. Casualmente el papel de los oligarcas judíos ucranianos junto a los matones de la ultraderecha y la participación de mercenarios israelíes en el golpe de 2014 en Kiev ha sido destacable en cuanto a la brutalidad desplegada contra las poblaciones del Dombass.

En Latinoamerica y en especial en el Cono sur, desde la década de los ochentas las iglesias neosionistas han ido avanzando con paciencia y sin pausa, en especial de la mano de los llamados “Pentecostales” y las diversas corrientes evangelistas que se nutren de los católicos descontentos por los escándalos de las autoridades de su iglesia. Una de las particularidades de estas, es el movimiento de grandes sumas de dinero que son lavadas bajo la fachada de la contribución de los fieles, facilitan su “misión de captación”. En Chile por ejemplo la influencia de este sector llega a tal grado, que el actual presidente neoliberal Sebastián Piñera tenía como asesores de campaña a cuatro de los más influyentes pastores pentecostales.

Los sionistas israelíes al comienzo no dieron importancia a las predicas de estos sectores e incluso los despreciaban hasta que lo vieron como algo muy conveniente y útil de apoyarles siempre y  cuando su predica respaldaran sin condicionamiento ni observaciones a sus acciones la existencia del estado político de Israel.

En Chile, Brasil y Argentina, la influencia de estas avanzadas del sionismo se han hecho notar en varias acciones proselitistas que ya no esconden el interés de Israel por esta región. En la Argentina las relaciones entre la Organización Sionista Argentina y las iglesias evangélicas son notablemente estrechas aunque no llegan aún a tener la influencia que tienen en otros países. El caso de Brasil es el más claro. La elección del presidente Jair Bolsonaro se debió en gran parte al apoyo de los sectores evangelistas ligados a los “cristianos sionistas”, algo que fue motivo de abierta congratulación por parte de Tel Aviv y de “Bibi” Netanyahu quien lo dejó bien en claro en la visita que realizo Bolsonaro en marzo pasado. Con el arribo de Bolsonaro y su decisión de trasladar la embajada de Brasil a Jerusalen se estrecharon las relaciones entre Israel y Brasil llevando a que detrás de temas comerciales y culturales, aumenten los intercambios de carácter militar y de inteligencia.

Sin lugar a dudas, estamos en presencia del despliegue de una nueva estrategia suave para tratar de persuadir y convencer a las personas de la región sobre una geopolítica particular que bien podríamos denominar como una “teoestrategia”.

En Argentina pese a que la influencia de las iglesias evangelistas,  no llega a los niveles que se ven en sus vecinos, la misma va creciendo día con día y sin lugar a dudas que con el gobierno pro-Israelí de Mauricio Macri ayudo a que los sionistas locales y a sus simpatizantes pudieran operar con mayor amplitud y libertad en el propósito de ampliar sus contactos en la campaña por reclutar entre los evangelistas simpatizantes de Israel y que mejor, que apoyar a esta teología protestante basada en textos fuera de contexto con contenidos políticos e ideológicos.  

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