sábado, 27 de junio de 2020


“TREMBLING NERVS”
Los esfuerzos revisionistas por manchar la imagen de Vladimir Putin proveniente de los sectores neoconservadores en Washington evidencian una gran inquietud por su estabilidad política ¿Puede ser esta maniobra contraproducente para la imagen de EEUU?

Por Charles H. Slim

El mundo está cambiando rápidamente y para cuando la situación creada por el COVID-19 termine de estabilizarse, habrá muchas situaciones políticas que  marcaran la pauta geopolítica de la década entrante. En EEUU puede intuirse que Trump en las próximas elecciones caería ante un opaco Joe Biden; China pese a las presiones se reinventa y busca abrir nuevas rutas de la seda y extenderse a nuevos mercados en occidente, el Oriente Medio vuelve a mostrar una nueva metamorfosis por nuevas e impensadas alianzas y Rusia refuerza su posición de potencia al consolidarse como un actor influyente tanto allí como en Eurasia.

El 24 de junio pasado y con un mes de atraso, pese al COVID-19 Rusia celebró con una multitudinaria parada militar el 75° Aniversario de la victoria del “Ejército Rojo” sobre la Alemania Nazi. Para muchos que veían con asombro desde la lejanía –y muchos otros con innegable furia- y en medio de la psicosis mediática creada sobre la pandemia, el movimiento de tropas y de los asistentes (entre ellos a veteranos de más de 90 años) invitados a estar en las gradas junto a Vladimir Putin, causaba una impresión contraproducente para los fanáticos de la cuarentena interminable.

Sin lugar a dudas, Putin envía un mensaje al mundo y especialmente  a sus adversarios en Washington y Bruselas  diciéndoles que la Federación rusa sigue de pie, buscando crear un nuevo sistema de seguridad regional  y que estará preparada para afrontar las próximas amenazas por venir. Esta enterza política molesta y mucho a los adversarios de Rusia.

Para los personeros en el Departamento de Estado, el Pentágono y obviamente la CIA, con este desafiante desfile patriótico Vladimir Putin busca manipular los sentimientos patrióticos de su población a fin de fortalecer su posición para el próximo referéndum constitucional a celebrarse el 1° de julio que de ser favorable, le permitiría permanecer en el Kremlin hasta 2024.

También, ante el intento de occidente (entiéndase EEUU, Gran Bretaña, Alemania y Francia) por reescribir la historia de la II Guerra mundial, el presidente ruso vuelve a recordar con claridad y contundencia el papel central y decisivo que tuvo la URSS para derrotar a la maquinaria nazi entregando para concretar aquel objetivo, nada menos que la vida de más de 20 millones de ciudadanos.

Pero el marco recordatorio, sirvió también para que Putin deje en claro que Rusia aprendió del pasado y como lo hace todos los años en cada conmemoración, recordó con énfasis que estarán preparados para afrontar las nuevas amenazas a su autodeterminación y soberanía que ya no se materializan con portentosas “Blitzkrieg”[1] o invasiones militares “conmocionantes y pavorosas” sino más bien, mediante los silenciosos movimientos de la extorsión político-diplomática, el chantaje financiero y el ahorcamiento económico que a tono con las políticas de Washington, facilitan esa tela de araña de organismos internacionales contra naciones enteras.  

Desde el 2014 muchos ciudadanos rusos han sido blanco de sanciones económico-comerciales unilateralmente impulsadas por EEUU y la UE sin existir de manera concluyente de dónde surge la legitimidad para ese tipo de acciones.

La aparición del COVID-19 agravo las consecuencias de esas medidas. Y aunque esta claro que el causal de la pandemia no ha sido natural e incluso podríamos especular que su difusión no tuvo nada de azarosa, estando ello deliberadamente fuera del tratamiento y de las opiniones informativas, es una verdad espinosa que por el momento no es conveniente de ventilar pero que Moscú no ha dejado de lado.  

Mark Esper y  Mike Pompeo
Putin y su círculo gubernamental no dudan que todo este marco viene siendo explotado por la OTAN. Casualmente desde comienzos de año en incluso antes (por diciembre de 2019) y a pesar de que ya se sabía en Washington sobre el supuesto “brote de Wuhan”, se ha venido viendo como la organización atlántica  no hizo más que ampliar sus operaciones militares en Europa y en especial en los países nórdicos sin dejar de incursionar con peligrosa persistencia en las cercanías de la península de Crimea.  

Todo esto no logro conmover al Kremlin y mucho menos a Putin quien ha demostrado con bastante inteligencia y contundencia, la determinación de un estadista de carácter y alto nivel ejecutivo. En ese sentido tanto el Kremlin como sus Fuerzas Armadas dieron señales de advertencia  concretas a estas provocaciones que pusieron un límite a las provocaciones que se estaban realizando. Esto ha llevado a que Washington y sus aliados, -pese a los problemas domésticos- nerviosos por la estabilidad política de Putin, hayan comenzado con maniobras propagandísticas más agresivas.

Aquellas se basan en llevar adelante una extensa campaña de revisión sobre el pasado funcional del mandatario ruso tratando de hallarle “algún muerto” en el placard o alguna suciedad escondida debajo de la alfombra. En realidad, nada nuevo bajo el sol en la historia de las operaciones de propaganda y manipulación informativa llevado adelante por las agencias de inteligencia. Durante las últimas tres décadas esto ha sido una constante.

Para ello, han abordado a Putin indagando su pasado como ex KGB[2], sin escatimar en calificaciones  prejuiciosas, tratando de recrear esa rusofobia de las épocas de la guerra fría, haciendo semblanzas oscuras y siniestras que lo pintan como un villano afortunado. En nombre de la investigación histórica y la supuesta búsqueda de la verdad, los cerebros pensantes al servicio de Washington han elaborado artículos que muestran a un tenebroso pero insulso Vladimir Putin en su base en Dresden en la ex Alemania Oriental por finales de la década de los ochentas (1985-1989) con supuestas injerencias con el terrorismo internacional.

El joven Vladimir Putin
Estas investigaciones tratan de probar, mediante una reconstrucción documental, que Putin como oficial soviético de la KGB había sido uno de los orquestadores y encargados de coordinar junto a la STASI[3] las operaciones terroristas en Europa[4], protegiendo y apoyando a grupos marxistas que operaban en y desde Alemania occidental. En síntesis, tratan de ligar a la inteligencia rusa de ese entonces al terrorismo internacional que era ejecutado por grupos como las “Brigadas Rojas” en Italia, “Baader-Meinhoff”[5] en Alemania e incluso las FPLP (الجبهة الشعبية لتحرير فلسطين )[6], el ala izquierdista de la OLP.

Como puede leerse, la palabra clave es “terrorismo” como eje para tratar de desprestigiar la figura del actual mandatario ruso.

Al mismo tiempo nadie puede negar al día de hoy, que la KGB sacó algunos beneficios del actuar de algunas de estas células que [7]operaron especialmente en Europa occidental pero, no fueron los únicos que estaban embarcados en la misma dinámica de utilizar al terrorismo como un arma más del arsenal. Estos mismos revisionistas aún no han dicho nada sobre las infamias cometidas en Vietnam con la “Operación Phoneix”,  de los años oscuros y de los crímenes de George H. Bush como director de la CIA entre 1976 a 1977 y las nefastas consecuencias que como presidente causó (mediante propaganda y engaños) el intervencionismo con finalidades hegemonistas lanzado desde 1990[8].

Incluso ha quedado muy claro, como las agencias occidentales han abusado de esta “táctica” la cual ha venido siendo utilizada en los últimos treinta años contra el mundo árabe-islámico mediante los programas “yijadistas” (“Al Qaeda”, "Jabbat Al Nusra" y el “ISIS”) desplegados en países como Afganistán, Libia, Iraq y Siria.  

Durante la década de los setentas y ochentas, las agencias de inteligencia de los países de la OTAN tenían activo un programa ultrasecreto de operaciones propio denominado “OPERACIÓN GLADIO”[9] dirigido por la CIA que entre otras tareas, estaba la de ejecutar asesinatos y acciones terroristas con bombas contra objetivos comunistas y de sus simpatizantes en suelo europeo.

La CIA, el MI-6 y sus colegas israelíes del Mossad tuvieron una muy activa participación en esta guerra clandestina e incluso, en el montaje de todo tipo de operaciones de contrainteligencia y sabotajes para tratar de embarrar a la Unión Soviética. En ese contexto Vladimir Putin fue comisionado para resguardar la seguridad y actuar en consecuencia ante las operaciones de sus rivales occidentales. En aquellos momentos el territorio europeo fue el escenario de atentados y asesinatos que –por las presiones políticas- varios no pudieron ser investigados por las autoridades locales.

Igualmente, cuando el muro cayó en 1989 y la URSS desaparece en 1991, las operaciones de la KGB se desactivaron y  para ese entonces Putin ya estaba ocupando tareas administrativas en la Diputación de Leningrado para luego pasar a ocupar el puesto de Jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Ayuntamiento. Por el contrario,  por esas fechas Washington estrenaba el intervencionismo belicista contra Panamá en 1989 e Iraq en 1990 que se reimpulsaría tras el 11/S con catastróficas consecuencias. Entonces ¿Qué persiguen estas revisiones presuntamente históricas de los intelectuales anglosajones? Y ¿Tienen autoridad moral para juzgar?

A la primera cuestión queda claro que solo buscan tratar de desprestigiar y desfigurar la personalidad estadual de Putin de cara al plesbicito. Asimismo ello es la continuación de la misma campaña de desprestigio que durante los veinte años que ocupa el poder en Rusia, han venido llevando aquellos a cabo sin éxito. No olvidemos que aquí en occidente y con ello nos referimos a EEUU y a la Europa atlantista, se tilda al mandatario ruso de “autócrata”, “tirano” o incluso de “asesino” como lo supo decir en algún momento el presentador Bill O'Reilly de la cadena FOXnews cuando entrevistaba a Donald Trump en febrero de 2017.

Y por último en lo referente a la segunda cuestión, queda claro que con todo lo que Washington y sus aliados han desplegado y causado tan solo en los últimos veinte años hasta el presente, ninguna autoridad moral ni política revisten para señalar a otros.





[1] La estrategia conocida como la llamada “guerra relámpago” con la cual los nazis pudieron abrirse paso sobre Europa. Vease también el siguiente link: https://es.wikipedia.org/wiki/Blitzkrieg
[2] El Comité para la Seguridad del Estado Soviético en cirílico, Комите́т госуда́рственной безопа́сности CCCP. Dejo de operar en diciembre de 1991.
[3] El Ministerio para la Seguridad del Estado STASI era el órgano de inteligencia de la llamada República Alemana Democratica que cesó sus operaciones en marzo de 1990. 
[4] Documento de los archivos de la KGB publicado por el disidente Vladimir Bukovsky que tuvo acceso a los archivos: http://www.bukovsky-archives.net/pdfs/terr-wd/ct132-74.pdf
[5] Corresponde a la pareja de Andreas Baader y Ulrike Meinhoff conocida como Fracción del Ejército Rojo (RAF), que  actuaba a comienzos de los años setentas contra objetivos estadounidenses en Europa. Ambos aparecieron ahorcados en sus celdas en la prisión alemana de Stuttgard.
[6] El Frente Popular para la Liberación de Palestina es una organización revolucionaria marxista-leninista y laica fundada en 1967 por George Habash.
[7] Fue nada menos que un program de la CIA que reclutaba vietnamitas con los cuales formaba celulas de asesinos para realizer atentados terroristas tanto en el norte como en el sur.
[8] THEINTERCEPT.com. “The Ignored Legacy of George H.W. Bush: War Crimes, Racism, and Obstruction of Justice”,  Mehdi Hasan, December 1°, 2018, https://theintercept.com/2018/12/01/the-ignored-legacy-of-george-h-w-bush-war-crimes-racism-and-obstruction-of-justice/
[9] DANIELE GANSER, NATO's Secret Armies: Operation GLADIO and Terrorism in Western Europe, 2005, USA and Canada, Frank Cass, ISBN. 0-203-01777-3

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