martes, 19 de enero de 2016

EN LA MIRA



“LEVANTAMIENTO DE SANCIONES A IRÁN Y SUS EFECTOS”

Cómo la variable geopolítica en Medio Oriente puede afectar a temas de la política interna y externa de Argentina

Por Charles H. Slim
Teherán, Irán

Desde al menos un lustro, que Israel ha buscado por todos los medios  instigar un ataque contra la república Islámica de Irán y para ello, ha tratado infructuosamente de arrastrar a los EEUU en esta demencial aventura. Hace apenas unos días, una noticia que apenas salió al conocimiento masivo sacudió al mismo Washington. Esta era que dos barcos de la marina estadounidense eran capturados in fraganti por la Armada iraní, un golpe muy duro al orgullo estadounidense y un mal augurio ante posibles planes sobre la región.

Que los norteamericanos tienen presencia hostil en la región, no es noticia para nadie. Lo que representa la novedad es el momento y las maniobras en que se produjo este incidente. Casualmente y a muy pesar de los sectores del sionismo internacional, especialmente el estadounidense, el grupo de los 5+1 levantaban las sanciones contra Irán lo que, además de la algarabía para el castigado pueblo iraní, desató la ira y el desprecio del gabinete de Benjamín Netanyahu en Tel Aviv.  Algunas fuentes en rededor del gobierno israelí, aseguraron que en la mañana inmediata a conocerse la confirmación de la decisión Netanyahu salió disparado de su despacho tomándose la cabeza y balbuceando en voz baja.

A Tel Aviv le hubiera servido que los iraníes causaran daños a esos buques o a sus tripulantes y de ese modo instigar por las vías diplomáticas, políticas y militares una respuesta contra contundente contra la república Islámica. Pero Teherán sabía que eso era lo que precisamente buscaba Tel Aviv y lejos de cometer una torpeza semejante, sus unidades rápidas capturaron a las lanchas norteamericanas sin darles posibilidad de escape. 

Pero los iraníes no son los únicos que intuyen que Netanyahu y sus columnas sionistas alrededor del mundo trataran de usufructuar de esto. Dentro de los mismos EEUU e incluso en los círculos de la izquierda israelí se advierte de posibles maniobras sucias para tratar de desbaratar el acuerdo que había llevado a que se levantaran las sanciones contra Irán. Y no solo eso; a pesar de que esto parecía condicionar a Teherán a que se diera por satisfecho y cerrara la boca en temas que molestan a Israel, lejos estuvo el presidente iraní Rohani por coincidir con esas esperanzas. Apenas se supo del levantamiento de las sanciones, el gobierno iraní denunció que no estaba dispuesto tener relaciones económicas con EEUU ya que, sus negocios millonarios están vinculados con la muerte de palestinos, libaneses y yemenitas.
marines capturados por Irán

Era muy corriente y conveniente que los organismos internacionales de control de armas y las ONG como “Amnesty International” o la “Human Right Warch” pasaran por alto este gran negocio que termina siendo la causa de las muertes de miles de árabes, palestinos y también de africanos de los países donde los diamantes y el petróleo son una fuente riqueza para brutales gobernantes que a su vez son apoyados por la UE y Washington.

Era por esto, que a contrario de lo que esperaba Washington, el gobierno de Teherán –tan imprevisible como lo solía presentar la CIA en sus informes- le daba rienda suelta a su histórica política de confrontación dialéctica contra el “Gran Satán”, que se vía abundantemente alimentada por los argumentos más sólidos de la historia contemporánea y la que EEUU no queda bien parado. Y es que, más allá de las brutalidades comprobadas en la ocupación de Iraq durante casi una década  y más aún  pese al memorando que firmaron Obama y Rohani en el 2014 como antesala para el acuerdo sobre el programa nuclear, los iraníes han podido comprobar las incongruencias operacionales de los norteamericanos al momento de combatir al ISIS.

Y como parte de estas, los norteamericanos pretendían que si bien se levantaban las sanciones económicas y financieras, Teherán debía abstenerse de desarrollar sus programas de defensa misilistica que dicho sea de paso, es un derecho soberano pero a su vez, una molestia estratégica más, ante una posible incursión aérea israelí que ya se vio jaqueda por la recepción de los potentes sistemas antiaéreos SS-300 de fabricación rusa.  Las razones esgrimidas son que EEUU busca evitar la proliferación de armas en la región, lo que a los ojos de la realidad representa una burla. Sabiendo esto, el gobierno iraní, es claro que las condiciones que repentinamente pretende imponer La Casa Blanca son solo una muestra más de su hipocresía política.   

Sintéticamente, Rohani apenas un día atrás explicitaba a los medios, que EEUU ganaba decena de miles de millones de dólares por año con la venta de armas a gobiernos como el de Israel y Arabia Saudita que mataban a mansalva a seres humanos palestinos y yemenitas.  Sin dudas, que esta postura no solo incomoda a la Casa Blanca sino que producía al mismo tiempo una migraña insoportable en las cabezas de Netanyahu y sus ministros, que ya vienen sufriendo de insomnio por los éxitos del ejército árabe sirio y Hesbollah.

Pero también esto causa consternación entre los partidarios –judíos y no judíos- del sionismo en Argentina, que a un año de la muerte –archisospechosa- del fiscal Alberto Nisman y tras haber logrado derribar el memorando de entendimiento con Irán, sienten la sensación de que achacarle los dos atentados en Buenos Aires y la muerte del fiscal Nisman  a Irán, se volvería una misión imposible. Y esto es simplemente, porque no es lo mismo atacar a alguien que está  aislado internacionalmente (como hicieron con Iraq y Libia), que a un actor que además de haberse soltado las cadenas de unas sanciones  claramente arbitrarias, le da una bofetada a EEUU y se da el lujo de refregarle en la cara sus ganancias sucias a costa de la sangre miles de musulmanes.

Los frentes para tratar de argumentar una agresión contra la república Islámica, no se reducen a propaganda radiada desde los gobiernos y medios en Washington, la UE y Tel Aviv, no también desde el cono sur, la Argentina ha comenzado a ser la caja de resonancia de aquellos intereses que se escudan detrás de las causas judiciales por los atentados y por la muerte del fiscal Nisman. 
The Macri´s way

Está más que claro que el gobierno del señor Mauricio Macri está encaminado a hacer lo que Washington y Tel Aviv le señalen y eso, es un motivo cierto para preocuparse por el simple motivo de que ello, no significa que se investigue con rectitud y apelando a la búsqueda de la verdad, sino que se buscara reactivar la tan nombrada “pista iraní” que dicho sea de paso cabe recordar, fue introducida por un informe falso de la CIA y sus colegas israelíes.  Los años que han pasado desde aquellos hechos, revelaron connivencias impensadas entre funcionarios menemistas, directivos de la Comunidad judía argentina, malos jueces e inescrupulosos abogados que, combinado con una SIDE totalmente filtrada por agencias internacionales como las nombradas entre otras-, que como un mercenario trabajaba para el mejor postor.

Sobre lo mismo, la extraña muerte del fiscal Nisman a comienzos del año pasado ha servido para recrear hipótesis islamofobas que tratan de reavivar los argumentos de la “pista iraní” y sobre la cual, se han escuchado de los personajes más diversos, los argumentos más estrafalarios hasta los más tristemente tendenciosos e ignorantes  -uno de ellos, el que vincula a Irán con Al Qaeda-.

Sin dudas de que los círculos ultraconservadores desde Washington y Tel Aviv agradecen estos motivados intentos de personajes políticos, periodistas e intelectuales argentinos por empujar argumentos contra la república Islámica de Irán, pero ellos –como es una notoria costumbre- prefieren la acción a nivel gubernamental y eso es lo que parece que lograrían con el gobierno de Macri. Sin lugar a dudas, éstas causas truncadas por la corrupción y el encubrimiento merecen ser revisadas pero no manipuladas. Es más, las constantes y variadas maniobras para entorpecer las investigaciones sobre el atentado a la embajada y a la AMIA más bien parecen direccionar a “autores inconvenientes” que a los “foráneos” a quienes con mucha liviandad y facilidad se han venido acusando, pero sin lograr pruebas concretas sobre ello.

Sería una bocanada de aire fresco para la tan sospechada administración de justicia, que traiga luz sobre estos crímenes. Los viejos jueces y abogados que fueron funcionales a ese engranaje de encubrimientos, dádivas, silencios cómplices y parciales son cosa del pasado. Hay un nueva generación que comienza a moverse por éste poder del estado argentino y es la oportunidad para que haga honor a las funciones que invisten en sus respectivos puestos sino también, para que la letra de la Constitución nacional no sea más un papel mojado.  

Para que los argentinos no sean nuevamente estafados y el país no asuma responsabilidades a nombre y cuenta de intereses de potencias como las que sustentan con mucha euforia al actual gobierno, se debe exigir que sea la justicia argentina –sin las intervenciones de la CIA y el Mossad- la que trabaje y devele los móviles para esos dos ataques que sacudieron Buenos Aires y para que también pongan en evidencia los móviles y autores intelectuales de la operación –porque nadie cree que haya sido un suicidio- que terminó con la vida de un funcionario público como Nisman que más allá de las comprobadas e irreverentes actividades que han salido a la luz con las susodichas agencias extranjeras y sus negocios financieros paralelos, era un ciudadano argentino a quien se le quito la vida.


domingo, 17 de enero de 2016

ILM MIDDLE EAST



“NUEVO INTENTO DE INTOXICACIÓN INFORMATIVA EN SIRIA”


Cómo el imparable avance de las fuerzas árabes sirias y de Hesbollah, trata de ser detenido mediante nuevas intoxicaciones informativas pagadas por las monarquías del Golfo.

Por Horace Husseini
La imagen que trata de usarse como  icono de Madaya
no es siria

Desde mediados del 2011, que el gobierno y toda la población siria han venido soportando, junto a una violencia escalar, los más sucios intentos por crear realidades mediáticas totalmente ajenas a la verdad, especialmente orientadas a “satanizar” al gobierno laico del partido “Baas” liderado por el presidente Bashar Al Assad  que para colmo de las inconsecuencias, buscan –desde los postulados sectarios- derrocarlo por su pertenencia a la rama “Alawita” cercana al chiismo.
Ahora estas maniobra se están viendo sobre lo que ocurre en la localidad de Madaya, Siria, que rodeada por los combatientes del Hesbollah ha sitiado a más 600 mercenarios “seudo-yihadistas” que buscan por todos los medios tratar de escapar. Para intentar hacerlo, los mercenarios están siendo asistidos por una ola de informes visuales difundidos por redes sociales que pagados por Arabia Saudita  y Qatar especialmente, tratan de convencer a la opinión pública que el asedio no permite el paso de comida para la población civil que se halla rehén de estas bandas.

De este modo, estos  trabajos de propaganda sucia, tratan de argumentar que hay niños que mueren  de hambre por el sitio de la resistencia chiita libanesa, tratando de inflamar ya su vez sustentar, el supuesto odio sectario que para los gobiernos de occidente enmarca el conflicto. Pero tal como lo han corroborado la cadena “Al Manar” y “Press Tv”, muchos testigos sirios señalan que la comida y la ayuda humanitaria que se entrega en camiones es robada por las banda mercenarias, que luego cobran a precios elevadísimos  sin que les importe la situación de la población.

Pero para los productores de estos embustes, los elementos centrales que deben sobresalir son “Hesbollah chiita” rodea y hambrea a un “pueblo sunita”, agregando fotografías de niños desnutridos y grupos de pobladores apoyando a los mercenarios como defensores. Obviamente, medios estadounidenses y sionistas levantan muy gustosamente esto tratando de darles el alcance masivo.

Tal vez estas maniobras de intoxicación  funcionaron bien en anteriores ocasiones e incluso se logro engañar temporalmente a una buena parte de la opinión mundial,  que con el paso del tiempo comprobaron que era todo falso. Pero actualmente sobre lo que ocurre en Siria, éstos ingenios se los tragan muy pocos incautos y muy seguramente ningún sirio.
combatienes de Hesbollah avanzando en Zabadani

Al tal grado es la desinformación que se opera contra lo que ocurre en Siria, que muy pocos en occidente saben que durante la Navidad pasada, las aldeas cristianas de Sadad  a 80kms de Homs, pudieron celebrar la natividad gracias a la llegada de los combatientes de “Hesbollah” que pese a ser chiitas, protegieron la localidad evitando que los mercenarios que preparaban una ofensiva aprovechando la fecha, fuese cancelada.  Esto sin dudas es muy inconveniente para las editoriales sionistas y partidarios de la agresión contra Siria que buscan distanciar al Islam del cristianismo. 

Las manipulaciones sobre la situación en Madaya, son parte de una antigua política claramente racista, anti-islámica y antihumana que buscan poner de cabeza, las causas del desastre general en la región y del sirio en particular. Tal como dijimos al principio, estos intentos por instalar la versada “lucha sectaria” –término muy usado por la CNN, NBC y FOXNEWS- entre el Chiismo y el Sunismo cae rendida por la evolución de insalvables inconsecuencias vistas en la región comprobadas en la historia cercana.

Pero ¿por qué decimos “inconsecuencias” ? pues, si se observa la dinámica violenta que se creó deliberadamente en Iraq, la raíz sectaria que los medios anglosajones supieron argumentar hasta el hartazgo para justificar la presencia estadounidense en la región, veremos como ese argumento en el actual contexto sirio, simplemente se deshace sin posibilidades de sustentarlo.

Cuando le hicieron la guerra a Iraq, el gobierno estadounidense y los medios corporativos de la unión, no dudaron en anteponer como causas principales para intervenir, la supuesta animosidad y discriminación que había desde el “régimen de Saddam” sobre los “pobres chiitas”, que dicho sea de paso, era un argumento que los mismos chiitas iraquíes –y del mundo- jamás se lo creyeron.  Así, Saddam Hussein y el partido “Baas” –de la misma raíz secular que el sirio- era un régimen que perseguía sanguinariamente a los chiitas y a los kurdos; en síntesis, se trataba de una situación en la que los sunitas se aprovechaban de aquellos por lo que “La Casa Blanca acudiría en su auxilio”.


En la realidad, la sociedad iraquí con el gobierno de Hussein y el partido “Baas”, incluida en todos los estamentos de la vida pública y política, a chiitas, kurdos y cristianos, dejando como algo normal, que las mujeres tuvieran posiciones relevantes en sectores sensibles de la vida académica, científica e incluso política. 

sábado, 16 de enero de 2016


VETERANOS DE AYER


“LAS CAUSAS OCULTAS DE LA GUERRA DEL GOLFO”

Cómo la improvisación y la falta de conocimiento del gobierno menemista puso en riesgo a tropas argentinas en una guerra preconcebida



Por Dany Smith y Charles H. Slim
John Kelly y April Glaspie junto a Saddam Hussein

Hace veinticinco años atrás a las 0300hs del 17 de enero de 1991, se iniciaba la guerra que sería el comienzo de la perpetua crisis en la que Iraq y la región, comenzaron a soportar sin pausa el violento ingreso de EEUU a suelo árabe. Fue el primer paso, para que Washington pudiera justificar la remisión de masivos contingentes militares al Medio Oriente y fijar bases sus militares en lugares impensables apenas un lustro antes. Fue el marco en el cual, la República Argentina se involucró, como un miembro de la “Coalición Aliada”, en las operaciones militares que desataron el choque armado.  Consecuencia de esta guerra, que para muchos fue el inicio de la guerra que hoy sigue consumiendo la región, fue que Washington logro implantar estratégicas bases aéreas en Arabia Saudita y Kuwait, que visto en retrospectiva, resulto algo claramente planificado.

Para entender la magnitud de lo que movilizó a  Iraq para que lanzara aquella invasión sobre el emirato de Kuwait, debemos analizar los trasfondos y los antecedentes de la política existente en la región y más particularmente, entre la república árabe de Iraq y el pequeño emirato de Kuwait.  Con ello vamos a poder entender cuánto  se ignoraba sobre las causas reales del conflicto –especialmente por parte  del entonces gobierno argentino- y qué papel tuvo Washington en que ello sucediera.  

Si nos trasladamos a 1988 en las postrimerías de la guerra entre Iraq-Irán, se podían ver cuales habían sido las consecuencias de ese conflicto y quiénes se habían beneficiado con aquel.  Irán casi al límite de sus fuerzas y bajo los auspicios de la ONU se vio forzado a firmar un cese al fuego incondicional e Iraq se comprometía a respetar el mismo. Igualmente Bagdad no se la llevó de arriba y la situación de las bajas humanas era proporcionalmente similar a la de su vecino. Pero ¿quiénes habían sido los ganadores de este gran matadero? La respuesta estaba del otro lado del golfo, en donde los suntuosos palacios reales de los emires y sultanes pudieron seguir  brillando por el sangriento éxito que el laico y aguerrido Iraq había conseguido contra supuestas y tenebrosas ambiciones revolucionarias iraníes.

Y siguiendo con la ronda de cuestionamientos había que preguntarse ¿de dónde había salido aquella supuesta intensión de Irán por exportar su revolución, que les quitaba el sueño a los ricos y ampulosos emires de la península?

Girando imaginariamente la cabeza, había que mirar hacia el oeste y  más precisamente a Washington, desde donde –y en base a sus indiscutibles informes de inteligencia- se presentaron los argumentos, las supuestas pruebas sobre la “amenaza chiita”  y desde donde se proveyó todo el apoyo posible –en ambas partes- para que la guerra fuera larga, costosa y suficientemente destructiva como para que fuera Iraq quien al final contuviera a Irán. 

Por supuesto que junto a EEUU, Tel Aviv jugo sus cartas para que ambas partes se desgarraran las carnes como dos perros en una pelea encarnizada, cooperando clandestinamente para que no faltasen armas y en cantidades astronómicas para quién estuviera dispuesto a pagarlas. También es necesario señalar, que estos dos actores, en especial EEUU no actuaron  solos o como quizá crea el común de la gente, usando a sus espías de la CIA que se movían en las sombras o tonterías similares.  Como en todas sus operaciones sucias –Black Ops-, Washington obviamente se valió de la CIA pero, ésta a su vez usaba –y sigue usando- a los elementos y grupos lumpen dentro de un estado enemigo para sabotearlo desde dentro.  Mediante estas tácticas, los norteamericanos pudieron manipular al mismo tiempo a todas las partes. Esto mismo hicieron con Iraq y Kuwait, cuando al finalizar aquella guerra,  fueron sembrando en medio de las relaciones de ambas entidades, dudas, sospechas y hasta supuestos apoyos incondicionales para cada una de las posturas. 

Se puede resumir la labor efectuada por Washington como, una simple instigación.

Y ciertamente, la posición del pequeño emirato de Kuwait era más que critica y no estaba en posición de jugar al gato y al ratón con la república árabe vecina que no temía blandir su sable ante la mínima provocación. Ahora bien ¿Por qué el pequeño emirato se atrevería a desafiar a Iraq? Pues, tras el final de la guerra y con la misión cumplida de haber dejado a Irán en la necesidad de recuperarse, Washington cambio sus cartas del juego geopolítico y casi sin pausa, empezó a distanciarse de las necesidades militares de Bagdad e incluso, a cortar los estrechos vínculos que mantenía la CIA con el –mujabarat- IIS iraquí. Eran momentos en que la URSS se derrumbaba y la hipótesis de conflicto pasaba de lo global a lo regional.
Saddam Hussein pese a la mala prensa occidental y todas historias que se fabricaron contra su persona, no era tonto y mucho menos un improvisado. A pesar de que Washington le había tendido la mano y lo festejó en la Casa Blanca como el gran estadista árabe de la región, sabía que en la otra los norteamericanos escondían un puñal. 

Saddam sabía muy bien que Washington era un aliado incondicional de Israel y que esa relación estaba por encima de cualquier estado árabe, incluidos los corruptos y complacientes reinos del golfo con quienes mantenía fabulosos negocios.

El petróleo era solo una de las cuestiones por las que EEUU se interesó en crear la crisis que se produjo por la invasión del 2 de agosto de 1990. Detrás de ello, habían planificaciones que tenían años de antigüedad y que simplemente formaban parte de una secuencia en la que, una vez que usaran a Iraq para destrozar a Irán, empezaría una nueva etapa. Para desarrollarla, EEUU se había preparado muy bien y llevó adelante todos los cálculos militares y de inteligencia que le dieran una ventaja sobre al que ya meses antes de dicha invasión, consideraba un enemigo a destruir.  Incluso, para asustar a los sauditas, Washington proporcionó fotografías satelitales que en realidad no mostraban  la amenaza que los norteamericanos aseguraban.

Todo tipo de medidas y embustes fueron puestos en movimiento para concretar los preparativos de una planificada intervención.

Como parte de estas medidas y en momentos en que supuestamente reinaba la cordialidad entre Washington y Bagdad, el ejército de los EEUU por el mes de junio de 1990, llevaba adelante juegos de guerra con el ejército iraquí que protocolarmente se enmarcaba en “ejercicios de guerra” con los cuales, los norteamericanos recabarían las experiencias de sus colegas iraquíes en el campo de batalla contra Irán.  A cargo de las fuerzas estadounidenses que participaron en las maniobras, estuvo nada más ni nada menos que el general Norman Schwarzkopf, quien apenas unos meses después,  sería quien dirigiría los ataques contra quienes en ese momento estrechaba sus manos. Esto nos informaba dos cuestiones: Primero, los norteamericanos tenían en la región fuerzas militares disponibles para movilizar en forma rápida. Segundo, utilizaron este ejercicio para reunir información sobre las condiciones de las fuerzas iraquíes, de sus propias fuerzas y del comportamiento en el terreno. Este episodio, nunca fue revelado al conocimiento público salvo por publicaciones de investigadores y revisionistas norteamericanos que como el caso de Brian Becker, saco a relucir éste tipo de informaciones que se hallaban sepultados bajo los laberinticos archivos del Pentágono.

Incluso estos ejercicios constan en documentos de la inteligencia militar iraquí de la época y que pese al saqueo en 2003 de sus cuarteles generales del Ministerio de Inteligencia en Bagdad, varios miles pululan por la red en páginas de inteligencia montadas en la llamada “Deep Web”.

Por supuesto y al mismo tiempo, la CIA trataba de hacerse de la mayor información sobre los proyectos armamentísticos más ambiciosos de Bagdad y de ser posible cancelarlos (Caso del Complejo SAAD 16), algo que en la mayoría de los casos no sería muy difícil dado que en ellos participaban empresas y corporaciones europeas que además de cooperar con la agencia, proporcionarían todos los detalles de sus proyectos. 

Entre tanto, desde el mes de enero de 1990, informes norteamericanos sobre actividades kuwaitíes inusuales en los campos petroleros de Al Rumaila, comenzaban a llamar la atención a Saddam Hussein quien tras corroborar con informes de su propio mujabarat que investigaron a lo largo de las tuberías que bordeaban la arenosa frontera con Kuwait, detectaron que los ricos vecinos se estaban robando el crudo iraquí de los campos del sur mediante ingeniosas perforaciones inclinadas que incluían incluso, empalmes adheridos a las tuberías iraquíes que discretamente camuflados y bajo la arena, iban hacía Kuwait.

Para Saddam Hussein y en cierto sentido para los propios iraquíes, lo que estaba haciendo el rico emirato era una grave afrenta que demostraba el desagradecimiento y la mala fe del reino, luego de que durante una década habían sacrificado a la juventud iraquí, para que los emires, sus familias y sus ricos ciudadanos kuwaitíes pudieran apoyar sus cabezas en sus mullidas almohadas y dormir plácidamente  por las noches mientras los misiles y los ataques aéreos nocturnos los debían soportar ellos.  Además, estaba claro que Riad estaba al tanto de estas maniobras y fue por ello que Hussein en el mes de mayo de 1990 en la 

Cumbre de la Liga Árabe y frente a los representantes sauditas y kuwaities, se despacho acusando a Kuwait de librar una guerra económica contra Iraq  y que si no se detenía en sus propósitos, “Iraq respondería  con contundencia”.

A todo ello había que agregar, que Kuwait y Arabia Saudita se estaban haciendo los desentendidos por las pérdidas cuantiosas asumidas por Iraq y que en ese sentido, reclamaba las compensaciones de guerra correspondientes. De esta manera, con estas deudas pendientes, los informes de la CIA que le soplaban en el oído a Saddam de que los kuwaitíes le habían venido robando crudo y la confirmación de su inteligencia de que eso era cierto, comenzó a irritar la paciencia del gobierno iraquí. Pero había fuertes sospechas de que las perforaciones ilegales de los kuwaitíes, estaban autorizadas por la Casa real Al Sabah quienes a su vez fueron instigados por los mismos estadounidenses que, mediante informes de inteligencia claramente artificiosos,  le advertían de que Saddam Hussein tenía malas intensiones contra u reino, pero que no debían preocuparse porque ellos –los norteamericanos- lo controlaban.  

Quedaba claro que Washington estaba usando su famoso doble rasero por el cual, instigaría a que Iraq creyera que estaba amparado por  el “Tío Sam”, sacrificando en esta mentira a su propia embajadora April Glaspie a quien, tras la reunión del 25 de Julio de 1990 con Saddam Hussein y que por efecto de la misma desemboco en los hechos del 2 de agosto. Tras esto  la administración Bush, acorralada por cuestionamientos,  sin vueltas le echo las culpas a la funcionaria  por una supuesta mala interpretación de su misión.
April Glaspie interrogada en el Congreso

Washington utilizo a su embajadora como “cabeza de turco” y le  encomendó que le asegurara al mismo Saddam Hussein, que ellos no se entrometerían si decidían realizar alguna acción contra Kuwait. 

Puntualmente, Glaspie llevaba instrucciones claras de que “Iraq podía capturar el norte de Kuwait” sin que ello causara consecuencia alguna.

Incluso otros funcionarios estadounidenses, dieron señales falsas que le daban luz verde a Bagdad para avanzar sobre Kuwait. Fue el caso de la vocero del Departamento de Estado Margaret Tutweiler y del subsecretario para Asuntos del Cercano Oriente John  Kelly quienes a finales del mes de Julio de 1990, aseguraron que “EEUU no tenía ningún compromiso en defender Kuwait…y que no tenía la intensión de defender Kuwait si era atacado por Iraq”. Aunque esto fue de conocimiento en los círculos periodísticos anglosajones y que causó el abrupto fin de la carrera de Glaspie, no se dejó que estos detalles se propagaran más allá de EEUU y Gran Bretaña.

Por lo pronto, tanto George W. Bush como su vice, sabiendo lo que ocurría esperaban que los acontecimientos se desataran de un momento a otro.

Al mismo tiempo y en los organismos gubernamentales argentinos –que se estaban reorganizando con el nuevo gobierno-, estos entretelones geopolíticos  no solo eran desconocidos sino que, incluso ni se tenía idea de dónde estaba Iraq en el mapa. Esta ignorancia imperdonable –proveniente en parte, a un egocentrismo pro-europeo-, estaba en los altos puestos de la cancillería que identificaba al mundo árabe, con los estereotipos que le llegaban de EEUU y Europa. Iniciativas propias por detenerse a estudiar la situación de la región y sus conflictos por aquella época eran inexistentes y sólo en base a los que los norteamericanos le informaban, el gobierno argentino lo tomaba como certero.  Es más en momentos en que la comitiva argentina visitaba Washington, pese a ser sorprendidos por la noticia de la “invasión a Kuwait”, no hubo relatores que recopilaran las informaciones controvertidas que corrían por los medios sobre la veracidad de aquel hecho.

Pero continuando con los entretelones de la crisis, había que recordar que Kuwait y Bagdad se mantenían firmes en sus posiciones, pese a que a las claras y por una notable superioridad militar,  los kuwaitíes tenían todas las de perder. Muchos comenzaron a sospechar, que Washington extraoficialmente, respaldaba la posición de los Al Sabah y al mismo tiempo en Bagdad mediante contactos similares, los norteamericanos le daba garantías a Saddam de que no moverían un dedo si decidía apurar a sus ingratos vecinos.  Washington simplemente les decía a ambos lo que querían escuchar.

Tan involucrado estaba Washington en lo que estaba por suceder, que informes de la CIA sobre lo que sucedía en las conversaciones entre representantes iraquíes y kuwaitíes realizadas el 9 de julio de 1990 en Jeddah, crearon la preocupación de que pudieran llegar a un acuerdo frustrando los planes que estaban rodando.

Al mismo tiempo llegaban a manos del Rey Hussein de Jordania, informes de la CIA de que “Saddam se estaba moviendo hacia la frontera saudita”. Similares FAX fueron enviados a los sauditas que tras realizar reconocimientos aéreos en la frontera, no reportaron nada.

Cuando se concreto la incursión iraquí, La Casa Blanca se rasgo las vestiduras haciendo como si no supiera nada de todo lo antecedentemente expuesto, pero allí no terminarían los engaños. Cuando la comisión argentina visitaba EEUU, al mismo tiempo en el golfo tropas aerotransportadas de la Brigada 82º estadounidenses se estaban embarcando para llegar rápidamente a Arabia Saudita.  Para el 8 de agosto, las tropas estadounidenses se hallaban despegadas en la península arábiga y unas cincuenta aeronaves de combate aguardaban a bordo de un portaaviones frente a las costas de Arabia Saudita. Hoy día, los expertos militares consideran que esta movilización fue demasiado rápida para que hubiera sido ordenada sorpresivamente.


Como conclusión de todo esto, sin dudas que la instigación  norteamericana fue central para la crisis del 2 de agosto. Como vimos, los precedentes políticos, las mentiras y la manipulación a doble banda, fueron elementos preponderantes que se llevaron las carreras de funcionarios estadounidenses, pero lo peor de todo, de miles de vidas por efecto de una guerra que estaba claramente preconcebida desde Washington.   

miércoles, 13 de enero de 2016

VETERANOS DE AYER


“UNA DEUDA SIN SALDAR”

A 25 años de la Guerra del Golfo Pérsico: Cuál es la situación actual de los veteranos argentinos por su competente participación



Por Charles H. Slim

La otra noche me encontraba revisando viejas publicaciones de varios diarios y revistas de comienzos de la década de los noventas y en todas ellas, aparecían como la noticia más importante y de mayor tratamiento la “Crisis y la guerra del Golfo Pérsico”.  Me detuve a releer aquellos artículos que hacían descripciones y análisis apocalípticos en donde, según los expertos militares de la época, se desataría una guerra de proporciones épicas que no se había visto desde la guerra de Vietnam o incluso desde el final de la segunda guerra mundial.

Revisando los hechos que crearon esta “crisis”, pude ver que, según los artículos de la época, describían al hecho desencadenante algo así como que “Saddam Hussein se levantó enojado y decidió arremeter sobre Kuwait”, algo tan simplón como irreverente pero que sirve como idea introductoria. Obviamente esto es solo una exagerada generalización de lo que ocurrió, pero por ahí iba la cosa. Al ver estos argumentos me pude dar cuenta que en esa época, la opinión pública se hallaba en un estado de inocencia tal, que aún se tragaba las sandeces que se publicaban por estos medios gráficos y donde la reina de las versiones que fundaban dichos artículos, provenía de los estudios centrales de la CNN en Atlanta, Georgia.

Al mirar en retrospectiva este histórico episodio que afecto indudablemente a la geopolítica del Oriente Medio y que involucro entre otros, nada menos que a la república Argentina,  note que a pesar de lo que termino resultando esta crisis, quienes habían estado involucrados dando la cara por una decisión política del entonces gobierno de Carlos Menem, no estaban contemplados entre los veteranos que desde el final de aquel enfrentamiento, regresaron a sus países reconociéndoles sus tareas.  Haciendo una rápida mirada sobre quiénes eran los que habían participado, todos los países que habían prestado apoyo a la llamada “Desert Storm” en 1991, habían sido además de condecoras, reconocidos por sus gobiernos como VETERANOS DE GUERRA.

Busque sin suerte para tratar de conocer cuál era la situación de los más de quinientos hombres de las embarcaciones argentinas y no encontré nada sobre ello. Si pude tener noticias sobre unos pedidos al 
Congreso de la nación, en los que en forma particular solo algunos de ellos reclaman ese reconocimiento que según algunos datos arrimados, se hallan en estudio en la Comisión de Defensa. Al notar esto me pregunte ¿cuáles habrán sido los argumentos del gobierno para ralear a sus hombres enviados a una guerra abierta y que además, no era propia?

Sacando todo el trasfondo político –envuelto en un amplio trasfondo económico- que rodeo el envío de las dotaciones a bordo del destructor “ARA Alte Brown”  (D-10) y la corbeta “ARA Spiro” (P-43) de la Armada Argentina a una zona virtualmente desconocida y para la que su doctrina naval no estaba especialmente entrenada,  la remisión de estas dotaciones fue un acto político de estado muy audaz y hasta en cierto sentido inconsciente   que de resultas, no beneficio objetivamente al país. Entonces, ¿Qué beneficio recibieron los efectivos que fueron participes activos de lo que se llamó la “Desert Storm”? y si esta pregunta no tuviera una respuesta, la cuestión es  ¿Quiénes se beneficiaron con esta movida?

Por lo pronto la respuesta al primer cuestionamiento es claramente negativa. Y sobre la última cuestión, revisar entre los funcionarios políticos y militares de aquella administración puede traer respuestas muy incomodas; sobre esto trataremos en un próximo articulo.  

Otra cuestión importante y que será tema de otro artículo, es ver cuáles fueron las previas y reales causas que llevaron a la creación de esa crisis mediante la invasión de Iraq, porque del análisis de ellas, veremos que el gobierno argentino de entonces fue simplemente usado para  un juego que estaba previamente trazado.

Pero para ir al nudo de lo que éste articulo trata, la pregunta principal es ¿Cuáles son los argumentos para que estos efectivos sean reconocidos como veteranos de guerra? Pues bien, para comenzar, es un hecho notorio que la crisis que se extendió del 2 de agosto de 1990 hasta 16 de enero de 1991 fue la antesala de la guerra más cruenta de finales del siglo XX y que además de la muerte de miles de militares  y cientos de miles civiles iraquíes, constituyó uno de los desastres humanitarios y ecológicos más terribles de la era moderna  que incluso superó al desastre nuclear de Chernóbil en 1986.

Cuando me puse a conversar con un viejo amigo que se había desempeñado como ingeniero nuclear en Alemania y que había visitado los restos de ese reactor, me aseguró que no había comparación entre un hecho y otro. Es cierto, las causas son diferentes le dije pero las consecuencias son bastante similares y en el caso de las devenidas por la guerra del Golfo, son aún mayores.  Incluso le dije, que los niveles de toxicidad radiactiva que se produjeron por el uso de ojivas de obuses, misiles y bombas con Uranio en territorio iraquí  superaba el escape del reactor ucraniano.

Como era de esperar, su punto de vista meramente cientificista no podía ir más allá y la empatía con la que lo invitaba a relacionar un desastre –especialmente en el aspecto humanitario- con el otro, resultó una tarea infructuosa. Lo cierto es que en Chernóbil por efecto de la explosión murieron 50 personas. En los primeros  bombardeos de la “Coalición aliada” sobre Kuwait e Iraq murieron miles de civiles y muchos cientos fueron heridos gravemente; a comparación con el primer efecto de lo ocurrido en Ucrania, la diferencia se nota a la vista. En cuanto a los efectos indirectos y residuales de la explosión en el reactor nuclear, las fuentes de “Foro  de Chernóbil”  que depende la OMS de Naciones Unidas (v. http://www-ns.iaea.org/meetings/rw-summaries/chernobyl_forum.asp ) ha establecido que a lo largo de los años y como consecuencia de la contaminación radiactiva, unos 9000 residentes murieron lentamente por todo tipo de afecciones cancerosas. En el caso de la posguerra del Golfo, los casos por deterioro de la salud y muerte por diversos tipos de cáncer, que incluyen a niños de veteranos, se cuentan por miles incluyendo a otros casi 250.000 casos que presentan alteraciones genéticas, deformaciones físicas y neurológicas en  hijos, infecciones pulmonares y la lista sigue.
Veteranos yankis mivilizados

La magnitud del problema y por la cantidad de personal involucrado en todo esto, llevó a que a más de ocho años después de aquella guerra y presionados por miles de reclamos, el Pentágono le encargo a la Fundación de Investigación de Enfermedades Crónicas , que hiciera una investigación que solo dio un diagnostico “aproximado” sobre lo que puedo pasar. Según Howard Urnovitz  uno de los investigadores y sus colegas, determinaron que las causas para las afecciones que se registraban en las filas de los veteranos del Golfo, era un coctel de toxinas presente en el periodo de las operaciones, sin precisar su origen.  La parquedad de estos médicos estaba sentada en que, había fuertes presiones políticas por no contar más allá de lo conveniente.

Recordemos que la versión oficial del Pentágono y la Casa Blanca en momentos que se iniciaron las operaciones militares contra Iraq (enero 1991), era que en dicho Teatro de operaciones, no habían armas químicas o que, sus militares habían anulado la amenaza de que los iraquíes pudieran usarlas, una mentira que quedaría descubierta casi de inmediato y comprobada fatalmente por los propios soldados de la Coalición.

Cabe recordar que cuando el Pentágono quiso guardar bajo la alfombra todo este asunto y ante las evidencias que les rodeaban, se vieron obligados a realizar sus “propias investigaciones” en las cuales –y así quedo comprobado- quisieron reducir el impacto de las cifras que involucraba todo éste problema.  Y solo estamos hablando de los militares de la Coalición; si mirábamos las consecuencias sobre la población civil iraquí y  el medio ambiente en el que debían vivir tras la saturación de elementos químicos como el Uranio, Fósforo y los gases venenosos que se habían condensado por el humo de los pozos ardiendo al sur, la situación era –y aún sigue siéndolo- catastrófica.
efectos del Uranio sobre niños iraquies

Ahora bien, el desencadenante de toda esta desgracia colectiva fue un acto, uno que oficialmente se ejecuto con el vencimiento del ULTIMATUM que Washington logró instalar ante el Consejo de seguridad, dándole la legalidad internacional necesaria para una acción bélica que desalojara Kuwait de fuerzas iraquíes. La historia la llamó “la primera guerra del Golfo” y como bien reza este título se trato de una verdadera “guerra”, un enfrentamiento armado que se dio entre dos bandos bien distinguidos en cuanto a sus posiciones geográficas y sus finalidades en el campo de batalla.  Y si bien por el despliegue del tipo de armamentos que lo describiría como de tipo convencional, las investigaciones posteriores y que quedaron corroboradas con los miles de casos de afectados por el “Síndrome del Golfo” y los testimonios de oficiales del ejército iraquí, sin dudas se trató de una guerra en la que de ambas partes se utilizaron armas de destrucción masiva que incluso, de no haberse detenido, hubiera escalado al uso por parte de la Coalición Aliada de ojivas nucleares tácticas. 

Para lograr los propósitos militares que se establecieron en los cuarteles del USCENTCOM, los generales y almirantes norteamericanos necesitaron de un apoyo extraordinario con el cual, sus fuerzas ofensivas se dedicaran de lleno y sin distracciones a las operaciones sobre las fuerzas iraquíes. Fue por ese motivo y no otro, por el cual Washington  convocó a tantos países fueren posibles para que dieran una mano para doblegar el poderío de un Iraq que en ese entonces además de poseer un ejército de un millón de hombres, -y como quedo cabalmente corroborado- tenía armas ofensivas temibles y capacidades reales de moverlas y usarlas con elementos químicos y biológicos.

Tal como lo señalan los informes oficiales y extraoficiales de la época, fue el establecimiento de un tren logístico naval monstruoso el que proporcionó a las fuerzas de ataque de la Coalición, la posibilidad de éxito. Y precisamente, como lo citan algunos autores, el movimiento de material, municiones, pertrechos y combustible para portaaviones fue trasladado en un 95% por las aguas del golfo para lo cual, se montaron grupos de Tareas tácticas vitales para asegurar la llegada a destino; precisamente fue en la “Operation Alfil I” es que los argentinos trabajaron junto a los australianos  para que esos objetivos se cumpliesen sin advertir a los peligros que se enfrentaban. Sobre esto último, según fuentes reservadas, la boca del estrecho de Ormuz por donde entraban los convoyes navales se había convertido en uno de los blancos del Muhabarat iraquí  que, según algunos documentos detallan variadas tácticas de sabotaje, minado  nocturno y hasta ataques suicidas con barcos de mediano porte.

En resumen, cuando los norteamericanos regresaron a sus bases en EEUU, el Congreso les reconoció, para quienes pasaban a retiro y casi automáticamente sus calidades de Veteranos con los beneficios que dicha condición les otorga y que, tras haber comenzado a detectar que habían sido expuestos a peligros invisibles a sus ojos y de los cuales no fueron informados tras largos años de reclamo y lucha con el gobierno federal lograron conquistar más beneficios (v. https://gobierno.usa.gov/beneficios-familias-militares#item-35707 ) En el caso de los efectivos  argentinos, el estado tiene una deuda sin saldar, una que algunos han comenzado a reclamar  y que tarde o temprano el estado al que sirvieron deberá honrar.