jueves, 21 de febrero de 2019



EN DEBATE



“LOS FRUTOS ENVENENADOS”

Los últimos comentarios de Trump han despejado todas las dudas en referencia del origen de ISIS y sus propósitos




Por Pepe Beru
Allá por 2013 cuando el fenómeno del extremismo Takfir y Wahabí llegado desde la Libia intervenida por la OTAN campeaba los territorios árabes de Siria, nadie por algún momento se percataba lo que muy pronto se produciría, aprovechando todo este contexto de caos y descontrol que estas bandas mercenarias causaban en la región. Solo basto que pasaran unos meses para que una marea negra de camionetas artilladas tripuladas por hombres enmascarados y muy bien pertrechados, ondeando banderas negras con la inscripción de la “Shahada” (juramento de lealtad y fidelidad a Dios), cruzaran raudos hacia Iraq, desatando una de las tragedias humanas más terribles de lo que iba del siglo.

Los que dijeron que el “Estado Islámico” solo era una agrupación armada más de la “revolución anti Assad”, se equivocaron lastimosamente y otros deliberadamente. No solo porque no eran parte de la llamada “oposición moderada” continuamente argumentada por Washington sino porque incluso, sus componentes no eran sirios, ni árabes y en una gran parte ni siquiera musulmanes.  

Estábamos ante un gigantesco y muy costoso montaje, con muertes, destrucción y bestialidades reales, pero un escenario preparado con antelación por los mismos que a bombos y platillos habían venido consagrándose como los “luchadores contra el terror”. Los mismos que habían causado el problema varios años antes, luego se presentaban como la solución. El engaño al más alto nivel se puso en marcha y para ello, los medios y en particular el conglomerado mediático anglosajón, (una vez más) fue de capital importancia para fomentar la atmosfera del “terror” y desconfianza con alcance global y todo ello claro, haciendo incapie en la culpa de los musulmanes.

Para ello se manipulo la situación política, social y psicológica de la población no solo de toda la región –en especial de los iraquíes- sino la de miles de lumpen, psicópatas y aventureros que pululaban por el globo. La aparición de una organización que planteaba a los iraquíes la posibilidad de cobrarse revancha ante tantos años de humillaciones y sojuzgamiento por parte de un gobierno “títere” al servicio de la ocupación y por otro la de darle sentido a las vidas de otros miles de idealistas y descontentos que no sabían qué hacer con sus vida de origen occidental en especial provenientes de Europa y los EEUU, dio el cupo suficiente para engrosar las filas de una verdadera trampa que estaba destinada a la aniquilación.

A la vista en la distancia no quedan dudas de que aquel “Califato” proclamado por un tipo disfrazado de “califa” quien en realidad era un agente, posiblemente israelí llamado según algunas fuentes Shimon Elliot,  fue un embuste con múltiples propósitos y uno de ellos era, destruir definitivamente la cohesión dentro del Islam y del eje de la resistencia islámica. Mediante proclamas falsas y tergiversadas alegorías del Corán, aquel impostor terciaba en infundir un particular odio hacia los cristianos haciendo recordar con un lenguaje enmascarado las enseñanzas de exegetas y textos judíos como el “Zohar”  y el “Talmud”.  Fue sin dudas, una táctica mejorada que potenciaba la brutalidad que ya ejecutaba Al Qaeda en la década de los noventas, una franquicia creada por la CIA y sus aliados sauditas en épocas de la guerra de Afganistán.  Tanto ésta como aquella organización necesitaban de componentes operativos, de “idiotas útiles” y “carne de cañón” que dieran operatividad a una estructura que en realidad no había sido creada por árabes ni musulmanes. ¿A quiénes beneficiaba esto? La respuesta está en las portadas de los diarios y de las fuentes independientes que reflejan lo que hoy pasa en la región y en particular con los palestinos.

A base de un estudio detallado de las instituciones del islam y en particular de la “Jihad”, los manipuladores de esta argucia insuflaron una falsa fe que solo tenía como base el fanatismo enfermizo y nihislta de psicópatas provenientes de occidente que era alimentado con potentes narcóticos que como el “Captagón”[1] (Fenetilina), se proveían en grandes bolsas como si se trata de caramelos. Dicha droga usada por las tropas estadounidenses en Iraq (conocida allí como “Abu Hind”), causa que pierdan la inhibición total y no tengan la menor duda de encarar una situación crítica. He allí como han reproducido con tanta continuidad e indiscriminada selectividad los ataques suicidas con camiones cargados con toneladas de explosivos.

Sobre esto, no hay que olvidar como y quiénes permitieron el ingreso del “Daesh” a Iraq. Hubo un pacto secreto entre varias agencias de inteligencia –con la CIA a la cabeza- y organizaciones armadas,  estas últimas tanto iraquíes, turcas, kurdas e israelíes siendo los únicos ausentes, los “persas”[2]. Como siempre, solo los cabecillas estaban al tanto de todo esto menos sus subordinados y la población. Entre aquellos que ignoraban la perpetración de estos planes eran sin dudas el gobierno de Nouri Al Maliki el cual para Washington había caducado en su utilidad y solo debía darle un empujón para sacarlo del Palacio de Bagdad.

Todo fue un gran embuste en el cual participaron activamente los británicos, no solo con su inexorable contribución militar sino también en la articulación de esto,  retroalimentando la propaganda mediática del “Daesh” desde adentro de sus filas mediante aquel falso rehén llamado John Cantile, tan autentico en su papel como lo era el mismo Abu Bakr Al Bagdadi. Incluso hace muy poco se descubrió que Cantile, lejos de haber sufrido algún rasguño por las brutales acciones en el llamado “Califato”, se lo pudo ver en muy buen estado.

Tras arrasar Mosul y destruir completamente las localidades del centro norte de Iraq, los sobrevivientes del “Daesh” tras ser capturados por las vengativas fuerzas del régimen de Bagdad fueron encarcelados para ser sometidos a exhaustas sesiones de torturas sin considerar la condición de los detenidos sean ellos hombres o mujeres. Muchos otros están siendo ejecutados extrajudicialmente por  las autoridades iraquíes, quienes aprovechan para advertir al resto ante posibles planes insurreccionales. Los prisioneros de origen occidental en especial los británicos, alemanes, franceses y holandeses no han sido eliminados por una obvia razón, su origen. Como no es algo fácil de resolver para los “títeres” de Bagdad, parecieran estar dispuestos a cumplir con la sugerencia de Trump y extraditarlos a sus respectivos países siempre y cuando ellos se comprometan a procesarlos.

Para desgracia de los personeros de Bagdad, a los políticos europeos poco les importa sus sugerencias. Incluso éstos parecieran estar más dispuestos a abandonar a su suerte a dichos ciudadanos, que tener que lidiar con ellos en sus países, arriesgándose a que pudieran ser factores de desestabilización interna y de propagación de su tóxica ideología que cabe remarcarlo, no tiene nada que ver con el Islam.

En este sentido las últimas alegorías de Trump adjudicándose el triunfo sobre ISIS y todo el discurso falaz referido a la lucha contra el terror, dejan nuevamente en evidencia su contradictoriedad y la de sus predecesores al llamar sus aliados europeos a que “retiren a sus mercenarios de ISIS” del suelo sirio, dejando en claro que dicha organización lejos está de tener algo que ver con la resistencia árabe-islámica.


[1] Es la unión entre la ANFETAMINA y la TEOFILINA
[2] Publicación del periódico turco Ozgur Gundem que reveló la cumbre secreta realizada el 27 de mayo de 2014 en Amman, Jordania donde se reunieron los principales implicados en lo que comenzaría un mes más tarde.

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