EN DEBATE
“EL GEOESTRATEGICO CONTROL DE LA INFORMACIÓN”
El fracaso del intento de golpe de estado del 23 de febrero predice el agravamiento de la situación en la región o resquebrajamiento de las pretensiones de Guaidó y su gente
Por Charles H. Slim
El conocimiento es poder, dicen algunos y sin dudas
que no se equivocan. Es por ello que los gobiernos con ansias de ganar el
control amplias zonas del globo invierten amplios recursos de sus economías
para fortalecer una relativa nueva arma de sus fuerzas armada como es la
“Ciberguerra”. Y no es una casualidad que ello sea así ya que el internet se ha
convertido en la ruta por la cual trafican con pasmosa velocidad, las noticias
más inconvenientes para los intereses de los gobiernos que clandestinamente se
ven implicados en operaciones y asuntos que, puestos a la luz del día, pueden
llegar a mancillar su imagen ante la opinión
pública. En fin, es una cuestión estrictamente política que viola todas
las libertades y principios que a lo largo de dos siglos se habían venido
reconociendo a costa de mucho sufrimiento.
Desde ridiculizar a una publicación o a su autor pasando
por cerrar un periódico con medidas legales o el uso de la fuerza hasta llegar
a eliminar físicamente a periodistas por su labor, ha venido siendo la práctica
para silenciar esas verdades que son tan molestas para los moralistas de la
política que viven del sermón y las lecciones para los demás. Desde hace un
tiempo hasta esta parte, asesinar o desaparecer a un molesto periodista se ha
vuelto muy riesgoso y prueba de ello es el caso Khashoggi. Es por ello que han
puesto más énfasis en tratar de persuadir con discursos que otra cosa.
Pero sus
monsergas no podrían prosperar sin el aparato que amplifique sus narrativas y
ese mismo no es otro que la mega estructura corporativa de medios que se
encarga de difundir por todos los canales abiertos, día y noche la versión que
se ajusta al lineamiento buscado por el poder.
Falsear hechos y acontecimientos no es nada nuevo. Incluso la historia de la
humanidad está escrita sobre la base de una montaña de falsedades y
exageraciones que solo buscan ensalzar las acciones de los vencedores con
la intensión de perpetuar un ideario
dentro del colectivo de una comunidad determinada y aplastar al oponente para
que jamás se reponga. Se hace sobreabundante mencionarlos ya que hoy ya no
quedan dudas de quienes son los principales estafadores sobre esto.
La historia contemporánea también nos dan muestra de
grandes embustes mediáticos que iban a la par de operaciones político-militares
como forma de cubrir o enmascarar las verdaderas situaciones que se estaban
desarrollando en el terreno. Irreverencias tales como justificar masacres de
civiles captadas involuntariamente en vivo por los camarógrafos de cadenas de
TV, intentando justificarlas con falsas alegorías o justificaciones, han
quedado plasmadas en la psique colectiva de toda una generación en el comienzo
del nuevo milenio. Ejemplo de ello se vio en la llamada “liberación de Mosul”
en 2017.
En momentos que las fuerzas regulares del régimen
colaboracionista de Bagdad avanzaban en torno a la urbe de Mosul, los grupos de
operaciones especiales estadounidenses con cobertura aérea, se abrían paso a
fuego limpio sin consideraciones de ninguna especie. Nada nuevo para los
iraquíes que soportaron el mismo escarnio durante trece años de sanciones y
luego otros ocho años de brutal ocupación por parte de estos mismos liberadores.
Igualmente, el relato norteamericano de mostrarse como “libertadores” –pese a las cruentas pruebas de lo contrario-
debía sostenerse hasta el final, aún si las imágenes mostraban todo lo
contrario. Un ejemplo de ello se vio en un reporte en vivo de una enviada de la
CNN a cubrir las operaciones junto a un grupo de tareas iraquí cuando en un
momento determinado, los soldados llamaban por los altavoces que los ocupantes
de una casa salieran con las manos en alto y se rindieran.
De repente comenzó una balacera desde varias
direcciones y el pánico invadió a la reportera obligándola a refugiarse detrás
de un vehículo blindado mientras el camarógrafo seguía cubriendo lo que sucedía
alrededor. Fue en ese momento que tras cesar el fuego, un hombre de avanzada
edad con un pañuelo blanco en la mano y sin armas a la vista, sale de una casa
mientras un soldado iraquí sin justificación lo acribilla sin darse cuenta que
había sido captado en vivo por la cámara de la CNN ¿Acaso alguien se acuerda o,
ha reclamado por el asesinato de aquel pobre desgraciado? Y ese solo fue un
caso más de todos los miles que se sucedieron en aquellas circunstancias.
Por estas horas el embuste y la manipulación
informativa se haya en pleno desarrollo en torno a Venezuela. Durante una
semana se había venido llevando a cabo un bombardeo informativo sobre las
supuestas intenciones populares por sacar al gobierno de Nicolás Maduro, los
medios regionales alineados con la Casa Blanca usando un lenguaje
cuidadosamente artificioso a base de términos clave como ser “régimen”,
“dictador”, “represión” entre otros, promovieron todo tipo de trascendidos y
eventos con una sola intensión y ella era, derrocar al legitimo gobierno de
Caracas. Pero como en el pasado estos
sectores cometieron errores que –afortunadamente
en este caso- fueron inmediatamente
capitalizados por el gobierno de Caracas y tras darse a conocimiento masivo de
tales, dejaron en el ridículo al mismo Juan Guaidó y su gente desatando un
estado de incertidumbre que diezmó las tan promocionadas coberturas de una
“ayuda humanitaria” organizada por la USAID, un mascara más de la CIA.
Cuando se hizo correr el rumor de que por la
frontera brasilera se había logrado pasar con el convoy de ayuda, muchas
versiones comenzaron a surgir desmintiéndolo. Incluso, se llegó a decir que
había habido enfrentamientos armados entre la GNB y los activistas que conducían
el convoy. También se dijo que habían “fisuras en los cuadros militares
chavistas”, sugiriendo que se estaban produciendo deserciones en masa en los
puestos fronterizos con Colombia. Una vieja táctica de la guerra psicológica
que al final no funcionó. En realidad hubo un solo episodio con los tres
oficiales que tras robarse unos carros blindados cruzaron al lado colombiano
atropellando a varios periodistas y guardias policiales.
Como no se estaba produciendo el efecto buscado por
Washington –y sin dudas a instancias de
sus operadores-, los conspiradores que observaban todo por televisión desde
un bunker en territorio colombiano, orquestaron la última intentona por crear
la provocación que diera pie a una declaración oficial de la Casa Blanca o del
asesor de seguridad nacional John Bolton, claramente junto al senador Marco
Rubio, instigadores centrales de lo ocurrido. Fue allí donde los medios
regionales y particular los argentinos mostraban imágenes de camiones ardiendo
argumentando aparatosamente que habían sido incendiados por “los chavistas” o
por las fuerzas “del régimen de Maduro”. Para su desgracia, unas horas más
tarde, salen a la luz nuevas tomas de esas imágenes revelando que quienes
habían incendiado esa caravana con cargamento supuestamente inofensivo eran los “guarimberos”, pandilleros
venezolanos quienes seguramente fueron alquilados por la CIA y la inteligencia
colombiana. En esas fotos se comprueba que los camiones nunca pasaron al
territorio venezolano y fueron incinerados en el mismo puente antes de llegar
incluso a la valla de seguridad venezolana. Ante las evidencias devino el bochorno y con
él, la caída de la moral de los golpistas que –como se pudo ver con el presidente chileno Piñera- ya no podían esconder su desilusión ante el
fracaso. De este modo y ante la clara victoria de la posición de Caracas Costa
Rica expulsó inmediatamente a la embajadora del pretendido gobierno paralelo de
Guaidó y al mismo tiempo se hacía efectiva la expulsión de los diplomáticos
colombianos de los departamentos fronterizos. El gobierno colombiano sin acusar
el bochorno, alego que la salida de sus diplomáticos ha sido por una cuestión
de mantener la integridad de sus funcionarios.
Otra señal de que todo este montaje había fracasado
es el despliegue del ejército brasilero en la frontera de la región de Pacaraima,
para distender la situación y despejar a los grupos de agitadores que desde su
territorio habían estado atacando a las fuerzas del GNB de Venezuela. Por supuesto que estos hechos no fueron
publicados por los medios argentinos los cuales –en sintonía con el gobierno nacional- siguen una clara línea editorial
obsecuente con las intenciones políticas de Washington y del grupo de Lima.
Sin dudas que alguien en el Departamento de Estado
ha menospreciado al gobierno de Maduro y a sus recursos para contra restar la
embestida mediática. Esto ya causado unas cuantas corridas y llamados
telefónicos entre Washington y Bogotá.
El día 23 de febrero sería para este sector para
estadounidense el “fin del régimen” –vaticinaban-
, el comienzo de una nueva era con un gobierno títere y genuflexo a Washington, pero ello no ocurrió y al parecer el
operativo “intervención humanitaria” diseñado por el Departamento de Estado
norteamericano fracaso rotundamente y es posible que de ahora en más veamos el
despliegue de nuevas artimañas sucias como podrían ser, el comienzo de
escaramuzas armadas con grupos proxis, compuestos por elementos latinos y asesores impostando ser tales, tal como se hizo en el
Medio Oriente.
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