lunes, 25 de febrero de 2019


EN DEBATE




EL GEOESTRATEGICO CONTROL DE LA INFORMACIÓN”

El fracaso del intento de golpe de estado del 23 de febrero predice el agravamiento de la situación en la región o resquebrajamiento de las pretensiones de Guaidó y su gente


Por Charles H. Slim
El conocimiento es poder, dicen algunos y sin dudas que no se equivocan. Es por ello que los gobiernos con ansias de ganar el control amplias zonas del globo invierten amplios recursos de sus economías para fortalecer una relativa nueva arma de sus fuerzas armada como es la “Ciberguerra”. Y no es una casualidad que ello sea así ya que el internet se ha convertido en la ruta por la cual trafican con pasmosa velocidad, las noticias más inconvenientes para los intereses de los gobiernos que clandestinamente se ven implicados en operaciones y asuntos que, puestos a la luz del día, pueden llegar a mancillar su imagen ante la opinión  pública. En fin, es una cuestión estrictamente política que viola todas las libertades y principios que a lo largo de dos siglos se habían venido reconociendo a costa de mucho sufrimiento.

Desde ridiculizar a una publicación o a su autor pasando por cerrar un periódico con medidas legales o el uso de la fuerza hasta llegar a eliminar físicamente a periodistas por su labor, ha venido siendo la práctica para silenciar esas verdades que son tan molestas para los moralistas de la política que viven del sermón y las lecciones para los demás. Desde hace un tiempo hasta esta parte, asesinar o desaparecer a un molesto periodista se ha vuelto muy riesgoso y prueba de ello es el caso Khashoggi. Es por ello que han puesto más énfasis en tratar de persuadir con discursos que otra cosa. 
Pero sus monsergas no podrían prosperar sin el aparato que amplifique sus narrativas y ese mismo no es otro que la mega estructura corporativa de medios que se encarga de difundir por todos los canales abiertos, día y noche la versión que se ajusta al lineamiento buscado por el poder.

Falsear hechos y acontecimientos no es  nada nuevo. Incluso la historia de la humanidad está escrita sobre la base de una montaña de falsedades y exageraciones que solo buscan ensalzar las acciones de los vencedores con la  intensión de perpetuar un ideario dentro del colectivo de una comunidad determinada y aplastar al oponente para que jamás se reponga. Se hace sobreabundante mencionarlos ya que hoy ya no quedan dudas de quienes son los principales estafadores sobre esto.

La historia contemporánea también nos dan muestra de grandes embustes mediáticos que iban a la par de operaciones político-militares como forma de cubrir o enmascarar las verdaderas situaciones que se estaban desarrollando en el terreno. Irreverencias tales como justificar masacres de civiles captadas involuntariamente en vivo por los camarógrafos de cadenas de TV, intentando justificarlas con falsas alegorías o justificaciones, han quedado plasmadas en la psique colectiva de toda una generación en el comienzo del nuevo milenio. Ejemplo de ello se vio en la llamada “liberación de Mosul” en 2017.

En momentos que las fuerzas regulares del régimen colaboracionista de Bagdad avanzaban en torno a la urbe de Mosul, los grupos de operaciones especiales estadounidenses con cobertura aérea, se abrían paso a fuego limpio sin consideraciones de ninguna especie. Nada nuevo para los iraquíes que soportaron el mismo escarnio durante trece años de sanciones y luego otros ocho años de brutal ocupación por parte de estos mismos liberadores. Igualmente, el relato norteamericano de mostrarse como “libertadores” –pese a las cruentas pruebas de lo contrario- debía sostenerse hasta el final, aún si las imágenes mostraban todo lo contrario. Un ejemplo de ello se vio en un reporte en vivo de una enviada de la CNN a cubrir las operaciones junto a un grupo de tareas iraquí cuando en un momento determinado, los soldados llamaban por los altavoces que los ocupantes de una casa salieran con las manos en alto y se rindieran.

De repente comenzó una balacera desde varias direcciones y el pánico invadió a la reportera obligándola a refugiarse detrás de un vehículo blindado mientras el camarógrafo seguía cubriendo lo que sucedía alrededor. Fue en ese momento que tras cesar el fuego, un hombre de avanzada edad con un pañuelo blanco en la mano y sin armas a la vista, sale de una casa mientras un soldado iraquí sin justificación lo acribilla sin darse cuenta que había sido captado en vivo por la cámara de la CNN ¿Acaso alguien se acuerda o, ha reclamado por el asesinato de aquel pobre desgraciado? Y ese solo fue un caso más de todos los miles que se sucedieron en aquellas circunstancias.

Por estas horas el embuste y la manipulación informativa se haya en pleno desarrollo en torno a Venezuela. Durante una semana se había venido llevando a cabo un bombardeo informativo sobre las supuestas intenciones populares por sacar al gobierno de Nicolás Maduro, los medios regionales alineados con la Casa Blanca usando un lenguaje cuidadosamente artificioso a base de términos clave como ser “régimen”, “dictador”, “represión” entre otros, promovieron todo tipo de trascendidos y eventos con una sola intensión y ella era, derrocar al legitimo gobierno de Caracas.  Pero como en el pasado estos sectores cometieron errores que –afortunadamente en este caso-  fueron inmediatamente capitalizados por el gobierno de Caracas y tras darse a conocimiento masivo de tales, dejaron en el ridículo al mismo Juan Guaidó y su gente desatando un estado de incertidumbre que diezmó las tan promocionadas coberturas de una “ayuda humanitaria” organizada por la USAID, un mascara más de la CIA.

Cuando se hizo correr el rumor de que por la frontera brasilera se había logrado pasar con el convoy de ayuda, muchas versiones comenzaron a surgir desmintiéndolo. Incluso, se llegó a decir que había habido enfrentamientos armados entre la GNB y los activistas que conducían el convoy. También se dijo que habían “fisuras en los cuadros militares chavistas”, sugiriendo que se estaban produciendo deserciones en masa en los puestos fronterizos con Colombia. Una vieja táctica de la guerra psicológica que al final no funcionó. En realidad hubo un solo episodio con los tres oficiales que tras robarse unos carros blindados cruzaron al lado colombiano atropellando a varios periodistas y guardias policiales.

Como no se estaba produciendo el efecto buscado por Washington –y sin dudas a instancias de sus operadores-, los conspiradores que observaban todo por televisión desde un bunker en territorio colombiano, orquestaron la última intentona por crear la provocación que diera pie a una declaración oficial de la Casa Blanca o del asesor de seguridad nacional John Bolton, claramente junto al senador Marco Rubio, instigadores centrales de lo ocurrido. Fue allí donde los medios regionales y particular los argentinos mostraban imágenes de camiones ardiendo argumentando aparatosamente que habían sido incendiados por “los chavistas” o por las fuerzas “del régimen de Maduro”. Para su desgracia, unas horas más tarde, salen a la luz nuevas tomas de esas imágenes revelando que quienes habían incendiado esa caravana con cargamento supuestamente inofensivo  eran los “guarimberos”, pandilleros venezolanos quienes seguramente fueron alquilados por la CIA y la inteligencia colombiana. En esas fotos se comprueba que los camiones nunca pasaron al territorio venezolano y fueron incinerados en el mismo puente antes de llegar incluso a la valla de seguridad venezolana.  Ante las evidencias devino el bochorno y con él, la caída de la moral de los golpistas que –como se pudo ver con el presidente chileno Piñera-  ya no podían esconder su desilusión ante el fracaso. De este modo y ante la clara victoria de la posición de Caracas Costa Rica expulsó inmediatamente a la embajadora del pretendido gobierno paralelo de Guaidó y al mismo tiempo se hacía efectiva la expulsión de los diplomáticos colombianos de los departamentos fronterizos. El gobierno colombiano sin acusar el bochorno, alego que la salida de sus diplomáticos ha sido por una cuestión de mantener la integridad de sus funcionarios.

Otra señal de que todo este montaje había fracasado es el despliegue del ejército brasilero en la frontera de la región de Pacaraima, para distender la situación y despejar a los grupos de agitadores que desde su territorio habían estado atacando a las fuerzas del GNB de Venezuela.  Por supuesto que estos hechos no fueron publicados por los medios argentinos los cuales –en sintonía con el gobierno nacional- siguen una clara línea editorial obsecuente con las intenciones políticas de Washington y del grupo de Lima.

Sin dudas que alguien en el Departamento de Estado ha menospreciado al gobierno de Maduro y a sus recursos para contra restar la embestida mediática. Esto ya causado unas cuantas corridas y llamados telefónicos entre Washington y Bogotá.

El día 23 de febrero sería para este sector para estadounidense el “fin del régimen” –vaticinaban- , el comienzo de una nueva era con un gobierno títere y genuflexo a Washington,  pero ello no ocurrió y al parecer el operativo “intervención humanitaria” diseñado por el Departamento de Estado norteamericano fracaso rotundamente y es posible que de ahora en más veamos el despliegue de nuevas artimañas sucias como podrían ser, el comienzo de escaramuzas armadas con grupos proxis, compuestos por elementos latinos y asesores impostando ser tales,  tal como se hizo en el Medio Oriente.   

sábado, 23 de febrero de 2019



EN LA MIRA




“PONER EN CAJA”

Moscú ha dejado en claro que no se toleraran más aventuras hegemonistas que pongan en peligro los intereses geoestrategicos de la Federación rusa y que claramente van contra la ley internacional ¿Es una advertencia con sustancia?



Por Charles H. Slim
Pese a que el Kremlin se ha manejado con una notable tolerancia a las múltiples provocaciones que viene llevando adelante EEUU y la OTAN, pareciera que ello ha llegado a un límite del cual el mismo Vladimir Putin se ha encargado de marcar en su presentación en el inicio del año gubernamental con su discurso sobre el estado de la nación, dejando en claro a su homólogo estadounidense y a sus aliados de la Alianza atlántica, que la soberanía de Rusia no está ni estará nunca en discusión.

Estas palabras no son casuales y se dan en momentos de alta tensión político-económico y militar que se centra en rededor de Venezuela. 
Entonces usted se preguntara ¿Qué diablos tiene que ver lo ocurre en Venezuela con los que ha dicho el mandatario ruso? Pues aunque los medios no lo digan, todo. Y es que estamos ante una nueva operación diseñada por Washington para establecer una nueva geopolítica del caos en el Caribe. Lo que se ha estado vendiendo por los medios adictos a La Casa Blanca no es más que una repetición adaptada a la versión latina de lo que fue la “Primavera árabe”, un embuste  planificado quince años antes (durante la administración Clinton) por el Departamento de Estado norteamericano y ejecutado recién por la administración de Obama en 2010.

En aquella oportunidad Rusia no se movió por el simple hecho de que no estaba preparada para contraponerse a la voracidad de la OTAN y de EEUU que mantenían desplegadas fuerzas con múltiples bases en la región. Fue así como sin ningún tipo de oposición y con una renovada complicidad de Naciones Unidas, los miembros estelares de la alianza (Francia y Gran Bretaña) intervinieron y destruyeron a Libia.

Eso cambio en forma paulatina a medida que fue modernizando y ampliando las capacidades defensivas de sus Fuerzas armadas lo que fue dándole el respaldo político y diplomático en situaciones críticas como fueron los intentos de la OTAN por penetrar a través de Ucrania, hacerse de Crimea y la creación de una guerra asimétrica (implementando la táctica del terrorismo) para destruir a la república árabe siria, situaciones conjuradas gracias a la capacidad de respuesta –tanto política como militar- a las amenazas y golpes que Washington y sus aliados lanzaron contra las poblaciones de estos lugares.   En este sentido Vladimir Putin ha dejado en claro que continuaran con el desarrollo de una política geoestratégica acorde a las necesidades de la Federación rusa y a los desafíos globales que atentan contra los intereses estratégicos.

La relación entre Rusia y Venezuela se estrechó con Hugo César Chávez y de esta nació un profundo compromiso geoestratégico del cual Moscú no abandonara tan fácilmente.  Ello es coherente con los últimos movimientos en la región donde al montaje cinematográfico que Washington anuncia como “ayuda humanitaria”, se esconde el velado intento de urdir una revuelta interior en Venezuela obligando a que reaccionen las Fuerzas armadas bolivarianas dando pie a justificar una intervención militar estadounidense con apoyo colombiano. Es la misma táctica usada en Iraq en 2003; hambrear a la población para tratar de quebrar su moral y que se lancen contra su propio gobierno, demasiada obvia para que pase desapercibida. Aquí está sucediendo lo mismo, solo que cambian los personajes y el escenario. El “títere” de esta tragedia se llama Juan Guaidó, un político arribista que tratara capitalizar la situación mediante un discurso que además de oportunista, está plagado de contrariedades y falsedades. 
Con una legitimidad forzada, Guaidó trata de presentarse como actuando dentro de los parámetros de la constitución de su país pero, la simple lectura de los artículos 223 y 233 de la Carta magna no condicen con esas pretensiones.

Sin dudas, el único respaldo que tiene para ello, está en el aval de la Casa Blanca y sus extensiones en Bogotá, Colombia. Cuando Guaidó argumento sobre las causas de la miseria de Venezuela, no pudo articular palabra alguna cuando se le hizo referencia al boicot y al bloqueo financiero (desde 2011) que viene sufriendo su país y es que ello es imposible de justificar a la luz de millones de venezolanos que conocen de sus efectos. Durante años Washington ha venido trabando embargo sobre el comercio venezolano, saboteando desde Colombia su infraestructura fronteriza e incluso, utilizando a grupos irregulares robándose cargamentos de alimentos y medicamentos para que no lleguen jamás al resto del país. He allí el origen de la miseria de la población y no en otro lado.

Por lo pronto pareciera que Putin está decidido a que esta repetida maniobra sucia que busca usurpar el poder en Caracas, no prospere y para ello envió un mensaje alto y claro a los principales responsables en la capital estadounidense. Ante esto no tardaron los medios occidentales y sus editoriales en tratar esta postura como un signo de debilidad en momentos que la imagen de Putin se ve a la baja por una complicada situación económica y medidas sociales impopulares. Tal como acostumbran dichas plateas de los medios alineados a Washington y la UE, echan mano a reduccionismos engañosos y poco aplicables a la realidad de la situación socio-política de la Federación rusa como una forma de desviar el foco del asunto principal.  Igualmente, ello no afecta al ánimo ni a la opinión pública de la región que se halla expectante a una muy posible provocación de las fuerzas estadounidenses que rodean a Venezuela.

Por el contrario quienes pondrán atención a estas advertencias son los mismos personeros en Washington quienes saben “contar muy bien” y no desconocen la capacidad que actualmente tiene Rusia para responder a una provocación (tanto convencional como escalar) que comprometa sus intereses soberanos. Es por ello, que Putin puede darse la libertad de mostrar la realidad de los hechos y dejar en evidencia que lo que hoy están buscando los estadounidenses en el Caribe, es solo un montaje para satisfacer su propio interés y no para el bien de los venezolanos (o como dijo John Bolton “para devolverles la libertad”) y sino, pregúntenle a los iraquíes, libios, afganos y pakistaníes lo que significa “la democracia y la libertad de los estadounidenses”.

Sin dudas que todo este libreto ha sido puesto a rodar por la recalcitrante base neoconservadora que tras el ingreso de uno de sus más notables exponentes como Abrhams Eliot, ha venido siendo parte esencial de las bases políticas de la administración Trump y ello no puede más, que conducir a los EEUU a nuevas aventuras siniestras que hundirán aún más a la imagen exterior del país.

jueves, 21 de febrero de 2019



EN DEBATE



“LOS FRUTOS ENVENENADOS”

Los últimos comentarios de Trump han despejado todas las dudas en referencia del origen de ISIS y sus propósitos




Por Pepe Beru
Allá por 2013 cuando el fenómeno del extremismo Takfir y Wahabí llegado desde la Libia intervenida por la OTAN campeaba los territorios árabes de Siria, nadie por algún momento se percataba lo que muy pronto se produciría, aprovechando todo este contexto de caos y descontrol que estas bandas mercenarias causaban en la región. Solo basto que pasaran unos meses para que una marea negra de camionetas artilladas tripuladas por hombres enmascarados y muy bien pertrechados, ondeando banderas negras con la inscripción de la “Shahada” (juramento de lealtad y fidelidad a Dios), cruzaran raudos hacia Iraq, desatando una de las tragedias humanas más terribles de lo que iba del siglo.

Los que dijeron que el “Estado Islámico” solo era una agrupación armada más de la “revolución anti Assad”, se equivocaron lastimosamente y otros deliberadamente. No solo porque no eran parte de la llamada “oposición moderada” continuamente argumentada por Washington sino porque incluso, sus componentes no eran sirios, ni árabes y en una gran parte ni siquiera musulmanes.  

Estábamos ante un gigantesco y muy costoso montaje, con muertes, destrucción y bestialidades reales, pero un escenario preparado con antelación por los mismos que a bombos y platillos habían venido consagrándose como los “luchadores contra el terror”. Los mismos que habían causado el problema varios años antes, luego se presentaban como la solución. El engaño al más alto nivel se puso en marcha y para ello, los medios y en particular el conglomerado mediático anglosajón, (una vez más) fue de capital importancia para fomentar la atmosfera del “terror” y desconfianza con alcance global y todo ello claro, haciendo incapie en la culpa de los musulmanes.

Para ello se manipulo la situación política, social y psicológica de la población no solo de toda la región –en especial de los iraquíes- sino la de miles de lumpen, psicópatas y aventureros que pululaban por el globo. La aparición de una organización que planteaba a los iraquíes la posibilidad de cobrarse revancha ante tantos años de humillaciones y sojuzgamiento por parte de un gobierno “títere” al servicio de la ocupación y por otro la de darle sentido a las vidas de otros miles de idealistas y descontentos que no sabían qué hacer con sus vida de origen occidental en especial provenientes de Europa y los EEUU, dio el cupo suficiente para engrosar las filas de una verdadera trampa que estaba destinada a la aniquilación.

A la vista en la distancia no quedan dudas de que aquel “Califato” proclamado por un tipo disfrazado de “califa” quien en realidad era un agente, posiblemente israelí llamado según algunas fuentes Shimon Elliot,  fue un embuste con múltiples propósitos y uno de ellos era, destruir definitivamente la cohesión dentro del Islam y del eje de la resistencia islámica. Mediante proclamas falsas y tergiversadas alegorías del Corán, aquel impostor terciaba en infundir un particular odio hacia los cristianos haciendo recordar con un lenguaje enmascarado las enseñanzas de exegetas y textos judíos como el “Zohar”  y el “Talmud”.  Fue sin dudas, una táctica mejorada que potenciaba la brutalidad que ya ejecutaba Al Qaeda en la década de los noventas, una franquicia creada por la CIA y sus aliados sauditas en épocas de la guerra de Afganistán.  Tanto ésta como aquella organización necesitaban de componentes operativos, de “idiotas útiles” y “carne de cañón” que dieran operatividad a una estructura que en realidad no había sido creada por árabes ni musulmanes. ¿A quiénes beneficiaba esto? La respuesta está en las portadas de los diarios y de las fuentes independientes que reflejan lo que hoy pasa en la región y en particular con los palestinos.

A base de un estudio detallado de las instituciones del islam y en particular de la “Jihad”, los manipuladores de esta argucia insuflaron una falsa fe que solo tenía como base el fanatismo enfermizo y nihislta de psicópatas provenientes de occidente que era alimentado con potentes narcóticos que como el “Captagón”[1] (Fenetilina), se proveían en grandes bolsas como si se trata de caramelos. Dicha droga usada por las tropas estadounidenses en Iraq (conocida allí como “Abu Hind”), causa que pierdan la inhibición total y no tengan la menor duda de encarar una situación crítica. He allí como han reproducido con tanta continuidad e indiscriminada selectividad los ataques suicidas con camiones cargados con toneladas de explosivos.

Sobre esto, no hay que olvidar como y quiénes permitieron el ingreso del “Daesh” a Iraq. Hubo un pacto secreto entre varias agencias de inteligencia –con la CIA a la cabeza- y organizaciones armadas,  estas últimas tanto iraquíes, turcas, kurdas e israelíes siendo los únicos ausentes, los “persas”[2]. Como siempre, solo los cabecillas estaban al tanto de todo esto menos sus subordinados y la población. Entre aquellos que ignoraban la perpetración de estos planes eran sin dudas el gobierno de Nouri Al Maliki el cual para Washington había caducado en su utilidad y solo debía darle un empujón para sacarlo del Palacio de Bagdad.

Todo fue un gran embuste en el cual participaron activamente los británicos, no solo con su inexorable contribución militar sino también en la articulación de esto,  retroalimentando la propaganda mediática del “Daesh” desde adentro de sus filas mediante aquel falso rehén llamado John Cantile, tan autentico en su papel como lo era el mismo Abu Bakr Al Bagdadi. Incluso hace muy poco se descubrió que Cantile, lejos de haber sufrido algún rasguño por las brutales acciones en el llamado “Califato”, se lo pudo ver en muy buen estado.

Tras arrasar Mosul y destruir completamente las localidades del centro norte de Iraq, los sobrevivientes del “Daesh” tras ser capturados por las vengativas fuerzas del régimen de Bagdad fueron encarcelados para ser sometidos a exhaustas sesiones de torturas sin considerar la condición de los detenidos sean ellos hombres o mujeres. Muchos otros están siendo ejecutados extrajudicialmente por  las autoridades iraquíes, quienes aprovechan para advertir al resto ante posibles planes insurreccionales. Los prisioneros de origen occidental en especial los británicos, alemanes, franceses y holandeses no han sido eliminados por una obvia razón, su origen. Como no es algo fácil de resolver para los “títeres” de Bagdad, parecieran estar dispuestos a cumplir con la sugerencia de Trump y extraditarlos a sus respectivos países siempre y cuando ellos se comprometan a procesarlos.

Para desgracia de los personeros de Bagdad, a los políticos europeos poco les importa sus sugerencias. Incluso éstos parecieran estar más dispuestos a abandonar a su suerte a dichos ciudadanos, que tener que lidiar con ellos en sus países, arriesgándose a que pudieran ser factores de desestabilización interna y de propagación de su tóxica ideología que cabe remarcarlo, no tiene nada que ver con el Islam.

En este sentido las últimas alegorías de Trump adjudicándose el triunfo sobre ISIS y todo el discurso falaz referido a la lucha contra el terror, dejan nuevamente en evidencia su contradictoriedad y la de sus predecesores al llamar sus aliados europeos a que “retiren a sus mercenarios de ISIS” del suelo sirio, dejando en claro que dicha organización lejos está de tener algo que ver con la resistencia árabe-islámica.


[1] Es la unión entre la ANFETAMINA y la TEOFILINA
[2] Publicación del periódico turco Ozgur Gundem que reveló la cumbre secreta realizada el 27 de mayo de 2014 en Amman, Jordania donde se reunieron los principales implicados en lo que comenzaría un mes más tarde.

domingo, 17 de febrero de 2019



VETERANOS DE AYER




“CUESTIÓN ESTRATEGICA”

28 años después de la campaña Tormenta del Desierto sigue demostrando la importancia central de una buena planificación logística para el éxito de las operaciones militares



Por Charles H. Slim
Cuando la administra- ción de George H. Bush decidió que la situación entre Iraq y Kuwait pasaba por una cuestión estricta- mente militar, inmedia- tamente llamo a sus asesores para que le dieran un informe pormenorizado sobre cuáles eran las opciones para lanzar una operación rápida y devastadora que obligara a los iraquíes a volverse a sus posiciones de origen.

Solo nos referiremos a los aspectos militares del desarrollo de las operaciones Escudo y Tormenta del Desierto sin considerar en esta ocasión las razones y motivos de fondo que movieron a Washington para esta intervención. La intención es esclarecer términos y precisiones sobre lo que significó dicha campaña bélica y como pudo llevarse a cabo.

Ante todo, cuando Bush y Collin Powell viajaron a Riad para supervisar la inmediata llegada de la 82° Brigada Aerotransportada a la base de Dahran que se desplegó para proteger al reino de una posible arremetida iraquí, se preguntaron ¿y ahora qué? Hay que partir de la idea que en ese mismo instante Bush y sus generales ya preveían una acción militar pero el problema que representaba la empresa era, una cuestión estrictamente logística y se resumía en la siguiente cuestión ¿Cómo hacer para traer todo lo necesario a un escenario tan inhóspito y alejado de los principales puntos de abastecimiento?

El tema de la logística siempre ha sido relegado a aspectos secundarios de una campaña bélica pero ello ha sido una injusticia histórica. Se trata de una materia tan antigua como la guerra misma solo que no goza del glamour de la adrenalina de las acciones directas de un frente de batalla.  Su importancia es tan capital, que cada país y organización militar cuenta con un área específica que atiende esta materia. En este sentido la OTAN define a la Logística “la ordenación y empleo de los recursos económicos  de las naciones, para el apoyo de operaciones militares”. Su entidad y complejidad variara conforme a los desafíos que la empresa bélica deba desarrollar.

Sin lugar a dudas que los generales con Schwarzcopf a la cabeza se preguntaron ¿y cómo lo haremos? Y es que cuando tomaron un mapa de la región del Golfo Pérsico no pudieron obviar el gran dilema para cualquier operación bélica que fuese factible y sostenible en el tiempo. A pesar de que EEUU estaba comenzando a beneficiarse de su hegemonía como la única superpotencia en pie tras la caída del Muro de Berlín un año antes, una decisión semejante no podía ejecutarse sin prever como llevarla a cabo.

No solo era un problema la posición geográfica y política, era un dilema para el trazado de rutas de abastecimiento y cobertura de las líneas del frente que en esta ocasión abarcarían la tierra, el aire y el mar. En conclusión, las Fuerzas armadas estadounidenses por sí solas no podían con la empresa e incluso no les bastaría con el apoyo de sus aliados europeos ya que, además de geopolíticamente compleja era una aventura muy riesgosa.

En las maratónicas reuniones de trabajo en el Pentágono se discutía cómo hacer que los aviones, los tanques y las tropas una vez allí, estuvieran asistidas en forma ininterrumpida y no detener las operaciones por contratiempos como podía ser la falta de combustible, municiones, repuestos o los sofisticados sistemas de armas que necesariamente debían llegar embalados con meticulosos protocolos de seguridad.  La vía aérea para ello era insuficiente, costosa y muy riesgosa. La vía terrestre a través de Turquía era limitada y contaba con los mismos riesgos que la otra alternativa. Solo quedaba la marítima y fue así que consultaron al entonces General William Gus Pagonis, una autoridad en el campo logístico  quien luego reflejaría sus experiencias en la guerra del Golfo en el libro US Leadership in Wartime: Clashes,Controversy, and Compromise  del 2009 donde detalla la importancia que tuvo el diseño de una logística por vía marítima y los costes que insumiría para el éxito de la campaña.
Zona de operaciones del grupo canadiense

Estaba más que claro que sin resolver la cuestión logística, no se podía hablar de poner en marcha ninguna operación. Había que garantizar los medios y no solo que llegaran a tiempo sino también la seguridad de la ruta por donde llegarían. La situación que se le presentaba a Pagonis y sus ayudantes era según sus propias palabras “una pesadilla”. No solo por lo extenso del tramo que había que recorrer sino también por los potenciales peligros que existían en las aguas del Golfo. Era necesario anular la capacidad naval iraquí mediante la implementación de cerrojos a sus puertos y establecer zonas marítimas seguras para el tránsito de los convoyes de suministros que se dirigían al frente. Pero eso no era todo. 
Hacía poco que la guerra entre Iraq e Irán había culminado pero como recuerdo quedaban flotando una buena cantidad de minas magnéticas desperdigadas por sus aguas. A ello, la extensa costa iraní podía representar un complejo problema si Teherán entraba en la lucha a favor de Bagdad.

Fue así que nació la idea de formar una “Coalición internacional” de armadas para –bajo la pantalla del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas- establecer una ruta naval protegida por grupos de tareas de varios países que se encargaran de garantizar la circulación de los buques de transporte que entraban por el estrecho de Ormuz hasta los puertos sauditas y más tarde en las costas de Kuwait.

La medida no era caprichosa. Desde el punto de vista estratégico la protección de las líneas de abastecimiento eran tan o más importantes que ganar una batalla. Sabían que una vez abiertas las hostilidades la ruta de abastecimiento se convertiría en un blanco legítimo de las fuerzas iraquíes. EEUU no podía distraer a su flota en tareas secundarias de servicio como las que debían prestar los buques que operaban en la retaguardia los cuales al mismo tiempo les cuidaban las espaldas.  Pero además el despliegue de estos buques tuvo otro propósito muy poco comentado en los hechos de esta guerra y ese fue, en medio de un sofisticado despliegue de tecnología bélica, el de garantizar un flujo de inteligencia electrónica en tiempo real que cubriera todo el espacio acuático del Golfo. Fue por ello que a todos los buques participantes de la Coalición se les instalaron un software y antenas para coordinar la situación de cada buque en las operaciones dentro de sus respectivos sectores  y también para replicar las señales de interferencia de las comunicaciones que se lanzaban sobre Kuwait e Iraq.

Fue por ello que pese a la relativa independencia operacional de los grupos de tareas asignados dentro del teatro, siempre estuvieron en última instancia bajo la atenta vigilancia y coordinación central del USCENTCOM. En ese sentido, tras cumplirse la fecha límite del ultimátum para la retirada de las fuerzas iraquíes, cualquier grupo de tareas que a último momento hubiera pretendido abandonar las operaciones, le hubiera sido imposible hacerlo. Y es que había mucho en juego para tolerar comportamientos veleidosos o poco profesionales.

La titánica tarea de proveer los medios con los cuales las líneas del frente pudieran operar con la fluidez necesaria, quedo reflejada en las cifras que algunos investigadores han expuesto en publicaciones especializadas. La comida y el agua mineral para más de 670.000 hombres, 150.000 vehículos terrestres de todo tipo, 40.000 conteiners, 2000 helicópteros de toda clase y 2000 vehículos blindados llegaron por la ruta marítima durante un lapso de seis meses y todo ello, porque hubo una muy buena planificación que logro cumplir con el objetivo central de que en ningún momento las tropas de la coalición carecieran de los medios necesarios para el combate.