jueves, 29 de agosto de 2019



“COMO EN 1989”
Aunque la situación política y económica no es igual a la del 2001,  es muy similar a la crisis de 1989 ¿Retroceso o salto al vacío?

Por Pepe Beru
Suele decirse que la historia es cíclica y muchas situaciones pueden volver a repetirse solo que matizadas a la época y el contexto en que se producen. Pero también se dice que esto solo puede ocurrir cuando una situación o las personas que la experimentan no han cambiado sus actitudes o el sendero por el cual llegaron a esa situación reiterativa. Son estas situaciones en las que uno suele decir “ya he visto o vivido esto antes”.

La Argentina es un gran Dejá Vu existencial. Su historia político y social es un compilado de idas y venidas, acciones y contradicciones, zanjadillas y complots  que ha mantenido al país en un estado de letargo perpetuo que pareciera no tener fin.

Por estas horas el gobierno de Mauricio Macri se halla en una difícil encrucijada, sometido bajo la presión de sus propias torpezas y el aprovechamiento de una oposición política quien generó la matriz del actual descalabro económico- financiero, debe tomar una decisión sobre si continua hasta el final o cede a las presiones que buscan sacarlo y crear una transición adelantada pintando un escenario mucho peor a la crisis de 2001.

A diferencia de sus fracasados predecesores (Alfonsín y De La Rúa), Macri ha logrado obtener una sorpresiva demostración de apoyo popular que se vio el sábado pasado en una Plaza de Mayo copada por miles de manifestantes autoconvocados. Pero ello no significa que todos esos ciudadanos tengan una sincera simpatía por las políticas que su gobierno ha estado implementando; otra vez estaríamos viendo como las masas, movidas por su propia conveniencia, varían su opinión luego de ser ellos mismos –en gran parte- los creadores de la crisis.

Las últimas posturas del candidato del “Frente por Todos”  Alberto Fernández dejan en claro que juega duro y sucio, sin importarle cuanto pueda costarle al país su plan basado en el eslogan “mientras peor mejor”. 
La negativa a comprometerse con el desembolso de dólares que el FMI había acordado con el gobierno, acelera la crisis financiera y acerca rápidamente el riesgo de un default.

Los ciudadanos de a pie no necesitan de intérpretes mediáticos, especialistas en estadísticas, ni de periodistas supuestamente influyentes que venden una supuesta “pura verdad” para darse cuenta de que se trata todo esto. Sus padres y sus abuelos ya lo vivieron y por cómo van las cosas es posible sus nietos sigan viendo la misma película.

En 1989, justo treinta años antes, se estaba llevando a cabo un proceso similar que terminaría en una sucesión forzada y adelantada del poder. Las circunstancias político económicas –más allá de las diferencias técnicas- son semejantes. En aquel entonces el gobierno inoperante de Raúl Alfonsín había trastabillado una y otra vez, llevando a la economía del país a una hiperinflación que sus últimos meses de gobierno devoraría los sueldos y hundiría en la pobreza a miles de argentinos.

La dinámica de los eventos que llevaron a la presentación de la renuncia (o remisión) de Alfonsín, dieron comienzo desde el primer día de ese año y algunos de ellos fueron decisivos para acelerar su salida. El malestar social por el incremento incesante de los precios, la agitación  política y social en los distritos del cono urbano bonaerense (dirigida por punteros del PJ)  y los masivos paros sindicales encabezados por la CGT (controlada por el PJ) habían convertido al país en una olla a presión, las circunstancias propicias para que hicieran aparición de “los salvadores” de la patria encarnados en –obviamente- los candidatos peronistas, entre ellos el desconocido gobernador de la provincia de la Rioja Carlos S. Menem.

En las primeras horas de la mañana del 23 de enero de ese año, un comando de militantes marxistas asaltaba el cuartel militar de “La Tablada”, agregando otro –y muy conveniente- elemento desestabilzador al ya inestable gobierno radical. Más allá de la intensión política de los atacantes (lo que desato varias especulaciones sobre sus autores intelectuales y sus conexiones con el mismo gobierno radical ) nunca se hizo público quién había financiado esta operación.

Al parecer en las actuales circunstancias no pareciera que se estén urdiendo planes de operaciones sucias y cruentas como ésta, pero no hay que perder de vista que lejos está de obtener la cooperación de la oposición y del mismo Alberto Fernández para conformar un gobierno de “unidad” en estos complejos momentos que vive el país.

Lo ocurrido el 27 de agosto último lo deja en evidencia, “Fernández no aceptara comprometerse con el acuerdo que Macri y su gobierno firmo con el FMI”, algo que recibió una inmediata respuesta del mismo Fondo, de los mercados internos y externos, y obviamente de la gente. Pauta de esto es la subida del riesgo país superando los 2000 puntos, subida del dólar más de 62 $ pesos, declaraciones de algunos representantes del sector empresarial señalando un descreimiento a cualquier plan que pudiera presentar el gobierno y la movilización de organizaciones sociales que responden al Kirchnerismo.

Pese al perjuicio que esto puede acarrearle al país, el “Frente por Todos” parece apostar por empeorar las cosas y de esa manera, crear una situación de ingobernabilidad al borde del caos. Es más, el candidato “peronista” aprovechando esta oportunidad ha enviado un mensaje al organismo internacional alegando que existe “un vacío de poder” y que no le conviene hacer el desembolso. 

Es ahí donde radica la estrategia de la operación sucia para complicar y desestabilizar al gobierno. Con la clara ayuda de algunos periodistas y sectores mediáticos bien definidos, Alberto Fernández tratara de plantear una legitimidad en la anulación de las elecciones de octubre y de ese modo se haga necesario un traspaso directo del mando, apoyándose en los gobernadores peronistas que se han unido para presionar al gobierno federal.

Más allá de que no hay armas y tanques para obligar a la dimisión, la presión política que se aplica, está destinada para obtener los mismos resultados algo por lo cual y sin temor a errar puede calificarse sino del mismo modo, como un golpe blando.

El no desembolso del préstamo del FMI, complicaría al gobierno pero también a la Argentina como estado ante sus acreedores, algo que Alberto Fernández y a quienes lo sustentan tras bambalinas les convendría en grado sumo ya que, además de obtener la salida inmediata del gobierno macrista por una presión irresistible de la población, le posibilitara una vez en el poder, hacerse con la suma del poder público basado seguramente en una ley de emergencia económica. Con ello, imaginan que podrían plantearle unilateralmente una renegociación de la deuda algo que muchos consideran como ilusorio.

En última instancia los principales responsables en todo esto siguen siendo los mismos argentinos o, mejor dicho, los denominados “porteños” (que viven en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y en especial los habitantes del cono urbano la provincia de Buenos Aires, quienes representando el  caudal electoral más importante y decisivo en las elecciones, son quienes terminan por definir el resultado de un escrutiño.

lunes, 26 de agosto de 2019



“ALBERTO 
¿QUIERE SER PRESIDENTE?
La zozobra del país no da pausa y al parecer quién se creyó automáticamente ungido como el próximo presidente e incluso sus partidarios lo han consagrado anticipadamente como tal, estaría recapacitando su decisión


Por Pepe Beru
La euforia de la “victoria” obtenida en las PASO del 11 de agosto pasado en la Argentina parece haberse esfumado con rapidez. Incluso el discurso del candidato del reciclado y atomizado partido justicialista Alberto Fernández ha empezado a resquebrajarse si lo comparamos con sus primeras promesas antes de las elecciones. La alternativa para revertir la actual situación no parece ser tal y sus exabruptos con algunos periodistas serían algunas señales de descontrol. Esto a su vez refleja una muy compleja situación político-económica que pone en evidencia la engañosa alternativa que representaría el regreso del Kirchnerismo al poder.

Las dudas no solo recalan en los llamados “mercados” que observan atentos desde sus caras y muy bien ubicadas oficinas en New York, sino también en los mismos argentinos de a pie que por el motivo que haya sido, le dieron su voto al redimido candidato peronista. Como siempre, los argentinos se ven atrapados ante las opciones más inextricables y ello parece repetirse mecánicamente con la actual alternativa de seguir con lo “malo” o pasar a ser gobernados por lo “peor”.  

Apenas se conoció la abrumadora derrota del gobierno, confirmada por un Mauricio Macri claramente afectado por los resultados, sus rivales políticos del antiguo sistema de cosas y varios periodistas conocidos por sus acostumbrados dobleces y maleabilidad subjetiva, no dudaron en comenzar a usufructuar de esta situación demostrando una gran miseria ética y humana que solo reafirma que en Argentina nada ha cambiado.

Los datos de la realidad inmediata a esa elección fueron catastróficos. Caída de los papeles de comercio argentinos en el exterior que cotizan en el Merval (caída de un 54%), subida repentina del riesgo país (rozando los 2000 puntos) y una escalada en el precio del dólar (alza de un 33%) que propicio el aumento irreverente de los precios de los alimentos y el combustible, parecían ser la traducción obscena de ese mercado financiero invisible a los ojos pero perceptible en la realidad de los hechos.

A la par de esto, los medios y varios periodistas con la intensión de despegarse del gobierno y congraciarse con el aparente triunfador de las elecciones de Octubre comenzaron a patear a Macri en el suelo. Pero no paso mucho hasta que las cosas se pusieran peor.

Fue allí cuando el “candidato” opositor comenzó a balbucear. Pese a que se presenta como la cara conciliadora del Kirchnerismo o una versión moderada del Peronismo, no falto mucho para que se cayera la careta que mostró esa intolerancia a quienes fastidian con sus preguntas a su juicio, impertinentes. Ante los hechos, Alberto Fernández comenzó a cuestionarse si realmente quiere agarrar esta sartén con aceite hirviente. Cuando se conoció que estaba de acuerdo con que el dólar ideal era uno que cotizara a “60 pesos”, estaba dejando en claro que no había diferencias con los Keynesianos que tanto critican los Cristinistas y que incluso los liberales económicos no apoyan. Un dólar en ese precio hunde a la economía y termina por destruir la poca soberanía de la moneda nacional.

Mucho menos esperanzador han sido otros comentarios sobre el tema como aquel que reza “no sé qué hacer si no hay con que” o “no va a ser fácil bajar la inflación”, como un prólogo para ir atajándose con el argumento de la “pesada herencia” ante un posible ascenso al gobierno.

Y no solo eso. Cuando Alberto reconoció que “será muy difícil controlar la inflación” a muchos les quedo en claro que el país se dirige sin prisa ni pausa hacia un Default técnico, lo que significa que el país no podría cumplir con sus obligaciones externas en término, entonces quienes aún le creen al candidato K se han preguntado y se preguntan por estas horas ¿De dónde sacara el dinero para solventar las promesas ridículas de “poner dinero en los bolsillos de los argentinos” o “aumentar las jubilaciones” si el dinero del FMI no se puede tocar?

La respuesta es, simple demagogia y nada más. Después de eso, la estructura del anterior régimen político pocas ideas puede aportar para arrojar soluciones reales a la situación.

¿Y qué se puede esperar en el área de la justicia? Los comentarios del candidato al respecto son preocupantes. Aquel comentario en el que sentenció que los jueces que habían procesado a los partidarios K “deberían rendir cuentas”, algo que en un primer momento se desdijo pero que apenas unas horas atrás, redoblo uniéndose a la arenga intimidatoria de las Madres de Plaza de Mayo, un apéndice rancio del Kirchnerismo.  

Algunos han señalado que Alberto en realidad no quiere ser presidente y que su misión estaría limitada a que retorne la “señora” a la Casa Rosada y una vez allí, podría delegar su puesto y el poder de la lapicera con algún subterfugio que le permita abandonar disimuladamente el sillón de Rivadavia y recibir una posible y abultada  recompensa por sus servicios 

¿Qué quién la pagaría? Bueno, la pregunta se responde sola si se ve quien pasa a tomar el poder.

domingo, 25 de agosto de 2019




“TACTICAS SUCIAS”

El ciclo de la violencia silenciosa que en Oriente Medio se realimenta sin final ¿Hasta dónde se toleraran las violaciones a la ley internacional y la soberanía de los estados bajo la máscara de actos de autodefensa?

Por Javier B. Dal
Desde hace ya casi dos años y medio los habitantes de Damasco pueden caminar tranquilos por las calles de su ciudad con seguridad y sin el peligro de las bombas que aquellas células terroristas financiadas desde el exterior, colocaban en bares, restaurantes y casas de comercio. Tampoco olvidemos que muchos de esos episodios de terror tenían objetivos específicos y con intensiones muy bien direccionadas desde el otro lado de la frontera.

En un comienzo parecía que las fuerzas árabes sirias no podían controlar la situación e incluso, no podían proteger a sus propios jefes.

Hubieron muchos atentados con bomba utilizando el método IED (Dispositivo Explosivo Improvisado) que los iraquíes utilizaron con mucho éxito contra los invasores estadounidenses y británicos durante la ocupación entre 2003 a 2011, pero que esta vez habían sido adoptados por el Mossad israelí para realizar sus propias operaciones de ataque en medio del caos sirio. Con la ayuda de la triangulación satelital de la señal de los teléfonos del blanco a eliminar (es decir, que tenían el número del móvil del sujeto), los israelíes pudieron ejecutar estas operaciones a la luz del día y con cierta invisibilidad.

Las acciones de este tipo (que no se diferencian del terrorismo) no son nuevas para los sirios y los vecinos árabes en general. En 1997 un autobús interurbano que circulaba por las calles de Damasco explotaba matando a 9 personas y dejando 44 heridos. Según los expertos, una bomba dejada en un bolso fue la causa de aquel crimen. El Departamento de seguridad sirio no dio rodeos y acuso directamente al Mossad de este hecho algo por lo cual Tel Aviv mantuvo un mutismo hermético.
resultado de una bomba Lapa

En septiembre de 2004 el ciudadano palestino Izz El Din Al Jeque Kalil de 42 años de edad, quien militaba activamente por la liberación de Palestina, moría al estallar su automóvil por la colocación de una “bomba lapa”, uno de los métodos favoritos del Mossad. Según algunas fuentes de inteligencia, esto había sido en represalia por la muerte de cinco soldados israelíes en la Franja de Gaza. 

Por mediados de febrero de 2008, el jefe de operaciones militares de la resistencia chiita libanesa “Hesbolla” Imad Mughniyeh y de destacada actividad en las operaciones militares para rechazar el intento de invasión israelí al Líbano en 2006 muere asesinado por la explosión de una bomba lapa colocada en su automóvil en un barrio residencial de Damasco. Era un mensaje conjunto del Mossad y la CIA por la derrota infringida en 2006 y en momentos que la resistencia chiita iraquí recibía la inspiración, el apoyo político y material desde el Líbano.
Imad Mughniyeh asesinado en Damasco

En ninguna de estas y muchísimas otras ocasiones, le interesó a Tel Aviv si sus atentados matan a elementos considerados como enemigos o a simples civiles que ocasionalmente se encuentran en el lugar. Todo vale y los costos no importan cuando buscar enviar un mensaje.

El inicio de las revueltas en 2012 fue providencial para los cerebros israelíes a quienes sin importarles el costo en vidas que sus actividades iban a causar, profundizaron la colaboración con sus aliados estadounidenses en sus operaciones contra su vecino.

Las tácticas para ello variaron en todo su espectro. Desde la infiltración de armas y pertrechos para las bandas armadas “Takfir”, actos de sabotaje y asesinatos, maniobras de desinformación y engaño con la complicidad de los medios occidentales (como fue la presentación por el secretario de Estado John Kerry de una foto que según el eran muertos asesinados por Al Assad cuando en realidad eran iraquíes asesinados por EEUU en 2003) y los infames ataques químicos (montados por la inteligencia militar estadounidense y el MIT turco), fueron las más utilizadas por las agencias de inteligencia occidentales y sus colegas israelíes.

En estas nuevas circunstancias, Tel Aviv no dejo pasar la oportunidad y puso en marcha, paralelamente a sus agresiones directas mediante bombardeos aéreos, su propia agenda secreta contra Siria. Además de estar estos dispositivos muy bien mejorados utilizando detonadores de señal de larga distancia y explosivos de alto poder que podían abrir un orificio en un blindado, estos tenían el propósito de crear el terror y la sensación de inseguridad en la población damasquina con la finalidad de instalar en sus mentes la idea de que su gobierno no los podía proteger.  

Tan brutal como siniestra, esa es una de las tácticas más utilizadas por la inteligencia israelí que sin dudas con la cooperación de la CIA, el MI-6 y la DGSE francesa, en esos momentos buscaban recrear la pesada atmosfera de inseguridad que asolaba en Bagdad tras la llegada de las tropas de los EEUU. Pero a diferencia de lo que allí pudieron realizar a sus anchas, pese a los asesinatos de algunos miembros clave, el gobierno sirio se mantuvo incólume logrando poco a poco desmantelar las redes de apoyo que operando en el bajo mundo de la delincuencia y con la participación de agentes árabes aliados a Tel Aviv, podían darle sustento al fracasado intento de socavar desde adentro a la sociedad siria.   

El éxito del gobierno sirio paso desapercibido para la prensa internacional –como no podía ser de otra manera- y gran parte de ello fue por la estorbosa intervención de Rusia. Cuando tempranamente Vladimir Putin decidió ayudar a Damasco a sacudirse de ésta intervención extranjera disfrazada de revolución interna, no discriminó en medios para estabilizar al país árabe. 
Estaba claro que no bastaba solamente con el apoyo político y la mera ayuda militar; hacía falta un sensible apoyo en el área de inteligencia y contrainteligencia para contrarestar las infiltraciones de células terroristas y su apoyo en los centros urbanos como Damasco.

Este apoyo dio sus frutos y gracias a la colaboración de asesores rusos, las fuerzas de seguridad interior sirias lograron desmantelar la red de telarañas que los “yihadistas” con la ayuda de las agencias occidentales y en particular del Mossad, pretendían consolidar tanto en Damasco como las localidades más importantes del país. No caben dudas de que tras recibir varios duros golpes, estas agencias entendieron que ya no podían operar con la impunidad que esperaban y fue así que abandonaron las pocas redes de colaboradores que les quedaban.  Por lo pronto y por estas horas las FDI han incrementado sus bombardeos con misiles y aviones sobre Siria y el Líbano lo que demuestra por enésima vez, el total desconocimiento de Tel Aviv a la ley internacional y a los preceptos del Cap. VII de la Carta de Naciones Unidas.

viernes, 23 de agosto de 2019



LA GRIETA EN WASHINGTON”
Cómo algunos exabruptos del presidente Trump han revelado una profunda grieta dentro de la política exterior norteamericana en torno al papel del Lobby pro-israelí


Por Charles H. Slim
Desde el final de la Segunda Guerra mundial en 1945, cada presidente estadounidense que ha ocupado la Casa Blanca ha sido un indiscutido y entusiasta militante por la instauración y apoyo del estado de Israel en Palestina. Cada una de las administraciones que han pasado por allí ha prestado todo su apoyo político, diplomático, moral y por supuesto (lo más trascendente) el apoyo financiero para que ese estado fuese viable en el tiempo. Previo a esto, encontraron sus primeros y principales apoyos económicos y diplomáticos en Gran Bretaña desde donde el movimiento sionista  opero para que desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, poco a poco, pequeños grupos de judíos llegaran a las tierras árabes para fundar las primeras aldeas que en un primer momento no demostraron las intenciones que luego se harían evidentes con grupos armados como las “Palmach” e “Irgun”. Fue de esa forma que el movimiento sionista pudo financiar y armar sus células terroristas que operaban agazapados en las sombras en contra del protectorado británico y los habitantes palestinos.

Sumado a ello, la posición de potencia nuclear emergente que adquirió EEUU tras la segunda guerra mundial, Israel como su protegido, pudo mantenerse en el tiempo y al mismo tiempo ir expandiendo su extensión territorial  a costa de los territorios árabes palestinos lo que obviamente, no iba a pasar sin la legitima reacción  política y por supuesto la resistencia armada palestina que con el pasar de los años termino siendo funcional a los intereses de Israel.

De esta manera cruenta nació dicho estado y en esos momentos muchos judíos estadounidenses y de otras partes del mundo no estuvieron de acuerdo con su instauración y mucho menos con los métodos para lograrlo. 
El planteo mediático (especialmente de los EEUU y la Europa de pos guerra) de una supuesta unidad indivisible de la comunidad judía global que veía en Israel su representación política en la tierra, se logró sostener por muchos años gracias al monopolio de la información y la industria del entretenimiento que con su insigne representante en “Hollywood” mostro una sola cara del asunto en todo occidente.

No fue por la gracia de “Jehová” (Yavé) que los sionistas se impusieron en Jerusalén  allá por 1948 y lograran expulsar a los desorganizados y mal pertrechados ejércitos árabes de Transjordania. No nada de eso. Fue por el milagro del dinero que todo lo paga y compra lo necesario (incluyendo voluntades) como los sionistas lograron imponerse militarmente en éstos territorios. Las alegorías mágicas que gustan tanto a los pastores evangélicos discursar en sus ampulosos shows ante su feligrecía, son solo eso.

Fue así como los fuertes intereses financieros que se crearon a la postre de fabulosos negocios impulsados por el establecimiento de un estado nacional judío en territorios árabes, con el tiempo han ido creciendo a tal punto que desde hace décadas son el factor preponderante e influyente para la política exterior de la Unión. A tal punto han llegado ser un factor de influencia que Stephen Walt  y John Mearsheimer autores del libro “The Israel Lobby”  invitan a sus lectores a que se formulen la pregunta “¿Por qué los Estados Unidos han querido dejar de lado su propia seguridad y la de varios de sus aliados con el objetivo de promover los intereses de otro estado?”.

La respuesta a esta pregunta ha resultado ser un extendido e inexplicable tabú en un país que suele vanagloriarse de su democracia que pareciera ser condicionada por un pequeño sector de Lobbys que opera dentro de su Establishment.

Los conocidos Lobbys “israelo-estadounidenses” son los actores más influyentes dentro del Congreso y protagonistas entre otras, de azuzar junto a sus socios neoconservadores las campañas bélicas contra Iraq, Libia y Siria. Tal como lo señalan los autores de éste libro que tanto molesto al núcleo sionista estadounidense, “la presión de Israel y los Lobby fue decisiva para la invasión a Iraq en 2003”.

Ello no ha sido casualidad. Hoy es de conocimiento público que estos sectores agrupados en asociaciones civiles, representan los intereses del estado de Israel dentro de los EEUU como en cada país en los que se organizan y operan. Pero en este caso, los Lobby operan dentro del mismo gobierno influyendo al tal grado en las decisiones de la política exterior del país que más bien podrían tomarse en el Knesset en Tel Aviv. Con ello queda evidente la influencia de esta minoría sionista y su intolerancia ante las críticas. Y valga la aclaración de que no todos los judíos son sionistas ni mucho menos, todos los sionistas controlan los sitiales de poder para alterar las hojas de ruta de un estado ajeno a Israel.

En EEUU congresistas y políticos de tendencias tan disimiles como Lee Zeldin, Chuck Schumer; Joe Lieberman, Bernie Sanders y Debbie Wasserman Schultz pese a que todos son judíos no todos ellos podrían ser considerados sionistas ni mucho menos. Por el contrario muchos congresistas que se autodenominan como cristianos que nada tienen que ver con el estado de Israel, apoyan fervorosamente la causa sionista y militan en pos de sumar apoyo político a la segunda minoría religiosa que ocupa el Congreso estadounidense.

El mismo Donald Trump es un notable militante sionista y también su supuesta oponente Hillary Clinton. Ambos podrán ser rivales en los asuntos meramente domésticos pero en lo exterior los dos harán todo lo que este a su alcance para que al estado de Israel le falte dinero y armas para su subsistencia.

Otro de los sectores no judíos que militan en las filas del sionismo norteamericano son los llamados “neosionistas cristianos” que se ven especialmente representados por pastores evangélicos televisivos y sus fastuosas congregaciones con mucho lujo y poca espiritualidad.

Hay otros que desde la “izquierda” apoyan este ideario mesiánico con formas más solapadas y bien disfrazadas, tratando de despegar la responsabilidad del Lobby en las continuas y desastrosas políticas de Washington en el Medio Oriente. Particularmente nos referimos a Noam Chomsky y Stephen Zunes quienes mediante sus elaboraciones intelectuales relegan el papel de estos sectores a un segundo plano alegando que las intervenciones de EEUU en los países árabes solo respondieron a un interés estratégico signado por el control del petróleo. Un mínimo análisis de cuáles serían las consecuencias si esta hipótesis fuera real, echan por tierra los argumentos de ambos autores.

Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el mandatario estadounidense ha prescindido de la intermediación de estos grupos con Tel Aviv llegando a conceder a las aspiraciones sionistas mucho de lo habían logrado sus Lobby durante décadas. En este sentido, al mismo tiempo y tal vez sin haberse dado cuenta, Trump partidizó el apoyo a Israel señalando  a quienes no lo hacen  tal como lo hacen sionistas-   como “malos judíos” o que por criticar los crímenes que todos los días se cometen contra los árabes palestinos “odian a los judíos y a Israel”.

Este argumento tan largamente usado por el sionismo y sus militantes para desacreditar y amedrentar a los sectores que les critiquen, hoy le ha hecho meter la pata al mismo presidente estadounidense quién por haber establecido tan estrecho lazo con Benjamín Netanyahu y la derecha israelí, muchos murmuran por los pasillos de la Casa Blanca que se ha creído que “es el Mesías encarnado” o algo por el estilo. Fue por ello que en algún momento dijo que “aquellos que no aman a Israel, que voten al partido demócrata” como diciendo que los representantes demócratas que últimamente han estado poniendo en discusión las aberraciones de Israel ante el Congreso y los medios, odian a los judíos ¿Pero qué demonios le pasa al presidente?

Pero la demostración ultramontana de Trump lejos está de ayudar a sus aliados sionistas. Tanto los que se posicionan en el ala republicana como algunos de los que militan en el partido demócrata  salieron inmediatamente a señalar que Trump había caído en el viejo insulto antisemita poniendo en evidencia el supremo interés que existe por encima de sus impostadas ideologías.

Para colmo del bochorno, no hace mucho Trump se fue de punta contra las congresistas demócratas musulmanas Ilhan Omar y Rashida Tlaib quienes han venido exponiendo ante el Congreso y los medios internacionales, las atrocidades del estado de Israel contra la población palestina. Como venganza por estas posturas críticas las congresistas han llegado a ser denostadas e insultadas por el mismo presidente e incluso, con la anuencia de Benjamín Netanyahu no permitirles ingresar a Israel para visitar a los pobladores palestinos que se hayan virtualmente cercados por un sistema represivo atroz.

Tal vez no sea igual que lo sucedido en Argentina donde la comunidad judía no se alinea por la derecha con su dirigencia política que ha tratado de recrear la función de Lobby en la Casa Rosada y es muy crítica de muchos de sus exponentes, pero algo está sucediendo en el epicentro de poder en Washington que parece evidenciar una profunda grieta en torno a las extendidas influencias pro-israelíes en la política exterior norteamericana.