viernes, 7 de abril de 2023

 

VELO RASGADO

Transformar la causa política que enfrenta a Israel con los palestinos y la resistencia árabe-islámica en una causa religiosa es el último intento desesperado por lograr viabilidad a un estado inviable

 

Por Yossi Tevi

Como ya es una vieja costumbre, cuando en los medios argentinos no se habla nada de Israel es cuando más cosas están ocurriendo en la Palestina ocupada y en especial, cuando su gobierno o sus colonos importados están llevando adelante toda clase de acciones criminales contra la población árabe-palestina tan reprobables y mesiánicas que son imposibles de blanquear.

Son días de agitación allí y a la cuestión palestina se suma la inocultable disgregación interna de la sociedad israelí.

Los llamados israelíes están enfrentados en dos facciones bien definidas y entre las que podríamos identificar a los denominados “liberales” y a los “mesiánicos”. La disputa va más allá de una reforma legal o la abolición de un tribunal controlado por judíos askenazi. Los primeros son los herederos de los miembros de las bandas armadas que dirigidas por Ben Gurión se apoderaron de los primeros territorios palestinos. Estos en su gran mayoría provenían de la rama judía europea Askenazi (polacos, rumanos, lituanos etc) y quienes con el apoyo de los anglosajones, construyeron el estado que perduro hasta el presente.

Desde 1948 aquella implantación tomo la forma y organización política de los estados anglosajones caracterizados por su laicidad y modernidad occidental. Bajo esta máscara se pintó a Israel como un estado moderno y democrático rodeado por estados nacionalistas y monarquías árabes que desde su punto de vista atrasaban.

Pero aquello fue una estrategia de relaciones públicas para subsistir. Asemejarse a los europeos y a los estadounidenses no solo era recrear su propia cultura, sino también la forma de empatizar con sus benefactores políticos que ayudaban a sustentar ese estado de cosas. Pero los tiempos fueron cambiando y las relaciones políticas también y los sionistas se dieron cuenta que necesitan algo más que el poder político-financiero y de las armas para sostenerse allí.

En las últimas décadas el extremismo religioso judío ha ido creciendo y potenciando a la luz de algunos de los viejos lideres laicos que ven en este sector, el espíritu que los arraigue tan fuertemente como lo han demostrado los árabes-palestinos que les resisten sin tregua desde hace más de setenta años. 

Incluso, hablar de “israelíes” viene a ser una ficción muy pintoresca dado que en su mayoría suelen ser ciudadanos judíos de otros países que tienen un pie en New York, Londres o Buenos Aires y otro, de forma temporal (y cuando conviene) en el estado de Israel.  De facto, es un estado judío dirigido por judíos laicos que siempre desdeñaron a los religiosos. Pero como les sucede a todos los gobiernos de occidente, por una eminente crisis de valores en las sociedades la corrupción es protagonista.

Israel no escapa a esa dinámica ni mucho menos sus políticos quienes buscando lavar sus caras, comenzaron a idear nuevos rumbos que llevarían a poner a la religión como la base de apoyo para un nuevo estado.

Quien ha sido uno de los precursores por bregar la construcción de un estado totalmente teocrático es su actual y procesado por múltiples estafas primer ministro Benjamín Netanyahu. Aunque muchos judíos le critiquen en público, muchos más son los que lo han colocado una vez más en el poder. Y es que los israelíes podrán mostrarse ofendidos por las trapisondas financieras de “Bibi” y su mujer, pero al mismo tiempo, aprueban la brutalidad islamófoba con la que se conduce contra los palestinos.

Si hay algo que fastidiaba a los sionistas era la religiosidad, de extraños y propios. Pero la que más problemas les ha dado para concretar sus planes es la musulmana ya que, si bien lograron cooptar a los nacionalistas laicos de la ANP son los palestinos partidarios de Hamas quienes siguen mostrándose irreductibles a aceptar la ocupación. También y no casualmente, han sido los libaneses chiitas de Hesbolá quienes tras propinarle un duro revés en 2006 les ha quitado el sueño. Sin dudas, la fe islámica de la resistencia árabe-islámica es un problema que su laicismo frío y sin espíritu no logra doblegar. Y fue allí en ese razonamiento donde los ingenieros sociales y expertos de la inteligencia habrían llegado a la conclusión de que los árabes-palestinos tienen algo que los soldados de su FDI ni sus políticos poseen.

La modernidad disfrazada con esa teología sionista hollywoodense que intentaba justificar un título de propiedad divino sobre la Palestina histórica ya no sirve. Mucho menos, las fantasmagóricas elucubraciones teológicas de las iglesias evangelistas electrónicas a cargo de charlatanes quienes como sus admirado Netanyahu, se llenan los bolsillos con el dinero de los incautos.

En la cabeza de Bibi y sus secuaces, al ver esto, es posible que hayan conectado varias ideas y al darse cuenta del gran fracaso del liberalismo occidental del cual tomaron su modelo ¿Por qué no saltar a una teocracia judía? Pero la teocracia no sería el problema, sino quién la ideó. Tratando de darle un fundamento en valores a un estado vacío y sustentado en el poder policial y militar ¿justamente lo tenía que idear un delincuente como Netanyahu?

Al parecer y si lo vemos desde un ángulo psicológico, Netanyahu junto a los sionistas recalcitrantes que lo secundan, que representan a una buena parte de los israelíes, han despotricado constantemente ante los medios occidentales contra el Islam militante y en especial contra la teocracia chiita de Irán, resulta que hoy tratan de crear su propio modelo judío. Entonces ¿Qué ha pasado con ese mantra cansino y falaz de “la democracia de Oriente Medio”?

La respuesta es muy clara, solo es un mantra y nada más. La tan proclamada democracia no existe ni existió ya que está sustentada sobre la base de la fuerza militar ocupante y un arsenal nuclear (ilegal y sin control internacional) que mantiene por el momento a raya los estados árabes vecinos. Esta pretendida democracia sigue lanzando ataques aéreos contra Siria que asesinan civiles y tramando desde el Kurdistán iraquí perpetrar atentados terroristas dentro de Irán donde también morirán civiles ¿Esa es la naturaleza de la democracia?

Si fuese así, solo es para los judíos ya que los árabes palestinos son tratados como ciudadanos de cuarta y los vecinos árabes-islámicos no cuentan.

Tampoco es una democracia desde que sus policías, soldados y matones colonos profanan con impunidad los lugares santos de los musulmanes (como ocurre sobre la Mezquita Al Aqsa) y también de los cristianos en Belén o imponiendo arbitrarias como es la prohibición de permitirles orar en el Santo Sepulcro en Jerusalen.

Los palestinos no se olvidan de las masacres sobre la población de Gaza (bajo ataque desde comienzos de abril) ni lo que ocurrió en la localidad de Huwara, aun cuando los medios de por aquí (ciudad de Buenos Aires) cierren bien el pico. Tal como lo inauguró aquel pobre desgraciado llamado Ariel Sharon muy venerado por los sionistas de estos lares, el instigador de la segunda intifada en septiembre del 2000, las provocaciones y las profanaciones sobre los lugares sagrados del Islam continúan.

Esto no es un problema moral para los políticos laicos israelíes o incluso para una parte de sus representados. Lo que más les preocupa es que esta corriente mesiánica liderada por “Bibi” y sus ladrones con la “Tora” bajo el brazo, tomen el control total del estado y con ello del arsenal nuclear y con el recreen el “Megido” y hagan realidad el Armagedón.   

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