“TEL AVIV LLAMANDO”
¿Cambiara Buenos
Aires su política exterior alineada al eje Washington-Tel Aviv? La posible
eliminación de Hesbollah de la lista de organizaciones terroristas creada por el
presidente Macri ¿Es un signo de cambios
que fastidian a Israel?
Por Charles H. Slim
Mucho antes de que Macri perdiera las elecciones, el
gobierno de Netanyahu ya estaba preocupado por mantener alineada a la Argentina
en su agenda geopolítica para la cual necesita en forma imperiosa cortar
definitivamente los lazos políticos y sociales que existen en la región con Irán
y la organización libanesa el Partido de Dios “Hesbollah”. Ciertamente que
Macri y su coalición de partidos que mayoritariamente simpatizan con Israel (y
ello significa convalidar sus políticas y no criticar sus crímenes), no era una
preocupación pero, tras el revés electivo del día 11 de agosto, esto cambio y
los sionistas que se encargan localmente de mantener las sospechas y el odio
hacia Irán y los musulmanes en general, apresuraron el paso.
Bajo el argumento jamás comprobado de que “Irán” y
“Hesbollah” estuvieron implicados en los atentados de 1992 y 1994 en Buenos
Aires, los sectores sionistas argentinos que responden a la DAIA y a la
embajada de Israel los cuales al mismo tiempo reportan en última instancia a
Tel Aviv, presionan a los diversos sectores de la política y los medios
argentinos para despegarse de las causas árabes, en particular la palestina.
Uno de los argumentos que se han utilizado para
tratar de presionar al último gobierno de Cristina Fernández y manipular a la
opinión pública argentina es la acusación de haber firmado un memorándum de
entendimiento con Irán, como si ello hubiera sido parte de un plan de
encubrimiento cuando se sabe que éste es un instrumento que se utiliza
constantemente para establecer acercamientos y acuerdos entre estados.
La mala fe y el activismo pro-israeli ha sido
patente en esto y es en donde se ve la mayor aversión de la militancia sionista
local contra CFK y el peronismo en general. En realidad el sionismo siempre
aborrecio al peronismo y supo sacar partido de ello dentro de la vida política
argentina.
Con su poderosa influencia financiera que se extiende a los medios y
parte de la cultura argentina, siempre ha tratado de retratar a Juan Domingo
Perón como un dictador o incluso a referirse al peronismo como una ideología fascista.
Cuando Carlos S. Menem llega al poder en 1989 la
militancia sionista local y la de Israel tuvieron una grata sorpresa al ver
como un gobierno peronista estrechaba lazos con el estado de Israel en particular
en ciertos campos de interés para Tel Aviv. Cuando el dinero corre y los
negocios son buenos poco importan las ideologías, un pragmatismo del cual
Israel tampoco escapa.
Desde aquel entonces, la influencia de Tel Aviv
dentro de la política exterior argentina fue en aumento. Tras los atentados contra
la embajada de Israel en 1992 y la mutual AMIA en 1994 en Buenos Aires aquella injerencia
se incremento a niveles inimaginables (en especial en las áreas de
inteligencia) sin que ningún gobierno hasta hoy día haya podido controlar esto.
La peculiar situación interna que vivía Israel en aquellos momentos nunca quiso
ser pesquisada y varios de los elementos que no tenían explicación fueron
continuamente rehuidos de mencionar pese a que explicarían con notable claridad
la fuerte pugna política entre los extremistas sionistas y los moderados
especialmente, los liderados por Yitzak Rabin. Los atentados además de enlodar
las tratativas con la OLP, fueron la excusa perfecta para plantar su agenda
geopolítica contra Siria, Líbano e Irán y al mismo tiempo sembrar el temor en
la población argentina a la indefensión ante nuevos posibles ataques del
“terrorismo internacional”.
Durante años los “especialistas” que adhieren a
posición política israelí y obviamente de Washington, ha clamado que el único
responsable por el terrorismo internacional eran los árabes y los
fundamentalistas islámicos llamados durante los años noventas como
“integristas”. Pero ello en sí, además de una clara muestra de islamofobia, era
una falacia. De la forma que se expone el tema, trataban –y aún algunos insisten- de acusar como creadores y responsables de
este “fenómeno” a los árabes o a los musulmanes aprovechando las circunstancias
de conflictos determinados.
Pero ciertos eventos contemporáneos han dejado en
claro que ello es falso y que incluso, el “terrorismo” no es una ideología
ligada a lo islámico –como han tratado de
presentarla desde 2001- sino una táctica de guerra usada incluso por EEUU e
Israel.
Cuando la antropóloga Sabrina Frederic, quien será
la próxima ministra de seguridad de la nación aseveró que el terrorismo es una
cuestión impuesta por EEUU y la OTAN, los sionistas locales y sus personeros en
Israel no tardaron en contragolpear. Inmediatamente
salio a la palestra el Director
Adjunto
para América Latina y el Caribe de la cancillería israelí Modi Eprahim a
“sugerir” que había que continuar con lo decidido por el gobierno de Mauricio
Macri, revelando una clara intromisión en la política exterior argentina. Como
es de costumbre y para tratar de convencer a una población aún muy desinformada
sobre los problemas de Oriente Medio y en particular lo que se esconde detrás
del terrorismo, los medios y algunos de sus más conspicuos voceros reeditan la
culpa y el miedo acusando a estos puntos de vista y a quienes lo exponen como
“antisemitas”, algo que como ya se sabe es totalmente irreverente y falso.
Pero en el caso puntual de la postura de Frederic y
sabiendo que será una funcionaria del nuevo gobierno argentino, estos sectores se
limitaron a tratar de dividir el espectro político del peronismo, señalando con
la acostumbrada cizaña que estas expresiones son parte de la doctrina de
“sectores del Kirchnerismo” o
“marginales”, como una forma de desacreditar este tipo de posturas.
Las inquietudes de Israel y sus partidarios radico
en un trascendido en el cual supuestamente Alberto Fernández habría dicho que
eliminaría el decreto que había sancionado Macri, a la zaga de Washington y Tel
Aviv creó una lista de organizaciones terroristas entre las que se incluyeron a
“Hesbollah”. Desde el puento de vista de las constancias de las causas
judiciales (en particular de la AMIA) no hay un solo elemento comprobado y
cierto que señale aquello; lo único que existe son los “informes de la CIA y el
Mossad” que fueron pacíficamente incorporados en el gobierno de Néstor Kirchner
sin que aquellos aportaran ninguna referencia que conduzca a pruebas tangibles que
verifiquen los mismos.
Por supuesto que este trascendido ofusco al mismo
Donald Trump (un sionista efusivo) y a sus serviles sectores del Lobi sionista
que operan en conjunto con los neocon desde dentro del Congreso estadounidense.
Algunos señalan que la imposición de aranceles para la importación de acero y
aluminio argentino podría estar influida por estos trascendidos de un gobierno
izquierdista que muy poco simpatiza a Trump y al Establishment en Washington,
aunque no hay que olvidar que también se halla en la lista de los afectados el
admirado Brasil de Bolsonaro aunque –hay
que remarcarlo- ha demostrado ser un sionista con aspiraciones para que
Israel opere en la región desde su país.
Pero lo cierto es que, las acusaciones contra la
república Islámica de Irán y la organización de resistencia libanesa
“Hesbollah”, solo tienen meros sustentos mediáticos difundidos por ciertas
empresas de medios y periodistas con ascendrada militancia para la embajada de
Israel. Tratando de tocar las fibras emotivas del colectivo argentino (buscando
sembrarles culpa), no tardaron en sacar a la palestra las declaraciones de
algunos familiares de las victimas de estos atentados pero no diciendo nada, de
lo que piensan y han declarado públicamente muchos otros familiares sobre esta
tesis.
En conclusión, se puede ver que pese a los intentos por
presionar manipulando a la opinión
pública con tácticas lacrimógenas y falacias discursivas, estimamos que el
presidente entrante Alberto Fernández no será tan necio de caer en estas tretas
y menos aún, creer como lo hizo Menem, que obtendrá algún beneficio de
alinearse con este tipo de imposiciones que se enmarcan en una guerra
absolutamente ajena a los intereses de su país.
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