domingo, 25 de agosto de 2019




“TACTICAS SUCIAS”

El ciclo de la violencia silenciosa que en Oriente Medio se realimenta sin final ¿Hasta dónde se toleraran las violaciones a la ley internacional y la soberanía de los estados bajo la máscara de actos de autodefensa?

Por Javier B. Dal
Desde hace ya casi dos años y medio los habitantes de Damasco pueden caminar tranquilos por las calles de su ciudad con seguridad y sin el peligro de las bombas que aquellas células terroristas financiadas desde el exterior, colocaban en bares, restaurantes y casas de comercio. Tampoco olvidemos que muchos de esos episodios de terror tenían objetivos específicos y con intensiones muy bien direccionadas desde el otro lado de la frontera.

En un comienzo parecía que las fuerzas árabes sirias no podían controlar la situación e incluso, no podían proteger a sus propios jefes.

Hubieron muchos atentados con bomba utilizando el método IED (Dispositivo Explosivo Improvisado) que los iraquíes utilizaron con mucho éxito contra los invasores estadounidenses y británicos durante la ocupación entre 2003 a 2011, pero que esta vez habían sido adoptados por el Mossad israelí para realizar sus propias operaciones de ataque en medio del caos sirio. Con la ayuda de la triangulación satelital de la señal de los teléfonos del blanco a eliminar (es decir, que tenían el número del móvil del sujeto), los israelíes pudieron ejecutar estas operaciones a la luz del día y con cierta invisibilidad.

Las acciones de este tipo (que no se diferencian del terrorismo) no son nuevas para los sirios y los vecinos árabes en general. En 1997 un autobús interurbano que circulaba por las calles de Damasco explotaba matando a 9 personas y dejando 44 heridos. Según los expertos, una bomba dejada en un bolso fue la causa de aquel crimen. El Departamento de seguridad sirio no dio rodeos y acuso directamente al Mossad de este hecho algo por lo cual Tel Aviv mantuvo un mutismo hermético.
resultado de una bomba Lapa

En septiembre de 2004 el ciudadano palestino Izz El Din Al Jeque Kalil de 42 años de edad, quien militaba activamente por la liberación de Palestina, moría al estallar su automóvil por la colocación de una “bomba lapa”, uno de los métodos favoritos del Mossad. Según algunas fuentes de inteligencia, esto había sido en represalia por la muerte de cinco soldados israelíes en la Franja de Gaza. 

Por mediados de febrero de 2008, el jefe de operaciones militares de la resistencia chiita libanesa “Hesbolla” Imad Mughniyeh y de destacada actividad en las operaciones militares para rechazar el intento de invasión israelí al Líbano en 2006 muere asesinado por la explosión de una bomba lapa colocada en su automóvil en un barrio residencial de Damasco. Era un mensaje conjunto del Mossad y la CIA por la derrota infringida en 2006 y en momentos que la resistencia chiita iraquí recibía la inspiración, el apoyo político y material desde el Líbano.
Imad Mughniyeh asesinado en Damasco

En ninguna de estas y muchísimas otras ocasiones, le interesó a Tel Aviv si sus atentados matan a elementos considerados como enemigos o a simples civiles que ocasionalmente se encuentran en el lugar. Todo vale y los costos no importan cuando buscar enviar un mensaje.

El inicio de las revueltas en 2012 fue providencial para los cerebros israelíes a quienes sin importarles el costo en vidas que sus actividades iban a causar, profundizaron la colaboración con sus aliados estadounidenses en sus operaciones contra su vecino.

Las tácticas para ello variaron en todo su espectro. Desde la infiltración de armas y pertrechos para las bandas armadas “Takfir”, actos de sabotaje y asesinatos, maniobras de desinformación y engaño con la complicidad de los medios occidentales (como fue la presentación por el secretario de Estado John Kerry de una foto que según el eran muertos asesinados por Al Assad cuando en realidad eran iraquíes asesinados por EEUU en 2003) y los infames ataques químicos (montados por la inteligencia militar estadounidense y el MIT turco), fueron las más utilizadas por las agencias de inteligencia occidentales y sus colegas israelíes.

En estas nuevas circunstancias, Tel Aviv no dejo pasar la oportunidad y puso en marcha, paralelamente a sus agresiones directas mediante bombardeos aéreos, su propia agenda secreta contra Siria. Además de estar estos dispositivos muy bien mejorados utilizando detonadores de señal de larga distancia y explosivos de alto poder que podían abrir un orificio en un blindado, estos tenían el propósito de crear el terror y la sensación de inseguridad en la población damasquina con la finalidad de instalar en sus mentes la idea de que su gobierno no los podía proteger.  

Tan brutal como siniestra, esa es una de las tácticas más utilizadas por la inteligencia israelí que sin dudas con la cooperación de la CIA, el MI-6 y la DGSE francesa, en esos momentos buscaban recrear la pesada atmosfera de inseguridad que asolaba en Bagdad tras la llegada de las tropas de los EEUU. Pero a diferencia de lo que allí pudieron realizar a sus anchas, pese a los asesinatos de algunos miembros clave, el gobierno sirio se mantuvo incólume logrando poco a poco desmantelar las redes de apoyo que operando en el bajo mundo de la delincuencia y con la participación de agentes árabes aliados a Tel Aviv, podían darle sustento al fracasado intento de socavar desde adentro a la sociedad siria.   

El éxito del gobierno sirio paso desapercibido para la prensa internacional –como no podía ser de otra manera- y gran parte de ello fue por la estorbosa intervención de Rusia. Cuando tempranamente Vladimir Putin decidió ayudar a Damasco a sacudirse de ésta intervención extranjera disfrazada de revolución interna, no discriminó en medios para estabilizar al país árabe. 
Estaba claro que no bastaba solamente con el apoyo político y la mera ayuda militar; hacía falta un sensible apoyo en el área de inteligencia y contrainteligencia para contrarestar las infiltraciones de células terroristas y su apoyo en los centros urbanos como Damasco.

Este apoyo dio sus frutos y gracias a la colaboración de asesores rusos, las fuerzas de seguridad interior sirias lograron desmantelar la red de telarañas que los “yihadistas” con la ayuda de las agencias occidentales y en particular del Mossad, pretendían consolidar tanto en Damasco como las localidades más importantes del país. No caben dudas de que tras recibir varios duros golpes, estas agencias entendieron que ya no podían operar con la impunidad que esperaban y fue así que abandonaron las pocas redes de colaboradores que les quedaban.  Por lo pronto y por estas horas las FDI han incrementado sus bombardeos con misiles y aviones sobre Siria y el Líbano lo que demuestra por enésima vez, el total desconocimiento de Tel Aviv a la ley internacional y a los preceptos del Cap. VII de la Carta de Naciones Unidas.

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