sábado, 4 de julio de 2020



“NUEVAS PERSPECTIVAS”
Hace tiempo que EEUU ha dejado su sitial de poder hegemonico pero ¿Cómo se situará de ahora en más con la nueva realidad política en Rusia?

Por Charles H. Slim

El resultado del referendum para las reformas constitucionales llevado a cabo en Rusia el 1° de julio pasado fue contundente, Vladimir Putin podrá estar avocado en los temas de estado de la Federación rusa hasta el 2036. Para los partidarios del mandatario es la reafirmación de un liderazgo carismático y la garantía de una continuidad en las políticas de estado de una nación que busca un papel protagonico en Eurasia y el mundo. Para sus detractores internos y los rusofobos de occidente en general, esto significa la consagración in eternum de un nuevo zarismo encabezado por un autocrata.

Pero más allá de éstas posiciones tendenciosas y que obviamente no puede estar exentas de emoción y prejuicio, la reforma comporta un importante ito para la política rusa que trata de ayornarse a las nuevas y cambiantes circunstancias internacionales que requieren de sus gobernantes una constante gimnasia política que debe ir acorde a la construcción de un estado dinámico y sólido.  

Vladimir Putin y sus partidarios han entendido ya hace tiempo que no solo los misiles y las bombas nucleares son una amenaza para la seguridad de la soberanía nacional. Además de las tretas y los juegos sucios ejecutados por las agencias de inteligencia occidentales (valiéndose de grupos terroristas y mafias regionales del Caucaso) hemos estado viendo como en las dos últimas décadas, a la par de la globalización económico financiera se ha usado como herramientas de extorsión y presión a los organismos internacionales públicos y otros privados (especialmente ONGs) como extensiones subrepticias de las políticas de estado de EEUU y aliados de la UE.

Pese a ello, Rusia logro sobreponerse a ese intento de cooptación por parte de poderosos oligarcas que ligados a financístas en Wall Street trataron de controlar aquel endeble estado de cosas apenas colapso la Unión Soviética y Putin tuvo mucho que ver en eso.

Pero a pesar de esta situación, al día de hoy Washington es consciente de la importancia y la influencia que tiene la Federación rusa en el espectro internacional. En realidad desde 2011 en Washington ya sabían o más bien preveían que Rusia era un actor que no podían ignorar y que incluso crecería en forma paulatina ganando con ello, una influencia geopolítica nada despreciable. Fue en esas circunstancias y en aquel año que llevaron adelante arduas tratativas secretas que se extenderían hasta mediados del 2012 en las cuales discutieron las injerencias de cada uno con miras a repartirse su influencia sobre el Oriente Medio.

En apariencias existía la propuesta de una política conciliatoria y de moderación de un Barack Obama quien presuntamente (y por su condición de negro y demócrata), representaba la superación de la oscura administración precedente, acercando a su vez a la administración de Vladimir Putin para hacerle una propuesta de un acuerdo épico y duradero tendiente a superar la crisis que se había desatado en torno a Siria.

Por supuesto, de forma paralela y al amparo de estas conversaciones, EEUU (por intermedio de la Secretario de estado Hillary Clinton), Gran Bretaña y Francia, con la cooperación de Arabia Saudita y Qatar llevaban adelante (mediante el empleo de agrupaciones mercenarias seudo yihadistas –Al Qaeda entre otras subsidiarias-) el ambicioso plan por desmontar los estados árabes laicos del norte de África que los medios occidentales presentaron con espectacularidad como una “Primavera Árabe” tratando al mismo tiempo extenderla  sobre Siria.

Las consecuencias de este acostumbrado doble rasero de la política estadounidense han sido miles de sirios muertos, miles de lisiados y millones de desplazados, en síntesis, una catástrofe humanitaria de la cual por supuesto no quisieron hacerse cargo y que termino por acusar recibo a la Unión Europea con las oleadas de inmigrantes que cruzan el Mediterráneo para tratar de hallar la paz que esos mismos países les arrebataron.

Ante esto, tenemos a una Rusia que tiene intereses estratégicos en Siria de cara al Mediterraneo y entendiendo que la amenaza de ese terrorismo pre elaborado y sustentado por las agencias de inteligencia, podía migrar a sus fronteras,  hizo su movida logrando un efecto inesperado y al mismo tiempo contraproducente a los planes de Washington y París.

Al día presente Washington no puede ignorar la influencia de Rusia como un actor relevante y preponderante con quien debe negociar en igualdad de condiciones si pretende avanzar en ciertas regiones del planeta ¿Acaso esto se debe al respeto o la condescendencia de Washington con sus adversarios en Moscú? No obviamente no.

EEUU necesita tanto de la hegemonía geopolítica como la existencia de un nemesis que justifique trabajar por consolidar aquella. Hay detrás de ésta política un fabuloso y conocido negocio ligado a la política exterior y en especial a la política de defensa que se vincula directamente a la industria armamentistica estadounidense y de la Europa occidental. Obviamente que Rusia juega su parte en este esquema y hasta se podría asegurar que gustosamente coopera para mantener dicho Status Quo pero, ello no quita que también tenga en progreso una agenda propia.

Los EEUU de hoy no son la potencia que fue en épocas de la “Guerra fría” y mucho menos de como evoluciono tras su final a comienzos de los años noventas hasta el comienzo del siglo XXI. Pese a la potencialidad que heredo de la carrera armamentística con la Unión Soviética y que le proporciono un poderío militar  desproporcionado y aplastante, su empleo por las administraciones subsiguientes fue desmedidamente arbitrario y producto de ello desgasto su capital político e imágen dentro del concierto internacional.

Por el contrario la Federación rusa administrada por Vladimir Putin, desde su llegada al Kremlin fue creciendo en forma lenta pero continuada y pese a las dificultades internas en parte creadas por las sanciones impuestas desde occidente, no descuido en un solo momento sus intereses geopolíticos y estratégicos, ambicionados desde la caída del muro en 1989 por Washington y la OTAN. No caben dudas de que la paciencia de Putin dio sus frutos y ello puede verse desde varios ángulos.

Si lo vemos desde el lado de sus adversarios (y en particular de los pro-estadounidenses argentinos), su sola mención ya produce  rechazos y una catarata de improperios que salen más bien de la impotencia y de la mediocridad que disfrazan detrás de adherencias ideológicas con muy floridas autodenominaciones  como “liberales”, “demócratas” o “republicanos”, que dicho sea de paso, son los mismos que aplaudieron las brutalidades que EEUU y sus aliados han ejecutado en los últimos treinta años hasta el presente.

Además de demostrar que son (como se dice en Argentina) “más papistas que el Papa”, con estos comentarios quedan expuestos la pequeñez típica de los mediocres y la inocultable envidia de muchos políticos que sueñan despiertos por poder tener solo una pizca de la audacia e inteligencia de Putin.

Si lo vemos desde el punto de vista de la misma Federación rusa y de los logros que ha sabido conseguir de la mano de este liderazgo político, la cimentación de un peso geopolítico innegable se hubo concretado el 1 de febrero de 2019 cuando Vladimir Putin presento ante la opinión pública el desarrollo de nuevas e inimaginables armas estratégicas que demostró el trabajo que había venido gestándose durante su periodo  y que dejaron boquiabiertos a los estrategas del Pentágono y muy preocupados a los personeros del Departamento de Estado.

Ante esta nueva realidad, pese a que en Washington mantuvieron un silencio sordo, en la sombra de sus despachos los principales cerebros de planificación tomaron real conciencia que ya no podían jugar al gato y al ratón como lo habían estado haciendo desde comienzo del milenio con países pequeños y arrasados.

jueves, 2 de julio de 2020



“REALISMO GEOPOLITICO”
¿Es posible hacer coincidir los intereses geopolíticos de los actores internacionales con el valor justicia universal?

Por Pepe Beru
Ha sido una constante en el mundo de los medios y la propaganda el relato que presenta a los EEUU como el “líder del mundo democrático”, quien podía actuar como mejor le pareciera sin tener que responder ante nadie ya que, desde Washington irradiaba algo así como la luz de la moral y de la ética política con alcance global.

Pero eso solo ha sido una máscara que hoy ya no existe y debajo de la cual se encubrían las mismas e incluso peores arbitrariedades a las vistas antes de que existieran las Naciones Unidas. Ha sido un desconsuelo para algunos y una revelación para otros, la prueba del pragmatismo político estadounidense, ver que el mundo se salvo del nazismo pero paso tener que soportar por casi medio siglo las ambiciones imperialistas tanto de “EEUU y sus aliados” como de la URSS.

Durante esas épocas de guerra fría, también pareció congelarse la legalidad internacional ya que, bajo ese paraguas geopolítico imperante se avasallaron en varias formas derechos y la soberanía de muchos estados; es por ello que cabría preguntarse ¿Qué había sucedido por ese entonces con la ley internacional?

En realidad la ley internacional siempre estuvo allí y también era aplicable a éste presunto “campeón liberal” solo que fue continuadamente saltada gracias a la indebida influencia que ejercía Washington y por supuesto, la obsecuencia política de quienes deberían hacerla valer y de ese mal que tanto castiga a las estructuras organizadas y en particular a la administración de justicia contemporánea como es la corrupción.

Esa corrupción es la que ha carcomido a los organismos internacionales encargados de “promover y mantener la paz” en especial Naciones Unidas, convertida en un obsceno club de amigos para el tráfico de influencias que a éstas alturas podría asegurarse que ya no ostenta el respeto y la confianza que alguna vez pudo tener y menos aún ejerce ningún tipo de poder legal para hacer valer en forma imparcial e igualitaria, las prescripciones de la Carta Orgánica.   

En los últimos treinta años hasta esta parte se puede aseverar que ha prevalecido la ley del más fuerte y del más influyente (tanto en lo político como lo financiero), evidenciando como los organismos internacionales además de no tener poder alguno para resolver los conflictos que sacuden la paz y la estabilidad de varias regiones, solo tienen a la “democracia” como una fachada.

Los precedentes para llegar a estas conclusiones son varios y graves. Pese a todas las resoluciones, cumbres y mandatos existentes, el cumplimiento de la ley internacional ha sido sesgadamente discrecional y en algunos casos inexistente. Casos emblemáticos de esto han sido las muy discutidas interpretaciones que se han hecho de varias situaciones conflictivas y de los preceptos aplicables, o de los impedimentos y obstrucciones a investigaciones  que dejaban a la luz la subterránea –e inconveniente- implicancia de algunos actores influyentes del foro (Casos de las Armas de destrucción masiva en Iraq 1998-2002; supuestas represiones el gobierno de Gadafi en Libia 2010; ataques químicos en Siria 2013).

Esas influencias actuaron al amparo de una supremacía absoluta que con el paso de los años fue mermando gracias a la aparición de nuevos actores con un relativo poder limitador de esos abusos. Esto se vio en Siria, donde todo indicaba que terminaría como Libia hasta que Rusia decidió jugar un papel estratégico en la lucha contra las fuerzas irregulares que, utilizando el terrorismo, estaban asediando al país árabe y que a su vez respondían a esos poderes que pretendían rediseñar la región mediante tácticas siniestras (Fabricar ataques químicos). Fue así como Vladimir Putin impulso esta audaz política exterior que deshizo las estrategias engañosas de esos estados que acostumbradamente manipulaban los hechos y las decisiones de Naciones Unidas.

Sin lugar a dudas, el ingreso de Rusia a la arena geopolítica ayudo a dejar en claro que un acto de guerra es un acto de guerra venga de donde venga. 
Era evidente que ello desataría reacciones de quienes se beneficiaban del hegemonismo geopolítico y traería consecuencias que igualmente no cambiaron la política rusa. El convencimiento del presidente Vladimir Putin de que la ley internacional rige para todos se reflejo en los hechos. Fue así que cuando el Kremlin advirtió las injerencias occidentales para dar el golpe de estado en Kiev en 2014 que colocaría un gobierno pro-estadounidense, Rusia impido que Crímea cayera en manos de la OTAN ¿Qué habría podido hacer Naciones Unidas si ello ocurría? La respuesta hubiera sido, nada.

Es inaudito que para algunos estados y organizaciones (OTAN) no rija la ley e incluso se pasen por alto sus acciones criminales. Durante la segunda parte del siglo XX y lo que va de este, las forzadas y hasta escandalosas interpretaciones políticas que se han hecho de este tipo de actos a favor de la política exterior estadounidense y de algunos de sus aliados ha sido por demás vergonzosa.

Si partimos de la base de que la ley internacional regula hechos y situaciones en el marco de las relaciones entre los diversos actores públicos y privados, se presume que dentro de éste espectro global (aunque complejo y diverso) debiera primar el trato igualitario –entendiendo esto como un trato entre iguales- . En este sentido, la muerte de una persona de cualquier nacionalidad, confesión o etnia debiera ser tratada con el mismo interés y la misma importancia que el caso revista. Lo mismo con las agresiones a las soberanías de los países en sus más variadas formas.

La agresión, las intervenciones militares y las ocupaciones territoriales con eminentes intereses coloniales parecen males que en algunos casos particulares Naciones Unidas no puede o no quiere condenar. Precisamente la falta de actuación del organismo lleva a crear situaciones de injusticia que propulsan conflictos y con ellos calamitosas crisis humanitarias que se agregan al problema original retroalimentando así un ciclo vicioso sin fin.

El caso de las usurpaciones de territorios palestinos con desplazamiento de sus habitantes para construir asentamientos israelíes es una de las aberraciones más notables y vigentes de la actualidad contemporánea. Aprovechando la división interna y las carencias de la población árabe palestina, Israel puede hacer lo que quiera sobre la vida, la salud y los bienes de cada uno de ellos. En este sentido, se puede ver como la población palestina se halla virtualmente desamparada por la legislación internacional y mucho más por los organismos (Naciones Unidas) quienes debieran hacerla cumplir.

Parece un contrasentido hablar de este tipo de sucesos cuando éstas prácticas se hallan prohibidas desde la fundación misma de Naciones Unidas pero lamentablemente ellos son la evidencia de una cruda y turbia realidad de hasta donde llegan las influencias dentro de las decisiones del organismo. Y ciertamente que ello ha sido y sigue siendo una realidad bochornosa posible por los entuertos y las connivencias que existen entre los intereses que se basan en los estamentos políticos y financieros de EEUU y los funcionarios del organismo internacional.

La instauración de la Corte Penal Internacional a instancias del Estatuto de Roma (17 de julio 1998) encargado de investigar y procesar delitos gravisimos de lesa humanidad es sin dudas una esperanza para los oprimidos y los olvidados pero, desde el punto de vista realista es algo así como “lobo sin colmillos”. De este modo hay que preguntarse ¿Cómo podría procesar a funcionarios de estados y organizaciones que cuentan con la fuerza militar, la influencia política y financiera para desmontar a la misma Corte?

De ese modo podríamos preguntarnos ¿Hay diferencias entre la ONU y la OTAN? Obviamente sí en lo que respecta a sus objetivos pero no, en cuanto a quiénes responden al final. Todos ellos son funcionarios políticos y como tales responden a un mismo poder. Del mismo modo y mirando la región del Caribe y Sudamérica podemos hacernos una pregunta similar con respecto a la OEA, una organización que casi siempre ha marchado parejo a posiciones políticas que el Departamento de Estado tiene sobre la región.

Queda claro que con esta infraestructura de organizaciones que deben velar por la equidad y la paz entre las naciones, no hay garantías de una justicia real ya que esta muy claro que cuando los investigados por violar las leyes internacionales son juez y parte.

sábado, 27 de junio de 2020


“TREMBLING NERVS”
Los esfuerzos revisionistas por manchar la imagen de Vladimir Putin proveniente de los sectores neoconservadores en Washington evidencian una gran inquietud por su estabilidad política ¿Puede ser esta maniobra contraproducente para la imagen de EEUU?

Por Charles H. Slim

El mundo está cambiando rápidamente y para cuando la situación creada por el COVID-19 termine de estabilizarse, habrá muchas situaciones políticas que  marcaran la pauta geopolítica de la década entrante. En EEUU puede intuirse que Trump en las próximas elecciones caería ante un opaco Joe Biden; China pese a las presiones se reinventa y busca abrir nuevas rutas de la seda y extenderse a nuevos mercados en occidente, el Oriente Medio vuelve a mostrar una nueva metamorfosis por nuevas e impensadas alianzas y Rusia refuerza su posición de potencia al consolidarse como un actor influyente tanto allí como en Eurasia.

El 24 de junio pasado y con un mes de atraso, pese al COVID-19 Rusia celebró con una multitudinaria parada militar el 75° Aniversario de la victoria del “Ejército Rojo” sobre la Alemania Nazi. Para muchos que veían con asombro desde la lejanía –y muchos otros con innegable furia- y en medio de la psicosis mediática creada sobre la pandemia, el movimiento de tropas y de los asistentes (entre ellos a veteranos de más de 90 años) invitados a estar en las gradas junto a Vladimir Putin, causaba una impresión contraproducente para los fanáticos de la cuarentena interminable.

Sin lugar a dudas, Putin envía un mensaje al mundo y especialmente  a sus adversarios en Washington y Bruselas  diciéndoles que la Federación rusa sigue de pie, buscando crear un nuevo sistema de seguridad regional  y que estará preparada para afrontar las próximas amenazas por venir. Esta enterza política molesta y mucho a los adversarios de Rusia.

Para los personeros en el Departamento de Estado, el Pentágono y obviamente la CIA, con este desafiante desfile patriótico Vladimir Putin busca manipular los sentimientos patrióticos de su población a fin de fortalecer su posición para el próximo referéndum constitucional a celebrarse el 1° de julio que de ser favorable, le permitiría permanecer en el Kremlin hasta 2024.

También, ante el intento de occidente (entiéndase EEUU, Gran Bretaña, Alemania y Francia) por reescribir la historia de la II Guerra mundial, el presidente ruso vuelve a recordar con claridad y contundencia el papel central y decisivo que tuvo la URSS para derrotar a la maquinaria nazi entregando para concretar aquel objetivo, nada menos que la vida de más de 20 millones de ciudadanos.

Pero el marco recordatorio, sirvió también para que Putin deje en claro que Rusia aprendió del pasado y como lo hace todos los años en cada conmemoración, recordó con énfasis que estarán preparados para afrontar las nuevas amenazas a su autodeterminación y soberanía que ya no se materializan con portentosas “Blitzkrieg”[1] o invasiones militares “conmocionantes y pavorosas” sino más bien, mediante los silenciosos movimientos de la extorsión político-diplomática, el chantaje financiero y el ahorcamiento económico que a tono con las políticas de Washington, facilitan esa tela de araña de organismos internacionales contra naciones enteras.  

Desde el 2014 muchos ciudadanos rusos han sido blanco de sanciones económico-comerciales unilateralmente impulsadas por EEUU y la UE sin existir de manera concluyente de dónde surge la legitimidad para ese tipo de acciones.

La aparición del COVID-19 agravo las consecuencias de esas medidas. Y aunque esta claro que el causal de la pandemia no ha sido natural e incluso podríamos especular que su difusión no tuvo nada de azarosa, estando ello deliberadamente fuera del tratamiento y de las opiniones informativas, es una verdad espinosa que por el momento no es conveniente de ventilar pero que Moscú no ha dejado de lado.  

Mark Esper y  Mike Pompeo
Putin y su círculo gubernamental no dudan que todo este marco viene siendo explotado por la OTAN. Casualmente desde comienzos de año en incluso antes (por diciembre de 2019) y a pesar de que ya se sabía en Washington sobre el supuesto “brote de Wuhan”, se ha venido viendo como la organización atlántica  no hizo más que ampliar sus operaciones militares en Europa y en especial en los países nórdicos sin dejar de incursionar con peligrosa persistencia en las cercanías de la península de Crimea.  

Todo esto no logro conmover al Kremlin y mucho menos a Putin quien ha demostrado con bastante inteligencia y contundencia, la determinación de un estadista de carácter y alto nivel ejecutivo. En ese sentido tanto el Kremlin como sus Fuerzas Armadas dieron señales de advertencia  concretas a estas provocaciones que pusieron un límite a las provocaciones que se estaban realizando. Esto ha llevado a que Washington y sus aliados, -pese a los problemas domésticos- nerviosos por la estabilidad política de Putin, hayan comenzado con maniobras propagandísticas más agresivas.

Aquellas se basan en llevar adelante una extensa campaña de revisión sobre el pasado funcional del mandatario ruso tratando de hallarle “algún muerto” en el placard o alguna suciedad escondida debajo de la alfombra. En realidad, nada nuevo bajo el sol en la historia de las operaciones de propaganda y manipulación informativa llevado adelante por las agencias de inteligencia. Durante las últimas tres décadas esto ha sido una constante.

Para ello, han abordado a Putin indagando su pasado como ex KGB[2], sin escatimar en calificaciones  prejuiciosas, tratando de recrear esa rusofobia de las épocas de la guerra fría, haciendo semblanzas oscuras y siniestras que lo pintan como un villano afortunado. En nombre de la investigación histórica y la supuesta búsqueda de la verdad, los cerebros pensantes al servicio de Washington han elaborado artículos que muestran a un tenebroso pero insulso Vladimir Putin en su base en Dresden en la ex Alemania Oriental por finales de la década de los ochentas (1985-1989) con supuestas injerencias con el terrorismo internacional.

El joven Vladimir Putin
Estas investigaciones tratan de probar, mediante una reconstrucción documental, que Putin como oficial soviético de la KGB había sido uno de los orquestadores y encargados de coordinar junto a la STASI[3] las operaciones terroristas en Europa[4], protegiendo y apoyando a grupos marxistas que operaban en y desde Alemania occidental. En síntesis, tratan de ligar a la inteligencia rusa de ese entonces al terrorismo internacional que era ejecutado por grupos como las “Brigadas Rojas” en Italia, “Baader-Meinhoff”[5] en Alemania e incluso las FPLP (الجبهة الشعبية لتحرير فلسطين )[6], el ala izquierdista de la OLP.

Como puede leerse, la palabra clave es “terrorismo” como eje para tratar de desprestigiar la figura del actual mandatario ruso.

Al mismo tiempo nadie puede negar al día de hoy, que la KGB sacó algunos beneficios del actuar de algunas de estas células que [7]operaron especialmente en Europa occidental pero, no fueron los únicos que estaban embarcados en la misma dinámica de utilizar al terrorismo como un arma más del arsenal. Estos mismos revisionistas aún no han dicho nada sobre las infamias cometidas en Vietnam con la “Operación Phoneix”,  de los años oscuros y de los crímenes de George H. Bush como director de la CIA entre 1976 a 1977 y las nefastas consecuencias que como presidente causó (mediante propaganda y engaños) el intervencionismo con finalidades hegemonistas lanzado desde 1990[8].

Incluso ha quedado muy claro, como las agencias occidentales han abusado de esta “táctica” la cual ha venido siendo utilizada en los últimos treinta años contra el mundo árabe-islámico mediante los programas “yijadistas” (“Al Qaeda”, "Jabbat Al Nusra" y el “ISIS”) desplegados en países como Afganistán, Libia, Iraq y Siria.  

Durante la década de los setentas y ochentas, las agencias de inteligencia de los países de la OTAN tenían activo un programa ultrasecreto de operaciones propio denominado “OPERACIÓN GLADIO”[9] dirigido por la CIA que entre otras tareas, estaba la de ejecutar asesinatos y acciones terroristas con bombas contra objetivos comunistas y de sus simpatizantes en suelo europeo.

La CIA, el MI-6 y sus colegas israelíes del Mossad tuvieron una muy activa participación en esta guerra clandestina e incluso, en el montaje de todo tipo de operaciones de contrainteligencia y sabotajes para tratar de embarrar a la Unión Soviética. En ese contexto Vladimir Putin fue comisionado para resguardar la seguridad y actuar en consecuencia ante las operaciones de sus rivales occidentales. En aquellos momentos el territorio europeo fue el escenario de atentados y asesinatos que –por las presiones políticas- varios no pudieron ser investigados por las autoridades locales.

Igualmente, cuando el muro cayó en 1989 y la URSS desaparece en 1991, las operaciones de la KGB se desactivaron y  para ese entonces Putin ya estaba ocupando tareas administrativas en la Diputación de Leningrado para luego pasar a ocupar el puesto de Jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Ayuntamiento. Por el contrario,  por esas fechas Washington estrenaba el intervencionismo belicista contra Panamá en 1989 e Iraq en 1990 que se reimpulsaría tras el 11/S con catastróficas consecuencias. Entonces ¿Qué persiguen estas revisiones presuntamente históricas de los intelectuales anglosajones? Y ¿Tienen autoridad moral para juzgar?

A la primera cuestión queda claro que solo buscan tratar de desprestigiar y desfigurar la personalidad estadual de Putin de cara al plesbicito. Asimismo ello es la continuación de la misma campaña de desprestigio que durante los veinte años que ocupa el poder en Rusia, han venido llevando aquellos a cabo sin éxito. No olvidemos que aquí en occidente y con ello nos referimos a EEUU y a la Europa atlantista, se tilda al mandatario ruso de “autócrata”, “tirano” o incluso de “asesino” como lo supo decir en algún momento el presentador Bill O'Reilly de la cadena FOXnews cuando entrevistaba a Donald Trump en febrero de 2017.

Y por último en lo referente a la segunda cuestión, queda claro que con todo lo que Washington y sus aliados han desplegado y causado tan solo en los últimos veinte años hasta el presente, ninguna autoridad moral ni política revisten para señalar a otros.





[1] La estrategia conocida como la llamada “guerra relámpago” con la cual los nazis pudieron abrirse paso sobre Europa. Vease también el siguiente link: https://es.wikipedia.org/wiki/Blitzkrieg
[2] El Comité para la Seguridad del Estado Soviético en cirílico, Комите́т госуда́рственной безопа́сности CCCP. Dejo de operar en diciembre de 1991.
[3] El Ministerio para la Seguridad del Estado STASI era el órgano de inteligencia de la llamada República Alemana Democratica que cesó sus operaciones en marzo de 1990. 
[4] Documento de los archivos de la KGB publicado por el disidente Vladimir Bukovsky que tuvo acceso a los archivos: http://www.bukovsky-archives.net/pdfs/terr-wd/ct132-74.pdf
[5] Corresponde a la pareja de Andreas Baader y Ulrike Meinhoff conocida como Fracción del Ejército Rojo (RAF), que  actuaba a comienzos de los años setentas contra objetivos estadounidenses en Europa. Ambos aparecieron ahorcados en sus celdas en la prisión alemana de Stuttgard.
[6] El Frente Popular para la Liberación de Palestina es una organización revolucionaria marxista-leninista y laica fundada en 1967 por George Habash.
[7] Fue nada menos que un program de la CIA que reclutaba vietnamitas con los cuales formaba celulas de asesinos para realizer atentados terroristas tanto en el norte como en el sur.
[8] THEINTERCEPT.com. “The Ignored Legacy of George H.W. Bush: War Crimes, Racism, and Obstruction of Justice”,  Mehdi Hasan, December 1°, 2018, https://theintercept.com/2018/12/01/the-ignored-legacy-of-george-h-w-bush-war-crimes-racism-and-obstruction-of-justice/
[9] DANIELE GANSER, NATO's Secret Armies: Operation GLADIO and Terrorism in Western Europe, 2005, USA and Canada, Frank Cass, ISBN. 0-203-01777-3

lunes, 22 de junio de 2020


“THE BOLTON SHOW”
El dilema del Sistema de revisión previa que pareciera no funcionar con la obra del ex asesor John Bolton ¿No está comprometida la Seguridad Nacional o quizá, ello sirva para desbancar a Donald Trump?


Por Charles H. Slim
La mañana del 10 de septiembre del 2019 en la La Casa Blanca para algunos sería un día para recordar y para otros, mejor olvidar. El aire se cortaba con un cuchillo y las tensiones entre Trump y uno de sus asesores especiales de seguridad nacional estaban por llegar al climax. John Bolton, un funcionario republicano con un amplio record de trabajo dentro de las filas del estado federal y leal un neoconservador dispuesto a llevar los intereses de EEUU hasta las últimas consecuencias, sería despedido como un simple empleado por un caprichoso presidente que no aceptaba sus puntos de vista.

Sin dudas Trump metió la pata y si esperaba que Bolton no se iba a vengar de semejante humillación, se equivocó y mucho.

Un mes antes uno de mis contactos en Washington me había comentado de unos rumores sobre que John Bolton estaba por lanzar una primicia que haría temblar la administración de Trump. Sonaba bastante creíble ya que Bolton ocupaba un lugar sensible y estratégico dentro de la administración pudiendo saber de los entretelones más finos y escandalosos de las decisiones que se tomaban en La Casa Blanca.

La noticia de que Bolton el 23 de junio lanzaría un libro con sus memorias no hizo esperar sus consecuencias y la primera de ellas fue, la de poner muy nervioso al nada previsible Donald Trump.

Como asesor de Seguridad Nacional, Bolton tiene muchos secretos bajo su conocimiento pero sabe muy bien que no puede exponer aquellos que comprometan a la integridad y la seguridad nacional.  Para los detractores de Trump y en particular para la elite del negocio de la política, es una oportunidad invalorable para terminar por desbancar al indeseable “outsider”. Bolton puede llegar a ser la bota que le patee el trasero a Trump y lo desaloje de la Casa Blanca. Sin dudas que en sus memorias habrá descripciones más que elocuentes y muy incomodas de episodios vividos dentro de la administración Trump.

Ante semejante panorama Trump y su círculo leal han tratado de frenar la publicación de estas memorias, algo que no solo no encontrara éxito sino que vuelve a dejar muy parada a su administración. Los primeros que tuvieron la primicia de conocer algunos pormenores de éste compilado de memorias fueron –como no podía ser de otra forma- el “Washington Post”, “The New York Times” y el “Wall Street Journal”, medios detestados por  el esquizofrénico mandatario.

Algunas de las revelaciones que el mismo Bolton ha ventilado antes de la salida de este libro son tales como que, Trump no estaba capacitado para ser presidente o aquella referida a una supuesta conversación en la que le habría suplicado a nada menos que al Primer ministro chino Xi Jinpin que lo ayude para obtener la reelección en noviembre de 2020 a cambio de fomentar las compras de material agrícola para surtir las necesidades de los estados que producen granos. Desde la vista de un profano, una verdadera incoherencia con las posturas que ha venido mostrando La Casa Blanca al público, pero desde el punto de vista del ejercicio de la política del “Doble rasero”, es algo que no sorprende.

Una de las formas que Trump busco para tratar de sabotear la publicación  fue la de alegar que en ella, habrían documentos clasificados (calificación altamente sensible) que podrían comprometer a la Seguridad Nacional lo que de por sí es un delito federal en los EEUU. Pero como lo dejo en claro el abogado de Bolton, Charles Cooper, tras haber realizado durante cuatro meses la revisión del manuscrito con 500 páginas que se pretende publicar, aseguro que no constan en las citas del libro documentos clasificados.

Igualmente, Donald Trump cuenta con la ventaja de hallarse en el poder y es por ello que tiene los recursos que le brinda el sistema con los cuales a lo menos, puede  retrasar indefinidamente la publicación. En ese camino parece estar dirigido el Fiscal General William Barr quien aseguró que el proceso de revisión de ese material “no estaba concluido”.  Para el abogado Cooper esto solo es una maniobra dilatoria con la cual la administración pretende censurar la libre publicación de un material que el público norteamericano tiene derecho a conocer.

Era esperable la reacción del gobierno. Aquí no se puede culpar a Trump de estas tretas administrativas. No es la primera vez de que se trata de obstruir la publicación de material que puede llegar a ser embarazosa para un funcionario determinado, una administración o incluso, de información que es de legítimo conocimiento público. Se estaría tratando de usar el proceso de revisión como un obstáculo administrativo que terminaría siendo definido por la Corte de Justicia. Con ello el presidente Trump tendría tiempo suficiente para llegar a las elecciones sin los cuestionamientos y las increpaciones que podrían desatar en la opinión pública de los estadounidenses. El sistema funciona siempre para el poder pero, no hay que olvidar que Trump tiene enemigos poderosos dentro del Establishment por lo cual no se hace raro que –ratificada la sentencia judicial- el libro logre publicarse.

Pero si no se interfiere con los mecanismos administrativos que desde hace cuatro décadas revisa toda producción de documentos que pueden afectar a la Seguridad Nacional,  Trump puede estar tranquilo de la publicación no será inmediata.

¿De qué diablos puede asombrarse usted? Si hay algo que el pueblo americano y gran parte de los ciudadanos del mundo no pueden ya ignorar es que el gobierno federal por medio de sus agencias de inteligencia, ha censurado todo tipo de informaciones que implicaban hechos y situaciones inconfesables que disfrazados detrás de la Seguridad Nacional han manchado la imagen de los EEUU como una nación de libertades y democracia.

El historial de operaciones sucias de la CIA es prominente. Para frenar la ola de escándalos que su ventilación podía causar la Agencia uso las mismas maniobras para convertir el “Procedimiento de Revisión” en un obstáculo burocrático para censurar  informaciones que podían afectar los ánimos en el interior.

Desde la década de los 70´s (1970) la CIA vino usando estas tácticas sucias para impedir la publicación de trabajos documentados de algunos de sus agentes en retiro. El caso de las memorias en Countercoup del agente retirado Kermit Roosvelt, es una de ellas quien develaba en su obra la implicancia que tuvo la “Agencia” (Op. Ajax) en Irán para gestar y ejecutar el derrocamiento del primer ministro Mohammad Mossadegh en 1953.  

La CIA logro detener la publicación de este libro durante años haciendo que su autor se frustrara y abandonara la empresa. Igualmente la obra se termino por publicar pero con los cambios que la CIA realizo en su contenido, hizo que se la deformara al grado de convertirla en una obra “de ciencia ficción”. El precedente “Frank Snepp”, un agente de la CIA que pretendió publicar su libro Intervalo Decente sin la revisión, fue contraproducente para los partidarios de la libertad y la transparencia de los actos de gobierno ya que la Corte de Justicia falló contra Snepp dándole argumentos al gobierno de seguir implementando el mecanismo de revisión previa.

Aquello fue el punto de inflexión que se cerró en la administración de Ronald Reagan con la Directiva n° 84 de Decisión de Seguridad Nacional de 1984 que, pese a ser inmediatamente bloqueada por el Congreso en el mismo año, se continuo con la práctica administrativa que obliga a todos los empleados y funcionarios de agencias de inteligencia a “firmar un acuerdo de confidencialidad” (Información Compartimentada Sensible, LIC) que para el caso de pretender realizar una publicación obliga a la revisión previa.

Al día de hoy las agencias de inteligencia siguen llevando adelante este tipo de procesos de revisión previa lo que sin más rodeos es una censura previa, aunque los burócratas en Washington no quieren reconocerla como tal. Los defensores de la libertad publicación de información luchan denodadamente contra estos mecanismo y con la actual situación de pandemia (que ha incrementado los costos para su solicitud), ha vuelto mucho más dificultoso avocarse a lograr esas desclasificaciones. Pero lo más irónico de todo esto y volviendo al caso de Bolton, es que ahora es uno de sus propios funcionarios (John Bolton) que tanto tiempo sirvió a ese sistema, tejiendo intrigas y sabiendo de primera mano oscuras situaciones y complots para beneficiar a los EEUU, hoy es quien debe tomar y tragarse la medicina que el mismo administró durante décadas de servicio ¿O tal vez no sea así?